Desembarco en Djibuti

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El Dipló: Desembarco en Djibuti
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Edición Nro 44 - Febrero de 2003
Desembarco en Djibuti
Por Philippe Leymarie
Transformado en "escuela del desierto" y base militar estadounidense, este país constituye un
punto de fricción agravada día a día entre Washington y París, la antigua metrópoli colonial.
Pese a los crudos fracasos recientes en su política africana, la Casa Blanca está compelida a
este riesgoso movimiento, por el valor de esta área geográfica en función de la estrategia
denominada "guerra contra el terrorismo".
iez años después de su desastrosa aventura en Somalia, en el marco de la campaña "Restore Hope"
(Devolver la esperanza)1, los estadounidenses han regresado al Cuerno de África, a causa de la guerra
mundial contra el terrorismo. Mil trescientos soldados estadounidenses están acantonados en Djibuti, en
el campamento Lemonnier, cerca del aeropuerto, ocupado en su origen por la Legión Extranjera
francesa. La base ha seguido creciendo desde su apertura en septiembre de 2002. La 24º Marine
Expeditionary Unit, en torno al navío Nassau que patrulla la zona del Golfo, ha efectuado el año pasado tres ejercicios
de desembarco con blindados, con munición de guerra, sobre la costa de Obock, en el norte del país. El nuevo "Estado
Mayor combinado para el Cuerno de África", comandado por el general de los marines John Stattler, que se estableció
originalmente en la rada de Djibuti, sobre uno de los buques insignia de la US Navy, el Mount Whitney, será
transferido a tierra.
"Espero que dentro de dos, tres o cuatro años estas instalaciones estadounidenses sigan allí". La frasecita del secretario
de Defensa, Donald Rumsfeld, de visita en el campamento Lemonnier durante diciembre de 2002, selló el fin de una
época, un siglo de diálogo sin intermediarios entre el ejército francés y Djibuti. La ex Côtefrançaise des Somalis
(Costa francesa de los Somalíes), que devino en Territorio francés de los Afars y de los Issas, antes de acceder a su
independencia en 1977, albergó tradicionalmente a la principal base francesa de ultramar2: es un terreno privilegiado
para maniobras, una "escuela del desierto" que tiene pocos lugares equivalentes.
A cambio de la protección exterior acordada al joven Estado -en el marco de un acuerdo de defensa- que chocaba con
las ambiciones territoriales de sus vecinos etíopes y somalíes, Francia disponía con exclusividad de su propio
"arenero": un punto de apoyo significativo en un sector sensible, por donde pasa un cuarto del tráfico mundial de
petróleo; un estatuto de "padrino" regional; un terreno para entrenamiento en condiciones reales y sin trabas;
facilidades para las fuerzas marítimas francesas del Océano Índico; y una escala aérea hacia las islas francófonas del
sudoeste (Madagascar, Comores, La Reunión, Mauricio, Mayotte).
París teme ahora encontrarse "fuera del juego" en el Cuerno, ya que la utilidad de su presencia se hace cada vez menos
evidente. Djibuti, se señala, corre además el riesgo de volverse un objetivo potencial para un atentado terrorista anti
estadounidense3. Aun cuando finalmente se ha creado una unidad "aliada" para la puesta en común de la información,
los primeros meses de cohabitación han sido ásperos: las informaciones no circulaban bien entre los Estados Mayores
francés y estadounidense; algunas veces sus tropas se encontraron frente a frente, en ocasión de maniobras que, de esa
manera, se volvían peligrosas. "Nada cuestiona nuestra presencia antes, durante y después. Los demás están de paso,
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por el momento", se consuela el general Bévillard, comandante de las Fuerzas Francesas de Djibuti (FFDJ).
Los estadounidenses tienen un recuerdo mortificante del atentado homicida de hace dos años contra uno de los buques
de la US Navy, el destructor USS Cole, en la rada de Adén, frente a Djibuti. El 6 de octubre de 2002, otra vez en Adén,
el ataque contra un petrolero de pabellón francés, el Limburg, volvió a instalar la obsesión de una "jihad marítima" que
podría amenazar los suministros occidentales de petróleo4. Yemen es considerado por los estadounidenses como una
base posible de repliegue para la red Al-Qaeda, así como también Somalia. En diciembre de 2002 un atentado afectó
intereses israelíes en Mombasa (Kenya). Y hace cuatro años fueron devastadas por explosiones las embajadas
estadounidenses en Nairobi y Dar-Es-Salaam (Tanzania).
En este contexto, Djibuti ha sido promovido a la condición de gran base permanente estadounidense, una suerte de hub
(centro) militar5, en las cercanías del Mar Rojo y del Golfo Pérsico, cerca de un país como Sudán que apenas ha salido
de su desviación islamista, de Etiopía y Eritrea, en mutuo conflicto, y de Somalia, siempre anárquica. El comando de la
Fuerza de Intervención Aliada en el Cuerno de África6 tiene autoridad sobre una flota compuesta también por
elementos británicos y españoles, así como por una mini escuadra alemana (tres fragatas, cuatro barcos abastecedores y
1.800 marineros) que patrulla el golfo de Adén a lo largo de las costas somalí y yemenita. La diplomacia
estadounidense también consiguió, en diciembre pasado, facilidades de acceso a los aeropuertos etíopes y a los puertos
de Eritrea.
