Jean-Luc Leleu WAFFEN-SS - La esfera de los libros

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Jean-Luc Leleu
WAFFEN-SS
Historia completa de las tropas más temidas
de la Segunda Guerra Mundial
Traducción del francés
Carlo Caranci
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INTRODUCCIÓN
Las «Waffen-SS».
Por sí solas, estas palabras que designan la organización paramilitar de
las SS poseen un innegable poder evocador. En todo caso, no dejan indiferente. La abundante bibliografía que se ha dedicado después de la guerra
a este tema en Alemania, en Francia o en los países anglosajones lo demuestra, al igual que el éxito de ventas de ciertos títulos.1 Por otro lado,
el tema ha sido tratado suficientemente, lo que ha llevado a algunos a afirmar perentoriamente que «todos conocen a las Waffen-SS».2 Ante una
renovación de la problemática, parecería que es mucho más pertinente, en
realidad, ir diciendo que «todos piensan que conocen a las Waffen-SS».3
En realidad, ¿qué sabemos realmente sobre esta organización armada?
Surgidas de la exigua tropa que se encargaba de la protección próxima del
«Führer» en la década de 1920, durante mucho tiempo consistió en unos
efectivos sin importancia en el seno del Partido Nacionalsocialista (NSDAP)
y de sus numerosas organizaciones: 8 hombres el día de su fundación oficial, el 9 de noviembre de 1925, 280 miembros cuando Himmler se hizo
cargo de ella en enero de 1929, para llegar a los 521.174 hombres en el
momento de la llegada al poder de Hitler el 30 de enero de 1933.4 Pese
a esta rápida inflación, las SS eran entonces numéricamente insignificantes en el seno de las populares SA, dirigidas por Röhm, a las que, por otro
lado, estaban subordinadas. La eliminación física de estas últimas y del ala
revolucionaria del NSDAP durante la «noche de los cuchillos largos», el
30 de junio de 1934, y, asimismo, el control progresivo por parte de
Himmler de los órganos de seguridad y de represión del Reich, en detrimento de Göring, abrieron la vía, con todo, a su independencia y a su desarrollo, permitiéndole adquirir mayor influencia en el seno del aparato
nazi, que ya se confundía con el aparato del Estado. A través de las cada
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vez más numerosas prerrogativas atribuidas a Himmler, las SS, con toda
evidencia, se convertían en un órgano ejecutivo que dependía exclusivamente de Hitler para los asuntos de seguridad. En este marco, la creación
en marzo de 1933 de una tropa militarizada y acuartelada había respondido rápidamente a una doble voluntad del régimen: por un lado, disponer de una guardia cercana, de acuerdo con la misión asignada inicialmente a las SS; y por otro, garantizar la existencia de una policía política
de Estado susceptible de suplir a la policía o al ejército en caso de disturbios internos.
Así pues, ¿cómo comprender que esta fuerza paramilitar destinada al
interior y de efectivos escasos en vísperas de la guerra (23.000 hombres
en diciembre de 1938) se convirtiera en un componente de importancia en la estrategia de mando alemana mediado el conflicto? ¿Cuáles son
los factores que explican este cambio radical de función? ¿Cómo explicar que una organización de ideología profundamente racista y xenófoba se abriera a tantos pueblos diferentes, hasta hacer creer, después de la
guerra, que había sido precursora del ejército europeo que algunos dirigentes políticos occidentales deseaban en aquel momento? Y, sobre todo,
¿cómo explicar que la posteridad no haya recordado de los soldados de
las Waffen-SS más que su «fanatismo», que los habría conducido a sacrificarse en el combate, pero también a asociar su nombre a los crímenes
más sangrientos cometidos tanto en el frente como en los territorios
ocupados?
Si consideramos estas cuestiones, vemos que numerosos aspectos de
la Historia siguen estando en la sombra. Es bastante lógico que las publicaciones partidarias de carácter polémico no hayan hecho avanzar el debate histórico.5 Las monografías de las formaciones SS redactadas por sus
exmiembros son, sin duda, fuentes de información que no hay que ignorar, pero también hay que tener en cuenta que el espíritu crítico, lógicamente, está ausente. Por otro lado, siempre es peligroso intelectualmente dejar que sean los propios actores los que escriban la Historia. Por su
parte, los que se han ocupado de los crímenes de guerra se han dejado sumergir por la emoción. Al tratar superficialmente a los verdugos para con-
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centrarse mejor en las exacciones cometidas, esta literatura, en efecto, es
un testimonio, pero sin que en realidad nos permita comprender. En
cuanto a la literatura comercial, esta se ha apoderado con gran alegría de
estos asuntos escabrosos, contribuyendo a alimentar y a propagar el mito
de unas tropas de élite adiestradas de manera superior, con gran apoyo de
fotografías publicadas por la propaganda de la época.
Ante esta avalancha de publicaciones, los medios universitarios, sin
duda, no han desertado, pero resultan estar muy aislados. A mediados de la
década de 1960, el trabajo de George Stein asentó las bases sobre las que
durante mucho tiempo se han sustentado la mayor parte de los estudios.
