INSTITUTO TABANCURA Christian Piñeiro Fernández Culturas prehispánicas chilenas en el siglo XVI 1.La raza humana en el continente americano. La Antropología ha probado que el último de los actuales continentes en ser colonizado por la raza humana fue América. ¿Quiénes eran los primeros americanos?, ¿Cómo llegaron?. Estas son preguntas que se han planteado desde que el autoctonismo fue desechado y se han elaborado teorías acerca de cómo se pobló el continente. América y Asia estuvieron unidas en ciertas épocas por un puente terrestre (Beringia) provocado por la regresión marina causada a su vez por las glaciaciones. Tal fue la ruta que ocuparon los primeros hombres en llegar a este continente. La migración puede haberse producido entre 50.000 y 40.000 años atrás y/o entre 28.000 y 10.000 años atrás, existiendo una época en la que los grupos humanos en cuestión no tuvieron la posibilidad de avanzar hacia el sur de Norteamérica. De acuerdo a lo anterior, los primeros americanos fueron individuos de la especie Homo Sapiens, de raza mongoloide o amarilla, cazadores-recolectores rudimentarios que sólo conocían la fabricación de proyectiles de hueso, madera o piedra. Llegaron al continente siguiendo a algunos animales de presa (caribús, bisontes) que avanzaban hacia el sur en busca de condiciones más templadas. La homogeneidad racial de los indígenas corrobora la tesis del poblamiento desde Asia, pero algunos tipos físicos que presenta la raza americana autóctona sugieren la posibilidad de que haya habido diversos contactos en diferentes épocas. Existen pruebas que apoyan la presencia de pescadores polinésicos y melanésicos en América del Sur, que habrían arribado al continente cruzando el Océano Pacífico mucho después que los asiáticos. El año 3.200 A.C. arribaron pescadores japoneses a la costa ecuatoriana, quienes introdujeron técnicas de alfarería. Sin embargo, estas migraciones no fueron el punto de partida de la colonización humana de territorios como en el caso de las migraciones asiáticas. También se menciona la teoría que sugiere la posibilidad del poblamiento de la Tierra del Fuego por grupos australianos por una vía antártica. De igual forma, el autoctonismo fue sepultado en 1910, cuando los supuestos restos del primer americano resultaron ser los de un simio y un felino. Todo lo anterior significa que las diferencias fisiológicas y culturales que conocemos en los pueblos americanos prehispánicos se deben a las influencias de la variada geografía del continente y no a interacciones posteriores al poblamiento original con la humanidad de otros continentes. Ello viene corroborado además por las mutaciones sufridas por la fauna que pasó al continente desde Asia, las cuales se deben a las influencias del ambiente americano. Por ello, al momento de producirse la conquista española, existían refinadas civilizaciones, coexistiendo con pueblos nómades cazadores o pescadores, o con agricultores rudimentarios. 2.Áreas y etapas culturales en América Prehispánica Un área cultural es una zona en la que las características ecológicas favorecen similares modos de vida de los pueblos que la habitan. En cada área cultural existieron diversas sociedades independientes entre sí, pero cuyos contactos provocaron el intercambio de técnicas y conocimientos que configuraron rasgos culturales comunes. En las muy numerosas áreas culturales americanas se dieron desarrollos históricos disímiles que se han sistematizado dividiéndolos en varias etapas de desarrollo cultural que son: Paleoindia o Lítica, Arcaica, Formativa, Clásica y Postclásica. Etapa Paleoindia o Lítica. Corresponde al nomadismo, la caza y la recolección. Los hombres manejaban herramientas de piedra para cazar y descuartizar animales. En general la capacidad económica de estas sociedades era muy baja. Incluso eran incapaces de dar caza a los grandes animales pleistocénicos, a los cuales sólo herían y seguían hasta que se desangraban. Vivían en pequeños grupos familiares comandados por el más fuerte. Para mantener la población ajustada a la capacidad económica, los enfermos y a