431 VII - LAS CADENAS OPERATIVAS. Hemos recogido para su estudio las ideas de CLAUDINE KARLIN (1991), que nos ofrece una introducción a este tema en "Tecnología y Cadenas Operativas Líticas", por el gran interés de su trabajo y por la claridad que ofrece la visión de la autora. En un primer apartado recoge una historia de las ideas difundidas entre los prehistoriadores, señalando que desde un comienzo, ya desde sus principios al iniciarse el pasado siglo, la prehistoria "consagró lo más esencial de sus esfuerzos a establecer un cuadro crono-cultural", sin pretender avanzar en otros aspectos. Por ello dedicó su estudio a los útiles retocados y morfológicamente bien diferenciables así como a los objetos decorados. Aunque mucho más tarde F. BORDES (1961) crease las bases de la Tipología, lo que supuso un acercamiento " denominado cultural''. Este autor compara los diversos conjuntos líticos, tanto cuantitativa como cualitativamente, y de este modo se plantean los principios de una tipología morfotécnica que intenta aprehender la concepción del útil a través de una jerarquía de caracteres que se adapte a este fin, con lo que persigue acercarse a su "valor cultural". El problema surge ante los criterios adoptados para la selección de los citados caracteres y su pertinencia, no siempre exentos de discusión entre los diversos autores. Un mayor avance en esta dirección que la autora olvida en su trabajo- se produce con la creación de la Tipología Analítica por G. LAPLACE (1954), que añade a un "catálogo" o "grille" flexible, y siempre abierto al referencial en estudio, una valoración cuantitativa apoyada en análisis estadísticos, de valor no despreciable, a la vez que una elasticidad en su adaptación al estudio de conjuntos líticos, por permitir realizarla en sucesivas aproximaciones encadenadas y complementarias, que avanzan desde una visión general a otra particular, y más tarde a la búsqueda de asociaciones características de útiles, avance ausente en la tipología de los esposos BORDES que somete los materiales a la tiranía de una Lista-Tipo rígida, y que en sus comparaciones jamás tiene en cuenta las deformaciones causadas por la comparación de niveles que muestren efectivos numéricos a veces muy diferentes entre sí. Pero todo este conjunto de estudios, fragmentarios, se detienen en el útil acabado (Nota: O en lo que suponen "util acabado" aplicando ciertos criterios subjetivos de selección: morfología, tecnología y módulos dimensionales, es decir, forma, tamaño, y tipos de retoques que muestra el útil), y olvidan el resto de las informaciones que subyacen en otros testimonios conseguidos tanto en el propio útil como en los distintos niveles de excavación, a la vez que tampoco se enfrenta ninguno de los denominados "tipólogos" con el problema de la interpretación de las actividades técnicas que pueden deducirse de su estudio, lo que por fuerza les limita a trabajar con series sometidas exclusivamente a un tratamiento estadístico de las frecuencias con que se muestran los diversos tipos de materiales líticos, más o menos correcto, al que no hemos dejado de criticar siempre que se realice olvidando el resto de informaciones que pueden aportar los "fósiles directores", el resto de artefactos de hueso, etc. y las ciencias auxiliares aplicadas al conjunto del yacimiento. No obstante, señala la autora, desde el siglo XIX, hubo autores que "se interesaron en algunos procesos técnicos, ayudándose para comprenderlos en observaciones etnográficas". Cita entre ellos a J. EVANS (1872), que relacionó los materiales europeos con los procesos de fabricación observados entre los indios americanos y los esquimales. A. BOUCHER DE PERTHES (1857), que ofrece ya una descripción tecnológica de la lasca Levallois; a V. COMMONT (1909) que descompone este modo de talla, etc. Posteriormente LEROI-GOURHAN, a mediados de este siglo, se dedica al estudio de las actividades técnicas que los útiles dejan entrever aunque, añadimos, no sin olvidar su comparación con otros utilizados por pueblos primitivos actuales. Su tipología (LEROI-GOURHAN, 1966) permite lograr un acercamiento entre la morfología y la funcionalidad de los objetos, aún no claramente explicitada, e insiste también en el gran valor de los tratamientos estadísticos para seleccionar formas características o tipos de útiles. Actualmente el panorama ha cambiado radicalmente, ya que la minuciosidad del