CRECIENDO HACIA LA ADULTEZ: REANUDANDO EL CAMINO Por Alan Medinger Exodus International Usado con permiso Las siguientes transcripciones han sido tomadas del libro de Alan Medinger. Adultez: Reanudando el camino. CAPÍTULO 2: Creciendo hacia la adultez- Lo esencial para sanar “Tenía su número de teléfono en el cajón de mi gaveta guardado hace tres años. Lo posponía, pero finalmente tuve que llamarlo.” Declaraciones como esta se oyen a menudo en las oficinas de Regeneración. Regeneración es parte de una coalición mundial de ministerios cristianos de Éxodo, cuyo objetivo principal es ayudar a hombres y mujeres a vencer la homosexualidad. A menudo pienso que si cada cristiano que tiene lucha con la homosexualidad y tiene nuestro número de teléfono guardado en su billetera, o en un cajón se decidiera llamarnos ese mismo día, las líneas telefónicas estarían repletas. Este tipo de llamada sugiere tres tipos de cosas de parte de quien llama. Primero, obviamente, en algún punto se siente infeliz con su homosexualidad. Segundo, obstáculos poderosos - la mayoría de las veces ambivalencia y temor - han impedido que la persona llame a pedir ayuda. Tercero, ha llegado al punto en el cual su homosexualidad le ha producido tal sufrimiento que está dispuesto a enfrentar los obstáculos; está dispuesto a dirigirse a las ambivalencias, o a enfrentar los temores. BARRERAS PARA BUSCAR AYUDA Miremos estos obstáculos y las áreas específicas de angustia que quien está batallando experimenta. El primer obstáculo tiene que ver con la naturaleza del tipo de pecados a que es adicto. Aunque un hombre odie su homosexualidad con todo su corazón y su mente, al mismo tiempo existen formas en las cuales la ama. Para muchos de nosotros, el actuar homosexual fue por años y años una forma de enfrentar la vida, un modo de escape, de auto consuelo, de encontrar alivio temporal al terrible dolor o al vacío que sentíamos. Lo odiábamos pero al mismo tiempo lo amábamos, en nuestras ambivalencias estábamos paralizados. Odié mi homosexualidad. Me llevó a realizar cosas estúpidas y degradantes. Me empujó a tomar riesgos que yo sabía que podrían costarme todo: mi esposa, mis hijos, mi carrera. Pero durante diez años en el matrimonio me aferré a ella. ¿Como podría vivir sin ella? El segundo gran obstáculo para buscar ayuda es el temor. Existe el simple miedo de lo desconocido. “Si me involucro con este ministerio, ¿que me harán hacer estas personas, o que harán conmigo? ¿Que tipo de personas son? ¿Será un grupo de fundamentalistas de mente estrecha, o aquellos que maltratan a los homosexuales y se disfrazan de cristianos, o en el otro extremo son vendedores ambulantes de alguna nueva y extraña teoría sicológica?” Existe también el temor de revelarse uno mismo, un temor generalmente enraizado en el orgullo o la vergüenza. “He sido cristiano por diez años. Debo poder encargarme de esto yo mismo. Admitir este problema y buscar ayuda es admitir qué perdedor soy como cristiano. Quizá la gente incluso cuestione si soy o no un cristiano”. Estos temores son a menudo más intensos para quien ha crecido en una comunidad cristiana conservadora donde el estigma de la homosexualidad es más severo. La baja autoestima es una gran parte de la homosexualidad de muchos hombres. Este es uno de los temas principales en el libro del Dr. William Console, No Más Homosexual. La principal defensa contra el dolor de la baja autoestima ha sido construir una imagen – para el beneficio propio y el de otros - de un hombre que es bueno, justo y correcto. Así que, pararse frente a otra persona y decir. “Soy homosexual”, es poner a un lado la falsa identidad que nos ha ofrecido el único pedazo de autoestima que jamás hemos tenido. FINALMENTE, YA ES SUFICIENTE - FUENTES DE ANGUSTIA. A pesar de estos obstáculos los hombres buscan ayuda. ¿Cuál es la angustia que es tan poderosa que un hombre consideraría abandonar su adicción y estaría dispuesto a caminar a través de un campo minado de lágrimas? Si el hombre es cristiano - y una sorprendente mayoría de hombres que llegan a los ministerios de Éxodo tiene algún tipo de fe o creencia en la moralidad cristiana - la angustia viene en una o ambas de dos áreas. Primero, y quizás la más obvia, es la angustia que se produce por su conducta. La persona se encuentra en un terrible conflicto por la contradicción que existe entre lo que él cree es buena conducta y lo