Novecentismo y vanguardias literarias

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El Novecentismo y las Vanguardias
En esta etapa aparecen los autores que suceden a la generación del 98.
Comparten la inquietud por España, se caracterizan por un análisis frio y
objetivo de la realidad, anti romanticismo, estilo muy cuidado, defensa del arte
puro y en esta época se funda la residencia de estudiantes.
Entre los autores más destacados están Pérez de Ayala con “Tigre
Juan”, su estilo posee una gran elegancia también escribió relatos
autobiográficos como “Prometeo”; Gabriel Miró utilizó la literatura para crear un
mundo lleno de percepciones sensoriales con un estilo elaborado y lirico y se
basa en descripciones construidas y tenía influencia modernista (“Las certezas
del cementerio”); y Ramón Gómez de la Serna convierte la literatura en un
juego lleno de incoherencias y sus relatos no muestran interés por la psicología
de los personajes (“Cinelandia”), su creación más original son las greguerías,
que consiste en una asociación ingeniosa de ideas relacionadas de un modo
irracional y arbitrario, originadas, por detalles irrelevantes.
En José Ortega y Gasset los textos se diseminan en publicaciones de
carácter periódico, hay que señalar “Meditaciones del Quijote”, un concepto de
perspectivismo en el que las concepciones del mundo varían según el punto de
vista empleado. Defiende que la deshumanización del arte es para las minorías
por lo que en sus obras aparece un gran belleza con abundantes figuras
retoricas. Destaca su obra “La España invertebrada”. Gregorio Marañón mezcla
la prosa de erudición con la exposición científica y la prosa literaria (“Don
Juan”). Manuel Azaña escribe “La invención del Quijote y otros ensayos”.
El teatro es comercial y exitoso se intentó hacer un teatro lirico de
calidad “La vida breve” de Manuel de Falla, destacó un teatro comercial
burgués, teatro cómico “La señorita de Trévelez” de Carlos Arniches. En la
poesía surge la poesía de neo popularísimo escrita por el pueblo donde
destaca Antonio Machado y la poesía Pura con Juan Ramón Jiménez “Diario
de un poeta recién casado”.
Las Vanguardias coinciden en el tiempo con el Novecentismo, se
desarrollan como un movimiento homogéneo y proponen una visión novedosa
y moderna del arte y la literatura. Los más importantes con el Cubismo,
poemas donde la distribución de los versos forman imágenes; Futurismo, se
aleja del romanticismo y sentimentalismo; Dadaísmo, radical y destructivo con
el arte antiguo; Expresionismo, visión pesimista y trágica de la realidad y del
ser humano; y el Surrealismo, el más revolucionario con el objetico de cambiar
la vida del ser humano. En España se difundieron gracias a Gómez de la Serna
a través de su revista Prometeo. El Vanguardismo tuvo gran influencia en la
poesía de los ismos hispanos y la generación del 27. Destacaron ensayos
como “La deshumanización del arte” de Ortega y Gasset. Vicente Huidobro es
el creador del Creacionismo que defiende la capacidad creadora de la obra con
la que se pretende crear una realidad nueva.
EL ROMANTICISMO LITERARIO
Es producto de una profunda crisis, que protesta contra los valores impuestos por el
mundo burgués y que aplasta sus ideales de libertad por eso se defiende el poder
creador del espíritu y se da rienda suelta a la pasión.
Por tanto, el romanticismo se caracteriza por el rechazo de la realidad, atacando el
modo convencional de vida reivindicando lo marginal; la huida por medio de la
imaginación hacia el pasado medieval y hacia países exóticos; el análisis de la
intimidad mediante la expresión obsesiva de sentimientos como el amor, melancolía,
soledad y angustia; se describen paisajes que son el reflejo del mundo interior del
autor como ruinas o cementerios; se reivindican los elementos populares y nacionales,
defendiendo las tradiciones y la lengua autóctona; la libertad creativa se manifiesta en
la mezcla de géneros, personajes simples y el estilo es claramente retórico y brillante.
En concreto, en poesía predomina el léxico pesimista, imágenes llenas de exotismo,
variedad de versos y estrofas con tendencia a las formas populares; el amor ocupa un
lugar central y es apasionado e inalcanzable motivando la desgracia del poeta. Hay
varias tendencias destaca la narrativa especialmente las leyendas.
José de Espronceda es un símbolo del romanticismo por su vida y por su obra, hizo “El
estudiante de salamanca” y “El diablo mundo”, además de “La canción del pirata” que
tiene como tema principal un personaje marginal.
Gustavo Adolfo Bécquer destaca por ser el autor del que nace la poesía moderna, su
libro más importante es, las “Rimas” que se caracterizan por su brevedad, sencillez y
simbolismo.