trabajo en las excavaciones ha aumentado grandemente el número de los hallazgos que pueden ofrecernos informaciones técnicas, y se comienzan a tener en cuenta conceptos como las "áreas de actividad", la "estructuración del espacio", "la funcionalidad de los útiles", sus procedimientos de talla deducidos de la práctica de la "talla experimental" etc. Paralelamente, el desarrollo de las ciencias auxiliares, que mejoran el conocimiento del biotopo, permite reconstruir mejor el entorno en que habitaban los grupos humanos y estudiar su adaptación a éste. Noción ésta que humaniza la frialdad de las técnicas estadísticas en que los "gestos humanos" se pierden entre el fárrago de los números y los sistemas estadísticos. Conforme a lo que indicábamos, así como antaño no se conservaban para el estudio sino los útiles 432 retocados (e incluso en ocasiones únicamente aquellos cuya morfología estuviese bien definida), aunque se recogían también, pero no siempre, los restos de talla de cierto tamaño, hoy se observan detenidamente hasta los restos más pequeños, pues es posible que encierren datos susceptibles de interpretación tecnológica. Un ejemplo claro lo constituyen los recortes de buril, primarios o de reavivado, o las pequeñas lasquitas que se expulsan durante la preparación de un frente de raspador, e incluso las láminascresta, los restos de avivado de núcleos, y éstos mismos, que son objeto de cuidadoso examen. Pero además actualmente, en cualquier estudio de un yacimiento bien excavado, se señala la existencia de hogares, de "cachettes" de útiles o bases líticas de trabajo; la dispersión de los objetos sobre el plano del yacimiento, las concentraciones de lasquitas que sugieren un lugar de talla, etc. No puede dudarse de que durante el acto de excavación se hace perceptible, como señala KARLIN, una "estructuración del espacio para las actividades técnicas". "La identificación tecnológica de cada objeto mantiene una interacción con el análisis de su posición espacial", aunque abundan las opiniones de quienes ponen reservas a los estudios espaciales, ya que aparece bien demostrada la existencia de dispersiones postdeposicionales por múltiples causas, y ésto, tanto en dirección vertical como horizontal, hasta el punto de poner a prueba el concepto de "excavación estratigráfica fina" en muchas ocasiones, como en otro lugar se ha recogido. Cita como ejemplo, que "las abundantes laminillas con dorso, sobre los yacimientos de caza magdalenienses del "Bassin Parisien", en el puesto técnico polivalente principal, cerca del hogar, han sido abandonadas, tras su uso, sobre el mismo lugar en donde fueron fabricadas y fijadas a ástiles de azagayas: el valor clave de esta relación es pues: fabricación". "Que grandes láminas con dorso natural bruto asociadas a restos de costillas o vértebras, en una zona relativamente vacía, sugieren una zona de trabajo de despiezado o cortado de carnes, lo que conduce a atribuir a su abandono un valor de utilización". Añadiremos nosotros que, únicamente si se demostrase en tales láminas la existencia de marcas de utilización concordantes con su relación en el trabajo sobre carnes o huesos. "Por fin, piezas variadas mezcladas con restos de vaciamiento de un hogar no pueden ser interpretadas sino como residuos de limpieza". Refiriéndose a los acoplamientos indica que, relacionando fragmentos que han partido de un mismo bloque, reunen elementos que aparecen dispersos. "Si se trata de una tarea de fracturado de origen voluntario, estas readaptaciones restituyen la separa- ción de los sucesivos trabajos de extracción revelando el orden de su obtención". Ello conduce, uniendo ordenadamente los fragmentos y siguiendo los tiempos de su separación, a lograr apreciar la dinámica de un proceso de talla. "La observación de varios acoplamientos de conjuntos líticos tallados en el mismo lugar, y en un espacio muy corto de tiempo, pone en evidencia constantes que permiten reconstruir el proceso técnico; las diferencias muestran tensiones o coerciones técnicas, características específicas de cada tallista, intenciones diferentes desvelables gracias a los productos seleccionados". En cuanto a la traceología indica que abre un nuevo camino, una nueva dimensión: "la de las intersecciones del proceso lítico con procesos técnicos que originan restos más raros (testigos óseos trabajados, etc.), o incluso ausentes, bien porque hayan sido