Al abordar por primera vez el asunto de manera objetiva y sólidamente
documentada, trazó las etapas del desarrollo de las Waffen-SS y de su papel militar a lo largo del conflicto diferenciándolas (pero sin aislarlas) de la
nebulosa de otras organizaciones policiales y administrativas SS.Teniendo
en cuenta la amplitud de la tarea y la falta de perspectiva con relación al
mito, esta obra, con todo, muestra ya sus límites.6 Pero, muy afortunadamente, otros estudios en profundidad sobre la política de desarrollo de las SS
o de las Waffen-SS han ido llegando, entre tanto, para completar la perspectiva.7 Otras cuantas se han centrado específicamente en las operaciones de reclutamiento.8 Por su lado, las no muchas monografías universitarias dedicadas a las divisiones SS parecen haber llegado al punto de
compensar las visiones eufemísticas de las obras equivalentes redactadas
por veteranos de las SS. Por muy pertinentes que sean, el alcance de sus
conclusiones queda limitado en el fondo solo a las formaciones que son
su objeto de estudio.9
Entre todas, son las diferentes publicaciones de Bernd Wegner las que
han marcado los avances más significativos, localizando una problemática
realmente innovadora sobre el tema.10 A través de una tesis de doctorado
dedicada al cuerpo de oficiales de las Waffen-SS, permite que se capte
mejor la singularidad de estos soldados políticos: combatientes cuya incorporación no se limitaba solo, como para el militar de carrera, al tiempo de
guerra contra un adversario definido, sino que mostraba todo su sentido
en una lucha permanente en nombre de la ideología nacionalsocialista.11
Este trabajo, sobre todo, ha permitido renovar profundamente el género.
Dejando a un lado el campo de las actividades militares de las Waffen-SS,
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ha mostrado, lo que es incluso mejor, su lugar en la estrategia de expansión política de la Reichsführung-SS, el aparato de dirección de las SS a
escala del Reich.12
Con todo, numerosas cuestiones siguen en suspenso, mientras que recientes avances historiográficos suscitan nuevos interrogantes. En el primer
caso, es forzoso reconocer que falta todavía un estudio de lo que fueron las
Waffen-SS como instrumento militar, tomando en consideración todos los
campos de actividad y permitiendo así relativizar los aspectos de la cuestión
unos respecto a los otros. Por un lado, valorando la importancia de las
Waffen-SS en la estrategia política de la Reichsführung-SS, los trabajos llevados a cabo han privilegiado una visión «desde arriba», ignorando a la tropa como tal.13 Por el otro, la literatura, científica o no, ha mostrado ampliamente la tendencia a interesarse por la «historia de las batallas», relegando las
demás cuestiones a un segundo plano. Si bien este género suele despertar el
interés de un público apasionado por los hechos de armas, ya desde hace
mucho tiempo ha mostrado sus límites a menos que se vea sustentado por
una problemática que supere la narración de las operaciones.
Entre ambos polos existe, pues, una gran laguna sobre lo que fueron
estas tropas, tanto desde el punto de vista sociológico como profesional.
¿Qué hay de sus recursos humanos, de las estructuras de sus unidades, de
su aprovisionamiento, de su instrucción, de sus condicionamientos mentales, de su empleo estratégico, de su función social, de su valor militar e,
in fine, de su comportamiento? Con mucha frecuencia existe como respuestas a cada uno de estos temas una sólida y tenaz reputación derivada
de la propia guerra. Ahora bien, ya se ha demostrado que las principales
ideas vehiculadas sobre el adoctrinamiento o sobre el «sobreequipamiento» de las tropas SS merecen ser reconsideradas.14
Por otro lado, junto a los interrogantes relacionados intrínsecamente
con las Waffen-SS, los progresos registrados en los dos últimos decenios
por la investigación nos llevan igualmente a renovar otro interrogante.
Cargar sobre las Waffen-SS todos los crímenes que se cometieron con el
fin de oponerlas a la Wehrmacht —es decir, al ejército alemán que englobaba al ejército de tierra (Heer), a la marina (Kriegsmarine) y a la aviación
(Luftwaffe)— es un punto de vista que ya está superado. Sin duda, el cur-
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sor se ha quedado bloqueado, invariablemente, sobre los colores más sombríos de la representación colectiva de las SS, de las ideas que encarnaba,
y de los crímenes que perpetró —sobre todo, la puesta en práctica del
genocidio—. Pero el ejército alemán, por su lado, vio empañar la fama
casi virginal con la que le habían adornado sus antiguos generales con el
fin de facilitar su reconstitución en el seno de la Alianza Atlántica en la década de 1950. La idea de que llevó a cabo una guerra «limpia» ha muerto.
Una vez establecida su participación (al menos parcial) en los crímenes de
guerra, en la represión ciega en los territorios ocupados, en el exterminio
masivo de prisioneros de guerra soviéticos o en el genocidio, y teniendo
en cuenta la profunda penetración de las ideas del régimen en sus filas,15
podemos plantearnos la cuestión legítimamente: ¿dónde estaba la diferencia básica entre las Waffen-SS y la Wehrmacht?
