LAS FIESTAS RELIGIOSAS Y PROFANAS. PARTICIPACIÓN DEL CONCEJO DE LA VILLA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVIII José Fernando Alcaide Aguilar INTRODUCCIÓN entro de los contenidos de la Historia General, de la Historia del País, de la Regional o de la Local han predominado siempre los aspectos referidos al análisis de las temáticas política, social y económica. Sin embargo, de manera relativamente reciente, aquellos que hacen mención a la historia de las mentalidades no han tenido un arraigo profundo, salvo en contadas ocasiones, y de la mano, como casi siempre, de las pautas marcadas por la historiografía francesa. En nuestro Estado esta corriente está gozando de amplia difusión en las últimas décadas contando con un abanico heterogéneo de autores incardinados en las diferentes Universidades que han llevado a una amplia divulgación de los estudios que nos ofrecen una rica interpretación acerca de la actitud humana ante hechos cotidianos o trascendentales: la posición ante la muerte; las creencias religiosas; la solución de los problemas vitales como el alimento, el vestido, la vivienda; las relaciones y las respuestas ante el Poder, las fiestas, tanto religiosas como profanas, el asociacionismo humano y sus necesidades; las relaciones entre los grupos sociales y un largo etcétera. De la mano, y en relación con otras Ciencias Sociales como la Pedagogía, la Sicología y la Antropología, la Ciencia Histórica se apoya en ellas para avanzar en el estudio y análisis de los contenidos mencionados. Hecha esta entrada, pasamos a concreciones de nuestro estudio. D 151 José Fernando Alcaide Aguilar La investigación de este trabajo se centra en el Archivo Municipal de Marchena, y dentro de él, nos hemos introducido en el manejo de las fuentes eminentemente municipales cuales son: las Actas Capitulares, aunque en muchísima menor medida, y en los Libros de Propios que contienen los ingresos y los gastos realizados por el Cabildo sobre asuntos diversos. Dichos gastos e ingresos vienen avalados por los bienes propiedad del Concejo los cuales eran, fundamentalmente, raíces derivados de las propiedades agrarias que en estas fechas, eran aún cuantiosas. Queremos referirnos a los arrendamientos de tierras realizadas a particulares, a la saca de leña, a la renta de los montes y de sus frutos como la bellota entre otros. Los bienes urbanos eran escasos y no producían beneficios. De ellos, de los bienes agrícolas, se extraía el metálico que luego era destinado a los pagos de los diversos actos que se planificaban a lo largo de del año como también al pago de los cargos concejiles, entiéndase, alcaldes, regidores, alguaciles, y a las personas que trabajaban para el Concejo en puestos auxiliares como porteros, maceros, y un largo etcétera. Bien a instancia del Concejo, bien a petición del Señor de la Villa, los numerosos gastos que se ocasionaban, se destinaban, entre otras cuestiones, a las fiestas tanto civiles como religiosas, las cuales se incardinaban en fechas y efemérides muy concretas siguiendo una programación casi fija en el tiempo a las que había que añadir algunas otras que surgían de modo aleatorio pero a las cuales era preciso, también, dar cumplimiento. La mayor parte de ellas eran religiosas y reiterativas en el tiempo siguiendo el calendario del santoral católico. Algunas de ellas han llegado hasta nosotros y hasta nuestros días aunque otras se han perdido en el paso del tiempo. E, incluso, aquellas que consideramos profanas, tenían, intrínsecamente, su connotación religiosa en los ritos y ceremonias de que constaban. En verdad, por tanto, las dedicadas a ensalzar la religión predominaban sobre las laicas lo que nos demuestra que en el primer cuarto del siglo XVIII, contenido cronológico de nuestra investigación, aunque la sociedad civil avanzaba paulatinamente hasta que vaya eclosionando con la Ilustración en el último tercio de la centuria, el dominio de la Iglesia y del Catolicismo impregnaba todos los estamentos de aquella sociedad estamental dominada por los grupos privilegiados. Debemos añadir, del mismo modo, que el Concejo de la villa destinaba grandes partidas dinerarias al cumplimiento de aquellas festividades lo que le llevaba, entre otros motivos y razones, a soportar un déficit crónico: los gastos eran superiores a los ingresos. La participación económica concejil era común en casi todas ellas, bien de una forma directa o indirecta. 