Las aventuras de Tuco Miren Bosque Sarabia 1. ¡Hola!, soy Tuco. Me llamo Tuco y soy bastante feliz donde vivo. Tengo una hermana que juega conmigo todos los días, una madre que me da mimos y un padre que pasea conmigo a diario. Bueno, se podría decir que son mi familia, aunque soy diferente a ellos. Para empezar, soy tres veces más pequeño, tengo muchísimo más pelo que los tres juntos y mis manos y pies son distintas, por eso quizá las llaman patas. La verdad es que siempre he creído que soy adoptado, porque pienso que no es posible tener hijos no adoptados que sean como yo. Bueno, cambiemos de tema. Mi padre se llama Fredi, aunque Miren, mi hermana, lo llama aita, que significa papá en vasco, y mi madre se llama Rosa. Miren es muy juguetona y cariñosa (a veces en exceso), ella dice que es muy rarita y la verdad es que he visto a otras chicas y yo también lo pienso. ¿Que por qué lo pienso?, primero, a todas las chicas que conozco les gusta algo que llaman "color rosa" y a Miren no, segundo, tampoco le gusta una manera de vestir que se llama "arreglarse", mientras todas las chicas van con un vestido y tacones, ella se pone chándal y zapatillas. Y por último, le gusta el futbol y otros deportes que no suelen gustar a las chicas. La verdad es que he jugado con ella y es bastante buena al futbol. A mí me encanta como es y a mis padres creo que también porque siempre nos dicen a los dos que somos preciosos, buenísimos, que están encantados y orgullosos de tenemos y todas esas cosas que dicen los padres. Vivo en un piso, pero tengo una terraza donde puedo jugar y tumbarme al sol. Además hay muchos parques cerca, donde voy cada día a hacer mis necesidades y a jugar con otros hijos adoptivos, digo esto porque son bastante parecidos a mí y no a sus padres. Algún día aclararé este asunto. 2. La Selfiepandi. Era un día soleado de finales del verano, yo estaba tumbado en la terraza cuando Miren llegó del cole. Estaba muy contenta porque se habían acabado las vacaciones, que creo que es un tiempo en el que mi familia está todo el día en casa. Ella decía mucho que tenía ganas de que se acabaran y empezase el cole para ver de nuevo a sus amigos. El caso es que mi hermana llegó a casa. Me gusta que llegue, me salude y me acaricie. Así que con mucho esfuerzo, me levanté de mi pequeño paraíso y fui a la entrada. Ella, como siempre, me saludó y me rascó la barriga. Dice que le encanta mi cara de cuando me rasca la barriga, y es que adoro que lo haga. Eso y que me haga cosquillas, son las cosas preferidas que ella me hace. A la hora de comer me senté en el suelo al lado de mamá y me dio un poquito de arroz. Adoro el arroz. Me lo comí en menos de un minuto. Después estuve un rato lIoriqueando en el pasillo esperando a que Miren acabara de hacer la tarea. No le veo la lógica a eso de la tarea, simplemente consiste en hacer rayajos en trozos de papel. En fin, que la esperé con la intención de que cuando acabara jugase conmigo, pero no duró mucho nuestro juego, ya que se tenía que ir al Conservatorio, que es un sitio en el que te enseñan a dar golpes, a hacer chirridos o soplar a través de cosas metálicas (tampoco le veo la lógica, la verdad). Así que volví a la terraza y me tumbé al sol. Cuando Miren volvió del conservatorio me preguntó si nos íbamos a la calle. Yo, sin pensármelo dos veces, corrí como un loco hacia la puerta de casa moviendo el rabo (extremidad que no tiene mi familia) y sacando la lengua. Lo malo es que no me lo pensé dos veces y al pasar por la cocina le di una patada al bol del agua y se derramó por el suelo (otra vez). Mi hermana y yo siempre hacemos