Entrevista a Carlos Busqued, finalista del Premio Herralde 2008 En los bordes se concentran las tensiones Reportaje e informe: Lucía Herrera (Consejo de redacción) Un paisaje sin matices entre el desierto pelado y el monte compacto, un calor propio del infierno y una sucesión de crímenes son, apenas, la excusa para hurgar en la oscuridad de los personajes de Bajo este sol tremendo, novela finalista del Premio Herralde 2008 cuyo joven autor, Carlos Busqued, es ingeniero metalúrgico recibido en la Facultad Regional Córdoba de la UTN. En esta entrevista afirma sentirse interesado por investigar lo que ocurre en los “extremos del ser”, en aquella franja de personajes que han atravesado una frontera sin retorno, evitando el lugar común de la crítica moral. Busqued recuerda intensamente las sensaciones que lo asaltaron durante un viaje a Campo del Cielo, en el Chaco. Un trayecto en línea recta, cuarenta y dos grados a la intemperie de un llano absolutamente quieto y silencioso, y luego la selva impenetrable, saturada de vida salvaje, la naturaleza en los extremos entre la desolación y la exhuberancia, sepulturas en los costados de la ruta y el 12. UTN . La tela de la araña detalle insólito del reguero de esquirlas de un aerolito que impactó cerca de allí. Estos son, también, algunos de los paisajes que inspiraron Bajo este sol tremendo, cuya trama sucede entre Córdoba y el Chaco, por los caminos que atraviesan el desierto y las salinas santiagueñas. Busqued conoce bien estas rutas, tantas veces recorridas entre su Chaco natal y la ciudad mediterránea donde cursó los estudios universitarios. El monólogo interno de los personajes, sus actos irreflexivos y salvajes constituyen el trasfondo de una narración obsesionada por el derrotero inconsciente de sus mentes, el tema excluyente que conmueve al novel autor: “Me parece interesante investigar qué hace que una persona pueda cometer atrocidades. Creo que se pierde mucho material con la Literatura demonización, se pierde la oportunidad de aportar soluciones al problema”. LT: ¿Cómo surge la idea de escribir Bajo este sol tremendo? CB: Yo tenía algunas escenas ya escritas, que estaban vinculadas entre sí. El tema fue ordenarlas, determinar qué cosas quedaban afuera, ajustarlas, darles una tensión. Me costó, trabajé muchísimo porque hacía mucho tiempo que no escribía. La novela es monolítica, en el sentido de que no hay una frase, o si la hay es por error mío, que no necesite estar. Fue mucho trabajo de unificación, de limar toda la obra, mucho más que el de pensar e imaginar la idea. Yo no formo parte de ningún círculo literario, tengo amigos que escriben pero no pertenecen tampoco a esos círculos. En ese sentido, la novela la escribí muy solo, sin muchas referencias. LT: Estabas muy familiarizado con los paisajes en los que se desarrolla la historia. ¿Los personajes reflejan también rasgos de personalidades que has conocido? CB: No, pero sí hay referencias a cosas que yo leí durante mucho tiempo. Y hay historias que he conocido de cerca, mucho más fuertes que las que narro y que elegí poner como telón de fondo porque no tenía la seguridad de ser verosímil contando esas cosas en detalle. A mí me interesa mucho el tema de la represión y de los regímenes totalitarios, no tanto desde las cabezas sino desde esas últimas líneas ejecutoras, esto de que los que planeaban las barbaridades no las ejecutaban, y los que no tenían una responsabilidad desde la idea, eran quienes las llevaban a cabo. Es una franja de personajes muy atractiva y muy poco tratada, por demonizada. Me gusta leer historias de guerra, sobre el nazismo, sobre la represión en Argelia. Hay un libro de Hannah Arendt, Eichmann en J e r u s a l é n , un estudio sobre la banalidad del mal, que me influyó muchísimo. De alguna forma la conclusión es que cualquiera de nosotros puede cometer atrocidades, y me parece más interesante investigar qué es lo que hace que uno pueda cometer atrocidades. Digamos, es muy fácil pensar que son monstruos cuando en realidad eran tipos “normales” para un montón de gente. LT: Es decir, el otro puede no ser tan “otro”… CB: Claro, los malos no