Anales de Literatura Hispanoamericana

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Resefias
que el mismo Virgilio Pinera menciona la utilizacion de la parte clownesca para que la·
seria quede bien a la vista.
El segundo apartado del libro se centra en el desarrollo del teatro del absurdo en Cuba,
anterior a la revolucion -aludiendo a sus comienzos en la revista Cicl6n, el teatro cubano entre 1936 y 1958, el teatro de! absurdo hasta 1958, centrandose en figuras como Virgilio Pinera, Anton Arrufat, Jose Triana o Ezequiel Vieta-.
El tercer apartado estudia el teatro posterior a la revolucion, entre 1959 y 1968, el
teatro del absurdo postrevolucionario y un cuarto apartado trata del declive del teatro del
absurdo y su vinculacion a causas polfticas --en esta seccion se hace tambien un recorrido muy interesante por el teatro soterrado de Pinera-.
Este libro abarca la genesis del teatro del absurdo en Cuba pero tambien su declive
por lo que da una vision amplia y concreta del fenomeno absurdista y de la historia del
teatro cubano en general. Tan solo objetarfa la casi ausencia de relacion entre esta modalidad teatral y su naturaleza especfficamente hispanoamericana y en concreto caribefia.
Aunque el autor rechaza este criteria por no considerarlo suficientemente sostenible, en
mi opinion la presencia del «choteo» y del humor negro, esa malefica union entre risa y
miedo, serfan dos elementos especificamente atribuibles a este teatro del absurdo en Hispanoamerica. Quizas Virgilio Pinera tenga la ultima palabra sabre el absurdo cuando afirmaba:
«Por ahi corre un chiste que dice: Ionesco se acercaba a las costas cubanas y solo de
verlas dijo: Aqui no tengo nada que hacer, esta gente es mas absurda que mi teatro».
CRISTINA BRAVO ROZAS
Universidad Complutense de Madrid
CORTiNEZ, Veronica. Memoria original de Bernal Diaz de! Castillo. Mexico, OAK Editorial, 2000, 333 paginas.
EI trabajo de hacer una resefia de este libro ha sido ante todo un placer, entre otros
motivos, por reencontrarme con un viejo amigo, ese Bernal Diaz al que, si algo le caracteriza, es el haber sabido captar las simpatias de cuantos lo leen, lo escuchan. Ese
sujeto, ese «yo», cautiva con su locuacidad hasta ocupar el puesto de un cronista muy
cercano a nosotros. Otra raz6n la ha supuesto el que ese encuentro tenga lugar en las
paginas de un Iibro especialmente minucioso y cuidado, que abre las puertas a la discusi6n.
Veronica Cortinez nos plantea una cuesti6n siempre sugerente: «Si el texto de la Historia Verdadera se hubiera perdido y no tuvieramos mas altemativa que imaginarla a partir de alguno de sus crfticos ... lQue sabrfamos del libro de Bernal? lC6mo lo imaginariamos?». Evidentemente la pregunta esta seiialando una de las claves del texto: el intento
de realizar una critica distinta, que se ajuste con mas veracidad a la obra de! soldado:
«En este libro me interesa leer laHistoria Verdadera tanto por su texto como por la manera de ser lefda en la actualidad».
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Para ello Cortinez comienza con un planteamiento esencial, tornado a su vez de
James Lockhart: «Si no existiese Bernal acaso los estudiantes nose fijarian en la excepci6n sino en la regla», es decir, en la regla comun de los cronistas. Porque, y es fundamental el enfasis de Cortfnez, estamos acostumbrados a considerar a Bernal como cronista, quiza, incluso, sea uno de los autores que mejor conocemos ... y, sin embargo, nada
mas lejos de su obra que la caracterizaci6n como Cronista Oficial. Y aquf radica la gran
dificultad de la clasificaci6n del texto bernaldiano que la autora sintetiza asf: «Walter
Mignolo, de modo explicito, se rinde ante la dificultad de clasificar la Historia verdadera dentro de un genero reconocible y le asigna un "lugar especial" en la historiograffa indiana».
Este planteamiento sobre el lugar para el que fue escrita la obra y la dificultad de
otorgarle un puesto en la cri'.tica actual es basico. De aquf se deriva precisamente la
discusi6n sobre historiograffa indiana que constituirfa un eje del texto de Cortinez: el
desplazamiento entre historia y literatura que da origen al problema de la clasificaci6n
de la Historia Verdadera. La autora no habla de «cr6nicas» sino de Historia, y trata de
sefialar la diferencia entre Historia y Literatura para mostramos, segun la vision de Carlos Fuentes, c6mo Bernal es el primer novelista de Hisparioamerica. Cortinez nos dice
que el texto de Bernal no es un simple testimonio, sino «una problematica cuya esencia es literaria». Con esta afirmaci6n se da paso al primer objetivo perseguido por la
autora que es el de «desentrafiar la particular naturaleza de la Historia Verdadera» ,
haciendo especial hincapie en los datos ofrecidos por Bernal, contrastando su veracidad con una documentaci6n amplfsima; insistiendo en las especiales caracterfsticas de
la escritura del soldado, como narrador particularfsimo, y en las motivaciones y recuerdos con toda su carga intencional, consciente o inconsciente. Cortinez consigue con
todo ello revivir lo que fue la conquista de Mexico con una prosa agil, liberandola de
un pesado analisis tradicional, sin renunciar a ensamblar perfectamente dicha prosa con
toda suerte de citas de los investigadores que con mas ahfnco se han dedicado a analizar esta obra.