este tipo de cosas sin querer. Acto seguido me tumbé boca arriba con cara de "lo siento, lo siento, lo siento" por si mamá se enfadaba. Mamá limpió la cocina y ahora sí, con un poco más de cuidado, me dirigí hacia la puerta de casa. Miren me puso la correa y nos fuimos. En la entrada del edificio nos esperaban los amigos de mi hermana, se llaman: Alejandro, Manuel, Miriam, Irene, Rodrigo, Raquel, Inés, Miguel y Alonso. Todos juntos nos hacemos llamar "La Selfiepandi". El caso es que nos fuimos a jugar al futbol. Me dejaron jugar con ellos y luego fuimos al parque. Allí, me subieron a una cosa que se llama columpio y que marea un montón. Eché la pota. Todo el mundo se asustó y para colmo venía un hombre adulto hacia nosotros que no parecía estar de muy buen humor. Todos estaban alborotados, y yo, sin saber muy bien si lo que hacía era lo correcto, eché a correr a toda pastilla con tanta mala suerte que me resbalé y fui a parar a la gran fuente del parque y me caí dentro. Ahí no acabó la cosa, como odio el agua, salí de la fuente y seguí corriendo, pero al no ver nada por culpa del agua que tenía en los ojos, choqué contra un pequeño árbol que se agitó fuertemente y me puso hasta arriba de hojas, tipo "camuflaje indeseado". Todos estaban confusos, no sabían si ir a buscarme (tarea difícil debido a mi discreta indumentaria) o escuchar las regañinas del adulto, así que se alborotaron aún más de lo que ya estaban y salieron corriendo igual que yo, sólo que con mucha más suerte. Miren consiguió encontrarme con ayuda de sus amigos y me llevó al baño de un bar, donde a base de más agua (que horror) y papel higiénico, consiguió quitarme mi nuevo look, cosa que no me pareció mal. Entre todo eso se habían olvidado de que tenían que aclararle lo ocurrido al adulto, de manera que tuvieron que soportar además de la regañina "no lo subas al columpio"(refiriéndose a mí), la regañina "no entréis todos en el baño del bar y mucho menos con él" (refiriéndose a mí de nuevo). Duró tanto que cuando acabó ya era hora de irse a casa. Al salir del bar, Miren hizo el típico comentario graciosillo - ese tío es más pesado regañando que mi madre-, he de confesar que estoy de acuerdo con mi hermana. 3. Mi carácter. Hay cosas que hago que a mi familia no les gusta. Recuerdo una vez que fuimos a Cádiz, donde vive la familia de mi madre, y me dejaron en casa de mi tía Kika. Mi tía tiene un hijo, adoptivo también, que se llama Canelo, me encanta jugar con él. El caso es que cuando me cansé de jugar con mi primo Canelo en el jardín, fui al salón, y como no tenía mi propio sofá como en casa, me senté en uno de los grandes que allí había, pero mi tía se enfadó y me obligó a tumbarme en el suelo. Un poco molesto por las formas, decidí no quedarme allí y me fui de nuevo con Canelo. Al rato, volví a intentarlo (ipara cabezón yo!, como dice mi padre), y esta vez mi tía dormía, no podía enfadarse. Ocupaba demasiado espacio porque estaba tumbada, de manera que tuve que colocarme en sus piernas de forma sigilosa para no despertarla. Allí estuve cómodamente un buen rato, hasta que llegó mi prima Sabrina y se empeñó, lo mismo que mi tía, en que me bajase al suelo, jolín ¡qué peñazo!, ¡con lo cómodo que estaba!. Se enfadó tanto que me echó del salón y cerró la puerta de malas maneras. Alucinado con aquel comportamiento me fui de nuevo al jardín y decidí esperar allí hasta que Miren y mis padres llegaran de la playa. Canelo, mientras tanto, me estuvo explicando que a él tampoco lo dejaban, que no era nada personal, que tenía que aprender a respetar y que no le diera más vueltas al tema. Conclusión