Rosalía de Castro destaca por el ensalzamiento de la cultura gallega con temas y
formas populares, sus obras más representativas son “Cantares gallegos” y en “Las
orillas del Sar” donde predomina una sentimentalidad religiosa, la mayor parte de su
obra está escrita en gallego.
En cuanto a la prosa se escribieron novelas históricas como “El señor Bembibre” de
Enrique Gil y Carrasco que no tuvieron mucho éxito a diferencia de las obras de tipo
costumbrista que se caracterizan por la descripción de tipos y costumbres con una
intención didáctica, el autor más importante de este género es Mariano José de Larra
que destaca por sus artículos periodísticos en diferentes periódicos como “El duende
satírico del día” bajo pseudónimos como “Fígaro”, en sus artículos de costumbres su
actitud es crítica e irónica ante los vicios y defectos de la vida española como “Vuelva
usted mañana” , también escribió artículos de crítica literaria y políticos en los que
pasa de ser combativo a ser desengañado, el lenguaje que utiliza es natural, claro,
preciso y lleno de ironía como “El día de difuntos”.
Respecto al teatro experimenta una gran transformación, las obras rompen con la
regla aristotélica dando libertad absoluta a la creación y rechazo de las normas que se
concreta con la mezcla de géneros cómicos y trágicos en verso y prosa dividiendo la
estructura hasta en cinco actos; el género más cultivado es el drama histórico; los
protagonistas son un hombre y una mujer heroicos, él suele tener un misterioso
pasado y ella es una mujer perfecta; el gran tema romántico es el amor que se opone
a las normas sociales y que arrastra a quien lo padece, el desenlace es trágico y no es
un castigo sino rebeldía contra el mundo. Destacan “Don Álvaro o la fuerza del sino”
de Ángel de Saavedra y “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla.
El teatro desde la Guerra Civil española
La evolución del teatro español estuvo determinado por la Guerra Civil. Durante la
contienda se desarrollan distintas orientaciones dramáticas, como la farsa sainetesca
(Arniches “el padre Pitillo”), comedia burguesa (“J.Mª. Pemán “Almoneda”), comedia
poética (Alberti “De un momento a otro”), drama testimonial (Luca de Tena) y el teatro
de urgencia con finalidad propagandista (“Alberti “Radio Sevilla”).
En 1939 muchas escritores se exiliaron y otros murieron (M. Hernández), durante la
posguerra el teatro fue nacional, al servicio de la dictadura, la comedia burguesa y el
teatro de evasión.
A finales de los 40, el teatro fue realista, de denuncia de la realidad (“Historia de una
escalera” de Buero Vallejo).
A finales de los cincuenta surge el teatro de vanguardia (Fernando Arrabal) y en los 60
un teatro simbolista y evasivo.
El teatro de posguerra cumplió dos finalidades, entretener al público y transmitir
ideología exaltando el valor de los vencedores, se escribió mucho, pero mediocre.
Durante 1939 se dio una comedia burguesa intrascendente, que exaltaba la familia y
el matrimonio con fines moralizantes (Jacinto Benavente “La vida en verso”). El teatro
de humor floreció por Enrique Jardiel Poncela que busca la evasión ante una realidad
que no le gusta, “Eloísa está debajo de un almendro” y Miguel Mihura cuyo humor es
producto de lo inverosímil y la exageración “Tres sombreros de copa”. El teatro del
exilio, Pedro Salinas (“el Directo”), Rafael Alberti (“Noche de guerra en el museo del
Prado”) y Max Aub (“Espejo de avaricia”).
El teatro realista nace en 1949 con “Historia de una escalera” Buero Vallejo, las obras
se caracterizan por la complejidad de los espacios escénicos y la profundización en los
caracteres de los personajes. Autores como: Antonio Buero Vallejo, cuyas obras son
de síntesis entre el realismo y el simbolismo (“El Tragaluz”); Alfonso Sastre, que creó
el teatro de Agitación Social (“Escuadra hacia la muerte”).
Teatro vanguardista (1959), herederos del teatro del absurdo. Autores: Fernando
Arrabal, a su teatro se le llama teatro del pánico, caracterizado por el terror, la
confusión y un lenguaje surrealista (“Oye, Patria, mi afición”); Francisco Nieva, sus
obras tiene una inmoralidad que le impidió estrenar hasta 1976 y tienen como tema
principal es la represión de la sociedad con un lenguaje popular (“Pelo de tormenta”) y
en los sesenta se dio un teatro simbolista que se opone a la estética realista.
En el teatro a partir de los 60 se da la comedia burguesa. Autores: Alfonso Paso
(“Enseñar a un sinvergüenza”); Jaime de Armiñán (“El último tranvía”); Jaime Salom
(“La casa de los chivas”); Juan José Alonso Millán (“El cianuro ¿solo o con leche?”)
