La ocupación del siervo de Dios - Toda la Escritura es inspirada por

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¿Cual es?
“Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza”.
1 Timoteo 4:13
Introducción
ablo instruye a Timoteo a que se dedique a tres actividades específicas en la iglesia
P
mientras el llegara. Tres actividades en su ministerio que tenía que cumplir mientras
Pablo estuviera ausente. Es probable que cuando Pablo regresará le diera otras tareas.
Pero mientras eso no sucediera, Timoteo debía dedicarse a estas tres cosas. Le dice: “ocúpate”
de “proséjo, dar oído, prestar atención…Con ello se sugiere devoción de pensamiento y
esfuerzo a una cosa” (Dicc. Expositivo de palabras del A.T y del N.T por W. E. Vine). Nos quiere enseñar que, uno debe
aprovechar el tiempo que tiene en las cosas de Dios, mientras Cristo no venga. Y servir a Dios
sirviendo a la iglesia debe ser la ocupación de todo siervo de Dios
I). La ocupación de la lectura.
Por el contexto (4:11) en que fueron dichas estas palabras y porque la palabra griega para
“lectura” aparece también en otros textos, (Hechos 13:15, 2 Corintios 3:14) es probable que se
refiera a la lectura pública de las Escrituras. Es decir, en la congregación. Esta práctica fue
adoptada de la sinagoga judía (Lucas 4:16-20; Hechos 15:21) y Timoteo debía hacerlo en la
reunión de la iglesia. Generalmente se leía algunos rollos del Antiguo Testamento y partes del
Nuevo testamento que ya estaban escritas.
Ejemplos: “Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la
iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros” (Colosenses 4:16)
“Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos” (I
Tesalonicenses 5:27). Uno de los llamados “padres de la iglesia” Justino Mártir que vivió
entre el 100 y 165 D.C escribió parte de los que se hacía en la reunión de la iglesia en sus
inicios:
“El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o en
los campos; y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, las “Memorias de los Apóstoles o los
escritos de los profetas” http://www.multimedios.org/docs/d002610/
La razón de leer el Antiguo Testamento en voz alta en la congregación era porque aún no se
inventaba la imprenta, los hermanos no lo tenían impreso. Por tanto, los rollos eran muy caros
porque eran copiados a mano. Solo la gente que tenía dinero los podía comprar. Generalmente
cada iglesia tenía una copia de las cartas de los apóstoles y es probable que esta iglesia donde
predicaba Timoteo haya tenido ya, la carta a los efesios. Ya que los miembros de la iglesia no
tenían su propia Biblia, era necesario leerla en voz alta en el culto de la iglesia.
Aunque, si bien es cierto que el énfasis esta puesto en leer en el culto público las Escrituras
debido a la falta de ellas en los hogares, ahora ya está en forma impresa y accesible, debe ser
un deber para cada cristiano en lo particular leer las Escrituras. Así que de esta información
podemos concluir varias cosas:
A. La importancia de conocer la palabra de Dios.
El hecho de que Pablo mencionara la lectura de la Palabra de Dios en la reunión de la
iglesia indica la importancia de conocerla. Cada cristiano no debe quedarse con lo que ya
sabe, debe ahondar en ella cada vez más. Pablo dijo: “para que andéis como es digno del
Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el
conocimiento de Dios;” (Colosenses 1:10) El cristiano jamás será lo que debe ser mientras
no conozca lo que Dios pide de él. La única fuente confiable de información sobre los
asuntos de Dios es la Biblia. Nada hace más feliz, dichoso y fuerte al cristiano que el
conocimiento de Dios a través de su palabra. Cada cristiano debe darle prioridad en su vida
la lectura de la palabra de Dios. A veces los cristianos saben más de novelas, programas de
televisión que de la Biblia. La palabra de Dios debe ser tan importante para nosotros como
lo es la comida y la bebida.
B. La importancia de que en la iglesia se enseñe la Biblia.
Según Pablo se debe usar el tiempo del culto de la iglesia en lectura de la palabra de Dios.
Y no en testimonios personales (Juan 5:31-32) o hablar de los demás, sea que estén
presentes o ausentes. El tiempo es tan corto y por eso se debe lograr para enseñar la Palabra
de Dios.
Jesús dijo: “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén”. (Mateo 28:18-20)
Jesús mando que se predicara, se bautizara y después de bautizarles se les debería seguir
enseñando todas las cosas que él había mandado. Jesús vio importante que siguiéramos
aprendiendo todo lo que él había mandado aun después de ser bautizados. En este pasaje
vemos que para Jesús el evangelismo era tan importante como la edificación de la iglesia.
La iglesia es como una escuela donde se va aprender lo que Jesús enseño. La lectura de la
Biblia no solo nos informa, sino también nos educa a la manera de Dios.
