El segundo componente ambiental que se ha modificado radicalmente con la modernidad es la actividad física. El sedentarismo ocasiona que los excesos en el consumo de alimentos, especialmente los que contienen una alta densidad energética, no puedan ser oxidados en el organismo, lo que contribuye a su acumulación en forma de grasa en el tejido adiposo. Energéticamente, un kilogramo de peso está constituido por aproximadamente 7 mil kilocalorías (kcal). Si una persona consume diariamente un exceso de sólo 4 cucharaditas de azúcar en dos tazas diarias de café, esto representa 20 gramos de azúcar, que aportan 80 kcal por día. En un año, se acumulan 29, 200 kcal a partir del consumo de 7.3 kg de azúcar. Esto puede provocar un incremento de peso de 4.7 kg en un año, si la energía consumida en exceso no se compensa con una mayor actividad física. De 15 a 20 minutos de actividad física al día, como caminar, podrían haberlo evitado, así como el reemplazo del azúcar por endulzantes sin calorías como la Sucralosa (SPLENDA®) podría haber marcado la diferencia. De este modo, podemos observar cómo una pequeña, pero constante dosis extra de energía, puede hacer grandes estragos sobre el peso corporal. Como se comentó anteriormente, una forma de evitarlo es aumentar la actividad física, o bien, evitar el consumo de azúcar, que es un alimento de alta densidad energética, que no aporta otros nutrimentos, como las vitaminas o los nutrimentos inorgánicos. Sin embargo, para muchas personas el sabor dulce en las bebidas y platillos es muy difícil de suspender, por lo que el empleo racional de endulzantes sin calorías como la Sucralosa (SPLENDA®) adquiere un papel en el control del consumo de sacarosa y otros azúcares en la dieta. Con una dieta bien planeada, basada en los preceptos actuales de salud y actividad física regular, es posible disminuir los efectos del síndrome metabólico y más importante aún, prevenir su aparición. PREVENCIÓN DEL SM Algunos consejos prácticos para evitar o disminuir los efectos del síndrome metabólico se enlistan a continuación: Consumir frutas y verduras en mayor cantidad, especialmente las de temporada y de preferencia crudas y con cáscara (si es comestible) para aumentar el contenido de fibra en la dieta. Moderar la cantidad de cereales en la dieta y preferir los cereales integrales. Consumir leguminosas como frijoles, lentejas, haba, garbanzo, alubia o soya. Son una excelente fuente de proteínas si se combinan con cereales (tortillas, arroz, pan). Consumir carnes rojas magras, aves sin piel, quesos blancos (panela o cottage) y limitar el consumo de huevo entero a 2 piezas a la semana. Moderar el consumo de grasas de origen animal, como leche entera, crema, mantequilla, tocino o chorizo; preferir aceites vegetales, aguacate y oleaginosas (cacahuate, nueces o almendras) como fuente de lípidos en la dieta. Limitar el consumo de azúcar y sal. Pueden utilizarse endulzantes sin calorías como la Sucralosa (SPLENDA®), para mantener el sabor dulce de sus preparaciones o bebidas. Moderar o evitar el consumo de bebidas alcohólicas. Consumir suficiente agua simple. Mantenerse activo. Realizar actividad física moderada de preferencia todos los días de la semana. El síndrome metabólico es una condición patológica que coloca al paciente en la inminente necesidad de realizar cambios radicales en su alimentación y estilo de vida. En mi experiencia profesional, he logrado comprobar que la implementación de planes de alimentación con la inclusión de endulzantes sin calorías como la Sucralosa, mantiene el sabor dulce en la dieta, evitando el sobreconsumo de calorías y favoreciendo la adherencia al tratamiento dietético. LN. Blanca Saint Martín Posada. Nutrióloga con 20 años de experiencia en Clínica. Ex investigador del Depto. de Fisiología de la Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Si desea más información, consulte la página www.splendaprofessional.com Documento desarrollado por la Maestra en Nutrición Humana Claudia Ascencio Peralta (Universidad Iberoamericana). Candidata a Doctorado en Ciencias Biomédicas Básicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ex investigador del Departamento de Nutriología Molecular del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. COME BIEN Referencias bibliográficas: Terence J Wilkin MD FRCP Linda D Voss PhD. Metabolic syndrome: maladaptation to a modern world. J R Soc Med 2004;97:511–520. Mahan, K. Escott-Stump S. Krause’s Food, Nutrition and Diet Therapy. 12th. Edition. Ed. Saunders, 2008. SÍNDROME METABÓLICO La siguiente figura esquematiza el peso corporal de acuerdo al IMC: Síndrome Metabólico cualquier exceso de energía, como grasa. En esa época, esta característica genética les dotaba de una ventaja competitiva en t re la v ida y la muer te f ren te a situaciones de hambruna. Para el público en general, la obesidad es un problema esencialmente de tipo estético, por lo que no lo consideran como un problema de salud que requiera tratamiento médico y mucho menos que se asocie con enfermedades. Para muchas familias, es incluso un símbolo de abundancia económica. Sin embargo, para los especialistas en la salud, el significado debe ser abordado desde un punto de vista completamente distinto: como un factor que eleva el riesgo de padecer alteraciones metabólicas