veces los ancianos eran abandonados. Se practicaba el infanticidio femenino. Existía una división del trabajo por sexo. Vivían al aire libre o en cuevas. Etapa Arcaica. Se inició cuando se extinguió la última glaciación. La erosión de los hielos y el aumento del nivel de las aguas oceánicas modificaron el relieve. Los cambios climáticos provocaron la desertificación de grandes zonas del planeta; la aridez aumentó. Los grandes mamíferos se extinguieron y fueron reemplazados por una fauna más pequeña. Los hombres intensificaron la recolección y la caza; el nomadismo se hizo más difícil. Otros, más afortunados, se establecieron en territorios con variados recursos. En las orillas de los océanos y desembocaduras de los ríos practicaron la pesca y captura de fauna marina. La cultura material se enriqueció con instrumentos para pescar y navegar, morteros para preparar alimentos, cestos de fibra vegetal y tejidos. Los desafíos impuestos por el ambiente exigieron la agrupación de varias familias en bandas que levantaban campamentos esporádicos. La práctica de entierros de los cadáveres y de la momificación es un testimonio de creencias abstractas más complejas. Etapa Formativa. Se caracteriza por la aparición de la cerámica y la agricultura. Esto último significa que las sociedades del formativo se transformaron en productoras de alimentos, lo cual hizo crecer la población y complejizó la estructura social con la aparición de labores especializadas (agricultores, sacerdotes, artesanos, militares, comerciantes, etc.). Esta etapa corresponde al sedentarismo y la existencia de tribus comandadas por los más ancianos. La vida transcurría en aldeas agrícolas. En los lugares de mayor desarrollo, como en el Norte de Chile, se presentó una variante de la organización en tribus que se denomina señorío. El cargo de jefe de las tribus era determinado colectivamente y éste era un hombre igual a los demás cuando no ejercía su cargo directivo. Las relaciones entre el jefe y el resto eran de reciprocidad. En cambio en el señorío, una familia se apoderaba del derecho de nombrar al jefe, cargo que, de esa manera, se transformaba en hereditario y diversas familias allegadas al poder gozaban de privilegios especiales. Etapas Clásica y Postclásica. Ninguna de las dos se presentó en el territorio chileno. La primera corresponde a la aparición del Estado, como forma de organización posterior a la tribu y el señorío. Aparece además la vida urbana. La segunda corresponde al surgimiento de civilizaciones territorialmente expansivasque llegaron a formar imperios como el de los Incas en los Andes Centrales. Cada una de estas etapas se verificó con una cronología diferente en las diversas áreas culturales americanas antes de la llegada de los europeos. 3. Pueblos Prehispánicos chilenos. En la víspera de la conquista vivían en Chile alrededor de 1.100.000 personas. Hasta el río Aconcagua existían unos 80.000 individuos. Por allí los españoles pasaron de largo en búsqueda de lugares más densamente poblados, ya que buscaban esencialmente oro y mano de obra. El territorio comprendido entre el río Aconcagua y Chiloé estaba habitado por 1.000.000 de personas de cierta homogeneidad cultural que se denominaban genéricamente Mapuches. Ellos eran agricultores y ganaderos rústicos organizados en tribus. Al sur de Chiloé, en los archipiélagos vivían apenas unos 20.000 individuos. Las huestes hispanas se establecieron en la zona central pues estaban interesados en constituirse en una clase dominante de una nueva sociedad en la que los indígenas proveerían la mano de obra. Las principales culturas prehispánicas chilenas al siglo XVI eran: a) Señoríos de agricultores ganaderos del Norte Los Atacameños: Se ubicaban hasta el río Copiapó y estaban organizados en diversos señoríos que dominaban, cada uno, tierras cultivables. Practicaban la agricultura y la ganadería encontrándose en la etapa formativa. Utilizaban palos con punta, cuchillos y palas de madera y piedra para trabajar la tierra. Cultivaban maíz, quínoa, calabazas, porotos, ají y frutales como guayabos, chirimoyos, tunas