Del rejuvenecimiento al envejecimiento o viceversa. Chile y América Latina 1950-2015 Rodrigo J. Rivero Cantillano Seminario estudiantes Doctorado en Historia Económica Universidad de Barcelona 7 de Mayo 2015 Versión preliminar. No citar sin permiso del autor. 1. Introducción El envejecimiento demográfico consiste en un cambio en la estructura de edad. Se trata de un cambio, en términos relativos, fundamentalmente de personas jóvenes o en edad avanzada (Díaz, 1998:2). A diferencia del envejecimiento biológico que experimentan las personas, el envejecimiento demográfico es reversible, dando espacio a periodos de rejuvenecimiento, especialmente en momentos de rápido crecimiento de la población. En la actualidad, el envejecimiento es una dinámica generalizada entre los países más desarrollados, y se espera que en el futuro próximo se extienda a nivel global. En este sentido, en las últimas décadas el envejecimiento ha dominado el debate en torno a la relación entre estructura y sus implicancias sociales y económicas. El análisis de las grandes tendencias de cambio demográfico, y concretamente del cambio en la estructura de edades de la población se ha realizado habitualmente sobre la base de la dimensión cronológica de la edad, es decir, una perspectiva biológica, que cuenta el número de años vividos desde el nacimiento. En este trabajo proponemos una visión complementaria, la dimensión prospectiva, la que considera las importantes mejoras en la esperanza de vida – en adelante EV- a lo largo de la Transición Demográfica1 – en adelante TD-, y que hacen que la edad cronológica adquiera un nuevo significado. 1 Ver Thompson (1929), Notestein (1945), Chesnais (1986), Weeks (1984), Lee (2003). Para América Latina Ortega Ordóñez y Villamarín (2010). 1 El objetivo de este trabajo es en primer lugar, describir los factores que han estado detrás de los periodos de rejuvenecimiento y envejecimiento a lo largo de la transición demográfica en Chile. En segundo lugar, ofrecer una nueva perspectiva del envejecimiento que considere las mejoras en la EV desde 1950 hasta 2015. Además ofreceremos una imagen de lo que puede ser el envejecimiento en el futuro cercano, hasta 2050. Por último, analizaremos la situación del envejecimiento en América Latina bajo esta nueva perspectiva para el mismo periodo. 1.2. El envejecimiento en la literatura El estudio de la estructura de edades de la población tiene su origen en un conjunto de trabajos que tratan de establecer al cambio en la estructura de edades de la población como el principal factor demográfico que afecta al desarrollo social y económico. En un trabajo seminal Hoover y Coale (1958), sobre la base de las experiencias de México e India, indican que la estructura de edad puede influir en el proceso de desarrollo social y económico de los países. Tras este primer acercamiento, el enfoque asentó sus raíces durante los setenta, gracias a los trabajos realizados por Leff (1969 y 1971), Gupta (1971), Goldberger (1973), Kelly (1973), Arthur y McNicoll (1977), en torno a las implicancias económicas de las altas tasas de dependencia demográfica. Posteriormente, se agregó al análisis los efectos sobre el capital humano, trabajos en esta línea tenemos a Higgins y Williamson (1997), McMillan y Baesel (1990), Andersson (1998), Persson (1998), Lindh y Malmberg (1999), Brander y Dowrick, (1994), seguido por Bloom y Williamson (1997), Bloom et al. (2003) y Reher (2011). Recientemente el envejecimiento de la población ha dominado el debate en torno a las consecuencias de la TD. El interés se debe fundamentalmente a los importantes cambios sociales y económicos, donde la estructura de edades de la población juega un rol central, Doyle et al. (2009), Dyer (2006), Wolf y Amirkhanyan (2010), Spijker y Maclnnes (2013). A diferencia de los países más desarrollados, en Chile, al igual que en la mayor parte de América Latina el envejecimiento es un tema reciente. La mayoría de los países posee en la actualidad una estructura poblacional joven, aunque envejecen rápidamente, por lo que se ha convertido en una preocupación con vista en el mediano plazo, Peláez (1982) Chesnais (1990), Chackiel (2000, 2004), Serra y Lora (2000), Del 2 Popolo (2001), Guzmán (2001), Rivadeneira y Villa (2003), Palloni et al. (2005), Bixby et al (2011), Saravia (2012). Y específicamente en Chile, Mesa (2003), Cerda (2008), Brenes-Camacho (2009), Donoso (2009), Villalón y Vera (2012). Por otro lado, pese a la elocuencia del concepto de envejecimiento, implica una gran complejidad en su definición. Generalmente los 65 años es la edad a las que las sociedades con algún tipo de sistema de bienestar han fijado como la frontera entre el fin de la adultez y el inicio de la vejez. Se ha considerado como la edad legal a partir de la cual los trabajadores en activo pueden retirarse del mercado de trabajo, pudiendo obtener una retribución económica por lo que le quede de vida, independientemente de cual sea su esperanza de vida2. Recientemente, se ha redefinido el concepto de envejecimiento, mezclando dos dimensiones de la edad, la cronológica o retrospectiva, que corresponde a los años vividos desde el nacimiento, y otra prospectiva, basada sobre la EV de las personas. Entre los trabajos que han sentado las bases de esta nueva perspectiva están los de Sanderson y Scherbov (2005, 2007 y 2010), donde toman en consideración las mejoras en las expectativas de vida y las ganancias en años de vida gracias a la reducción de la mortalidad en todas las edades, para elaborar nuevos enfoques sobre el envejecimiento. 1.3. La dinámica de cambio en Chile antes y después de 1970 Las primeras décadas del siglo XX chileno, desde una perspectiva demográfica, fueron una continuación del siglo anterior. Los altos niveles de natalidad fueron compensados por los altos niveles de mortalidad, coincidiendo con el típico esquema antiguo o premoderno de crecimiento. No fue hasta la década de 1920, En el Artículo 27 del Convenio C102 de la OIT de 1952 se señala "La edad prescrita no deberá exceder de sesenta y cinco años”. Por su parte en el caso específico de Chile en 1924 comenzaron a funcionar la Caja del Seguro Obrero Obligatorio y la Caja de Previsión de Empleados Particulares, seguidas muy prontamente por la Caja de Empleados Públicos. Instituciones que aseguraban al beneficiario atención médica, pensión de invalidez y una jubilación a partir de los 65 años de edad. Con la reforma de 1952, se crearon el Servicio del Seguro Social y el Servicio Nacional de Salud, ambos dependientes de las contribuciones de los afiliados al sistema de previsión social. Asimismo, el régimen de reparto fue aplicado también a los empleados particulares y, en el caso específico de obreras y empleadas, se les dejó de exigir un número de años de servicio y se rebajó a 60 años la edad de jubilación. Este sistema persistió, con ciertas modificaciones, hasta inicios de la década de 1980. 