EL MISTERIO DE LAS MANOS (D. Hélder Câmara) ¿Meditaron, alguna vez, el misterio de las manos? Se prestan para gestos altamente constructivos. Manos juntas, acompañando la oración: pienso de modo especial, en las manitas de los niños que la joven madre junta cuando enseña a rezar, y las manos temblorosas de los abuelos, que piden por sus hijos y nietos ausentes... Manos del cirujano, que salvan vidas... basta recordar la pericia con que manejan cerebros y corazones... Manos callosas de trabajadores, casi siempre mal remuneradas. Manos ágiles de los dactilógrafos que teclean un número increíble por minuto. Manos de músicos, que nos deleitan, y nos transportan en el tiempo y en el espacio. Manos que siembran semillas que se convierten en alimento, y semillas de amor, de esperanza y de paz. Manos de pintores y escritores, que se esfuerzan por no traicionar los sueños de belleza que se anidan en el pensamiento y el corazón del artista. Manos de los linotipistas que componen los periódicos con la síntesis del día en que estamos viviendo. Manos de técnicos de radio, TV, cine, que nos permiten vivir, de hora en hora los grandes acontecimientos de cualquier parte del mundo. Manos que acarician: manos de las madres, manos de los enamorados, manos de esposos... Seria fácil continuar enumerando. Pero es importante recordar también que las manos humanas, capaces de tanta grandeza y de tanta belleza, extienden igualmente la desolación y la muerte. Hay manos que se cierran, egoístas y avaras. Hay manos que se encrespan, llenas de odio, llegando, al extremo de herir o matar. Hay manos que cierran la puerta a quien necesita entrar, y merece entrar. Hay manos perezosas, y que transfiere a otros el trabajo que ellas deben hacer. Hay manos que roban a ricos y pobres también. Hay manos que secuestran personas. Hay manos que trabajan, construyendo bombas arrasadoras, que queman a los niños vivos... que son una amenaza permanente de exterminio de la vida sobre la Tierra. Cristo, en su Encarnación, en su vida mortal, usó sus manos admirables...Ellas pasaron haciendo el bien. Que nuestras manos estén siempre al servicio del bien y de la Belleza Que nuestras manos, sean la imitación de las Suyas, sean sembradoras de tranquilidad, de esperanza, de amor y de paz.