Impotencia, Espermatorrea, Neurastenia sexual.

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AÑO IX.
«toss d e
MADRID 10 DE AGOSTO DE 1919
EÍAEIZHGUI
Impotencia, Espermatorrea,
Neurastenia sexual.
(CaBiprendidosen un e»tuilio esquemático de las
alteraciones del coito noriQ«l)
La frecuencia con que soy consultado por iíJdiviiiuos que son o se creen impotente?, que afirman
tener espermatorrea, o que viven bajo el constante
agobio fie su neurastenia sexual, me venía tentando hace ya tiempo, para escribir algo acerba del
'.ema enunciado. Me contuve por ser empresa
delicada, difícil, que se presta a torcidas interpretaciones.
Hoy abordo este asunto, sin saber si rendirá
ai¿úi provecho mi labor, dudando de si acertaré a
enfocar debidamente el estado verdadero de la
cuestión; pero es necesario lanzarse, sin reparar
en esto, porque hay tal y tan grande confusión er»
los enfermos que padecen o creen padecer de impotencia, neurastenia y eSperiiaatorrea, qué bien
vale la pena sólo el intento de desembrollar tan
delicado asunto.
,
Las causas de tales embrollos son variadas: de
aria parte pueden resumirse en que los enfermos de'
esta clase, tienen ver^ü ;nza de consultar cotí nadie,
sobre todo si son impotentes a e r e e n serlo; por
elli', lo primero que hacen es comprar libros, devorar sus pás;inas, no interpretar acertadamente
cuanto en ellas se dice,' ponerse en el peor de los
casos, y acentuar su falta de erecciones, agravando su situación con un estado de preocupación,
de melancolía y abatimiento, de neurastenia, que
anula el trastorno inicial y se convierte en dominante y fundamental.
Mas o menos tarde, s? deciden y vienen a nosotros; pero entonces son ya unos neurasténicos
furibundos ante todo, con su erección o perturbación del acto sexual, del éxito; otras veces, el proceso es una supuesta espermatorrea inicial, mas el
estalo de debilitación general'y genital consecutivo, y el síndrome neurasténico, hipocondriaco que
llega a serlo todo.
Kn otro orden de cosas, el factor o germen de
confusión y neurastenia no es el enfermo, no son
sus lecturas, sino ya profesionales, médicos, quizá
practicantes o estudiantes y hasta camaradas, compañeros de tertulia de café, casino u oficina, taller,
etcétera.
Ai referir el sujeto, a uno u otros, su falta de
erección, su eyaculación precoz, sUs poluciones,
etcétera, suele pronunciarse el fallo imprudente
siempre, prematuro e inexacto casi siempre dé
impotencia o át espennitotrea.
El que se ve con uno u otro de estos sambenitos
encima, cae en un estado de ánitno que tarde o
temprano conduce a la neurasteria sexual, y, lo que
es peor, comienza a practicar sinnúmero de medidas, medicinas, inyecciones, etc., que rara vez dan
resultado positivo.
Menos mal, cuando el error diagnóstico primitivo, de impotencia o espermatorrea es cometido
de buena fe, por ignorancia, por enjuiciar rápido o
por eníbrotnar al consultante, que de todo hay y
he visto. Pero lo que no tiene perdón ni disculpa
Se publica el 1,10 y 20 de cada mes.
alguna, es que por gentes desaprensivas se hagan
tales diagnósticos, con exclusivos fines lucrativos,
de baja especie, con fines puramente de mercaiitilismo.
Toda la rudeza y crudeza posibles en el calificativo me parecen suaves para juzgar a quienes
así producen pues que engendran estados neurasténicos, mUy graves a veces, a los infelices que caen
en sus manos; y una vez hechos neurasténicos, ya
es sabido que pierden mucho de cuánto humano y
de razón poseen, convirtiéndose en autómatas que
no reparan en nada y que cometen las mayores
pifias, que sott capaces hasta de arruinarse, porque
de todas las neurastenias, ninguna tan avasalladora, que doblegue tanto como c^ta que tiene su
arranque en alteraciones de las funciones y órga-nos de la reproducción, en el acto del coito.
,Es preciso, pues, que cuantos se crean impotentes- o espermatozeicos, no se suman en lecturas
médicas que no pueden interpretar, que les serán
nocivas, que agravarán su situación.
Pero es también necesario advertirles que al
consultar a médico?, lo hagan solamente con los
que tengan bien cimentado su crédito moral y
científico a la vez, que no se dejen seducir, ni
arrastrar pOr anuncios, ni por remedios especiales,
pues cuando la impotencia y espermatorrea existen no tienen un medicamento especial y fijo que
sirVa para curarles, sino que hay que curarlos tratando la lesión o enfermedad, local o general, que
es causante de a luellof; unas veces será la blenorragia, otras la sífilis, etc.
También conviene divulgar que no son tan frecuentes como se supone estas alteraciones; hay
muchos individuos que son falsos espermatorreicos
y filsos impotentes, y a éstos, una vez de ¡cubierta
la falsedad, la r o existencia de una enfermedad
real y positiva, se les cura bien y muy pronto, casi
sin necesidad de tratamiento alguno.
En el caso contrario, y ya lo veremos despvés,
se encuentran los señores ancianos, de edades
avanzadas, de más dé cincuenta y sesenta aflos, en
los que la falta dé erecciones y de secreción espermática no indica impotencia ni mucho menos; bas^
tantes de estos casos son ya de cesación de función
genital, de muerte fisiológica del acto reproductor,
y es inútil en tales casos, que de vez en cuando se
ven intentar acción alguna; no hay impotencia, no
puede haber tratamiento de eso, porque no se puede devolver vida a un cadáver.
Otro punto más quiero indicar antes de entrar
de lleno en materia; quiero referirme a que existe
cierta tendencia a considerar al neurasiénicp general, como al sexual, en un sentido humorístico,
en un plano cómo a la mujer histérica; no se concede importancia a sus cosas, a sus preocupaciones,
a sus chifladuras.
Todos hemos pecado en esto, yo como todos, y
sin embargo, todos hemos tenido nuestros sustos y
di'=íustos, pues en ocasiones, tras la máscara de
una neurastenia ha habido, hay y había algo grave,
lesiones medulares, encefalitis, una tabes que empieza, una parálisis general en evolución.
Creo oportuno recordar y re ;ordarme, que hay
que corregirse de esa tendencia y atender y estudiar deténidaniente a todo neurasténico; de este
NÚMERO 308
GÉSTENTE
modo cumpliremos nuestro deber tal como nos lo
exige nuestra profesión superior a todas las demás,
ahora y siempre, y nos evitaremos alguna vez, que
la que comenzó con un «ho es nada, no sea usted
aprensivo», acabe en un «no tiene remedio, porque
es una tabes» o «una parálisis general avanzadas»,
*^
* *
Para proceder con el mejor ordenamiento posible en tan complej"» asunto como el que nos ocupa, es menester clasificar las alteraciones de un
modo genérico, según sus analogías y semejanzas.
Lo mejor y más sencillo es agrupar aquélla", teniendo como base los sucesivos actos de la función o
acto sexual normal.
Como es sabido, en éste, la ordenación sucesiva
es erección de! pene, introducción del mismo y finalmente sobreviere la eyaculación.
Acordes en un todo con el criterio indicado, es-tudiaremos:
r.° Anomalía o perturbaciones y desviaciones
de la erección.
2." Impedimentos a la introducción.
3.° Modalidades anormales de la eyacnlación;
.*
* «
I . Anonfi<ii(as e n la e l e c c i ó n . — P u e d e n ser
por exceso, dtfecto o ausencia absoluta de la misma; yo no me ocuparé de las primeras por no haber sido fOnsultado con este motivo; ningún cliente ha considerado digno de consulta este extremo,
ni e) que el estado erectil le moleste por lo repetido ni por lo duradero.
En cambio, es de ritual y muy frecuente el caso
opuesto, el del sujeto que pierde remedio para sus
erecciones débiles, imcompletas o nulas.
En un primer apartado consideraremos las debí»
das a razones fisiológicas, las naturales, las que no
obedecen a enf¿rmedad ni momento patológico
propiamente dichos.
Eítos causantes de falta o disminución en las
erecciones son:
La edad.—.\sí como la función genital completa
y perfecta no comienza hasta Xos doce o quince
años, también termina en ocasiones antes del término de la vida, no tiene plazo ni fecha fija de terminación; existen numerosas variaciones individuales, hasta de razas.
Pero pasando los cincuenta años ya hemos visto
algún que otro caso de declinación fisiológica natural, espontánea del vigor sexual, y en pasando
de los sesenta aumenta mucho la frecuencia de
esto.
Naturalmente, esto no tiene tratamiento ni arreglo posible, y cuanto en estas circunstancias se
haga son ganas de perder el tiempo y de perjudicar, más que otra cosa, con excitantes repetidos
e inútiles, a organismos que en la esfera vesical
van pasando a segunda situación o están ya en la
escala de retirado?, y sólo para sopitas y buen vino.
Los e s t a d o s t e m p o r ü l e s d e fatiga, las
c o n v - i e c e n c i a s , e t c — E n sujetos de cualquier
edad y condición, aun á los veinte aflos, hay épocas más o menos duraderas en las que es natural
que falten o sean incompletas las erecciones.
Tal sucede durante y en la convalecencia de en-
TSSPAÑÁ MÉDlGá
fermedades de alguna trascendencia, de la tifoidea, nes que ahitos de ignorancia, circulan y se anundel tifus exantemático, de la propia gripe, etc.
cian en todas partes. Es deber nuestro salvarlos,
Cosa semejante se observa en el curso de prepa- arrancarlos de esas gentes equivocadas; con ello les
ración de exámenes, de oposiciones, de labores in- salvamos, antes que nada, de la posible neurastenia
telectuales hondas y sostenidas; y en épocas de genital, y al paso de mil potingues, curas y de la
forzados trabajos materiales, corporales, en quienes sangría pecuniaria correspondiente.
por su oficio se ven obligados a ellos (segadores,
labradores en recolección, jornadas extraordinarisss, nocturnas sobre todo, etc.
En cuanto a las causas o motivos ya patológicos,
Averiguada la causa; excluida toda otra,-debe
tenemos un considerable número ante nuestra vishacerse presente a cada enfermo la verdadera si- ta. Unas residen en la esfera y órganos genitales,
tuación; habrá de explicársele cómo no padece en- otras dependen de lesiones nerviosas, radiculares,
fermedad alguna, cómo es natural, perfectamente meningomedulares, y de Causa cerebral, anatómifisiológico lo que le sucede^ y que laj normalidad ca o psíquica, asistimos considerable número de
más completa será de nuevo en él, en cuanto se clientes.
reintegre a la normalidad su total organismo; en
cuanto se reponga de la enfermedad sufrida; en Lesiones o enfermedades genitales
cuanto descanse de la fatiga, del agotamiento a que
A) Fimosis i.Frenulum brevis^t. — El primero
le condujo el trabajo intelectual o material en impidiendo más o menos el roce de la parte sensiexceso, causante de su debilitación pasajera.
ble, verdadero asiento del sentido genésico, del baDura esta forma cuanto el individuo tarde en lano, corona y surco^balano prepucial, y el segunvolver a la normalidad; no tiene tratamiento espe- do dificultándolo en gran parte, son causa directa
cial alguno; bastará con saprimir la causa, sea ésta de una menor sensación de placer en el coito; la
el exceso de labor cerebral, o muscular, o bien el repetición del acto en estas condiciones rebaja muestado valetudinario port-morboso.
cho la percepción sensitiva sexual y acaba por deEl aicoh I.—Yo no sé, si puede incluirse entre terminar estados de erección insuficiente.
las causas fisiológicas de erecciones incompletas o
Téngase muy en cuenta que un fimosis, y cuanto
nulas. E! hecho es que en determinados sujetos, más cerrado mejor, representa efectuar el coito con
no hay erecciones, o son muy débiles, en tanto ei un grueso y espeso preservativo, con un resistente
individuo está bajo la acción del alcohol.
condón; y ya se sabe cuánta diferencia existe en la
El trastorno es fugaz, de horas, de un día, en el potencia erectil y goce dp cohabitar naturalmente
a hacerlo con preservativo. [Como que hay quiealcoholismo agudo; dura más o perdura meses y
me&es en los alcohólicos inveterados, crónicos, a nes con éste no alcanzan el suficiente grado de
los que no hay medio de curar en tanto no cesen erección y, en cambio, sin él no acusan la menor
de beber, y ya sabemos lo difícil que es esto en debilidad!
ocasiones; pero no hay otro modo, ni otro trataNo solamente por sí, y de modo directo, sino de
miento de estas formas. Recordemos que hay, por modo reflejo, por cuanto tienen de imperfecciones,
el contrario, quienes bajo el efecto del alcohol
de bridas, etc., pueden ser el fimosis, como el fretienen erecciones más potentes y sostenidas.
nillo, breve y ancho, como hasta el meato estrecho
Los e x c e s o s genitales.—Así como los exce- en demasía, causa evidente de impotencia, de erecsos /« Bachcho, los excesos in Venere pueden ser ciones incompletas o'nulas.
<; .
la causa directa de debilidad genital. Todas son Tratamiento de eMGS < Í ! ( I : : ¡ • ; • ! •
por uso desproporcionado, por desmedida repeti- sencillo corte dorsal, la sección del frenillo incomción del coito en relación con la edad del sujeto, pleta (véase un trabajo acerca de «La sección del
brevis-a),
con la, costumbre del mismo, con su estado ocasio- frenillo en la circuncisión y fnt\fr¿nulum
y la meatotomía.
nal de vigor y resistencia.
Es el joven que se casa y que por una luna de
En determinados sujetos, después del corte dormiel demasiado ardiente, cae en el agotamiento; sal y circuncisión, es tan sensible la superficie del
es el onanista de quince a diez y ocho años que balano y surco, que el más leve roce resulta dolollega a no tener erecciones por incesante repetición roso; por eso, tales individuos se cuidarán mucho
de masturbaciones; es el estudiante que viene a de cohabitar, hasta tanto que el balano y surco
Madrid y que después de tres o cuatro meses vera- descubiertos hayan adquirido la sensibilitiad norniegos, de forzosa castidad en su pueblo, se entre- mal, cosa que es cuestión de dos o tres semanas a
ga a excesos que en un principio le encuentran lo sumo.
fuerte y boyante, pero que también Je sorprenden
B). tínduratw penis pldstüan
Cavernilis.—He
desentrenado y por ello viene la fatiga primero y el aquí dos graves lesiones o enfermedades que de
agotamiento más tarde si persiste en su loca carre- modo mecánico y directf» impiden la plenitud sanra genital.
guínea de los cuerpos cavernosos del pene, en graEs..el hombre maduro, quizá el viejo, que ante do mayor o menor, en un solo lado o eii los dos.
una deseada conquista o conseguido soborno, preEn la induración plástica del pene, se fprma un
tende igualarse asimismo en sus años juveniles, ol- nodulo fibroso en uno o los dos cuerpos cavernovidándose de quien es y llegando a la fatiga, te- sos; impídese el paso de la sangre más allá de donniendo que capitular prematuramente en su sentir,, de el nodulo está, y resulta, en el acto sexual, o
pero en realidad en el momento justo, preciso, fi- mejor dicho, en los preliminares del mismo, un hesiológico, en el que tenía que ser y del que no po- cho muy curioso. El pene alcanza erección normal
día pasar.
hasta el sitio donde el foco fibroso, indurado, esté;
La causa de todos estos casos,, y muchos más, de éste en adelante el pene cuelga en estado de
análogos, de impotencia relativa o absoluta, no es flacidez; el coito es muy difícil e imposible.
más que la fatiga genital, el cansancio. EÍs.trataCuando el nodulo plástico es bilateral y complemiento es uno sólo; e! reposo genital, el no^hacer to, la flacidez de punta y parte anterior del pene
nada. Y la normalidad se restablece por sf sola, es total, absoluta. Si es de un sólo lado, resulta que
cuando deba ser, en el momento justo, preciso.
falta la erección en éste tan sólo, en tanto que es
Son contraproducentes cuantos medicamentos se normal en el otro lado, y el pene toma formas a n hagan tomar, cuantos excitantes se den y reco- gulares; este ángulo que forma el miembro viril en
mienden; aquéllos son inútiles; éstos son perjudi- su erección, está abierto hacia arriba, abajo o los
lados, según la topografía del nódut > fibroso, en la
ciales.
