TRAS LA DEBACLE, LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL Obra pictórica de 50”x 38” - José Buscaglia, junio, 2011© En la monumental obra de análisis histórico de Arnold J. Toynbee (A Study of History 1933-1961) se detalla el proceso de deterioro y extinción de determinados grupos sociales a los que su autor identifica como sociedades sin futuro o “futureless societies”. Las presentes circunstancias por las que atraviesa Puerto Rico coinciden con la sintomatología de desintegración social que describe Toynbee, particularmente en los volúmenes IV, V y VI de su obra. Ante esta realidad, hay que abogar por un último esfuerzo por contrarrestar tan patético desenlace. Países y sociedades virtualmente destruidos en conflictos bélicos o desmoralizados totalmente por el apartheid, el colonialismo extremo o la subyugación social han podido incorporarse nuevamente en el curso de épocas recientes. Tras el desmantelamientos profundos de la fibra moral de una sociedad, ya no se puede hablar en términos de una recuperación, sino más bien de un proceso de carácter revolucionario que logre revertir el deterioro y crear nuevas estructuras políticas, económicas y sociales. Los residuos fósiles del pasado se pueden analizar para determinar las causas que provocaron su fracaso o su anquilosamiento, pero todo intento por revivirlos redundaría en la profundización de la condición crítica imperante. Se requirió de un psiquiatra existencialista como lo fue Frantz Fanon para diagnosticar los efectos del colonialismo como un grave trastorno de la personalidad, y de un psicoanalista como Erich Fromm para definir el síndrome de decadencia en contrapartida al síndrome de crecimiento. El de decadencia se caracteriza por una fijación de dependencia simbiótica-incestuosa, mientras que el de crecimiento se nutre de la fuerza vital en el ejercicio de la libertad individual y colectiva y de la expresión creativa de la personalidad. En la sintomatología de la dependencia el individuo se enfrenta a un progresivo deterioro de la razón y a un empobrecimiento de su inteligencia motivado por la desintegración de su identidad. Es en este estadio angustioso que el individuo recurre a una identidad que no es la que le corresponde y de la cual depende para, de alguna manera, justificar su propia existencia. El asimilismo radical que se observa en gran parte de la presente sociedad puertorriqueña es muestra evidente, no solamente de la simbiosis de dependencia, sino de su radical angustia ante el concepto mismo de la libertad. El sentido de inferioridad lleva al individuo a vestir la máscara del otro para encubrir su asumida insuficiencia en un perpetuo estado de subordinación. Este es precisamente el puntal del análisis de Fanon en Black Skin, White Masks (Peau noire, masques blancs, ’52). Cónsono con dicho síndrome, el actual asimilismo radical en Puerto Rico manifiesta una marcada tendencia derechista y autoritaria como mecanismo defensivo provocado por el miedo patológico a la libertad política y a cualquier tipo de amenaza a la seguridad que le brinda su dependencia material y psicológica. De igual modo, su encono con la identidad propia que desea sustituir por la otra, le lleva subconscientemente a subvertir su entorno en aras de destruir todo lo que pudiese representar la naturaleza étnica y cultural de la cual intentan liberarse. La obra presenta el proceso de liberación de las garras de las fieras que han provocado el colapso. Ya a mediados del siglo 17, el filósofo político inglés Thomas Hobbes afirmaba en el Leviatán que el hombre es el lobo del hombre. El lado derecho de la composición muestra una abstracción de estas fuerzas destructivas representadas por bestias con cabezas de lobo y fauces amenazantes. Por contraste, la fuerza vital capaz de impulsar la reconstrucción nacional lo componen las figuras y los símbolos del lado izquierdo de la obra en proceso de desprenderse de la penumbra representada en el lado opuesto. Al fondo figuran los tres colores de la bandera puertorriqueña configurados en una abstracción de su diseño. Las puntas de la estrella se transforman en causes, mientras que las bandas rojas de la enseña aprisionan y neutralizan las tenebrosas imágenes del campo contrario. En la parte superior del lado izquierdo se muestra un disco solar en oro sobre un fondo naranja representativo del nuevo amanecer y del triunfo de la luz sobre las tinieblas. Superpuesto a lo ya descrito se representan dos figuras alegóricas. Surgiendo de entre las olas de nuestro Mar Caribe, una Venus mulata ordena con el gesto de su mano que se detenga el avance de las bestias. Detrás de dicha imagen, le sirve de lecho y emblema la maga como flor nacional. Complementa y completa la iconografía del lado izquierdo una figura triunfante portadora de un hacho encendido, símbolo de la libertad y de la sociedad ya redimida. Sobre la principal banda blanca que forma parte del pabellón nacional, se inscribe el lema editorial de Eugenio María de Hostos, Civilización o Muerte. En términos concretos el conjunto de los elementos simbólicos señalados representan, en su lado derecho, la intolerancia, el terrorismo de estado y el saqueo de los fondos públicos. Las representaciones del lado contrario imponen, mediante la fuerza renovadora del pueblo, la afirmación de sus derechos políticos, sociales y culturales. La reconstrucción a la que hace referencia el título de la obra alude específicamente al reemplazo total de las estructuras políticas y administrativas del estado vigente por un nuevo estado de derecho que garantice la convivencia civilizada y la participación democrática anteponiéndose a la subyugación política, la barbarie, la corrupción y el autoritarismo. José Buscaglia “Villa Pitirre”, Rhode Island junio 2011