En la década de los 70 surgió un teatro independiente, en Barcelona surgió el grupo
Els Comediants que crearon el teatro del silencio, actuando en la calle con zancos,
dragones, música. En Madrid, Los Goliardos.
Desde 1975 el teatro se inclina hacia una estética realista cuyas influencias son el
teatro de lo absurdo y el teatro de la crueldad.
La Generación del 98
El siglo XIX termina con el desastre del 98 que tiene un gran impacto en la sociedad
de la época, sobre todo en los intelectuales creando sentimientos de evasión
(Modernismo) o crítica.
El Modernismo es una reacción anticonformista y renovadora de una burguesía que se
sabía motor de la economía y que no encontraba su reconocimiento social. Supone
una renovación total de las formas. El Art Nouveau se extendió por toda Europa dando
rienda suelta a la imaginación y recogiendo ideas de otros movimientos. A España trae
esta nueva manera de escribir el nicaragüense Rubén Darío.
Ante una misma situación de crisis (el desastre del 98) los autores responden de dos
maneras, evadiéndose (Modernismo) o afrontando el tema con una visión reformista
(Generación del 98). El autor manifiesta una “desazón romántica” lo que le conduce a
adoptar una actitud escapista y de evasión. Así de justifica la temática exótica del
Modernismo. Los modernistas sitúan sus historias en lugares recónditos en el
cosmopolitismo de las nuevas ciudades, en otros tiempos…
Estéticamente, se renueva la métrica con nuevas estrofas, se recurre a palabras
nuevas y sonoras. Se buscan valores sensoriales, es decir, una “literatura de los
sentidos” con la lectura entendida con deleite. Se describen con delicadeza colores,
sonidos que dan musicalidad a los textos; se enriquece el texto con cultismos,
palabras exóticas, adjetivación ornamental (epítetos). Los autores más destacados
son: Rubén Darío con “Azul” (1888), Manuel Machado, Salvador Rueda y Juan Ramón
Jiménez con “Alma de violeta” (1900).
Los autores del 98 (Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Pío Baroja, Azorín, Ramiro
de Maeztu…), se preocupan por España y su regeneración. Critican la corrupción, el
atraso del campo, la envidia. Buscan los valores de la gente sencilla, exaltan Castilla y
su pasado, el Cid y el Quijote. Estilísticamente, emplean un lenguaje preciso, sobrio y
claro. Recuperan palabras tradicionales.
En poesía destaca Antonio Machado con “Campos de Castilla” (1912). En teatro, la
renovación llega con Valle-Inclán con Luces de Bohemia. Unamuno también escribe
teatro con obras como “Fedra” (1918).
La novela es el género más importante en cuanto a producción de los autores
noventayochistas, tratan temas existenciales y presentan novedades estructurales.
Valle-Inclán escribe “Tirano Banderas” en 1926 (crítica esperpéntica de una dictadura
americana). Unamuno se preocupa más por temas existenciales, y religiosos, por el
destino, Dios, la inmortalidad y España, “Niebla” (1914) es la que mejor refleja estos
temas de su nivolas, como él las llamaba.
Baroja basa su narrativa en la observación espontánea y abierta. Sus novelas son
pura acción, con mucho diálogo y muy realista, su obra más destacada es “Zalacaín el
aventurero” en 1909.
José Martínez Ruiz (Azorín), ejemplo de sobriedad y concisión en su prosa en novelas
como “La voluntad” en 1902. Como ensayistas destacan Unamuno con “En torno al
casticismo”.
La Generación del 27
A los largo de la década de los 20, un grupo de poetas alcanza su madurez,
produciendo un momento de esplendor en la poesía española. Los principales autores
son: Pedro Salinas, Jorge Guillen, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Dámaso
Alonso, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Luis Cernuda.
A este grupo se le denomina así porque en 1927 se celebra el primer centenario de la
muerte de Góngora y estos poetas actúan para reivindicar su figura, veían en él un
ejemplo de poeta. Entre los componentes del grupo hubo muchos puntos de unión que
se prolongaron hasta la muerte de cada uno de ellos. La amistad entre ellos y la
publicación de sus primeros libros de inicio a principios de los años 20, convivieron en
la Residencia de Estudiantes madrileña y publicaron poemas en las mismas revistas
(Litoral), su formación intelectual era sólida, su talante liberal y progresista se refleja en
sus opciones políticas.
Este grupo nació a la par que el auge de las vanguardias, pero no imitó la vocación
destructora de los ismos. La sencillez lírica de la poesía popular y la complejidad de
los hallazgos vanguardistas se encuentran en sus creaciones. No rompieron con el
pasado, buscaron integrar sus elementos más valiosos. Esta integración se concreta
en la admiración y el conocimiento de los clásicos españoles, con un entusiasmo
espacial en Lorca (“Romancero Gitano” 1928) y Alberti (“Marinero en tierra” 1925); en
el interés por la poesía contemporánea, Juan Ramón Giménez abrió el camino de la
poesía pura y Gómez de la Serna el de la experimentación; en el empleo de forma
métricas clásicas y del verso libre; y en la combinación de poesía popular y poesía
intelectual.