2 3 con la irrupción de la TD, cuando se experimentó un descenso en las altas tasas de mortalidad que padecía la población chilena. Sin embargo, la tendencia se consolidó durante la década de 1930, tras superar los estragos producidos en la mortalidad atribuibles a la mayor crisis económica conocida por el país hasta aquel entonces (INE, 2008). La llegada de la década de los treinta, trajo consigo un periodo conocido en la historiografía chilena por los grandes cambios que se produjeron. Como es de esperar, la población chilena no resultó inmune a tales cambios, sino más bien, fue la protagonista del mayor proceso de cambio estructural por el que había pasado el país desde la independencia. Entre 1930 y 1970, el país presenció cambios sustanciales en la estructura económica, social, política y demográfica, que en general se sintetizan en la expansión de la industria en la economía nacional, la expansión de la actividad del gobierno, la intensificación del proceso de urbanización y el extraordinario crecimiento demográfico, que llevó al país a duplicar su población, pasando de 4,5 millones de habitantes en 1930 a 9,5 millones en 1970 (Veliz, 1965:121)(Meller, 1998:59). Los efectos de estos intensos cambios sobre la estructura de la población chilena no se hicieron esperar. En 1930 las personas entre o y 14, alcanzaban un 37% de la población. Durante las décadas siguientes el país atravesó por un proceso de rejuvenecimiento que lleva a incrementar la proporción de este grupo frente al total de la población, alcanzando en 1970 el 39% de la población total. Al igual de como ocurre actualmente en muchos países en desarrollo, entre 1930 y 1970 grandes proporciones de población se concentraban en edades jóvenes. La edad mediana de la población –en adelante EM- se situaba ligeramente sobre los 20 años y durante todo este periodo en torno al 75% de la población no alcanzaba los 40 años de edad. La década de 1970 marca un punto de inflexión en el patrón de cambio demográfico observado durante los cuarenta años precedentes. Durante esta década se consolida el declive en los niveles de fecundidad comenzado en la década anterior, iniciando la segunda fase de la TD chilena. La confluencia de esta nueva dinámica con cada vez menores niveles de mortalidad, hicieron que el rejuvenecimiento diera paso al incipiente envejecimiento, el cual se ha intensificado con el pasar de los años. Desde 1970 hasta hoy, la población 4 comprendida entre los 0 y 14 años redujo casi la mitad su proporción, pasando del 39% en 1970 al 21% en 2012, mientras que el grupo que abarca la población de 65 y más años casi se ha duplicado, pasando del 5% al 9,5% en el mismo periodo3. Los cambios en la edad mediana de la población nos proporcionan una imagen cónsona con los cambios estructurales que ha experimentado la población chilena en el transcurso de la TD, (véase gráfico 1). Gráfico 1: Edad mediana de la población chilena 1950-2015 Fuente: elaboración propia a base Celade (2013) Se puede ver el significativo contraste en la trayectoria seguida por la EM entre la primera y la segunda fase de la TD. En un primer momento, se evidencia el rejuvenecimiento de la población chilena, disminuyendo su EM desde los 22.2 años en 1950 a los 20 años en 1965. Tras este periodo de rejuvenecimiento, y coincidiendo con el inicio de la transición de fecundidad, la población chilena entró en un proceso de envejecimiento, el cual se ha intensificado con el tiempo, posicionando la EM en los 33,7 años en 2015. 3 Datos en Censos de Población 1970, 2002 y estimaciones oficiales de población 2012 INE. 5 2. Factores demográficos de rejuvenecimiento y envejecimiento en la transición demográfica chilena Tanto el rejuvenecimiento como el envejecimiento, son dinámicas que se dan dentro del proceso de TD. Primero, la drástica reducción de la mortalidad a edades tempranas, junto con el aumento de la fecundidad, luego, tras la década de 1970, la confluencia de un notable descenso de la mortalidad a edades avanzadas, y un significativo descenso de la fecundidad, han dado origen a los cambios presenciados en la estructura de la población chilena. 2.1. Cambios en la fecundidad El descenso o el aumento de la natalidad implican automáticamente una reducción o un ensanchamiento en la base de las pirámides de población, erigiéndose en la causa principal y más relevante de la rapidez con la que los fenómenos de rejuvenecimiento y envejecimiento se han producido. Las fluctuaciones en el mayor o menor número de nacimientos no sólo se deben al mayor o menor cantidad de hombres y mujeres en edad reproductiva. Detrás de los cambios en el número de nacimiento subyace la fecundidad; el número de hijos por mujer en edad fértil. A lo largo de la historia, los cambios en la fecundidad han estado influenciados por una madeja en la que se entremezclan factores socioculturales y socioeconómicos, además de las puramente demográficas. Es por ello que a pesar de que éste es el momento histórico en el que una mayor proporción de individuos por cohorte alcanzan las edades reproductivas, al mismo tiempo, también es el momento en que la fecundidad ha alcanzado su nivel más bajo. En la historia demográfica de Chile desde mediados del siglo XX se observan al menos dos tendencias significativas de cambio en la fecundidad. Entre 1950 y 1965 la tendencia de la tasa global de fecundidad experimenta un crecimiento desde 4,9 a 5,5 hijos por mujer en edad fértil. Posteriormente el inicio de la transición de fecundidad en los años 1960, hizo bajar rápidamente este indicador, situándose en los 2,2 hijos en el final del siglo XX. Una reducción del 66% en casi cuarenta años, situándose desde el inicio del siglo XXI por debajo del nivel de reemplazo. De esta manera la década de 1960 marca un punto de inflexión en la tasa global de fecundidad. 6 Gráfico 2: Tasa global de fecundidad 1950-2015 Fuente: elaboración propia a base Celade (2013) Los cambios en la tendencia de fecundidad han tenido un impacto importante en el crecimiento de la población joven. Al igual como sucede con la fecundidad, entre los censos de 1952 y 1960 la población joven de 0 a 15 años alcanzó su mayor ritmo de crecimiento, con una tasa intercensal 3,2% anual, siendo para el total de población de 2,4%. Tras este record de crecimiento de la población joven, se redujo el ritmo de su crecimiento de forma significativa, cediendo protagonismo frente a los otros grupos etarios. El impacto de la fecundidad en la estructura de la población es apreciable en el índice de Friz, el cual tras un breve, aunque intenso rejuvenecimiento, da paso a un prolongado e intenso envejecimiento4, (véase gráfico 3). El índice de Friz hace referencia al grupo de población de 30 a 49 años en relación porcentual con la de 0 a 19 años. Este indicador permite señalar, a través de tres umbrales, la condición de una población como joven, madura o vieja. Los límites de esta proporción son de 160 para la población joven y de 60 para la población vieja (Ortiz y Mendoza, 2008;83). 4 7 Gráfico 3: Índice de Friz y tasa global de fecundidad 1950-2015 Fuente: elaboración propia a base Celade (2013) Para el futuro se espera que la fecundidad siga disminuyendo, intensificando el proceso de envejecimiento, y haciendo que la población mayor de 65 años adquiera un mayor protagonismo en la estructura de edad de la población chilena. 