S O B R E LAS CUENTAS D E COLLAR DIfilINUTAS Varias veces hemos insistido en el interés que para el problema de las relaciones mediterrríneas en los comienzos de la Edad de los metales puede tener la presencia en numerosas estaciones de nuestra zona costera oriental, de las cuentas de collar cilíndricas, diminutas, de piedra. Especialmente tratamos de ello en nuestro trabajo Sobre algunos objetos de orna?g~cntodel Eneolitico del Este de España (Horttenaje a Alélida, vol. 111, Madrid, 1936). Hoy llega a nuestras manos, gracias a la bondad de nuestro querido y admirado P. Heras, por complicados caminos, un artículo de E . Mackav, titulado Bend hlaking on Ancient Sind, que se publicó en marzo de 1937, en el Joztrnnl of ¿he American Oriental Society, de Baltimore (vol. 57, n.0 I, phginas 1-15, con tres láminas). E n él podemos obtener detalles precisos sobre los hallazgos de cuentas de collar diminutas en la cultura del Indus (Mackay prefiere la denominación de cultura de Harappa), de lo que teníamos sólo ligeras referencias. Además, por las circunstancias que acompañan al hallazgo, obtenemos datos precisos sobre su elaboración, y esto es para nosotros, preocupados por la manufactura de piezas tan delicadas, del m i ximo intercs. Los hallazgos se produjeron en las excavaciones de Chanhii-daro (distrito de Nawabshah en el Sind), realizadas en 1935-36 por una expedición conjunta de la escuela americana de estudios indios e iranios y el Miiseo de I3ellas Artes de Boston. Chanhu-dar0 había sido poblada en la misma 6poca que Mohenjo-dar0 y Harappa, que Mackay fija del 3000 al 2500 a. de Jesucristo. En Mohenjo-daro se hallaron ya algunas cuentas incompletas, pero P O C ; I ~ ha de tenerse en cuenta que tres cuartas partes de esta ciudad están todavía por explorar. En Chanhu-daro pronto se encontraron gran número de cuentas sin terminar y, lo que es más interesante, el material con que se hacían y los taladros que se utilizaban para agujerearlas. Varias veces los habitantes de la ciudad tuvieron que abandonarla hasta que una última y gran inundación ocasionó el abandono total, pasando quinientos años hasta que gente de otra cultura volvió a habitar el sitio. El tipo de cuentas preferido en la cultura del Indus era el de largo cilindro barrilete, de preciosa cornalina o piedras afines. El mayor ejemplar en Chanhu-daro es de ágata amarilla, está sin agujerear y mide 9'20 cm. de lqngitud. Se han encontrado semejantes en Suiner, y Mackay cree que aquí se importaban de la Inclia. E n Chanliu-dar0 se encuentran en todas las fases (le fabricación y se aprecia cómo se separaban (probablemente usando como sierra una látnina (le metal) las piezas de los nódulos de ágata y cornalina, que debían traerse de muy lejos, y cómo se les daba la forma definitiva, primero con retoque, después por pulimento frotrindolas sobre areniscas. Algiinas han siclo puestas al fuego para hacer mrís intenso el color del interior. Luego venía la tarea más delicacla, la perforación, que se iniciaha con perforadores de sílex y se seguía con verdaderos taladros (le este material. E l Iiallazgo (le tales taladros, el estuclio rnicrofotográfico de los niisriios, así como de las ciientas rotas al taladrarse, periiiiten asegurar que la perforación sc rcnlizó con tales materiales pctreos y no con talaclros de cobre o bronce, como se 1i:ibía siipiiesto. E1 taladro de sílex tiene iina dureza de siete, seincjxnte a la tlel ligata o cornalina, por lo que era preciso usar de iina substancia a1)rasiva; para mantener Csta, los taladros presentan iina depresión en sil extremo. El taladro sería 11ioviclo por medio de un arco, probableinc~rite. 1.3s cuentas tal vez se colocaban liorizontalineiitc para sii perforación. 