Por su parte, el pequeño Estado de Djibuti ha llegado a ser para Washington un punto de apoyo útil, con instalaciones y
servicios apropiados para el entrenamiento, y con los servicios de un puerto y de un aeropuerto modernos. La US Army
ha podido ejercitarse en "mini guerras" en un terreno libre, como preludio a la ofensiva a Irak, y también ha podido
organizar un sistema regional de vigilancia marítima y aérea para tratar de impedir la infiltración de elementos de la
red Al-Qaeda en las costas de Yemen, Somalia o Kenya. Un misil lanzado por uno de los aviones teledirigidos Predator
implementados por la Central Intelligence Agency (CIA), permitió eliminar a seis presuntos miembros de la red
Al-Qaeda, junto a uno de sus jefes, en la provincia de Marib, en Yemen, del otro lado del estrecho. El aparato, que fue
lanzado desde Djibuti, estaba directamente conectado al puesto de comando de la CIA en Langley (Virginia): bastó con
poner el dedo sobre una tecla de computadora, a 15.000 km de allí, para que el objetivo resultara pulverizado.
"Desde el 11 de septiembre de 2001, nos comprometimos inmediatamente en esta guerra mundial contra el terrorismo
y les hemos dado a los estadounidenses todo lo que querían. Pero, hasta ahora, no hemos recibido nada a cambio",
explicaba hace algunas semanas Mahmoud Ali Youssouf, ministro de Cooperación Internacional del pequeño Estado7.
Afirma haber rechazado "como un insulto" la oferta de legisladores estadounidenses de una ayuda de cuatro millones
de dólares, de los cuales tres cuartas partes debían dedicarse a reforzar la seguridad del aeropuerto. Las autoridades de
Djibuti explican que ellos tienen "verdaderas necesidades básicas": alimentación, escuelas, caminos, salud. Antes de
negociar durante el mes de enero un "acuerdo base", que traería consigo compensaciones financieras, el gobierno
estadounidense asignó medio millón de dólares para el financiamiento de las elecciones legislativas del 10 de enero
último8, y ya ha logrado que la radio Voice of America pueda emitir desde Djibuti, hacia Yemen y Somalia.
"America, America, we want a job!" (¡Estados Unidos, queremos un trabajo!): cientos de jóvenes se presentaron en la
oficina de reclutamiento de mano de obra del ejército estadounidense, la mayoría de las veces sin éxito. Y miles de
personas ocupan en Djibuti las inmediaciones del campamento Lemonnier, con la esperanza de poder conseguir algo.
Pero los militares estadounidenses, resguardados por murallas de tierra y dispositivos de detección, son invisibles:
salen poco de su "cuartel" Lemonnier y de sus tiendas con aire acondicionado, una actitud que contrasta con la política
de coexistencia que durante mucho tiempo practicaron las fuerzas francesas...
1. En octubre de 1993 una misión de rutina de los Rangers y del Comando Delta (de las fuerzas especiales
estadounidenses) encargada de capturar a los jefes de la guerra en un barrio de Mogadiscio, terminó en un desastre:
dos helicópteros pesados fueron derribados y 17 soldados fueron muertos, y el cuerpo de uno de ellos arrastrado por
las calles tras un "technical", vehículo de los milicianos. Este episodio fue objeto de la película La caída del halcón
negro. Véase el testimonio del embajador Alain Deschamps, "Somalie 1993 : première offensive humanitaire",
l\'Harmattan, 2000; y Stephen Smith, "Somalie : la guerre perdue de l\'humanitaire", Calmann-Levy, 1993.
2. La base, reducida por la profesionalización del ejército francés, cuenta hoy con 2.800 hombres. La integran: la Base
Aérea 188 (con un escuadrón de Mirage 2000), el Vº Regimiento de Ultramar, de armas combinadas, y la XIIIº
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Media Brigada de la Legión Extranjera. Cerca de un tercio de los efectivos son para misiones de corta duración.
3. La Lettre de l\'Océan Indien, París, 30-11-02.
4. Desde el atentado contra el Limburg, las primas de seguro de los barcos que transitan por las costas yemenitas se
multiplicaron por cinco.
5. International Herald Tribune, París, 18-11-02.
6. Control Joint Task Force - Horn of Africa (CJTF-HOA).
7. Los Angeles Times, 23-12-02.
8. Estas elecciones se organizaron por primera vez en un marco de multipartidismo integral. Ganó la Unión para la
Mayoría Presidencial, de Ismael Omar Guelleh; el ex primer ministro y jefe rebelde afar Ahmed Dini, denunció
fraude.
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