LA MANÍA (Segunda parte) PUBLICADA EN EDICIÓN N° 25 DE CONTEXTO PSICOLOGICO “… La bilis negra, que por naturaleza es fría, (…) si se calienta en exceso provoca alborozo, de modo que se canta y se entra en éxtasis” Aristóteles. Quienes tienen el privilegio de leer en griego las obras de autores como Homero, Aristóteles, Platón, o los textos de los más influyentes seguidores de Hipócrates, pueden encontrar en ellos las primeras marcas de lo que, con el devenir del tiempo, se fue constituyendo en el concepto de manía, tal como lo usamos en la actualidad: reverso de la melancolía, sobre todo en aquellos casos en los que el estado de ánimo elevado y expansivo, la “euforia vital”, es el elemento clínico fundamental (Forma maníaco-festiva de Binswanger). También reconocemos como manía otros casos en los que el síntoma dominante es la irritabilidad (lo que Binswanger denominó forma iracunda o seudopsicopática). Este enfoque del tema, correcto pero parcial, prevalece en el capítulo anterior debido a mi intento de allanar un camino accidentado, para seguir avanzando en el sentido que me propuse. Por otro lado, el uso de la palabra manía en obras antiguas como el “Corpus Hipocráticum” muchas veces parece aludir a la locura en general, cuestión que también encontramos en obras ulteriores, como el tratado que Philipe Pinel publicó en 1801, de cuyo título podemos inferir que el uso de la palabra manía es extensivo a todo el campo de las enfermedades mentales: “Tratado Médico-Filosófico sobre la alienación mental, o La Manía”. Sin embargo, siguiendo a Paul Bercherie, entendemos que la manía propiamente dicha es una de las cuatro clases en que se reparten las manifestaciones mórbidas en la nosografía propuesta por Pinel. Las otras tres son la melancolía, la demencia y el idiotismo. Dice Paul Bercherie: “La manía propiamente dicha, es aquella en la que el delirio es general, es decir, que concierne a todos los objetos, estando lesionadas muchas de las “funciones del entendimiento” (percepción, memoria, juicio, afectividad, imaginación etc.) y que se acompaña de una viva agitación. Pinel distingue, no obstante, una subvariedad que será la prenda de importantes batallas futuras: la “manía sin delirio” o “manía razonante” en las que las funciones del entendimiento están intactas y en la que no subsisten más que la alteración de la afectividad y la excitación, a menudo furiosa”. Pinel, además, comenzó el trabajo de separación entre las locuras sintomáticas y las locuras idiopáticas o esenciales; cuestión que sigue teniendo vigencia a la hora de considerar diagnósticos diferenciales. Un cuadro, en apariencia “maníaco”, muchas veces exige descartar un traumatismo de cráneo, un cuadro metabólico, infeccioso, tóxico o la presencia de algún fármaco que tenga el potencial de producir un viraje o inversión del estado de ánimo (Switch maníaco). La amplitud que el concepto de manía tuvo en los tiempos de Pinel y su discípulo Esquirol, hizo que la palabra tenga varias acepciones. Se llamó manía a ciertas cuestiones impulsivas como las toxicomanías, la cleptomanía etc. También se llamó manía a ciertas ideas fijas y conductas de tipo obsesivo, como por ejemplo la manía del orden y la limpieza. Y también se llamó manía a lo que hoy, por consenso, es la manía en el campo de la psiquiatría: un síndrome caracterizado, entre otros síntomas, por euforia, excitación psicomotriz y fuga de ideas. Hoy nos queda claro que si bien a todos estos cuadros se suele llamar manías, no son lo mismo. Hasta en nuestro modo coloquial de hablar marcamos una diferencia. De unos decimos que son maniáticos del orden y de la limpieza, y de los otros que están maníacos, re-acelerados. Parece ser que en Alemania el concepto pineliano de alienación mental, como enfermedad única que puede tener presentaciones clínicas diversas, fue aceptado y acuñado con el término de Eintheitpsychose por Zeller (1804-1872). Wilhem Griesinger, discípulo de Zeller, es considerado el introductor de Pinel y de las concepciones de la Escuela Francesa de aquellos tiempos, en Alemania. En 1845, Griesinger publica en Leipzig su “Patología y Terapéutica de las enfermedades mentales”, obra en la que, entre otros temas, se ocupa del “Estado de exaltación Mental (Manía)”. Allí plantea que: “A los estados que Jessen ha señalado con mucha razón, por oposición a la melancolía, como estados en los cuales los enfermos están fuera de sí, nosotros les damos el nombre de manía, y en ésta distinguimos dos formas diferentes, que por otro lado están estrechamente ligadas entre sí, que con frecuencia pasan de una a la otra y que con mucho más frecuencia aún se mezclan y se confunden en proporciones variables, la manía y la monomanía exaltada.” (...) “El enfermo está constantemente en movimiento (palabras, gestos, movimientos del cuerpo en general); habla, grita, es ruidoso, salta etc.; ello es lo que denominamos la manía. O bien, dado que el desarrollo más libre de las fuerzas de la voluntad se acompaña inmediatamente de una gran vanidad, de un sentimiento exagerado de sí mismo y de una fatuidad constante, al intentar explicarse la disposición en la cual se encuentra, el enfermo llega a ciertas ideas delirantes que desde ese entonces dominan su espíritu y se valen de la exageración de la voluntad. (...) El carácter esencial de esta segunda forma, el de la monomanía