y tamarugos. La zona de plantaciones estaba en las partes bajas de los valles y quebradas, las cuales, siendo muy escasas obligaron a cultivar las laderas de las montañas mediante terrazas sostenidas por muros de piedra. Sistemas de canalización de las aguas aseguraban el riego. Criaban un ganado de llamas y alpacas. Conocían la metalurgia de estaño, plata, oro y cobre. En hornos puestos en lugares de altura (huairas) los fundían y moldeaban construyendo cuchillos, pinzas, hachas, cencerros, adornos, alfileres, etc. Vivían en casas de piedra de una habitación, con techo plano hecho de vegetales. Las aldeas estaban protegidas por murallas o custodiadas por un pucará o fortificación. Por influencia altiplánica, los atacameños se organizaban en ayllus. Un rasgo particular de los atacameños era el arte y las artesanías ligadas al consumo de sustancias alucinógenas, en especial, las llamadas tabletas de rapé. El idioma de los atacameños se denominaba Kunza. Los Diaguitas: Se encontraban, desde el punto de vista cultural, en la etapa formativa. Eran un pueblo agricultor y ganadero que ocupaba los valles transversales desde el río Copiapó al Aconcagua. Mediante canales y embalses aprovechaban el escaso caudal de los ríos de la zona y cultivaban maíz, porotos, quínoa, y papas. Fertilizaban la tierra con excrementos de los animales y huesos de pescado en las zonas cercanas a la costa. Practicaban una ganadería de transhumancia entre los valles y las laderas cordilleranas. También cazaban guanacos, chinchillas, aves y practicaban la pesca. Las casas las hacían de madera cubierta con ramas. En las aldeas había lugares donde se almacenaban los excedentes de alimentos para períodos de malas cosechas, los que eran administrados por el jefe de la aldea. Se vestían con camisas sin mangas de algodón o lana, poncho, gorros de colores y sandalias. Lo más destacado de los diaguitas era su cerámica la que tenía forma y colores característicos como el jarro zapato y el jarro pato. También conocían la metalurgia de oro, cobre y plata. Las aldeas de los diaguitas se juntaban dando forma a los señoríos, que eran dos por valle. La familia era la unidad básica de organización y practicaban la poligamia. Su idioma era el Kakán. Los diaguitas provienen de la fusión de la cultura El Molle con culturas locales. La cultura El Molle se originó en migraciones desde el Amazonas. Por ello esa cultura muestra rasgos amazónicos, pampeanos y del altiplano que fueron aunados por la cultura diaguita que conocieron los españoles. Entre estos se encontraban la cerámica con motivos geométricos, las pipas y los tembetás, que eran adornos que se ponían perforando el labio inferior. b) Tribus de agricultores ganaderos del centro y el sur En el área central no hubo señoríos de cultura más o menos refinada como los atacameños y los diaguitas, sino pueblos agricultores rústicos organizados en tribus o recolectores y cazadores conocidos todos bajo el nombre genérico de mapuches (gente de la tierra). Estos eran una unidad lingüística compartida por los pueblos que habitaban entre el río Aconcagua y Chiloé. Entre ellos había diferencias que permiten reconocer a las culturas picunche, mapuche araucana, huilliche, cunco, pehuenches y puelches, de las cuales las cuatro primeras constituían pueblos agricultores. Los Picunches: Se ubicaban entre los ríos Aconcagua e Itata. Vivían en pequeños grupos familiares repartidos por los valles. El jefe de cada grupo era el más anciano. Todos reconocían como jefe a otro anciano que dirimía los conflictos entre las personas. No vivían en aldeas, sino que cada familia construía rucas de ramas y palos en el centro de las cuales ardía el fuego. Cada ruca albergaba a unas doce personas. Cultivaban maíz, porotos, quinoa y papas en tierras que eran comunes, mediante una utilería rústica de madera y piedra. Criaban animales, como la llama, para obtener carne, leche y lana. Practicaban la poligamia. Como las mujeres constituían la mano de obra disponible de cada familia, los varones debían recompensar al padre de la mujer con que se