En su trayectoria literaria de distinguen tres etapas; la Poesía pura en la que hasta
1929 sus preferencias poéticas se inclinan por el rechazo de los temas humanos y por
la concepción del poema como un artefacto destinado a desencadenar emociones
intelectuales el abundante uso la metáfora y la imagen traen como consecuencia el
hermetismo y la dificultad( Jorge Guillen “Cántico”), por otra parte las formas métrica
tradicionales se ponen al servicio de una poesía estilizada; el surrealismo y
rehumanización, a finales de los 20 las manifestaciones españolas del surrealismo
presentan algunas diferencias, el mundo onírico se traduce en un lenguaje
sorprendente, pero bien calculado y controlado (Cernuda “Donde habitó el olvido”1934;
Vicente Aleixandre “Espadas como labios” 1927; Lorca “ Poeta en New York”1930;
Rafael Alberti “Sobre los ángeles” 1929; y Pedro Salinas “La voz a ti debida” 1934),
con el surrealismo, la poesía se interesó de nuevo por los conflictos humanos; y por
último la guerra civil y el exilio, todos los poetas se vieron afectados por la guerra,
Lorca moriría asesinado y los demás marcharían al exilio. Solo Gerardo Diego,
Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre permanecieron en España, donde los dos
últimos tendrán un papel decisivo en el desarrollo de la poesía de posguerra.
LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII. ENSAYO Y TEATRO.
El siglo XVIII se abre en España con la dinastía de los Borbones, al morir sin
descendencia Carlos III.
Los monarcas sucesivos impulsarán reformas para la modernización y el cambio de
España. Los reformistas e ilustrados trataron de corregir comportamientos sociales y
tradicionales; para ello se pusieron un gran optimismo en la educación (hasta entonces
la educación estaba a manos de los Jesuitas) para alejarla del analfabetismo, se
cuestionarán los dogmas asentados y se producirá la búsqueda de la verdad empírica
surgiendo el racionalismo. Así la literatura seguirá el principio “Docere delectare”
(enseñar deleitando), útil y didáctico. Aunque se cultivó la poesía con autores como
Félix María de Samaniego y Tomás de Iriarte.
En cuanto al teatro neoclásico, se tratan temas propios de la situación de la época y
conserva el carácter moral didáctico que propugnan los ilustrados. Su mayor
representante es Leandro Fernández de Moratín que escribe tanto en verso (“El viejo y
la niña”) como en prosa (“El sí de las niñas”), sus obras se atienen a las reglas del
buen gusto, del decoro, como lo muestra el respeto a la regla de las tres unidades
(lugar, tiempo y acción) tienen un fondo filosófico, porque el teatro era considerado
como escuela de buenas costumbres. Los temas son, la igualdad de la edad entre
cónyuges y la libertad de los jóvenes para elegir con quien casarse, estos tópicos
aparecen en “El sí de las niñas”, donde la protagonista sufre la elección de su marido
por su madre sin respetar los sentimientos de la joven, que quedan ocultos, debido a
la educación que reciben los jóvenes de la época.
Sobresalen en esta época un género particular, que son los sainetes (piezas
dramáticas, breves, de carácter cómico y popular). Este género lo cultivó con maestría
Ramón de la Cruz con obras como “Manolo” o “La pradera de San Isidro”.
En cuanto al ensayo destacan ciertos autores de forma significativa: José Cadalso con
obras como “Noches lúgubres” la cual es un conjunto de monólogos y diálogos
desarrollados en tres noches, en un ambiente sepulcral, con motivos prerrománticos y
meditaciones pesimistas sobre el hombre, la vida y la existencia, su obra más
importante es “Cartas marruecas” en ella expone la situación crítica del país y se
proponen medidas para salir de esta situación negativa; Benito Jerónimo Feijoo, este
autor de ideario ilustrado irracionalista, pretende poner de manifiesto y resolver los
diversos males que afectan al país, sobre todo se centra en las falsas creencias
populares de la gente, aborda temas como la necesidad de estudio de las ciencias de
la naturaleza y la importancia de la experimentación, la obra más importante es
“Teatro crítico universal”; Gaspar Melchor de Jovellanos, fue un hombre con
mentalidad arbitrista, que participó de forma activa en política, sus obras se centran en
los problemas de España y en ella reflexiona sobre la situación, analiza los problemas
y apuesta resueltamente por la modernidad reformadora y propone soluciones
factibles, una de sus obras es “Memoria sobre la educación pública”.
