rompe las piernas. Creo que mi perspectiva de la Historia viene dada por lo que observan estos personajes que constantemente juegan sucio. Una de las constantes de estos personajes es su declarado cinismo. No lo sé. El cinismo es algo que madura con el tiempo. Por ejemplo, muchos dicen que soy un pesimista y yo en realidad me veo como un optimista. Sí, es posible que muchos de mis personajes sean cínicos y que otra parte de ellos sean unos auténticos sicópatas, como en el caso del personaje de “Perfidia”, Dudley Smith. Son personajes extremos, temibles... unos hijos de perra redomados. Se enamoran loca y estúpidamente, son americanos. Bajo su coraza, bajo esa apariencia de personas abocadas a la autodestrucción, se asoma un hálito de romanticismo y a veces resultan divertidos. Me gusta su código de conducta. Como contrapunto a Dudley Smith tenemos a Kate Lake, la cual ya aparecía en “La Dalia Negra”. Adoro este personaje. Es inteligente, atractiva, sutil, dotada de una gran personalidad...; en la época en la que se desarrolla “Perfidia” su edad le lleva a cometer diversos errores, pero siempre es fiel a sí misma. En cierta manera, mi relación con ella podría ser tildada de onanista. Nunca he querido o me he sentido más atraído por un personaje mío como por esta chica, que es mi mejor mujer de ficción. Continuando con su paseo por las cloacas del poder y refiriéndonos a su Trilogía Americana, podría considerarse que la peculiar relación “profesional” que se establece entre el magnate Howard Hughes y J. Edgar Hoover figura como uno de sus mayores logros humorísticos. Nunca lo había visto de esa manera. Supongo que las peculiaridades de Hughes y Hoover me permitieron imaginar una serie de conversaciones y circunstancias que han podido resultar divertidas. Si es así, me alegro y si te soy sincero, yo disfruté muchísimo imaginando a cada uno de ellos atrincherados en sus guaridas, siempre lejos del mundo y, a la vez, siempre obsesionados con el control de las cosas y las personas. Richard Nixon podría unirse a esta pareja. Un trío vitriólico. Por cierto, y hablando de Nixon, te recomiendo la novela “Watergate” escrita por mi amigo Thomas Mallon. Uno de los aspectos que más llamó la atención en su Trilogía Americana radicó en los cambios de estilo. “América” podría asemejarse a su estilo habitual; “Seis de los grandes” era una auténtica ame- tralladora de palabras y en “Sangre vagabunda” retomó la línea inicial pero buscando un equilibrio con el estilo de la segunda. Mi forma de cómo enfocar la escritura no es algo premeditado. Simplemente me salen así, al igual que su tamaño. Es cierto que el cambio más evidente fue “Seis de los grandes”, pero es algo, una fórmula, que tal vez no vuelva a poner en práctica jamás. Esta novela estaba ambientada en pleno frenesí de los 60 y ello me obligó a escribir de esa manera tan acelerada y recortada. ¿Todavía le quedan rincones oscuros por explorar? ¿Te refieres a los míos? «Me marcó profundamente el brutal asesinato de mi madre y he decidido vivir felizmente en compañía de mis demonios y en un espacio en el que no me interesa nada» Sí. Creo que en este apartado ya he dejado escrito todo lo que tenía que decir. No soy un sicópata, ya no pruebo una gota de alcohol, no tomo drogas y no me cuelo en las casas para oler ropa interior de mujeres. Me marcó profundamente el brutal asesinato de mi madre y he decidido vivir felizmente en compañía de mis demonios y en un espacio en el que no me interesa nada la realidad actual. No tengo televisor, ni internet, ni teléfono móvil y me gusta escribir a mano mis libros. Ya no escribo con furia, soy pausado. En ese instante, James Ellroy retoma el rol que se supone debe interpretar y, de improviso, aúlla. Señala la cinta promocional que rodea su última novela y que anuncia «el regreso del perro salvaje de la literatura norteamericana» y repite en trono profundo –y en español–: «Soy un perro salvaje». En ese instante me pide un bolígrafo y me pregunta con tono amable «¿puedo?». Tras dar mi consentimiento, Ellroy dibuja sobre el sol naciente que acapara buena parte de la portada de “Perfidia” la silueta de un perro con dientes afilados. Mientras se encuentra ocupado en la elaboración del dibujo, pregunto acerca de su relación con el cine. «En realidad el cine no me importa mucho, solo me interesa que me paguen religiosamente. Para mucha gente ‘L.A. Confidential’ es la mejor adaptación. Hay cosas que me gustan mucho de esta película pero otras no, es mucho más amable que el original literario. En cuanto a ‘La Dalia Negra’, el anuncio de que se iba a rodar una versión propició que se dispararan las ventas del libro. En cuanto a ‘Rampart’, mejor no hablar... ¿La has visto?» Sí. Fue proyectada en la Sección Oficial del Zinemaldia hace varios años. Así es. Es un auténtico horror, una mierda de película. El director, Oren Moverman, realizó muchos cambios en el guión y desdibujó por completo el argumento. zazpika 1 9