exaltada, es que las concepciones delirantes y las ideas falsas que provoca el sentimiento de orgullo y fatuidad, y que en consecuencia se relacionan exclusivamente con el enfermo mismo, surgen y se apoderan inmediatamente del yo, y pronto llegan a alienar y a falsear por completo la individualidad”. Por último Griesinger habla de un tercer estado de exaltación mental, al que denomina demencia parcial con exaltación, del que se ocupa en un capítulo aparte, en el que aborda los “Estados de debilitamiento intelectual”. Creo advertir en esto un antecedente importante de lo que, más tarde, para Kraepelin será un criterio diagnóstico fundamental a la hora de separar las aguas de la demencia precoz, por un lado, y la locura maníaco-depresiva, por otro. En los años 1851 y 1854, el psiquiatra francés Jean-Pierre Falret publica dos artículos fundamentales, en los que, al proponer que las monomanías no existen, ataca el corazón mismo de las concepciones de Pinel y Esquirol, generando un punto de ruptura con el alienismo y su idea de la enfermedad mental única, e inaugurando la nueva clínica de las enfermedades mentales, ahora en plural. En ese contexto histórico aparece en escena Karl Kahlbaum (1828-1899) quien, diseñando su propio método, despeja verdaderas entidades clínicas y evolutivas. La manía se corresponde con la fase de excitación de lo que él llama vesanía típica. Nadie usa en la actualidad esta categoría diagnóstica, que en los tiempos de Kahlbaum comprendía a todas las psicosis de larga duración, causadas por un desorden puramente mental. El concepto se oponía al de psicosis orgánicas. Hacia fines del siglo XIX, más precisamente en 1883, un psiquiatra alemán publica la primera edición de su tratado ¿Sabía que ese pequeño libro, que iría creciendo con el tiempo, marcaría a fuego el campo de la psiquiatría, y seguiría influyendo el pensamiento de los psiquiatras hasta la actualidad? Emil Kraepelin (1856-1926) Había pasado por el laboratorio de psicología experimental de Wilhem Wundt, y fue él quien lo motivó a escribir y publicar el Kompendium de Psiquiatría. La repercusión de esta obra en toda Alemania hizo que fuera convocado para ocupar la cátedra de la Universidad de Heidelberg, donde tuvo, entre otros colaboradores, al histopatólogo Alöis Alzheimer, que lo siguió hasta Munich, para continuar investigando en el campo de las enfermedades degenerativas del cerebro. En las primeras ediciones del Kompendium podemos encontrar a la manía en el grupo de los llamados estados de excitación, junto a la melancolía agitada y al delirium; y también la encontramos como manía pura dentro del grupo de las psicosis periódicas. El concepto de manía pura no se menciona tanto en la actualidad, sin embargo era muy importante para los psiquiatras de esa época establecer el diagnóstico diferencial entre una manía pura y el cuadro maníaco de la enfermedad maníaco-depresiva. Este punto de la clínica es trabajado de un modo sencillo y a la vez magistral por Kar Leonhard (1904-1988) en su libro “Clasificación de las Psicosis Endógenas y su Etiología Diferenciada”. Transcribo a continuación un fragmento de Leonhard: “En los maníaco-depresivos la euforia muchas veces pasa a la irritación. También el maníaco puro puede irritarse cuando se topa con resistencia, pero más en el sentido de reacciones momentáneas. Una irritación como componente esencial del estado de ánimo básico contiene una parte depresiva y no existe en la manía pura, mientras que es frecuente en las manías de la enfermedad maníaco-depresiva. El pensamiento queda modificado por la fuga de ideas (Ideenflucht). En los grados leves el enfermo vuelve todavía al tema luego de divagaciones, en los más graves pierde totalmente el hilo lógico a través de asociaciones superficiales (...) La fuga de idea de la manía pura no escala hasta la confusión; las manías claramente confusas pertenecen a la enfermedad maníaco-depresiva (...) Las ideas de grandeza tampoco tienen el carácter de ideas delirantes fijas, sino que cambian de un día para el otro y se adaptan, consecuentemente, al cuadro completo levemente fugaz de la manía pura”. Volviendo a Kraepelin, su pequeño Kompendium va tomando la forma de un voluminoso tratado, y en su interior los casilleros van cambiando de lugar y de forma. En relación al tema que nos ocupa, podemos decir que hacia la quinta edición, la manía queda asimilada, junto a casi todos los cuadros afectivos, al grupo de la locura periódica. Este es un movimiento previo al de la sexta edición, en la que introduce la denominación de locura maníaco-depresiva, concepto que desarrollaré a partir de nuestro próximo encuentro. BIBLIOGRAFIA - Fundamentos de la psiquiatría actual. Prof. Dr. Francisco Alonso-Fernández. Tercera edición. Editorial Paz Montalvo. - Enciclopedia Iberoamericana de Psiquiatría. Vidal, Alarcón, Lolas. Editorial Médica Panamericana - Patología y Terapéutica de las enfermedades mentales. Wilhem Griesinger. Ed. Polemos. - Clasificación de las Psicosis Endógenas y su etiología diferenciada. Kar Leonhard. Ed. Polemos - Alucinar y delirar (Tomo I). Autores Varios. Polemos editorial. - Introducción a la psiquiatría. Manuel Suárez Richards (Comp.). Tercera Edición. Editorial Polemos, - Trastornos Bipolares. Akiskal, Cetkovich-Bakmas, García-Bonetto, Strejilevich, Vazquez. Editorial Médica Panamericana.