La novela desde 1939
La novela de la inmediata posguerra (1939-1943), hay que hablar de la novela
falangista, los novelistas son jóvenes falangistas que quieren dejar constancia de la
victoria como una gesta heroica, por lo que las novelas son partidistas y
propagandista como “La fiel infantería” de Rafael García Serrano (1943).
La novela existencialista (1942-1954), expresa la conciencia del personaje en lucha
con el destino. Son obras realistas que recurren a técnicas narrativas tradicionales. Su
marco argumental se centra en la guerra civil o la posguerra. Por ejemplo “La familia
de Pascual Duarte” primera novela de Camilo José Cela (1942) y “Nada” (1944)
primera novela de Carmen Laforet. Son tres los autores más destacados: Camilo José
Cela, que tiene una visión del mundo tremendista cercano a Baroja en el pesimismo
existencial y una escasa fe en la naturaleza humana, es autor en esta década de libros
de viaje como “Viaje a la Alcarria” (1948); Miguel Delibes es el novelista más
coherente de nuestro tiempo, analiza en sus novelas el mundo rural marginado y la
burguesía urbana despreocupada expresándose con un lenguaje sobrio, natural y que
precisa de gran belleza. Una de sus obras más importantes de esta época es “El
Camino” (1950); y por último Gonzalo Torrente Ballester que además de su novela
sobre la guerra, escribió otras de tipo desmitificador como “El golpe de estado de
Guadalupe Limón".
La novela del realismo social (1954-1961), se desarrolla al mismo tiempo que la
poesía social. Son novelistas que viven su niñez durante la guerra civil, intentan
presentar con objetividad si testimonio sobre los recuerdos de la guerra y conflictos de
la vida colectiva española, exigiendo con sus creaciones un cambio en la sociedad.
Suscribe un comportamiento ético, un testimonio crítico y una denuncia. Los escritores
utilizan un narrador oculto que se limita a presentar hechos y deja actuar a los
personajes con diálogos constantes. Los autores más destacados son: Ignacio
Aldecoa que destaca por la verosimilitud de sus historias, belleza de su prosa y
comportamiento ético “El fulgor y la sangre” (1954); Rafael Sánchez Ferlosio, con su
obra “Industrias y andanzas de Alfanhui” (1951) precedente del realismo mágico en
España; y Carmen Martin Gaite con su obra “Entre visillos”.
La renovación narrativa y experimentalista (1961-1975), en 1961 se publicó “Tiempo
de silencio” de Luis Martin Santos que supone un cambio renovador debido a la
utilización de nuevas técnicas narrativas y estructuras. Mantiene el compromiso social
y la intención crítica, destacando el dialogo interior, las acciones paralelas, el
perspectivismo, el desorden temporal, la implicación del autor en la obra mediante
digresiones y una riqueza verbal extraída de distintos registros lingüísticos. Novelistas:
Juan Marsé (“Ultimas tardes con Teresa”); Camilo José Cela (“San Camilo”) y Miguel
Delibes con su obra “Cinco hora con Mario” 1967.La renovación narrativa despierta tal
anhelo de cambio que desemboca de modo progresivo en la novela experimentalista.
Hawa piensa que la novela tradicional ha muerto y defiende conceptos extremos. El
resultado son textos incomprensibles por la acumulación de técnicas narrativas y
lingüísticas. Hoy solo excelentes novelas, que utilizan el experimentalismo con
moderación conservan su prestigio, por ejemplo “Si te dicen que caí” de Juan Marsé.
La narración en hispanoamericana en el siglo XX
A partir de los años 50 y 60 la novela hispanoamericana sufrió un gran auge que viene
marcado por el surgimiento innovador del realismo mágico y la consolidación de esas
innovaciones a través de los autores del boom.
A partir de los años 40, en los temas existe una presencia importante del realismo
mágico aplicado al mundo americano bajo la denominación de “lo real maravilloso”. En
el aspecto estético se tiende a una prosa muy cuidada, se introducen elemento
innovadores en la técnica narrativa. Los autores más significativos son; Miguel Ángel
Asturias (“El señor presidente” 1946), novela llena de elemento caricaturescos,
irónicos y surrealistas; Alejo Carpentier (“El reino de este mundo” 1948); José Luis
Borges, su creación narrativa se compone de relatos cortos (“Ficciones” 1944), los
relatos tienden a ser juegos imaginativos que ponen al lector ante insólitos ejercicios
intelectuales, los temas son el tiempo cíclico, las bibliotecas, los ríos que simbolizas el
tiempo que fluye, y por último la muerte; y Juan Rulfo (“Pedro Paramo” 1955), las
características formales son el desarrollo no lineal de la narración, los recuerdos que
fluyen de un modo desordenado y la mezcla del lenguaje culto con el popular.