En todas estas impotencias naturales, normales parte superior, inferior, derecha o izquierda de los
fisiológicas basta con hacer ver al enfermo el motivo cuerpos cavernosos; este ángulo es más o menos
de las mismas; todas ellas se curan solas; si^empeza- cerrado, en los casos graves te aproxima al ángulo
mos a recetar mucho, y marear al cliente con inyec- recto, según la extensión, el tamaño de la neoforciones, corrientes eléctricas, baños, etc., etc., le mación fibrosa.
hemos perdido, le haremos un preocupado priComo la lesión es de tipo neoformativo, y ;SÍn
mero, unneurasténico después, y entonces ¡¡í que tendencia ninguna a ceder, sino más bien a crecer,
hay para rato.
resulta éste un grave caso de impedirnento para el
Todos los enfermos comprendidos en este gru- coito; en los casos de ligera desviación todavía es
go no son impotentes, no tienen impotencia, y hay posible éste, aunque la erección suele ser algo moque decírselo claramente, hay que metérselo así en lesta, quizá dolorosa; en los casos de desviación
la cabeza; todo ello es en bien suyo y nuestro por- acentuada,"en los de topografía muy próxima a la
que se curará segura y rápidamente, tendremos un raíz del pene del nodulo, en los de gran desarrollo
éxito fácil y un cliente agradecidísimo. A estos su- del mismo, el impedimento es absoluto y^ para
jetos, es a los que vuelven locos los mil charlata- siempre.
Lr gravedad de esta forma de impotencia la da
feu difícil o imposible curación; la fibrolisina, el radio, el calor lpcal^en casos afortunados la extirpación quirúrgica del nodulo fibroso, pueden hacer
desaparecer a éste, pero una vez desaparecido el
fibroma, llamémosle así, ¿cómo conseguir de nuevo la permeabilidad del cuerpo cavernoso?, ¿cómo
llegar a suplir los espacios soldados, destruidos por
la enfermedad?
Sinceramente confesamos que el único recurso
actual, verdaderamente útil para evitar la impotencia por induración plástica de) pene, es diagnosticarla precoztriente, tratarla enseguida y lograr su'
detención cuando todavía persiste el coito con más
o menos dificultad y molestias, pero cuando lo
permite aún. Después . . , a nadie le deseo, ni como
enfermo ni como médico, un caso así. Afortunadamente son raros.
Las cavernitis son, en lo inflamatorio y agudo,
lo que la induración plástica en lo tumorat, crónico e inmutable; un motivo directo, mecánico, de
impedimento de la erección. B'enorragia y sífilis
terciaria son las causas más constantes de aquéllas.
El síntoma es la erección parcial del pene, sea parcial porque alcance una sola mitad derecha o izquierda, cuando la lesión está respectivamente en
el cuerpo cavernoso izquierdo o derecho, bien sea
parcial porque sólo sea de la raíz y parte posterior
del-pene, cuando la lesión es bilateral, y del tercio
anterior o medio del mismo.
La duración del impedimento, su curabilidado
no, dependen: i.", de la intensidad del foco gonocócico o sifilítico, e t c . , originario; 2.°, de la precocidad del diagnóstico, pues cuanto antes se haga
antes se comenzará el oportuno tratamiento; 3,°, de
la intensid d y efectividad d e é s t e .
En los casos más favorables secura la cavernilis y no quedan vestigios clínicamente apreciables
de la misma. En los más frecuentes, en los más de
los casos, quedan nodulos ligeros, con erecciones
algo ñnjas y angulosas, pero sin impedir el coito
corriente; es necesario saber que en estas circunstancias de erección algo débil y angular no suelí
ser factible un coito de desfloración, o sólo se consigue ésta de un modo , p e n o § p j muy lento; estos
enfermos se ven en trances, angustiosos cuando se
casan y ven que son impotentes para desflorar a su
esposa, no habiéndolo sido antes en momento alguno, y yo he visto un caso de estos en que sobrevino una grave impoteiicia psíquica y neurastenia
persistente, que no logré ver curada, pues el enfermo desapareció de mi consulta. En los casos más
descuidados o intensos, en los que la medicación
llegó tarde o fué insuficiente, pueden quedar nodulos pobtinflamatofios, crónicos, en un todo comparables a los de la induración plástica, y con todas
las características y consecuencias de éstos.
No tienen más tratamiento estas cavernitis que
el de la enfermedad que les da apellido, aparte las
curas locales con baños, calor, etc.
C) Uretroprostatitis, espermatocistitis, etc.—%
es cierto que la mayor parte de neurasténicos sexuales son por impotencia, por defecto en la ereci
ción, no lo es menos que, en su inmensa mayoría
los sujetos impotentes, los des erecciones débiles,
son esto por lesiones residuales de gonococia. En
casi todos podrán demostrarse infiltrados uretrales,
sobre todo en la porción posterior, y de ésta en el
veru montanum; muchos son prostáticos o con espertocistitis cróiiica o subaguda latentes.
Es cosa, no probada, pero sí muy pr obable, de
frecuente observación, que las lesioneseo nidos de
gonococos, que indicamos como existontes tan a
menudo, ejercen un estímulo que, de m do reflejo,
impide las erecciones en el grado y,tonos normales; y no es sino descubriendo el lugar donde se
encuentra la lesión y destruyendo o modificando
éata, como podemos cjrar a este gran número de
impotentes.
A nadie se oculta la lucha tenaz y sostenida que
precisa sostener en muchas ocasiones para curar
gonococias genitales; pues las luchas y dificultades
de curación suben de punto en estos case s con sus
lesiories en órganos tan difícilmente accesibles,
como las vesículas seminales, de tanto espesor
como la próstata, en lugares de tan delicado trato
como el veru montanum.
Precisa, ante todo, una delicada exploración con
bolas para actuar sobre los infiltrados uretrales posesos grandes; después una investigación uretfoscópica, sobre todo dé bulbo uretral a cuello dé ve-
Via¡es científicos de
ESPAÑA MÉDICA
Una seiiiaria en Paris. Hospitales,
Institutos. laboratorios, conferencias
y sesiones quirúrgicas.
España Médica reanuda sus interesantes viajes que
can tanto éxito y aceptación por parte de la clase médica
realizaba antes de la guerra europea. Así, que anunciamos
UNA EXCURSIÓN CIENTÍFICA A FAKIS
tJna semana en la capital de Francia
dedicada a visitar Hospitales, Clínicas^Museos, Laboratorios;
en suma, cuanto aquella ciudad encierra digno de ser conocido por los: médicos.
¿Cuáles nuestro objeto al realizar estos viajes en beneficio de nuestros suscn plores? Sabemos por propia experiencia
que la realización de un viaje va acompañada siempre de
enormes diñeultades y molestias: la llegada a un país extraño, los inconvenientes del idioina, las diñeultades de orientación, los múltiples incidentes de hospedajes; transportes, etcétera, hace que muchos compañeros dejen en proyecto un
deseo cuya realización va a facilitar España Mélica, dando a sus amigos todo arreglado, todo dispuesto, libre de molestias e inconvenientes de ninguna clase, organizando una
expedición a Farís en la segunda quincena del
próximo mes de octubre.
Escogemos esta época porque entonces volverá a estar la
vida científica en pleno apogeo, en todo su desenvolvimiento,
y así nuestros viajeros podrán formarse una cabal idea de lo
que ella es y signiñcá en la vida cientíñca moderna.
He aquí el
Programa de la expedición.
La estancia en París ser^ de una semana (siete días) contando el de la llegada (siete tie la mañana) y el de la partida
(nueve de la noche).
Las mañanas serán dedicadas a visitar la Facultad de
Medicina, Instituto Pasteur, Sorbonne, Museo Dupnytren,
Hospital Boucicaut, Láennec, de la Chanté, Necker, Broi'ssais, Tenon, Saint-Antoine, la Pitié, des Bnfants-Malades,
Bretonneau, Cochin, Salpetriére, Buchet, etc.
Por las tardes serán las visitas a lo que tiene París digno
de ser visitado: el Eh'seo, la torre Eiffel, la Magdalena, los
Inválidos, las Tullerías, el Panteón, los bulevares, Montmartre, el Bosque de Bolonia, los Campos Elíseos, el Louvre, etc.
JBspaña Médica gestiona de los Directores y Decanos
de los establecimientos médicos la organización de conferencias y sesiones quirúrgicas en honor de los viajeros.
Condiciones de la expedición.
El viaje será realizado en primera clase de Madrid a
Hendaya y en segunda clase de Hendaya a París.
El punto de reunión de los viajeros será la estación de
Hendaya a la hora que previamente se fijará.
El hospedaje en París será en un hotel de lujo, situado
en el centro de la capital, hotel con calefacción, ascensor,
baño, servicio de restauran t, etc.
Los intérpretes de la Agencia de España Médica en
París acompañarán a los viajeros desde su llegada hasta la
partida.
El coste del viaje es de
500 pesetas.
En este coste va comprendido:
a) El billete de ida y vuelta en segunda de Hendaya
a París y viceversa.
b) El hospedaje en París.
c) ' Los medios de transporte dentro de la capital (metropolitano, tranvías, autobús, automóviles).
á) Toda clase de propinas a conductores, mozos de
equipaje, servicio del hotel, etc.
Para poder formar parte de la expedición es necesario
mandar la adhesión a la Administración de España Médica (Colegiata, 6, primero) antes del 20 de septiembre,
abonando en el acto de la misma la cantidad de 103 pesetas
y haciéndolo del resto del billete diez días antes de la fecha
que se marque para ia salida de la expedición.
Papa más deíalles e informzs dípigipse al señop Adminisfpadop de ESPAÑA MÉDICA
(Colegiala, 6, i^Madpid)
11
ESPAÑA
jijra, y especialísimamente en la parte citada del
colíciilo seminal, para después hacer las curas uretrosrópicas necesarias. Si es en próstata en dónde
descubrimos iiifiltrado=, esclerosis, etc., serán el
masajp, la vacunoterapia y el calor (diatermia,
bafio rectal caliente), nuestro apoyo terapéutico.
Guando las vesículas seminales estén enfermas, lo
mismo.
Cuando se haya alcanzado la curación radical
de la gonrcocia en su conjunto y en sus más limitadas localizaciones, se habrá llenado la indicación
causal primera, y muchos enfermos se verán completamente curados; pero en otros subsistirá la
falla de erecciones por acción psíquica, por el deprimente estado de ánimo del neurasténico; en
estos casos, la neurastenia es, a la vez, efecto y
causa de la impotencia; si se nos permite, diremos
que se les ha curado, una vez libres de sus localizaciones genitales de gonococia, de la mitad de
su estado neurasténico, de la neurastenia afecta,
pero subsiste en ellos el estado neurasténico consecutivo, que es causa de impotencia por acción
inhibidora de origen cerebral, y precisa entonces
combatir ésta dentro ya del terreno propio y exclusivo del siquiatría, del neurólogo.
Éstos casos mixtos, en los que el individuo se
hace impotente por una causa determinada, que
por impotentes se hacen neurasténicos y que más
tarde por neurastenia acentúan su impotencia, son
nouy frecuentes y merecen toda nuestra atención
por su complejidad, por su difícil curación que
poHe a prueba el valer y saber del más experimentado; de ellos nos ocuparemos más adelante.
I^eiiones o e n f a r m e d a d e s nerviosas
A) Mrn 'nzcrradictit 'its. — Mié "itis.—Tabes. —
MeningoencefalUis,t\.c.—No
necesita grandes exIjbcaciones el comprender que cuando hay lesión
grave, enfertnedad orgánica que afecte a los centros cerebrales, o las vías de conducción de los
estímulos en ellos nacidos, los centros medulares
o las vías de corducción desde estos por medula,
raíces y nervios, es decir que cuando se interrumpe la línea, el cauce por donde ha de ir la corriente nerviosa que preside y determina la erección y
eyat ulación, éstas han de faltar, o han de producirse fuera de lugar, sin su ordenación precisa.
Así pues, tenemos una causa o serie de motivos
de impotencia en cuantos padecimientos recaigan
en aquellos puntos de la esfera nerviosa (cerebrocordones, medula, raíces, nervio?-), por los que
pase, en los que se engendran estímulos nerviosos
necesarios a una erección sexual oportuna.
Una de las enfermedades de capital importancia
como determinante de estas localizaciones, es la
sífilis; en efecto, puede producir, diariamente lo
vemoF, desde los polineuritis (raros) y meningorradiculiiis precoces y tardías (más frecuente!-) hasta
la tabes, parálisis general, encefalitis, mieütis combinadas, circunscritas y difusas, agudas y crónicas,
etcétera, es decir, casi toda la patología nerviosa.
Guando nos tropezamos con casos de esta índole, al tratar la lesión o síndrome nervioso ex itante, combatiremos tan.bién la impotencia, un síntoma más de aquellos.
Vamos viendo, pues, comprobado, como no
existe la famosa impotencia como enfermedad propia y autónoma, sino sólo como síntoma directo o
rtflf jo de tal o ,cual lesión; varaos viendo tambiér^, como no hay tratamientos de la impotencia,
medicamentos determinados que la curen, sino
solamente los tratamientos de las enfermedades y
lesiones originarias, de las que no es más que un
síntoma o consecuencia.
Sépanlo los infelices que van encantados tras de
remedios más o menos pomposos y secrete s con el
solo título de remedios contra la impotencia; no
los hay en este sentido, no puede haberlos, ni deberá haberlos, ni los habrá, cuando la cultura de
los enfermos les haga darse cuenta exacta de cuanto llevamos dicho y de cuanto vamos a continuar
indicando.
Dr. E . Alvarez Sáinz de Aja
(Del Hospit i de San Juan de Dios, de Midiid).
(Continuará)
CULTURA V SUICIDIO
El Instituto Geográfico y Estadístico acaba de
dar a las prensas un nuevo volumen lleno de interés, dedicado a estudiar la estadística del suicidio
en España.