n01: no debo subirme por mucho que me guste y que me lo pida el cuerpo a los sofás que no son míos. Conclusión n02: mis padres se podían haber traído mi maravilloso sofá ¿no? Otra cosa que a mis padres no les gusta, es que use mi instinto cazador, iSoy así! ¡no lo puedo evitar!. Lo que más me gusta tratar de cazar son los conejos, tanto me gusta que a veces salgo corriendo detrás de ellos y no hay quien me pare. Ahuyento a la madriguera entera. Un día, iba paseando con Miren y mis padres cuando vi un conejo, salí disparado detrás de él hacia la colina en la que estaba. A mamá se le escapó la correa de las manos y me perdió de vista. Un minuto después, todo el mundo me pudo ver correr detrás de 3 ó 4 conejos. Finalmente, Miren me atrapó, y si no hubiese sido por ella, esos conejos no se libran. Me pasa algo parecido con los gatos, no lo comprendo pero tengo claro que no lo puedo remediar, los veo y voy tras ellos, no hago caso de los gritos que me da mi madre, ique te va a sacar un ojo, atontao!, creo que acabaré en un psicólogo que me trate este aspecto, si no quiero acabar en un oftalmólogo, o con un parche pirata como el del disfraz de mi hermana. Yo soy muy bruto y juguetón, la verdad es que creo que Miren tiene razón cuando me dice: iTuco, eres más pesado que un collar de melones!, no me gusta nada que me diga eso pero he recapacitado y es la triste realidad. Cada vez que veo a alguien intento jugar de manera insistente, pero mucho, mucho. Luego mis padres y mi hermana me intentan hacer comprender que los demás no quieren y que los deje tranquilos, pero yo nada, ahí sigo dale que te pego y al final, me gritan y en un par de ocasiones me he llevado un mordisco ( de otros hijos adoptivos, no de mis padres). En fin, estas son algunas cosas de mi carácter que no suelen gustar, pero nadie es perfecto, sé que tengo que mejorarlas, aunque sinceramente, lo de los conejos y los gatos va a tener que ser con ayuda profesional, ¡me superaaaaa!. 4. Por segunda vez: ¡Que no me gusta el agua!. Hace poco, fue el último día de piscina en la urbanización donde vivo. Miren y aita lo celebran colándose en la piscina por la noche. Esta vez, decidieron lIevarme con ellos (mala idea, ya que como mencioné antes, no me gusta el agua). Bajaron conmigo en brazos y se dirigieron a la piscina, se quitaron los albornoces y se metieron en el agua. Al ver que no tenía la menor intención de bañarme, Miren me cogió y tuvo la brillante idea de meterme en la piscina, donde no hago pié, así que me puse a nadar en círculos y a lloriquear para que me sacaran de allí. Pero eso fue una malíiiiisima idea, ya que las luces de las ventanas se empezaron a encender y la gente se asomaba a mirar qué pasaba. Miren me cogió rápidamente y salimos corriendo a escondemos en el baño, pero aita no fue lo suficientemente rápido. El conserje salió a ver que ocurría, y cuando llegó a la piscina, Miren ya había salido por la ventana del baño conmigo bajo el brazo para escabullirse. En cuanto a aita, se escondió detrás de un muro y esperó a que el conserje se marchase para no ser visto. La cosa, gracias a Dios, no fue a más. Al llegar a casa, me juré a mí mismo que no volvería a ir con ellos a su "Ceremonia de cierre de la piscina". 