El Novecentismo y las Vanguardias En esta etapa aparecen los autores que suceden a la generación del 98. Comparten la inquietud por España, se caracterizan por un análisis frio y objetivo de la realidad, anti romanticismo, estilo muy cuidado, defensa del arte puro y en esta época se funda la residencia de estudiantes. Entre los autores más destacados están Pérez de Ayala con “Tigre Juan”, su estilo posee una gran elegancia también escribió relatos autobiográficos como “Prometeo”; Gabriel Miró utilizó la literatura para crear un mundo lleno de percepciones sensoriales con un estilo elaborado y lirico y se basa en descripciones construidas y tenía influencia modernista (“Las certezas del cementerio”); y Ramón Gómez de la Serna convierte la literatura en un juego lleno de incoherencias y sus relatos no muestran interés por la psicología de los personajes (“Cinelandia”), su creación más original son las greguerías, que consiste en una asociación ingeniosa de ideas relacionadas de un modo irracional y arbitrario, originadas, por detalles irrelevantes. En José Ortega y Gasset los textos se diseminan en publicaciones de carácter periódico, hay que señalar “Meditaciones del Quijote”, un concepto de perspectivismo en el que las concepciones del mundo varían según el punto de vista empleado. Defiende que la deshumanización del arte es para las minorías por lo que en sus obras aparece un gran belleza con abundantes figuras retoricas. Destaca su obra “La España invertebrada”. Gregorio Marañón mezcla la prosa de erudición con la exposición científica y la prosa literaria (“Don Juan”). Manuel Azaña escribe “La invención del Quijote y otros ensayos”. El teatro es comercial y exitoso se intentó hacer un teatro lirico de calidad “La vida breve” de Manuel de Falla, destacó un teatro comercial burgués, teatro cómico “La señorita de Trévelez” de Carlos Arniches. En la poesía surge la poesía de neo popularísimo escrita por el pueblo donde destaca Antonio Machado y la poesía Pura con Juan Ramón Jiménez “Diario de un poeta recién casado”. Las Vanguardias coinciden en el tiempo con el Novecentismo, se desarrollan como un movimiento homogéneo y proponen una visión novedosa y moderna del arte y la literatura. Los más importantes con el Cubismo, poemas donde la distribución de los versos forman imágenes; Futurismo, se aleja del romanticismo y sentimentalismo; Dadaísmo, radical y destructivo con el arte antiguo; Expresionismo, visión pesimista y trágica de la realidad y del ser humano; y el Surrealismo, el más revolucionario con el objetico de cambiar la vida del ser humano. En España se difundieron gracias a Gómez de la Serna a través de su revista Prometeo. El Vanguardismo tuvo gran influencia en la poesía de los ismos hispanos y la generación del 27. Destacaron ensayos como “La deshumanización del arte” de Ortega y Gasset. Vicente Huidobro es el creador del Creacionismo que defiende la capacidad creadora de la obra con la que se pretende crear una realidad nueva. EL ROMANTICISMO LITERARIO Es producto de una profunda crisis, que protesta contra los valores impuestos por el mundo burgués y que aplasta sus ideales de libertad por eso se defiende el poder creador del espíritu y se da rienda suelta a la pasión. Por tanto, el romanticismo se caracteriza por el rechazo de la realidad, atacando el modo convencional de vida reivindicando lo marginal; la huida por medio de la imaginación hacia el pasado medieval y hacia países exóticos; el análisis de la intimidad mediante la expresión obsesiva de sentimientos como el amor, melancolía, soledad y angustia; se describen paisajes que son el reflejo del mundo interior del autor como ruinas o cementerios; se reivindican los elementos populares y nacionales, defendiendo las tradiciones y la lengua autóctona; la libertad creativa se manifiesta en la mezcla de géneros, personajes simples y el estilo es claramente retórico y brillante. En concreto, en poesía predomina el léxico pesimista, imágenes llenas de exotismo, variedad de versos y estrofas con tendencia a las formas populares; el amor ocupa un lugar central y es apasionado e inalcanzable motivando la desgracia del poeta. Hay varias tendencias destaca la narrativa especialmente las leyendas. José de Espronceda es un símbolo del romanticismo por su vida y por su obra, hizo “El estudiante de salamanca” y “El diablo mundo”, además de “La canción del pirata” que tiene como tema principal un personaje marginal. Gustavo Adolfo Bécquer destaca por ser el autor del que nace la poesía moderna, su libro más importante es, las “Rimas” que se caracterizan por su brevedad, sencillez y simbolismo. Rosalía de Castro destaca por el ensalzamiento de la cultura gallega con temas y formas populares, sus