Mr. Jones

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Mr. Jones
Hace más o menos once meses atendí a una paciente de
unos 32 años (Candelaria) por lo que parecía un trastorno
depresivo. Como tenía un seguro privado también acudió
a un psiquiatra, quien corroboró el diagnóstico y aumentó
el tratamiento farmacológico que yo inicialmente le había
prescrito,
pues
la
paciente
había
empeorado
ostensiblemente. Pasados unos seis meses la enferma
comenzó a encontrarse mejor y ya no acudió más a mi
consulta. A través de su madre -que también es paciente
de mi cupo- me enteré de que Candelaria continuaba bien.
En otro encuentro posterior la madre me informó de que
su hija había dejado el trabajo y que se había ido a la
península: “la encuentro tan animada cuando hablo con
ella por teléfono, que ni me lo creo..., se llevó el coche y
todas sus cosas...”. Hace un mes el padre de Candelaria
acudió a la consulta para comunicarme que había tenido
que ir a buscar a su hija a la península y que ésta “había
hecho cosas que a él le parecían raras..., ahora está muy
decaída y yo vengo a ponerte en antecedentes porque le
hemos pedido cita para ti para mañana...”. En la
entrevista que tuve con Candelaria de nuevo la encontré
deprimida y, según me iba contando sus peripecias en la península (cambiar varias veces de
trabajo y de casa, irse a vivir y ennoviarse con un chico a los dos días de conocerlo, estar
varias noches sin dormir y sin dejar de hacer cosas, conducir no sé cuantos kilómetros sin
parar en unos pocos días, etc.) yo iba pensando: “¡esta chica lo que tiene es un trastorno
bipolar!”. Mientras la escuchaba (“me encontraba tan bien Carolina..., me sentía capaz de
todo, no descansaba porque no lo necesitaba..., ahora me encuentro fatal y no entiendo por
qué estoy así..., yo quiero volver a sentirme como antes, porque esto es insufrible...”), no
podía evitar acordarme de Mr. Jones y de lo que escribí para la reseña1 de Aquí no eres un
extraño2, un libro de Adam Haslett:
El público escucha extasiado la interpretación musical de la orquesta. El señor Jones, uno de
los espectadores, es incapaz de resistir tanta belleza y, en plena fase maniaca, sube al
escenario agitando rítmicamente los brazos mientras se coloca al lado del asombrado director.
Esta es una de las imágenes que se me quedaron grabadas de la película Mr. Jones, de Mike
Figgis. Kay R. Jamison es psicóloga y una autoridad en lo referente a la psicosis maniaco
depresiva. En el libro Una mente inquieta3 narra su experiencia personal como enferma de
dicha dolencia. Una de las cosas que cuenta Jamison es la resistencia a tomarse la medicación
cuando se está en fase maniaca y lo razona con los mismos argumentos que emplea Figgis en
su película: ¿cómo renunciar a esa vida tan rica, tan llena de matices y en la que te encuentras
poseído por una energía arrolladora que te permite dominarlo todo?
Referencia:
1. http://www.fisterra.com/human/1libros/cbd/aqui_no_eres.asp
2. Haslett A. Aquí no eres un extraño. Barcelona: Salamandra, 2004.
3. Jamison K R. Una mente inquieta. Testimonio sobre afectos y locura. Barcelona:
Tusquets, 1996.
Autora de la reseña: Carolina Botella Dorta
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