2.2. El retroceso de la mortalidad: ganancias en años de vida y longevidad El retroceso de la mortalidad desde la década de 1930 hasta hoy ha sido constante5. No obstante, a través del tiempo se han producido cambios importantes en el perfil de los óbitos, influenciando el impacto de la mortalidad sobre la estructura de edad en el largo plazo. En los primeros años desde el comienzo de la transición de mortalidad, el descenso de las muertes entre los menores de un año, elevó considerablemente la EV del conjunto de la población, pero también tuvo efecto sobre proporción 5 Ver Mesa (2003) 8 de niños y jóvenes respecto a la población total, contribuyendo junto con el aumento de la fecundidad a la coyuntura de rejuvenecimiento. En un contexto de baja fecundidad y baja mortalidad infantil, el aumento de la EV se produce por la disminución de la mortalidad en el resto de edades, la consecuencia, esta vez sí, es el envejecimiento demográfico. El aumento de la sobrevivencia de los menores de un año tuvo un gran impacto en la EV al nacer, la que pasó de 39 a 73 años entre los censos de 1930 y 1992. Una vez superado con éxito la mortalidad en la infancia temprana las probabilidades de llevar una vida longeva aumentan considerablemente. Cada año de incremento en la EV significa potencialmente años de vida ganados. La descomposición de la EV por edades nos enseña cómo las mejoras de las expectativas de vida a distintas edades contribuyen al mejoramiento de la EV total. En este sentido, podemos observar cómo el patrón de ganancias de EV por edades ha cambiado considerablemente a lo largo del tiempo, pasando desde un esquema conducido principalmente por la mortalidad infantil hacia otro en donde las contribuciones se concentran en edades avanzadas, (véase gráfico 4). Este proceso es una carácteristica escencial de la TD vista en el largo plazo. En las primeras etapas de la TD donde la mortalidad y sobre todo la mortalidad infantil son muy elevadas, las mejoras en las condiciones de vida se hacen sentir entre los más jóvenes, mientras que en las etapas más avanzadas, habiendo ya reducido los niveles de mortalidad y fecundidad de forma generalizada, las ganancias en EV tienden a concentrarse en edades avanzadas. De manera que en medio del trascurso de estos dos esquemas se produce una traslación de los aportes desde los más jóvenes hacia los más viejos. 9 Gráfico 4: Ganancia en EV por grupos de edad y sexo. Chile 1950-2010 3,50 Hombres 3,00 Años de esperanza de vida ganados 2,50 2,4 5,2 6,9 1950s 1960s 1970s 2,00 1,50 1,00 0,50 0,00 -0,50 0,80 Años de esperanza de vida ganados 0,70 0,60 4,0 3,3 1,3 0,50 0,40 0,70 0,60 0,50 0,40 0,30 0,20 0,10 0,00 1 0,30 2 0,20 0,10 0,00 1980s 1990s 0 1-4 5-14 15-64 2000s 65+ 10 3,50 Mujeres 3,00 Años de esperanza de vida ganados 2,50 4,1 5,8 7,4 1960s 1970s 2,00 1,50 1,00 0,50 0,00 1950s -0,50 0,90 0,80 Años de esperanza de vida ganados 0,70 3,2 1,4 3,4 0,60 0,50 0,40 1,20 1,00 0,80 0,60 0,40 0,20 0,00 1 2 0,30 0,20 0,10 0,00 1980s 1990s 0 1-4 5-14 15-64 2000s 65+ Fuente: elaboración propia a base de Celade (2004) 11 Hasta la década de 1980 los mayores aportes en años al aumento de la esperanza de vida, provenían de los de los más jóvenes. Sólo entre los menores de 15 años entre 1950 y mediados de los ochenta se ganaron 9,5 años de los 17,4 ganados entre todas las edades en este mismo periodo. La rápida reducción en las tasas de mortalidad, pero sobre todo, de las elevadas tasas de mortalidad infantil en cohortes cada vez más numerosas, permitió una gran ganancia en un corto tiempo. A partir de la década de 1980 la ganancia total en años se reduce con el pasar de los años. Por otro lado, cambia el perfil de los grupos con las mayores aportaciones, las que pasa a los grupos en edades intermedias, y ya con la llegada del nuevo siglo, se hacen cada vez más importantes en los grupos de edades avanzadas, como sucede en la actualidad. La mortalidad infantil tal vez sea el indicador más sensible a la mejora de las condiciones de sanidad. Pese a los avances, sobrevivir al primer año de vida era el primer desafío para muchos chilenos. A inicios del siglo XX el país poseía una tasa de mortalidad infantil líder en el mundo, pero el impacto de la puesta en marcha de políticas de salud pública, es elocuente6. La tasa de mortalidad infantil pasó de 261 muertes por mil nacidos vivos en 1934 a 78 por mil nacidos vivos en 1970, 3,3 veces menor. No obstante, pese a los esfuerzos por dar más oportunidades de vida a los recién nacidos, los obstáculos eran importantes. Entre 1953 y 1963 los indicadores de mortalidad infantil detienen su descenso y se mantienen aún en un nivel elevado, aumentado su proporción frente a la mortalidad general. Será con la caída de la fecundidad a fines de la década de los sesenta cuando la mortalidad infantil logre descender a niveles menos significativas. No es de extrañar entonces, que pese a que las ganancias de en años de EV son producto de la acumulación de años vividos de forma transversal a través de las edades, el declive de los altos niveles de mortalidad infantil en cohortes de mayor tamaño producto del aumento en la fecundidad, tengan un mayor peso en la acumulación de ganancias en años vividos, contribuyendo al rejuvenecimiento demográfico previo a la década de 1970. En este sentido, de forma incipiente durante las décadas de los setenta y ochenta, pero consolidado 6 Ver Mesa (2003) 12 a partir de la década del noventa, la combinación de bajas tasas de mortalidad y fecundidad, junto con una mayor EV de los mayores de 65 años, han dado paso al proceso de envejecimiento de la población chilena. Cuadro 1: Evolución de la EV a diferentes edades 19501955 19601965 19701975 19801985 19901995 20002005 20102015 Dif. Abs Dif. Rel % e0 Hombre Mujer Dif. Abs. Dif. Rel. % 52,9 56,8 3,9 7,3 55,3 61,0 5,7 10,3 60,5 66,8 6,3 10,5 67,4 74,2 6,8 10,1 71,5 77,4 5,9 8,3 74,8 80,8 6,0 8,0 76,1 82,8 6,7 8,8 23,2 26,0 2,8 43,9 45,9 73,1 e40 Hombre Mujer Dif. Abs. Dif. Rel. % 28,5 31,8 3,3 11,4 29,1 33,3 4,2 14,4 30,0 34,5 4,5 15,2 32,1 37,5 5,3 16,6 34,9 39,5 4,6 13,1 37,4 42,2 4,8 12,9 38,3 43,4 5,1 13,3 9,8 11,7 1,8 34,5 36,7 55,8 e65 Hombre Mujer Dif. Abs. Dif. Rel. % 11,8 13,7 1,9 16,3 12,4 14,5 2,1 16,7 12,8 15,0 2,1 16,7 13,6 16,4 2,8 20,6 14,8 17,8 3,0 20,6 16,7 19,9 3,2 19,2 17,3 20,8 3,5 20,1 5,6 7,1 1,6 47,4 52,2 81,8 Fuente: elaboración propia a base de Celade (2004) La evolución de la EV muestra mejoras significativas en los últimos 65 años. La EV al nacer creció en 23,2 años entre los hombres y 26 años entre las mujeres. Pese a que los avances están presentes en cada década, más importantes se observan en el periodo anterior a la década de 1980. Por otro lado, al mismo tiempo que se reducen las ganancias durante los primeros años de vida, comienzan a presenciarse ganancias en los grupos de edades intermedias y avanzadas, siendo estos los grupos donde se han dado los principales avances en EV en los últimos treinta años. Con una perspectiva global, tanto el rejuvenecimiento como el envejecimiento han sido procesos habituales en las distintas experiencias de TD, no obstante, a diferencia de la experiencia de los precursores la velocidad y la intensidad en ambos procesos ha tendido a ser mayor entre los seguidores y recientes7. Por David Reher (2004), nos proporciona un excelente marco comparativo de las distintas experiencias de transiciones demográficas a nivel mundial. En él se establecen cuatro categorías en función del momento de inicio en la transición de fecundidad, precursores antes de 1935, seguidores entre 1950 y 1964, rezagados entre 1965-1979 y los recientes, a partir de 1980. Chile es el único país de la región que se 7 13 otro lado, en todos los casos estas dinámicas llevan consigo importantes desafíos sociales y económicos, de lo que podemos inferir que la intensidad en estas dinámicas se relaciona directamente con la intensidad de los desafíos que plantean. 