obras más representativas son “Cantares gallegos” y en “Las orillas del Sar” donde predomina una sentimentalidad religiosa, la mayor parte de su obra está escrita en gallego. En cuanto a la prosa se escribieron novelas históricas como “El señor Bembibre” de Enrique Gil y Carrasco que no tuvieron mucho éxito a diferencia de las obras de tipo costumbrista que se caracterizan por la descripción de tipos y costumbres con una intención didáctica, el autor más importante de este género es Mariano José de Larra que destaca por sus artículos periodísticos en diferentes periódicos como “El duende satírico del día” bajo pseudónimos como “Fígaro”, en sus artículos de costumbres su actitud es crítica e irónica ante los vicios y defectos de la vida española como “Vuelva usted mañana” , también escribió artículos de crítica literaria y políticos en los que pasa de ser combativo a ser desengañado, el lenguaje que utiliza es natural, claro, preciso y lleno de ironía como “El día de difuntos”. Respecto al teatro experimenta una gran transformación, las obras rompen con la regla aristotélica dando libertad absoluta a la creación y rechazo de las normas que se concreta con la mezcla de géneros cómicos y trágicos en verso y prosa dividiendo la estructura hasta en cinco actos; el género más cultivado es el drama histórico; los protagonistas son un hombre y una mujer heroicos, él suele tener un misterioso pasado y ella es una mujer perfecta; el gran tema romántico es el amor que se opone a las normas sociales y que arrastra a quien lo padece, el desenlace es trágico y no es un castigo sino rebeldía contra el mundo. Destacan “Don Álvaro o la fuerza del sino” de Ángel de Saavedra y “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla. El teatro desde la Guerra Civil española La evolución del teatro español estuvo determinado por la Guerra Civil. Durante la contienda se desarrollan distintas orientaciones dramáticas, como la farsa sainetesca (Arniches “el padre Pitillo”), comedia burguesa (“J.Mª. Pemán “Almoneda”), comedia poética (Alberti “De un momento a otro”), drama testimonial (Luca de Tena) y el teatro de urgencia con finalidad propagandista (“Alberti “Radio Sevilla”). En 1939 muchas escritores se exiliaron y otros murieron (M. Hernández), durante la posguerra el teatro fue nacional, al servicio de la dictadura, la comedia burguesa y el teatro de evasión. A finales de los 40, el teatro fue realista, de denuncia de la realidad (“Historia de una escalera” de Buero Vallejo). A finales de los cincuenta surge el teatro de vanguardia (Fernando Arrabal) y en los 60 un teatro simbolista y evasivo. El teatro de posguerra cumplió dos finalidades, entretener al público y transmitir ideología exaltando el valor de los vencedores, se escribió mucho, pero mediocre. Durante 1939 se dio una comedia burguesa intrascendente, que exaltaba la familia y el matrimonio con fines moralizantes (Jacinto Benavente “La vida en verso”). El teatro de humor floreció por Enrique Jardiel Poncela que busca la evasión ante una realidad que no le gusta, “Eloísa está debajo de un almendro” y Miguel Mihura cuyo humor es producto de lo inverosímil y la exageración “Tres sombreros de copa”. El teatro del exilio, Pedro Salinas (“el Directo”), Rafael Alberti (“Noche de guerra en el museo del Prado”) y Max Aub (“Espejo de avaricia”). El teatro realista nace en 1949 con “Historia de una escalera” Buero Vallejo, las obras se caracterizan por la complejidad de los espacios escénicos y la profundización en los caracteres de los personajes. Autores como: Antonio Buero Vallejo, cuyas obras son de síntesis entre el realismo y el simbolismo (“El Tragaluz”); Alfonso Sastre, que creó el teatro de Agitación Social (“Escuadra hacia la muerte”). Teatro vanguardista (1959), herederos del teatro del absurdo. Autores: Fernando Arrabal, a su teatro se le llama teatro del pánico, caracterizado por el terror, la confusión y un lenguaje surrealista (“Oye, Patria, mi afición”); Francisco Nieva, sus obras tiene una inmoralidad que le impidió estrenar hasta 1976 y tienen como tema principal es la represión de la sociedad con un lenguaje popular (“Pelo de tormenta”) y en los sesenta se dio un teatro simbolista que se opone a la estética realista. En el teatro a partir de los 60 se da la comedia burguesa. Autores: Alfonso Paso (“Enseñar a un sinvergüenza”); Jaime de Armiñán (“El último tranvía”); Jaime Salom (“La casa de los chivas”); Juan José Alonso Millán (“El cianuro ¿solo o con leche?”) En la década de los 70 surgió un teatro independiente, en Barcelona surgió el grupo Els Comediants que crearon el teatro del silencio, actuando en la calle con zancos, dragones, música. En Madrid, Los Goliardos. Desde 1975 el