Finalmente, los distintos puntos de vista considerados derivan del
postulado de que las tropas de las Waffen-SS fueron bien «soldados como
los demás» (Konrad Adenauer),16 o bien instrumentos dóciles de su
Reichsführung. Ahora bien, a la inversa de estas dos hipótesis, la fuerte personalidad de los comandantes de las formaciones más antiguas y la tardía
centralización de las ramas armadas de las SS permiten suponer la existencia de un modo de funcionamiento más o menos autónomo y, por lo
tanto, alejado del modelo jerárquico militar tradicional.17 El presente estudio se propone, pues, determinar si (y en qué) las Waffen-SS representaron una entidad específica en el seno de las distintas fuerzas armadas
alemanas durante la guerra.
Resolver estas cuestiones nos lleva necesariamente a elegir. El hecho
de abordar el asunto de manera transversal conduce, en efecto, a la multiplicación de los ángulos de perspectiva, sean políticos, ideológicos, técnicos, profesionales, operativos, estratégicos, sociológicos o psicológicos.
Aunque no contemos las unidades de tamaño inferior, existieron unas
cuarenta divisiones SS a lo largo del conflicto y, aunque no podamos ser
más precisos, parece ser que más de 800.000 hombres sirvieron bajo su
estandarte durante la guerra.18 Así, la idea preconcebida ha consistido en
considerar de manera privilegiada a los cuerpos de combate principales
de las Waffen-SS, es decir, las formaciones motorizadas y acorazadas SS, de
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reclutamiento esencialmente alemán. De hecho, son estas las que han
dado lugar a la reputación de las Waffen-SS. En comparación, el papel
atribuido a las formaciones de reclutamiento extranjero ha resultado ser,
por lo general, muy pobre.
Para captar el comportamiento de las tropas SS, parece oportuno, por
otro lado, multiplicar los zooms sobre unidades, combates o teatros de
operaciones concretos. Respecto a todo esto, los territorios que fueron
colocados en seguida bajo la tutela del mando alemán en el oeste (Países
Bajos, Bélgica y Francia metropolitana —esta en su totalidad tras la ocupación de la zona sur en noviembre de 1942—) se vieron favorecidos por
varias razones. Para comenzar, y pese a una presencia muy fluctuante, las
tropas de las SS no dejaron nunca de ser desplegadas en este teatro desde
mayo de 1940 a mayo de 1945. Alrededor de un tercio de las fuerzas operacionales SS transitaron por aquí antes o después, a lo largo de la guerra
(unos 118.000 hombres de 368.000 el 30 de junio de 1944, por ejemplo).19
Dos campañas militares importantes en 1940 y en 1944-1945 se han adaptado posteriormente al marco cronológico, permitiendo observar la evolución profesional de la tropa y su lugar en el orden de batalla alemán.
Por otro lado, el control de este conjunto geográfico por un órgano
militar alemán único (el comandante en jefe en el oeste, Oberbefehlshaber
West, abreviado Ob.West)20 facilita el acceso a las fuentes documentales.
La red administrativa civil y militar mucho más estrecha en este teatro de
operaciones ha resultado ser una ventaja al facilitar la identificación de las
tropas involucradas en función de su comportamiento.21 Esto, por ejemplo, no sería posible en los territorios del este, donde la amplitud de las
destrucciones y las investigaciones tardías llevadas a cabo sobre los crímenes perpetrados complican todo intento de este tipo (209 ciudades y
9.200 pueblos incendiados bajo la ocupación alemana solo en Bielorrusia,
de ellos, 628 pueblos con sus habitantes).22 Finalmente, los territorios del
oeste presentaban dos casos diferentes para las SS y para su ideología racial. En este caso, los Países Bajos y Flandes pertenecían a la esfera «germánica», mientras que Francia y Valonia quedaban excluidas (la última al
menos en un principio). Las diferencias de comportamiento que pudieron engendrar estas dos clasificaciones ofrecen, pues, una perspectiva potencialmente interesante.
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Considerando la problemática seleccionada, el tratamiento global del
asunto se articulará en torno a cinco grandes temas que, después de todo,
se resumen en otras tantas cuestiones muy simples. ¿Quiénes eran los
hombres que componían las formaciones SS? ¿Cómo fueron preparados
para la batalla? ¿De qué manera se vieron condicionados para combatir?
¿En qué tareas se los empleó? ¿Cuál fue su comportamiento en el marco
de sus misiones? Previamente, una primera parte permitirá que nos ocupemos de la política de desarrollo de las SS. De hecho, y al contrario que
la Wehrmacht, la creación de cada nueva formación SS, antes y durante el
conflicto, deberá comprenderse, de entrada, como un acto político antes
de serlo como un acto militar. Asimismo, deberemos centrarnos en la política de expansión de la Orden Negra (como se llamaban a sí mismas las
SS) que no era, en sí misma, ineluctable y aún menos lógica.
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