RUTINA - 29-XI-2011 Una vez más, me asomo a este medio de comunicación que expande con credibilidad, todo cuanto sucede en su zona de influencia. El lector, irá pasando sus páginas, se detendrá en aquellas noticias que más le interesan, y si ya es un lector habitual, rutinariamente recorrerá las secciones que más le afectan y tal vez se pare en esta hoja para ver los comentarios de los que cada semana dejamos impresa nuestra opinión. La mía, mi opinión, está siempre relacionada con el Grupo Emaús, ONG dedicada a la Acción Social desde 1979, ONG vecina nuestra y a la que tan poco conocemos. Y es tal la implicación emocional y profesional que tengo con ésta, que no me canso de exponer constantemente cuales son nuestras aportaciones para los más desfavorecidos, y cuantas nuestras necesidades. Emaús lleva en su ontología la ayuda a todas las personas que viven en nuestros centros que llegan derivadas de la Generalitat Valenciana; necesitan amparo y protección niños, mujeres víctimas de violencia y sus hijos, discapacitados psíquicos, personas mayores… Si. Ya se, ya lo sé, todos tenemos problemas, muchas familias están sin trabajo, sin ingresos y con la amenaza de perder su hogar por no poder hacer frente a sus compromisos, por tanto más de uno pensará: ¡Que cada palo aguante su vela! Y en eso estamos en Emaús, con muchos palos, con pocas velas, llevando adelante física y psíquicamente a todo un colectivo de personas que dependen de nosotros en todo. Y cuando digo todo, es todo. Lo básico para vivir y lo principal para que tengan una vida digna. Todas las mañanas empiezan para nosotros con diversas responsabilidades: higiene, desayunos, escuelas, talleres de formación para desempleados, acciones especificas para discapacitados psíquicos, actividades para no olvidar la memoria cognitiva de los ancianos, tratamientos de fisioterapia para mejorar su estado físico… sin olvidar medicación adecuada a cada patología, atención socio-sanitaria que en un número tan elevado de usuarios es necesaria diariamente. Todo esto ocurre, gracias a los especialistas profesionales del Grupo; decenas de personas que cumplen su labor para que cada uno de los segundos del día esté perfectamente coordinado en esta actividad que de tantas personas requiere para llevar a buen puerto una nave solidaria. Si importante es el educador social, el médico o el psicólogo, también lo es el personal de las cocinas, que se ocupa de que cada usuario se alimente con lo que precisa, sin olvidar a los celiacos, los que tienen colesterol, tensión alta, diabetes… Y los responsables de lavandería, los de mantenimiento de las instalaciones, los gestores de llevar a cabo todos los programas y subvenciones que recibimos de las Consellerías de Bienestar Social y Justicia de la C.V. para el cuidado y atención de nuestros usuarios, también conductores que llevan en vehículos adaptados a niños, mujeres, ancianos, discapacitados, el personal de administración… Y a todo esto, le llamaremos: rutina, que no es otra cosa que una secuencia de acciones que cumplen una función programada. ¿Rutina? A pesar de que la rutina se consigue con la práctica, son muchas las sorpresas que en nuestra rutina diaria acuden a nosotros: La llegada de un bebé de 30 días con síndrome de abstinencia que deberá recibir durante un tiempo metadona, un adulto diagnosticado como bipolar, que sin motivo aparente crea diariamente situaciones de conflicto, la angustia paranoica de una mujer que ve a su maltratador por todas partes, la rotura de unas gafas en el tiempo de recreo, los recién llegados que precisan solución a sus múltiples caries, la llamada de atención de un director de escuela por anomalías en el comportamiento de alguno de nuestros menores, un coche con una seria avería… Ahí, sólo la extensa formación de los profesionales de Emaús, puede hacer que los días se sucedan unos a otros, haciendo que los imponderables formen parte de la rutina diaria. Otra cosa es, encontrar el dinero o al profesional solidario que se preste a para arreglar las caries sin cobrar, a donar unas nuevas gafas con sus correspondientes cristales, ropa y material escolar para los que llegan nuevos, la reparación del vehículo, de la lavadora, o de las ventanas de madera que no cierran bien y el aire caliente se escapa… Y yo, en mi empeño de crear un ambiente mejor para nuestros usuarios, sin lujos, sin ostentaciones, pero digno, no cejo en mi rutinaria terquedad en decirles a todos los que lean esto, que Emaús necesita de todos y cada uno de los buenos corazones que nos ayudan en nuestra labor, que agradecemos todo lo que hacen por las personas a las que no conocen, y que todas las ayudas llegan a su destino, rutinariamente, ninguna se pierde por caminos intrincados, llegan, generosas para ayudarnos a ponerles velas a nuestros palos. ¡Gracias a todos por vuestra solidaridad!! Más información: www.emausong.es