Los datos, las cifras que la obra contiene constituyen vivero abundante de ideas, de rutas, para
llegar al conocimiento de la psicología de los actuales españoles, y fuera pecado imperdonable no
intentar aprovechar este caudal, siquiera sea en la
limitada medida que permite un trabajo dedicado
a la Prensa diaria.
Y ya puestos en el trance de analizar el libro,
llama primeramente la atención de qué modo el
suicidio resulta más frecuente entre las gentes instruidas que n o entre los analfabetos.
La elocuencia serena de los números aleja toda
posibilidad de discusión. Véase la prueba:
Coeficia/ite por un millón da individuos.
Saben leer y escribir . . . .
Analfabetos
117
50
• ¿Se quiere otra comprobación? Pues hela aquí:
Fnicidas
por 10.000
liabiuntes.
Analfabetos
porlOj
habitantes.
Madrid
10,6
36,34
Barcelona
12,1
41,"9
Sevilla.
10,9
65.79
Almería.
6,6
78,78
Málaga
9,6
79,46
iQié pensar de esto? ¿Se trata de un fenómero
puramente nacional o de una ley general a tofíus
los países? Pronto vamos a averiguarlo:
Sui..idio e Instrucción e n d i v e r s o s paisas.
Coeflcieite
ds morialidad.
Suicidio.
Aialfibetos
por cada 100
lecluias.
Imperio alemán (18771914
:
252
o
Francia
170
4,0
J-ipón
159
2,53
Italia
72
31,3
Portugal
49
70,0
¿Constituye la cultura una enemiga de la vida?
¿Híbrá que abominar de la ins-trucción, porque
lleva como cortejo la parálisis general y el suicidio?
Es ésta una cuestión repleta de trascendencia legítima, pues en el fondo de ella se siente agitarse
el enigma de la felicidad humana. Sin embargo,
mirando fiía, reposadamente, el problema, no se
tarda en hallar cómo en su urdimbre no se trata
sino de un problema de educación; más exactamente dicho, de cultivo de ideales apropiados.
La llamada civilización le ha arrebata lo al hombre los ideales primitivos, ingenuo.^, toscoí!, construidos a base de prejuicios, de ignorancia y buena
fe; pero sin preocuparse, al demoler, de colocar
nuevas ithágenes en los huecos de los altares. La
cultura barnizó de escepticismo las almas, y la literatura contempla impávida esta obra demoledora,
obcecada en seguir tañendo las mismas viejas liras,
cuyos sonidos lograban emocionar a los hombres
de otros tiempos. Las almas son hoy eriales. Al
modo de grandes estancias donde un decorador
presumido y osado arrancara tapices, cobres, cornucopias, reputándolo todo como cosas en desuso,
sin preocuparse de colocar nuevos adornos sobre
las paredes.
Eor tal razón, los incultos, los que más duramente luchan con la vida, son también los más capaces
de amarla, por poseer ídolos firrnes, precisos, ase^
quibles, sin grandes alambicamientos entorpecedores de comprensión.
Las cinco profesiones donde más abundan los
suicidios son:
Coeficiantes por lOO.roo liabttantes de cada
prcfe^ión.
Fuerza pública
Adn i li^tración pública
Industrias.....
Profesiones liberales
Personas que viven de sus rentas
222
542
109
105
95
MEDIGá
En cambio, examínense estas cifras:
Agricultores.
Mineros
Comerciantes
39
50
24
De todo lo caal dedúcese, con notoria claridad,
que la instrucción, permitiendo mirar a los telares
del artiiugio de la vida y la facilidad relativa para
ganarse el pan cotidiano, sabiendo que a fin de
mes ha de cobrarse la nómina, hacen no amarla
existenci -, hecho que no tiene nada de anómalo,
pues de todos es sabido cómo no existe verdadero
amor, sino cuando se compra con moneda de sacrificio y amargura.
Resulta más fácil la vida, y además no se siente
la poesía romántica de vivir por servir los intereses de la especie; tales son los motivos por los cuales la instrucción contribuye a aumentar el número de suicidios.
La enseñanza a deducir se halla al alcance Ce
todos. Perdidos los ideales vulgares, de comodidad, de satisfacción de los instintos- vegetativos, y
faltas las gentes de un concepto de las finalidades
de la vida, al menor revés buscan la solución en la
muerte, por carencia de una vida interior de ?er. dadera autodisciplina, de recia entereza moral ante
los asaltos del dolor:
De
cada 00
suicidas.
Enfermedad
Disgustos de la vida..
Disgustos domésticos.
Amores contrariado'..
Reveses de fortuna.. .
36,7
8,4
6,z
4,7
4,6
El miedo al sufrimiento físico es lo que más suicidios otasitinü; el amor y los reveses de fortuna
van a la par; perq integrando los suicidios por amor
en mucha ma}0r proporción lasmijeres que Its
hombres. No en vano se ha podido decir que ti
amor es un episodio en la vida del hombre y la
vida toda en la mujer.
De cada 100 suicidios por amor.
Hom're?.
Mujeres,
3,2
8,7
Obtiénese de todos estos datos, por tanto, una
conclusión: la necesidad de qué padres y educadores se preocupen mas que actualmente lo hacen de
la siembra de grandes ideales en las almas infantiles.
El crecimiento del suicidio en España es verdaderamente alarmante, y bueno será no olvidarlo.
AÑOS
1906.
1907.
I9'8...
1909-••
I910
Números ,
i d.cps.
QI
' 87
94
97
94
1911.
19I2
91
ICO
I9'3
1914............
I9'S
"2
116
»»8
Formulario moderno
D o l o r e s a r l i s u l a r e s d a o r i g e n sériso
Sabrazes, en estos casos (y en general en las artralgias), además de la poción de cloruro calcico,
recomienda los enemas con salicilato sódico (3 por
30c) y elembádurnamiento con:
Yodo
10
gramos
• . Yoduro potásico.
0,50
—
Salicilato d e m e t i l o . . . . . l ó
^
Guayacol
. lo
—
Alcohol de 80°.
200
—
(Gaz, des Se. medicales, de Burdeos).
^ÜfiÚ^AfAMmtMBA
; _ ^---.v. 3ttt-ifcfc/^~íií£í:i—
LOS H B R © S
L o s rayQS X e a e l diagfnóstioo de l a s enfermedáaes del estómago, por
los Dres. José González
Campo y José González
Campo de Cos.
Acabo de recibir un libro que Uevl el título que
he copiado, y me interesó vivamente. No es porque constituya un
asunto nuevo y atrayente de patología
gástrica; no es porque firmado p o r
quien viene firmado ofrezca la seguridad de un trabajo
-serio y concienzudo. Estos son acicates de la crítica
técnica, y lo que
, . - „ .~
despertó missimpa^ ^ M J^''-^ •"'?
*'*s *0" ^sos Otros
^•^•^^iíAífciJ
acicates de ia afecj K ^^T'^?^'-^
tividad y el sentil 0 i mMMÍiá
miento.
Es el hecho de
que el libro se debe
Dr. González Campo
a un padre y a un
(padre)
hijo, ambos especializados, ambos
unidos, no sólo por los lazos de la sangre, sino
per los del cultivo científico que los lleva a una
identificación simpática ¿y por qué no decirlo? envidiable.
Con el libro delante de mí, pienso en la satisfacción del buen amigo González Campo, cuando estampaba en la portada el nombre de s uhijo, pudiendo decir,—mi
hijo ha participado
en esta obra, y en
perfecta justicia va
su nombre unido
al mío. Y lo hago
constar así para que
nadie vea en la aparición de su nombre
un innoble empeño
y un inmoderado
deseo en lanzarlo a
la plaza pública sin
más razón que la
paternal codicia de
estar abriendo camino.
Desde sus primeros afios de alumno
Dr. González Campo
en la Facultad me
(hijo)
ha auxiliado en el
manejo de los aparatos radiológicos, del mismo modo que me auxiliaba en la práctica de los análisis y en el reconocimiento clínico de numerosos enfermos. Y en la
confección del libro puede, decirse que, salvo este
preámbulo, no hay capítulo en que la labor de mi
hijo no se halle Intimamente mezclada con la mía,
hasta el extremo de que ni en un solp párrafo hemos intervenido separadamente.
Y yo terminaría aquí la crítica del libro con una
entusiasta felicitación al Dr. González Campo ¿por
el libro? no, por el hijo, que a la vez es compañero,
discípulo y colaborador, pero quiero apuntar también, queel tal Ijbro es de una sinceridad enorme,
de una franqueza que no suele ser muy frecuente
en esta índole de publicaciones.
Yo me leílas páginas; pues lo que es interesante
y está bien escrito estimula en la lectura, aun cuando sean disciplinas que no nos ataña directamente,
y puedo decir, que los doctores González Campo
han hecho de los rayos X un preciso, excelente y
bien puntualizado medio de diagnóstico de afecciones digestivas, y que el que lea su libro sabe
cuándo, cómo y hasta donde, puede alcanzar la
utilidad del medio.. Esta es la síntesis de mi juicio;
las menudencias de critica quedan para los muy
iniciados en estos asuntos,
Dr. E .
Juicios terapéuticos (autocrítica)
de la discrasia o crasis^"
Los juicios ierapéuticos de la crasis precisan fundamentarse, rectificarse y ampliarse.—-La Crasiología comprende problemas de los más arduo?, de
los más extensos, y a la vez de «uprema utilidad,
cuya resolución se haya todavía en el más lamentable atraso, porque el diagnóstico de la crasis es
de los menos completos y menos perfectos y, además^ porque se carece de estadístieas para estimar
los resultados de los tratamientos eucrásicos. Sin
embargo, con este estudio, se ha de promover un
avance en el criterio clínico de la crasis, estableciendo con precisión sus propias indicaciones causales, las cuales corresponden a los tres géneros de
afecciones primarias que componen la parte protopática de la crasis, y que son: disperibiotia, distrefosia y disponosia.
La idiopatía constitucional no es una enfermedad completa por sí, sino una afección parcial,
esto es, una parte de la crasis, la cual se unifica en
íntima e inseparable correlación con los cuatro
parciales protopáticos antes mencionados, integrando la constitución de la enfermedad que llamamos crasis o discrasia; pero la idiopatía constitucional (o idiocrasis) no es objeto de indicaciones
nuevas, si bien, condiciona la dosificación y con. tribuye a estimar los resultados de los tratamientos
indicados para modificar las causas autógenas.
Consideraciones sobre los juicios terapéuticos con
referencia a la crasis.—Recogidos los antecedentes
morbíficos, con inclusión de los actuales, y contando con el conocimiento de la higiene y de la
materia médica reconstituyente, haremos algunas
consideraciones sobre los juicios terapéuticos:
1. El juicio indicativo infiere las desproporciones químicas a corregir y los medios indicados:
2. Él juicio dosifcativo calcula las cantidades
en que se han de usar los tratamientos, y
3. El juicio estimativo ptonostica. los Tesultados
terapéuticos.
•
Las indicaciones peculiares de la crasis son universales, es decir, pertenecen a todos los individuos de la especie humana, y se deducen solamente
de las causas autógenas que determinan las desproporciones constitucionales entre los componentes normales de nuestro cuerpo. Pero la dosificación de los tratamientos que se han de usar para
el mt joramiento de la crasis, se ha de calcular, no
solamente por la etiología, sino también por las
desproporciones idiopáticas que descubramos en
¡a constitución del individuo.
Las indicaciones peculiares de la crasis son universales, puesto que todo el mundo padece las
afecciones constitucionales que determinan las causas autógenas, mientras que las dosis y estimaciones (posologla y pronóstico) son individuales, por
no haber dos personas idénticas en las desproporciones dfc su crasis.
Para establecer estas diferencias carecemos de
reglas técnicas casi en absoluto, precisando el práctico tener, por esto-mismo, un elevado «coeficiente
personal», esto es, un buen ojo clínico y el correspondiente tino terapéutico. Esto confirma el gran
atraso en que se halla la medicina en todo lo concerniente a la crasis.
El tratamiento propio de la crasis es el causal o
eucrásico, es decir, ePcorrespondiente a las causas
autógenas en cuanto actúan como determinantes
de las alteraciones generales que merecen el califi •
cativo de constitucionales,
£1 tratamiento de la crasis, el cual se apellida
también reconstituyente en su amplia significación,
puede dirigirse contra las acciones inmediatas o
prolesiones producidas por las causas autógenas,
porque las prolesiones de la crasis son irreconocibles e inmodificables directamente por el arte
médico y, por lo tanto, la medicina para mejorar
la crasis, únicamente puede prevenir la continuaóión de dichas ca'jsas morbíficas, y entonces,
estando más libre el organismo de su morbífica mfluencia, reacciona y restaura autonómicamente las
acciones morbfgenas de la crasis,
Pero, a fin de poder instaurar el tratamiento
causal, o sea el primordial, fundamental o supremo
(1) Víase ei^úmeio del 1 o de JaUo
de la crasis, esto es la medicina eucrásica propiamente dicha, que comprende la higiene eucrásica
o expectante, la fisicoterapia y la farraacoterapia
como reconstituyentes, hay que inferir el diagnóstico causal o etiológico de la crasis, el cual ha de
integrar e) conocimiento de las faltas higiénicas
que hayan determinado las afecciones autógenas
de la crasis (disperibiotia, distrefosia y disponosia),
y además el juicio de la idiopatía constitucional
que contribuye al desarrollo de la crasis, sin olvidar que la idiocrasis encierra sus secretos, esto
es, se ocultan bajo dicha denominación enfermedades que no alcanzamos a diagnosticar (adiagnosis),
como si fuesen verdaderas afecciones de la crasis.
El examen clínico de la crasis ha de comprender:
interrogatorio, exploración y análisis.—Para inferir
los juicios clínicos, y especialmente los terapéuticos, hay que hacer la separación mental o a b s tracción de los cuatro géneros de afecciones parciales que integran la crasis, lo cual exige un detenido, completo y perfecto examen clínico, que
ha de comprender: ,
1. Interrogatorio de los antecedentes morbíficos, con especial referencia a las faltas higiéniras.
2. Exploración personal para conocer las desproporciones entre el peso, talla, dimensiones volumétricas, densidad del cuerpo humano y consistencia de carnes, sin dejar de reconocer por medio
de la vista, del tacto y del oído (auscultación, percusión, etc.); las condiciones en que se hallen todos los órganos en cuanto puedan ser objeto de
observación, y
3. En fin, proceder al análisis de las secreciones y productos morbíficos, principalmente de la
orina, de la sangre y de las heces fecales.
Antecedentes precisos para inferir los juicios clínicos a fin de instaurar el tratamienio racional de la
crasis.—Clasificaremos los datos clínicos por su
finalidad en tres grupos:
I." Datos para descubrir los orígenes de la
crasis, tanto de los parciales primarios o autógenos
(etiocrasis), como del parcial iodiopático (idiocrasis).
2.0 Datos para conocer el curso que han seguido las alteraciones discrásicás, según qiie hayan
ido progresivamente mejorando o empeorando; y
3.° Datos que marcan el grado o período en
que se halle la crasis, según que haya o no displasias apreciables. En el caso de no haberlas, la conceptuaremos como una distrofia simple, esto es,
como alteraciones de la velocidad del metabolismo, sin cambio perceptible en los tejidos; y en el
caso de haber ya alteraciones plásticas o estructurales, diferenciaremos si éstas son propias de la
crasis o si han complicado, dando ya lugar a secuelas o consecuencias degenerativas de la crasis
que se hayan hecho de todo punto idiopáticasj es
decir, que persistan por sí mismas, aunque no cont núen actuando las causas que las determinaron,
como sucede con lasfibrosis, fimatosis y necrosis
(con inclusión de las meronecrosis).
