ALGUNOS ESTUDIOS SOBRE COMPORTAMIENTO SOCIAL Resultan muy sorprendentes algunos comportamientos de personas que votan a sus propios verdugos (cómo si padecieran el síndrome de Estocolmo). Como también la alienación personal o social de personas que hacen verdaderas barbaridades y pierden todo referente racional para seguir al "pensamiento único" y las consignas de conducta dictadas por este pensamiento único, por demenciales y criminales que sean. La sorpresa que causaron estos comportamientos demenciales en los movimientos nazis de principios del siglo XX impulsaron el desarrollo de la psicología social: ¿Por qué somos capaces de estos comportamientos? ¿Qué tenemos que saber para poder ser y actuar como personas humanas, racionales y sociales y no como autómatas al servicio de intereses "superiores"? A pesar de este desarrollo de la psicología social estos comportamientos autoritarios, agresivos y violentos se siguen produciendo en el siglo XXI, muchas veces en ambas aceras del mismo camino. Sin embargo, en muchas ocasiones, las personas del grupo desconocen los mecanismos psicosociales, que desencadenan sus propios comportamientos, mientras que sí son conocidos por los dirigentes del grupo, con lo cual la manipulación de comportamientos sociales resulta mucho fácil. Lo que importa es que todos conozcamos estos mecanismos para disfrutar de libertad de comportamiento (no hay responsabilidad sin libertad) y evitar, así, la propia alienación y utilización. EXPERIMENTO DE ASCH. CONFORMIDAD CON EL GRUPO. ¿Qué barra de las tres de la derecha es igual que la barra de muestra de la izquierda? Parece bastante evidente que es la número 2. Pero, ¿qué dirías tú si estuvieses en a una sala de espera esperando por hacer una entrevista de trabajo y en la misma habitación los empleados de la empresa lo estuviesen discutiendo y dijeran que es la número 1?. Muchos de los sujetos experimentales prefieren estar, conformes, de acuerdo con el grupo, y responden lo mismo: la número 1. Los experimentos de conformidad con el grupo de Asch fueron una serie de experimentos realizados en 1951 que demostraron significativamente el poder de la conformidad en los grupos. Asch se interesó por los factores que llevan a los individuos a ceder a la presión de un grupo cuando éste formula, con toda evidencia, un juicio incorrecto. Los experimentadores, conducidos por Solomon Asch pidieron a unos estudiantes que participaran en un estudio que trataba, aparentemente, de la percepción visual. En realidad todos los participantes del experimento excepto uno eran cómplices del experimentador y el experimento consistía realmente en ver cómo el estudiante restante reaccionaba frente al comportamiento de los cómplices. El objetivo explícito de la investigación era estudiar las condiciones que inducen a los individuos a permanecer independientes o a someterse a las presiones de grupo cuando estas son contrarias a la realidad. Los participantes (el sujeto verdadero y los cómplices) estaban todos sentados en la sala de una clase en donde se les pidió que dijeran cuál era a su juicio la longitud de varias líneas dibujadas en una serie de exposiciones. Se les preguntaba si una línea era más larga que otra, 1 cuáles tenían la misma longitud, etc. Los cómplices habían sido preparados para dar respuestas incorrectas en los tests. Procedimiento Se reunía a un grupo de 7 a 9 estudiantes en un aula. El experimentador explicaba que a continuación se les exhibirían algunas líneas que diferirían en longitud y que su tarea sería señalar con cuál de las líneas de comparación que se les presentaban coincidía la línea original. Cada sujeto, uno por uno, debería ir mencionando qué línea de entre las tres juzgaba igual que la estándar realizándose un total de 12 ensayos. El grupo de sujetos constaba realmente de dos partes: una mayoría de sujetos que se reunió con el experimentador y recibió instrucciones antes de la realización del experimento y el sujeto de la experimentación, que se conocería como sujeto crítico. Al sujeto crítico le era asignado, sin que él tuviera conciencia de ello, un determinado lugar en el aula, más bien alejado y que por lo general era el penúltimo, de forma que recibiría el impacto pleno de la tendencia mayoritaria de respuesta antes de emitir su propio juicio. Resultados Los resultados de esta experiencia fueron totalmente sorprendentes. El 33% de los sujetos ingenuos cedió a la presión que