extraídos del yacimiento o hubiesen desaparecido (cuernas de ciervo trabajadas, madera, pieles preparadas, carne, etc.)". En lo referente a la experimentación de talla, según la autora, no se reduce a una reproducción "más o menos pertinente de una actividad desaparecida. Sirve como referencia para la identificación de las técnicas". Esta experimentación permitiría "reconocer e interpretar el método utilizado, elegido entre otras modalidades posibles". A su vez sirve para sopesar las "hipótesis de interpretación dinámica, como la distribución en los suelos de los productos de debitado, en relación, entre otras, con los gestos y las técnicas, a la vez que sirven como elementos referenciales para la identificación de micro-trazas". Los estudios tecnológicos en prehistoria permiten aprehender los procesos de transformación de la materia. Pero se hace indispensable "hallar útiles metodológicos y conceptuales que permitan este tipo de análisis". Siguiendo a la autora, "la puesta en acción de un proceso técnico se apoya sobre un conjunto de conocimientos humanos, a la vez conscientes e inconscientes, gestuales e intelectuales, colectivos e individuales. Dependen de las relaciones que existen entre los hombres, así como de las relaciones de éstos con las leyes de la naturaleza". Es lo que denomina "savoir-faire". Las tareas humanas individuales son igualmente complejas en la industria moderna como en las técnicas no industriales, sigue exponiendo. "La manera de servirse del útil es más importante que el útil mismo: traduce conocimientos técnicos del trabajador, tanto conscientes como inconscientes, y se encarna en los gestos que efectúa en el curso de su trabajo, es decir, en los "saber-hacer" técnicos". Cita que M. N. CHAMOUX (1978), apoyándose en Y. BAREL, propone distinguir: 433 - "Un savoir-faire incorporado: que es indisociable de los individuos o grupos concretos, pues es el resultado de su aprendizaje personal, de su experiencia y de su habilidad. No es analizable hasta su final: el trabajador sabe hacer, pero no sabe completamente cómo lo sabe. La transmisión de este "saberhacer" no se hace por enseñanza directa, sino por el aprendizaje, es decir, por la reproducción más o menos idéntica a la de individuos o grupos en el mismo transcurso del trabajo. El soporte del "saber-hacer" es humano y biológico". Pero, sigue indicando, cuando el "saber-hacer" puede ser analizado y descompuesto hasta su finalización, el saber y el hacer pueden desconectarse. El saber puede incorporarse entonces a un soporte no humano (libro, etc.). Es un "savoir-faire algorithmé". "Si los prehistoriadores no se sienten apremiados por el segundo, parece importante tomar conciencia de la naturaleza del primero, justamente por su oposición al segundo". Se refiere más tarde al "savoir-dire", que puede "servir por una parte a la transmisión del "saber-hacer", y por otra a la integración del dominio técnico al resto de dominios de la vida social". Constata que el "saber-decir" tiene un lugar relativo en la transmisión. Así narra que cuando numerosos etnólogos han solicitado aprender alguna técnica se les ha hecho asistir, junto al actor, al desarrollo de la operación. De este modo recoge de P. SAGANT (1987) cómo éste refiere que, cuando intentaba que su informador nepalés le enseñase a nadar, éste rechazaba darle explicaciones diciéndole: "no es así como se aprende entre nosotros, yo miro y ensayo". Por ello, lo importante "parece no ser el "saber-decir" sino mostrar cómo se hace". "Si nuestros prehistóricos no están aquí para decir, el trabajo que efectuamos sobre sus técnicas concurre, de modo indirecto, a una reflexión sobre su lenguaje". "Las descripciones técnicas finalizan a menudo en los modos de empleo. Para marcar la dualidad entre el plano de los modos de empleo y el de la actuación concreta en el trabajo, se habla en el segundo caso de prácticas técnicas. Esta noción, mejor que la voz "técnica", permite señalar la diferencia entre los procesos técnicos concretos y el discurso técnico (puesto en algoritmo, (Nota: es decir, situado en un conjunto ordenado de operaciones que permiten resolver un problema) por el observador o el grupo indígena), entre la realidad técnica y el discurso sobre la técnica realizado por los actores". Como bien subraya: una cosa es poseer una técnica, y otra practicarla efectivamente. Por ello la "ausencia del "hacer" no