EL RASTRILLO TAURINO Pág. 20 IDEARIO DE UN MEDICO Por: Adrián Martín-Albo MAS TERROR QUE ALEGRIA El primer espectáculo español, la hermosa fiesta bravía, de terror y de alegría, de este viejo pueblo fiero. Oro, seda, sangre y sol. Manuel Machado. Si tuviera que definir en 4 palabras la pasada isidrada serían: ausencias, decepciones, bostezos y terror, materializado en la espeluznante cogida de Julio Aparicio. Más terror que alegría. Ésta brotó en la maravilla del ahíquedaeso nacido en los capotes de Morante, Cayetano y Luque, y en la puerta grande de Bautista ya con el pobredemí en las gargantas. Julio Aparicio, al ser cogido el 21 de Mayo El análisis de la cogida de Aparicio ofrece una doble faceta: una, azarosa, que viene dada por la fatalidad de la zancadilla artera que el juanpedro propinó al torero; y otra, cantada por sabida e intuida en el burladero de médicos. La zancadilla hizo trastabillar al torero y caer hacia atrás. Cuando el jabonero vuelve, sorprende al torero en difícil postura, forzada, desequilibrada. Julio, en vez de tirar la muleta a la cara del bicho o a un lado y dejarse caer al suelo, retiene la muleta en su mano al tiempo que intenta incorporarse en la cara del toro. Cuando el bicho acomete le infiere la atroz cornada en el cuello, es decir en una zona anatómica a la que los toros no llegan a menos que el torero se halle a gatas o en cuclillas (rara vez caídos en el suelo), posturas propias del que, habiendo sido derribado, intenta incorporarse. Es difícil que un toro, en especial si es veleto, pueda cornear a un torero en el suelo. Para ello el animal ha de imprimir un giro muy forzado con el cuello y luego tirar el derrote. Si Julio hubiese lanzado la muleta a un lado o a la cara del toro, muy probablemente éste la hubiera seguido. En cambio, la retiene junto a sí al tiempo que intenta incorporarse atrayendo de este modo la feroz embestida. De haberse dejado caer totalmente al suelo, protegiéndose cuello y cara con las manos en espera del quite, más aún girando sobre sí mismo en la suerte de la croqueta, se hubiera librado de la estremecedora cogida, una de las más aterradoras que hemos vivido en Las Ventas. Las imágenes parecen concebidas por una mente enferma, de ahí que han dado pábulo al morbo universalmente más procaz. Se me puede argüir que, en esa efímera fracción de tiempo, nadie es capaz de considerar todos esos pormenores. De acuerdo, pero al menos cabe esperar de la veteranía de un torero para que, si se ve desequilibrado, se tire automáticamente al santo suelo en un acto reflejo, haga la croqueta y jamás intente incorporarse hasta que los capotes hayan alejado al toro. Aún cabe reseñar otro dato azaroso bien que positivo: el pitón halló para su salida una cavidad natural, no tuvo que labrar una salida nueva, y afortunadamente salió por donde entró, es decir, no produjo más desgarros que la penetración inicial. De otro modo, si se desvía hacia atrás o hacia arriba, las consecuencias podían haber sido horrendas. Ahora veamos otra faceta, la de la bata blanca de puertas adentro. Hay que decir alto y claro que el lance salvavidas providencial, o sea la larga cambiada a la parca, se debe a la profesionalidad de Máximo Gª Padrós y su equipo. Máximo odia el incienso del sahumerio y el québuenoerestío. Por eso no insistiré en la trascendencia del lance. Pero leed el parte facultativo: lacónico, conciso, breve, sobrio, sin la más mínima concesión a la floritura y al autobombo. Parece un parte militar pero no es sino el lenguaje médico de un profesional como la copaunpino. Nada sobra y nada falta. Otros hubieran aprovechado la ocasión para adornarse con caireles y pingüís. Si estas cosas no las digo yo, nadie las va a decir y luego se lee y se oye cada cosa por ahí que se parte uno de risa, de estupor o de indignación. EL RASTRILLO TAURINO Pág. 21 Una cogida con destrozos anatómicos excepcionales ha de recibir tratamiento en dos etapas: la 1ª en la Enfermería de la plaza de acuerdo con las técnicas de emergencia cuyo objetivo es salvar la