buzos — 30 de marzo de 2015 46 www.buzos.com.mx OCTAVIO PAZ INTERMITENCIAS DEL OESTE (3) MÉXICO: OLIMPIADA DE 1968 A Dore y Adje Yunkers La limpidez (quizá valga la pena escribirlo sobre la limpieza de esta hoja) no es límpida: es una rabia (amarilla y negra acumulación de bilis en español) extendida sobre la página. ¿Por qué? La vergüenza es ira vuelta contra uno mismo: Si una nación entera se avergüenza es león que se agazapa para saltar. (Los empleados municipales lavan la sangre en la Plaza de los Sacrificios). Mira ahora, manchada antes de haber dicho algo que valga la pena la limpidez. EN DEFENSA DE PIRRÓN A Juliano Juliano, me curaste de espantos, no de dudas. Contra Pirrón dijiste: No sabía el escéptico si estaba vivo o muerto La muerte lo sabía. Y tú, ¿cómo lo sabes? COMO QUIEN OYE LLOVER Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída, pasos leves, llovizna, agua que es aire, aire que es tiempo, el día no acaba de irse, la noche no llega todavía, figuraciones de la niebla al doblar la esquina, figuraciones del tiempo en el recodo de esta pausa, óyeme como quien oye llover, sin oírme, oyendo lo que digo con los ojos abiertos hacia adentro, dormida con los cinco sentidos despiertos, llueve, pasos leves, rumor de sílabas, aire y agua, palabras que no pesan: lo que fuimos y somos, los días y los años, este instante, tiempo sin peso, pesadumbre enorme, óyeme como quien oye llover, lumbra el asfalto húmedo, el vaho se levanta y camina, la noche se abre y me mira, eres tú y tu talle de vaho, tú y tu cara de noche, tú y tu pelo, lento relámpago, cruzas la calle y entras en mi frente, pasos de agua sobre mis párpados, óyeme como quien oye llover, el asfalto relumbra, tú cruzas la calle, es la niebla errante en la noche, como quien oye llover. Es la noche dormida en tu cama, es el oleaje de tu respiración, tus dedos de agua mojan mi frente, tus dedos de llama queman mis ojos, tus dedos de aire abren los párpados del tiempo, manar de apariciones y resurrecciones, óyeme como quien oye llover, pasan los años, regresan los instantes, ¿oyes tus pasos en el cuarto vecino? No aquí ni allá: los oyes en otro tiempo que es ahora mismo, oye los pasos del tiempo inventor de lugares sin peso ni sitio, oye la lluvia correr por la terraza, la noche ya es más noche en la arboleda, en los follajes ha anidado el rayo, vago jardín a la deriva entra, tu sombra cubre esta página. LAS PALABRAS Dales la vuelta, cógelas del rabo (chillen, putas), azótalas, www.buzos.com.mx yo soy la boca del musgo Si tú eres el bosque de las nubes yo soy el hacha que las parte Si tú eres la ciudad profanada yo soy la lluvia de consagración Si tú eres la montaña amarilla yo soy los brazos rojos del liquen Si tú eres el sol que se levanta yo soy el camino de sangre ÁRBOL ADENTRO Creció en mi frente un árbol. Creció hacia adentro. Sus raíces son venas, nervios son sus ramas, sus confusos follajes pensamientos. Tus miradas lo encienden y sus frutos de sombra son naranjas de sangre, son granadas de lumbre. Amanece en la noche del cuerpo. Allá adentro, en mi frente, el árbol habla. Acércate, ¿lo oyes? MOVIMIENTO Si tú eres la yegua de ámbar yo soy el camino de sangre Si tú eres la primera nevada yo soy el que enciende el brasero del alba Si tú eres la torre de la noche yo soy el clavo ardiendo en tu frente Si tú eres la marea matutina yo soy el grito del primer pájaro Si tú eres la cesta de naranjas yo soy el cuchillo de sol Si tú eres el altar de piedra yo soy la mano sacrílega Si tú eres la tierra acostada yo soy la caña verde Si tú eres el salto del viento yo soy el fuego enterrado Si tú eres la boca del agua OCTAVIO PAZ Ciudad de México, 31 de marzo de 1914 – 19 de abril de 1998. Estudió poesía hispanoamericana en Estados Unidos y se entregó plenamente a la literatura, en especial al cultivo de la poesía y el ensayo, ámbitos donde muy pronto destacó. Es, sin duda, el poeta más sobresaliente del grupo que impulsó la revista Taller y, con el tiempo, se convertiría en el poeta y el intelectual más importante de México en el siglo XX. Fue director de la revista Taller y redactor de El hijo pródigo. Asimismo fundó y dirigió las revistas Barandal (1931–1932), Cuadernos del Valle de México (1933–1934), Plural (1971–1976) y Vuelta (1976–1998). Permaneció en España durante la guerra civil de 1936 a 1939. Perteneció al servicio diplomático, fue enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de la Embajada de México en París y Embajador de México en La India puesto al que renunció en protesta por la matanza del 2 de octubre de 1968 ordenada por el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz contra los estudiantes. Poeta extraordinario y ensayista no menos espléndido, en 1963 obtuvo el Gran Premio Internacional de Poesía y en 1990 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Entre sus abundantes libros de poesía destacan Luna silvestre (1933), No pasarán (1936), Raíz del hombre (1937), Bajo tu clara sombra (1937), Entre la piedra y la flor (1941), A la orilla del mundo (1942), Libertad bajo palabra (1949), ¿Águila o sol? (1951), Semillas para un himno (1954), Piedra de sol (1957), La estación violenta (1958), Agua y viento (1959), Salamandra (1962), Blanco (1967), Ladera Este (1969), El mono gramático (1974), Pasado en claro (1975), Vuelta (1976) y Árbol adentro (1987). Este profundo poeta es también un agudo ensayista en El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956) y Las peras del olmo (1957). La hija de Rapaccini (1956) constituye su única aportación al teatro. POESÍA dales azúcar en la boca a las rejegas, ínflalas, globos, pínchalas, sórbeles sangre y tuétanos, sécalas, cápalas, písalas, gallo galante, tuérceles el gaznate, cocinero, desplúmalas, destrípalas, toro, buey, arrástralas, hazlas, poeta, haz que se traguen todas sus palabras. Fuentes: 1) Antología de la Poesía Mexicana. Introducción, selección y notas de Carlos Monsiváis. 2) Poesía Mexicana. Selección de Francisco Montes de Oca. 3) Antología General de la Poesía Mexicana. Selección, prólogo y notas de Juan Domingo Argüelles.