Brevísimo 6. Sexto concurso de microficción Alumnos premiados de la SIE Por tercer año consecutivo, los alumnos de la Sección española han participado en el concurso de microficción Brevísimo, organizado por la Escuela Internacional de Ginebra y la editorial-librería Albatros y, una vez más, muchos de ellos han sido seleccionados y premiados con un diploma y la inclusión de su relato en el libro impreso, dedicado personalmente a cada uno de ellos y obsequiado durante la entrega de premios que tuvo lugar en Ginebra el pasado 23 de abril. A continuación y en orden alfabético de autor, los relatos premiados. JIANA AALA. EL OTOÑO ETERNO SECONDE Justo cuando empezó a pensar que el otoño nunca acabaría, se dio cuenta de que, sobre las numerosas hojas caídas de los árboles de su jardín, empezaban a caer copos de nieve que le abrirían su camino. PAULA BARRIGA CALVO LA INCÓGNITA DEL METRO QUATRIÈME … y cuando miró hacia atrás, vio de nuevo esa sombra sin nombre. Intentó escapar, dobló a la izquierda, entró en el primer metro que vio sin saber a dónde se dirigía, pero la sombra seguía allí, inmóvil. Cuando se dio la vuelta, ya era demasiado tarde. Notó que algo se abalanzaba violentamente sobre ella, y solo pudo ver la luz al final del túnel… FABIEN BORGEY RUA UN VECINO MUY TRANQUILO QUATRIÈME Era un lunes como otro. Después de dejar su coche en el garaje, el vecino subió a su casa. Se puso a hablar con su mujer. Y hablando y hablando, se fue a la cocina y cogió un cuchillo. Empezó a correr detrás de ella. Primero con unas medias intentó estrangularla, pero ella resistía. Entonces, al verla de espalda, agarró bien el cuchillo y le dio diez puñaladas. La mujer se cayó al suelo en medio del comedor. El vecino se fue a la cocina y empezó a preparar su cena. Después de beberse dos o tres botellas y de comer bien, decidió echar una siesta. PIERO CASTAGNOLA ZAMUDIO UN PADRE POR TESTIGO PREMIÈRE No querían dejarme asistir al despegue hasta que se dieron cuenta de que yo era el padre del pilo to que comandaba la nave. Desde la sala de control, los técnicos podían mantener comunicación con la nave. El ambiente era tenso. Todos tenían los ojos fijados en la pantalla que mostraría el despegue. A cero, se encendieron los reactores. Mi hijo y sus compañeros Buz y Michael se alejaron de la tierra. Todos, incluido yo, explotamos de alegría, aunque la misión recién comenzaba. El viaje duró largas horas. Cuando finalmente la nave aterrizó, mi hijo fue el primero en pisar la luna. En aquel momento, supe que ese instante quedaría grabado en la historia. Me llamo Stephen Armstrong y mi hijo, Neil. ABBIE DEER LA CAÍDA SECONDE Me tiré de un acantilado porque mi madre me incitó a hacerlo. Veía el azul oscuro de las profundidades, el viento rozaba mi rostro y el sol calentaba mi cuerpo. Sentí como si mi caída fuera muy larga, eterna, y cuando finalmente iba a tocar el agua, mis alas, se desplegaron y mi cuerpo se levantó, volando y dirigiéndose hacia el sol. Me di cuenta de que mi madre tenía razón: podía volar. GUILLERMO ESCRIBANO EN LA ESQUINA REDONDA DEL UNIVERSO PREMIÈRE La mujer con la mujer esperan, mientras las luces amarillas bailan con el blanco de la pared en un difuminado cielo nocturno. La de la derecha hierve ante la inestabilidad que se les echa encima, mientras que la del extremo sueña con que la noche dure hasta que sea mayor de edad. En la esquina redonda del universo. La ventana de palo con la ventana de astilla observan cómo el creciente sol le cede su luz a la menguante luna para caminar a la misma velocidad. Mientras en la orilla de a acera, el niño se levanta y camina. SARAH PAULINA FALCUCCI ARMA PREMIÈRE Entre mis manos tengo lo que creará o destruirá la humanidad. Arma de destrucción masiva que controla mentes y hombres, su dueño cambiará el mundo cruel que conocemos. Forjada hace tiempos inmemorables, rodeada de oscuridad, escupe su sangre negra y agoniza con cada uno de sus gritos de guerra y rebeldía, esperando despejar nuestros corazones rodeados de tinieblas. Leyendas como Hugo, Voltaire o Alberti, muertos pero nunca olvidados, la utilizaron con sabiduría y reflexión, mientras que Hitler fue su cruel carcelero. Algunos verán un simple bolígrafo, yo veo una espada afilada. ISABEL LANÇON LA ESCALERA INTERMINABLE SECONDE Iba subiendo por la escalera de la felicidad, subía, trepaba, corría a toda prisa por esa escalera. Cada vez más alto pero con la voluntad de llegar más alto aún. Un día, cansado, dejó de subir, se sentó y estaba feliz. LENA PEÑARANDA EL GUANTE ROJO SECONDE Un pobre hombre en la calle a medianoche, en invierno, casi muerto de frío. Casi. Arriba, una vieja y rica señora en su apartamento inmenso. Duerme. El pobre entra en silencio, roba un cuadro sin importancia, para después venderlo, y vuelve a la calle sin problemas. Ha olvidado en el apartamento su guante rojo. Pero la mujer se está levantando, ya no puede ir a buscarlo. Y todo el invierno, el mendigo, sin guante, muerto de frío. CAMILO TRUJILLO DE RIVERO TRASTORNADO TROISIÈME “Las pinturas no se miran. Se observan entre ellas a fin de reflejar las angustias muertas, inmóviles, de sus almas,, que fingen tranquilidad para iluminar mi imaginación vagabunda”. Eso fue lo que él me dijo. Yo no quería. Me cogió, me rasgó, me arrastró. Quebrando mi virginidad, empezó a escribir sobre mí, a escribir formas y colores, a trasformar luz en emociones, a metamorfosear sus sentimientos prohibidos en una sonrisa enigmática… mi sonrisa. Después de haberme humillaron con su arma tenebrosa me dijo, -Buenos días, Mona Lisa. IGNACIO ZANIN LLANOS DAÉSH TROISIÈME No había nada mejor, salir a trabajar cada mañana en algo que le gustaba, el sueño de cualquiera. Aunque las actividades laborales se complicaban, el estado necesitaba producir más para hacer frente a la competencia, sin embargo, sus precios muy bajos les daban la ventaja. Lo administrativo no era lo suyo pero cumplía con cada tarea que le pedía hacer. En ese momento lo llamó su jefe diciéndole que lo necesitaban para grabar un nuevo vídeo. La emoción corría por sus venas. Al llegar se puso su máscara, sacó el cuchillo y empezó a cortar cabezas frente a la cámara.