que está haciendo. Se puede sentir como Pablo, quien escribió en el libro de Romanos 7 sobre lo que es estar impulsado a hacer las cosas que odiamos. Sin embargo, puede sentir que los problemas de Pablo deben haber sido menores comparados al suyo. Esto será así especialmente si su conducta va más allá de la masturbación y de la fantasía. (En este libro incluyo fantasías y masturbación como parte de la conducta homosexual.) Estimaría que más del 90% de los hombres que llegan a los ministerios de ex-gay lo hacen porque sienten un gran conflicto entre su conducta y lo que ellos creen Dios quiere para ellos. La segunda área de angustia tiene que ver con la dirección de sus atracciones sexuales. Se siente sexualmente atraído hacía los hombres pero desea ser atraído hacia las mujeres. En relación a los hombres, la atracción crea un profundo sentimiento de deseo que siente nunca se irá y que cree como cristiano, nunca podrá satisfacer. El deseo puede ser puramente sexual o quizá emocional. Aunque tendemos a pensar sobre la homosexualidad masculina como enfocada en la atracción física y la homosexualidad femenina como una atracción emocional, en muchos hombres hay un casi agobiante dolor de ser abrazado, nutrido, amado por un hombre o al contrario abrazar, nutrir y amar a otro hombre. He oído a hombres cuyo grado de promiscuidad sexual sería increíble de acuerdo a los estándares heterosexuales, derramar su dolor y llorar “No era sexo lo que quería; era solo alguien que me quisiera.” Les creo. Este deseo insatisfecho puede ser tan intenso como el puramente sexual. Por supuesto, los dos no pueden estar totalmente separados. Leanne Payne y otros han dicho muchas veces cómo nuestros deseos sexuales a menudo son deseos emocionales más profundos que hemos llegado a erotizar. La atracción al mismo sexo es solamente uno de los lados de su angustia en relación a la naturaleza de sus atracciones; el otro lado es la falta de atracción al sexo opuesto. No siente en lo más mínimo atracción sexual o romanticismo hacia las mujeres, pero anhela casarse y tener hijos algún día. Como otros hombres, tiene una idea que mucho del propósito de un hombre y de la satisfacción en la vida se da a través del matrimonio y de la paternidad. Quiere sentirse atraído a las mujeres, pero no hay tal cosa. La ausencia de cualquier atracción al sexo opuesto radica en lo que siente que él nunca llevará una vida normal, que está estancado en ese lugar y que nunca podrá continuar con la vida. Existe una tercera área de angustia que no saldrá a la superficie hasta que haya comenzado a trabajar con las dos primeras. Esta tiene que ver con su identidad como hombre. Debido a que esta no es directamente “sexual” como conducta y atracción, puede que al principio no la una en forma cercana a su condición homosexual. Además, es una gran parte de “lo que es” que incluso puede ni siquiera haber pensado que puede ser cambiada. No es una identidad que simplemente dice “soy gay” sino una que va aún más profundo. Dice, “No soy hombre, o por lo menos, no soy un hombre como los demás.” No está a la altura. Volviendo a la adolescencia, incluso antes, se siente diferente a los demás varones, y diferente traducido como “inferior a” o “menos que”. Estos sentimientos continuaron en su adolescencia y en su edad adulta. Inclusive hoy cuando está en compañía de otros hombres, siente que de algún modo no es parte de este mundo. ASPECTOS DEL TEMA DE LA IDENTIDAD. Sus problemas en este respecto se centran en dos áreas de su vida. Primero, experimenta una gran incomodidad o rareza en compañía de los hombres, particularmente grupos de hombres y especialmente en situaciones sin ninguna estructura. Siempre se siente como si estuviera fuera del mundo mirando hacia adentro. No comparte con mucha frecuencia los mismos intereses que otros hombres tienen, y esto sostiene los sentimientos de siempre alejarse de ellos. Segundo, el tema de la identidad se manifiesta en su creencia y frecuentemente en su experiencia que en muchas áreas el no puede hacer las cosas que los hombres hacen. No solo en compañía de otros hombres, sino en familia y en cualquier otro lugar siente una gran insuficiencia para ejercitar las virtudes masculinas, especialmente tomar la iniciativa y ejercer autoridad. Esto puede expresarse en asumir un rol muy pasivo en la vida, como sucede con algunos hombres, o en tomar una frágil