La Medicina reconstituyente o eugrdsica comprende
todos los tratamientos directamente beneñeiosos pata
la crasis.—Los autores suelen Hmitar o circunscribir el signijicado de la frase «tratamiento reconstituyente» a los medios reparadores o corroborantes, sin tener en cuenta que la superabundancia es
inhibitoria y que se reconstituye el individuo, no
solamente cuando se le suministra lo que le falte,
sino también cuando se le quita lo que le sobre. De
.modo que tratamiento reconstituyente quiere decir
eucrásico o sea todo lo que se prescriba para tratar
.la constitución individual o crasis, incluyendo los
tratamientos que renueven lo sobrante.
£>odle sentido de la palabra predisposición.— El
pronóstico del tratamiento eucrásico, en lo concerniente a su influencia sobre las principales predisposiciones generales o diátesis de la discrasia, y
especialmente con referencia a los artritismps y a
las tuberculosis, hace preciso rectificar bien el concepto corriente de la palabra predisposición. Cuando ésta hace referencia a la crasis, significa la preexistencia de una enfermedad efectiva y no una
simple tendencia. El significado usual de la palabra
predisposición, es inexacto, porque suponen los
autores que representan siempre una tendencia a
enfermar, lo que es un abuso de generalización.
Efectivamente, hay dos clases de predisposiciones:
i.^ Por subinmunidad, verbigracia, la predisposición a la viruela, a la fiebre amarilla, al cólera,
etcétera: y
,
*
ÉmáÑA
Mmm
2.* PredisppsicJODes por preenfermedad, o sea discrasii, ésta no estará enteramente subordinada puraciones, necrosis, arterioesderosis, artritismo y
por enfermedades precursora?; vertógracia, la era- a aquél, sim solamente en la parte que hubiera en tuberculosis secundarias, siempre -que el padecisi?. Las predisposiciones primeras son estados de ella de f lisa idiopatía constitucional. Ciando lle- miento sea puramente discrásico, esto es, sin que
motbilidad subsisten por no haber padecido ante- guemos a descubrir dicha subordinación, excluire- -hayan contribuido a-la producción de dichas conriormente la misma enfermedad. Tales predispo- mos de la crasis las alteraciones que hayan sido secuencias mfirbosas ningún virus, ni venenos exósiciones consisten en faltas de aptitud para asimilar determinadas por las perturbaciones endocrínicas, genos o extraños a nuestro organismo, ni tampoco
un cuerpo extraño, verbigracia, un antígeno, que o sea por el hormonismo. Pero no por esto dejirá parásitos de ninguna especie y tamaño.
actúa entonces como causa de enfermedad: por jamás de existir la crasis o discrasia como enferPara estimar el alcance del tratamiento déla
ejemp'o la subinmunidad de los que no han pade- medad, en parte primaria y en parte idiopática.
Cí-asis, aunque no tengamos en la actualidad estaciyo la viruela ni han sido vacunados contra ella.
Téngase muy en cuenta que el bocio endémico dísticas sintéticas de los resultados del tratamiento
Las predisposiciones por enfermedades anteriores sea quizás la única enfermedad endocrínica prima- constitucional completo, hay algunas estadísticas
o precursoras {Prcteronosis), son estados efectivos ria, y digo quizás porque queda la duda de que parciales que;comprueban el mejoramiento que se
de moibosidad que determinan mayor exposición a dicho bocio sea un efecto correlativo de los demás • ha obtenido en^ la crasis, con sólo atender a alguno
contraer otra u otras enfermedades; verbigracia, el trastornos que ocasione el exceso del ejercicio en de sus elementos.
• alce hismo crónico como predispomente a la tisis y el curso sucesivo de varias generaciones residentes
En prueba de esto, basta dar a conocer algunas
a las pulmonfas; Estas últimas predisposiciones son en países montan jsos muy accidíntados.
cifras comparativas de los resultados favorables
realmente enfermedades determinantes de otras
Es imposible, en muchos casos, establecer actual- que se consiguen en muchas enfermedades, initauenfermedades, por más que frecuentemente estén mente el d agnóstico diferencial entre la discrasia y rando la ventilación de un modo conveniente. Con
oc\x\\Si& (Cri/nonosii).
las afecciones glandulares (o crinopáticas) no dis- dicha medida higiénica, 'a mortalidad de Njeva
A estas enfermedades predisponentes o, mejor crásicas, porque los padecimientos de 1 is glándulas, York por tisis pulmonar se ha reducido casi a la
dicho, determinantes de otras, pertenece la crasis sobre todo los de secreción interna, pueden oca- mitad (1.5 por 100 en vez de 2,7 por 100), la mjto constitución del individuo (predisposición o diá- si >nar estados generales anal )gos a los discrásicos talidad ae la pulmonía hi disminuí io aún mucho
tesis crásicíi). Por consiguiente: la crasis no es sim- en sus manifestaciones, ya porque las crinopatías más, lo mismo ha sucedido con la tifoidea, con las
plemente una tendencia a enfermad, sino una en- sean indiagnosticables, ya porque coexistan o sean fiebres emotivas, etc.
COMCl.USIONES
fermedad ya existente en realidad, que puede de- concomitancias con la discrasia, aunque sin mutua
El mejor términ'' técni'terminar las afecciones secundarias más comunes, dependencia, sino como efectos secundarios o se- co para designar la comtitución imiividual es craúí.
como el reuDQatismo llamado constitucional y la cuelas coexistentes y determinadas por otras enfer- Na hay en el mundo un individuo de constitución
tuberculosis deuteropática o consecutiva o otras medades, que no llegamos a diagnosticarlas con perfecta y completamente bueria; es decir, la «euintegridad, ni alcanzamos a conocer ninguna co- ..crasia» absoluta es un ideal y, por consiguiente,
enfermedades.
Alutua dependenHa entre las secreciones internas yrrelición entre dichas afecciones coexistentes. Por siempre hay «discrasia»; pero la palabra «discraID aasis.—Con especial referencia a la estiniación ejemplo; el tir )ides puede padecer como antece- sia» la vienen usando impropia e incorrectamente
o pronóstico del tratamiento de la crasis por medio dente de afeccionea generales, pero también como los autores, confundiéndola con las diátesis, es
de los hormones u organoterapia endocrínica. Con- secuela y como concomitante; así vemos muchas decir, con todas las predisposiciones crónicas en
fesamos que este es un problema que está hoy sin veces producirse la polisarcia por efecto de una las que no se descubren organopatías local^zjdas
resolver y lo estará féguramente por mucho tiem- insuficiencia tiroidea idiopática (>, más exactamen- que puedan considerarse como precursoras de las
dicho, por una insuficiencia que no alcanzamos alteraciones generales que sufra el individuo. Los
po, pues encierra uno de los arcanos más tenebro- te
a
diagnosticar
sus orígenes); pero en otras ocasio- autores definen inexactamente las «diátesis», disos de la biología y es complejísimo, como todo lo nes el hipotiroidismo
puede ser una parte de la disque se refiere a las sinergias vitales. Actualmente, crasia, j en otras lo que parece una polisarcia dis- ciendo que son las «constituciones morbosas», con
respecto a este particular padece la clínica el in- crásica puede ser lo mismo que la insuficiencia lo cual hacen sinónimos los términos «discrasia» y
flujo invasor de la novedad, llegando algunos mé- tiroidea: una consecuencia de enfermedades que «diátesis», resultando un lamentable embrollo padicos a suponer que con el conocimiento de las yacen ignoradas (adiognosis). ya porque no apa- tológico que trasciende a la terapéutica Por estas
razones, desecharemos la palabra «discrasia» y
afecciones endocrlnicas se abolirá la crasis o dis- rezcan a nuestra observación (criptonosis), ya por- emplearemos
el nombre de Crasis para designar la
crasia. por suponer que en un próximo porvenir, que se manifiesten larvadamente(ainfonosib).
constitución del individuo, ya se hallen insignifilus hormones serán los remedios especiales para
Todo esto sucede frecuentemente con la sífilis, cantes desproporciones entre las partes constitutinormalizar el estado general de nuestro cuerpo.
vas del organismo (criptocrásia), ya se hallen dichas
Estas extralimitaciones del criterio de generaliza- especialmente en los niftos. También puede ocu- desproporciones en su máximo grado (oaquistorrir
que
confunda
ti
clínico
r
o
í
la
crasis
o
discrasia
ción, las viene sufriendo la Medicina en toda su
crásia).
toda su historia, principalmente en las épocas, co- las secuelas de afecciones idiopáticas de Otros órganos
no
endocrínicos,
sobre
todo
de
los
aparatos
2.* Eucrásica es el nt'jor nombre para la medicimo esta, en que se han verificado extraordinarios
dige tivos y respiratorios; pero tampoco se anulará na reconstituyente.—^En consonancia con el sentido
descubrimientos científicos.
ha endocrinología no hará desaparecer la crasio- la discrasia si llegara el progreso de los conocimien- cientifi:oetimológico de la palab a «-(arííí, designaremos eucrásica la medicina, que tiene por objeto
logíf; el estuaio de las secreciones internas única- tos a satisfacer dichas ríeficiencias clínicas.
Por consiguiente, el alcance terapéutico de los prescribir todo plan que sea bueno para la crasis
mente nos aportará conocimientos para diagnosticar
afecciones endocrlnicas, que, hasta ahora, quedan hormones, fuera de casos muy excepcionales, no po- en cuanto esté a nuestro alcance. Bajo la medicaocultas o sin diagnosticar, y las cuales, por esta cir- drá ser más que parcial y secundario, llegando so- ción Í«<7-ÍÍÍ/Í7 se comprenderá todos los medios de
/cunstancia, se consideran como correspondientes lamente a corregir procesos morbosos consecutivos, tratamiento médico que corresponden a la «teraal marcial idiopático de la crasi*, aunque no lo sean. sin combatir los orígenes de las enfermedades; esto péutica reconstituyente», en el sentido más amplio
Es decir, cuando sepamos a ciencia cierta el fun- es, sin remover causas ni modfijar legiones prima- de la palabra, incluyendo todo lo que sea capaz de
cionamiento de las secreciones internas, se llevará rias, o, lo que es lo mismo, sin llenar indicaciones restituir el individuo al estado relativamente normal o de disminuir lo anormal que haya en el orconsigo la endocrinología la parte que le corres- patógenas.
Dfjic encías y alcance de ¡a teoría y del tratamientoganismo cuando éste no padezca más que desproponda de aquellas afecciones, que hoy pasan como
de sus componentes. Pero advertiremos
si pertenecieran a la idiopatía constitucional, sien- de la crasis —Quedan en firme sentados los tres porciones
que reconstituir no es solamente fortalecer la crado, en general, pseudccrásicas; mas quedará siem- asertos negativos siguientes:
!.*• Es imposible el diagnóstico integral de la sis débil, sino también minorar lo superabundante.
pre en pie la ciasiso dijcrasis, con los cuatro parAdemás, advertiremos que es muy común emplear
crasis.
ciales que la integran. Entonces quedará reducido
2.° Bs imposible la estadística integral de la el término «analepsia» para denominar la mediciel campo de lo diagnosticado, y que pasa por disna ccrroborante, con inclusión de todo lo recons•crá ico, es dcfir, serán menos las enfermedades crasis.
tituyente,
el significado griego de «analepsia>
3." Es imposible la curación integral de la es cuidar apero
que se ocultan bajo el diagnóstico de constitución
los convalecientes; por tanto, tampoco
crasis.
o crasis, sin serlo (afecciones pseudocrásicas).
es correcto el uso del nombre «analapsia» por «euPor estas deficiencias, el criterio clínico de todos crásica».
Se dan casos en que el hormonismo (hipohormonismo e hiperhoimonismoj es un antecedente mor- los autores se pone en tela de juicio, en lo concer3.* yuicios terapéuticos: ndcatvo, dosficatvoy
boso larvado, y entonces, las perturbaciones que niente a la crasis, prestándose al dtbate, sin que
sobrevienen por aquella perturbación, son falsa- ninguna opinión pueda presentar en su apoyo prue- est mat vo:
A. Los indicados propios de la crasis, son;la base
mente consideradas como discrásica»; así sucede bas inductivas evidentes.
Sin embargo, las rectificaciones aquí propuestas de las medicaciones parciales (etiopático autócuando están latentes o se manifiestan larvadamente el hipotiroidismo o el hipertoroidismo, el hipo- dan más claridad a los conceptos patológicos y genas) de la crasis, a saber:
1. Euperibictica (o depuración del ambiente),
pituitismo o el hiperpituitismo, el hipccapsulismo o facilitan la instauración del tratamiento más indiel hipercapsulismo, etc. Pero la subordinación de la cado para mejorar la crasis o constitución de cala incluyendo la diátimesis (o ventilación completa)
crasis a las endoctinopatías ocurre las menos veces, paciente, consiguiéndose resultados muchísimo más y la autocatarsis (o limpieza es.nerada autógena,
si es que sucede alguna vez. Efectivamente; en la eficaces c< n esta nueva orientación racional aquí sin remover noxas).
2. Butrefósica (o alimentación integral, sin exmayoría de los casos, el hormononismo y la discra- iniciada, después de corregir trascendentales errosia son efectos correlativos o coexistentes, y tam- res sustentados anteriormente, que traían en pos de ceso ni escasez), y
3. Euponósica (o regulación en los trabajos
-bién es el hormonismo, en muchos pacientes, con- sí considerables inconvenientes, inexactitudes y deficiencias en el tratamiento de la crasis, según lo humanos, tanto mentales como corporales, y tamsecutivo a la crasis o discrasia.
bién de lo sexual).
Pur consiguiente, repudiaremos el panhormonis- aconsejado por los autores.
B, Dosificación de los iratam-'entos eucrdsicos.—
También con el uso de un plan reconstituyente
mo, conceptuando que es una pretensión infundada
la de suponer que la crasis o discrasia es siempre o eucrásico adecuado, y sin nada más que esto, se Para calcular las dosis hay que tener en cuenta:
1. Edad del paciente.
una afección secundaria dependiente de cambios puede conseguir mucnas v¿ces un mt j iramien.e tal
2. Variedad o tipo de crasis (clasificación), hafen las secreciones internas, es decir^ de pertuiba- de la crasis que sea suficiente para evitar o prevecionesendociínicas primarias. Y aun en los pocos nir que la crasis traiga en pos de sí las secuelas o biendo múltiples variedades según el predominio
casos en que el hormonismo fuera precursor de la consecuencias morbíficas más comimes, como su- de las causas, y cuatra .protojipos segÚJi los prin-
F.ftt'AÑA
»m>WA
cípale"! efectos patológicos que cateterizan las
modalidades clínicas, y
3. Otras condiciones entre las que la más importante es f 1 grado de desarrollo de la crasis, la
raza, el clima, el sexo, etc.
