VISITADORES A ENFERMOS Y ANCIANOS. FORMACIÓN “Cada Parroquia una misión, Cada cristiano un misionero” PRESENCIA MISIONERA La Pastoral de la Salud no es un mero proyecto de beneficencia al enfermo, sino que se adentra en la misión esencial de la Iglesia. Cristo así se la asignó a sus discípulos y apóstoles. Por tanto, para llevar a cabo esta Pastoral se exige una profunda fe, una caridad muy eficaz y una esperanza a toda prueba. Sólo así se podrá realizar el plan divino en la Pastoral de la Salud que consiste en imitar la vida de la Santísima Trinidad, “Haciendo la Verdad en el Amor” (Ef. 4,15). LO QUE BUSCA EL VISITADOR MISIONERO DE ENFERMOS. EL OBJETIVO GENERAL es: Mostrar el Rostro de Cristo, doliente y gozoso, para iluminar con el Evangelio el Mundo de la Salud, la enfermedad y el sufrimiento; santificar al enfermo y al agente de la salud; y coordinar la Pastoral de la Salud en la Iglesia. Invitando a toda la Iglesia a planificar su acción, teniendo como punto de partida el Rostro de Cristo doliente y gozoso. El Papa explica esta paradoja de doliente y gozoso diciendo como Cristo en la cruz, a pesar del máximo sufrimiento y dolor no dejaba de ser Dios. Dios y hombre en el misterio de la muerte de cruz. Esta paradoja significó la resurrección. Así, el objetivo de la Pastoral de la Salud debe ser evangelizar el dolor, el sufrimiento y la muerte, desde la Muerte y Resurrección de Cristo. Este objetivo es principalmente un objetivo de oración en la que pedimos al Cristo, que asuma nuestra muerte, sufrimiento y dolores en su propia Pasión y muerte y así nos dé la única salud verdadera y posible. Desde este objetivo se ve que la salud no consiste propiamente en el bienestar, sino en la felicidad que se logra precisamente cuando se camina hacia la armonía que es la vida, por el único camino que hay y que es, aceptar la cruz y vivir en Cristo crucificado. Esta vida sólo es posible cuando Cristo la concede, esto es, cuando Cristo asume en su muerte nuestra muerte y en su totalidad, el mal en el mundo. Es la significación de Cristo que viene a quitar el pecado del mundo. El actor de esta unión es el Espíritu Santo. Así el objetivo de la Pastoral de la Salud es suscitar la oración para que el Espíritu Santo realice en nosotros la Salud, uniéndonos con Cristo muerto y resucitado. El "Visitador de Enfermos" es un "ENVIADO POR LA IGLESIA". No visita a título personal. A través de él, es, en efecto, Jesucristo, por su Iglesia, el que atiende, escucha y ama al enfermo. El saber que nuestra visita compromete a la Iglesia, debe dar a nuestros contactos con los enfermos, una mayor seriedad, apertura y respeto, así como fidelidad y constancia. Aquí cabría el preguntarnos: ¿Me he lanzado solo a esta aventura? ¿Soy consciente de que lo hago en nombre de la Iglesia? Pensemos que estamos encargados de un servicio Eclesial, cuyo cometido es bien preciso, nos diferencia de otros visitadores de enfermos. Nuestra misión específica consiste en: "visitar a las personas enfermas en nombre de la comunidad cristiana" a la que pertenecemos y que delega en nosotros este servicio. El contacto de Jesús con el dolor y la enfermedad y su relación con los enfermos, es algo que se repite insistentemente en los Evangelios 1 En las visitas, trataremos de suscitar esa inquietud y de orientar, agrupar y formar a las personas con esa vocación, con el fin de que lleven a cabo con la mayor eficacia posible, el acompañamiento y la atención a los enfermos de sus comunidades parroquiales. ORIENTACIONES PARA LAS VISITAS Nos fijaremos puntualmente en la figura del VISITADOR, el ENFERMO en su entorno FAMILIAR, después de considerar brevemente la actitud de JESÚS, en una situación de crisis, de preocupación y de angustia de sus discípulos. Por eso invitamos a todos los visitadores a una meditación profunda del Evangelio de Lucas 24, 13-35, (Camino de Emaús) como el texto orientador. Son muy numerosas las ocasiones en las que Jesús se hace presente e interviene en situaciones de angustia y preocupación, de dolor, enfermedad y muerte. En su manera de actuar tenemos que buscar luz para nuestra actuación con los enfermos. Según aparece en el texto