MEDITACIÓN 27 LA ANUNCIACIÓN.- LA ESCLAVITUD MARIANA 1. ° Concepto de esclavitud.- Debo penetrar bien en el significado estricto de esta palabra. El esclavo es un ser que depende de otro de tal modo, que todo lo que es y todo lo que tiene no le pertenece a él, sino al dueño que le posee. No dispone de nada ni de nadie, ni de sí mismo. Carece de libertad..., no puede hacer sino lo que el amo le ordena. Carece de voluntad..., no puede querer o no querer, sino acomodando sus deseos a los de su señor. Carece de personalidad... más que persona es una cosa... El amo puede hacer de él lo que le plazca..., venderle a otro dueño..., regalarle..., castigarle aun sin razón... matarle aunque sea por capricho..., nadie podrá pedirle cuentas de lo que ha hecho el señor con él..., es su esclavo, puede hacer de él lo que se le antoje. Esta esclavitud hecha de un hombre a otro hombre es brutal, indigna, degradante, prohibida por Dios, abolida por Cristo... Pero si se hace a Dios y el hombre se esclaviza voluntariamente a Él, es lo más grande, lo más digno y hermoso que se puede dar. Es la práctica perfecta de la más profunda humildad cuya fórmula es esta: «Todo es de Dios, nada mío»; luego «todo para Dios, nada para mí». Y así mi cuerpo con sus sentidos, mi alma con sus potencias, todos los actos y movimientos de mi ser, sensaciones, pensamientos, afectos, amores... si hablo, si callo, si río, si sufro, si ando, si duermo, si oro, si como... todo por Dios y para Dios ¡sublime esclavitud! es la más alta santidad. Cuanto más viva yo y obre yo independiente de Dios, más faltas y más imperfecciones habrá en mí. Cuanto más viva Dios en mí y obre Él conmigo, más perfección tendré. 2. ° Esclavitud de amor.- La razón de todo esto es que, esta esclavitud no es forzada sino voluntaria y amorosa. Dulce tirano es el amor, pero es tirano que esclaviza. Por eso si es desordenado, la esclavitud será a las criaturas y ésta es la primera esclavitud, pero... si es ordenado y dirigido a Dios, es la segunda que nos santifica y diviniza. Nadie más esclavo del amor que Cristo. ¡Qué tirano tan divino fue para Él el amor! ¡Qué de cosas y de sacrificios le obligó a hacer! ¡Qué locuras tan sublimes no está haciendo ahora mismo por los hombres..., por mí! El amor esencialmente es unión e imitación. Si amo a Jesús, he de imitarle en esta esclavitud de amor. El se dio por ella todo a mí. Yo tengo que darme todo a Él... si no, no amo de veras... Mas ¿cómo hacer esto prácticamente? 3. ° Por María, con María, en María, para María.- He aquí la solución fácil, hermosa, divina. Nada más fácil que amar a una madre. ¡Qué será amar a tal Madre! Pero ¿qué hijo ama más a su madre..., el hijo mayor que deja la casa paterna para vivir ya libremente a su antojo, o el hijo chiquitín que depende en todo de su madre? De ella se alimenta, de ella aprende las primeras palabras..., habla y piensa lo que ella le enseña..., de su mano da los primeros pasos..., para ella son sus 1 sonrisas y caricias infantiles y todos sus sentires y amores..., a ella corre instintivamente en cualquier peligro, ¿no es esta una esclavitud? He aquí mi esclavitud con María. Tengo que vivir como hijo suyo, dependiendo en todo de Ella, de suerte que mi intención sea siempre la suya (por María)..., los medios que emplee en todos mis actos serán los suyos siempre (con María)..., me he de esconder en su corazón para vivir con esa presencia suya como si realmente viviera (en María)... y, en fin, viviendo de este modo, todo lo dirigiré de tal suerte que redunde no en gloria mía, ni en provecho mío, sino únicamente para su gloria y su servicio (para María). 4. ° El divino molde.- Quiere esto decir que me he de anegar y perder en Ella, como una gota en el océano o como la masa en el molde. María es el molde de Dios. Él quiere hacernos semejantes a Jesús y para eso nos da el molde. Basta vaciarnos en él y seremos perfectas imágenes de Cristo, al ser semejantes a María. Piensa bien lo que significa «vaciarte» de ti, para llenarte de María y piensa que hasta que no lo hagas, ni eres esclavo ni amas de veras a María. En fin, piensa en el premio. Parecerte a tu Madre ¿te parece esto poco? Enamorar como Ella a Dios. Por ser esclava, fue Reina y Madre de Dios, así será contigo. Dios no se deja ganar en generosidad, por eso no podemos concebir qué premio dará al que se da todo y tan perfectamente a El, en la santa esclavitud. Pero no pienses siquiera en el premio. Renuncia a él. No quieras más premio que amar íntimamente a Jesús y a María, y acertar a parecerte a ambos. Empieza y continúa sin desalientos la práctica de esta esclavitud. Pide mucho la ayuda de María. Examínate diariamente y pregúntate con frecuencia si realmente te vas vaciando de ti mismo. Acuérdate de María en las ocasiones del amor propio. Lleva examen particular sobre esto. Renueva la presencia de imitación al dar la hora. Nunca más pensar en si te gusta o no, esto o lo otro, sino únicamente si lo quiere o no tu Madre querida. 2