3. Fuentes de información Para realizar el análisis de los cambios demográficos, contamos con la información entregadas por los Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía –CELADE- en sus estimaciones de población desde 1950 hasta 2013 y proyecciones hasta 21008. Desde esta base de datos obtendremos las estructuras de edad de la población. Además, contaremos con las tablas de mortalidad elaboradas por Celade en años quinquenales para el periodo 1950-55 a 2000-05 y proyectándolas para el periodo 2005-509. En la elección de estas fuentes se tuvo en consideración la calidad, el respaldo institucional y la homogeneidad de los criterios aplicados en su elaboración para el conjunto de 20 países latinoamericanos, que nos permiten poder disponer de información comparable desde 1950. 3.1. Metodología Recientemente una nueva perspectiva ha propuesto medir el envejecimiento a través del umbral móvil de envejecimiento. Entre los trabajos precursores en esta línea contamos con Sanderson y Scherbov (2007) y (2010) en el que se propone un nuevo enfoque para medir la edad, forward-looking. El punto central en esta nueva perspectiva es establecer la existencia de dos edades diferentes para cada persona. Por un lado la Edad Cronológica o Edad Retrospectiva, como la medida de los años que cada persona ha vivido. En este sentido todos aquellos que tengan la misma edad ha vivido el mismo número de años. Por otro lado, la Edad Prospectiva, con una perspectiva de futuro, todos aquellos con la misma edad prospectiva tienen por delante la misma expectativa de años por vivir. encuentra entre los seguidores, la mayoría de los países de latinoamericanos se encuentran entre las categorías de rezagados y recientes para más detalles ver Reher (2004:11) 8 9 Para más detalles ver http://www.cepal.org/celade/proyecciones/basedatos_BD.htm Ver Boletín Demográfico Nº74, Celade (2004) 14 El cuadro 2 muestra en forma de diagrama cómo se calcula la edad prospectiva. El panel de la izquierda, la primera columna contiene la tabla de vida de una persona de edad a en determinado año que recibe el nombre de año índice. La segunda columna contiene la EV a esa edad, ambas en el año índice. El panel de la derecha contiene las mismas dos columnas de las tablas de vida pero están presentadas en el sentido opuesto haciendo un efecto espejo. La tercera columna contiene la EV de a pero esta vez en el año estándar10. Por último, la cuarta columna contiene la edad exacta en que en el año estándar poseía la misma EV que en la segunda columna. La edad prospectiva de una persona con edad a en el año índice, es la edad en el año estándar denotada con A, entonces la EV restante de la persona de edad a en el año índice es la misma que una persona de edad A en el año estándar (Sanderson y Scherbov 2007:31). Cuadro 2: Diagrama de determinación de la Edad Prospectiva Tabla de vida del año Índice Edad retrospectiva EV restante A 𝐸𝑉𝑅𝑎í𝑛𝑑𝑖𝑐𝑒 Tabla de vida del año estándar = EV restante Edad prospectiva 𝐸𝑉𝑅𝐴𝑒𝑠𝑡á𝑛𝑑𝑎𝑟 A Fuente: Sanderson y Scherbov (2007:33) Aplicando esta nueva perspectiva obtendremos nuevos indicadores para medir el envejecimiento en Chile, desde 1950 hasta la actualidad, pudiendo proyectar la tendencia hasta 2050. En este sentido, la Tasa de Dependencia de Mayores –en adelante TDM-, se define como el cociente entre la población que ha llegado a la vejez, es decir de 65 años y más, y la población considerada como la población activa, que generalmente abarca a la población entre los 16 y 64 años11. Por otro lado, con base en la perspectiva prospectiva, obtendremos la Tasa de Dependencia de Mayores Prospectiva –en adelante TDMP-, que tiene por numerador la suma de personas que poseen una EV de 15 años y menos, en lugar del total de personas de 65 y más años como sucede con la TDM tradicional (Sanderson and 10 Elección del año estándar ha sido siguiendo el criterio de las tablas de vida de Celade (2004), elaboradas entorno a la ronda censal 2000. 11 ∑𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 65+ TDM = ( ∑ 𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 16−64 ) ∗ 100 15 Scherbov, 2007). Para obtener la TDMP se divide el numerador por el número de personas que tengan 16 o más años de edad y una esperanza de vida de mayor de 15 años12. ∑𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝐸𝑉≤15 ) 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛>15 & ∑𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝐸𝑉>15 𝑠 TDMP = (∑ ∗ 100 De esta forma integraremos la perspectiva prospectiva en el indicador de envejecimiento por excelencia, como es la proporción de personas dependientes mayores por cada activo. 4. Resultados 4.1. El envejecimiento en los indicadores La vejez es una etapa más en la vida del ser humano. A través del tiempo, ha sido interpretada de muchas formas dependiendo del contexto social, cultural, simbólico o incluso económico en el que se analice (Parkin, 2003). Por su parte, el envejecimiento demográfico es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad, pues pese a que hoy en día es normal llegar a la vejez, en el pasado ha sido privilegio de minorías. Es por esta razón que es ahora, dada la envergadura y la amplia difusión que actualmente tiene el envejecimiento, cuando existe mayor expectación en la sociedad La forma más simple de observar el proceso de envejecimiento es observando la evolución estadística de la población a partir de cierta edad aceptada como el umbral a partir del cual se llega a la vejez (Ham, 2000:663). No obstante, recientemente se han abierto nuevas interpretaciones del proceso de envejecimiento que relativizan la forma de definir el umbral de acceso a la vejez, entregándonos una imagen complementaria a la tradicional. 4.1.1. Las dimensiones de la edad En la historia de Chile, nunca la población mayor de 65 años había alcanzado una proporción tan grande como en la actualidad. Por consiguiente, detrás de este aumento, se encuentra la continua mejora de la esperanza de vida. Si en los 12 Alternativamente se puede escoger como denominador a los 20 años como edad mínima en vez de 16, para ajustar por el retraso en la entrada en el mercado laboral por consecuencia de la expansión educativa ∑𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝐸𝑉≤15 TDMP = (∑ ) ∗ 100 ∑ 𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝐸𝑉 ≥20 & 𝑠 𝑝𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝐸𝑉>15 16 cincuenta la EV al nacer era de 52 años entre los hombres y 56 años entre las mujeres, al iniciarse el siglo XXI alcanzó los 74 años entre los hombres y 80 años entre las mujeres. En este sentido, el aumento de la población mayor de 65 es un reflejo de las mejoras en las condiciones de vida desde el nacimiento, pero también a edades avanzadas. Se tiende a pensar que dos personas con la misma edad cronológica se comportan