1.a 1;il)or se realizaba empezando por ambos estreinos; a vcccs no se cncontral~anlos (los agujr:ros en el centro. 1,a acción del taladro con la substancia abrasiva empleada daba un cierto pulimento a la siiperficie, y resulta así una lal~orsuperior a la que actualmente se realiza en la India con uso (le t:ílaclros cle diamante. Ida perforación se realizaba antes de dar la forma definitiva a 1:i cuenta, para evitar un trabajo inútil, ya que no de1)ín ser raro que se rompiera la cuenta al realizar aquél. Se Iian encontrado, asimismo, en Clianliu-daro un buen número de ciientas discoiclalcs inacabadas, en las que se pueden apreciar todas las fases de fal~ricación;la perforación se realizaría con perforadores de sílex, y Mackay supone que los rnicrolitos hallados en Siimer se utilizarían en la fabricación (le cuentas. Pero el hallazgo más interesante para nosotros es el de una masa (le cuentas diminutas que debía contenerse en un cesto que el tiempo lia clestruído; forman una masa con un platillo de balanza, de cobre, lo que hace pensar que se vendían a peso. Otra masa de cuentas del mismo tipo se halló en una pequeña jarra, en otro 1ug;ir de la estación. Las cuentas son cilíndricas y extraordinariamente pequeñas. Han sido esaminadas por míster Horace Ueck, y Mackay transcribe las palabras de éste. La más pequeña de Chanhu-daro mide 0'68 nim. de dirímetro, lo que representa 37'3 por pulgada (25'4 mm.); se ha dicho que en Harappa se han encontrado de 0'53 mm., pero Beck no ha medido menores de 0'635 mm. La perforación es de 0'25 mm. aproximadamente de diámetro. Llegan a tener I mm. de di(imetro y 1'5 de longitud. Las únicas cuentas desciibiertas hasta ahora que pueden compararse con las de Chanhu-daro son las de Harappa y un grupo de Ur. E n Harappa eran de tamaño variable. y las de Ur no cran nunca tan peclueñas coiiio las que nos ocupati, y en su mayoría, mucho mayores, ya que las más pequeñas de Ur mctl a11 I iiiiii. de diámetro. Un solo hallazgo de cuentas de esteatita se lia rca1is;ido en Ur, por lo que puede pensarse que las de dicho material se iiiiportaban. Es imposible pensar cómo se perforarían piezas tan menudas. El material usado es esteatita, pero cabe pensar en que fuera polvo de esteatita comprimido y sometido al fuego. Mackay imaginó que, pintando esta coiiiposición alrededor de un pelo o una fibra fina, se podría obtener el tubo (lile cortado prodiiciría esas cuentas, pero el anklisis mineralógico permite diidar <le ello. Limpias, resultan blancas v Inuv diiras. Presentan casi totlas 1111 ravatlo en espiral, y no es raro hallar dos juntas, cuyo rayaclo sigue dc iina ;L otra. El análisis muestra la presencia de magnesio y sílice y ser de esteatita dcsliitlratada que ha sufrido teniperaturas de mrís de I ,200 grados. Esteatita cocida se ha señalado en cuentas cle mayor tamaiio c.11 la Indiit v en escarabeos egipcios. Así, tal ves se fal->rical,an largos tii1,os linciciitlo pasar por compresión una composición (le esteatita por un orificio, xiincliic es difícil imaginar cómo se obtenía la perforación. Pero al desnparcccr por la acción de la temperatura a que fueron sometidas todo vestigio prol,atorio no puede hoy decidirse si las cuentas se obtuvieron de piedra sólit1:i o de esta especie de pasta de esteatita. La cuestión se complica