teatro se inclina hacia una estética realista cuyas influencias son el teatro de lo absurdo y el teatro de la crueldad. La Generación del 98 El siglo XIX termina con el desastre del 98 que tiene un gran impacto en la sociedad de la época, sobre todo en los intelectuales creando sentimientos de evasión (Modernismo) o crítica. El Modernismo es una reacción anticonformista y renovadora de una burguesía que se sabía motor de la economía y que no encontraba su reconocimiento social. Supone una renovación total de las formas. El Art Nouveau se extendió por toda Europa dando rienda suelta a la imaginación y recogiendo ideas de otros movimientos. A España trae esta nueva manera de escribir el nicaragüense Rubén Darío. Ante una misma situación de crisis (el desastre del 98) los autores responden de dos maneras, evadiéndose (Modernismo) o afrontando el tema con una visión reformista (Generación del 98). El autor manifiesta una “desazón romántica” lo que le conduce a adoptar una actitud escapista y de evasión. Así de justifica la temática exótica del Modernismo. Los modernistas sitúan sus historias en lugares recónditos en el cosmopolitismo de las nuevas ciudades, en otros tiempos… Estéticamente, se renueva la métrica con nuevas estrofas, se recurre a palabras nuevas y sonoras. Se buscan valores sensoriales, es decir, una “literatura de los sentidos” con la lectura entendida con deleite. Se describen con delicadeza colores, sonidos que dan musicalidad a los textos; se enriquece el texto con cultismos, palabras exóticas, adjetivación ornamental (epítetos). Los autores más destacados son: Rubén Darío con “Azul” (1888), Manuel Machado, Salvador Rueda y Juan Ramón Jiménez con “Alma de violeta” (1900). Los autores del 98 (Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu…), se preocupan por España y su regeneración. Critican la corrupción, el atraso del campo, la envidia. Buscan los valores de la gente sencilla, exaltan Castilla y su pasado, el Cid y el Quijote. Estilísticamente, emplean un lenguaje preciso, sobrio y claro. Recuperan palabras tradicionales. En poesía destaca Antonio Machado con “Campos de Castilla” (1912). En teatro, la renovación llega con Valle-Inclán con Luces de Bohemia. Unamuno también escribe teatro con obras como “Fedra” (1918). La novela es el género más importante en cuanto a producción de los autores noventayochistas, tratan temas existenciales y presentan novedades estructurales. Valle-Inclán escribe “Tirano Banderas” en 1926 (crítica esperpéntica de una dictadura americana). Unamuno se preocupa más por temas existenciales, y religiosos, por el destino, Dios, la inmortalidad y España, “Niebla” (1914) es la que mejor refleja estos temas de su nivolas, como él las llamaba. Baroja basa su narrativa en la observación espontánea y abierta. Sus novelas son pura acción, con mucho diálogo y muy realista, su obra más destacada es “Zalacaín el aventurero” en 1909. José Martínez Ruiz (Azorín), ejemplo de sobriedad y concisión en su prosa en novelas como “La voluntad” en 1902. Como ensayistas destacan Unamuno con “En torno al casticismo”. La Generación del 27 A los largo de la década de los 20, un grupo de poetas alcanza su madurez, produciendo un momento de esplendor en la poesía española. Los principales autores son: Pedro Salinas, Jorge Guillen, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Luis Cernuda. A este grupo se le denomina así porque en 1927 se celebra el primer centenario de la muerte de Góngora y estos poetas actúan para reivindicar su figura, veían en él un ejemplo de poeta. Entre los componentes del grupo hubo muchos puntos de unión que se prolongaron hasta la muerte de cada uno de ellos. La amistad entre ellos y la publicación de sus primeros libros de inicio a principios de los años 20, convivieron en la Residencia de Estudiantes madrileña y publicaron poemas en las mismas revistas (Litoral), su formación intelectual era sólida, su talante liberal y progresista se refleja en sus opciones políticas. Este grupo nació a la par que el auge de las vanguardias, pero no imitó la vocación destructora de los ismos. La sencillez lírica de la poesía popular y la complejidad de los hallazgos vanguardistas se encuentran en sus creaciones. No rompieron con el pasado, buscaron integrar sus elementos más valiosos. Esta integración se concreta en la admiración y el conocimiento de los clásicos españoles, con un entusiasmo espacial en Lorca (“Romancero Gitano” 1928) y Alberti (“Marinero en tierra” 1925); en el interés por la poesía contemporánea, Juan Ramón Giménez abrió el camino de la poesía pura y Gómez de la Serna el de la experimentación; en el empleo de forma métricas clásicas y del verso libre; y en la combinación de poesía