de igual manera sin importar el momento en la historia del que se trate. No obstante, los avances significativos producidos en la EV han tenido importantes efectos sobre el la percepción de la edad, por ejemplo, no significa lo mismo tener 65 años en 1950 que en 2015, pues considerando la esperanza de vida, en el primer caso la expectativa de años que restan por vivir es de 11,76 años entre los hombres y 13,68 entre las mujeres, mientras que 65 años después han aumentado a 17,33 entre los hombre y 20,82 entre las mujeres. En este sentido, la edad puede ser ajustada por la EV al igual que las variables financieras se ajustan por la inflación (Sanderson y Scherbov, 2010:1287). De manera que la edad de las personas, y por extensión la de una población, se compone de dos dimensiones, por un lado, la cronológica, es decir el número de años vividos desde el nacimiento, que también recibe el nombre de retrospectiva, y por otro lado, la prospectiva, los años que quedan por vivir13. Por ejemplo, teniendo en cuenta la dimensión prospectiva, un hombre de 29,6 años en 2000-05 (año estándar), será el equivalente a un hombre de 20 años en 1970, pues ambos poseen la misma esperanza de vida (47,0 años), o en otras palabras, la misma edad prospectiva. En el gráfico 5 se muestra la EM de la población chilena entre 1950 y 2050, y la edad mediana prospectiva –en adelante EMP-. La EM de la población chilena fue de 21 años para los hombres y de 22 años para las mujeres a mediados del siglo XX, presenciando un declive hasta los 19 y 20 años respectivamente en la década de los sesenta. Tendencia que se invierte en la década de 1970, experimentando un incremento sostenido, hasta alcanzar los 28 y 30 años respectivamente al iniciarse el siglo XXI, proceso que se espera siga su curso. 13 Ver Sanderson y Scherbov (2007) 17 Gráfico 5: Edad mediana y Edad Mediana Prospectiva de la población chilena 1950-2050 Fuente: elaboración propia a base de Celade (2004) (2013) La EMP nos proporciona una historia del envejecimiento diferente. Usando el quinquenio 2000-2005 como año estándar, la EMP en el quinquenio 1950-1955 fue de 33 años para los hombres y 36 para las mujeres, muy superior a las edades medianas respectivas. Pero sin duda lo más llamativo es la trayectoria experimentadas por la EMP, que muestra un declive significativo a partir de mediados del siglo hasta principio del siglo XXI. Detrás de este declive, se evidencia un proceso de rejuvenecimiento de la población, que a diferencia del rejuvenecimiento observado en la EM entre 1950 y 1970, los factores que lo originan no son el incremento de la fecundidad o el desplazamiento de grandes cohortes de nacimientos hacia edades jóvenes, sino las sostenidas mejoras en las expectativas de vida, haciendo rejuvenecer a la población desde un punto de vista prospectivo. Incluso se puede afirmar que, una vez que hemos ajustado la edad por las mejoras en la EV, la población chilena es hoy más joven de lo que era a mediados del siglo XX. 18 4.2.2. La edad como el umbral de la vejez Desde un punto de vista demográfico y laboral se considera que la vejez comienza a partir de cierta edad o, mejor dicho, de un cumpleaños específico. Desde mediados del siglo XX, con el desarrollo de los sistemas de seguridad social, se ha identificado el umbral del envejecimiento con la edad de retiro de la actividad económica de las personas, siendo los 65 años la edad límite en el que las personas quedan habilitadas para ejercer el derecho a la jubilación14. Este umbral es, sin duda, la construcción social de una categoría adscriptiva. Corresponde a una delimitación estadística y arbitraria, que no puede contemplar la multidimensionalidad de un estado que depende de muchos factores, en los que la edad por sí sola nada significaría (Chackiel, 2000:10; Aranibar 2001:12). No obstante, es el criterio utilizado por la mayoría de los seguros sociales del mundo para definir la edad a parir de la cual se tiene acceso a los sistemas de prestaciones por vejez15. De esta manera, la vejez, ha adquirido una interpretación por un lado cronológica, la de los años vividos, y por otro lado económica, el fin de la vida activa y el paso a la vida dependiente. Con base en esta perspectiva, la población chilena de la mano con el proceso de envejecimiento demográfico, desde mediados del siglo XX ha venido experimentado un crecimiento constante de la población de 65 y más años, tanto en cifras absolutas como en relativo de la población total. De la mano de las mejoras en la esperanza de vida, sobre todo en edades avanzadas, junto a la baja de la fecundidad, a partir de la década de los 60, crece la proporción de personas de 65 y más años sobre el total de la población, del 4,3% en 1950 al 10,5% del total en 2015. Empero, como hemos visto anteriormente, desde que la EV se ha convertido en el factor principal detrás del envejecimiento de la población, la edad en su sentido cronológico ha perdido su relevancia para medir la carga demográfica asociada a la vejez. Su principal falencia, es que no toma en cuenta las mejoras en la esperanza de vida, atribuyendo la misma condición de vejez a dos personas 14 15 Chile la edad de jubilación se estableció en los 65 años para los hombres y en 62 para las mujeres. Ver Artículo 27 del Convenio C102 de la OIT de 1952 19 de la misma edad en dos momentos distintos sin importar el contexto histórico y demográfico. 4.2.3. Umbral móvil: nueva imagen del envejecimiento Siguiendo a Sanderson y Scherbov (2005) (2007), estableceremos un umbral de envejecimiento móvil a partir de aquella edad exacta a la que las personas cuentan con una EV de 15 años o menos. Este será nuestro nuevo umbral de envejecimiento, que no siempre será los 65 años como sucede con el umbral fijo (Spijker y Maclnnes, 2013:21). Con una perspectiva de largo plazo, podemos notar el cambio en el umbral de envejecimiento. La edad umbral, es decir aquella en que la EV alcanzaba los 15 años se mantuvo por debajo del umbral fijo hasta mediados de los ochenta. La edad creció desde los 62 años a mediados de siglo XX a los 68,2 en 2010-2015. Se espera que para el futuro cercano el umbral de envejecimiento se acerque a los 70 años de edad (véase gráfico 6). Gráfico 6: Umbral móvil. Edad exacta a los 15 años de EV en la población chilena 1950-2050 Fuente: cálculos propios a base Celade (2004) (2013) 20 La discrepancia entre el umbral fijo y móvil ha sido una constante, sólo coincidiendo en la década de los setenta para las mujeres y en la década en los noventa en los hombres. 