con la presencia de ciientas cliscoi~lalcsdelgadas, (le esteatita, obtenidas serrando en laminillas iinn larga 1x~rr:i. l'orq u e e n t r e ellas hay algunas sin terminar y de un tamaiio niiiv diminuto. Son éstas, plaquitas delgadas de esteatita pardobscura, de linos 3'50 mi". (le lado; están agujereadas con un orificio que se parece en di~ncnsioncsa los de lrts ciientas tiibulares diminutas a que hicimos referencia. iLIackav siiponc qlie talrs orificios se hicieron en estas piezas con una fina piiiita de iiictal cogida entre los cledos. El grueso varía desde 0'3 a 0'5 mili., y la esteatita no parece haber sido tratada por el fuego, según 13eck; inicntras Jiackay crce (lile endurecían la esteatita con la acción del fuego, piies a goo graclos p;1st de 1 ; ~dureza de I a 7 y ademris se blanquea. Se fabricrirían prep;ir:~nclo iina 1iiiiiin:t delgada de esteatita, que se recortaría y cada petlaso se agiijercaría. ESnliel~randolos pedazos se redontlearían a la lTez. 13eck piensa (lile estas placluitas representan el comienzo de la fabricación de las ciientns tii1,iilr~res diininiitas. Pero Mackay lo niega porque las tubulnrcs son sicmpre ;ilgo ~ n k sgriiesrLs y por haberse encontrado en Chanliu-claro n1giiii:is (le cbst:is ciiciitas pl:inas (.ieiaferbc(.rd.s, cuentas de oblea las llama) nc~hatliis,de color l~lancoy (le un dikmetro cliie va de 2 ;L 2'50 mm. Otras cuentas mayores, tiibulares o en biiirilito, s!)n de coriialiiií~ decorada. Presentan curiosas semejanzas las hallad,is en la iiiisina Cpoca en Mesopotamia y rn el Indus; si hemos de buscar iin centro común para 48 378 AMPURIAS todas ellas, no debe olvidarse que en la India 1i:ista hace poco tittmpo se lian seguido fabricando. T,;i cornalina es rara en Chanliu-daro, sieiido el inaterial iisado coruúnniente el Agata. E l color de ésta se puetle alterar por la acción del fiicgo, y aun se puede convertir en cornalina Iiirvifndola en i.ina soliición de liierro. E s ciirioso que en Egipto, centro importantc sin diida de la fal~ricación de cuentas, no se han selialado todavía apenas taladros, eii cspcci:il de los tipos finos cliie liallamos en la India. E s posi1,lc cluc 1iay;in pasado inadverticlos. Hasta aqiií el trabajo de Mackny. ICn iiiiestro artíciilo tlc 1036 tlccíiiinos (lile no conocí:imos tales ciientas c1iniiniit;is iilás cliic en Ecp;iña, ICgipto y sudoeste de los Estados Unidos. Aliora li:iv qiie añ;itlir la India v Siimcr, nuevos es1;ibones de una cadena que se repite para niuclios otros clerncntos ciiltiiralcs (vhanse los mapas de niicstro citado artíciilo). Y adciniís, la Intlia se nos presenta como iin forniitlal~le ccntro tle fal)ricación, debicnc-lo contnrse con ella con10 posible foco (le donde surgiera esta indiisfria v (le tlontle irrn(1iarí:i liacia el año 3c)oo a . (lc J. ('. I'iies resii1t:i sorprendente la lial)ilida<l y 1:i 1)uena vista de esos opcr:irios (lile eran c;ipaccs de elaborar ciientas cle medio iiiilíiiictro de diáinctro, aiincliic friera con los psocedirnientos intlirectos cluc siipone iCIackaj7. I'ersoii;iliiic~iite crcko cliic el inisiiio procedimiento reconocido p;ir:i las cuentas dc1g:itl;is o discoidnles se puede siiponer para las cilíndricas. El tamaño rctliicido s c ~ ' itl;itlo por la prolongación tlel proceso de desgaste, tal coino lo pr:ictic:iron H;ini-y v siis colaboradores (vcase Emil \V. Hanry, 11lilzl~t~ I3crtrl.s ~ Y O N Prc'llisto~icI > I I C ~ I O S , en rl~~zcvica~z :i~zflz~o,hologist,vol. 33, 1931, pAg 8 0 , rc.siiiiiitlo (.ii niicstro artículo citado). Las cuentas inás pequeñas o1)scti-vatlas por Haiir\. son ( 1 ~I ' - 3 i i i i i i . de (lirímetro, tlc 1'5 rnm. las menores (lile Hclcna cncoiitró cii la Clappc. Algo parccitlo creo que pucide indicarse para las de 'Torrcii1anz;inns. N o bajan de 3 inin. las vistas por iní cn (ktaliiiía. 