C. Rstiinifión de los residíalos terapéuticos, o
hotiósfico dfl IratJiniento eUír.i<ico.—Para inferir
es'e juicio ha de tenerse presente que jamás el
diagnóstico de la crasis ts integra', porque nunca
fa tan pseudocrasis, por quedar enfermedades i-in
diagnrsticar; que el acierto en el cálculo de las
probabili iades pronosticas de la crasi , esjá en razón directa del predominio de los parciales etiopáticos o autógenos, e inversa del parcial idiopático,
y también que les resultaios del tratamiento varían
según la edad, la variedad de cr sis, el grado de
las lesiones discrásicas y demás condiciones antes
mencionadas
mmmm
<f!P^
4.' Las indicanones ciKrdsicaí, propiamente dichas s(n univetioles.—-lil int j iramiento de la crasis
.^0 coD'-tiiución del organisinc, ha de ser siempre
uno de nuestros principales cuidados en la clínica, y especialmente cuando se trata de enfermos
crónicos, porque así se víerificarán mijor las adaptanom s vitales, y se beneficiará la naturaleza en
sus funciones defensoras (auiofilaxi ) en sus fun,Clones, reparadoras (lutoiatreusit) y a la vez para
combatir con esto el abuso que viene haciéndose
de las medicaciones sintomáticas, que siempre pertii'ban más o raem s la reacción restitutiva (eupalia). Al satisficer ias indicaciones propias de la
crasis, esto e?, las causales o etiopáticas, se libra
al paciente de que continúen actuando las causjs
morbíficas que empeoran la crasis, y se colora t-l
organismo en condiciones más favorables para
ejercer lo mejor posible su función restitutiva.
<,.' La dosificación del tratamiento eucrásico
es individual. Las oosis de los medios eucrásicos
varlarí considerablemente en cada individuo, según
las desproporciones autógenas, y más aún, según
la idiocrasis o idiopatía constitucional, sobre todo
eri lo que hace referencia al régimen dietético y al
trabajo que se ha de aconsejar. Es decir, para inferir el juicio posológico se precisa ' llegar a la individualización diagnóstica, y para esto, el práctico
necesita tener condiciones clínicas, unas innatas y
otras adquiridas, que pueden ser aleccionadas por
medio del estudio y de la experiencia, peí o que
han de existir ya potencialmehte en é', es decir, ha
de tener gran capacidad natural para acertar pronto al hacer los taiiteos de las prescripciones.
6.* Para frcnostict r o estimar los resultados
irrotéiiti os en la crasis hay que llegar tamiiin ala
inividuañzación.—El pronóstico del tratamiento,
o sea, la estimación de los resultados terapéuticos,
es sumi|mente difícil en la crasis, pprque, además
de faltarnos estadísticas comprobantes, es imposible inferir un diagnóstico jntegral de esta enfermedad, por haber siempre dos escollos insuperables: el uno es la imposibilidad de reunir todos
los antecedentes morbíficos de cual iu|er individuo,
j el otro es la de considerar, inevit^bJemente, hoy
por hoy, como si perteneciesen a la crasis enfermedades exógenas y organopáticas indiagnoslicadas o
erróneameiite diagnosticadas.
De aquí los desaciertos que se cometen al pronosticar la cra>is, y tanto más cuanto menos desarrollada se halle en el médico esa facultad intuitiva
que se llama comúnmente «(jo clínico».
Téngase enter.dido que al tinteti'.arel concepto
total de la crasis con t i concurso de sus cuatro
géneros de afecciones parciales, o integrantes y al
considerar las innumerables variedades de cada
una de las afecciones parciales, puesto que difieren
cuantitativamente en cada persona según la edad,
variedad etiológica, modalidad patológica, grado
de la crasis, raz3,.etc., tendremos que para instaurar el tratamiento de la crasis, así como también para pronosticar sus resultados, no se pueden
(Jictar reglas generales, sino que hemos de llegar a
la individualización de cada caso,, pero .sin que
.pueda precisarse tf//4rí racionalmente la posojogía de los medios inditados...
l'ur estas razones, para el tratamiento de la crasis hay que conceder una gran participación al tino
y txiitritncia del rlíriico.
7.* ílCi nocimiento de las secuelas pOíi''les de la
cradi se rp^ne a
lam'0ca:ián,deIJS,tuieiculodi.—
El cunücmiientü intiiuu de ia crasis «ontnbuye a
proclamar la disgre^JücitkivdeiAs tuberculosis, y a
SATISFACCIÓN RELATIVA
—I a operación ha sido un éxito.
—Sm embargí', iraestio, se h« muerto.
— Hs > DO e^ niiigiiua uuvoiiad; era cardiaco y ¡earayl, el cloroformo. Pero, yo lo repito: la operación
nada d'ja que desear.
considerar que su' uüíificación ha sido un funesto
desatino clínico.
Efet tivamente, reunir en una sola especie morbosa todos los procesos en que se hallen bacilos
de Koch es lo mismo que si se unificaran todos los
procetos en que se hallen estafilococos, o todos
aquellos en los que se h lien colibacilos.
La inmensa mayoi la tíe las tuberculosis son secundarias, ya sean puramente crásicas, ya consecu'tivas a la crasis complicada con otras enfermedades.
Eitas tuberculosis deuteropáticas no se deben
confundir, ni en teoría ni en la práctica, con la tuberculosis primaria, es decir, con las determinadas
por inoculación traumát Ca.
8;" y últinip. Ü fiel ncia^y alcance de la medidiia reconstituyente o ft/crádía.—Las
principales
deficiencias que necesitan 3ubsanar^e en la crasio•/tf.Vifí del porvenir, se refieren al peífeccionamiento
del diagnóstico, como sucedeiía cuando se puedan
llegar a excluir de la crasis las afecciones no constitucionales que hoy por hoy se" consideran como
SI'lo fueran, porque al ¿ o ser (diignoáticadas Qolas
podemos prestar tampoco otro tratamiento que el
eucrásico.
Pero a fin de llegar al reconocimiento de lo puramente crásico, habrá de reducirse la crasis a las
afecciones puramente constitucionale.«, esto es, a
las autógenas (autocrasií'), y a las verdaderamente
idiopáiicas (idiocrasis), sin englobar lo actualmente
ignoto, ya sea de procedencia exógena, ya sea
consecuencia de afecciones localizadas ocultamente en determinados órganos.
Para sacar del tenebroso caos en que se halla la
Medicina Constitucional o Crasiología, es decir, la
patología y la terapéutica de la crasis, habrán de
dedicarse especialmente a estos estudios médicos
dotados de gran expeiiencia general, los cuales
cuidarán en particular de inij< rar la constitución
de los enfermos con la higiene, con la fisicoterapia
y con la farmacotetapia euoásicas, removiesdo
las cau°as autógenas y sin dejir de atend r a las
demás indicaciones, pero cuidando de no faltar al
código de las contraindicaciones cuando se usen
los tratamientos siotomátieos.
-
xBsmM-MmíúA
Kn resolución: el estudio detenido de la crasis
(o cTiscrasia) inducirá mayormente a los clínicos a
que presten los debidos cuidados higiénicos a los
enfermo», y a que prescriban siempre la fisicoterapia -yla.farmacoter pia reconstituyentes de la
manera que sea requerida, en vez de reducirse a la
expectación higiénica, y también para no caer del
otro lado, esto es, en el abuso de recetar Contra
los síntomas cuando deben respetarse, como debe
hacerse cuando sean estigmas de la vitalidad en
sus funciones restitutivas y adaptativas.
N. B.: Véase «Código de las contraindicaciones»,
presentado al Congreso de Londres de 1912. por
el Dr. Camilo Calleja.
Dr. Camilo Calleja
clamaban; y, en seguida, puestos todos en movimiento, rebuscaron ámbitos y hasta en el sobrado
de la casa del rabioso. No encontrándola allí, salieron ya a la calle, desperdigándose por el barrio,
por la ciudad...
El abuelete, padre de Rosariyo, a menuditos
pasos, queriendo ir deprisa, buscaba también; levantaba a lo altó el nudoso bastón, a la par que el
otro brazo, y con su cabeza parecía implorar o maldecir al cielo, y lloraba sin poderse contener, resbalando los lagrimones por su blanca barba; tembloroso, febril, secábase como podía aquellas lágrimas, que nunca supo qué eran en su fortaleza y
aún inconpcidas en su ancianidad hasta este momento de su desgracia...; su pañuelo a la boca,
apoyándose en la estaquilla, pretendía ya correr,
claro que sin conseguirlo; ¡no, sabía ni por dónde
iba; sólo anhelaba encontrar a su hija, y para ello
caminar lo antes posible!; y vuelta a intentar correr
hasta que una vez tuvo que apoyarse en el quicio
de una puerta; tuvo que descansar; se ahogaba;
mientras tanto, perdía los minutos, bien lo sabía, y
¡AMOR QUE R4BÍAI
(Continuación)
Y lo temible, lo horrible, había pasado. Existía
el contagio, firme el diagnóstico de dos méiicos
que acababan de visitar al joven. Que Luis había
sido atacado por el mal, bien lo denotaban los síntomas. . ,
Pronto, rápidamente, tomáronse precauciones;
enteráronse las autoridades; hubieron de prevenirse las consiguientes medidas preventivas y complementaria'.'aislando al muchacho, punto menos que
enjaulándole, como a horrible fiera, en un cuarto
con fuerte puerta y sólo un ventano.
T I ajáronse sueros; hicieron aplicación de inyecciones.
Pero era ya completamente tarde; surgía el procesó peligrosísimo...
Luis, con su inmenso am<jr, con su juventud,
con su gran bondad, había de morir necesariamente entre horrorosas convulsiones, con sufrimientos
inconcebibles, en agonía no superada de dolor por
ningún mal. ¡Fatalidad ingrata y siempre injusta,
ctiántas maldiciones te llevaste por tu crimen!
Rosario quería ver a su novio. [Por Dios, que la
dejaran verlo desde el ventanuco, si no...!
Acompañada por su padre y el médico, marchaba a casa de Luis. Llorando recorre su calvario, y
erttre hondos sollozos, de cuando en cuando escapaicomo un suspiro dolorísiino el nombre de él. Y
aquello no podía ser para ella un desahogo, sino un
constante suplicio, poco a poco, gota a gota, como
la sangre que restañaba de su pobre corazón. ¡No
irás honda tragedia pudiera existir en mujer
aiñante!--.- -.^.-.,—- • .,:..
Y desde el alto ventanillo del cuarto-encierro
mostráronle el rriuchacho...
Rosario sufrió un mareo al contemplarle en su
amoratamiento, color d^ las fauces de fiera carnicera; las órbitas casi blancas y secas, los ojos brillantes, con las fosforescencias de los gatos; pero
jjudo contenerse, y miró aún..,, y de pronto lo
llamó como con un grito, lastimero como una imprecación; y él, peor que loco, la conoció en seguida; pero silencioso retrocedió un paso, a la par
que la dirigía de soslayo una mirada, y rápidamente, bien cierto es que saltó; y cómo bramó después,
echando espuma por la boca;,es verdad que rabiaba, queriendo alcanzar el yentanuco, por donde
asomábase su novia...
,
La pobre muchacha llora, y llora más, y aún se
astisti; sin embargo, si ía dejaran, hubiera querido
abrazarlo con todo su mal; ella estaba segura de
(jue lo amansaría...; pero no, triste pesadilla, oía
ios gritos guturales del muchacho, fuertes y penetrantes, como púas aceradas... la quitaron, la arrastraron, mejor dicho, lejos del ventanillo ..
Y í.ún, como martillazos en su cabeza, gravitando en sus sienes, conforme la alejaban, oía los signos del horripilante suplicio de Luis... Aquello horadábala, poco a poco, su vida, a tenor de crescendo de la otra comenzada muerte.
,.
Aprovechando un descuido, Rosario ha escapado
jle la sala adpn{ieai~ababan de traerla.
' -rxOónde está Rosario? ¡Bja»^d ai Rosario!—
considerando su impotencia, la desesperación prodújole, con su crisis, un vahído, y cayó al suelo
sonando el golpe de su cuerpo como saco repleto
de trapos, y también su cabeza, tropezando con el
zócalo, produjo la impresión de chasquido de astil;
un hilillo de sangre empezó a extenderse por la
losa...
Arriba, hacia el cuarto de Luis, habían sonado
dos detonaciones; todos acudieron presurosos; pero
al desembocar en el pasillo los dos criados que
primeros subían, retrocedieron a la primera impresión, completamente asustados. Rehechos, avanzaron ya, y he aquí la escena:
Rosario, la frente abierta, chorreando sangre,
parte de masa encefálica en los rebordes de dos
orificios, permanecía en el suelo, al parecer muerta.
A su lado, casi en su mano, la escopeta de Luis.
Y no se oía al rabioso; asomáronse por el ventanuco; sorprendidos, horrorizados aún más de la
tragedia, vieron al pobre muchacho que yacía en
su encierro, la cabeza horriblemente desfigurada
por metralla, por las postas del cartucho...
Rosario tuvo tesón para matar a Luis en aras de
su infinito amor, y después suicidóse; pensado su
propósito al oir los gritos del horrible sufrimiento
de su novio, desesperada, escapó al cuarto del muchacho, que ella bien conocía; cogió la escopeta, y
escondida debajo de la cama, aguardó a después,
y una vez engañada la requisa...
Entonces, mientras la buscaban lejos de allí,
allá, desde el ventanuco...
Amallo Andueza
1_—
.
:
'*^^'
HIGIENE AUMENTICIñ
El azúcar es un alimento de fuerza y un agente
de calorificación. El azúcar es un gran alimento.
Lo confirman los últimos trabajos de Landouzy y
Labbé. Según estos prácticos, loo gramos de carne, suministran loo calorías; 100 gramos de pan,
224 calorías; 100 gramos de legumbres secas, 320
calorías; 30 gramos de azúcar, más de lOo calorías.
Lo cual concuerda con las experiencias anteriores
a las que practicaron los mencionados autores, las
cuales asignan a 100 gramos de azúcar, 410 calorías.
El alimento, propiamente dicho, animal o vegetal, sustituye la nutrición. Pero la acción principal
del alimento consiste en que, al descomponerse en
nuestro organismo, sufre una combustión por el
oxígeno de la sangre, con desarrollo de calor y
fuerza viva. El cuerpo humano recibe fuerzas químicas nuevas que sustituyen en nuestros tejidos al
calor y a las fúezas químicas ya gastadas.
Así, los alimentos, al quemarse en nuestro organismo, producen calor que representa la mencionada fuerza viva obtenida del sol y la luz por los
vegetales, cuyos grados pueden medirse quemando
en el calorímetro las sustancias nutritivas y gra-
duando la cantidad de calor que cada urva^ desprende.
La unidad para el cálculo de la fuerza vira de
los alimentos se denomina caloría, o sea la cautidad de calor necesaria para elevar de cero a un
grado la temperatura de un kilo de agua.
Con el azúcar se confeccionan numerosos preparados alimenticios de gran valor nutritivu: eremas, pasteles, bizcochos, dulces, etc. Sesenta gramos de crema fresca, suministran 1 f;o calorías. Se
compone de leche, azúcar y yemas de huevo. Cincuenta gramos de dulce en conserva, equivalentes
a tres cucharadas pequeñas, suministran 125 calorías. (Pascault.)