implica la del "saber-hacer". Refiere más tarde que el mismo autor (se refiere a M. N. CHAMOUX, ya antes citado por KARLIN) pone en evidencia otro tipo de variaciones: las diferencias de extensión. "No todos los "savoir-faire" han sido transmitidos a todo el mundo: Si unos, los "savoir-faire generales", son comunicados a todos, otros "savoir-faire particulares" no son transmitidos sino a ciertas personas". "En una población determinada existen, "savoirfaire" generales, algunos particulares masculinos y otros femeninos". En cuanto a la transmisión del "savoir-faire", indica que el hecho de que un método de aprendizaje pueda ser el mismo para toda clase de actividades técnicas puede parecer contradictorio con el hecho de que existen "saberes" particulares y otros generales. "Los mecanismos que producen las diferencias de extensión se sitúan en las diferentes redes de transmisión, en los canales de incorporación, no en el modo de transmisión en sí mismo". Separa dos tipos de transmisión: "la transmisión por impregnación y la transmisión por intermedio de un maestro (informal o instituido). Bien sean generales o particulares, los "savoir-faire" dependen de uno u otro". En el primer caso la transmisión supone "un entrenamiento corporal e intelectual común a todos los miembros del grupo: gestos, posturas, modos de percepción de la materia, lenguaje, etc. Se une así a lo que se denomina habitualmente "la Cultura". Además supone la "repetición por la observación de las diferentes técnicas y de la experimentación de gestos". Tales "savoir-faire", "así transmitidos, son comunes a todos los miembros del grupo humano. Están tan íntimamente inscritos en el cuerpo y la mente de quienes los poseen que pueden ser apreciados como disposiciones naturales". La falta de separación en la vida diaria entre hombres y mujeres, jóvenes y viejos, la ausencia de lugares reservados o prohibidos, es -para la autorauna de las condiciones de este modo de transmisión. Los niños, por simple observación, registran inconscientemente los gestos y las secuencias de las cadenas operatorias. Es el periodo de aprendizaje pasivo, aunque les sean solicitadas algunas tareas. Después, en un espacio de tiempo que podría situarse entre 10/12 años, los niños comienzan a acceder a las tareas de su sexo, entrando entonces en el aprendizaje activo. El entorno nada interviene en este proceso salvo para decidir a partir de cuándo es el niño suficientemente fuerte como para entrar en la fase activa, comenzando a ocuparse de tal o cual tarea. Este modo de aprendizaje es análogo al del lenguaje. La autonomía completa del individuo se sitúa hacia los 15/16 años. 434 Recoge de M.N. CHAMOUX que "niñas y niños observan el conjunto de los gestos y secuencias en las técnicas familiares sin que se establezca una relación caracterizada de enseñante a enseñado..." En cuanto al aprendizaje por medio de enseñanza indica que "la transmisión por medio de maestros corresponde a los casos en que se establece una relación pedagógica más voluntaria y más sistemática. Puede implicar o no el recurso a la expresión verbal, escrita o hablada. Igualmente puede establecerse cuando el maestro es informal (cualquiera que conduzca el aprendizaje de una técnica, vecino o pariente) o institucionalizado (profesor o patrono)". Señala que a veces la sóla observación de una técnica permite la captación de un "savoir-faire" y su reproducción. "Pero en otros casos, sin duda los más numerosos, la parte visible del "savoir-faire" no encierra la totalidad de la información necesaria para su transmisión. Entonces se hace necesaria una relación pedagógica específica. Esta se impone para el aprendizaje de algunos "coups de mains" y ciertos gestos, pero también para la elaboración de ciertas categorías de percepción y de utillaje mental". "Preguntándose si los "savoir-faire" especializados, que se suponen más difíciles, exigen un maestro para su transmisión, M.N. CHAMOUX (cit. KARLIN) observa que también pueden discurrir por la impregnación cuando se cumplen las dos condiciones necesarias: fondo cultural común de los gestos y experiencias, y frecuente observación.... No siempre son las dificultades de orden técnico las que colocan en las manos de los especialistas a un "savoir-faire", sino los obstáculos de orden social o económico. Según tenga acceso o no a la observación repetida de las cadenas operatorias completas, un