EL TRABAJO DE CAMPO Manuel Mollá El trabajo de campo es una de las actividades que, en mi opinión, necesitan un cambio más profundo en una docencia innovadora. Ha sido muy frecuente (y todavía hoy se mantiene) la tendencia a convertir el trabajo de campo en una clase magistral fuera del aula, es decir, una actividad más en la que los estudiantes tienen una actitud más pasiva frente al trabajo de los profesores. Sin embargo, el trabajo de campo es la ocasión perfecta para que se desarrollen los conocimientos o destrezas adquiridos, por lo que hay que plantearlo de forma que los estudiantes trabajen prácticamente solos, bajo un control sin agobios de sus profesores. Con la profesora Isabel Rodríguez Chumillas he tenido ocasión de poner en práctica un sistema que empecé a utilizar con estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, en colaboración con profesores de la misma y con el sistema seguido por ellos. La profesora Rodríguez y yo organizamos esas prácticas de modo que fueran útiles para ambas materias, o, como en alguna ocasión, por tener cada uno un grupo de la misma. Entre otras cosas, permite ahorrar gastos de autobús y para los estudiantes; por no mencionar que resulta mucho más entretenido. Puede parecer una tontería, pero pasar varios días fuera con un grupo de estudiantes y sin compañeros se hace bastante pesado. El trabajo de campo tiene así tres partes fundamentales a partir del lugar y la actividad decididos: 1.- Recogida de información, que incluye cartografía para trabajar en el campo, bibliografía y, desde luego, algunas sesiones de preparación en el aula. No como clase magistral, pero sí para definir objetivos; así como la entrega de un cuestionario (puede tener ocho o diez preguntas) que los estudiantes tendrán que resolver durante la práctica. 2.- Una vez en el lugar de trabajo, habrá dos sesiones conjuntas (a primera hora y al final de cada jornada). La primera será breve, con lo justo para que tengan claro lo que se espera que hagan ese día (qué preguntas tienen que resolver), además de ir dando forma a la memoria final, información para completar los mapas o planos, etc. A partir de ese momento, cada grupo (es un tipo de actividad poco recomendable para hacer de forma individual por parte de los estudiantes), tomará la dirección que le corresponda para hacer su trabajo. La reunión de la tarde servirá para la puesta en común de los grupos y la corrección del trabajo hecho. En la última reunión del trabajo de campo los grupos tienen que entregar el cuestionario resuelto, el borrador del trabajo cartográfico y un índice o guión de la memoria. Se revisa con cada grupo su actividad y se da una primera calificación, provisional, hasta que se entregue la memoria definitiva. 3.- En un plazo no muy largo de tiempo, cada grupo tendrá que entregar su memoria definitiva. Aquí ya podrán usar los ordenadores y los programas informáticos que prefieran o consideren más adecuado. En ningún caso se permite la utilización del ordenador durante la práctica, porque con mucha facilidad la herramienta se convierte en el elemento fundamental. Respecto a los plazos, hemos comprobado que si se deja pasar demasiado tiempo (por ejemplo, entrega al final del semestre) los grupos se centran en otras actividades y el resultado final de la memoria, en no pocas ocasiones, es peor que el de la entrega provisional. En general, el sistema ha funcionado bastante bien siempre, sin comparación con las clases magistrales en un lugar incómodo por no ser el adecuado. Los estudiantes se involucran mucho más y, a mí me parece también básico, sienten que hacen algo ellos, que la responsabilidad es exclusivamente suya, por lo que su grado de satisfacción, aunque hayan tenido que trabajar mucho más, es alto.