NECROLÓGICA Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 56 Dr. Carlos González Rodríguez Se ha muerto Chape, nuestro compañero y amigo del alma. Tengo la enorme fortuna de haberlo conocido y tratado desde que ambos éramos niños. Los dos íbamos al Colegio del Pilar, en la calle Castelló, de Madrid, y allí Chape era el rey. Era listo y rápido, regular estudiante, simpático como las pesetas, ágil y fuerte, delgadito y nervudo, y jugaba al fútbol como nadie; era un campeón. Como es natural, era el capitán del equipo del colegio, que llevó hasta la cima. En los recreos, que jugábamos con una pelota dura de cuero, en un patio de tierra, lo recuerdo con sus pantalones “nicker”, que entonces llevábamos casi todos, lleno de polvo, despeinado y, como siempre, sonriente, entrar en clase, en filas de a dos, charlando con los de su derredor, pese a la prohibición de hacerlo. A Chape le conocía todo el mundo; popular como ninguno, amigo de sus amigos, fiel a sus principios y bueno en esencia, porque Chape era bueno sin quererlo y sin saberlo, y su presencia daba al grupo que en aquel momento le acompañaba, alegría y tranquilidad. Terminado su Bachillerato empezó la carrera en Madrid, en el antiguo San Carlos, y sus escarceos con el deporte del fútbol. Su padre, Presidente del Atlético de Aviación, luego de Madrid, le estimulaba y llegó a jugar con aquel equipo. Le retrasó en la terminación de sus estudios, pese a su verdadera afición y vocación a la Medicina. En cuanto fue médico entró a formar parte de mi equipo y, desde entonces, mañana, tarde y noche (teníamos muchas urgencias), estuvimos codo con codo, sorteando juntos todos los baches de esta vida, primero en San Carlos, con el Prof. Martín Lagos, después en La Paz y después en el Ramón y Cajal. Chapete era trabajador, muy trabajador. No tenía horas, siempre conforme y siempre perfeccionista con todo lo que hacía. Su afición a la Traumatología, al “hueso roto”, como él decía, era casi patológica. Le gustaba muchísimo más que el “hueso torcido”, como él titulaba a la Cirugía Ortopédica. Mecanicista y admirador de la osteosíntesis, que dominaba teórica y prácticamente, tenía una especialísima devoción por Kuntschner. Tanto es así que muchos de sus amigos le llamaban, en broma, con ese nombre. Ordenado y sistemático, todos recordamos sus famosos ficheros de diapositivas en los que guardaba celosamente la enorme cantidad de fracturas que a lo largo de su vida pasaron por sus manos o por las del equipo, clasificadas y actualizadas, constante y diariamente. Fumador empedernido, siempre, en cuanto podía, con su cigarrillo rubio en la boca, fueron toneladas de tabaco las que pasaron por sus pulmones, hasta que estos empezaron a quejarse y a desarrollar un enfisema de tal categoría que le llevó a la tumba. Sus últimos años prácticamente encerrado en su casa, con su oxígeno, pero siempre alegre y contento, y deseoso de charlar un rato con sus compañeros que le amaban y le visitaban con frecuencia. Vivía con sus diapositivas y sus recuerdos, alegre y charlatán y, desde luego, conocedor de su triste final. Chape se había casado con M.ª Carmen, “la rubia” como él la llamaba, y tuvo solamente hi- Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. NECROLÓGICA jas, que adoraba con pasión y llegó, dada la precocidad de su matrimonio, a ser bisabuelo. Católico, apostólico y romano, cumplidor y serio, confiaba como los elegidos en un Dios eterno y amigo, comprensivo y cercano. Todos los que le conocisteis le quisisteis, familia, amigos, enfermos, estoy convencido que recordaréis su atractiva y franca personalidad discutidora y amable, fuerte y razonable, irónica y sensible. Para todas vosotras Mari Carmen, su mujer, y Mari Sol, Mari Carmen, Emi, Cristina, Asun, sus hijas, vaya mi recuerdo dolorido por la pérdida que tenéis. A todos sus amigos que lo recuerdan y lo recordarán como algo suyo, me sumo como uno más. Adiós Chapete, adiós Chape, adiós D. Carlos, adiós Dr. González Rodríguez, vete en paz y desde el otro lado recuerda que has dejado un rastro de amor y amistad, en todos los que te conocimos. Prof. Palacios Carvajal 57