MINISTERIO LA UNCIÓN DEL RENUEVO

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MINISTERIO:
“La Unción del Renuevo” Jer. 51: 19-23
TEMA: CREER Y CAMINAR CREYENDO
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CREER Y CAMINAR CREYENDO
Jn. 4:46…Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47 Este,
cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que descendiese y
sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales
y prodigios, no creeréis. 49 El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo
muera.
Jn. 4:50 Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
<< (Juan 4:50 NBLH)
"Puedes irte, tu hijo vive," le dijo Jesús. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se
fue.
(Juan 4:50 NT BAD)
—Vete —le dijo Jesús—. ¡Ya tu hijo está bien! El hombre creyó en Jesús y partió de regreso.
(Juan 4:50 NVI)
—Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús—. El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se
fue>>
51 Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu
hijo vive. 52 Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron:
Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53 El padre entonces entendió que aquella era la hora en que
Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa.
Estaba en angustia, su necesidad era urgente, era su hijo, es un varón; y su descendencia
estaba en peligro, si moría ¿Quién le heredaría, quién le haría que su apellido y nombre fuera
postergado?, era inminente un milagro, su desespero y su angustia llegó al clímax. Pensar
que sus esperanzas del mañana, de su nombre, estaban puestas en su hijo, que se encontraba
agonizando, que médicamente nada podía hacer; ¿de qué le servía y serviría su posición y
condición económica?
De pronto, le llegan a sus oídos comentarios acerca de un hombre prodigioso, un hombre que
recorría esos lugares, que en cierta ocasión hizo una señal, que solo mediante un poder
sobrehumano, se podría realizar; aunque ya había pasado tiempo, pero aún se hablaba en
todos los círculos sociales de ese entorno.
< ¿Podría este hombre con su poder venir y hacer que mi hijo se levante y no muera?, aunque
he escuchado también que ha hecho vivir al que estaba muerto. Iré y le pediré que lo haga,
además, soy un oficial del rey, ¡cualquiera sabe la posición que tengo y lo que le significaría
tenerme a su lado, como influencia y ayuda ante el rey mismo! >
Se encaminó y buscó a ese hombre, le halló, ¡vaya está bastante ocupado!, ¡qué buena
aceptación tiene ante el pueblo!, se dirige hacia él, y con humildad y con su corazón
angustiado, comienza a pedirle y a suplicarle, le rogaba por su hijo, que por favor
descendiera y sanara a su hijo que estaba a punto de morir.
¡Qué importaba mi posición e influencia económica y política! Mi hijo está por encima de
todo esto, de nada me sirve ser grande sino tengo un ser al que amo a mi lado, daría mi vida
y mi posición por él. ¡Por favor, Señor, usted quizás no tenga hijos, quizás no sepa que es ser
padre y tener un hijo, y amarlo y tener puestas sus esperanzas, ilusiones y orgullo en él; pero
se lo suplico: venga conmigo y ¡sane a mi hijo, se está muriendo y ya nada puedo hacer por él!
¡Usted es la última esperanza que tengo que pueda hacer algo por mi hijo!
PEDRO VILLA.
E-mail: ministeriorestauracion2003@hotmail.com – pedrovilla@misena.edu.co
http://launciondelrenuevo.jimdo.com
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“La Unción del Renuevo” Jer. 51: 19-23
TEMA: CREER Y CAMINAR CREYENDO
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Jesús continuó amonestando al pueblo, pero este hombre sabía en su corazón que estaba
parado frente a la verdadera respuesta, < ¿Por qué no supe de él antes, por qué no se me
ocurrió haberlo buscado antes de perder tiempo y esfuerzo en otras cosas? ¡No puedo permitir
que se vaya de aquí sin que vaya a mi casa, no me importa lo que me pida, no importa lo que
tenga que hacer para que él me conceda el milagro!>
Miraba a su alrededor, mucha gente de escasos recursos, más necesitados que él, gente a los
que muchas veces él mismo habría ignorado y otros a los que habría ayudado, gente que le
conocían no solo por ser oficial del rey, sino por su cercanía social. < ¡Qué dirían, qué estarán
pensando! ¡Qué me importa!, ¡Señor por favor, descienda con migo y sane a mi hijo, por
favor!>, el cuerpo del Señor y sus ojos se dirigen hacia él, postrado a su pies, el corazón del
Señor conmovido, por su amor hacia su hijo, le dice con poder y autoridad, poniendo su
mano sobre su hombro: <<VETE TRANQUILO A TU CASA, ¡TU HIJO ESTÁ VIVO! ¡ÉL YA
ESTÁ BIEN!>>
… Un silencio sobrecogió a este oficial, en su mente divagaba esa actitud y esas palabras,
¿cómo así, No va a ir, no pide nada a cambio? ¡Eso es todo!, vaya!!! ¡Creí que era más
complicado el asunto! Está bien Señor, ¡si usted lo dice, sus palabras son ciertas, le creo, y le
haré caso, me iré tranquilo, seguiré mis labores y confiaré en lo que usted dijo, mi hijo está
bien!
