Antiguo Palacio del Ayuntamiento En diversas ocasiones había pasado, caminando, bajo sus arcos exteriores, había observado los escudos en mosaico de Talavera de las delegaciones del Distrito Federal; pero, la enorme puerta de metal y entre cerrada, con policía de vigilante, nunca me habían invitado a entrar. La semana pasada lo hice... entré, nadie me opuso resistencia, al contrario, me dieron la bienvenida. El Antiguo Palacio del Ayuntamiento, se nos presenta en uno de los perímetros del Zócalo, Plaza de la Constitución, que por cierto el nombre de Plaza de la Constitución lo recibe, según entiendo, de la Constitución de Cádiz. En este edificio se ubican las oficinas del Gobierno del Distrito Federal, en particular las del Jefe del Gobierno y la Secretaria de Finanzas. En el espacio que ocupa, Cortés mandó construir el tercer Ayuntamiento de la Nueva España, el primero fue Veracruz, el segundo el de Coyoacán y éste el tercero. Fue primero el de Coyoacán porque después de la toma de la Gran Tenochtitlán, la ciudad había sido arrasada: diques, puentes, albardones, alrededor de setenta templos en el centro, desaparecieron. El olor a muerte y sangre seca dominaba el ambiente. Cortés decidió asentarse temporalmente en Coyoacán y fundó así el segundo ayuntamiento de la Nueva España. Sus capitanes y demás circulo cercano le insistían que en ese lugar quedase asentado el gobierno de la Nueva España, pero él, con su sentido político, consideró que lo más estratégico sería ubicarlo en el mismo lugar donde estaba el centro de poder y religioso de los Mexicas. El antiguo edificio del Ayuntamiento fue construido en la llamada Plaza Mayor, y tenia funciones administrativas y de justicia de la ciudad. Entre 1527 y 1532 fue levantado, su arquitectura era la de una fortaleza, similar a la lógica constructiva de ese momento, orientada hacia la protección contra los indígenas, que tenían prohibido ubicarse en esa zona. El edificio constaba de una sala de acuerdos, una pieza para el escribano, otra de contaduría, sala de audiencia ordinaria, capilla, sacristía y cárcel. Posteriormente se le fueron agregando otras dependencias: una alhóndiga, casa de moneda, una fundición, la carnicería mayor y las casas que servían de residencia. Sufrió daños provocados por incendios, el peor fue el de 1692, provocado por una turba violenta que reclamaba el precio del maíz, inundaciones, temblores, conflictos armados, ampliaciones, remodelaciones y la aparición del salitre. En 1714 fue reconstruido con el gusto de la época, con arcos y adornos y posteriormente con elementos del neoclásico; quedó atrás la austeridad de los muros anchos y ventanas pequeñas. En 1907, se ordena la reconstrucción completa, la cual queda lista hasta 1928, la obra es llevada a cabo por el arquitecto Manuel Gorozpe. En 1924 se le agrega el cuarto piso. Del edificio original, tan solo quedan los cimientos. Con sus columnas estilo dórico, jónico y corintio, enmarcando sus patios, la escalera central con su balaustrada, el salón de cabildos, sus paredes de mosaicos formando diseños prehispánicos, su fachada exterior adornada de balcones y torres, la colección de retratos de los virreyes de la Nueva España, invita a visitarlo, aunque su sólida puerta de metal entre cerrada y la vigilancia indiquen lo contrario. Comparto con ustedes fotografías que he tomado en mi visita para provocar, cuando tengan un tiempo, o para que se lo den, a visitar este hermoso edificio del Centro Histórico de la Ciudad de México. Emilio Herrera Arce