La necesidad de resolver el planteamiento acerca de los lfmites entre Historia y
Literatura que nos habfa planteado, viene dada por el segundo prop6sito que persigue Cortfnez, y que no es otro que el de «descubrir el mecanismo a traves del cual la
Histoi·ia Verdadera de Bernal se convierte en fundamento de! sistema de la literatura hispanoamericana», precisamente al «alejarse» de la Historia y acercarse a la qforatura.
En este sentido, desde el tftulo, Memoria original de Bernal Diaz def Castillo, nos
va a ir conduciendo hacia el texto de Carlos Fuentes, a esa «epica vacilante» que ronda
el inmenso campo de la Memoria, memoria imprescindible siempre en la obra del mexicano, englobadora de presente, pasado y futuro, una Terra Nostra condensable en el
Aleph borgiano y, por que no, en la Rayuela de Cortazar. Este segundo objetivo esta, por
lo tanto, enfocado de una manera completamente distinta al primero. En vez de acudir,
como en la primera parte, a los te6ricos, a los analistas, Cortfnez prefiere volcarse en la
opinion de los novelistas. Aqui reside la novedad y el acierto del estudio de Cortinez:
el acercamiento a la obra de un soldado, que fue escritor por motivos «interesados», a
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traves de otros escritores de ficci6n, parece especialmente justificado en el caso de esta
Historia Verdadera, porque esta claro que se trata de un texto que no posee las caracte. rfsticas formales, la intencionalidad erudita que tienen otras «cr6nicas» o «historias»
como la de Pedro Martir de Anglerfa o la de Lopez de G6mara.
Frente a los tres primeros capftulos, en los que queda patente el dominio de los textos te6ricos sobre los discursos de la conquista, en el cuarto la autora deja de alguna
manera hablar a Carlos Fuentes, a Pablo Neruda, a los escritores consagrados que bus. can en laHistoria Verdadera el origen de su propia escritura, que reivindican como germen esa obra del siglo XVI. Sin que la autora se muestre plenamente de acuerdo con tal
teoria-Bemal como primer novelista hispanoamericano-, accede de buen grado arealizar ese proceso de busqueda y encuentro entre la obra de Bernal y la obra de Carlos
Fuentes, sabre todo en Terra Nostra. Va asf desentranando los puntos de union entre una
y otra en ese juego de la memoria tan vinculado con Ia cultura mexicana y fundamental para comprender la obra literaria de Fuentes. Es, pues, un capftulo compartido entre
pasado y presence, en el que se funden numerosos elementos, elaborando una escritura
amena e interesante. Cortinez no tiene reparos en permitirse ahora, tras el minucioso analisis previo que citabamos, ciertas licencias «cuasi literarias» que consiguen el objetivo
de esa crftica distinta perseguida por la autora.
Obviamente, el libro tiene puntos de los que diferimos, como, por ejemplo, la manera de enfocar las intenciones de Bernal al escribir; o el planteamiento siempre polemico de la historiografia indiana, Ia separaci6n entre Historia y Literatura, entre Historia
e «Historia de lo Cotidiano»; o bien la interpretaci6n de la autora sobre el papel que Bernal otorga a los indfgenas, etc.
Pero, Cortfnez no pretende en estos puntos cerrar cuestiones de alguna manera eternas, sino dejarlas abiertas. Si las plantea, es para conducir la obra de Bernal al lugar
que le interesa, esto es, al terreno de lo literario como el lugar que, finalmente, el paso
de Los siglos le han otorgado. De la memoria experiencial de Bernal hemos pasado a la
justificaci6n del origen de las letras hispanoamericanas, en concrete de ese genero que
conocernos como novela: si Fuentes y Neruda no dudan en nombrar a Bernal Diaz de!
Castillo primer novelista mejicano, la autora, como buena comparatista, puede tratar
de acercar a Bernal no solo a Fuentes o a Borges, sino a Cortazar. Y afi.ade una frase
rnuy significativa: que Cortazar en Rayuela habfa sefialado que «la esencia de io literario es la nostalgia». Bernal habrfa escrito, pues, para recuperar la nostalgia de lo ocurrido en Mexico y esta serfa la clave del caracter literario de su obra: solo del recuerdo presente en la mernoria del anciano pudo salir la Historia Verdadera. Un «recuerdo»
como memoria manipuladora (aquel Teatro de la Memoria del Domine Camillo de
Fuentes) que le distanciara plenamente de la Historia y le hara entrar en el mundo de
la Literatura con toda la fuerza demoledora de la espontaneidad, espontaneidad que a
su vez legitima a esta escritura coma Nueva, como Literatura propiamente hispanoarnericana.
MAR CAMPOS FERNANDEZ-FIGARES
Universidad de Almeria
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