popular y poesía intelectual. En su trayectoria literaria de distinguen tres etapas; la Poesía pura en la que hasta 1929 sus preferencias poéticas se inclinan por el rechazo de los temas humanos y por la concepción del poema como un artefacto destinado a desencadenar emociones intelectuales el abundante uso la metáfora y la imagen traen como consecuencia el hermetismo y la dificultad( Jorge Guillen “Cántico”), por otra parte las formas métrica tradicionales se ponen al servicio de una poesía estilizada; el surrealismo y rehumanización, a finales de los 20 las manifestaciones españolas del surrealismo presentan algunas diferencias, el mundo onírico se traduce en un lenguaje sorprendente, pero bien calculado y controlado (Cernuda “Donde habitó el olvido”1934; Vicente Aleixandre “Espadas como labios” 1927; Lorca “ Poeta en New York”1930; Rafael Alberti “Sobre los ángeles” 1929; y Pedro Salinas “La voz a ti debida” 1934), con el surrealismo, la poesía se interesó de nuevo por los conflictos humanos; y por último la guerra civil y el exilio, todos los poetas se vieron afectados por la guerra, Lorca moriría asesinado y los demás marcharían al exilio. Solo Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre permanecieron en España, donde los dos últimos tendrán un papel decisivo en el desarrollo de la poesía de posguerra. LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII. ENSAYO Y TEATRO. El siglo XVIII se abre en España con la dinastía de los Borbones, al morir sin descendencia Carlos III. Los monarcas sucesivos impulsarán reformas para la modernización y el cambio de España. Los reformistas e ilustrados trataron de corregir comportamientos sociales y tradicionales; para ello se pusieron un gran optimismo en la educación (hasta entonces la educación estaba a manos de los Jesuitas) para alejarla del analfabetismo, se cuestionarán los dogmas asentados y se producirá la búsqueda de la verdad empírica surgiendo el racionalismo. Así la literatura seguirá el principio “Docere delectare” (enseñar deleitando), útil y didáctico. Aunque se cultivó la poesía con autores como Félix María de Samaniego y Tomás de Iriarte. En cuanto al teatro neoclásico, se tratan temas propios de la situación de la época y conserva el carácter moral didáctico que propugnan los ilustrados. Su mayor representante es Leandro Fernández de Moratín que escribe tanto en verso (“El viejo y la niña”) como en prosa (“El sí de las niñas”), sus obras se atienen a las reglas del buen gusto, del decoro, como lo muestra el respeto a la regla de las tres unidades (lugar, tiempo y acción) tienen un fondo filosófico, porque el teatro era considerado como escuela de buenas costumbres. Los temas son, la igualdad de la edad entre cónyuges y la libertad de los jóvenes para elegir con quien casarse, estos tópicos aparecen en “El sí de las niñas”, donde la protagonista sufre la elección de su marido por su madre sin respetar los sentimientos de la joven, que quedan ocultos, debido a la educación que reciben los jóvenes de la época. Sobresalen en esta época un género particular, que son los sainetes (piezas dramáticas, breves, de carácter cómico y popular). Este género lo cultivó con maestría Ramón de la Cruz con obras como “Manolo” o “La pradera de San Isidro”. En cuanto al ensayo destacan ciertos autores de forma significativa: José Cadalso con obras como “Noches lúgubres” la cual es un conjunto de monólogos y diálogos desarrollados en tres noches, en un ambiente sepulcral, con motivos prerrománticos y meditaciones pesimistas sobre el hombre, la vida y la existencia, su obra más importante es “Cartas marruecas” en ella expone la situación crítica del país y se proponen medidas para salir de esta situación negativa; Benito Jerónimo Feijoo, este autor de ideario ilustrado irracionalista, pretende poner de manifiesto y resolver los diversos males que afectan al país, sobre todo se centra en las falsas creencias populares de la gente, aborda temas como la necesidad de estudio de las ciencias de la naturaleza y la importancia de la experimentación, la obra más importante es “Teatro crítico universal”; Gaspar Melchor de Jovellanos, fue un hombre con mentalidad arbitrista, que participó de forma activa en política, sus obras se centran en los problemas de España y en ella reflexiona sobre la situación, analiza los problemas y apuesta resueltamente por la modernidad reformadora y propone soluciones factibles, una de sus obras es “Memoria sobre la educación pública”. La novela desde 1939 La novela de la inmediata posguerra (1939-1943), hay que hablar de la novela falangista, los novelistas son jóvenes falangistas que quieren dejar constancia de la victoria como una gesta heroica, por lo que las novelas