individuo tendrá o no acceso por impregnación a la competencia técnica. En la hipótesis de que el individuo haya podido adquirir la necesaria competencia, no alcanzará el resultado apetecido sino cuando se cubren ciertas condiciones extra-técnicas. No siempre es un crecimiento de las exigencias técnicas el que condiciona la especialización, sino otra exigencia, acaso económica, por ejemplo, en el supuesto de las técnicas de un carnicero. Esta exigencia condiciona al resultado final, el cual condiciona la repetición, que a su vez condiciona la impregnación". El mismo autor cita el trabajo del tejido como ejemplo de "savoir-faire" particular que necesita de un maestro. "El etnólogo supone la necesidad de una enseñanza a causa de las dificultades inherentes a esta práctica..." "El primer obstáculo para la transmisión por impregnación es la ausencia de repetición de la observación cuando se trata de tecnologías raramente puestas en práctica, como la construcción de una ca- sa, o de técnicas frecuentes pero que algunos raramente pueden observar, como sucede entre las mujeres respecto a la caza, o a la inversa con ciertas preparaciones culinarias entre los hombres". "El segundo obstáculo es la necesidad de entrenamiento físico e intelectual especializado. CHAMOUX desarrolla el ejemplo del bordado, saber general femenino entre los Nahuas. Desde los 11 años las niñas ensayan el bordado. Su madre o su hermana mayor muestran cómo se hace, mucho más que lo que en realidad dicen de palabra... Después la niña prueba a reproducir los gestos y resultados que ha contemplado. La madre o la hermana no ejercen una vigilancia constante y rara vez corrigen su resultado. Sencillamente, de vez en cuando miran, critican o aprueban con un gesto, una palabra, una broma, pero jamás con largas frases. Entre las intervenciones de los adultos la niña afronta como puede las resistencias que le oponen los materiales. Poco importa el tiempo gastado en obtener un resultado próximo al deseado. Poco a poco, el "savoir-faire" se incorpora. Precisemos que la técnica empleada requiere entrenamientos especiales comunes a todos los trabajos de bordado, así como otros específicos a la utilización de un estilo geométrico de motivos decorativos: por ejemplo la necesidad de un entrenamiento mental abstracto, pues el dibujo no se realiza previamente". Según la autora, el valor de estas observaciones se cifra en que muestran la complejidad del "savoirfaire" y la estrecha relación que existe entre éste y el sistema económico-social en el que se inserta. La cadena operatoria. "El prehistoriador no posee un sentido implícito antes de una reconstrucción que nace de la interpretación de los testimonios recogidos en su estado de abandono: una red de observaciones, análisis y aproximaciones, que actúan interactivamente en relaciones constantemente dialécticas, que convergen para dar un valor diferente a cada elemento del "puzzle". Mientras el etnólogo observa antes de interpretar, el prehistoriador debe interpretar antes de reconstruir. Pero la convergencia de las problemáticas es lo bastante fuerte para que los segundos se apropien de los útiles conceptuales creados por los primeros a fin de poder formular interrogaciones específicas". "Así sucede con el concepto de proceso tecnico que, con sus cadenas operatorias, es una trama de lectura de los datos arqueológicos. La utilización de este útil polivalente... obliga al prehistoriador a organizar de modo coherente, no sólo los elementos conocidos, unos en relación a otros, sino los elementos conocidos en relación a los desconocidos, en un "puzzle" en que cada trozo conocido va a encastrar- 435 se entre otros que han permitido su identificación, y en donde las lagunas se van delimitando, poco a poco, con mayor precisión. Pero es necesario que el prehistoriador reflexione y adapte el útil conceptual para dotarle de toda su eficacia". "Una vez que hemos reconocido al "saber-hacer" y su complejidad se trata ahora de analizar las prácticas técnicas. Para ello la tecnología dispone de un útil metodológico y teórico en proceso de elaboración: la cadena operatoria". Según refiere la autora en un artículo aún inédito, S. DESROSIER observa que este concepto "se formó a comienzos de los años cincuenta". Así señala que "M. MAUSS, en su Manuel d'Ethnographie (1947), juzga necesario estudiar los diferentes momentos de la fabricación, desde el material