están tan lejos. Demonizando al otro, uno se cubre. Pensá en toda la gente que te rodea, ponelos en una situación áspera y pensá cuántos te venderían por cobrar tu sueldo. En eso de demonizar, parece que estas cosas les pasan a los otros, y vos quizás sos cómplice de una máquina que está triturando carne de una manera distinta. LT: Pero aun en situaciones límites, hay quienes elijen otras alternativas… CB: Seguro. Pero en ese sentido es una historia contada como a mí me gustaría leer algunas historias. Pasan cosas muy fuertes, sentís alguna empatía con alguien, por momentos, algún malestar respecto de ciertas cuestiones, y elegí esta forma de contarlo. No significa una posición ni siquiera moral, es una elección, no sé si estética, pero es una elección donde no hay juicio moral. En parte este interés tiene que ver con que yo leía a Poe a los doce años… Quizás quedé impresionado con eso. Para usar una frase de un profesor mío de ingeniería: “en los bordes se concentran las tensiones”, y eso es lo que a mí me atrae. LT: ¿Cómo afecta lo social en la construcción de estos personajes? CB: La cuestión social... creo que existe una gran hipocresía, porque crea gente como ésta, se sirve de ella, la usa. Por ejemplo, en los juicios contra los militares argentinos, se juzga a los mandos medios. Quienes se beneficiaron económicamente se siguen beneficiando. De vuelta los nazis: hay un libro de fotos que sacó un sargento del ejército alemán. Él había escuchado hablar del ghetto de Varsovia, estaba por ahí y se metió a tomar fotos, cosa que estaba prohibida para todo el mundo. El tipo guardó esas fotos durante cincuenta años y no las mostró nunca, hasta que se publicaron en este libro. Allí se ve a nenes de cinco años jugando con un palo, tocando a otro nene que acababa de morir, a una mujer en los huesos, pidiendo algo para comer mientras la gente pasa por al lado La tela de la araña . UTN . 13 Literatura FICHA PERSONAL sin inmutarse. Todos eran compañeros de la misma desesperación, nadie que estuviera ahí estaba bien… Y entonces pienso que es muy fácil decir “qué bárbaro lo que pasó en esa época”, cuando vos pasás por esos asentamientos del conurbano y ves la gente tirada en la calle y no hacés nada. LT: Los protagonistas de tu novela se mueven entonces en estas zonas oscuras… CB: Los tres personajes a través de los cuales se cuenta la historia son tipos que están afuera de todo. No tienen ningún vínculo social, ninguna preocupación. No tienen vida interior ni algún tipo de sentimiento para expresar. Resuelven muy básicamente las cosas y no hablan. Son tipos que tienen los sentimientos como anestesiados. Hay uno de ellos que es hijo de un tipo que torturó [durante la última dictadura militar], los otros dos no tuvieron ninguna participación [en los hechos de la dictadura]. Pero en ningún momento reflexionan, sólo actúan. Por eso me resultó tan difícil escribir la novela. Lo más parecido a una reflexión es una escena en la que uno de ellos está mirando pornografía, y parece que no mira tanto con la intención de masturbarse sino por la curiosidad de ver hasta dónde puede llegar la especie, cómo hay gente que puede vivir después de hacer algunas cosas. Y es la única reflexión que al tipo se le ocurre, en ningún momento piensa 14. UTN . La tela de la araña sobre lo que él hizo. LT: ¿Cuáles han sido tus influencias literarias? CB: Raymond Carver, Bukowski, Ballard son tipos que me quemaron mucho la cabeza. Algunas revistas de historietas, como Fierro, El Víbora. También me marcó mucho Cerdos y Peces. Yo venía del Chaco, mi viejo era milico. Tenía un esquema de pensamiento que ya con la F i e r r o había “ablandado” un poco. Pero recuerdo una tapa de Cerdos y Peces en la que está el viejo Burroughs diciendo “soy la persona más importante de este fucking mundo”, y yo no sabía ni quién era Burroughs; después lo empecé a leer y ese fue un tipo que también me marcó, a su manera. En la Cerdos… yo encontraba desde una apología de las drogas, hasta invitaciones para tirarle bombas molotov al Papa, para mí era muy impresionante, muy agresivo. Si querés, me quedaron ganas de provocarle a