1,as dc ITr Il(~g;in11;ist;i poco mhs dc I rnin. 'Toclo ello, con ser iníniiiio J . c~x~~lic;irst~ sil f;il)ric:ición perfectninc~nte por los procedimientos i~orm:ilcs, pcro Iiav iin salto cliitre las ciicntns (le iiiilíinetro y medio v las dc sólo iiicclio iiiilíiiictro tlc tliríii~ctro. rlnte estxs íiltiinns no nos a.trevcrí;iiiios a iiclgar iin l~roccdiiiiiciitoinclirocto de fal,ricacii,n. Iic~sprictotlc 1 : ~ perfor:ición tlc las ciic>nt:is y (Ic 1 ; ~falta dc liiiIl;ii,go de taladros de sílex, recorden~osel uso de ckspin:is (lc c;ictiis por H;inrj., y pensemos cliie tal vez se usaron elementos a los (111(l no 1 1 ; ~prestado ;itcnción. Sicrnl~rctliemos tludatlo de (lile los agiijcros finos y rcgiil:irc.s dc las ciientas se ol,tiivicr:in por iiicdio de tn1;iclros (le síl(.?c, (lile no nos p;irccc.n suficientemente finos. Recientemente poseemos para España una nueva estación con cuentas de collar diminutas, la galería cubierta de Torrcnt, hallazgo que describimos en el presente volumen. E l hecho de qiie en la primera exploración nos pasaran por alto, indica una vez más que seguramente esistieron en inuclios otros liigares de los señalados. Y conociclo el tamafio tan reducido de las de Clianhu-claro, no nos extraña que de ellas alguna hubiera llegado a nuestras costas y hubiera escapado a la atención de los escavadores, no preparados para recoger piezas poco mayores que un grano de arenli. Ido ( I U C resulta cada día más urgente es cl estudio y anilisis por especialistas (le ejemplares de los hallados cn España. Tal vez scmejanzas en detalles clc composici6n y de factura nos darían la seguridad de que estas r;Lras piezas nos fiieron traídas por los primeros mercaderes ineditcrrrineos y nos ~xoporcion:irían así un dato magnífico. E s penoso que no se realice para tal clase cle objetos la ansiada colaboración de químicos v inineriilogos por una parte y arqueólogos por otra. ISn el nú~i-i:ro 72 de la rclvista .dtt!iql~itv (dicienibre de 1944) cncontraiiios i i i i ;irtíciilo sobre 1;is c i i e n t : ~h:illadas ~ en Trisila, en que 1)orotliy Macknv (la ciient:i tlcl liljro Rrnds Grmz T n ~ i l ade , C. 131:cr; v J . ~IAIISIIALI-, pii1)licntlo en 1941 Cn C;ilcutt:i, en lns lLem3rias del .ilrclttrcologicrrl .Strv.ilcy of Inrlitr. 1)ice la autora, con razón, cliic las cuentas, al igual que la ceriinica, tienen iina duración, conservantlo forinn, color y decoración, que les d a gran iitilitlad arcliieológica; la materia de que están lieclias v la tccnica silpone ciiriosos estii~liossobre rutas y contactos de pueblos. Pero tienen dos iriconvenicntes : lino, cluc por las cualidades migicas cluc \.cces sc les atri1,iiyen o por otras cxiisas, siielen conservarse largo tiempo, (le generaci0n cri gc.ncr:ición; otro, (lile por su forma es fácil el (lile s:ilgan tlc sil ni\.cl original. 1,as cuentas de Tasila, cronológicn y técnicaniente, ii:~da tienen qiie ver con las niiestras, por lo que no creemos de interes inincdiato el rcsiiinir el artíciilo. Pero cn (111 se encuentran datos y bibliografí:~altamente útiles. Insiste en la necesidad (le proseguir la labor de 13eck, estiitiiando sistcmríticnmei~teeste aspecto (le1 material arqueológico. -- l , r y ~ sPI.:IIICOT.