son partidistas y propagandista como “La fiel infantería” de Rafael García Serrano (1943). La novela existencialista (1942-1954), expresa la conciencia del personaje en lucha con el destino. Son obras realistas que recurren a técnicas narrativas tradicionales. Su marco argumental se centra en la guerra civil o la posguerra. Por ejemplo “La familia de Pascual Duarte” primera novela de Camilo José Cela (1942) y “Nada” (1944) primera novela de Carmen Laforet. Son tres los autores más destacados: Camilo José Cela, que tiene una visión del mundo tremendista cercano a Baroja en el pesimismo existencial y una escasa fe en la naturaleza humana, es autor en esta década de libros de viaje como “Viaje a la Alcarria” (1948); Miguel Delibes es el novelista más coherente de nuestro tiempo, analiza en sus novelas el mundo rural marginado y la burguesía urbana despreocupada expresándose con un lenguaje sobrio, natural y que precisa de gran belleza. Una de sus obras más importantes de esta época es “El Camino” (1950); y por último Gonzalo Torrente Ballester que además de su novela sobre la guerra, escribió otras de tipo desmitificador como “El golpe de estado de Guadalupe Limón". La novela del realismo social (1954-1961), se desarrolla al mismo tiempo que la poesía social. Son novelistas que viven su niñez durante la guerra civil, intentan presentar con objetividad si testimonio sobre los recuerdos de la guerra y conflictos de la vida colectiva española, exigiendo con sus creaciones un cambio en la sociedad. Suscribe un comportamiento ético, un testimonio crítico y una denuncia. Los escritores utilizan un narrador oculto que se limita a presentar hechos y deja actuar a los personajes con diálogos constantes. Los autores más destacados son: Ignacio Aldecoa que destaca por la verosimilitud de sus historias, belleza de su prosa y comportamiento ético “El fulgor y la sangre” (1954); Rafael Sánchez Ferlosio, con su obra “Industrias y andanzas de Alfanhui” (1951) precedente del realismo mágico en España; y Carmen Martin Gaite con su obra “Entre visillos”. La renovación narrativa y experimentalista (1961-1975), en 1961 se publicó “Tiempo de silencio” de Luis Martin Santos que supone un cambio renovador debido a la utilización de nuevas técnicas narrativas y estructuras. Mantiene el compromiso social y la intención crítica, destacando el dialogo interior, las acciones paralelas, el perspectivismo, el desorden temporal, la implicación del autor en la obra mediante digresiones y una riqueza verbal extraída de distintos registros lingüísticos. Novelistas: Juan Marsé (“Ultimas tardes con Teresa”); Camilo José Cela (“San Camilo”) y Miguel Delibes con su obra “Cinco hora con Mario” 1967.La renovación narrativa despierta tal anhelo de cambio que desemboca de modo progresivo en la novela experimentalista. Hawa piensa que la novela tradicional ha muerto y defiende conceptos extremos. El resultado son textos incomprensibles por la acumulación de técnicas narrativas y lingüísticas. Hoy solo excelentes novelas, que utilizan el experimentalismo con moderación conservan su prestigio, por ejemplo “Si te dicen que caí” de Juan Marsé. La narración en hispanoamericana en el siglo XX A partir de los años 50 y 60 la novela hispanoamericana sufrió un gran auge que viene marcado por el surgimiento innovador del realismo mágico y la consolidación de esas innovaciones a través de los autores del boom. A partir de los años 40, en los temas existe una presencia importante del realismo mágico aplicado al mundo americano bajo la denominación de “lo real maravilloso”. En el aspecto estético se tiende a una prosa muy cuidada, se introducen elemento innovadores en la técnica narrativa. Los autores más significativos son; Miguel Ángel Asturias (“El señor presidente” 1946), novela llena de elemento caricaturescos, irónicos y surrealistas; Alejo Carpentier (“El reino de este mundo” 1948); José Luis Borges, su creación narrativa se compone de relatos cortos (“Ficciones” 1944), los relatos tienden a ser juegos imaginativos que ponen al lector ante insólitos ejercicios intelectuales, los temas son el tiempo cíclico, las bibliotecas, los ríos que simbolizas el tiempo que fluye, y por último la muerte; y Juan Rulfo (“Pedro Paramo” 1955), las características formales son el desarrollo no lineal de la narración, los recuerdos que fluyen de un modo desordenado y la mezcla del lenguaje culto con el popular. La década de los 60 supone para la novela hispanoamericana una etapa de máximo esplendor, a esta época se le conoce como el Boom (“Cien años de soledad” de García Márquez). Por lo general, tienden a la novedad respecto a la forma y la fidelidad respecto al tema. Los enfoques narrativos son variados. Algunas