elegido para la reflexión: Los discípulos han recibido un duro golpe, un serio contratiempo, tenían puesta toda su confianza en Jesús, de pronto se quedan sin Él. JESÚS LES SALE AL PASO, LES PREGUNTA: "¿QUÉ OS PASA?". Les deja que le cuenten sus miedos, sus temores... Les escucha y les ayuda a que se abran. El enfermo se encontraba optimista y con fuerzas. La enfermedad es para él un contratiempo serio. Se siente necesitado de ayuda y preocupado. Se encuentra desconcertado y lleno de dudas. El visitador debe salir, ir a su encuentro, visitarle. Debe interesarse por su estado con delicadeza. Debe ayudarle a orar, traerle serenidad y optimismo. Los discípulos se sienten fracasados, angustiados. Piensan que lo que han vivido antes se terminó. Se van de Jerusalén y de la comunidad para olvidar. Buscan la seguridad, la paz. JESÚS LES DEJA QUE HABLEN, QUE SE DESAHOGUEN, QUE SE QUEJEN. Les escucha pacientemente, todo el tiempo que hace falta. Sintoniza con ellos y asume la experiencia que viven. Ilumina su situación desde la fe, a la luz de la palabra de Dios. Les conforta y aviva su fe. Comparte la mesa y se les manifiesta. Les fortalece y salen a comunicar esta experiencia de Jesús a los Apóstoles. El visitador de enfermos ha de meditar en profundidad este texto. En él Jesús nos da lo principal de su mensaje: La PALABRA-_ Deja a los discípulos que hablen… luego El comienza por la escritura. La EUCARISTIA, Jesús no solamente da, sino que se da El mismo. 2 Ante esto, el visitador ha de fijarse también y preguntarse: ¿Qué son para mí la Palabra y la Eucaristía? ¿Cómo me ayudan en mi misión de miembro de un equipo? Antes de la visita, en ese día, ¿me he parado más en meditar la Palabra y fortalecido con el Cuerpo del Señor? El enfermo también lo está pasando mal. Siente molestias, dolores, preocupaciones. . . Ha tenido que dejar muchas cosas: trabajo, compañías, diversiones. . . Está dependiendo de otros, le tienen que ayudar, piensa que es una carga para su familia, le falta seguridad, paz, confianza. . .De momento necesita desahogarse y si observa prisa se cerrará. El Visitador debe imitar a Jesús, debe escuchar con paciencia, sin prisas, debe sintonizar con el enfermo, debe llevar serenidad, seguridad, confianza. Debe iluminar con la fe esta situación, debe darle confianza. Estos pasos deben darse a lo largo de los distintos encuentros, con enfermos y no necesariamente en el primer contacto. No debe agobiarse, porque no aparezcan expresiones de fe, ni tener prisa por introducir la palabra de Dios. El tiempo de Dios no es el tiempo de los hombres, ni su lógica es la nuestra. La paciencia de Dios es infinita. Hemos de aprender de Él. Hay que dejar obrar a Dios. RECORDEMOS ALGUNAS DE LAS CUALIDADES MÁS IMPORTANTES: - Mucha prudencia y no menos paciencia y serenidad. - Comprensión y respeto tanto hacia el enfermo, como hacia la familia. -Acercarse a él con actitud humilde, con sencillez, con naturalidad, inspirando confianza. - Saber escuchar, saber callar, saber hablar, ser el amigo bueno que le da conversación, si la necesita, que está en silencio, si cree que esto le ayuda. - Estar dispuesto a dar, a ayudar, a entregarse, pero también a recibir. -No olvidemos que los enfermos nos evangelizan. La dimensión espiritual es importante porque, en la parroquia se hace meditación y contemplación que es fundamental en el campo de la salud. Así podemos entender que los enfermos también tienen un lugar predilecto en el proyecto de Dios. Las curaciones de Jesús, son signos de que el Reino de Dios está empezando a llegar. Los profetas habían anunciado que la curación de los cojos, ciegos , sordos, etc. sería el signo de que se cumplían las promesas de Dios. “ANDA Y HAS TU LO MISMO” (LC.10,37) Quien ama a Dios se volcará sobre el herido, como el samaritano. Quien ama de verdad al prójimo, encuentra a Dios. Dios no está lejos, está ahí, en el otro, en ti. «Jesús responde con la célebre parábola del “buen samaritano”, para indicar que nos corresponde a nosotros hacernos “prójimos” de cualquiera que tenga necesidad de ayuda.” No tengamos miedo de decir “si” a Jesús y de seguirlo según los ejemplos de los Apóstoles; que