vida en los primeros instantes. Se trata de una lucha frenética contra reloj en la que los tipos de la bata blanca han de tener muy claros 3 principios para aplicarlos sin demora y sin vacilaciones. Es un momento crucial en el que cada uno actúa automáticamente de acuerdo con un esquema mental determinado. Si el herido supera estos instantes, puede decirse que ha superado lo peor y volverá a respirar y a comer tomate. Allá adentro, en el santuario de la bata blanca, Máximo y sus eximios lucharon como fieras para sacar a Julio de la inquietante situación en que se hallaba, o sea para salvar su vida (vamos a dejarnos de eufemismos) evitando que se ahogara en su propia sangre, manteniendo libre la vía aérea y estabilizando las constantes vitales, crucial misión reanimadora en la que destacaron los colegas anestesiólogos. Apuntaros un cordial “olé, tíos”. Todo esto reviste tanto mayor valor cuanto que hay que hacerlo en segundos. Además queda la importante faceta quirúrgico-taurina de buscar y extraer cuerpos extraños, maniobra que dio sus frutos al extraer del cuello desgarrado del torero una astilla puntiaguda de 7 cms procedente del pitón, que, de haber sido omitida, hubiera hecho fracasar todo el ingente esfuerzo. Máximo guarda la insólita esquirla como oro en paño aunque barrunto en qué museo va a acabar. Pues no es nadie mi amigo Jorge, el de los caramelos y los grandes expresos europeos. Pasados los primeros y frenéticos instantes ya se puede decir que lo demás es coser y cantar. Una vez logrado esos objetivos, ya con más calma se pasa a la 2ª etapa, que pudiéramos llamar hospitalaria y reparadora, en la cual se trasladará al herido a un centro donde un equipo superespecializado se encargará de restañar los daños mediante una labor de reconstrucción de las estructuras destrozadas (suelo de la boca, lengua, macizo máxilofacial, piezas dentarias). O sea una labor de chinos que requiere la paciencia, minuciosidad y virtuosismo de un manitas que ha aprendido bien su lección con los accidentados en la carretera. Esta parte corrió a cargo del Dr. Ortiz en el Hospital 12 de Octubre. Ambos, Gª Padrós y Ortiz, en un mano a mano sublime, han devuelto al torero a la torería para que pueda deleitarnos de nuevo con otra fastuosa faena como la de 1995 en la que paró los relojes y la gente, borracha de arte, ojos en blanco, salía de la plaza toreando. Si no hay lugar para esta 2ª etapa reparadora, el herido saldrá de la Enfermería completamente tratado, y, en todo caso, si pasa a un hospital o clínica será ya en plan de reposo postoperatorio. Es el caso de la Enfermería de Las Ventas cuya filosofía es el tratamiento completo, integral, precoz e in situ de todo torero herido. Aparicio el 18-5-1994 Es preciso aludir al eterno dilema de la aparente incompatibilidad planteada por el binomio: cogida de pronóstico muy grave con reaparición milagrosa en un corto lapso de tiempo. A los 5 días de la cogida, el torero ya deglutía, hablaba y deambulaba. Más tarde surgieron complicaciones propias de un enfermo intubado y, por fin, recibía el alta en dos semanas. Las tremendas imágenes han dado la vuelta al mundo. El torero podía haber perdido la vida a la vista de todos. No cabía otro pronóstico que el de muy grave y, sin duda, admitiría cualquier tipo de hipérbole (por cierto, el toro era un juanpedro. ¿Pero no dicen los enteraos que los juanpedros son incapaces de hacer pupa y quesital, quesicual?). Lo que pasó es que Julito se benefició de los factores del éxito en Cirugía Taurina, de ellos los principales son atención precoz, inmediata y cirugía impecable. Ignoro si volverá a torear en breve, pero lo hará seguro porque es un torerazo de la montera a los pinreles, como lo hicieron en su día Pauloba, Cardeño, Joselito y otros, víctimas de una herida similar que hoy pueden contarlo gracias a la moderna Cirugía Taurina. A modo de colofón, admirados toreros: Por vuestra santa madre, no intentéis levantaros en la cara del toro porque es muy malo para la salud… ¡coññño! EL RASTRILLO TAURINO Pág. 22