Los alimentos azucarados, por su gran valor
nutritivo, perjudican a los dispépsicos. Son también nocivos después de una comida abundante;
mucho más si no va seguida de ejercicio. En estos
casos, el estómago, sobrecargado de alimentos, se
fatiga y oxida incompletamente el azúcar, originándose ácido oxálico, producto tóxico.
La presencia del ácido oxálico en la sangre ocasiona un estado de laxitud, de fatiga, que se traduce
por debilidad, y no se cesa de comer; lo cual desaparece haciendo comidas regulares y dejando, por
decirlo así, un hueco pai-a los postres azucarados
sin prescindir del ejercicio.
El uso excesivo del azúcar constituye una de lai
causas principales del artritismo, ocasiona, también
acideces del estámago y diarreas.
Los bombones y las golosinas de los niños producen a éstos caries de los dientes.
*
• «
La miel, producto azucarado natural, que las
abejas fabrican y almacenan en los panales para
alimentarse en el invierno, se compone de azúcar
de caña, azúcar de uva, azúcar de frutas, uoa corta
cantidad de ácidos libres y sustancias aromáticas.
La miel es muy nutritiva y sana, tonifica el sistema nervioso y desarrolla calor; se digiere con facilidad, es completamente asimilable al organismo (i).
La miel favorece el sueño cuando él insomnio
depende de excitaciones nerviosas. Dos cucharadas
de miel en un vaso de agua producen un sueflo
tranquilo.
Una cucharada de miel diluida en un vaso de
agua templada es laxante cuándo se toma por las
mañanas en ayunas.
En Suiza se usan mucho, como desayuno, tostadas con miel y manteca de vacas. Miel y requesón
constituyen un postre excelente. Pan y miel es una
merienda muy nutritiva para los niños. En el desayuno de leche con café la miel sustituye ventajosamente al azúcar.
En varias naciones de Europa, la miel se usa
como alimento casi exclusivo, principalmente en
las estaciones frías.
Los antiguos griegos, romanos y otros pueblos
hacían uso de la miel para conservar la salud y para
vigorizarse. Considerado este producto por dichos
pueblos como el más exquisito de los manjares, le
ofrecían a sus dioses. Él agua con miel o hidromiel constituía la bebida predilecta de los antiguos
galos, que la denominaban manjar de los dioses.
La miel es muy a propósito para las personas
desnutridas y para los estómagos débiles.
La miel se ha usado mucho en Medicina como
bebida usual; una parte de miel por doce de agua
constituye una bebida toninutritiva. Se ha empleado, también, en culotorios y en gargarismos; cuatro gramos de bórax en polvo y 30 gramos de miel,
para colutorio en las aftas. La mezcla del cocimiento de hojas de llantén, que son astrigentes,
con el bórax, la miel rosada (2) y el jarabe de
moras siempre se usó con éxito en las anginas,
faringitis y gingivitis o inflamaciones de las encías.
El oximiel escilítico, mezcla de vinagre de escila o
cebolla albarrana y miel, en porción, es un buen
diurético. La miel de mercurial, mezcla de partes
iguales de miel y zumo de la planta llamada «mercurial», anua, no la mercurial perenne, muy fuerte
y peligrosa, es un buen laxante. Se una en anemias: 30 gramos de miel de mercurial por 400 gramos de agua.
José Sáenz y Criado.
(1) De todas las sustancias allmeaUcisis, la miel ea la única qua
posee esta propiadad.
(2) Miel pura y zumo de rotas rojaa.
9.° Para impedir esta enfermedad precisa qué
!as madre»; aun estando sanas, irriguen su vagíriai
antes del part", con agua hervida.
10. El niño será sometido al nacer al iiiétoda
de Credé, que consiste en instilar en .cada ojo una¡
gota de la solución de nitrato de p'ata al2 por looj
lavando seguidamente sus (jos, con torundas pequeñas de algodón hidrófilo mi jadas en agua hervida y tibia; luego, para secar, empléense otras t o rundas nuevas, teniendo cuidado de quemai las par»
que no sean utilizadas otra vez.
F i i . Cuando la persona que: atiende al infante
le limpie los ojos, debe lavarse bien las manos para
evitar el contagio a otros individuos.
u b i s ; Una vez aparecida la enfermedad • ("«
ccmecucncia de no hiber practica do.los a'-tcriores con.'i
sejes), Athtn tratarse i;os ojos del infante con la
cauterización de las conjuntivas dos veces al día;,
ésta asegura la curación y evita las complicacioiieSí
12. Lávense cuidadosamente las corjuntivas
con una s> lucíón de permanginato de potasa al
I por 4.000.
13. Practíquense toques diarios con una solUt
ción de nitrato de plata al 2 por 100, procurando
limpiar despuéí bien los fondos de los sacos corir,
juntivales con una solución de cloruro sódico al,
4 por 100, y protegiendo la córnea con el párpado
que no está ranversado.
14. Que la madre instile en los ojos de su hijo,
argiol al 5 por loo, y, si persiste la oftalmía, á!
io por 100.
15. Cuando la córnea está interesada, instilaciones con un colirio de sulfato,de atropina al medio por ciento dos veces al día.
16. Para activar la nutrición de la córnea practíTuense fomentos con agua fría .o bien aplicando
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sobre los ojos trozos peT4Ui ños de cataplasma im^-V -.
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pregnados de agua bien fría.
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17. El tratamiento precedentemente indicado, ,
que es el practicado por nosotros desde hace vein- '•
tinueve aflos en el Hospital de N ños P. bres, de
El comedor donde comen los niílos de las colonias escolares.
Barcelona, debiera continuarse cusitro o cinco se-,
manas, setiin la gravedad de,íla enfermedad. .De
vf z enicuando se cesará un día la cauterizaciónsde
mente evitable y hacerse responsable de su presen- los parpad F> para observar si en ese espacio de
tiempo ha dtsapare» i lo la supuración.
cia los encargados de partear.
J 8 . Aliniciarse la oftalmía en el rec'én.narido,
H i y quien cree que las simples supuraciones en
los (j )s de los niños no revisten gravedad; esto es- dtbe llamarse con urgencia al médico, por ¡ue él esun error, y para demostrarlo voy a describir lige- el único que debe tratarla. Si nr sVümos. permitido
exponer en esta carti la los consej >s precedentes
ramente La pf.a'mid purulenta.
es para que, en ausencia del mé 'ico, pueda érr^peSlXTOMAS Y TRATAMIENTO
La lucha contra la ceguera es una de las caropazar a tratar la oftalmía la comadrona u ptra persofias sociales que mayor trascendencia tiene, y, sin
i.° Con frecuencia se observa esta enfermedad na más o menos idónea.
embargo, es de las mas olvidada?.
en los niños a los cuatro días de nacidos; excepEste trab. j 1 tiene por objeto hacer conocer al
l.as creencias vulgares en materia de enfermeda- cionalmente EC presenta en el primero y segundo pú')lico los peligro- que la oftilmía purulenta acades de los ojos se prestan a un sinnúmero de ron- día.
rre?; en mis anteriores ediciones de la fíiiiéne de
syeraciones profilácticas, que creo de utilidad pu2." Al principio, las pestañas, lo propio que los ¡a i'i/ancia he incluido U' os consejos menos extenblicar, ya q u - d e dt jar bien sentado el corcepto dos ángulí s del oj \ dejan fluir un líquido algo es- sos que los presentes, pero esto es poco para inculde enfermedad ocular, evitable y divulgado su co- peso y de color blanqueiino, que, más tarde, al s e - car en el ánimo de los que cuidan de los n ñ )s, el
nocimiento entre los profanos en Medicina, podría- carse, se convierte en costra verdosa que, uniendo peligro que éstos tienen desie el momento que
mos llegar a disminuir estas dolientes filas de los los parpados entre sí, entorpece su abertura.
nacen.
desterrados de la luz
3 ° Aprcximadamente al cuarto día de haberse-,
A los padres y a los encargados de partear van
La tftabnia purulenta y las gramilrciones son las presentado estos síntomas, los párpados se ponen dedicadas estas lineas; las comadronas creen ver,
dos principales eiferine'iadts causantes de la ce- duros e hinchados hasta el extremo de no poder el la mayoiía de las veres, en la supuración de los
guera; ambas se localizan en los ojos para inutili- infante abrir sus Í j ^ s . El aspecto de la criatura es= 0)0% un simple cala'ro ocular, y por lo mismo no
zarlos y rapidliimatnente destiuirlos.
deformt; parece que los párpados tirantes y lustro- dan un oportuno aviso... Deseando, pues, coopeTíou eau, en la Clínica de Quince Vigenst, de sos tengan tendencia a romperse.
rar en la lucha contra la ceguera, creo que el mePatfs, anota en 617 observaciones de ceguera el
£1 líquido que salía a los primeros días se ha j )r procedimiento sería repartir e.itré todas las p a 60 por 100 de casos perfectamente evitables de los . convertido en pus amarillento.
rroquias unas h'íjas que dijeran:'
que han padecido estás enfermedades.
4." La conjuntiva palpebral se cubre algunas
«Desde el mímenlo que ntce ti hijo, una enfermeCohu y S.idelmoun encuentran en i.ooo ciegos veces de tenues membranas que se dt j in arrastrar dad t rtible de los ojos le ainen.iza».
el 75 por 100 de casos evitables que han padecido con una pequtña torunda de algodón, lo que prue«Un recién 1'acido que presenta hinchazón en
granulaciones y oftalmía purulenta.
ba ser pus muy denso.
l o s p á r p a d o s y supuración en los <j)s, debe ser
La estadística del Hospital de N ños Pobres, de
5.° La secreción se hace por momentos más atendido inmediatamente por un médico; de lo
Barcelona, de mi fundación, arre ja una cifra asom- abundante; los párpados hinchados impiden ver la contrario, quedará ciego».
brosa dé enfermitos tratados de oftalmía purulenta córnea, que más tarde se ulcera, pudiéndose llegar
Esta hoja sería entregada a todas las personas
y granulaciones; muchos de ellos llegan a nuestras a perder el c jr) si un tratamiento enérgico dado a que fueran a bautizar a un niño. Tengo la seguriminos cuando sm ojos están destruidos por la en- tiempo no se opone a la enf rmedad.
dad que con la cooperación del sacerdote se p o fermedad, y, por lo tanto, el tratamiento médico
6.° La oftalmía purulenta es grave a causa de drían evitar muchísimos ciegos.
resiiHa inútil.
las complicaciones que suelen sobrevenir en la
La Municipalidad de Dankerque hace más: en
No puiiiendo en este trabajo de divulgación córnea
cuanto se declara a'gtín nacimiento manda reparcientífica extenderme en consideraciones acerca de
7.° La duración de la oftalmía de los recién tir al domicilio de los padres unas hojas serat j a n una detallada campaña sobre todas las causas de nacidos es variable, pudiendo afectar las formas tes, redactadas bajj lá dirección del célebre higiela ceguera, me concretaré solamente a la más f e- más o menos graves, más benignas y menos be- nista Joland.
-cuenie y evitable de las enfermedades de los t j j s : nignas.
En España se combate la tuberculosis, pues
U ofta múi purulenta de los recién, nacidos.
En mú'tiples ocasiones hemos logrado la cura- constituye tal enfermedad una de las principales
S giin Cohu, esta enfermedad puede y debe des- ción en cuatro o cinco semanas.
causas de la mortalidad; se hacen propagandas
apartcer de iodo país civilizado, por ser completa8." La causa de la enfermedad es debida al contra el alcoholismo; la viruela, enfermedad pelicontacto de los oj )S del recién nacido con las se- grosa en otras épocas, puede decirle que en la a c creciones anormales procedentes de la vagina y tualidad casi ni queda sombra de ella gracias a la
(11 Tema presentido en el Congresn Inlernacionat de Medicivacunación; pero,es doloroso decirlo: contra la ce^
uretra de la Ríadre,
na celebrado en Madrid, en Aüiil de 191it.
Campaña social
contra la ceguera ^^-^
mPAÑA
10
na del tren, estando representando el carbón por
los alimentos. Tal comparación, aunque no totalmente exacta, puede dar idea al lector profano en
estas cuestiones.
Todo el problema higiénico reside en no echar
más combustible del que el hogar necesita, ni tarapoco menos. Dicho de otro modo: debe existir una
íntima relación, una constante proporción entre lo
que se come y lo que el trabajo hace consumir. Por
ello existen dos grupos de mal alimentados: los que
comen más de lo que necesitan, mal alimentados
por exceso, y los que comen menos de lo que necesitan, mal alimentados por defecto.
CONCLUSIÓN
Aun conocidos estos puntos de vista, no están
Para contribuir a la campaña social contra la completos los factores dé! problema. Hay seres que
ceguera precisa una ley obligatoria de desinfección queman lentamente su combustible; los hay que lo
ocular de los recién nacidos; para ello el Gobierno consumen muy de prisa, y esta distinta velocidad
debiera establecer la comprobación médica de los tiene positiva resonancia sobre la calidad e intennacimientos a domicilio, cual se comprueban por sidad del aprovechamiento de los alimentos.
los médicos forenses las defunciones, haciendo
De todos es conocido el hecho de que hay perpracticar la visita domiciliaria del tercero al sexto sonas gruesas que comen poco, y otras flacas para
día del nacimiento, por los facultativos del Muni- las cuales no tiene valor la palabra harto. Así, pues,
cipio, por ejemplo, o creando un servicio de pedia-, al encararse con el tema de la alimentación de un
tría adhoc, quienes darían el grito de alarma a los ser humano, es pieciso tener en cuenta tres clases
padres del infante para que, llamando al médico de datos: el trabajo que realiza, su modo de ser en
de cabecera o al oculista, trataran, cual es debido, lo referente a la nutrición y Ja clase de alimentos
al niño expuesto a la ceguera.
que emplea.
Sobre el valor de estos últimos se han realizado
Dr. Francisco Vidal Solares,
innumerables series de experiencias, llegando a
Doctor en tied'cina de las Facultades de Madrid
y París.
conclusiones fijas y precisas.
En esquema, los alimentos pueden dividirse en
-•-•-•tres grupos: albuminpides, grasas e hidratos de carbono. Estos son los principales orgánicos que integran la composición de los alimentos, y yo ruego
al lector que no vacile y desista de seguir acompaEn representación de todo el Cuerpo facultativo ñándome ante, estos términos técnicos, pues a pesar
de la Beníficencia provincial, los doctores Ortíz de ellos ha de entenderme perfectamente.
En cada sustancia alimenticia, estos principios
de la Torre, Pérez Valdés, Marañón, Olivares, Sanchlz Barús, Pagés y Anía, acompafiados de sailus- se encuentran repartidos desigualmente. En unos
tre decano, el Dr. Isla, tributaron un justó home- predominan los hidratos de carbono; en otros, las
naje al sabio Dr. D. Francisco Huertas Barrero, grasaf; y a determinarlo se aplicaron los químicos,
pues sin tales datos no habría modo de organizar
que por imposiciones del reglamento cesa en el
cargo oficial de profesor de sala del Hospital P r o - un buen plan alimenticio, ya que cada una de las
vincial, donde durante más de cuarenta años rea- tres clases (dlbuminoides, grasas e hidratos de carlizó una labor tan gloriosa para la ciencia médica bono), tienen utilidades diferentes, y de ninguna de
ellas es posible prescindir. Se precisa hacer intercomo fructífera para la humanidad doliente.
