Una larga historia

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Página 8 Miércoles 8 de mayo de 2013
Miércoles 8 de mayo de 2013
ESCRIBIR TRAS LAS REJAS
La escritura para derrumbar muros
El taller de Fabricio Simeoni, que
se lleva a cabo desde hace más
de tres años en el Instituto de
Recuperación del Adolecente
Rosario (IRAR), les brinda a los
jóvenes allí alojados un espacio
para expresarse. “Estos pibes
poseen una gran necesidad de
ser vistos, escuchados, frente
a una sociedad que los recluye,
los estigmatiza, y los condena a
no tener voz”, dijo el escritor
Leandro Magnabosco
La primera impresión es la ausencia de ventanas; el concreto abunda,
la vista siempre se posa irremediablemente sobre una pared o una reja.
Y el horizonte se suprime, el sol se
filtra sólo por pequeñas rendijas. Los
gritos de los jóvenes comunicándose entre los diferentes sectores son
constantes. Estos retazos de sensaciones aparecen y se reconfiguran
tras una visita al taller de literatura
a cargo de Fabricio Simeoni, poeta,
escritor y periodista, que se desarrolla los miércoles desde hace más de
tres año en el IRAR.
El taller funciona como un espacio en donde los jóvenes se expresan, pueden poner en palabras lo que
les sucede diariamente, como una
manera de evitar el alienamiento por
el encierro. Simeoni es quien oficia
de “organizador” de esa anarquía
que se presenta en el espacio, debido
a la propia dinámica del taller, con
grupos que tienen un carácter de itinerante. Algunos porque son “egresados” (tal como se define internamente cuando los jóvenes dejan la
institución) o porque cada miércoles
varía quienes asisten.
El miércoles cuando concurrió
el cronista de Cruz del Sur estaban
Víctor, Alejandro y Cristian, tres
jóvenes “alojados” en el IRAR, dos
“brigadistas” extranjeras en el marco de un programa de la Comunidad
Europea Ayme, del País Vasco
(España); e Hilaria, de Nápoles
(Italia), varios estudiantes de derecho, el “acompañante juvenil”
Mauro Testa, y Fabricio Simeoni. El
taller fue la “excusa” para que ese
grupo tan heterogéneo confluyera
en ese lugar.
En este lugar, que es atravesado
por diferentes problemáticas, todos
los miércoles a las 16, se abre el
espacio del taller literario. Fabricio
abre la puerta, como él mismo expresa que la verdadera pedagogía
se da con la presencia, poniendo el
cuerpo, para que los jóvenes se expresen, y no pierde la esperanza de
encontrarlos afuera, y poder charlar
sin cuatro paredes que no dejan ver
el sol.
Luego de una breve presentación
de cada uno de los presentes, el trabajo del taller devino en una conversación sobre temas cotidianos,
con anécdotas, historias que fluían
y deambulaban entre la ficción y la
“realidad”. Simeoni contó que tenía
un compañero que les pegaba a todos cuando jugaban al fútbol, y que
el cura de la escuela lo sancionaba
todo el tiempo. Y hoy ese muchacho
es cura. El juego se transformó, entonces, en un tema de conversación,
y los visitantes extranjeros contaron
a qué jugaban en sus países.
Víctor, Alejandro y Cristian se
mostraron interesados en que las
visitantes “extranjeras” contaron
cómo era la vida en sus países. Estos
chicos que no han tenido la posibilidad de viajar, de pronto dentro del
IRAR se encontraban con personas
de lugares tan distantes a su realidad.
Se habló también sobre la muestra fotográfica, titulada “Soy yo”,
que se llevó a cabo en la Plataforma
Lavardén (Mendoza 1085) el martes 16 de abril. Esa muestra fue producto de la actividad del taller, el
cual contó con la participación de las
fotógrafas Mariana Terrile, Laura
Opicci, y Annalisa Bano.