posición de firmeza que trata de tapar sus sentimientos de debilidad e inseguridad. Obviamente estas características pueden estar presentes en hombres cuya orientación sexual es heterosexual, pero existe una diferencia fundamental en la naturaleza de este defecto en los dos tipos de hombres. En el hombre con una orientación heterosexual, estas inseguridades se basan en una creencia a menudo subconsciente:” Soy inadecuado como hombre.” En el hombre con orientación homosexual, sin embargo, la creencia que subyace es “No soy hombre.” La mayoría de los varones y de los hombres luchan en forma dura y larga para probar - especialmente a ellos mismos - que son adecuados como hombres. La mayoría de nosotros que crecemos con orientación homosexual nos damos por vencidos en esta batalla en forma temprana. Creyendo que nunca podremos realmente ser hombres, buscamos la virilidad de otro hombre. Cuando se me pide que describa lo que sucede en la restauración de un hombre homosexual, hago referencia a las tres áreas ya descritas: conducta, atracciones e identidad. Explico que quien lucha puede esperar lograr una victoria total o cerca a lo total en el área de su conducta, un significante si no completo giro en la dirección de su atracción sexual, y puede llegar a estar totalmente cómodo y en paz con su identidad masculina - su virilidad. Estoy convencido que tal cambio es posible para cualquier hombre que verdaderamente lo busca y que rinde su vida y su sexualidad a Jesús. EL CENTRO DE LA IDENTIDAD Aunque la restauración del hombre homosexual es en muchas formas un proceso indirecto - fluyendo de los amplios cambios en su vida espiritual - casi cada homosexual vencedor va a tener que confrontar todos los tres elementos del problema. No se restaurará hasta que haya tratado con la conducta, las atracciones y la identidad y hasta cierto punto transformado. Aunque quizá su inclinación natural sea enfocarse en la conducta y en las atracciones - porque es aquí donde siente el mayor agobio - creo que el mayor fruto nacerá en su vida si se enfoca con mayor fuerza (y temprano) en el área de la identidad. Esto es verdad por dos razones. Primero, la identidad es más favorable a ataques directos que la conducta y las atracciones. Tengo que volver a encontrarme con el hombre que un día dijo, “Hoy voy a comenzar sintiéndome atraído hacia las mujeres en vez de a los hombres”, y excepto el milagro de buena fe, encontró que nada en realidad cambió. En cuanto a la conducta, aunque tratando de ser obediente, siempre permanecerá como una parte esencial del proceso de restauración, un cambio en la conducta sin el correspondiente profundo cambio en la identidad, llega a ser un poco más que abstinencia de “white knuckle”. La identidad por otro lado, como mostraré, puede ser cambiada en forma significativa a través de un programa de decisiones conscientes y de acciones específicas. La segunda razón que el proceso de cambio puede ser favorecido tan significativamente al tratar con los temas de identidad, es porque la incompleta identidad masculina del hombre es lo que lo lleva y dirige a atracciones y conductas homosexuales. Esta identidad masculina incompleta o rota, es el mecanismo que le da dirección a nuestras atracciones sexuales y el motor que activa nuestra conducta pecaminosa. Veamos esto en forma detallada. Respecto a las atracciones, la esencia de la atracción sexual parece ser las “diferencias” o “lo otro.” Ciertamente para el hombre de orientación heterosexual, algunas atracciones sexuales se basan en su conocimiento que el pene interactuando con la vagina de la mujer puede producir un placer extraordinario. Pero todos sabemos que hay mucho más en la atracción sexual que solamente esto. ¿Qué respecto a lo senos de la mujer? ¿Porque son un objeto de atracción sexual para el hombre? Son simplemente órganos que están allí para alimentar a los bebés; no poseen una función sexual directa. ¿Qué respecto a la redondez de sus caderas y suavidad de su piel? ¿Qué sobre algunas cosas que ella hace en forma intencional, como dejarse crecer el cabello o usar lápiz labial? ¿Por qué estas cosas incitan la atracción sexual en la mayoría de los hombres? El cuerpo de una mujer, sus senos, su redondez, pueden incitar el deseo en un hombre de ser alimentado, sus diferencias pueden dar intriga a su apetito por lo misterioso; su vulnerabilidad puede disparar su deseo por