técnicas narrativas son la ruptura del tiempo y el espacio, la variedad en la perspectiva, la mezcla de lo real y lo mítico, la creación de términos nuevos y la participación activa del lector. Algunos escritores del Boom: Julio Cortázar, sus cuentos son verdaderos juegos de ingenio e imaginación, el estilo se caracteriza por la musicalidad, por la originalidad de sus metáforas (“Las armas secretas”1958). Entre sus obras sobresale “Rayuela” (1963) que se organiza como un rompecabezas y el objetivo es describir el absurdo de la realidad que percibimos; Gabriel García Márquez, su obra transcurre en gran parte en el mundo de Macondo, un espacio geográfico inventado, se confunden los límites entre la realidad y la ficción. En “Cien años de soledad” (1967) crea un marco mágico y humano para el tema de la obra el destino del ser humano; y Mario Vargas Llosa, toma la realidad como tema de sus narraciones, y se introduce en mundos míticos sacados de su propia vida y del Perú (“La ciudad y los perros” 1963). Su producción literaria responde a tres aspectos básicos el autobiografismo proyectado en una tercera persona, la reproducción fiel realidad; y un enfoque novedoso para convertir la realidad en materia poética. Para ello emplea técnicas complejas. Otros autores; Carlos Fuentes con “La religión más transparente” (1958) y Ernesto Sábato con “Sobre héroes y tumbas” (1961). Nuevos escritores: Isabel Allende. La novela posterior a 1975 La década de los setenta se nos presenta a partir de la muerte de Franco y la posterior llegada de la democracia. Las características generales de este periodo son, la individualización de los códigos moral y sexual; por ejemplo El Desorden de tu nombre de Juan José Millas; el progresivo abandono del compromiso socio-político, deseo de alejarse de los modelos novelísticos anteriores, por ejemplo Memorias inéditas de José Antonio Primo de Rivera de Carlos Rojas; el retroceso de Experimentalismo, se produce la vuelta hacia una concepción más tradicional del relato, así como el auge de las novelas de acción, por ejemplo La Verdad sobre el caso Savolta de Eduardo de Mendoza. Formalmente, la novela de estos años se caracteriza por la consolidación y desarrollo de las técnicas de los sesenta, destacando el perspectivismo narrativo, monologo interior, presencia de intertextualidad, que son citas y referencias a otros autores, y el contrapunto, que consiste en el contraste entre dos cosas simultáneas. Temáticamente, encontramos ocho tipos de temas narrativos, que son la indagación sobre la persona y las relaciones interpersonales, a nueva novela se centra en el individuo que es analizado desde diferentes perspectivas, se indaga en el pasado como forma de dar sentido al presente ( La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé), en ocasiones las relaciones interpersonales son el centro sobre que se construye la novela, dentro de esta tendencia se recrea el mundo íntimo, novela psicológica; la exploración de la realidad exterior, con una clara preferencia por el mundo urbano ( Octubre, Octubre de José Luis Sampedro); la reflexión sobre la escritura (metanovela), aprovechar la propia creación novelística para teorizar sobre la genero y sus dificultades (El desorden de tu nombre de Millas); el erotismo, novela adentrada en los distintos comportamiento sexuales ( Los delitos insignificantes de Álvaro Pombo) , la fantasía entremezclada con la realidad ( La saga/fuga de J.B de T.Ballester), humor y novela poemática en la que se produce una intensificación del lenguaje poético como Nada en el Domingo de Francisco Umbral; la novela policiaca y de intriga como El laberinto de las aceitunas de Eduardo Mendoza; la novela histórica en la que se toma como pretexto la historia para ahondar en los enigmas del hombre como en El Manuscrito Carmesí de Antonio Gala ; y por último la novela de memorias, como En los reinos de Taifa de J.Goytisolo. La última hora de la novela está en un momento de desarrollo incluyendo nuevas tecnologías, esta consolida elementos de la década anteriores intensificándose la utilización de la primera persona de manera autorial, personal o testigo. Hay que señalar cuatro corrientes la novela de la memoria y evocación, humorística, histórica y fantástica. Algunos autores de la primera generación de la posguerra como Camilo José Cela que escribe Madera de Boj y T.Ballester que escribe Los años indecisos. Y alguno de la generación siguiente como Arturo Pérez Reverte que escribe La carta esférica. La novela realista y naturalista del siglo XIX El realismo es un movimiento artístico y literario europeo que nació en Francia y cuyo objetivo es representar de forma objetiva y minuciosa una realidad contemporánea