nuestros corazones se llenen de alegría y seamos la bendición para el mundo. No tengamos miedo cuando el amor exige el sacrificio. No tengamos miedo a la Cruz de Cristo. La Cruz es el árbol de la vida y la fuente de alegría y paz. No tengamos miedo para amar la Cruz. Le pedimos al Señor que nos ayude a bajar a lo profundo del corazón, donde habitan las carencias y se descubren las necesidades, donde se escucha el grito del dolor, la voz de quien sufre y necesita. Que nos dé entrañas de misericordia, para que no demos rodeos ante los que sufren y sepamos caminar con los ojos del corazón abiertos para ayudar a quienes nos necesitan, que 3 seamos buenos samaritanos para que el mundo descubra en nuestra vida el rostro misericordioso del Padre. El Papa Francisco, en su mensaje para la XXII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, sobre el tema: "LA FE Y LA CARIDAD”, nos recuerda: Que la Iglesia reconoce en los enfermos "una presencia especial de Cristo sufriente y dice que nosotros también debemos dar la vida por los hermanos". El Papa habla de esperanza, "porque en el plan de amor de Dios, incluso en la noche del dolor se abre la luz de la Pascua", y de coraje "para hacer frente a cualquier adversidad en su compañía, unidos a Él". El Santo Padre recuerda también que Jesús tomó sobre sí la enfermedad y el sufrimiento, transformándolos a la luz de "una vida nueva en plenitud" que cambia las experiencias negativas en positivas. Así, pues, siguiendo el camino de Cristo, que se entregó por amor, también nosotros "podemos amar a los demás como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos", subraya el Papa. Además, "la fe en Dios bueno - escribe el Pontífice - se convierte en la bondad, la fe en Cristo crucificado se convierte en fuerza de amar hasta el final e incluso a nuestros enemigos". Acercándonos con TERNURA "a aquellos que están necesitados de atención - continúa el Santo Padre - llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en las contradicciones del mundo". Una generosa entrega a los demás que se convierte en el estilo de nuestras acciones. Y María, es el modelo cristiano "para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada". "La Santísima Virgen, madre de los enfermos y de los que sufren, permanece "al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena", asegura el Papa. Además, para el Pontífice la Cruz "es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros”, que "nos invita a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña a mirar siempre a los demás con misericordia y amor, especialmente a los que sufren, a los que necesitan ayuda". CUANDO VISITES A UN ENFERMO San Camilo, sacerdote y religioso italiano, fundador de la Orden de los Camilos, dedicada a los enfermos, aconseja que cuando visites a un enfermo, tengas en cuenta lo siguiente: 1. No te dejes obsesionar por su enfermedad o incapacidad física. Actúa con realismo y naturalidad. 2. Son necesarias la sencillez y una gran delicadeza. No olvides que el dolor agudiza la sensibilidad. 3. No le compadezcas nunca. No le demuestres lástima jamás. Manifiéstale que te entregas a él sin reservas. 4. Lo mejor que puedes aportar a un enfermo es ayudarle a encontrarse a sí mismo. Edificar sobre mentiras es construir sobre arena. Aunque haya perdido mucho, siempre le quedará algo. Sobre este algo, con fe y esperanza, se ha de edificar. 5. A veces será necesario darle alguna cosa, pero siempre será necesario darte a vos mismo. 6. Para comprender al enfermo es necesario ponerse en su lugar. No es fácil. De no hacerlo es inútil discutir y razonar con él. 7. Alguien te preguntará: "¿Qué puedo decirle yo al enfermo?". No es necesario tanto preguntar ni hablar, sino escuchar. La escucha abre las puertas del corazón. 8. Con la disposición activa de la escucha superarás la ansiedad por quedar bien, la superficialidad del charlatán, la tendencia a enjuiciar, la impaciencia ante el silencio, el formular consejos no solicitados, las ganas de predicar y recetar... 9. Refleja el amor siempre presente de Dios; pero no es el amor de Dios lo que tienes que probar, sino el tuyo. Y esto no se prueba con palabras. 4 5