LA PALABRA HOY: Daniel 7,13-14; Salmo 92,1-2.5; Apocalipsis 1,5-8; Juan 18,33-37 Ambientación: Crucifijo, colocarlo de pie, rodeado de flores blancas y cirios encendidos, que expresen la realeza de Cristo. En esta fiesta de Cristo Rey, recordamos que una Iglesia fiel a Cristo ha de saber que “no es de este mundo”. Por eso nuestra Iglesia ha de saber que Jesús, “vino al mundo para ser testigo de la verdad”. Una verdad evangélica y moral que ha de iluminar una situación socio-política concreta, muchas veces contraria al proyecto de Dios. Pidamos al Señor que nos convierta en testigos de esta verdad. Oración inicial Señor Jesús, Tú que has venido a revelarnos tu identidad, que te fuimos reconociendo como el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Señor, el Dios con nosotros, ahora te das a conocer como REY, como Aquel que tiene autoridad y poder, como Aquel que ejerce su autoridad sobre todo lo creado. Ahora que somos más conscientes de nuestra identidad de cristianos, te pedimos que nos ayudes a vivir de tal manera que en todo momento y en cada circunstancia podamos dar testimonio de ti, manifestando que Tú eres nuestro Rey y Señor. Que así sea. I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Juan 18, 33-37 Introducir verdad El juicio contra Jesús tuvo lugar probablemente en el palacio en el que residía Pilato cuando acudía a Jerusalén. Allí se encuentran una mañana de abril del año treinta un reo indefenso llamado Jesús y el representante del poderoso sistema imperial de Roma. El evangelio de Juan relata el dialogo entre ambos. En realidad, más que un interrogatorio, parece un discurso de Jesús para esclarecer algunos temas que interesan mucho al evangelista. En un determinado momento Jesús hace esta solemne proclamación: “Yo para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Esta afirmación recoge un rasgo básico que define la trayectoria profética de Jesús: su voluntad de vivir en la verdad de Dios. Jesús no solo dice la verdad, sino que busca la verdady solo la verdad de un Dios que quiere un mundo más humano para todos sus hijos e hijas. Por eso, Jesús habla con autoridad, pero sin falsos autoritarismos. Habla con sinceridad, pero sin dogmatismos. No habla como los fanáticos que tratan de imponer su verdad. Tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella. No se siente nunca guardián de la verdad sino testigo. Jesús no convierte la verdad de Dios en propaganda. No la utiliza en provecho propio sino en defensa de los pobres. No tolera la mentira o el encubrimiento de las injusticias. No soporta las manipulaciones. Jesús se convierte así en “voz de los sin voz, y voz contra los que tienen demasiada voz” (Jon Sobrino). Quienes seguimos a Jesús hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en defensa y ayuda de los últimos y excluidos en la actual crisis y en todo momento. Quien es de la verdad escucha la voz de Jesús. Hoy es el día de dejarnos preguntar si Jesús es nuestro Rey: de nuestro ser, actuar, pensar,proyectar… o son simples palabras. En el interrogatorio ante Pilato, Jesús manifiesta su condición de Rey; pero deja bien claro que su realeza es de otra categoría. El Reino de Pilato se hace con las armas y la violencia; el Reino de Dios se construye con el servicio, el amor, la justicia y la paz. Juan 18, 33-37 En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: - ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: - ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato replicó: - ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Jesús le contestó: - Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: - Conque, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: - Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. ¿Qué impresión me causa la actitud de Jesús ante Pilato cuando era interrogado respecto a su identidad de Rey? ¿Qué clase de rey es Jesús? ¿Cómo es su reino? ¿En qué consiste la misión de Cristo Rey? ¿Quiénes serán capaces de comprender el mensaje de Jesús? II.- ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto? Celebramos que Jesús es rey. Pero los que se dirigían a él invocándolo como rey estaban bastante lejos de su Reino. Sin embargo, quien se orienta hacia su Reino, como el ladrón arrepentido, que se pone de parte del inocente, entra inmediatamente en el ámbito de Jesús y del Reino de Dios. Ponerse de parte de los que sufren y de las víctimas de los poderes aniquiladores de este mundo, es entrar en el espíritu de Jesús y de su Reino. Con Jesús llega el Reino prometido de justicia a favor de los pobres, el Reino invocado en el padrenuestro y por el que hemos de trabajar constantemente. Es el Reino de la bondad y de la misericordia, el Reino de la verdad, del perdón y de la alegría, el Reino que conduce a una fraternidad universal, cuyas puertas se abren a fuerza de