la conquista. Todo esto tiene sentido, pero lo que más atrae sexualmente a los hombres hacia las mujeres es que ella es “otra”. Ella tiene cosas que un hombre no tiene en sí mismo. Esas características de que la mujer tiene lo que el hombre no tiene, que simbolizan a la mujer, son las que lo atrae hacia ella. Expresan la feminidad y atraen su masculinidad. Mirándolo es forma espiritual, el hombre anhela estar completo, anhela restaurar la parte de él mismo que le fue quitada cuando la mujer fue creada. O, quizá porque el hombre y la mujer juntos pueden reflejar a Dios más hábilmente que un hombre, o una mujer solos, fuimos ambos creados a imagen y semejanza de Dios, el deseo del hombre quizá sea el estar completo y así reflejar a su creador. Yo soy un hombre, y busco encontrar mi realización en una mujer. ¿Pero qué si el hombre no tiene el sentido profundo de que él es un hombre? ¿Sentirá las mismas atracciones hacia las mujeres? ¿Será ella su “otro”? No, y esto es crítico. Si él siente que no está completo como hombre, su primer anhelo no será por las mujeres, sino el de completar su virilidad; entonces se sentirá atraído hacia la masculinidad en otros hombres. Esto será su “otro”. Esto será su costilla perdida. Será su forma de obtener su realización. Sucede entonces que, el desarrollo de su hombría, encontrar la realización en nosotros mismos, hará grandes cosas tanto para disminuir nuestras atracciones hacia el mismo sexo y para comenzar a ser atraídos sexualmente hacia las mujeres. Digo que nuestra incompleta identidad masculina, además de determinar la dirección de nuestras atracciones sexuales, es así mismo el motor que dirige nuestra conducta homosexual. El enorme poder del deseo homosexual se ve en las cosas increíblemente tontas, incluso locas que muchos hombres homosexuales harán para establecer algún tipo de contacto con hombres. ¿Qué causa de otra forma que un hombre sensato elija un joven fuerte y totalmente extraño, y lo lleve a su apartamento, sabiendo perfectamente bien que arriesga el ser atacado, ultrajado, o incluso cosas peores? ¿Por qué un hombre inteligente, profesional, de negocios, casado, arriesga el arresto y la humillación pública teniendo contacto sexual con otro hombre en un baño público? ¿Por qué fui en forma repetitiva a bares de homosexuales en una vía pública en Baltimore, sabiendo que podría ser visto por cualquiera y así ser descubierto mi engaño? Hicimos estas cosas debido a la magnitud del deseo dentro de nosotros. Estábamos impulsados a hacer algún tipo de contacto con algo que representara o simbolizara virilidad: una apariencia fuerte y dura, músculos, el pene de un hombre. Estos eran los símbolos de la hombría.- la virilidad que nosotros no teníamos - y éramos impulsados, a menudo en forma obsesiva, a mirarlos, tocarlos, olerlos, saborearlos, a llega a ser uno con ellos en alguna forma. Nuestra virilidad incompleta gritaba por ello, gritaba por los elementos de los cuales carecía. Leanne Payne ilustra este deseo de la virilidad con su teoría del canibalismo. En Imágenes Rotas describe como los caníbales comen únicamente las personas a quienes ellos admiran, creyendo que comiéndolas pueden adquirir algunos de sus rasgos. Este impulso de “consumir” la virilidad en el hombre homosexual se vuelve obvio: Un hombre que siente que carece de una completa virilidad satisface esta necesidad por medio de su conducta homosexual, esperando adquirir algunas de las virilidades del otro hombre. El punto clave para recordar, sin embargo, es que el deseo de la virilidad de otro hombre está presente solo en el hombre que siente que carece de su propia virilidad. ¿No es ese el caso con toda codicia? Deseamos las cosas que no tenemos, o que creemos que no tenemos. Es tan intenso el deseo – tan poderoso el motor que puede llevar a un hombre a la conducta homosexual - que incluso cuando tal conducta se da de cara, tanto con sus deseos humanos más fundamentales a fin de protegerse a sí mismo y a sus creencias religiosas básicas, no puede detenerse. El tema de la identidad se manifiesta así mismo en otra forma. Muchos de nosotros vemos la falta de haber sido afirmados por hombres (o al contrario el sentimiento de haber sido rechazados) como el elemento clave en el desarrollo de nuestra homosexualidad. Respecto a esto, el poderoso deseo homosexual es un ruego desesperado desde las entrañas de un niño:” ¿No