5. Descubriendo el vértigo. Era Sábado, un día en el que se descansa, parecido a las vacaciones. Ese día estuve con mamá viendo un documental en la tele. Me encantan los documentales, puedo pasarme horas mirándolos. Los que más me gustan son los de osos, pero sigo a la espera de que pongan uno de conejos. Empiezo a estar convencido de que tengo una obsesión. A la hora de comer, mamá me dio un trozo de pan con salsa. Si me hubiera entendido, me habría oído decir: ¡qué ricoooo!. Aunque creo que lo pilló, porque me dio otro trozo. Luego, como siempre, lIoriqueé en el pasillo esperando a Miren. Ella se había ido al gimnasio y cuando volvió me llevó con sus amigos de La Selfiepandi. Esta vez me dejaron jugar al futbol. Lo malo fue, que era tan bueno que nadie me quitaba la pelota, y que al emocionarme con el temita me vine arriba y le pegué tantos mordiscos que la acabé pinchando. Todos se enfadaron conmigo, incluida mi hermana que rara vez lo hace, así que me quedé sentado con cara de no haber roto un plato y dando suspiros a ver si colaba ... y coló. Se acercaron, me tranquilizaron y luego me llevaron al parque a pasear. Aprendí a subirme en los bancos. Mi madre no me deja porque dice que soy como una salchicha y mi espalda que es más larga de lo normal se resiente. Yo no entiendo ni papa y como no estaba, pues aproveché y me subí y salté durante un buen rato. Ese fue el día en el que mejor me trataron los amigos de Miren, o eso creía, porque a continuación, a Miren se le ocurrió la brillante idea de subirme al tobogán. Al principio pensaba que eran unas escaleras normales, pero al ver la pedazo de rampa que había al final de las escaleras, por la que se supone que tenía que bajar, me temblaron las patas, me castañeaban los dientes y me mareé. Mi hermana empezó a lIamarme desde abajo ¡baja Tuquito!, ¡es muy divertido!, -hay madre, que no hay marcha atrás-, pensé yo. Intenté dar la vuelta pero estaba la escalera petada de amigos de mi hermana que gritaban lo mismo. Tuve que bajar. Lo hice tumbado con las cuatro patas hacia arriba y mis orejas tapándome los ojos, no quería ver ni la ram~a ni nada de nada. Me entraron unas cosquillas por la barriga al descender que no sé como describirlas, si agradables o vomitivas. Menos mal que Miren estaba abajo para cogerme, porque si no, os juro que me hubiese desmayado. i En serio, no sé cómo les gusta eso!. 6. La verdad. Hoy he ido al veterinario, que es un tipo especial de médico, muy majo hasta que saca la jeringuilla, y creedme, ocurre casi siempre. Allí fue donde descubrí la verdad, os cuento: Primero me sentaron en una especie de cama superdura que llaman mesa de exploración o algo así, mientras mi madre charlaba con la veterinaria: -¿ y se suele portar bien en casa?-Sí, no muerde y casi nunca ladra, es un cielo"¿Morder?¡por Dios, que soy una persona civilizada!" pensé. -Bueno, con los conejos se vuelve un poco loco-Ya, pero es normal en un perro de su raza-si, lo sé, me lo dijeron la última vez-Bueno, esto ya está listo, es sólo una vacuna"¡No por Dios ,no, la jeringuilla!" pensé de nuevo, no lo pude evitar. Me pinchó. Siempre que lo hacen intento quedarme dormido para no sufrir, pero esta vez no pude (realmente nunca consigo quedarme dormido en esas circunstancias). Después del pinchazo, mi madre y la "dulce" veterinaria estuvieron hablando sobre mi cartilla de vacunación y mientras tanto, pensé en la conversación entre ellas sobre mi comportamiento con los conejos (una de mis obsesiones, que me preocupan bastante) y mi conclusión fue que ni mi madre ni la veterinaria le dieron importancia, así que si ellas no se la dieron, es que no se trata de un problema, sino de un rasgo de mi curioso carácter. La verdad es que me siento muy feliz por haber resuelto mis dudas respecto al tema. Ahora puedo vivir tranquilo sin pensar en que tengo problemas que en realidad no tengo. Aunque no entiendo lo que ha querido decir con "perro de su raza" ... ,bah, no será nada importante. FIN 2.750 words