El acto del homenaje fué tan sencillo como her- venir a- las tre?, y sin tal requisito no puede llamarse higiénica una alimenfación.
moso.
¿Qué cantidad de cada uno?
Los profesores de la Beneficencia provincial enTambién esto ha sido determinado por los sabios,
tregaron al Dr. Huertas, en su domicili .>, un artísmidiendo la cantidad de calorías que desprende
tico pergamino, redactado en estos términos:
cada gramo de cada una de dichas sustancias.
«Sr. D. Francisco Huertas y Barrero.
Los términos de planteamiento del problema no
Al cumplir este año el término de su acinación
pueden, por tanto, ser m."\s sencillos, pues se sabe
como profesor de la Beneficencia provincial, que- el ntimero de calorías que necesita consuinir cada
remos todos nosotros, los que hemos sido y segui- hombre, según su edad, temperamento y género de
remos siendo sus compañeros y amigos, ofrecerle trabajo; el número de calorías que rinde cada gramo
este recuerdo de una fecha, en la que el sentimien- de atbuminoides, grasas e hidrato de carbono, y la
to de su partida se mitiga con la consideración de proporción en que ha de recurrirse a cada uno de
que coincide en usted con la plenitud de su acti- estos principios alimenticios.
vidad espiritual y de su entusiasmo por la labor.
¿Verdad que no cabe mayor sencillez? Un homhospitalaria.
bre necesita producir tantas calorías; luego deben
De su largo paso por el Hospital General de proporcionársele tantas
Madrid, de las horas asiduas de su asistencia a las
Sin palabras huecas de seudorredentorismo soclínicas, para las que siempre halló lugar, aun en
cial, sin clarines ni vocinglerías, el higienista logra
ios días de más intensa solicitud profesional, no
deja más que ejemplos inolvidables y gratos; leal
ayuda para sus compañeros; bondadosa sabiduría
para sus discípulos; solicitud y caridad inagotable
para sus enfermos.
Un acuerdo de la Diputación Provincial, que
unánimemente ha satis-fecho nuestros deseos de
honrarle, prolonga más allá del término oficial el
lazo que le une al Cuerpo iiiéJiców Pero, de todas
suertes, queremos que esie día quede en su recuerdo al lado de nuestros m mbres, como te^timonio
de la admiración y el c iriño que le profesamos.»
Ei 1)-..Huertas leí dio las «rafias en brevísimas
palabras veladas por la e"iociÓ!i.
güera poca cosa se ha hecho; por eso, repito, divulgando tos peligros que la oftalmía purulenta acarrea a los recién nacidos, inculcando a los padres
la idea que un tratamiento erérgico puede salvar
de una ceguera a sus hijos cuando éstos tienen en
principio tan terrible enfermedad; dando un ¡alerta! en el momento que más peligro tienen los ojos
del oifio, no me cabe duda que lograríamos disminuir esas estadísticas enormes de ciegos, pues,
como dice Ruiz Azagra, «El hombre que no puede
resignarse a la idea de morir se resigna menos a
perder la vista, símbolo de la muerte».
Homenaje al Dr. Huertas
MmiüA
desde la paz de su laboratorio establecer los regímenes sanos, justos, de que cada hombre tiene necesidad y a que todo hombre tiene derecho. La ración, sin la cual trabajar supone un motivo de debilitación orgánica, y que, sobrepasada, representa
también serio riesgo para la salud.
Así, al llegar la carestía de las subsistencias, lo
lógico, lo natural, lo científico, y por estas tres condiciones, lo más conveniente, hubiera sido solicitar
el concurso de los técnicos españoles para determinar las raciones alimenticias nacionales tipo, y luego resolver el modo de garantir la cantidad de grasas, albuminoides. etc., necesarias, a base de los
productos más económicos o fáciles de obtener.
A este aspecto de la cuestión dedicaremos nuestro próximo artículo, demostración de cuantos prejuicios impiden que las gentes tengan un sentido
claro de estas cosas.
Dr. César Juarros.
M HELIOTERAPÍA^
en la tuberculosis laríngea
I
Merece la mayor atención, v nunca se divulgará
bastante, la helioterapía laríngea, entendiendo por
tal los baños de sol endo y extra-laringeos. Los rayos aclínicos del sol tienen suficiente poder de penetración para hacer llegar su influencia desde la
piel a la misma laringe, lo mismo que también obran
sobre el pulmón y otros órganos profundos cuando
sus regiones son puestas al descubierto e insoladas,
Un efecto inmediato se observa después de un
baño de sol, la euforia: es un hecho sobre el que
están de acuerdo todos los que se ocupan de estos
asuntos. Si hacemos que el sol ilumine la laríngea
la par que también baña el cuello y porción superior del tronco, a la sensación de biene-itar general
del enfermo hay que añadir la facilidad para la
deglución, facilidad que más llama la atención
cuanto más acentuada era la disfagia que padecía:
y hablamos ya en pretérito porque esta facilidad a
la deglución dura veinticuatro y cuarenta, y ocho
horas, después de cinco minutos de helioterapia
laríngea.
jY en los enfermos que no padecen disfagia? Eti
éstos, como en todos, está indicada la helioterapia,
pues no es sólo un efecto sedante lo que proporciona; se aspira con la helioterapia bien dirigida a
curar la tuberculosis laríngea en siis primeros pe
ríodos, y mejorarla mucho más de I:, que se puede
suponer a ¡rimera vista, en sus períodos avanzados. En el primer caso, puede prescindirse muchas
veces de las caúiticas laríngeas; en el segundo,
cuando a la gravedad de las lesiones ulcerosas laríngeas acompañe un estado de cavernas pulmonares, complicaciones intestinales o síntomas de gran
intoxicación tuberculosa, y que humanamente no
deba mortificarse al enfermo con manipulaciones
éndo-laríngeas que agotan sus energías y deprimen
IMPREVISIÓN e i E N T Í p i e a , por Filibert
El problema de las subsistencias
Lta ración alimenticia
Es una noción ya vulgar que por ei solo hecho
de vivir el hombre consume elementos que han de
ser repuestos para que la vida pueda continuar.
Esta reposicióti se hace por medio de los alimentos. Se ha comparada al ser humano a una máqui-
Bi doctor Cisura estuvo todo
Después de comer opíparamente, sacó
Y ¿qué había de suceder? A la
el día trabajando en su Instituto la lanceta que tenía en el bolsillo, sir- vista eutái Digan ustedes si esto
de.vacunaclón.l
viéndose de ella como mondadientes.
no fué una imprevisión científica.
ESPAÑA üfEDlGÁ
11
su ánimo, en estos casos de extrema gravedad, podemos afirmar que no hay una terapéutica más
útil ni más agradecida que la helioterapía laríngea.
Huelga decir que el reposo vocal es el coadyuvante
esencial de este tratamiento y que las pulverizaciones, punciones de laríngeo, actisepsia endo-laringea, cáustica, etc., quedan siempre a disposición
del laringólogo.
Sabernos que de las siete clases de radiaciones
del espectro visible, cada una tiene sus propiedades. Así se dice que las radiaciones rojas, son caloríficas; que las verdes, son luminosas, y que las
violetas, impresionan las placas, bien entendido
que ninguna de estas propiedades son exclusivas
de cada clase de radiaciones, sino que cada una
posee, en mayor grado que las demás, su respectiva propiedad. La longitud de onda de cada una
de ellas (distancia que separa dos ondas) también
II
es distinta, mayor para el rojo (seis o siete décimas
Desde el punto vista teónco nos interesa, ta' co- de miera) y menor para el violeta (cuatro décimas
mo hoy se interpreta, la helioterapía, que a la re- de miera).
gión enferma llegue la mayor cantidad posible de
Además, existen Una porción de radiaciones que
rayos ultra-violeta. Para la helioterapía externa no impresionan nuestra vista (espectro invisible);
sólo pondremos atención al grado de humedad de por un lado los rayos infrarrojos de mayor longila atmósfera circundante, procurando sea la menor tud de onda que. los rojos y de gran potencia caloposible, y evitaremos también que se interponga rífica, los rayos Ruten de 50 mieras y las ondas
algún objeto entre los rayos solares y el enfermo: hertzianas: ninguna de ellas nos interesan.
el sol dará directamente en el sitio enfermo, sin
Sí son importantes para ntiestro estudio la otra
cristales ni nada de por medio. Para el bafio de
porción del espectro invisible: las radiaciones más
sol endolarlngeo, si ha de ser directo, estamos en
allá del violeta qUe comienzan en las ultravioleta
el mismo caso, pero como lo corriente y recomeny acaban en los ráyps Lenard y los rayos N de
dable es por medio de un espejo, el asunto se comBlondlot de distintas clases y curiosas propiedaplica y de ello diremos algo. .
des. De todos ellos nos interesan los ultravioleta
La diferencia de la helioterapia endo-laríngea ordinarios (más próximos al violeta), pues los m e directa a la refleja, es grande, pues equivale a pro- dios y los extremos no poseen propiedades aproporcionar a la región enferma mayor o menor can- vechables para nuestra terapéutica Solar.
tidad de rayos ultra-\¡oleta, que son en parte los
Los rayos ultravioleta ordinarios poseen un
curativos, además de poseer el poder sedantes. Sa- cierto poder gerríninicida y además, producen la
bemos también que tienen muy corta longitud de pigmentación cutáriea. Son fácilmente absorbidos
onda, de o,i a 0,3 mieras y que son fácilmente ab- por una porción de cuerpos en lugar de reflejarlos
sorbidos por el crista), si este llega a tener un milí- y este es el punto a que queríamos venir a parar;
metro de grosor. A pesar de tales obstáculos la aunque se construyan los espejillos de los aparatos
helioterapia directa requiere una violencia tal en para la doble reflexión, de cuarzo, plata, etcétera,
la actitud que ha de adoptar el enfermo, que el siempre hemos de suponer que una porción de los
ingenio de los especialistas se ha orientado en el rayos ultravioleta .quedaron allí detenidos y si
sentido de resolver los inconvenientes de la refleja. pueden analizarse en el haz resultante, es porque
Pero aún decididos por ésta, se plantea un segun- no todos fueron absorbidos, y aquí los que nos
do problema: ¿Los rayor solares, deben ser refleja- interesa es concentrar la mayor cantidad posible y
dos una sola vez antes de llegar a la laringe, lo no resignarnos a que pasen algunos. Esta es la
que requiere la intervención activa de otra perso- razón fundamental del por qué nos decidíamos
na, o se debe simplificar esta intervención hacien- francamente por la helioterapia monorrefleja.
do dos reflexiones? ¿Debe ser mono-catóptrica o diPasamos a hablar de la técnica de su aplicación.
catóptrica.
La helioterapia directa, ya con el tubo de MouI I I
•"•• ' " " " " "
,,,^
"•
re o por cualquier otro precedimiento, es siempre
molesta y el que la quiera realizar le bastará colocar
La técnica es la siguiente: Cómodamente sentasu cabeza y cuello en dirección paralela a los ra- do el enfermo de cara al sol (de ocho a nueve de
yos solares y en el mismo sentido.
la mañana, en verano, y de diez a once en^invierLa helioterapía por doble reflexión, tienela: ven- no), con un sombrero o pañuelo sobre la cabeza y
taja de que la puede realizar el enfermo por sí mis- con un amplio escote por celante para que le bañe
mo y los inconvenientes de que impli?,a el coste del el sol el cuello y porción superior del tórax, iiiclíaparato, un tanto de ingenio y habilidad por parte nárá la cabeza hacia atrás lo suficiente para qiíé al
del enfermo y, las primeras veces, la intervención
abrir la boca quede ¡rancamente iluminada la base
de otra persona que le enfoque la laringe, todo de la campanilla. Kc esta posición la cabeza y desello además de la cantidad de rayos ultra- vio- cansando sobre u r a almohada, sacará la lengua,
leta que se pierden en cada una de estas reflexio cuya punta envu::la con un pañuelo, la cogerá el
nfS. Los aparatos para este tratamiento (Alexan- mismo enfermo c n su mano derecha, colocando
dre, Sorgo, Mills y Foster, más recientemente), el pulgar debajo y el índice sobre el dorso de la
tienen todos el mismo fundamento: puesto el en- lengua. El médico (colocado a la izquierda del ei:fermo de espalda al sol, un espejo delante que fermo), cojera el espejo laríngeo (del núm. 4) de
reñeja las radiaciones en el velo del paladar y un cuarzo, a ser posible, y en último caso, de los orespejito.laríngeo en este lugar que las vuelve a re- dinarios, pero fino, por su mango, como una pluflejar ya sobre la laringe. Los que emplean esta ma de escribir y lo introducirá .suavemente en la
técnica añaden un tercer espejo donde el enfermo boca hasta que su cara posterior se ponga en
contempla su laringe iluminada, y todos estos re- contacto con la base de la úvula; despees procuflectores van articulados de tan manera que pueden rará que la varilla del espejo e t é en inmediato
ser movidos, mediante tornillos, por el mismo en- contacto con la comisura labial izquie-dM. Ya no
fermo. Los reflectores deden ser metálicos, níquel
se debe resbalar el espej ; se podrár? observar así,
o plata, o bien de cuarzo, que son los más apropia- las papilas caliciformes iluminadas; se le imprimirá
dos, o de cristal, cuyo grosor no pase de un milí- al espejo movimiento de báscula hasta que veamos
metro. Tudas estas sustancias absorben poco o nada aparecer en él la epigldtis y debajo la glotis: eii
los rayos Ultra-violeta bióticos, los rayos útiles, y cuanto la veamos no se debe mover el espejo y sí
por ello deben ser preferidos.
permanecer en esta sctitud el' tiempo que el tr.ferLa helioterapia laríngea con una sola reflexión, mo buenamente re&i&ta. Del enfermo depende casi
que preconiza Collet y nosotros venirnos emplean- todo, y por ello conviere insistirle en qué abra
do, tiene las siguientes ventajas: menos coste, más bastante la IMICÍJ. tire bien de ¡a lengua i ie)-pire
sencilla, fácilmente tolerada; e inconvenientes: la muy trat quilo, cou l o q u e se conseguiíá vencer
precisa intervención o asistencia de otra persana. las náuseas que se provoquen. En último caso,
Éste único inconveniente creemos que está resuel- antes de comenzar la maniobra se le dará un tolo con'el aparato de Jiménez Encina (1) con que que de cocaína al 5 o 10 por loo por el velo palatino y pared posterior de la faringe. A pesar de
el enfermo se autolaringoscopiza con una sola reflexión hecha con espejillo de cuarzo. Nos deci- todo es raro que el enfermo resista niáS de tres
dimos francamente por esta clase de heliotera- roiontos con el espejo en la úvula y la boca abierpía y de ella somos partidarios teórica y prácti- ta; al cabo de este tiempo, se saca, se le dan dos
camente, aún cuando tuviera que intervenir otra minutos de descanso y se vuelve a colocar, sumando el total de los que permanece iluminado la glopersona.
tis hasta completar la sesión.
H! Véase también, J. Enéiná, Alíala de la Sociedad
«íJce. Madrid, J917.
