EXPERIENCIA SIGNIFICATIVA POR: ISLENIS CAROLINA BOTELLO CUVIDES CODIGO: 2062777 Durante el transcurso de mi vida la matemática ha sido importante en ellas. Mis padres se conocieron gracias a estas, bueno no se conocieron exactamente, pero si se enamoraron por estudiar con ellas. Mi madre salía del colegio en la jornada de la mañana y mi padre entraba en la jornada de la tarde, así nunca se veían, pero una vez en el que en el colegio por medio de una amiga de mi mamá se quedaron de ver a la salida de la jornada con unos amigos de ella para que pudieran estudiar matemáticas y así ponerse al día con el tema visto en clase, pasaron días y ya no les gustaba estudiar con los demás sino que solo estudiaban los dos. A mí nunca me ha pasado eso por el estilo, pero mis padres me enseñaron el amor a las matemáticas que ellos poseían. La infancia es la mejor época de la vida de cualquier persona, además es complementada con la escuela y el colegio años posteriores. Recuerdo de mi época colegial a un profesor, no por ser el mejor, sino por ser el peor profesor que tuve en mi infancia. Nemesio, el profe de matemáticas, después de que las matemáticas era el “coco” de nosotros los estudiantes él no le hacía buena propaganda (recuerdo las palabras de un desconocido: “a veces un mal profesor no es mal profesor solo porque no enseñe bien, sino por su forma de ser”). Él se burlaba de nosotros, sus estudiantes, del físico, de la forma de expresarse, de cómo solucionábamos los ejercicios que dejaba para hacer en clase… en fin un día nos cansamos de sus pesados comentarios y nos propusimos con mis compañeros de grupo a no dejarnos intimidar por el “Ogro” así le decíamos. Éramos cuatro en total: Luz Dary, Deisy, Vivian y yo. Los más rápidos en aprender era Deisy y yo, así que nos convertimos, sin darnos cuenta, en las profesoras de nuestras compañeras Luz Dary y Vivian; al principio éramos solo nosotras, nos llamaban las ñoñas, pero después al ver nuestros compañeros de clase que mejorábamos en matemáticas quisieron aventurarse en la travesía de estudio y poco a poco me di cuenta de que estudiar en grupo, no solo era para que nosotros le explicáramos a ellos, sino que me permitía explorar que era buena para algo y me gustaba hacerlo. Con la llegada de la secundaria los lazos de amistad se rompieron, pues ya no estaba en el pueblo donde había estudiado quinto grado con el profesor Nemesio, ahora estaba en Bucaramanga con nuevo colegio el INEM la vida estudiantil de sexto a noveno no tuvo mucha emoción sin embargo ya en decimo fue el cambio, conocí a la profesora Rosa Margarita Mendoza Dávila, ella había cambiado mi punto de vista acerca de las matemáticas, ella organizaba un concurso en el que competíamos grupalmente tanto salón por salón en el aula máxima de música, como individualmente por medio de los parciales, estos nos ubicaban en una larga lista, en la que los mejores eran premiados (además con buenas notas), era súper importante dejar en alto el nombre del salón al que se pertenecía (el pertenecer estar en Académico Ciencias implicaba gran responsabilidad, estudio y todo un privilegio), al final el salón que tuviera los mejores puntajes y la mayoría de excelentes estudiantes en el área de la matemáticas eran premiados con un paseo a Berlín, en compañía de nuestra profesora de Biología Fabiola, amiga de Rosa M. la cual nos llevaría. No todas las veces ganábamos en nuestras batallas matemáticas, pero siempre nos esmerábamos por ser entre los dos mejores; por ello creamos nuestro grupo de estudio los que entendían primero le explicábamos a los demás y luego repasábamos juntos, allí fue donde empecé a darme cuenta de que enseñar era algo que me motivaba, algo que llenaba, la satisfacción de que alguien aprenda gracias a ti y que eso que haya aprendido le pueda servir para su vida, es gratificante. Pues por eso me motive a estudiar licenciatura en matemáticas, porque ayudando en el proceso de formar adultos del mañana, sin que le teman a las matemáticas es una gran satisfacción personal.