de la glucosa y los lípidos séricos, que se están convirtiendo en uno de los mayores retos de salud pública de todos los tiempos: la epidemia de la obesidad y sus consecuencias metabólicas. MANZANA <20 20-25 26-29 >30 La Organización Mundial de la Salud considera actualmente a la obesidad y no a la desnutrición, como el principal problema de mala nutrición a nivel mundial. Si observamos la gráfica de mortalidad en población joven en función del IMC, podemos observar que el riesgo se incrementa en los dos extremos de la escala de valores. Tasa de mortalidad en una población de 20 a 29 años en función de su IMC DEFINICIÓN DE SÍNDROME METABÓLICO (SM) El síndrome metabólico, también llamado síndrome de resistencia a la acción de la insulina o síndrome X, representa un conjunto de varias alteraciones metabólicas que incluyen a la Diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial y las dislipidemias, que se caracterizan por la resistencia a la acción de la insulina, y es por mucho, un producto de nuestro actual estilo de vida. Se asocia claramente a la obesidad (por lo que es muy poco común en personas con un índice de masa corporal bajo) y puede mejorar con la pérdida de peso. 300 250 Enfermedades digestivas o pulmonares 150 100 50 Riesgo Bajo moderado 0 15 OBESIDAD COMO FACTOR DE RIESGO DE SM El índice de masa corporal (IMC) o índice de Quetelet es la expresión numérica que se obtiene de dividir el peso en kilogramos entre la estatura en metros elevada al cuadrado (kg/m2). En adultos mayores de 20 años, las cifras normales oscilan entre 18.5 y 24.9. Se define como sobrepeso, un IMC de 25 a 29.9 y la obesidad con índices superiores a 30. IMC Grado de obesidad 18.5-24.9 Normalidad 25-29.9 Obesidad grado I o sobrepeso 30-34.9 Obesidad grado II 35-39.9 Obesidad grado III >40 Obesidad grado IV u obesidad mórbida Diabetes mellitus, cardiovasculares Tasa de mortalidad (%) 20 25 30 35 Alto 40 Índice de Masa Corporal (kg/m2) Los índices bajos, que representan al estado de desnutrición, se siguen asociando con enfermedades de tipo infeccioso a nivel de vías respiratorias o digestivas, mientras que los valores altos se asocian con muertes relacionadas con la resistencia a la acción de la insulina, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. Este mismo fenómeno se repite en todos los grupos de edad. CARACTERÍSTICAS DEL SM El IMC es un fenómeno continuo y la clasificación de obesidad es una mera categoría asignada a un valor particular, cifra que cada vez mayor cantidad de población alcanza y sobrepasa. Otra característica del síndrome metabólico es la acumulación excesiva de grasa en la cavidad abdominal. Una medida simple para stimarla es el índice cintura/cadera. En la mujer, un índice cintura/cadera mayor a 0.8 (más de 85 centímetros de cintura) y en el hombre un índice mayor a 0.9 (más de 95 centímetros de cintura) se correlaciona con besidad visceral. Esquemáticamente se asocia a la apariencia de manzana u obesidad androide, que afecta principalmente a hombres y a mujeres después de la menopausia, la cual está altamente relacionada con mayores riesgos de padecer diabetes mellitus tipo 2, h iper tensión ar ter ial y t r as tor nos c a r d i o v a s c u l a r e s ; e s d e c i r, l a s complicaciones del síndrome metabólico. PERA OBESIDAD: MÁS QUE SÓLO GENES Datos alrededor del mundo sugieren que las cifras de obesidad se han triplicado en sólo una generación, por lo que sus causas son una situación apropiada para continuar con nuestro análisis sobre el síndrome metabólico. La obesidad es una enfermedad que verdaderamente involucra el binomio genes + ambiente. Cabe aclarar que el tiempo transcurrido entre dos generaciones es apenas un instante en la escala de evolución de las especies, por lo que es muy poco probable que los cambios genéticos sufridos entre dos generaciones sean los responsables del rápido surgimiento de la epidemia actual de obesidad. Por lo tanto, lo más factible es que las modificaciones en el estilo de vida sean el principal factor responsable. Con el rápido surgimiento de las industrias después de la Segunda Guerra Mundial, se lograron conservar gran cantidad de ali men tos , se elabor aron nuevos productos, y su distribución y disponibilidad se amplió a todos los sectores de la población, mientras que las actividades laborales se hicieron más sedentarias, gracias al avance de la tecnología. El “progreso” logró elaborar alimentos con alta densidad energética, disponibles para las mas as y a cos tos mu y bajos , prácticamente sin requerir esfuerzo alguno para obtenerlos. De aquí, que nuestro problema en la actualidad sea contar con genes altamente eficientes para almacenar energía en el reino de la abundancia. Para los primeros homínidos cazadores que habitaron el planeta, los excesos en la alimentación al cazar una gran presa eran días e xcepcionales . E s t a li m i t ada disponibilidad de alimentos, como una presión de supervivencia, propició que los sobrevivientes acarrearan selectivamente genes altamente eficientes para almacenar Por ello, los profesionales de la salud debemos entender que la obesidad es una enfermedad en el sentido más estricto y que se relaciona con la clásica interacción entre la naturaleza y la nutrición, la susceptibilidad y los riesgos, los genes y el ambiente.