La década de los 60 supone para la novela hispanoamericana una etapa de máximo
esplendor, a esta época se le conoce como el Boom (“Cien años de soledad” de
García Márquez). Por lo general, tienden a la novedad respecto a la forma y la
fidelidad respecto al tema. Los enfoques narrativos son variados. Algunas técnicas
narrativas son la ruptura del tiempo y el espacio, la variedad en la perspectiva, la
mezcla de lo real y lo mítico, la creación de términos nuevos y la participación activa
del lector.
Algunos escritores del Boom: Julio Cortázar, sus cuentos son verdaderos juegos de
ingenio e imaginación, el estilo se caracteriza por la musicalidad, por la originalidad de
sus metáforas (“Las armas secretas”1958). Entre sus obras sobresale “Rayuela”
(1963) que se organiza como un rompecabezas y el objetivo es describir el absurdo de
la realidad que percibimos; Gabriel García Márquez, su obra transcurre en gran parte
en el mundo de Macondo, un espacio geográfico inventado, se confunden los límites
entre la realidad y la ficción. En “Cien años de soledad” (1967) crea un marco mágico y
humano para el tema de la obra el destino del ser humano; y Mario Vargas Llosa, toma
la realidad como tema de sus narraciones, y se introduce en mundos míticos sacados
de su propia vida y del Perú (“La ciudad y los perros” 1963). Su producción literaria
responde a tres aspectos básicos el autobiografismo proyectado en una tercera
persona, la reproducción fiel realidad; y un enfoque novedoso para convertir la realidad
en materia poética. Para ello emplea técnicas complejas. Otros autores; Carlos
Fuentes con “La religión más transparente” (1958) y Ernesto Sábato con “Sobre
héroes y tumbas” (1961). Nuevos escritores: Isabel Allende.
La novela posterior a 1975
La década de los setenta se nos presenta a partir de la muerte de Franco y la posterior
llegada de la democracia. Las características generales de este periodo son, la
individualización de los códigos moral y sexual; por ejemplo El Desorden de tu nombre
de Juan José Millas; el progresivo abandono del compromiso socio-político, deseo de
alejarse de los modelos novelísticos anteriores, por ejemplo Memorias inéditas de
José Antonio Primo de Rivera de Carlos Rojas; el retroceso de Experimentalismo, se
produce la vuelta hacia una concepción más tradicional del relato, así como el auge de
las novelas de acción, por ejemplo La Verdad sobre el caso Savolta de Eduardo de
Mendoza. Formalmente, la novela de estos años se caracteriza por la consolidación y
desarrollo de las técnicas de los sesenta, destacando el perspectivismo narrativo,
monologo interior, presencia de intertextualidad, que son citas y referencias a otros
autores, y el contrapunto, que consiste en el contraste entre dos cosas simultáneas.
Temáticamente, encontramos ocho tipos de temas narrativos, que son la indagación
sobre la persona y las relaciones interpersonales, a nueva novela se centra en el
individuo que es analizado desde diferentes perspectivas, se indaga en el pasado
como forma de dar sentido al presente ( La muchacha de las bragas de oro de Juan
Marsé), en ocasiones las relaciones interpersonales son el centro sobre que se
construye la novela, dentro de esta tendencia se recrea el mundo íntimo, novela
psicológica; la exploración de la realidad exterior, con una clara preferencia por el
mundo urbano ( Octubre, Octubre de José Luis Sampedro); la reflexión sobre la
escritura (metanovela), aprovechar la propia creación novelística para teorizar sobre la
genero y sus dificultades (El desorden de tu nombre de Millas); el erotismo, novela
adentrada en los distintos comportamiento sexuales ( Los delitos insignificantes de
Álvaro Pombo) , la fantasía entremezclada con la realidad ( La saga/fuga de J.B de
T.Ballester), humor y novela poemática en la que se produce una intensificación del
lenguaje poético como Nada en el Domingo de Francisco Umbral; la novela policiaca y
de intriga como El laberinto de las aceitunas de Eduardo Mendoza; la novela histórica
en la que se toma como pretexto la historia para ahondar en los enigmas del hombre
como en El Manuscrito Carmesí de Antonio Gala ; y por último la novela de memorias,
como En los reinos de Taifa de J.Goytisolo.
La última hora de la novela está en un momento de desarrollo incluyendo nuevas
tecnologías, esta consolida elementos de la década anteriores intensificándose la
utilización de la primera persona de manera autorial, personal o testigo. Hay que
señalar cuatro corrientes la novela de la memoria y evocación, humorística, histórica y
fantástica. Algunos autores de la primera generación de la posguerra como Camilo
José Cela que escribe Madera de Boj y T.Ballester que escribe Los años indecisos. Y
alguno de la generación siguiente como Arturo Pérez Reverte que escribe La carta
esférica.