Víctor, quien fue el único autorizado para asistir al evento por la
justicia, contó qué le había parecido
la muestra fotográfica, y remarcó
que no le había gustado no encontrarse en ninguna foto. “El tema de
ser visible parece estar presente todo
el tiempo”, Fabricio había expresado antes de que se iniciara el taller.
“Estos pibes, adolecentes, poseen
una gran necesidad de ser vistos, escuchados, frente a una sociedad que
Una larga historia
Fabricio Simeoni en el taller literario del IRAR
Fotografías: Anna
lisa Bano
los recluye, y los estigmatiza, y los
condena a no tener voz”, agregó.
Otra cuestión que estuvo presente, fue la del “determinismo”,
que condiciona a los jóvenes en sus
elecciones y perspectivas de vida.
Cristian, en un momento se acercó
y comentó los motivos de su detención, cuáles eran sus anhelos, como
así también lo mucho que extrañaba
a su familia, pero además dijo que su
futuro ya estaba escrito, que cuando
saliera de allí lo iban a matar: “Yo
sé que cuando salga me van a matar”. Fabricio comentó que muchos
al salir del IRAR “quedan supeditados a una intemperie, hay chicos
que se sienten más seguro acá dentro”. Él ha conocido chicos que no se
quieren ir, que se sienten más seguro
dentro de la institución, ya que hay
una idea internalizada de “determinismo”, que marca a estos jóvenes y
que les hacen creer que su futuro ya
está escrito.
Para Fabricio Simeoni ese “determinismo” viene expresado desde la
misma sociedad: “Ese determinismo
del pibe, es producto de una sociedad
enferma, condicionada por los medios de comunicación, por la frivolidad, por el consumismo, por el capitalismo exacerbado, por tantas cosas
que de hecho hacen que esa mirada
del SVE (Servicio Vo
luntario Europeo)
para con el pibe sea absolutamente
determinista”, y como consecuencia
“casi como un mandamiento la sociedad se rige a partir de un preconcepto, aquel que delinque debe legalmente correr el mismo destino que la
víctima”.
En ese contexto el taller es una
usina constante de proyectos, como
una forma de romper con ese determinismo. El último fue la muestra fotográfica “Soy yo”, en la cual
además se presentó el tercer número de la revista “Desatando el
nudo de la garganta. Voces desde el
IRAR”, la cual se edita en conjunto
con los jóvenes alojados transitoriamente en el IRAR, el Colectivo
de
Acompañantes
Juveniles,
Estudiantes de Comunicación
Social UNR y Cooperativa de
Comunicación La Brújula desde el
año 2010.
En todos los proyectos llevados
adelante hay una constante, que es
darle visibilidad a los jóvenes, tanto por medio de la escritura, como
de la producción fotográfica, o por
cualquier otro que permite que se
expresen, frente a una realidad que
los subyuga, frente a los medios de
comunicación que trata la problemática de estos jóvenes como sólo de
índole policial.
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El Instituto de Recuperación del Adolescente Rosario (IRAR)
es un instituto de puertas cerradas donde se encuentran
privados de libertad jóvenes de entre 16 y 18 años de edad,
en cumplimiento de sanciones penales dispuestas por los
órganos judiciales. En la actualidad el IRAR cuenta con 27 a
30 jóvenes, el número varias porque el movimiento entre los
“egresos” e “ingreso” es constante, la población alojada varias
constantemente, aunque en cierto momentos la cantidad de
alojados ascendió a más de 50 adolecentes.
El IRAR posee una dirección mixta, por un lado el Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe y
la Dirección Provincial de Justicia Penal Juvenil (DPJPJ), junto
con el Servicio Penitenciario. Se ubica en Saavedra y Cullen
en la ciudad de Rosario.
El IRAR tiene un triste historial signado por las muertes de
tres adolecentes, ellos era Nestor Salto, Jonathan Retamoso,
y Fabian Orlando Lucero, en lo que se caratuló como “suicidio”. Historial que no se agota en esta muertes, sino en varios
intentos de suicidio, siendo los últimos de ellos a principio de
año de dos chicos allí alojados.
