Vecinos de Aranbizkarra alertan de la llegada de indigentes

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Álava
VITORIA
Vecinos de Aranbizkarra alertan de la llegada de indigentes que se drogan en los
portales
Aseguran que hay«suciedad y jeringuillas» y reclaman más vigilancia policial
IOSU CUETO| VITORIA
Miles de familias vitorianas se despertaban ayer con la ilusión de abrir los regalos de los Reyes Magos mientras cuatro indigentes se
resguardaban de la nieve en un oscuro soportal de Aranbizkarra. La calle casi desierta, el termómetro a tres grados y en el suelo un
cartón de vino peleón. Una mujer salía de un portal cercano. «Ya están ahí», decía, al tiempo que miraba de reojo. «A mí, mientras
no me hagan nada, estoy contenta. Pero estoy muerta de miedo por mis nietos, porque todo el mundo dice que ésos se pinchan». Es
el vivo ejemplo de la inquietud que vive el barrio ante la presencia de varios 'sin techo' que frecuentan las calles Obispo Ballester,
Madrid y Senda Pedro Ignacio Barrutia, frente al edificio Deba. Las familias denuncian suciedad, olores y sensación de inseguridad.
La alarma se ha disparado en los últimos días, después de que varios residentes hayan alertado de que estas personas «se cuelan
en los portales para drogarse y dejan allí las jeringuillas usadas».
EL CORREO ha recorrido la zona para pulsar la inquietud de los vecinos y analizar la causa de las denuncias. La indiferencia de
algunos residentes ante los indigentes contrasta con las críticas de quienes les acusan de «montarse su chiringuito» en los
soportales, «que están asquerosos». Algunas columnas apestan a orín. «Tienen hasta un sofá y se lían porros ahí. Y vete a decirles
algo, yo no me atrevo», dice otro peatón que, como el resto, prefiere no identificarse.
El domingo por la mañana, este periódico comprobó una de las razones por las que la inquietud vecinal ha empezado a extenderse
como la pólvora. Los camarotes del número 7 de la calle Obispo Ballester amanecieron con jeringuillas, cucharas y pañuelos
manchados de sangre. El lamentable aspecto del suelo demostraba que uno o varios toxicómanos habían estado allí. «Esta noche se
han dado un fiestón, esto es una vergüenza», explicaba con sarcasmo uno de los vecinos. Muchos de ellos, tengan razón o no,
relacionaron este hecho con la presencia del grupo de indigentes.
«Al camarote no»
«Son ellos fijo. Se mean en los soportales, beben alcohol, devuelven... A mí me da igual lo que hagan, pero que entren en una
propiedad privada ya es un cachondeo», clamaba el residente antes de barrer los restos. Ayer mismo, tras conocer este hecho, una
madre explicaba en la Senda Pedro Ignacio Barrutia que «yo no mando a mi hija sola al camarote, no vaya a ser que se encuentre
con uno 'chutándose'. ¿Y si está drogado y le hace algo?». En cambio, un joven que tiene un piso en Portal de Betoño, en la misma
'colmena' de edificios, tachaba estas denuncias de «exageraciones». «¿O sea, cuando pasas te piden un cigarro o papel de fumar
porque no tienen dinero y ahora viene la gente diciendo que compran heroína? Eso no se lo cree nadie».
Un viejo sofá en uno de los pasillos que comunican
los edificios./ IOSU ONANDIA
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i.cueto@diario-elcorreo.com
La asociación del barrio se
pondrá en contacto «ya» con
los afectados
«Nos da igual que beban o se
pinchen, pero esto ya es un
cachondeo»
Lo cierto es que numerosas familias reclaman «más vigilancia policial» en la zona, así como una limpieza más exhaustiva de los
soportales. La asociación vecinal de Aranbizkarra, Zazpigarren Alaba, aseguró ayer que tomará cartas en el asunto «ya». La
presidenta de la agrupación, Alicia Martínez del Campo, adelantó que el colectivo se pondrá en contacto con los residentes afectados para recabar su opinión y saber «cuál es el
problema real».
Eso sí, la dirigente vecinal apostó por «no criminalizar» a los indigentes. La culpa de esta situación, remarcó, «la tienen las instituciones, que no dan una salida a estas
personas. Cualquier día esta gente se va a morir en la calle». «Es verdad que los vecinos no tenemos que sufrir las consecuencias de todo esto, pero los 'sin techo' son una
víctima más de esta puñetera sociedad», zanjó.
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