La novela realista y naturalista del siglo XIX
El realismo es un movimiento artístico y literario europeo que nació en Francia y cuyo
objetivo es representar de forma objetiva y minuciosa una realidad contemporánea
muy concreta de la sociedad burguesa de la segunda mitrad del siglo XIX, con la
intención de reformarla.
Las características más importantes de esta narrativa son la verosimilitud, la
observación objetiva, la técnica minuciosa y detallista de la descripción, la perspectiva
de un narrador omnisciente y la utilización de un estilo claro en el que se utiliza un
lenguaje sencillo con la incorporación del lenguaje dialectal en los diálogos. Los temas
representan relaciones amorosas conflictivas, como el adulterio, el conflicto entre la
tradición y el progreso o el anticlericalismo, con una actitud crítica del autor ante las
lacras sociales, de ahí que se denominen novelas de tesis, ya que el autor mantiene
una determinada postura ideológica: unos , la añoranza de la España tradicional, y
otros la defensa del progreso.
El naturalismo, iniciado por Emile Zola, parte del realismo y se diferencia
fundamentalmente en que sus personajes pertenecen a la nueva clase social, la
obrera. Considerando que la herencia biológica y la selección natural de las especies,
determinan el comportamiento de los personajes.
Benito Pérez Galdós es el escritor realista más significativo. Su estilo se caracteriza
por la acción narrativa lenta, el narrador omnisciente y subjetivo, y la caracterización
psicológica indirecta, a través de los diálogos de los personajes. Escribió novelas
históricas como Los episodios Nacionales y novelas de tesis como Doña Perfecta;
después manifiesta una influencia naturalista en Fortunata y Jacinta y, termina
superándolo, mediante el espiritualismo en Misericordia, en la que el hombre se
construye a si mismo mediante la voluntad y sus ideales. Aunque fue criticado por los
futuros componentes de la Generación del 98, Galdós aventura esa preocupación por
España que comparten.
Otro autor fundamental es Leopoldo Alas “Clarín”, intelectual liberal, convencido de
que la educación es básica para regenerar el país. Destaca su novela La Regenta y
segunda novela Su único hijo. Su estilo se caracteriza por la alternancia en la
narración de la objetividad y la subjetividad, la crítica burlesca, la riqueza léxica, el
estilo indirecto libre y el monólogo interior.
Otros autores son: Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos), Juan Varela
(Pepita Jiménez), y Emilia Pardo Bazán (Los pozos de Ulloa).
La novela engulló toda producción literaria. En cuanto al resto de géneros, destaca el
teatro denominado de “alta comedia” donde destaca El abuelo de Galdós.
La poesía de posguerra
L a poesía en la guerra civil se caracteriza por la división política de la poesía, y el
compromiso en detrimento de la calidad. Por un parte están los autores del bando
republicano como Rafael Alberti y Antonio Machado, y por otra las del bando nacional
como Manuel Machado y J.Mª.Peman.
Como consecuencia de la victoria nacional muchos poetas republicanos se exiliaron,
don escribieron poesía cuyo tema era España y el mundo personal del poeta. Algunos
autores son: Tomas Segovia y León Felipe.
En la poesía de los años cuarenta, debemos destacar a la generación del 36, que se
caracterizaba por la búsqueda de la originalidad poética, la revalorización del
sentimiento humano, el tema de la guerra, la vuelta al tema religioso como forma de
escapar ante la realidad. Los temas más representativos son el sentimiento humano,
la guerra y el exilio, y la religión. Autores: Miguel Hernández (“El rayo que no cesa”) y
Gabriel Celaya (“La soledad cerrada”).
Durante esta época se dieron diferentes corrientes poéticas como; la poesía arraigada
caracterizada por la recuperación de la poesía de cancionero y tradicional, por la visión
del mundo como un todo perfecto y bello, por la presencia del paisaje castellano y el
cultivo del soneto. Los temas más característicos son el amor y la exaltación patriótica.
Autores: Leopoldo Panero (“La estancia vacía”) y Rafael Morales (“Poemas del toro”);
la poesía desarraigada, caracterizada por una visión del mundo como un caos y al
hombre como un ser desvalido, por una realidad sin adornos, por la idea lejana de
dios, utilización de un lenguaje cotidiano y por la presencia del hombre corriente
concebido como un antihéroe. Autores: J.M.Valverde (“Versos del domingo”) y
Dámaso Alonso (“Hijos de la ira”); el Postismo, autores como Eduardo Chicharo. El
Grupo Cantico es otro grupo de poetas de esta década que se caracteriza por el influjo
de San Juan y poeta del 27, el cultivo del tema religioso, presencia del intimismo y una
visión vitalista del amor. Autores: Ricardo Molina (“Tres poemas”).
La poesía social de los 50 se caracteriza por una concepción de la poesía como arma
de lucha y la utilización de un lenguaje coloquial, con el uso de temas con el de
España o la soledad del hombre. Autores: Blas de Otero (“Que trata de España”) y
Ángela Figuera (“El grito inútil”).