alguien la misma sensación de revolución que me provocaba a mí esa revista. LT: ¿Estás escribiendo algo ahora? CB: No, todavía estoy un poco shockeado por lo de la selección de Bajo este sol tremendo. Pero pienso en un libro de cuentos. Sigo con el Chaco, tengo dos o tres imágenes que me quedaron fuera de la novela que me gustaría desarrollar. Nombre: Carlos Sebastián Busqued Profesión: Ingeniero metalúrgico (UTN-FR Córdoba) Antecedentes en el área de Cultura y Letras: Director de Cultura y Comunicación Social (UTN- FR Córdoba), Director de 94.3 FM UTN (FR Córdoba). En esta radio condujo los programas Vidas Ejemplares y El Otoño en Pekín, entre otros. Fue finalista de la XIII edición del concurso "Alberto Lista" (Sevilla, España, 2006), del certamen de Cuento Policial "El Revés del Crimen" (Dirección de Cultura, Provincia de Córdoba, 1995) y del Premio Letras 1997 (Escuela de Letras, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba). Colaboró en "El Ojo con Dientes", suplemento de la revista El Porteño, y diversos medios independientes de la ciudad de Córdoba. Su primera novela, Bajo este sol tremendo, fue seleccionada como una de las cinco finalistas para el Premio Herralde 2008 (Editorial Anagrama, España) entre 244 obras concursantes, y acaba de ser publicada por esta casa editora. Literatura Bajo ese sol tremendo (Fragmento del capítulo 7) Danielito fue hasta el dormitorio. Agarró primero la mesita de luz de la que se veían asomar los zapatos de su padre. Revisó el cajón. Estaba la pistola y la caja de munición. Chequeó el cargador, estaba completo. No había bala en la recámara. Se guardó la pistola atrás del cinto y dejó la caja de munición en el piso. Revolvió unos papeles y encontró el brevet de aviador civil y también lo guardó en un bolsillo. Vio un paquete de preservativos y se le dio vuelta el estómago. Cerró el cajón y llevó la mesita al patio. Hizo lo propio con la mesita de luz de la última mujer de su padre, pero sin revisar. La cama la desarmó, era fácil porque estaba armada con encastres. Mientras iba y venía, su madre permanecía al lado del fuego, mirando fijamente las llamas. -El dormitorio ya está. -Traete la mesita y las sillas de la cocina, también. Eso completaba todo el mobiliario de la casa. -¿La heladera y el televisor también los traigo? -No, los voy a vender con la casa, para sacarle un poco más de plata. Empezó a caer la noche y todavía seguían quemando muebles. A las ocho y media le llegó un mensaje de texto del teléfono de Duarte: TE ESPERO T CASA A QUE HORA LLEGAS Danielito respondió que calculaba que once, once y media. Duarte contestó: OK HAY QUE MOVER LAS MANOS YO ESTOY YENDO Danielito llegó a su casa a las diez menos cuarto. La televisión estaba prendida en Animal Planet, un programa sobre inteligencia en cefalópodos que él ya había visto (leyó en los subtítulos: “un pulpo puede aprender a recorrer un laberinto de una manera sorprendentemente rápida”) y el volumen estaba muy alto, pero no había nadie mirando. Fue hasta la puerta del só- tano, que estaba abierta. Bajó un par de escalones hasta la piecita sin hacer ruido, y desde ahí pudo ver a Duarte, que estaba sacándole fotos al chico. Le había desatado las manos para ponerle unas esposas, y le había dejado las piernas libres para que pudiera abrirlas. Danielito cerró la puerta del sótano y fue a bañarse. Le ardía la cara de estar frente al fuego. Se cambió de ropa, se puso bermuda, ojotas y una camisa floja. Preparó tereré y se sentó frente al televisor. Bajó el volumen hasta hacerlo soportable y puso un programa de caza y pesca. A los cinco minutos apareció Duarte, le dijo que llegaba temprano. -Terminamos antes. -Y qué tal la velada familiar. Danielito le dijo que bien. Duarte fue hasta la cocina y trajo una bolsa de nylon con fajos de dinero. Sacó seis fajos gordos de billetes de cincuenta pesos y ocho de cien y los puso en el sofá, al lado de Molina. Molina sacó cinco billetes de cincuenta y se los guardó en el bolsillo de la camisa, después llevó el resto de la plata a su dormitorio. -Yo lo preparo al pibe y salimos en un rato.dijo Duarte. La tela de la araña . UTN . 15