5. Contando la población dependiente La tasa de dependencia demográfica constituye un importante indicador de los eventuales efectos sociodemográficos y económicos de las transformaciones producidos en la estructura de la población a lo largo de la TD, que pueden abarcar desde la proporción de niños, el retiro de la vida activa o el impacto de la mayor proporción de ancianos sobre las pensiones. Tradicionalmente los grupos de activos y pasivos han sido definidos teniendo en consideración la dimensión retrospectiva de la edad. No obstante, esta conceptualización de los comportamientos de la población, no ha tenido en consideración las mejoras en la EV a lo largo de TD, que están detrás de importantes cambios en los comportamientos de las personas (Sanderson y Scherbov, 2007:48). Por ejemplo, muchas personas mayores de 65 años actualmente prolongan su vida activa más allá de aquel umbral, mientras que a mediados del siglo XX la proporción de personas que alcanzaba este umbral era reducida. Por otro lado, los jóvenes, que cuentan con una expectativa de vida mayor que las generaciones pasadas retrasan su entrada a la vida activa, con el fin de obtener una carrera profesional que les provea mayores rentas en el futuro. De manera que incorporando la perspectiva prospectiva de la edad podemos comprender de mejor forma los cambios en la estructura de edad, las dinámicas de rejuvenecimiento y envejecimiento, así como sus potenciales efectos demográficos, sociales y económicos a lo largo de la TD. 5.1. Tasas de Dependencia de Mayores A la hora de contabilizar la población dependiente adulta con una perspectiva de largo plazo podemos comprobar la existencia de importantes saldos entre los dos umbrales de la vejez. (véase cuadro 4). 21 Cuadro 4: Saldos en umbral móvil respecto a umbral fijo 1950-55 1955-60 196065 1965-70 1970-75 1975-80 1980-85 1985-90 1990-95 1995-00 Años Personas -3,9 -3,2 -2,7 -2,5 -1,9 -1,0 -0,2 0,9 1,8 2,9 130.134 120.140 109.499 113.622 92.071 49.085 9.840 -53.640 -121.656 -223.636 2000-05 2005-10 2010-15 2015-20 2020-25 2025-30 2030-35 2035-40 2040-45 2045-50 Años Personas 4,6 5,1 5,5 5,9 6,3 6,6 6,8 7,1 7,3 7,5 -379.412 -491.540 -635.846 -801.419 -1.031.141 -1.295.501 -1.464.983 -1.530.013 -1.543.699 -1.579.884 Fuente: cálculos propios a base Celade (2004) (2013) Entre 1950 y 1985 el saldo es negativo, el umbral fijo se sitúa por sobre el umbral móvil. Sin embargo, las mejoras en la EV entre los adultos mayores han hecho elevar de forma constante el umbral móvil de envejecimiento, superando al umbral fijo desde mediados los ochenta. De tal manera que cuando el umbral móvil se sitúe por debajo del umbral fijo se sumará toda esa población que no captura el umbral fijo. Y cuando el umbral móvil se sitúe por sobre el umbral fijo se restará toda la población de 65 años o más con una EV superior de 15 años, dejando de contar aquellas personas que pese a que su edad es 65 años su EV es mayor de 15 años. Utilizando el umbral de envejecimiento móvil, la imagen del envejecimiento cambia significativamente. En este sentido, la TDMP muestra una tendencia de envejecimiento entre 1960 y 2010 cuyo declive sostenido, experimenta un cambio en la tendencia durante la primera década de siglo XXI. Detrás de esta tendencia a la baja -que se extendió durante la segunda mitad del siglo XX y la primera década del siglo XXI-, están las mejoras de la EV en edades avanzadas, que ejercen una influencia directa sobre el aumento del umbral móvil. Asimismo se espera que en el futuro aumente la proporción, pero a diferencia de la TDM no será significativo, (véase gráfico 7). 22 Gráfico 7. Chile: TDM y TDMP 1950-2050 Fuente: cálculos propios a base Celade (2004) (2013) La TDM medida de la manera tradicional, es decir, con el umbral de envejecimiento fijo, muestra una tendencia de envejecimiento más o menos estable hasta que durante la década de 1990, punto donde acelera su ritmo, coincidiendo que concuerda con la mejora de la EV a edades avanzadas y la entrada de cohortes más pequeñas en la edad de trabajar. De esta manera, la TDM crece de 7,9% en 1950-1955 a un 21,1% en 2010-2015. Por otro lado, las proyecciones de población muestran un gran crecimiento de la TDM a partir de 2015 hasta 2025, precisamente cuando las cohortes más grandes –aquellas nacidas entre 1945 y 1960- cumplan 65 años. Otra diferencia que llama poderosamente la atención se refiere a los niveles de ambos indicadores. Entre 1950-1955 y 1970-1975 la TDM se sitúa por debajo de la TDMP, debido a que se dejan de contar aquellas personas con una EV menor a 15 años pero que son menores de 65 años. Con lo cual, gracias a la TDMP podemos comprobar que la dependencia por vejez fue muy superior en el pasado, debido a la menor EV en los adultos mayores. Por otro lado, en el periodo 1975-1985 ambos indicadores presentan gran similitud pues la diferencia de saldos entre ambos umbrales es la menor de toda la serie. 23 6. El envejecimiento en América Latina América Latina aún cuenta con una población joven, que envejece rápidamente. Visto en el largo plazo, el proceso de envejecimiento va de la mano de los procesos de TD en la región, proporcionándonos una imagen de gran diversidad de acuerdo con la experiencia de cada país. Siguiendo el esquema de Reher (2004), la mayoría de los países de latinoamericanos se encuentran entre las categorías de rezagados y recientes, es decir que comenzaron su transición de fecundidad durante la segunda mitad de la década de los sesenta o incluso durante la década de los ochenta. En conjunto estos países concentran gran parte de la población de la región, por lo tanto, a escala regional, el envejecimiento es una preocupación relativamente nueva, centrando la atención en el medio plazo dada la rapidez que ha mostrado el proceso en las últimas décadas. Como es de esperar, las poblaciones más envejecidas coinciden con aquellos países que han disfrutado de un mayor nivel de desarrollo a lo largo del siglo XX. Argentina y Uruguay, los dos únicos casos latinoamericanos entre los precursores, son dos ejemplos emblemáticos de poblaciones con un nivel de envejecimiento siempre comparable con los países europeos y situados por encima desde del promedio latinoamericano. La temprana y eficaz inserción en la economía mundial durante la primera globalización, junto con el alto nivel de desarrollo económico alcanzado, hizo que además en la movilidad del capital, estos dos países participaran también de la movilidad de las personas, constituyéndose como países eminentemente receptores de inmigrantes provenientes de Europa, hasta el inicio de la Gran Guerra16. El traslado masivo de personas, y con ellos, sus tradiciones y comportamientos, tuvo un significativo impacto en los países receptores, siendo esta la principal diferencia de estos dos casos que les desmarca del resto de las dinámicas demográficas observadas en la región. A través de la EM podemos observar dos escenarios a escala regional claramente marcados que tienen la década de 1970 como punto de inflexión. Entre 16 Con el inicio de la Iª Guerra Mundial, el flujo transatlántico de emigrantes europeos hacia estos dos países se cortó y ya no volvió a ser el mismo. EEUU se convirtió en el receptor por excelencia. 