suponía escuchar a 6 u 8 personas identificar unánimemente la línea incorrecta como correcta, y dio la mima respuesta errónea que habían dado los sujetos del grupo. Cuando, después del experimento, comentaban la tarea, un alto porcentaje manifestaba haber dado una respuesta que no se correspondía con lo que ellos habían visto, pero habían optado por dar la misma respuesta del grupo, porque dudaba de su propio criterio: creían estar equivocados en su percepción. OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD (STANLEY MILGRAM) Más escalofriante que el anterior resulta este experimento de Stanley Milgram. Esta necesidad de no ser rechazado por el grupo nos hace obedecer a la autoridad del mismo hasta extremos inhumanos y sádicos. Para comprender la obediencia, piense por un momento cómo respondería si un desconocido le dice lo siguiente: He ideado un método nuevo de mejorar la memoria. Todo lo que necesito es que usted le enseñe a la gente una lista de palabras y que después les haga una prueba. El procedimiento de la prueba sólo necesita que le aplique a quienes aprenden una descarga eléctrica cada vez que comentan un error. Para aplicar las descargas empleará un “generador de descargas” que da choques eléctricos que van desde los 30 hasta los 450 voltios. Usted puede ver que los interruptores tienen etiquetas que señalan desde “descarga ligera” hasta “peligro: descarga severa” en el nivel más alto, donde están marcadas las tres letras x. Pero no se preocupe; aunque las descargas podrían ser dolorosas, no causan daños permanentes. Si se le presenta esta situación, lo más probable es que usted pensará que ni usted ni nadie accederá ante la extraña solicitud del desconocido. Está claro que rebasa los márgenes de lo que consideramos el sentido común. El experimento de Milgram consistía en que el sujeto experimental, de acuerdo con las "normas" recibidas de la autoridad del laboratorio, tenía que "castigar" mediante una descarga eléctrica los errores que cometiera un segundo sujeto supuestamente experimental (en realidad un confabulado) en una investigación para analizar su memoria. El primer sujeto, a los mandos de una máquina de castigo conductual, tenía que aplicar una descarga eléctrica al segundo sujeto cada vez que éste se equivocara en su respuesta. Estas descargas serian de un voltaje creciente a cada error e iban desde unos pocos voltios hasta unas descargas potencialmente mortales. Todos los sujetos experimentales (los que debían castigar) aceptaron su tarea e iban incrementando el potencial de la descarga a cada error del "confabulado" a quien veían a través de una ventana que era espejo al otro lado (confabulado que, realmente, no recibía 2 ningún descarga, pero que hacía una importante comedia de dolor a cada una supuesta), un porcentaje importante llegó a "dar" descargas potencialmente muy graves. Como ves, el objetivo de la investigación era comprobar hasta qué grado los sujetos de estudio acceden a realizar las peticiones del investigador. Los resultados del experimento fueron, cuando menos, preocupantes: casi dos terceras partes de los sujetos de estudio emplearon finalmente el máximo voltaje del generador de descargas para “castigar” a la persona que estaba aprendiendo. ¿Por qué tantas personas acataron por completo la solicitud del investigador?. Largas entrevistas realizadas con los sujetos de estudio después del experimento demostraron que obedecieron debido principalmente a que creían que el investigador sería responsable de cualquier daño que le ocurriera a la persona que estaba aprendiendo. Es decir, llegaron a verse como los agentes de los deseos de otra persona y, por eso, no se sintieron responsables de sus propias acciones o sus consecuencias. “La esencia de la obediencia consiste en que el individuo llega a considerarse mero instrumento que cumple los deseos de otro; así que deja de asumir la responsabilidad de sus actos”. Stanley Milgram. Como dice Philip Zimbardo (probablemente extraído de otro autor) "En la historia de la humanidad se han cometido muchas más barbaridades y atrocidades en aras de la obediencia que en aras de la rebelión". ROL Y COMPORTAMIENTO (PHILIP ZIMBARDO Y OTROS) Pero ¿qué hace que nos comportamos de estos modos tan irracionales y antisociales? Es la naturaleza humana de quienes lo hacen? ¿Es una cuestión genética que determina a las personas autoritarias, sádicas, sumisas, mentirosas,..., determinación