El IRAR cuenta con la figura del Acompañante Juvenil (A.J),
entre cuyas funciones se encuentran: “desmontar la lógica
tumbera que es una forma de vinculación jerárquica, autoritaria, violenta, machista, en la que el otro es un enemigo
inminente”, además según establece las disposiciones emanadas de la DPJPJ, que especifica las tareas a cumplir por el
AJ, “el objetivo principal del Acompañante Juvenil refiere a la
gestión del diario vivir de los jóvenes alojados en institutos
cerrados dependientes de la Dirección Provincial de Justicia
Penal Juvenil”. En la actualidad hay 24 acompañantes juveniles, divididos en turnos, el cual cubre la totalidad del día.
A partir de abril del 2007, tras la muerte de Néstor Salto, de
17 años, y de la presentación de un Habeas Corpus de la
O.N.G, Coordinadora de Trabajo Carcelario en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos por las condiciones
de los jóvenes privados de la libertad, el IRAR fue intervenido
y quedó bajo custodia del Servicio Penitenciario. Aunque la
dirección sigue siendo de carácter civil, bajo la órbita de la
Dirección Provincial de Justicia Penal Juvenil (DPJPJ).
Actualmente en el IRAR se desarrollan talleres de electricidad, herrería y serigrafía, en lo que se denomina como educación no-formal, y clases y apoyo escolar en lo que respecta
a la educación formal. En diálogo con Cruz del Sur, La Subdirectora del IRAR, Lic. Jimena Staurini, detalló que: “Todas
las actividades se enmarcan dentro del régimen de vida de
IRAR donde se deben respetar los días y horarios, además hay
yoga, electricidad, taller literario, y de cuero que comenzó
hace poco”. Además expresó que “los jóvenes hacen actividades recreativas con los acompañantes juveniles según la planificación de cada guardia (campo de deportes, patio interno,
SUM, almuerzos especiales, festejos de cumpleaños, etc)”.
El colectivo de investigación militante sobre los Jóvenes y el Poder
Punitivo, se expresan en igual sentido, al relevar la cantidad de veces
que los jóvenes ingresaron en el
IRAR, en los años, 2009, 2010, 2011
y 2012, llegaron a la conclusión que
sobre la totalidad de los ingresos, el
78 % de los jóvenes ha ingresado
sólo una vez, el 17,7% ha ingresado
dos veces, y sólo el 4,3 % ha ingresado tres o más veces. Estas estadísticas desmotan la imagen proyectada desde los medios en la cual los
jóvenes ingresan por una puerta y
salen por la otra. La mayoría de allí
alojados han ingresado sólo una vez
a la institución.
Múltiples miradas
En torno al IRAR siempre está
cubierto por una membrana muy
compleja. Este lugar fue creado con
el objetivo de albergar a los jóvenes
en conflicto con ley, pero está atravesado por múltiples problemáticas
que afectan a todos los actores, tanto
a los jóvenes, como a los trabajadores de la institución. El suicidio de
tres jóvenes alojados, y varios intentos más, las denuncias constantes
de “apremios ilegales” por parte de
la policía, que relatan los jóvenes al
ingresar al IRAR.
Al ingreso el protocolo establece
que estas denuncias deben ser derivadas a la Fiscalía. Los datos recabados por el colectivo de investigación Militantes sobre los jóvenes y
el Poder Punitivos, en el año 2011 el
22% de los ingresados y el 29 % en
el año 2012, hicieron denuncias sobre “apremios ilegales” por parte de
la policía. Otro conflicto que atraviesa el IRAR es la lucha en búsqueda
de reivindicaciones laborales de los
“acompañantes juveniles”. Desde
la creación de la figura del AJ hace
más de cuatro años, han realizado
movilizaciones, y en muchos casos
estas marchas llevaron a compromisos por parte de las autoridades, que
algunos casos no fueron respetados.
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