El Museo te ayuda a hacer tus… …Tareas BATALLA DE CURALABA 23 DE DICIEMBRE DE 1598 UN HITO EN LA GUERRA DE ARAUCO FIN DE LA GUERRA OFENSIVA Y NUEVA FRONTERA EN EL RIO BIO-BIO Retrato del Gobernador Martín García Oñez de Loyola Atribuido a Pedro León Carmona Colección Museo Histórico Nacional Departamento Educativo Museo Histórico Nacional Guerra de Arauco: Desde el inicio de la Conquista en Chile, los españoles tuvieron muchas dificultades para emplazarse en los territorios al sur de nuestro país. A pesar de las ventajas que al comienzo de la guerra presentaban los castellanos, como el uso del caballo y de sus armas, los mapuche dieron una dura batalla adoptando además tácticas militares de sus invasores. Las primeras ciudades fundadas al sur del Río Biobio sufrieron continuos ataques, por lo que en sus primeros años funcionaron como verdaderos fortines o fuertes militares, mal abastecidos y continuamente sitiados por los mapuche. A esta primera etapa de la Guerra de Arauco se le denomina “Ofensiva”. Sin embargo la falta de un ejército capacitado – de hecho, el primero estaba compuesto por españoles vecinos de Santiago y Concepción- hizo infructuosos los intentos de dominio total de los territorios del sur. Los sucesivos gobernadores españoles, pusieron en práctica numerosas estrategias militares, las que, más que reportales ganancias o avances, lo único que lograban eran ganarse una odiosidad cada vez mayor del pueblo mapuche y aumentar sus resistencia. Martín García Oñez de Loyola: Martín García Oñez de Loyola era sobrino nieto del Santo fundador de la Orden Jesuita, San Ignacio de Loyola. Hace su arribo al Perú en 1568 y adquirió gran fama al capturar al Inca Tupac Amaru, cuando este se rebeló. Sin embargo en aquella ocasión le tocó enfrentarse con indios cuya capacidad guerrera era muy inferior a la de los mapuche. Luego de su matrimonio con la princesita inca Beatriz Sapay Coya, escaló lentamente posiciones hasta su designación como gobernador de Chile en Abril de 1592, elección hecha directamente por el Rey Felipe II. Oñez de Loyola era un militar valeroso, de gran corrección y dignidad, pero carecía de las condiciones militares necesarias para enfrentar al pueblo mapuche. Se requerían astucia y perspicacia, amplio criterio y profundo conocimiento de su modo de combatir. Nada de esto poseía Oñez de Loyola, que sí reunía una falta de realismo y una ingenuidad que asustaba a sus propios subordinados. El gobernador dio inicio a una campaña de pacificación tratando de atraer a los mapuches con halagos y buen trato. Oñez de Loyola dejaba libres a los enemigos que capturaba en los enfrentamientos, enviándolos de vuelta a sus tierras para que convencieran a sus pueblos de someterse pacíficamente. La ingenuidad de don Martín García contribuyó a que los mapuche se prepararan para asestarle un golpe mortal a la conquista de los “huincas” (nombre dado en mapudungun, idioma de los mapuche a los españoles) Fueron cuatro o cinco años de gestación, en los cuales el pueblo mapuche se hizo lentamente de caballos, armas, alimentos, pertrechos y todo lo que les hacia falta para la gran sublevación de 1598. Batalla (Desastre) de Curalaba: A mediados de 1598, hallándose Oñez de Loyola en la Imperial, recibió una carta del capitán Vallejos, corregidor de Angol, en la cual advertía que los síntomas de un alzamiento eran inconfundibles. Vallejos se enteró de esta situación al interrogar a dos mapuche capturados durante una maloca (expedición realizada por los españoles a territorio mapuche para la captura de prisioneros) estos confesaron que el toqui Pelantaru estaba reuniendo gente de muchas levos o clanes para ir a la guerra contra los españoles. Además el robo de caballo y de armas crecía día a día lo que también era síntoma de sublevación. En la carta le avisaba, que los indios de Purén habían iniciado las hostilidades, asesinando a dos soldados del fortín de Longotoro, que se habían alejado imprudentemente del fuerte en busca de frutas; le pedía auxilio inmediato, pues esperaba ser atacado de un momento a otro por fuerzas muy numerosas. Las señales de un levantamiento general eran evidentes. La debilidad de las fuerzas españolas se contrastaba con las de un enemigo que había realizado grandes progresos en su capacidad militar, todos los capitanes se sentían amenazados por esta situación. Sólo el Gobernador permanecía enteramente ajeno al peligro que lo rodeaba. El 21 de Diciembre de 1598, a pesar de todos los ruegos y consejos en contra de su partida, al frente de 50 españoles y trescientos indios amigos, comenzó su fatídico viaje hacia el sur. El camino se facilitaba para una emboscada apareciendo despejado y calmo, pero el gobernador no sólo no tomó en cuenta este peligro y la escasez de sus fuerzas, sino que además descuidando aspectos militares claves para la marcha en territorio enemigo se internó profundamente en territorio mapuche. Al segundo día, tras una agotadora jornada, se detuvo para acampar en Curalaba a orillas del río Lumaco. Sin sospechar lo que les esperaba, levantaron sus tiendas para pasar la noche y reponerse de la marcha del día, que se había realizado bajo un sol abrasador. Nadie podía sospechar que Pelantaru le venia siguiendo con 300 hombres que traía consigo. El toqui Pelantaru dispuso que el ataque se realizaría al amanecer, momento en que la niebla que se levanta del río es más espesa. Se acercó cautelosamente al campo enemigo durante la noche y desde el espeso bosque, los mapuche esperaron el amanecer del día 23, al ver que todos dormían profundamente, cayeron por todos lados - favorecidos por la densa neblina- sobre el desprevenido campo español. Curalaba fue una batalla sangrienta. Muchos españoles e indios pasaron del sueño a la muerte. Otros pocos al ver el alud que se les venia encima, se arrojaron al río muriendo ahogados. Los que lograron reaccionar y tomar sus armas fueron muertos en segundos. Oñez de Loyola logró empuñar su espada y coger el escudo, peleó bravamente hasta caer acribillado a lanzazos, junto a dos de los suyos, que le defendieron hasta la muerte. La ferocidad del ataque había sido tal, que la derrota española fue completa. Los mapuche se apoderaron de un botín de guerra muy valioso, consistente en 400 caballos, armas, ropas, cédulas de su majestad y libros de encomiendas que el gobernador transportaba. Nueve años más tarde, en febrero de 1608, los mapuche entregaron al gobernador Alonso García de Ramón, en prenda de confianza, la cabeza de Martín García Oñez de Loyola, que habían conservado como botín. El Desastre de Curalaba significa el fin de la guerra ofensiva y el inicio del sistema conocido como de defensa, estableciendo al río Biobio como frontera. La destrucción de las siete ciudades del sur, la muerte de unos mil soldados y el cautiverio de unas cuatrocientas mujeres y niños españoles, fueron a reforzar con su sangre al pueblo mapuche. El desastre a su vez obligó al rey a crear un ejército permanente. De esta manera , la ferocidad de la resistencia mapuche se había cobrado la vida de dos gobernadores , Valdivia de 1553 y Martín García Oñez de Loyola en 1598. .