L a poesía de los 60 se caracteriza por la búsqueda de una poesía humana y por la
preocupación formal y depuración del lenguaje; con temas como la amistad, el amor,
el erotismo y la evocación de la infancia. Autores: Ángel Gonzales (“Tratado de
urbanismo”) y Claudio Rodríguez (“Salmos al viento”).
La poesía de los 70 (los novísimos) se caracterizada por la despreocupación ante las
formas tradicionales y la introducción de elementos históricos. Autores: Pere Gimferrer
(“Ante el mar”).
La poesía de los 80 se caracteriza por el declive de la estética novísima, la vuelta a la
métrica tradicional, la temática urbana expresada en un lenguaje coloquial y por la
presencia del desencanto y del humor. Confluyen diversas tendencias la esteticista,
neosurrealista y poesía de la experiencia. La poesía de la experiencia caracteriza por
la presencia del mundo onírico del poeta, del relato de lo que el poeta ve y siente y la
reflexión sobre la vida. Autores: Víctor Botas (“Homenaje”) y Luis García Montero
(“Diario Cómplice”).
El teatro español anterior a la guerra civil
El teatro de esta época se caracteriza por unas fuertes condiciones comerciales que
imponen el interés de los empresarios. Las ganancias estaban destinadas a un público
burgués conservador. Por tanto, se coarta la libertad en los temas y las formas. Dos
frentes:
•
El teatro que triunfa como:
La comedia burguesa, destinada a un público mayoritariamente burgués.
Jacinto Benavente es su máximo representante. En su teatro utiliza diversos
ambientes, por ello cabe hablar de los dramas rurales situados en aldeas y con
personajes campesinos (La Malquerida), las comedias de ambiente cosmopolita con
temas frívolos, la comedia burguesa (El nido ajeno) y las farsas que se basan en los
personajes de “la comedia dell’arte” (Los intereses creados, que desarrolla el tema del
poder del dinero).
El teatro cómico, Carlos Arniches es quien consolida el género, las dos
modalidades de su creación son el sainete de ambiente madrileño y lengua castiza (El
santo de la Isidra) y en la comedia grotesca (La señorita de Trévelez). Dentro del
género cómico están los hermanos Álvarez Quintero y el llamado “astracán” (obras
paródicas sin más objetivo que arrancar la carcajada) de Pedro Muñoz Seca (La
venganza de don Mendo).
Y por último, el teatro poético, escrito en su mayoría en verso y trata
temas históricos o legendarios, Eduardo Marquina (Las hijas del Cid).
•
El teatro innovador como:
El teatro de innovación (la generación del 98), donde destaca Unamuno con un teatro
intelectual y filosófico, Azorín que hizo un teatro simbólico e irreal, pero sobre todo
Valle-Inclán. Para algunos Valle supone una revolución en la historia del teatro
español y la semilla de los nuevos caminos abiertos por el teatro actual. Su obra
teatral suele agruparse en tres ciclos, que son el mito, donde la acción transcurre en
una Galicia mítica, intemporal (Divinas Palabras); la farsa, son obras situadas en un
espacio más ridículo (La Marquesa Rosalinda); y el esperpento, destacan Luces de
Bohemia (1920) y la trilogía Martes de carnaval. El esperpento consiste en abordar
asuntos graves desde una perspectiva burlesca, cosifica y animaliza los personajes
que pierdes su condición de humanos, personifica animales y objetos, también une el
lenguaje lírico a la expresión más soez. Es un teatro de crítica de una realidad falsa de
unos valores que ya no tienen sentido concordando con la actitud crítica de los
miembros de la generación del 98, a la que se incorporó Valle después de una época
modernista. Luces de bohemia inicia la estética del esperpento. Sus protagonistas con
Max Estrella y don Latino de Híspalis. Pretende ilustras una España deforme, injusta,
opresiva y absurda, traspasada por la miseria y el hambre.
Y por último el teatro innovador (el grupo del 27), donde destacó Federico
García Lorca. La obra de Lorca puede agruparse en tres grandes bloques: primeras
piezas teatrales (La zapatera prodigiosa), teatro vanguardista (las comedia imposibles)
Lorca dio este nombre a las comedias creadas bajo el influjo surrealista, explora en los
instintos ocultos del hombre (El público) y la etapa de plenitud, todas las obras de este
período tienen en común el protagonismo de las mujeres. En “Bodas de sangre”
aparecen temas conocidos de Lorca como el amor, la violencia, la muerte, las normas
sociales que reprimen los instintos. “Yerma” aborda otros temas muy lorquianos como
la esterilidad, la opresión de la mujer, el anhelo de realización que choca con la moral
tradicional… La Casa de Bernarda Alba suele señalarse como la cumbre de su teatro.
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