(33) Landerer.—LAS REVOLUCIONES DEL GLOBO LUNAR. I¡S tamiento general del suelo á una altura considerable, dando lugar á una gran protuberancia, más ó menos dislocada, cuya formación ha coincidido con un hundimiento correlativo de la región de Copérnico, que le es contigua, lo cual explica el origen de las bandas radiantes que parten de dicho circo y de •otros situados no lejos de la base de la gran protuberancia. Esta gibosidad ha quedado para siempre dirigida hacia la Tierra, y es la que ha establecido la rigurosa igualdad de trascursos de rotación y de revolución. Entre las bellas experiencias que M. Daubrée ha descrito en sus Études synthétiques de Géologie, hay una que da la clave del aspecto que ofrecen los cráteres radiantes de la Luna. Para repetirla, basta aplicar el dedo sobre un globo de cautchú previamente cubierto de un barniz de gelatina, para que i n m e diatamente se formen arrugas divergentes alrededor del punto deprimido. El sabio geólogo se ha limitado á señalar la s i m i litud de las apariencias, sin tratar de hacerla derivar de una concepción racional. Pues bien, según las consideraciones que anteceden, las líneas radiantes no son sino consecuencia legítima de un conjunto de hechos preexistentes cuya razón se desprende, naturalmente, de la teoría que voy exponiendo. Durante las últimas fases de constitución del globo lunar, se verificaron manifestaciones dinámicas de otro orden, que se han continuado después, y puesto fin, por ahora, á la serie de las grandes evoluciones selenológicas. Tales son las largas y profundas grietas ó ranuras que interesaron, no sólo el suelo propiamente dicho, si que también algunos circos, como se observa en la ranura de Higinus, que ha abierto las paredes de su recinto, lo cual prueba que el fenómeno fué posterior á la formación de los cráteres. La mayor parte de los selenógrafos que se han ocupado en este asunto, hablan de ranuras de retracción, como dando á entender que su producción ha tenido lugar á semejanza de las que se originan en la arcilla humedecida, al secarse. Pareciéndome, empero, que esta explicación no se halla en armonía con la magnitud de los hechos, toda, vez que las d i mensiones de las ranuras exigen la intervención de causas eficientes de otra categoría, he tratado de ver si entre los numerosos resultados que proporciona la geología experimental hay alguno que pueda ocurrir á la dificultad. Entre los que