podría algún hombre mostrarme que tengo algo de valor como un hombre a otro hombre? Esto no es solamente un deseo de suavizar el dolor de la baja autoestima. Un hombre puede ser bien valorado por las mujeres en su vida, y él puede reconocer tener dones extraordinarias en ciertas áreas, pero el ruego del pequeño niño sigue allí. Su valor debe ser mostrado por un hombre, y el área valorada debe expresar virilidad. Como con muchas partes de la vida, especialmente las áreas de profunda necesidad, esta necesidad puede convertirse en algo sexual. Desde ese punto en adelante, un enlace sexual o simplemente recibir una señal de que otro hombre lo desea, incluso solamente como un objeto sexual, de alguna forma, temporalmente satisface esta necesidad. Esto tiene mucho que ver con lo que llamo “cruzar en seco” que hacen los hombres homosexuales, ir a lugares donde otros hombres pueden acceder a ellos, inclusive en momentos donde no se desea el contacto sexual. Algunas veces, camino a casa del trabajo, cuando yo sabía que no podía explicar una tardanza de más de media hora, me detenía en un bar gay. No estaba buscando un contacto, solamente esperando que algún hombre me mostrara que me deseaba. SIN ATAJOS PARA CRECER Dios puede fulminar a cualquiera de nosotros y darnos victoria total sobre nuestros pecados sexuales en un instante. Hubo tal fulminación en mi sanidad de la forma en que fui liberado de tener sexo con hombres en el momento de mi conversión. Pero debido a que Dios tiene un plan mucho mejor para nosotros, esta no es la forma en la cual él actúa normalmente. Él no se contenta con vernos solamente satisfacer nuestro deseo de detener nuestra conducta pecaminosa, como tampoco él queda satisfecho de vernos únicamente atraídos sexualmente hacia las mujeres. Él quiere que seamos los hombres que creó que fuéramos, verdaderos hombres en todo aspecto. Él puede permitir que la conducta pecaminosa continúe para llevarnos al punto en el cual rendiremos el poderoso dominio que nos ha atado. De igual manera, puede dejar que el dolor de ser hombre sin desarrollarse continúe para hacernos dispuestos a pasar por el proceso doloroso de crecer a ser los hombres que él creó. Cuando mis hijos estaban creciendo, yo odiaba verlos lastimarse físicamente. Sin embargo, les retiraba las ruedas de apoyo de sus bicicletas. Prefería verlos con unas lastimaduras que el no poder verlos nunca montar en bicicleta. Prefería verlos tratar, caerse, y probar de nuevo que verlos crecer como individuos temerosos. Si esta es su circunstancia, ¿parece como si Dios estuviera jugando con usted? ¿Permite él que usted cuelgue en el viento de su homosexualidad hasta que usted finalmente descubra lo que debe hacer? Ciertamente, no. Una de las principales metáforas que Dios usa para describir la relación que quiere con nosotros es la del padre y el hijo. ¿Qué más desea un hombre para su hijo que verlo crecer en la totalidad de su hombría? ¿Si nosotros, que somos pecadores deseamos esto para nuestros hijos, cuanto más debe Dios desear para nosotros? El que plantó en cada uno de nosotros todos los atributos de la virilidad no querrá nada menos que estos atributos crezcan y florezcan en su totalidad. Y así, como un buen padre disciplina al hijo que ama, así también nuestro Padre nos dejará sufrir en nuestra debilidad hasta que oigamos su voz y comencemos a buscar lo mejor que él tiene para nosotros, nuestra completa hombría. Dios estableció la familia en la cual cada padre le enseñaría a su hijo lo que significa ser hombre. Sabemos que la vida no siempre ha funcionado de esta manera. El pecado llegó al mundo, y la paternidad, como todo lo demás, se volvió imperfecta. Sin embargo, el plan primordial de Dios para nosotros no ha cambiado. Mientras que el plan original de Dios para nuestras vidas haya fracasado debido al pecado del hombre, la redención es nuestra a través de Jesucristo. Dios será nuestro Padre, y él nos llevará a través del proceso que nos traerá a nuestra total hombría. Todas las cosas son nuevas en Cristo Jesús. Reimpreso de Creciendo hacia la Adultez: Reanudando el Camino (c) 2000 de Alan Medinger bajo autorización de Harold Shaw Publishers, Colorado Springs, CO 80920.Todos los derechos reservados. Este libro está disponible en las librerías cristianas. 2008 Exodus Global Alliance. All rights reserved ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.