Según el plan, el complot se iniciaría con un ataque a la División de Caballería y a la Base de la Aviación, ambas unidades ubicadas en Campo Grande en las afueras de Asunción. El día ‘D’ sería el 4 de noviembre. Sin embargo, y al parecer por la indiscreción de alguno de los complotados, la Policía tuvo conocimiento del plan. Es así que desde el 1 de noviembre se procedió a apresar a los principales implicados. Participaron del complot, según la Policía, unos dieciséis oficiales en situación de retiro y varios oficiales en actividad. Las autoridades policiales detuvieron a 81 personas –entre civiles y militares–, y muchos de ellos fueron sometidos a brutales sesiones de tortura, como los casos de Levi Rufinelli, Luis A. Kallsen, Rarnulfo Gill y Anuncio Vallejos (Blanch;1991:60). Si bien el plan de golpe de Estado estaba organizado por los liberales, los dirigentes febreristas fueron detenidos a causa del retorno del exilio, el día anterior, 3 de noviembre, del Coronel Rafael Franco, que arribó al país por vía aérea. Apenas desembarcó en el hidropuerto de Asunción fue detenido y expulsado a la ciudad argentina de Clorinda, fronteriza con la capital paraguaya. El vocero del Gobierno destacaba la buena voluntad del gobierno en no detener al Coronel Franco, sino que tuvieron “el gesto caballeresco” de dejarlo volver a la Argentina (Patria; 6-11-1956). La presencia en la ciudad del prestigioso dirigente febrerista, Coronel Rafael Franco, quien había sido uno de los Comandantes exitosos durante la guerra del Chaco (1932-1935), fue aprovechado para que la versión oficial lo involucrara en el plan conspiraticio (Blanch; 1991:58). Algunos Casos Paradigm·ticos Una de las víctimas menciona que en las sesiones de tortura se encontraba presente el propio Ministro del Interior, Edgar L. Ynsfrán: 22 “Una noche entró en el calabozo con un soldado armado, con un fusil y estando ahí, el tipo me pega un latigazo trenzado…”. […] “Edgar Ynsfrán, Ministro del Interior, estaba ahí. Me ve, cualquier cosa puede pasar. Lo cierto es que me llevan después y llegan unos funcionarios policiales, había sido que eran torturadores y varios oficiales que estaban se desequipaban, se ponían pantaloncitos cortos, esos de fútbol, una camiseta cualquiera, remerita y listo. Me llevan ahí, fulano de tal dicen, respondo ¡presente!, me levanto, me sacan del calabozo, me dicen que los siga, me deja ir y me sigue detrás. Me lleva junto a Víctor Martínez, me hace pasar y encuentro como diez tipos, yo no sabía quién era policía y quién era preso ahí, toditos de particular y algunos con pantaloncitos de fútbol,