de la que no se pueden liberar? El experimento de Zimbardo demuestra que no. Todos podemos actuar desde la demencia autoritaria, antisocial, injusta y sádica o desde la responsabilidad humana y social e, incluso desde la sumisión y autoanulación extremas. Todo es cuestión del "bando" dónde nos coja "la guerra". Muchas veces, prácticamente siempre, policía y delincuencia son dos caras de la misma moneda y unos y otros podrían estar en la otra cara si las circunstancias así lo hubieran ocasionado. "Yo soy yo y mis circunstancias", y lo mismo podríamos decir del verdugo y la víctima, o de los miembros de dos grupos confrontados. Lo que nos interesa aquí es tomar conciencia del hecho y evitar ser esclavo de nuestras circunstancias y procurar ser, más bien, el conductor libre de las mismas. En 1971 Philip Zimbardo llevó a cabo uno de los experimentos más controvertidos en la historia de la Psicología Social: el rol del prisionero y el carcelero. Trabajaron con un grupo de estudiantes universitarios americanos. De forma aleatoria seleccionaron un grupo que tenía que hacer de prisioneros de una prisión y otro que tenía que representar el rol de los guardas. Empezaron el experimento, que tenía que durar tres semanas, en los subterráneos de la Universidad de Stanford que se adecuaron para que pareciera una prisión y dividió aleatoriamente a un grupo de estudiantes universitarios en “prisioneros” y guardianes”. Según Zimbardo, el ambiente carcelario era más fuerte que las personalidades de los estudiantes. Inmediatamente los guardas, que utilizaban uniforme, se revistieron de símbolos agresivos (botas altas, cinturones gruesos con gordas hebillas metálicas, distintivos, grandes gafas de sol negras,... y ebrios de poder, desarrollaron actitudes autoritarias, caprichosas, humillantes y agresivas hacia sus compañeros que representaban el papel de presos. Estos, por el contrario desarrollaron una caída radical de su autoestima, depresión y muchos síntomas psicosomáticos. 3 Aunque los sujetos del experimento eran personas estables y maduras, los roles que desempeñaban cambiaron por completo su comportamiento. La cosa se puso tan mal que Zimbardo y colaboradores tuvieron que suspender el experimento antes de cumplirse la primera semana de las tres previstas. Pasados muchos años, cuando aquellos estudiantes ya eran personas maduras, la mayoría padres de familia, les citaron nuevamente: Tanto unos como otros mantenían todavía secuelas de comportamiento y psíquicas del rol de aquella experiencia. “Al final de los seis días fue necesario cerrar nuestra prisión de pacotilla, porque lo que vimos fue aterrador. Ya no estaba claro, ni para nosotros ni para la mayoría de los sujetos, dónde acababan y dónde empezaban los papeles. En efecto, la mayoría se habían convertido en “prisioneros” o “guardianes”, incapaces de diferenciar nítidamente entre su personaje y su yo. Se produjeron cambios dramáticos en casi todos los aspectos de su conducta, su pensamiento y su afectividad. En menos de una semana, la experiencia de encarcelamiento deshizo (temporalmente) toda una vida de aprendizaje; los valores humanos se suspendieron, quedaron conmovidos los autoconceptos, y emergió el lado más vil, feo y patológico de la naturaleza humana. Quedamos aterrorizados porque vimos a algunos muchachos (“guardianes”) tratar a otros como si fueran despreciables animales, recreándose en la crueldad, mientras otros muchachos (“prisioneros”) se convirtieron en robots serviles y deshumanizados que sólo pensaban en escapar, en su propia supervivencia individual, y en su creciente odio a los guardianes”. Philip Zimbardo La comunidad psicológica internacional ha prohibido que se hagan experimentos de estos tipos ya que los experimentos psicosociales plantean algunos problemas éticos como el uso del engaño en la investigación y el daño físico o psicológico que pueden sufrir los participantes. El problema es que en nuestro mundo vivo, cotidianamente, miles de realidades no son experimentos, sino realidad pura y dura, agresiva, humillante,... Lo que importa es conocer estos mecanismos psicológicos sociales para no caer en sus trampas ni como víctima de las mismas ni como verdugo irracional y para denunciar, dónde corresponda, los casos que conozcamos. http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Asch http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram http://www.prisonexp.org/espanol/3 4