24 mediados del siglo XX y 1970 existió una marcada divergencia entre, por un lado, los precursores -que envejecen a un ritmo moderado y constante-, y por otro lado, el resto de los países de la región -que pasaban por una dinámica de rejuvenecimiento-. Aunque el rejuvenecimiento tiene un comportamiento diferente, en cuanto a su intensidad y duración, la tendencia fue generalizada, haciendo decrecer el promedio de EM de la población latinoamericana de los 19,9 años para 1950, hasta los 18,5 años en 1965, Sin embargo, a margen de este primer contraste, subyace la existencia de dos grupos claramente marcados, el primero, países que se sitúan en torno al EM promedio de la región o sobre ella, y que convergen rápidamente con los precursores a partir de los setenta, y el segundo grupo, los países que se sitúan por debajo de la EM promedio, que prolongan su rejuvenecimiento hasta los ochenta década de 1980, (véase gráfico 8.a y 8.b.). Gráfico 8.a. EM de países latinoamericanos grupo I 1950-2050 Fuente: elaboración propia a base de Celade (2013) 25 Gráfico 8.b. EM de países latinoamericanos grupo II 1950-2050 Fuente: elaboración propia a base de Celade (2013) En términos estructurales, los cambios más grandes, se han producido en aquellos que han pasado desde un intenso rejuvenecimiento al rápido envejecimiento, en pocos años. El índice de Friz nos proporciona una excelente perspectiva de forma sintética de la tendencia y los momentos del cambio en la estructura de edad. Por otro lado, nos brinda una imagen nítida del contraste entre las distintas experiencias de cambio estructural entre los países de la región, siendo de los más grandes aquellos que se dan al comparar las experiencias entre los que pasaron por un rejuvenecimiento intenso, y por otro lado, los precursores, que mantuvieron su estructura relativamente sin cambios, (véase gráfico 9). 26 Gráfico 9: Índice Friz en países seleccionados 1950-2025 Fuente: elaboración propia a base de Celade (2013) 6.1. El envejecimiento de América Latina en perspectiva prospectiva En América Latina la TD se transformó en una dinámica generalizada durante las últimas décadas del siglo XX. La experiencia de la región se caracteriza por su rapidez, pasando en pocos años de una transición incipiente a una fase avanzada (Chakiel, 2004:12). El cuadro 5 muestra el cambio en la estructura de la población de los países latinoamericanos a través de la EM y la EMP17. La población de masculina de Paraguay fue más joven de la región a mediados del siglo XX, con una EM de tan solo 15,5 años para los hombres, mientras que respecto a las mujeres es República Dominicana cuenta con las mujeres más jóvenes con una EM de 16,2 en el mismo periodo. En términos de EMP, Paraguay tanto en hombres como en mujeres poseía más baja dentro de la región, con 19,3 años para los hombres y en las mujeres 21,6 años para las mujeres. A lo largo del siglo XX el aumento de ambas edades será lento, lo que posicionan a Paraguay entre los países más 17 Sobre la base de las tablas de vida elaboradas y publicadas por Celade en Boletín demográfico Nº74 (2004), corresponden a tablas de periodo. En el Cuadro 3 se estableció como año estándar al quinquenio 2000-2005 de cada país. 27 jóvenes de la región aún en la actualidad, junto con Bolivia y los países centroamericanos. Por otro lado Cuba es el país que experimenta los mayores cambios, tanto en su EM como en su EMP. A mediados del siglo XX, la EM de la población cubana era de 22,7 para los hombres y 21,9 para las mujeres, incrementándose hasta los 30,7 y 39,9 años respectivamente en 2010-2015. El caso cubano corresponde al proceso de envejecimiento más rápido que se ha dado en la región. Si bien a mediados del siglo XX la población cubana no se encontraba entre los países más jóvenes de la región, con una EM similar a la de Costa Rica o Chile, el rápido envejecimiento a lo largo del siglo XX le ha llevado a ser el país con la mayor EM dentro de la región en la actualidad, superando incluso a los países que históricamente han tenido una trayectoria más antigua en el envejecimiento. Además de los factores habituales que se encuentran detrás del envejecimiento, en Cuba se añade el intenso proceso migratorio por el que ha pasado, repercutiendo en la intensidad del envejecimiento desde la década de los ochenta en adelante18. Desde la perspectiva prospectiva podemos ver la historia del envejecimiento con una dimensión complementaria. Argentina y Uruguay, los dos casos precursores de la región, con las poblaciones de mayor EM, experimentaron un descenso en su EMP durante la segunda mitad del siglo XX. Sobre la base de la EMP no podemos considerarlos como ejemplos excepcionales de población envejecida en la región. En este sentido, son una muestra de cómo la perspectiva prospectiva contribuye al enriquecimiento de la historia del envejecimiento en la región cuando integramos la mirada retrospectiva y prospectiva. 18 Por lo general países con alto nivel de envejecimiento, debido a su nivel de desarrollo, han sido atractivos para inmigrantes. Por el contrario, desde la década de 1960, Cuba presenta un saldo migratorio negativo, lo que vendría a significar un factor añadido al proceso de envejecimiento, y centra la preocupación en el futuro, ver Urrutia (1997) 28 Cuadro 5. Edad Mediana y Edad Mediana Prospectiva, América Latina 1950-2015 1950-1955 Edad Mediana Edad Mediana Prospectiva* 1960-1965 Edad Mediana Edad Mediana Prospectiva* 1975-1980 Edad Mediana Edad Mediana Prospectiva* 1995-00 Edad Mediana Edad Mediana Prospectiva* 2010-15 Edad Mediana Edad Mediana Prospectiva* Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Argentina 26,2 25,6 31,6 33,2 26,9 27,0 31,1 32,2 26,6 27,8 29,8 31,5 26,3 28,4 26,7 29,1 29,6 31,6 28,0 30,0 Bolivia 18,8 19,3 29,3 29,9 18,3 18,8 27,0 28,0 18,1 18,8 23,6 25,1 19,2 20,2 20,0 21,2 21,8 22,9 19,9 20,9 Brasil 18,7 19,3 26,9 32,0 18,1 18,5 23,0 28,1 19,7 20,0 21,3 26,4 24,0 25,1 25,1 26,1 29,1 30,8 27,0 29,1 Chile 21,4 22,5 34,0 36,0 21,2 22,5 29,2 29,6 21,2 22,5 29,2 29,6 28,8 30,5 28,8 30,5 32,0 33,9 30,9 32,7 Colcombia 17,8 18,6 28,2 31,3 16,2 17,1 22,7 26,2 17,9 18,7 22,1 24,6 22,4 23,9 23,8 24,6 26,4 28,3 25,5 27,2 Costa Rica 20,8 20,3 31,3 33,3 17,4 17,3 24,3 26,4 19,3 19,4 24,3 24,8 23,9 24,4 24,7 25,1 29,1 29,6 28,1 28,5 Cuba 22,7 21,9 31,9 32,3 22,6 22,5 28,4 29,4 22,8 23,2 24,9 25,7 30,9 31,6 31,4 32,1 38,7 39,9 36,8 37,9 Ecuador 19,5 20,3 32,9 36,1 17,9 18,5 26,3 30,0 18,3 18,7 24,3 26,8 21,9 22,5 22,9 23,8 25,2 26,3 24,3 25,2 El. Sal. 17,9 18,7 30,5 34,5 16,7 17,6 24,1 27,8 16,5 17,5 26,7 22,2 19,0 21,4 19,7 22,3 22,2 25,4 20,7 23,8 Guatemala 17,3 17,5 29,4 35,1 17,1 17,2 26,1 30,7 17,2 17,4 22,9 25,5 16,9 18,0 19,3 19,8 18,5 20,2 17,2 18,9 Haití 19,4 20,7 28,1 33,4 19,1 20,1 25,9 27,4 18,6 19,6 22,8 24,4 18,3 19,4 19,7 21,0 21,5 22,7 18,3 19,2 Honduras 18,0 18,6 33,4 35,8 16,5 16,9 28,7 30,4 16,1 16,4 23,4 24,6 17,7 18,2 18,4 19,0 21,3 22,2 19,3 19,9 México 17,7 18,8 30,5 32,1 16,4 17,2 24,7 26,4 16,7 17,4 23,5 22,8 21,2 22,9 21,8 23,6 25,0 27,8 23,2 26,2 Nicaragua 17,1 18,4 32,0 33,7 15,4 16,3 26,0 28,3 16,0 16,5 21,1 22,0 17,8 18,6 19,0 19,9 22,2 23,4 20,2 21,1 Panamá 18,8 18,4 29,6 32,2 18,0 17,8 24,3 26,9 18,0 18,0 22,2 24,1 23,4 23,9 24,2 24,6 27,2 27,8 26,6 26,6 Paraguay 15,5 17,2 19,3 21,6 15,4 16,8 18,6 20,5 16,8 17,5 19,6 20,8 19,9 20,1 20,9 21,0 23,5 23,9 22,1 22,3 Perú 18,8 19,1 30,6 32,8 18,0 18,4 27,5 29,4 18,3 18,7 23,2 24,6 21,9 22,5 22,7 23,4 25,8 26,6 24,3 24,7 Rep. Dom. 17,1 16,8 27,8 29,1 15,8 15,7 22,5 24,0 17,7 17,6 20,9 21,9 21,8 22,1 22,7 23,1 25,1 25,9 24,0 24,1 Uruguay 28,0 27,9 32,9 33,9 28,6 29,2 32,0 33,7 28,9 30,8 31,9 34,3 29,3 32,5 30,0 33,2 32,9 35,9 30,5 33,8 Venezuela 17,9 18,2 27,4 29,8 16,9 17,0 23,2 25,2 18,5 18,8 22,5 22,5 22,3 23,0 23,2 23,6 26,4 27,2 24,9 25,7 Fuente: cálculos propios a base Celade (2004) (2013) Año Estándar 2000-2005 29 6.2. La tasa de dependencia La tasa de dependencia adulta muestra un crecimiento constante desde la década de los noventa hasta la