"
Lartngo-
Para evitar que el espejo se empañe al introdu cirio en la hosk, se calentará ó se le embadurnará
con. una capita de jabón muy suave (de cocina
mejor'que de tocador)..
Las sesiones se deben dar de dos a cuatro minutos, el primer día, e ir aumentando un minuto diario hasta llegar a quince en un día. Al llegar aquí
se debe insistir cuatro o seis días con el mismo,'^
tiempo de insolación, y si al cabo de ellos no se
notan fenómenos reaccionales, se sigue aumentando un minuto diario hasta llegar a veinticinco, de
los que no se debe pasar.
Lo corriente es que el primer día sienta gran
alivio el enfermo y coma mejor y en los sucesivos
les -sigan disminuyendo las molestias, pero puede
suceder que a la segunda o tercera sesión (a veces
a la primera) acuse escozor, más molestia y hasta
alguna fatiga; se debe entonces suspetíder las sesio"nes y reanudarlas a los cuatro o seis días con más
cautela; rara vez ocurre esto.
A la primera sesión, todo serán dificultades que
a la segunda o tercera habrán sido vencidas; a la
sexta o séptima sesión quedará adiestrada alguna
persona de la familia que le'seguirá dando la insolación vigilándolo nosotros cada semana por lo
menos.
:''v
Es interesante aprovechar el mayor número de
días y no limitarse a dar baños de sol los días que
estéi el cielo francamente despejado, pues como
dice Le Bon, lo mismo desaparecen los rayos ultravioleta del espectro, días en que 1 tiempo está
muy claro, que persisten cqnelciel'^omy nublad o . Siempre son más abundantes en verano que
en invierno y el tiempí preferible es de Abril a
Octubre a horas apropiadas ya dichas.
Respecto del clima: la helioterapia se puede haícer en todos los países y nosotros creemos que
como el pronóstico de la tuberculosis laríngea se
deduce casi siempre del estado de los pulmones del
enfermo, éste se someterá al clima que sus vías
respiratorias inferiores lo requieran. Si la laringe
ha de decidir, preferimos el clima seco de la meseta central de Castilla contando con la bueiía función respiratoria nasal, pues la cura marina, si bien
refleja una gran cari ti dad de rayos áctlnicos, nosotros no los podemos aprovechar para el bañó
laríngeo cuyas radiaciones se han de tomar direc'
lamente de las solares y lo mismo se puede decir
de la región de las nieves. Nos parece ún factóí
' muy importante, quizás el principal, preferir el
lugar donde haga sol más días del a ñ o .
La técnica de Artaul - por la'eoricentración ~dé
las radiaciones solares no ha tenido aún aplicación
práctica a nuestra especialidad.
BIBLIOGE.\P!A
Los que sin dedicarse a estas materias quieran
tener una idea exacta de ellas les bastará leer:
fundamentos teóricos y prácticos del einpleo del
Sol en Medicina, por el Dr. Luis Calendre, publicado en il/üírrta Í / M V « , i g i 6.
Les radiátiones lumineuses dans la terapeuHqüe
laringee, por A. Saupiquet, publicado en la Revue
dé Laryngologie, d'Otologie et de Rhmólogie, de
Burdeos, núm. 7,1916.
Además son interesantes:
ha pratique de la heLoterapie, pOr A. Annes.—•
A. Maloine, París. 1914.
Contribution a íhelioterapie intensive, Sainte-Marine, 1917.
Le iraiíement de la tubcrculose du larynge par
thelioterapie, por Fhelipe et Archumbaud . — Gaií.
des Hop. 28 Julio, 1914.
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La cure solaire de l,i tuherculose pulmonaire
C'ón'que, por Malgat. 1914.
Les bjses scientfiques di ¡a therapeutique par ¡a
lumiére, por T h . Nogier. Avenir Medical, i . ° d e
Mayo 1913.
£1 radio y el^selenio révolvcionadores del mundo,
por S. Castedo. Editorial Gráfica Española. Madrid, 1916.
Dr. A. A u r e l i o : R a m o s .
Del Instituto de la Encarnación.
12
É
Tratamiento de la insuficiencia hepática.
Dr. Castaigne {Lívri du Médidñ). El hígado
tiene estimulantes de la serie mineral, vegetal y
animal que se pueden emplear en la insuficiencia
hepática.
Entre ellos tenemos: el bicarbonato sódico activa
la secreción biliar, cuando es administrado a p t queflas dosis de 2 a 4 gramos y en forma de solución; el/w/a'/íííííí/íV» es un colagogo débil, que, además, favorece la evacuación gástrica a la dosis de
2 3 4 gramos; el sulfato sódico es también un colags go y, ademáF, un diurético, a la dosis de 3 a 4 gramos. A dosis más elevarlaf, 6 a 8 gramos, puede
ser al mismo* tiempo un laxante. Es un excelent;
medicamento, que se puede prescribir de diferentt s
maneras.
Tiene gran utilidad tomar cada día por la mafianaj en ayunas, un vaso grande de agua con 2 3 4
gramos de 6u fato de sodio; puede asociarse al b carbonato:
Bicarlcnito sódico.
aá 40 gramos.
Sulfato sóJico . . . .
para tomar por la mafiana, en ayunas, una cucharada de las de café, en vaso de agua templada. •
El sulfato de magnesia no está tan indicado en I s
hepáiicot: no se pie.-cribirá mas que como purgante (de 10 a 20 grarroí) o como laxante (de 2 a 6
gramos).
M tarirato pításico y sódico, o sal de Seignetti,
deberá ser prescrito como ti sufato sódico, a do..i
sis laxante (de 5 a 10 gramos) y a dosis purgante
(de 20 a 30 gramos).
El benztato sódico es muy empleado en las afecciones del órgano hepático. Es un agente que, favoreciendo la diuresis, lucha contra la acumulación
del ácido úrico y facilita el funcionamiento del
hígado, y a la dosis de medio gramo a 4 gramos
en papdes, sellos o porción.
Kobin reúne estos estimulantes en un agua que
llama fotfobicaibonatada. de gran estímulo hej áticc:
Bicarbonato sódico
8 gramos.
Fosfdto sódico seco
4
—
Sulfato sódico seco
. 3
—
Bcrzoato sódico
2
—
Yoduro potásico.
i
^
BSPAJÍA MmmGA
El primer grupo les, ha sumiriistrado d^s casos,
en los cuales el descenso progresivo de la temperatura se produj) simiiitáneamente con la seda< ion
de los fenómenos generales, habiendo sido netamente provocado por la inyección. En el segundo
grupo, señalan unas quince neumonías neumocóccicas, todas las cuales fueroii mejoradas y curadas
(cinco de ellas abortaron); así como.cierto número
de bronconeumonía sépticas, cuya reacción térmica se atenuó notablemente, al paso que mejoraba el e t a d o general. Figuran en el tercer gupo:
1 .* Varias ictericias, curadas todas de un modo
rápido sin ninguna reacción hepática, con crisis,
urinari i muy precoz, muy, abundante y muy prolongada.
2."
Algunas colecistitis,, cuyas crisis térmicas
fueron disminuyerido hasta desaparecer por completo.
El cuarto grupo comprende^,finalmente, dos pielitis,cuya piuria desapareció a partir de la tercei-a
inyección, v tres nefritis subagudas cuya albúmina-.
ria-^en algunos días—descendió de cinco gramos
a 0,50 graraoF,.y cuya ta.sa urinaria fué aumentando progresivamente.
En todos los casos observados, la urotropina manifestó su acción favorable sobre la temperatura, sobre el estado general y sobre el funcionamiento d,e
los ríñones, y los resultados de la inyección intra-,
venosa fueron infinitamente superiores ai los de la
inyección hipodérmica o de la ingestión bucal.
Administrada en esta forma. 11 urotropina ej, rce
siempre una triple a.cL\6ri: aitíiprética, sediHra y
diure'/ica, qtie justifica su empleo y, hasta, ind.uce a,
generalizarlo.
.
,.
,
La solución adoptada es una solución acuosa a
0,25 gramos centírpetros cúbico, la cual.ifiebe de,
ser preparada en fiío con agua ests.ritizad,^. Soporta mal la esterilizaci(5n. y podría ser únicamente ti,^dallizada. Su dos ficación, ya elevada, hace de eila,
un líquido semi jarabe que tequiere ser inyectado
con lentitud. No es de temer ningura reacción venosa importante, siendo así que la inyección hipodérmica provoca reacciones locales düilorosas y
bastante prolongadas. .
funi.e- Í
.Í. ;.
La dosis generalmente empleada ha sido de 1,51
gramos por veinticuatro htjras, o sea, seis centímetros cúbicos.
"
'
Trát'ártiieñto del eczeína
' eritrodéímico generalizado.
El eczema eritrodérmjco generalizado no d i fiere en su esencia de la variedad exf<ili,ativa generalizada. Toda lasupeificie cutánea se halla afecta y el oiganibmo en gener^il se resiente. Las
funciones de los emunciorios se trastornan de
una manera particular, y sea o no este itrastornQ
causa o efecto de lesionf s viscerales, es preciso faPara un paquete, que se hace disolver en nn ü- vorecer el trabajo del hígado, de los ríñones y, de
tro de agua hervida, luego se deja reposar y se de- la piel. Una indicación fandamental consiste en
canta. De esta solución se administra: 100 gramos combatir la intoxicación (|ue existe siempre. La
en acunas, 100 antes de comer, otros 100 antes de dieta láctea es indispensable, en particular durante
cenar y otros 100 dos horas después de cenar; en la fase aguda del proceso, y constituye el verdadetotalidad 400 gramos al día. Se tomará esta Siolu^ ro tratamiento etiológiro La lesión debe consideción templada al bsfio maría y a pequeños sorbos. rarse como una herida cutánea extensa y es neceEn la serie vegetal tenemos el bolilo, administra- sario protegerla contra infección microbiana por la
do t n infusión, a !a dosis de 2 gramos de hijas asepsia, puesto que los antisépticos son irritantes.
Entre los síntomas que deben ser combatidos
para tomar por la ñocha al acostarse. Se puede
añadir a esta infusión una cucharadita de glicerina, figura en primer, término la astenia, y aunque la
dieta láctta puede parecer insuficiente, la práctica
la cual es un excelente colagogo,
'E¡\ jaborandi, a dosis débiles, estimula la activir prueba que no es así. Se ha ensayado la adminisdad üel hígado, en infusión con 25 centigramos de tración subcutánea de 50 centímetros cúbicos de
agua de la Bourboule, ¡a que contiene 0,0282 gramos
hojas, tres veces a l d í a .
En la prescripción del áloes, se recomienda las de arseniato de sosa por litro y se considera como
modificadora de la nutrición y del sistema cutáneo.
pildoras del Dr. A. Robin;
Obra aumentando las oxidaciones y por su elimiAloes de las Barbadas... )
nación por la piel. En las formas agudas está conGomagutta
\ aa 1,25 gramos.
traindicada. Como contiene 2,838 grarpos de cloruro de sodio, está contraindicada también en
Goma amoníaco
4
—
los enfermos de hipocloruria y retención de clo^
Vinagre de vino blanco.
7,50 —
Mézclese y divídase en pildoras de 20 centigra- ruros.El prurito es un síntoma importante, y el cloru^
mos, para tomar dos a cuatro al día'.
ro de calcio, recomendado por VVrigh.t, se ha eniLas inyecciones intravene- pleado con éxito a la dosis de cuatro gramos dianosas de urottopina en algu- rios durante cinco días consecutivos, con intervanas infecciones.
los de diez días sin mediación. La gelatina, por, su
O r e s . L c e p e r y Grosú\o\ir
(Progrés medical, acidez o por.el cloruro de calcio que, contiene, se
1918, LÚm. 35): Dividen los resulta--, os que han ha usado con buenos resultados contra la hemorraobtenido con inyecciones intravenosas de urotropi- gia y ef prurito. La gelatina y los baños de almina en cuatro grupos estados tifoideos, neumonías dón producen un efecto emoliente y sedante sobre
o bronconeumcmlas, infecciones hepáticas, lesiones los nervios irritados; con las corrientes dé alta frecuencia se obtienen fenómenos vasoinotores y la
renales.
anestesia. El baño de agua templada produce tam-,
bien resultados, satitfactorips.,
El extracto ovárico, destinado a influir sobre la,
menstruación, no ha sido muy,,efiGaz,contra'el pro,;
ceso patológico cutáneo. Lo3 síntomas urémicessi ex'sten,, deben combatirse teniendo en cuenta,
qiie lo más importante es eliminar los factores de,
la intoxicación.
• .i:
(
FUBLIGIDAD INTERC5ñHTE
j
HEMAGEIIE TAILtEOR
Compuesto de Pétroséliha y Mentol. Émei^agogoanalgé^icopoderoso regulador del flujo
menstrual. Cómbatcf 'con gran eficacia las'
dismenorre'ts, amenorre=is y m'^HIopausUs.
Di empleo útil en partos difíciles. Tolerancia absOiuiá. No es abortivo. Preparado por
Monsieur P . T a i l l e u r , en FontainebleTeu
(Francia)
SOliTlItlIiO GAVOSO
Cápsuias'de sándalo y salol alcanforado nana
la'cu(*ación de la Blenorragia, Cistitis, Catarros ce la vejiga y todos los flujos déles'
ó''ganos génii<tles 6in, necesidad de inyac-'
clones. Esta nuevafórmula reíál in la t^Jv
indicaci'^n balsámica de la< esencia de sándalo, antiséptica dtil sal.^I y sedante del alcanfor; son ese ac ion mucho má« ráLiida y
segura que todas Us usaaas'de Sáldalo,Copaiba; Cubeba, etc , y tienen sobre l^ssáh>^
dalo solj la ventaja de no prodjCir I • menoi^
cong«ctión¿iiobre lus riñofies
'
Se vende a 4 pesetas f asco (Ay'^O por eorreO)'eni:las princi|iiiles'f «rrinacias de Espafia y América. F. GáyOso, Arenal, 2, Modrid;
Pérez Aguirre, - C rretas, 22, y Barcelona^
Ran>bla de las Flarés,>4
Las pastillas BONALD
Cada día tienen más aceptación Iss renombradas'paiit l'as cloró-boro-súciías BON A t O , di ti.igíiilo far<T*abéitiao' qué fue el
primero que eliiboródichü'preparado.
Jamín de sales de LA TOJII
Adoptado en todo e l mimdo,^ pues es «i únieo
que a su efcacia pára'cu>'ar y evitarlas
afecciones de la piel, une U condición de seí>
un prOdusto exquisiíO'da iócaaor, oor su
f no perfume y la abuhdanc'a y áutosidaci de
de su espu na
Por su singularidad de disolverse en cual'
quiera agua, por salitrosa que séá, se tiácA
iiidispens ble a loit señores cirujanos que
pueden util.zar el Jabón d^^ LA TÓU^vct"*
soluciones de' sublimado, cloruro Sódico y
todas las s-linas
SALES NATURALES DS «LA TOJA>
Para la preparación de baños en e l domicilio del enfer o
Peña Castillo (Santafliler)
Sanatorio médico destinado a entermos
del aparató digestivo, nutrición y neurosis.
Director Dr. Morales.
Imp.
de A. Mario—Sao Iletmenegildo, 33 dup4.n^I«l. 1.9IJ,
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