casaban. Por ello, los hombres de mayor capacidad económica tenían en general más mujeres. Practicaron el trabajo comunitario cuando se necesitaban muchos brazos para alguna tarea. A esta costumbre se le denominaba mingaco. Los picunches se situaban en lo que fue el centro de asentamiento español en Chile. Por eso desaparecieron rápidamente en los primeros años de la conquista, pues se mezclaron con los españoles y pasaron a formar la masa de los mestizos. Los Mapuches Araucanos: Los araucanos parecen originarse en la fusión de un pueblo invasor del Amazonas (llegados a través de territorio argentino) y los agricultores locales. Vivían dispersos en los bosques del sur, entre los ríos Itata y Toltén, donde practicaban una agricultura de roza cultivando los mismos productos que sus vecinos picunches. Además cazaban guanacos y huemules. Las familias se organizaban en levos o tribus que incluían a todos los parientes consanguíneos liderados por un lonko. Con fines bélicos, los levos se agrupaban en aillarehues, grupos bajo la dirección de uno de los lonkos. Por último, existían tres franjas longitudinales para organizar la defensa y la guerra que se denominaban butalmapus o vutamapus, y que constituian zonas de guerra: Costa (Lavquen-mapu); Llanos (Lelvun-mapu); Precordillera (Inaripe-mapu) Estas agrupaciones estaban bajo la dirección de un jefe o cacique. En caso de agresión de otro pueblo, los araucanos elegían un jefe militar llamado toqui, que dirigía al pueblo en armas. Las rucas eran más grandes que las de los pueblos vecinos y estaban divididas en habitaciones ocupadas por las diferentes esposas y sus hijos. Se armaban con arcos y flechas, lanzas, mazas y boleadoras. Mataban a los prisioneros de guerra, conservaban los cráneos como trofeos y comían el corazón de los más valientes. Las mujeres vestían un largo camisón y una manta sobre los hombros. Lucían dos trenzas, collares y otros adornos. Los hombres ocupaban un paño alrededor de la cintura y ponchos en invierno. El pelo lo ceñían con un cintillo donde ponían algunas plumas. Las costumbres matrimoniales se asemejaban a las de los picunches. En este caso, al llegar al acuerdo de compensación con el padre por la pérdida de la hija, el novio raptaba a esta; sobrevenía entonces una batalla entre ambas familias y al final se celebraba una fiesta. Los niños eran educados para la guerra que era la principal ocupación de los varones. Las mujeres constituían la masa productora y reproductora de la población. Los españoles dejaron testimonio del gran ardor con que peleaban los mapuches, lanzando gritos y relatando sus pasadas hazañas mientras luchaban. Los muertos eran desecados mediante ahumación, luego de lo cual los enterraban en tumbas familiares. Creían en un ser superior o Pillán, protector del pueblo. Cada familia tenía sus propios espíritus llamados también pillanes. Estos espíritus vivían en los volcanes. Las rogativas al pillan se denominaban nguillatunes. Los huecuves eran espíritus malignos que eran sacados por los curanderos o machis. Estos vivían aislados del resto, en rucas lejanas, frente a las cuales había un rehue o palo escalonado donde el curandero subía a comunicarse con los espíritus. La ceremonia de curación se denominaba machitún. Los mapuches enfrentaron con éxito la invasión de los incas y la de los españoles. La falta de un poder central, el desconocimiento de la lógica de la tributación, el ser una población bien alimentada cercana al millón de habitantes dispersos geograficamente, son los factores que explican la prolongada resistencia araucana en las inmediaciones del Biobío y la constitución de la frontera hispano-indígena en esa zona. Sus tácticas de guerra se limitaban a las emboscadas y oleadas sucesivas, sus armas eran rústicas pero les servían para lanzar feroces embestidas sobre sus enemigos; entre ellas se contaban las flechas de coligüe, hondas, boleadoras, lanzas o picas de cinco metros y macanas de punta arqueada. Los Huilliches: Vivían del río Toltén al Seno de Reloncaví y eran agricultores y ganaderos rústicos. Los Cuncos: Vivían en