bruto hasta el objeto terminado. Después, MAGET en su Guide de l'étude directe des comportements culturels (1953), propone la noción de cadena operatoria de fabricación, o de operaciones; estima necesario estudiar las actividades siguiendo diferentes niveles, recortándolos en escenas como en un "film", en fases, y por fin en el gesto elemental o átomo de acción, definido como de un solo poseedor, es decir en su acción normal, ininterrumpido, salvo accidente". La introducción en los análisis tecnológicos se debe a LEROI-GOURHAN (1952-54). "Si en Le Geste et la Parole (1964) no se encuentra sino una sola definición: La técnica es a la vez gesto y útil, organizado en cadena por una verdadera sintaxis que confiere a las series operatorias a la vez su fijeza y su flexibilidad, se trata sin duda, según KARLIN, de que el autor no ha visto en este concepto un útil de descripción". Para PELEGRIN, J., KARLIN, C. y BODU, P. (1988), el concepto de cadena operatoria permite comprender el tallado de las rocas duras según varios órdenes de hechos que conciernen a los objetos, los conocimientos propios del tallista, el cuadro espacio-temporal en que se desenvuelve y las series de operaciones o de gestos. Estos, eventualmente, se reagrupan en secuencias gestuales que permiten poner en obra procesos técnicos. "Hoy el concepto de cadena operatoria está integrado en las preocupaciones de dos centros de reflexión: por un lado alrededor de B. CRESWELL y su unidad de investigación Techniques et culture, y por otro de H. Balfet y su grupo Technologie comparée: matières et manières". Desde 1976, B. CRESWELL, al introducir la revista "Techniques et Culture", que fundó con su equipo, definió toda actividad técnica como una transformación de la materia prima en producto. M. BALFET recoge esta definición a la vez que precisa: "una transformación de la materia desde un estado 'A' a un estado '(A+X)' que es el producto. 'X' encubre una realidad rica y compleja, incluso no considerando sino una operación técnica elemental: es el gesto y el útil, pero también el autor. Además, la materia 'A' no es forzosamente materia prima en el sentido bruto del término. Se tiene entonces '(A+X)+X' o 'Y', Siendo 'Y' otro gesto, otro útil o bien otro autor. B. MARTINELLI, añade la noción de proyecto, objetivo que unifica las operaciones. A nivel de los hechos se trata de un conjunto de las operaciones que organiza y efectúa un grupo humano según los medios de que dispone, esencialmente el saber técnico que domina con vistas a lograr un resultado: la satisfacción de una necesidad reconocida socialmente". "Para evidenciar la lógica interna de una actividad existe un útil, la cadena operatoria, que se presenta como un encadenamiento de actos, gestos e instrumentos, que constituyen un proceso técnico con sus grandes etapas, que son más o menos previsibles. La cadena operatoria es tanto el ordenamiento, bajo la óptica de un proceso técnico, como sus grandes etapas que son más o menos previsibles". "H. BALFET concluye que bajo un nivel empírico, la cadena operatoria puede ser definida como un conjunto de operaciones (agrupadas o no en secuencias) que concurren hacia un solo fin y sólo uno (principio de unicidad). Mientras que en el nivel estructural la cadena operatoria se define como una combinación de factores técnicos según una fórmula de concretización y convergencia que denomina el esquema técnico". "Estudiar la cadena operatoria, tanto para los etnólogos como para los prehistoriadores, consiste en distinguir cómo organizan los hombres sus operaciones técnicas, es decir, cómo las combinan en uno o más órdenes, determinados según la naturaleza de las causalidades puestas en obra por el juego de las coerciones y de las opciones". "Para H. BALFET, la cuestión preliminar es la identificación del acto técnico calificable por el concepto de cadena operatoria, es decir, de la extensión, de la delimitación y del ciclo técnico de referencia. Toda cadena operatoria es una serie de operaciones con un comienzo y un final delimitados por dos estados de la materia: una materia bruta y un producto. Es necesario determinar una unidad, es decir, un desglose analítico en un "continuum" observado que puede ser empírico (ciclo acabado) o abstracto (ciclo parcial). "Para conservar en el concepto de cadena operativa un valor operativo parece deseable no utilizar este concepto para toda acción