No se debe pasar por alto ninguna parte de la Escritura, sino que se debe anunciar “todo el
consejo de Dios” (Hechos 20:27). Y no decir que la iglesia no está preparada para cierto
tema. Si está en la Biblia, la Palabra de Dios, debe enseñarse.
C. La importancia de que haya quien se ocupe.
Pablo encomienda a Timoteo a que se ocupe de estas tres cosas. No solo para su bien, sino
también para el bien de la iglesia Hay algunas iglesias que andan batallando porque no hay
quien se ocupe de la enseñanza de la Palabra de Dios. Ya sea por ignorancia, negligencia o
indiferencia. Pablo vio la necesidad que hubiera alguien que se dedicar a enseñar la palabra
de Dios, de allí que dejara a Timoteo en Éfeso y a Tito en Creta. La iglesia necesita de
maestros que enseñen y enseñen bien. La iglesia necesita de alimentación no solo de leche,
sino también de alimento solido (Hebreos. 5:12-14).
Se necesita de hermanos que enseñen la Palabra de Dios y que estén capacitados para
hacerlo. Porque hay algunos predicadores que no les gusta estudiar. Son negligentes y
descuidados del gran tesoro que tenemos y que Dios nos ha confiado. Se debe estudiar de
manera seria la palabra de Dios antes de enseñarla. Si al predicador no le gusta estudiar es
mejor que se dedique a otra cosa. Porque es posible que pueda guiar mal a los que lo oyen.
Por eso Pablo dijo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues
haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. (1 Timoteo 4:16).
II). La ocupación de la exhortación.
Para que haya una buena exhortación es necesaria primero la lectura de la Biblia. Si no la
exhortación se hará mal y sin base bíblica. La exhortación era la aplicación de la palabra de
Dios a las necesidades de los oyentes. Debe motivar a los oyentes a obedecer lo que han
aprendido. Porque el mero conocimiento intelectual no basta. Hay que aplicar. En términos
generales la exhortación implica tres cosas: advertir, corregir y animar. Toda exhortación debe
contener los siguientes elementos:
A. Exhortar con paciencia.
Pablo dijo: “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2). Aquí la palabra
“paciencia” hace referencia a la longanimidad. Que quiere decir: “largura de ánimo”. Es
decir, no enojarse fácilmente, no desesperarse fácilmente con las personas aun cuando
difíciles. Recordemos que el propósito de toda exhortación es ayudar al hermano. Por tanto
no debemos desesperarnos. “El que se enoja pierde” dice el dicho. Se trata de atraerlos y no
de alejarlos. No se debe exhortar con frialdad, ni arrogancia, ni orgullo, sino con paciencia.
B. Exhortar con sana doctrina.
Pablo dijo: “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también
pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1.9) La
exhortación debe hacerse con “sana enseñanza” lo cual indica que se debe hacer con la
palabra pura de Cristo y no con argumentos humanos. La sana doctrina es la que da salud,
vitalidad y energía espiritual al alma, a diferencia de las falsas enseñanzas que solo
contaminan, enferman, y condenan. Y debe ser “sana” es decir que no tenga motivos
enfermos ocultos. Es decir que lo haga por fidelidad a la palabra y no para sacar algún
beneficio personal. La “sana enseñanza” debe ser la norma para una exhortación eficaz.
C. Exhortar con el ejemplo.
Pablo dijo: “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; 7 presentándote tú en
todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad”
(Tito 2:6-7) Para que la exhortación sea eficaz tiene que estar respaldada también con su
vida. Para que sea maestro y no dictador. Un dictador ordena. Un maestro enseña. Nada
puede suceder a través de nosotros, sino nos sucede primero a nosotros. No podemos exigir
que otros actúen de determinada manera, si nosotros no estamos viviendo de esa manera.
Lograr que otros nos escuchen se gana, pero con el ejemplo. Porque el ejemplo dice más
que mil palabras. Alguien ha dicho que: “El principio de la educación es predicar con el
ejemplo” Una de las cosas que Jesús condeno de los fariseos es que decían y no hacían.
(Mateo 23:3) Alguien dijo que: “Los ejemplos son diez veces más útiles que los preceptos”.
D. Exhortar con autoridad.
Pablo dijo: “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie”
(Tito 2:15). A veces se desprecia la exhortación porque viene de un hermano que es más
joven de edad o joven espiritualmente o porque tiene menos estudios seculares a aquel que
recibe la amonestación. A veces el mismo hermano se siente amedrentado (Asustado,
atemorizado) ante personas mayores, de más influencia o renombre en la iglesia o que tiene
más dinero. Sin embargo, la autoridad con la cual se debe exhortar no está basada en el
exhortador, sino en la palabra de Cristo. Cristo tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra
(Mateo 28:18). Por tanto, nadie debe considerarse superior o exento a la necesidad de
exhortación cuando está basada en la palabra del Señor. No se debe ceder ante las
intenciones de los demás de despreciarnos. Jesús dijo: “El que a vosotros oye, a mí me oye;
y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me
envió” (Lucas 10:16)
La exhortación es muy necesaria en la iglesia. Pero es el apóstol Pablo que nos dice la
manera como se debe de exhortar: “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre;
a los más jóvenes, como a hermanos; 2 a las ancianas, como a madres; a las jovencitas,
como a hermanas, con toda pureza” (1 Timoteo 5:1-2)
III). La ocupación de la enseñanza.
