¿Y después de las Crisis qué? ¿Se modificará el rol del Estado? Panel de alto nivel ¿Qué Estado para qué igualdad? Delfina Mux Caná Guatemala ¿Y después de las Crisis qué? ¿Se modificará el rol del Estado? En los últimos tiempos la humanidad ha estado afrontando distintos tipos de crisis. Crisis económicas. Crisis ambientales que amenazan la vida de la humanidad. Crisis políticas. Crisis sociales como las alimentarias que amenazan la vida de millones de pobres. Crisis políticas que se expresan en graves problemas de gobernabilidad e inseguridad ciudadana. Crisis culturales. Los problemas que estos tipos de crisis plantean son centrales en cualquier análisis relacionado con la transformación de la naturaleza y el rol de los Estados. En América Latina, en algunos países los Estados han evolucionado hacia formas mejores. Pero en otros, ni siquiera el que se denominó “Estado de Bienestar” llegó a atender con elemental solvencia las necesidades esenciales de la población. Antes de que esa posibilidad existiera, fueron reducidos a mínimas burocracias por el ideado neoliberal y los Programas de Ajuste Estructural. En los últimos 60 años el rol del Estado estuvo fuertemente influenciado por el pensamiento y condicionalidad de influyentes organismos financieros internacionales y por la doctrina de seguridad nacional. Nuestras particularidades nacionales y nuestras propias necesidades de desarrollo nunca contaron en el diseño del Estado y sus políticas. La herencia de Estados debilitados creados por el pensamiento neoliberal, con políticas que tratan a las sociedades como si fueran homogéneas y contribuyen al esfuerzo de despojar a los seres humanos de su condición de ciudadanos para convertirlos en consumidores individualizados, es un peso que llevamos en la perspectiva de nuestro desarrollo. La crisis económica, política, social y ambiental que se vive a nivel mundial, regional y a nivel de cada uno de los países, exige una revisión y modificación de los modelos de Estado, de los modelos económicos y de desarrollo que hasta ahora se han implementado en la región. También exige mayores esfuerzos por construir alternativas que permitan detener el deterioro social, político y ambiental que a la fecha se ha globalizado y cuyos efectos se han profundizado con efectos nefastos para las futuras generaciones. La necesidad de repensar el Estado es cada vez más urgente, dada la fragilidad de muchos de ellos. En la actualidad, se están generando diversas dinámicas, que han puesto al descubierto las deficiencias de los Estados para mantener la gobernabilidad. Las necesidades sociales son crecientes y la debilidad del Estado es persistente. Incluso se han generado dinámicas que han puesto en interacción a instancias internacionales y comunidades locales, sin la mediación de las instituciones nacionales. También necesita ser revisado y transformado el rol que los Estados han jugado en la vida de los pueblos indígenas y las mujeres. En países con importante presencia de poblaciones indígenas, algunos estudios señalan que entre las fallas de los Estados, se encuentran las siguientes: la hegemonía monoétnica; la exclusión inducida por los principios y valores que fundamentan la democracia liberal respecto a las formas de gobernarse de los pueblos; la existencia de Estados que no se corresponden con la nación, a pesar de que se dice o se plantea que los Estados reflejan la configuración de cada sociedad y la capacidad de incidencia de los distintos grupos sociales y corporativos representados en sus instituciones. Así también es imprescindible preguntar ¿Las políticas a favor de las mujeres han contribuido a la transformación del Estado? ¿Qué tan profundos han sido los cambios inducidos por tales políticas? O ¿se han fortalecido las formas tradicionales de administrar el Estado? Es necesario reflexionar si las políticas a favor de la mujer han sido marginales dentro del Estado, o han pasado a ser parte de éste sin modificar o cuestionar su esencia y naturaleza. La crisis mundial de 2008-2009 ha puesto en serio cuestionamiento al pensamiento neoliberal. No es un atrevimiento pensar que todo ese ideario neoliberal, con todos sus organismos económicos, sociales y políticos, también ha entrado en una crisis profunda. Ante ello corresponde preguntarse ahora ¿Se modificará el rol del Estado? ¿Cuánto Estado necesitan nuestras sociedades con sus problemas, necesidades y diversidades? ¿Cuánto mercado necesitan nuestras sociedades? ¿Cómo definir o lograr esos equilibrios, sin que se fortalezca o produzca la polarización? Indudablemente, lo que no pueden obviar los procesos de reforma y transformación de los Estados, es contemplar como uno de sus pilares la diversidad que caracteriza a la Nación. El Estado debe transitar de un Estado homogéneo a un Estado plural, y debe avanzar a la plena garantización de los espacios para el ejercicio de los derechos ciudadanos tanto individuales como colectivos. Quizá inmediatamente después de gran crisis de 2008-2009, los primeros desafíos están relacionados con analizar el tamaño del Estado, de su burocracia y sus finanzas; con la definición de su papel regulador frente al mercado y con el nuevo tipo de políticas que necesita nuestro desarrollo. Seguidamente los desafíos están relacionados con la construcción de la institucionalidad que atienda las especificidades nacionales y a la vez permitan que el Estado participe en condiciones favorables de los nuevos procesos mundiales que surgirán después de la crisis. En algunos de los países de América Latina, contar con instituciones con especificidades nacionales implica armonización de sistemas: educativos, de justicia, de salud, de autoridades, por mencionar algunos de ellos, pero también significa conciliar enfoques y visiones. Un buen ejemplo de ello lo constituye las visiones entre mujeres indígenas y mujeres pertenecientes a otras culturas, pues tales visiones implican el reto de conciliar derechos individuales y derechos colectivos de los Pueblos Indígenas. En resumen se puede señalar que para avanzar en la modernización, reforma o transformación de la naturaleza del Estado, existen numerosos desafíos y complejidades tanto en el diseño institucional; el sistema fiscal y el marco jurídico institucional. Respecto al diseño institucional y la superación de la forma burocrática tradicional de administrar el Estado, es importante acelerar los esfuerzos de formación, capacitación y especialización en gestión pública, formando funcionarios con una visión de Estado. Así que, después de la crisis, existen cada vez más tareas pendientes como: • Innovación y transformación institucional, la necesidad de crear mayores espacios públicos de representación, negociación y concertación. • Desarrollar y rediseñar el Estado para permitir nuevas formas de interacción con la sociedad civil, después de las relaciones de confrontación, paralelismo y debilitamiento de los Estados Nacionales. • Retomar los principios fundamentales de la democracia deliberativa: el reconocimiento, la participación y la redistribución para que gradualmente podamos pasar de un Estado homogéneo a un Estado plural que reconozca las diferencias y desarrolle verdaderamente la igualdad de oportunidades. • Mejorar la sensibilidad de la burocracia hacia la necesidad de transformar la naturaleza racista y patriarcal del Estado. • Aumentar la gobernabilidad, entendida como la capacidad política del Gobierno para intermediar intereses, garantizar la legitimidad y gobernar para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de los ciudadanos. • Después de la crisis se impone la necesidad de retomar la idea del desarrollo en lugar de la idea del simple crecimiento económico. Para ello es necesario dotar al Estado del poder suficiente para regular los excesos del mercado sin inhibir el avance económico.