técnica organizada en series secuenciales, cualquiera que sea la naturaleza de las secuencias, sino reservarlo a unidades técni- 436 cas que respondan a determinados criterios, prestos a recurrir a otro concepto para designar los ciclos técnicos que sumen varias cadenas operatorias". "Un etnólogo determina lo que debe constituir, en el interior de su campo de intereses, una unidad significativa de acción, que retendrá como cadena operatoria. La definición varía según el tipo de proceso técnico que se describe, el conjunto técnico en que se haya incluído, los métodos y los medios de recogida utilizados, y por fin el nivel de análisis descriptivo elegido como pertinente. El prehistoriador, por el contrario, intenta hallar una definición que permita la utilización del máximo de informaciones en su poder, siendo éstas siempre parciales". "La cadena operatoria es pues una seriación de comodidad, un entramado de lectura sobre el cual se pone de acuerdo un grupo de observadores. Su puesta en acción como útil de observación y análisis conduce naturalmente, con la precaución de constituir materiales comparables, a intentar normalizar las modalidades de su aplicación, en particular a investigar sobre qué criterios podría fundarse la seriación de cortes en secuencias y operaciones. La tentativa es difícil, pues cada uno de nosotros, en función de nuestros intereses, elegimos nuestros criterios o nuestra jerarquía de criterios. Nuestro objetivo, hoy, es someter a la crítica y al perfeccionamiento un útil elaborado, de manera colectiva, para servir sobre un tipo preciso de material: la producción laminar del Paleolítico superior, pero del cual pensamos que puede ser utilizado en otros contextos. Juzgamos fundamental llegar a un acuerdo sobre el contenido de las palabras y los campos de significaciones en los que nosotros los hacemos evolucionar, porque solamente comenzamos a elaborar nuestros útiles conceptuales, y de aquí que nuestros hábitos lingüísticos sean aún maleables". La autora prosigue realizando, como base de trabajo, un análisis del proceso técnico presentado por P. LEMONNIER en el nº 1 de la revista Techniques et Cultures (1983), que no reproduciremos. Muestra en él las secuencias de su estudio, comenzando por los útiles, los productos, luego los restos de talla, y siguiendo con los procesos y la cadena operatoria, que aconsejamos consultar a quien desee habituarse a utilizar estas nuevas técnicas aplicables a los materiales prehistóricos. Terminaremos recogiendo la conclusión de su trabajo: "Por el hecho de la naturaleza extremadamente uniforme de sus datos, la investigación prehistórica ha impulsado el desarrollo de sus métodos, que hoy son los métodos cotidianos de casi todos los arqueólogos. Por idénticas razones ha favorecido el estudio del entorno y de la arqueometría que, poco a poco, entran entre las preocupaciones de las otras arqueologías. Incluso, por las mismas razones, no se excluye que el prehistoriador, tomando prestado del etnólogo un útil conceptual, se vea llevado a restituírselo singularmente adaptado". "Los fenómenos técnicos son en su totalidad fenómenos sociales. Pero mientras que el etnólogo asiste directamente al hecho social a través del conjunto de las actividades técnicas -u otras-, y se encuentra confrontado así a la intrincación de actores no neutros (hecho subjetivo) y de materiales en transformación (hecho objetivo), el prehistoriador no puede observar sino los restos parciales e inanimados del hecho técnico en su estado puro, fuera de toda presencia humana". "Antes de toda interpretación se debe así reconstruir la sucesión de los gestos. Por ello los conceptos de proceso técnico y cadena operatoria, que los técnicos utilizan para sistematizar o reducir sus observaciones, sirven a los prehistoriadores como tramas sobre las cuales pueden ordenar la lectura de los datos tan fragmentarios de que disponen. Entonces reaparecen, saliendo del anonimato, los mismos autores de estos gestos, que hacen patentes proyectos y competencia, ideas comunes u originalidad". En la misma obra, publicada en "Treballs d'Arqueologia, 1", publica la autora un interesante trabajo sobre el "Análisis de un proceso técnico: la talla laminar de los Magdalenienses de Pincevent", que constituye un buen ejercicio práctico para la aplicación de las nociones que previamente ha expuesto en un plano teórico, y al que enviamos al lector.