Aquí habla de dar una explicación detallada de las enseñanzas de Cristo. Instruirlos por medio
de explicarles el sentido de los pasajes bíblicos. La lectura de la Biblia da conocimiento. La
exhortación hace moldear la voluntad. Pero la enseñanza forma las convicciones. Por eso es
importante la enseñanza. En la enseñanza a la hermandad se debe hacer las siguientes cosas:
A. Es dar una interpretación correctamente.
Pablo dijo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. (2 Timoteo 2:15) Como
obrero debía ser experto en usar correctamente su herramienta de trabajo: la palabra de
verdad. La frase “que usa bien” es una sola palabra en el griego, “orthotomeo” quiere
decir, “Hacer un camino recto, interpretar o usar debidamente” (Léxico Griego-Español del Nuevo Testamento por
Alfred E. Tuggy)
. “hacer un corte derecho, i.e. (figurativamente) dividir (exponer) correctamente”
. No enseñar nuestras ideas o a nuestra
conveniencia. Es interpretar, presentar y aplicar la Palabra de verdad correctamente, con
(Diccionario de Palabras hebreas, arameas y griegas del AT y NT de James Strong)
exactitud y sin desviación alguna. Cuando se enseñe de esta manera los hermanos alcanzan
la madurez espiritual y el obrero cristiano podrá presentarse al juicio de Dios sin
avergonzarse de nada.
B. Es trasmitir lo concerniente a la doctrina.
Pablo dijo: “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1).
Aunque haya algunos que no lo hagan, tú debes hacerlo dice Pablo. Según Pablo cuando el
maestro cristiano habla de las cosas espirituales, debe hablar lo que corresponda a la “sana
doctrina”. Le está permitido solamente impartir instrucción cuando las palabras son
sacadas de la Palabra divina. Le está permitido conservarla con cuidado y transmitirla sin
añadir ni quitar nada. Porque la enseñanza de los hombres no es sana, y por eso contamina
al oyente. La “sana doctrina”, por ser sana, conduce a la salud espiritual del oyente. Así
que es muy importante que el mensaje predicado y enseñado, concuerde con la enseñanza
de la Palabra. Solo así podrá haber una iglesia saludable.
C. Es dar razón de lo que creemos.
Pedro dijo: “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os
demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15) Uno debe explicar con
amabilidad y respeto las razones del porque creemos lo que creemos y porque hacemos lo
que hacemos. Aunque se habla en primer lugar de explicar a los incrédulos, sin embargo, la
verdad también es cierta en cuando a nuestros hermanos que estamos enseñando. Pero debe
haber una preparación previa para que las explicaciones que se den, sean de acuerdo a la
sana doctrina. Se trata de comunicar nuestras convicciones de forma inteligente basados en
la Escritura. Se puede mostrar que es cosa razonable vivir cristianamente. Que la verdad de
Dios si es razonable. Nuestras respuestas deben ser convincentes porque nos apoyamos en
la Escritura.
Pablo presenta el propósito de la enseñanza: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos,
esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo
2:2) Pablo aconseja a Timoteo que deposite las sanas palabras del evangelio, a fin de
enseñarla a los demás, a personas que cumplan estos requisitos: fidelidad y capacidad. De
nada sirve que alguien tenga la capacidad de enseñar, sino tiene la fidelidad que le acredita.
Así también el hermano que tenga la fidelidad, pero no la capacidad de enseñar, es mejor
ponerlo en otros asuntos.
Conclusión
Hemos visto la ocupación del siervo de Dios. La lectura, la exhortación y la enseñanza.
Aunque es probable que se refiera a lo que hace la iglesia de una manera pública, sin
embargo, también debe hacerlo en lo privado. Cada cristiano debe procurar crecer y servir
mejor a Dios. Jamás seremos lo que debemos ser, si no nos ocupamos en las cosas del
Señor. Dios desea que nos comprometamos con él cada día. Y que sirvamos a la iglesia por
la cual su hijo murió. Pero este trabajo requiere fidelidad. Solo los que son fieles se ganan
el derecho de enseñar a los demás. Nadie puede ser maestro, si no es alumno primero. Así
que Dios nos ayude a ser cristianos útiles al Señor.
Juan Ramón Chávez Torres
E-mail: monche91@hotmail.com
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http://www.idc5acampestre.com
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