muy concreta de la sociedad burguesa de la segunda mitrad del siglo XIX, con la intención de reformarla. Las características más importantes de esta narrativa son la verosimilitud, la observación objetiva, la técnica minuciosa y detallista de la descripción, la perspectiva de un narrador omnisciente y la utilización de un estilo claro en el que se utiliza un lenguaje sencillo con la incorporación del lenguaje dialectal en los diálogos. Los temas representan relaciones amorosas conflictivas, como el adulterio, el conflicto entre la tradición y el progreso o el anticlericalismo, con una actitud crítica del autor ante las lacras sociales, de ahí que se denominen novelas de tesis, ya que el autor mantiene una determinada postura ideológica: unos , la añoranza de la España tradicional, y otros la defensa del progreso. El naturalismo, iniciado por Emile Zola, parte del realismo y se diferencia fundamentalmente en que sus personajes pertenecen a la nueva clase social, la obrera. Considerando que la herencia biológica y la selección natural de las especies, determinan el comportamiento de los personajes. Benito Pérez Galdós es el escritor realista más significativo. Su estilo se caracteriza por la acción narrativa lenta, el narrador omnisciente y subjetivo, y la caracterización psicológica indirecta, a través de los diálogos de los personajes. Escribió novelas históricas como Los episodios Nacionales y novelas de tesis como Doña Perfecta; después manifiesta una influencia naturalista en Fortunata y Jacinta y, termina superándolo, mediante el espiritualismo en Misericordia, en la que el hombre se construye a si mismo mediante la voluntad y sus ideales. Aunque fue criticado por los futuros componentes de la Generación del 98, Galdós aventura esa preocupación por España que comparten. Otro autor fundamental es Leopoldo Alas “Clarín”, intelectual liberal, convencido de que la educación es básica para regenerar el país. Destaca su novela La Regenta y segunda novela Su único hijo. Su estilo se caracteriza por la alternancia en la narración de la objetividad y la subjetividad, la crítica burlesca, la riqueza léxica, el estilo indirecto libre y el monólogo interior. Otros autores son: Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos), Juan Varela (Pepita Jiménez), y Emilia Pardo Bazán (Los pozos de Ulloa). La novela engulló toda producción literaria. En cuanto al resto de géneros, destaca el teatro denominado de “alta comedia” donde destaca El abuelo de Galdós. La poesía de posguerra L a poesía en la guerra civil se caracteriza por la división política de la poesía, y el compromiso en detrimento de la calidad. Por un parte están los autores del bando republicano como Rafael Alberti y Antonio Machado, y por otra las del bando nacional como Manuel Machado y J.Mª.Peman. Como consecuencia de la victoria nacional muchos poetas republicanos se exiliaron, don escribieron poesía cuyo tema era España y el mundo personal del poeta. Algunos autores son: Tomas Segovia y León Felipe. En la poesía de los años cuarenta, debemos destacar a la generación del 36, que se caracterizaba por la búsqueda de la originalidad poética, la revalorización del sentimiento humano, el tema de la guerra, la vuelta al tema religioso como forma de escapar ante la realidad. Los temas más representativos son el sentimiento humano, la guerra y el exilio, y la religión. Autores: Miguel Hernández (“El rayo que no cesa”) y Gabriel Celaya (“La soledad cerrada”). Durante esta época se dieron diferentes corrientes poéticas como; la poesía arraigada caracterizada por la recuperación de la poesía de cancionero y tradicional, por la visión del mundo como un todo perfecto y bello, por la presencia del paisaje castellano y el cultivo del soneto. Los temas más característicos son el amor y la exaltación patriótica. Autores: Leopoldo Panero (“La estancia vacía”) y Rafael Morales (“Poemas del toro”); la poesía desarraigada, caracterizada por una visión del mundo como un caos y al hombre como un ser desvalido, por una realidad sin adornos, por la idea lejana de dios, utilización de un lenguaje cotidiano y por la presencia del hombre corriente concebido como un antihéroe. Autores: J.M.Valverde (“Versos del domingo”) y Dámaso Alonso (“Hijos de la ira”); el Postismo, autores como Eduardo Chicharo. El Grupo Cantico es otro grupo de poetas de esta década que se caracteriza por el influjo de San Juan y poeta del 27, el cultivo del tema religioso, presencia del intimismo y una visión vitalista del amor. Autores: Ricardo Molina (“Tres poemas”). La poesía social de los 50 se caracteriza por una concepción de la poesía como arma de lucha y la utilización de un lenguaje coloquial, con el uso de temas con el de España