amor hacia los desheredados y crucificados de esta tierra encadenada, a fuerza de oración insistente al Padre y a fuerza de anunciar y vivir la verdad del Evangelio. Estoy de acuerdo en que algunas veces es penoso, no saber positivamente a qué atenerse sobre un suceso que nos toca de cerca; y un completo abandono desconcierta nuestra sabiduría y nuestra prudencia. Sin embargo este abandono es el que tiene mérito: sustine sustentationes Domini. La sabiduría humana dice: pero esto que pides no es razonable; una sabiduría más alta, la fe, responde: ¡Amén, Aleluya! ¿Después de todo qué me importa triunfar? No es el éxito lo que Dios me pide, es el sacrificio y él sabrá recompensarlo. Busquemos en primer lugar el reino de Dios y su justicia y lo demás se nos dará como recompensa. JMLM A la congregación de S. Pedro, 1829? S. VIII 2459-60. III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra? Jesús es el rey que ha tomado la condición de esclavo para mostrarnos en qué consiste el plan de Dios, su voluntad a favor de todos los hombres y mujeres. Agradecemos su muestra de amor hacia nosotros y le pedimos que su reinado se establezca en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Preguntó Pilato a Jesús: ‘¿Eres tú el rey de los judíos?’ Pilato, un hombre escéptico acerca de lo que es la verdad, pregunta a Jesús si es rey. Nosotros, que caminamos tras los pasos de Jesús, que queremos aprender de su manera de vivir tan distinta y sorprendente, nos preguntamos quién es el rey de nuestra vida, quién o qué ocupa el centro de nuestro corazón. Vueltos a Jesús, con la alegría de la fe, le decimos que queremos estar con Él para vivir con Él. Entramos en la oración para entrar en el reino, que está dentro de nosotros. Creo en ti, Jesús. Tu reino da sentido a mi vida. Jesús le contestó: ‘Mi reino no es de este mundo’. Orar es dejar nuestra mentalidad vieja y aceptar la lógica de Jesús. El reino de Jesús no se impone desde fuera con la fuerza y el poder, con la injusticia y la mentira; se abre camino en el corazón y se hace presente en medio de las gentes como un perfume de alegría y un destello de verdad que no tendrán fin. El trono del reino de Jesús es la cruz; de ahí nace la misericordia para con los débiles, la salud para los enfermos, la dignidad para los excluidos, el pan para los hambrientos. Jesús, te doy mi corazón; reina en mí. ‘Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad’. Jesús y nosotros, cara a cara. Verdad y mentira, frente a frente. El testigo de la verdad, digno de nuestra fe, convocándonos a vivir en la verdad, alentándonos a no engañar en las cosas de Dios. El reino de Jesús, como fuente de nuestra dignidad; su entrega crucificada, como sorprendente manifestación de la realiza del ser humano. No hay quien dé más que tú, Jesús. Gracias. IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto? Qué es el Reino para Juan María: Esté completamente resignado a su santa voluntad: querer todo lo que Dios quiere y quererlo siempre, por todo, sin reservas, esto es el Reino de Dios, del que pedimos su llegada cada vez que recitamos el Padrenuestro. A un hermano tuberculoso enviado provisionalmente a su casa, A VI 312 Nuestra misión como Menesianos Aplícate, sobre todo, en inspirar a tus alumnos una verdadera y tierna piedad; no te consideres como un profesor profano sino como un misionero encargado de establecer el reino de Dios en las almas. Esta es, en efecto, tu vocación, y será haciendo santos como tú mismo te santificarás. JMLM A IV 288 El Reino cambia nuestra vida entera Que el Señor se digne hacer de vosotros hombres según su corazón, entregados a su Iglesia, desprendidos de vosotros mismos, pobres de espíritu, humildes, celosos, dispuestos a emprender cualquier cosa, y a sufrir todo por publicar su palabra, extender su reino y alumbrar en el mundo ese fuego divino que Jesucristo ha venido a traer, ese fuego purificador y vivificador, ese amor inmenso, inenarrable, que es la vida celestial. Estáis llamados a grandes cosas; tened, sin cesar, ante vuestros ojos esta alta vocación, para trabajar y haceros dignos de ella. JMLM Retiro de los Hermanos, S VII, 2297 Oración final Hoy te alabamos, Padre, porque en la resurrección de tu Hijo, Cristo Jesús, lo constituiste Rey y Señor universal de todo lo creado con un poder y un reino eternos que no cesarán. Gracias también, porque, a su vez, Cristo ha hecho de nosotros, los bautizados en él, un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Haz, Señor, que venga tu reino al mundo de los hombres, y danos la fuerza de tu Espíritu para mantener irrevocable nuestra entrega personal a la construcción de tu reinado en nuestro mundo: tu reino de verdad y de vida, tu reino de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz. Así mereceremos alcanzar de ti el reino eterno con Cristo. Amén.