actualidad. A mediados del siglo XX la proporción de personas que cruzaban el umbral del envejecimiento eran pocas y con un ritmo constante, en torno al 5% de la población. No obstante, como hemos visto anteriormente, utilizar los 65 años como umbral fijo de la vejez ha demostrado ser una definición de la vejez arbitraria en el pasado y anacrónica en el presente. En este sentido, las mejoras en la EV a lo largo de TD, y sobre todo, las producidas en edades avanzadas han tenido efectos sobre el comportamiento de las personas, siendo necesario integrar estos cambios a la perspectiva con la cual analizamos el envejecimiento, (véase cuadro 6). Cuadro 6. Umbral móvil de envejecimiento países seleccionados 1950-2050 1950-55 1955-60 196065 1965-70 1970-75 1975-80 1980-85 1985-90 1990-95 1995-00 2000-05 2005-10 2010-15 2015-20 2020-25 2025-30 2030-35 2035-40 2040-45 2045-50 Argentina Brasil Chile C. Rica Cuba Uruguay 62,0 63,0 62,7 62,9 63,3 63,7 64,3 64,7 65,5 66,3 66,9 67,6 68,2 68,9 69,4 69,9 70,2 70,8 71,1 71,4 60,7 61,8 62,7 63,5 64,0 64,4 62,7 64,3 65,8 67,2 68,2 68,9 69,5 70,0 70,4 70,8 71,2 71,5 71,8 72,0 61,1 61,8 62,3 62,5 63,1 64,0 64,8 65,9 66,8 67,9 69,6 70,1 70,5 70,9 71,3 71,6 71,8 72,1 72,3 72,5 61,2 62,5 63,6 64,1 64,5 65,3 66,3 67,3 68,3 69,3 70,0 70,5 70,9 71,2 71,5 71,7 72,0 72,2 72,3 72,5 61,5 62,4 63,4 64,3 65,6 67,0 67,5 67,7 67,7 68,3 68,7 69,8 70,5 71,0 71,3 71,7 72,0 72,2 72,4 72,5 62,8 63,1 63,9 64,0 64,1 64,4 64,9 65,1 66,0 67,0 67,6 68,4 69,1 69,7 70,2 70,6 71,0 71,4 71,7 71,9 Fuente: elaboración propia a base de Celade (2004) Como podemos ver en el cuadro 4, las trayectorias de los países que actualmente son los más envejecidos de la región, muestran que mientras a mediados de siglo XX el umbral móvil se sitúa debajo del umbral fijo, ha experimentado un crecimiento constante, que ha llevado a que en la actualidad se sitúe por sobre 30 este. Por otro lado, al analizar las proyecciones de población con un perspectiva prospectiva, se espera que este umbral siga ampliándose hasta alcanzar una edad superior a 70 años a mediados del siglo XXI. Sin duda que el envejecimiento producirá importantes desafíos en américa latina, entre las que encontramos el sistema de pensiones o sanitario, no obstante, fijándonos en la perspectiva prospectiva, el envejecimiento deja de ser una preocupación, pues no se prevé un incremento considerable de la TDMP, como sí ocurre con la TDM. Cuadro 7. Tasa de Dependencia Mayor, países escogidos Argentina Brasil Cos. Rica 1950-55 1970-75 1990-95 2010-15 2025-30 2045-50 1950-55 1970-75 1990-95 2010-15 2025-30 2045-50 1950-55 1970-75 1990-95 TDM TDMP 0,07 0,12 0,16 0,18 0,22 0,30 0,06 0,07 0,08 0,11 0,19 0,34 0,09 0,09 0,09 0,08 0,12 0,12 0,08 0,10 0,08 0,09 0,06 0,07 0,05 0,07 0,10 0,11 0,08 0,05 Uruguay Cuba 2010-15 2025-30 2045-50 1950-55 1970-75 1990-95 2010-15 2025-30 2045-50 1950-55 1970-75 1990-95 2010-15 2025-30 2045-50 TDM TDMP 0,11 0,19 0,33 0,14 0,16 0,20 0,22 0,29 0,37 0,08 0,12 0,14 0,20 0,34 0,66 0,04 0,06 0,08 0,14 0,13 0,16 0,09 0,10 0,11 0,10 0,10 0,08 0,08 0,10 0,16 Fuente: cálculos propios a base Celade (2004) (2013) Podemos observar en el cuadro 7, en todos los casos existen diferencias entre la TDM y la TDMP. Mientras que a mediados del siglo XX la TDMP es mayor que la TDM, tras la década de los setenta la situación se invierte, producto de la mayor longevidad, que sitúa al umbral del envejecimiento por encima de los 65 años. 7. Conclusiones A través de la evolución de la estructura de edades de la población chilena, podemos comprobar que tas la década de 1970 comienza un incipiente envejecimiento. Con el descenso de la fecundidad y la mejora en la EV a edades avanzadas se intensifica el proceso de envejecimiento a medida que avanza la 31 TD. Junto con esto, la entrada en las edades consideradas activas de las cohortes más grandes hacen disminuir la TDM, no obstante, hacia el futuro se espera que crezca. Las medidas tradicionales del envejecimiento de la población como son la EM y la TDM convencional, nos proporcionan una imagen incompleta del proceso de envejecimiento, pues se basan exclusivamente en una mirada retrospectiva de los cambios demográficos. En este sentido, hemos complementado la EM con una perspectiva prospectiva, resultando la EMP, que tiene en cuenta las mejoras en las expectativas de vida en el transcurso de la TD. Además, hemos incorporado esta visión en la medición de la tasa de dependencia demográfica de mayores. A través de la complementariedad de la perspectiva retrospectiva y prospectiva podemos contar con una visión más completa del proceso de envejecimiento por el que atraviesa el país desde mediados del siglo XX. La principal diferencia radica en el umbral que establezcamos como inicio de la vejez. Como hemos podido comprobar desde mediados del siglo XX hasta mediados de la década de 1980 el umbral de envejecimiento móvil se sitúa por debajo del umbral convencional fijado en los 65 años de edad. Esto quiere decir que durante este periodo, la EV restante para la población de 65 años era inferior de 15 años, dando como resultado una TDMP mayor a la TDM convencional. Por otro lado, desde mediados de los ochenta, el umbral móvil supera al umbral fijo gracias a las mejoras en EV a edades avanzadas, convirtiendo al umbral fijo en una medida anacrónica. Gracias a las proyecciones de población y tablas de vida hemos podido proyectar también los indicadores de envejecimiento hasta 2050. En este sentido, importante diferencias asoman hacia el futuro, en la proyección de la TDM y TDMP. Esta última es más optimista respecto a envejecimiento futuro pues mantiene en condición de actividad a importantes contingentes de población que aunque superen los 65 años de edad, tendrán una expectativa de vida restante superior a 15 años. En América Latina, observamos que, salvo las excepciones de Argentina y Uruguay, y al igual que en Chile, el proceso de envejecimiento demográfico fue 32 precedido por el rejuvenecimiento de la población, el que varía en intensidad y duración de acuerdo a las experiencias de la TD. La rapidez del envejecimiento experimentado por algunos países les han hecho converger con los indicares demográficos de Argentina y Uruguay, e incluso superándolos. Con base en la perspectiva prospectiva podemos comprobar que, en los casos latinoamericanos analizados, se cumplen los mismos contrastes entre la TDM y TDMP a lo largo del periodo analizado. Creemos que este enfoque es de gran utilidad para disciplinas como la sociología, la economía y la historia de la población, proporcionando una herramienta para estudiar el ritmo de los distintos eventos del cilio de vida, en especial los relacionados con la vejez, como es el retiro de la vida activa. 33 8. Bibliografía Andersson, B (1998) “Scandinavian evidence on growth and age structure”. Uppsala, Department of Economics, Uppsala University. Aranibar, P. (2001). Acercamiento conceptual a la situación del adulto mayor en América Latina. CEPAL. Arthur, B y G. Mcnicoll (1977). “Optimal Time Paths with Age-Dependence: A Theory of Population Policy”. The Review of Economic Studies, Vol. 44, No. 1 (Feb., 1977), pp. 111-123 Bixby, L. R., Fontana, P. J., & de Población, C. C. (2011). 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