No se quedó esperando alguna confirmación, o una palabra más, no incomodó más al Señor,
¡qué más le podía pedir! Ya tiene lo que buscaba. ¡Qué ejemplo para muchos de los hijos de
Dios hoy en día! Reciben una palabra profética o por las escrituras, o por sueño o revelación,
se les ora, y quieren confirmación por señales, o se quedan estorbando las ministraciones
para ver qué más reciben; o se van para donde otros profetas para que el Señor les confirme
la palabra; no creen en el corazón, la duda y la dureza del mismo no les da la certeza de que
si fue de Dios, y en su espíritu no pueden juzgar si es o no de parte del Señor, no tienen su
espíritu sintonizado para entender lo que están recibiendo; porque son almáticos, sus
emociones y sentimientos están por encima de la revelación y comunión de su espíritu con el
Espíritu Santo.
Solo creyó, no tuvo que experimentar unos corrientazos en su cuerpo, ni escalofríos ni
sensación física alguna, solo creyó; tomó esa palabra, batalló con esa misma palabra contra
el pesimismo, la incertidumbre, la contradicción, la lógica, el desaliento y todo lo que le
embargaba por el estado de su hijo.
Creyó, luego se fue, ¡qué más esperaba!, su hijo necesitaba de esa fe, no era tanto ya la
palabra del Señor, ahora era de su fe, de su propia fe, era lo que su hijo necesitaba ahora. Ya
lo “necesario” había sido dicho por el Señor, ahora lo “importante” era su fe, creer y caminar
creyendo. Ya la palabra había sido lanzada, la tomó y guardó en su corazón y por ese mismo
amor, por ese cordón umbilical (amor paterno), se al transfirió a su hijo. Creyó y caminó
creyendo.
Así lo hizo, batalló todo ese resto de tarde, se acostó a dormir, lucho y batalló en su acostarse,
en las divagaciones de su mente, pero cobraba fuerza el retumbar de aquellas palabras:
<Vuelve a casa, que tu hijo vive >
Ya no solo le había dicho que estaba sano, sino que vive, entonces también le aseguró que su
descendencia sería alargada, que su hijo se la daría. Se acostó y pudo dormir en paz.
PEDRO VILLA.
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“La Unción del Renuevo” Jer. 51: 19-23
TEMA: CREER Y CAMINAR CREYENDO
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Se levantó, levantó sus ojos al cielo y mirando hacia la dirección donde estaba su hijo, dio
gracias al Cielo por la salud y vida de su hijo, prosiguió su caminar.
En su corazón había gozo, inexplicable, pero había gozo, cuando otros deberían llorar y estar
angustiados, él solo tenía gozo y paz; que era reflejado en su rostro y actuar.
Llegó a su casa, y unos criados salieron a su encuentro a decirle, ¡Señor su hijo está vivo! Y
está durmiendo, pero lo está esperando!!! <<jajajajaja!!!!! Ya lo sabía, ya lo sabía!!!! Y…
¿cómo a qué horas empezó a estar bien?>>… Señor, ayer como a las siete (una de la tarde),
empezó a sentir mejoría. <<¡¡¡Vaya, A la misma hora en que el Señor me dijo <Vuelve a casa,
que tu hijo vive!!!>.
Llega a su casa, abraza y besa a su esposa, se dirige inmediatamente a la habitación de su
hijo, le despierta con un fuerte abrazo, un ¡te amo hijo! Fuerte y caluroso sale de su boca, ¡el
Señor te sanó!, ¡el Señor te sanó!, ¡él te dio vida!, ahora tu vida y la mía y la de mi casa
deben ser para él>>
¡¡¡Solo creyó y caminó creyendo!!!
La Gracia de nuestro Señor Jesucristo, la Misericordia de nuestro Padre y la Paz de nuestro
Amado Consolador el Espíritu Santo sean sobre sus vidas.
PEDRO VILLA.
E-mail: ministeriorestauracion2003@hotmail.com – pedrovilla@misena.edu.co
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