o la soledad del hombre. Autores: Blas de Otero (“Que trata de España”) y Ángela Figuera (“El grito inútil”). L a poesía de los 60 se caracteriza por la búsqueda de una poesía humana y por la preocupación formal y depuración del lenguaje; con temas como la amistad, el amor, el erotismo y la evocación de la infancia. Autores: Ángel Gonzales (“Tratado de urbanismo”) y Claudio Rodríguez (“Salmos al viento”). La poesía de los 70 (los novísimos) se caracterizada por la despreocupación ante las formas tradicionales y la introducción de elementos históricos. Autores: Pere Gimferrer (“Ante el mar”). La poesía de los 80 se caracteriza por el declive de la estética novísima, la vuelta a la métrica tradicional, la temática urbana expresada en un lenguaje coloquial y por la presencia del desencanto y del humor. Confluyen diversas tendencias la esteticista, neosurrealista y poesía de la experiencia. La poesía de la experiencia caracteriza por la presencia del mundo onírico del poeta, del relato de lo que el poeta ve y siente y la reflexión sobre la vida. Autores: Víctor Botas (“Homenaje”) y Luis García Montero (“Diario Cómplice”). El teatro español anterior a la guerra civil El teatro de esta época se caracteriza por unas fuertes condiciones comerciales que imponen el interés de los empresarios. Las ganancias estaban destinadas a un público burgués conservador. Por tanto, se coarta la libertad en los temas y las formas. Dos frentes: • El teatro que triunfa como: La comedia burguesa, destinada a un público mayoritariamente burgués. Jacinto Benavente es su máximo representante. En su teatro utiliza diversos ambientes, por ello cabe hablar de los dramas rurales situados en aldeas y con personajes campesinos (La Malquerida), las comedias de ambiente cosmopolita con temas frívolos, la comedia burguesa (El nido ajeno) y las farsas que se basan en los personajes de “la comedia dell’arte” (Los intereses creados, que desarrolla el tema del poder del dinero). El teatro cómico, Carlos Arniches es quien consolida el género, las dos modalidades de su creación son el sainete de ambiente madrileño y lengua castiza (El santo de la Isidra) y en la comedia grotesca (La señorita de Trévelez). Dentro del género cómico están los hermanos Álvarez Quintero y el llamado “astracán” (obras paródicas sin más objetivo que arrancar la carcajada) de Pedro Muñoz Seca (La venganza de don Mendo). Y por último, el teatro poético, escrito en su mayoría en verso y trata temas históricos o legendarios, Eduardo Marquina (Las hijas del Cid). • El teatro innovador como: El teatro de innovación (la generación del 98), donde destaca Unamuno con un teatro intelectual y filosófico, Azorín que hizo un teatro simbólico e irreal, pero sobre todo Valle-Inclán. Para algunos Valle supone una revolución en la historia del teatro español y la semilla de los nuevos caminos abiertos por el teatro actual. Su obra teatral suele agruparse en tres ciclos, que son el mito, donde la acción transcurre en una Galicia mítica, intemporal (Divinas Palabras); la farsa, son obras situadas en un espacio más ridículo (La Marquesa Rosalinda); y el esperpento, destacan Luces de Bohemia (1920) y la trilogía Martes de carnaval. El esperpento consiste en abordar asuntos graves desde una perspectiva burlesca, cosifica y animaliza los personajes que pierdes su condición de humanos, personifica animales y objetos, también une el lenguaje lírico a la expresión más soez. Es un teatro de crítica de una realidad falsa de unos valores que ya no tienen sentido concordando con la actitud crítica de los miembros de la generación del 98, a la que se incorporó Valle después de una época modernista. Luces de bohemia inicia la estética del esperpento. Sus protagonistas con Max Estrella y don Latino de Híspalis. Pretende ilustras una España deforme, injusta, opresiva y absurda, traspasada por la miseria y el hambre. Y por último el teatro innovador (el grupo del 27), donde destacó Federico García Lorca. La obra de Lorca puede agruparse en tres grandes bloques: primeras piezas teatrales (La zapatera prodigiosa), teatro vanguardista (las comedia imposibles) Lorca dio este nombre a las comedias creadas bajo el influjo surrealista, explora en los instintos ocultos del hombre (El público) y la etapa de plenitud, todas las obras de este período tienen en común el protagonismo de las mujeres. En “Bodas de sangre” aparecen temas conocidos de Lorca como el amor, la violencia, la muerte, las normas sociales que reprimen los instintos. “Yerma” aborda otros temas muy lorquianos como la esterilidad, la opresión de la mujer, el anhelo de realización que choca con la moral tradicional… La Casa de Bernarda Alba suele señalarse como la cumbre de su teatro.