las costas entre el río Bueno y el Canal de Chacao. Después abandonaron el continente y se establecieron en la mitad septentrional de la isla de Chiloé. c) Bandas de cazadores y recolectores de la zona cordillerana y patagónica Los chiquillanes, pehuenches, puelches, poyas y tehuelches: Vivieron en las zonas precordilleranas y la pampa argentina alimentándose de pumas, guanacos, huemules y ñandúes y recolectando frutos como el piñon de araucaria o pehuén. Vivían en pequeños grupos de unos 50 individuos que delimitaban su zona de caza y recolección. Se refugiaban en toldos de cuero. Los chiquillanes se ubicaban en el interior de la zona central; los pehuenches (“hombres del pehuén o piñón”) en la zona cordillerana entre el río Itata y Toltén; los puelches (“gente del este”) en la cordillera al sur del río Toltén; los poyas en la zona del lago Nahuelhuapi; y los tehuelches o patagones en la cordillera patagónica. Los Onas: Ocuparon la Isla Grande de Tierra del Fuego donde cazaban guanacos, zorros y aves. La alimentación incluía también peces y mariscos. Existía una división sexual del trabajo. A los hombres les correspondía cazar, pescar, construir armas y levantar los toldos de cuero y ramas donde se refugiaban. A la mujer le correspondía la recolección, el cuidado de los hijos, la preparación de alimentos y la confección de los utensilios necesarios para las labores domésticas. Las bandas no sobrepasaban los 120 individuos en los que mandaba el más anciano asistido por un consejo de los hombres adultos. Aceptaban la poligamia pero los varones acostumbraban tener una sola esposa. Practicaban un rito de iniciación de los jóvenes varones llamado klóketen en la que los varones adultos se pintaban y disfrazaban de espíritus del bosque e instruían a los púberes en los secretos de la vida adulta. Existían dos grandes grupos diferenciados por los dialectos que hablaban: Los Selknam y los Hauss. d) Bandas de pescadores de la costa. Los Changos: Habitaron la costa entre Arica y Coquimbo. Navegaban en balsas de cuero de lobo marino inflado con un entarimado de madera. Pescaban con redes hechas con intestinos de animales. Utilizaban además anzuelos, arpones, arcos y flechas. Completaban su dieta recolectando vegetales. Vivían en chozas rústicas en pequeños grupos. No se alejaban mucho de las costas, por la fragilidad de sus balsas. Tuvieron influencias de los pueblos del interior, (a su alimentación marina unieron el maíz, y al tejido de la totora el de la lana de la vicuña). e) Las bandas canoeras de la zona austral o “nómades del mar” Los chonos navegaban entre Chiloé y la Península de Taitao. Practicaban la pesca y la caza de lobos marinos, navegaban en dalcas o em formadas por tres tablas curvadas a fuego y agua y cosidas con fibras vegetales. Los alacalufes vivieron entre las islas y canales al sur de los chonos y hasta Tierra del Fuego. Vivían dedicados exclusivamente a la búsqueda de su alimento, para lo cual se movilizan en canoas, en las cuales se viven las familias, llevando el fuego, el arpón, el hacha, el cuchillo de concha y demás implementos. Los yaganes o yámanas habitaban en la parte sur de Tierra del Fuego y en las islas al sur del canal Beagle. Vivían de la pesca y moluscos que encontraban en el litoral, y de la caza de lobos marinos, zorros y guanacos. Todas estas bandas navegaban permanentemente pescando y mariscando, sufriendo los rigores del clima. Las canoas de corteza constituían la habitación en la que pasaba la vida de estos hombres y mujeres. Al centro de la embarcación ardía el fuego, se cocinaba, se comía y se dormía. Tenían una división sexual del trabajo. Los hombres construían las embarcaciones y las mujeres las guiaban y también mariscaban. Sólo cuando algún acontecimiento lo justificaba desembarcaban en tierra firme. A veces una ballena varada proporcionaba comida durante varios días o los ritos de iniciación de los jóvenes reunían a varios individuos. Entonces desembarcaban y construían toldos de cuero y ramas. La llegada del hombre blanco en el siglo XX a la zona austral de Chile terminó con ellas.