152 Las fiestas religiosas y profanas Además, en este tiempo analizado un factor excepcional y extraordinario afectará a toda la sociedad de las postrimerías de la Dinastía Austriaca española o familia de los Habsburgo. No fue otro que la Guerra de Sucesión al Trono de España cuyo representante último fue el monarca Carlos II. De 1702 a 1715 los Reinos de la Península se vieron sometidos a dos niveles bélicos: uno externo, contra determinadas potencias extranjeras tales como Inglaterra, Austria, Holanda y Portugal. Y un segundo frente interno que desembocó en una guerra civil ya que el País se dividió y segregó en dos bandos: el que apoyaba la dinastía francesa de los Borbones con Felipe V al frente y el que abogaba por la candidatura de un pretendiente austriaco en la persona del archiduque Carlos. Ello fue, por consiguiente, un factor que incidió negativamente en el desarrollo de la commemoración de las fiestas al no existir consignación suficiente como deberíamos de pensar que existió en los periodos de paz anterior y posterior. Al ser un conflicto que perduró más de una década, las energías económicas se destinaron a la consecución de la victoria en detrimento en parte, evidentemente, de otros aspectos de la política interior. Tal como estaba organizada administrativamente la Monarquía española, un campo fundamental donde gravitaba el peso, del que se extraían los fondos dinerarios, eran los Concejos o Ayuntamientos y estos se vieron en la obligación de soportar las aportaciones extraordinarias para mantener las tropas de soldados y pertrechos cuando todavía en aquel entonces no existía un ejército oficial. Soldados y pertrechos que iban, mayoritariamente, a la defensa del Estrecho de Gibraltar, a la bahía de Cádiz, contra los enemigos de la Monarquía. En consecuencia, las fiestas organizadas por el Concejo se celebraron durante el tiempo analizado, a pesar de todas las dificultades, pero quizás con un agasajo y ornato menores que en circunstancias normales en tiempos de paz. Dicho todo lo anterior como prolegómeno, y antes de pasar al estudio concreto y pormenorizado de lo investigado debemos indicar que las fiestas durante el primer cuarto del siglo XVIII, podemos clasificarlas según el origen y el destino en: 1. Hechos y ceremonias relacionados con algún acontecimiento importante de la Monarquía. 2. Hechos y ceremonias relacionados con la Guerra de Sucesión al Trono de España. 3. Hechos y ceremonias relacionados con los Duques de Arcos, Señores de Marchena. 4. Hechos y ceremonias relacionados con catástrofes naturales. 5. Hechos y ceremonias relacionados con el santoral religioso católico específico de Marchena. 153 José Fernando Alcaide Aguilar Reseñar de manera rotunda que los datos de los que consta la exposición que, a continuación, mostramos extraídos durante y después de la investigación, tienen un origen económico. Este no es más que un elemento o variante a través del cual se han sacado las conclusiones sobre lo que el Concejo realizaba y su participación en las fiestas. Es, pues, un método indirecto para realizar el estudio. No hemos podido describir el escenario y las ceremonias o ritos festeros. Simplemente, se enumeran en el tiempo y se indican el cuándo y el porqué. Y, en especial, su monto económico distribuido por conceptos y capítulos. 1. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON ALGÚN ACONTECIMIENTO IMPORTANTE DE LA MONARQUÍA El siglo XVIII se abre, políticamente, con la muerte de Carlos II, último y postrer monarca de la dinastía y saga de los Austria la cual, a partir de Carlos I, el Emperador, reinaba en los territorios de España desde el año de 1517. Fueron, pues, doscientos años ininterrumpidos de una Casa Real extranjera, que será, poco después, sustituida por otra procedente del país vecino, Francia, en la familia de los Borbones. En efecto, el Rey Carlos II murió en 1700 sin dejar descendencia. El Imperio Español, aún poderoso, militar y territorialmente, era deseado por las diferentes monarquías europeas en especial por Luis XIV y por el Emperador Leopoldo I los cuales alegaron derechos a la sucesión por estar casados, respectivamente, con infantas, hijas del rey Felipe IV. Por otro lado se encontraba la candidatura del elector de Baviera, José Fernando, preferido por Inglaterra y Holanda que temían la formación de un bloque hispanofrancés o un bloque hispanoalemán.Al morir pronto José Fernando, Carlos II testó a favor de Felipe de Anjou aunque en su última voluntad dejó claro que éste no asumiría la Corona francesa simultaneándola con la de Castilla hecho impuesto por Gran Bretaña. Es aquí, en este contexto histórico, cuando aparecen las primeras noticias en Marchena relacionadas con la defunción de Carlos II. Era entonces Señor de la villa don Joaquín Ponce de León y el uno de diciembre de 1700 se reunía el Cabildo cerrado que contaba con la presencia del licenciado José Navarro, abogado de los Reales Consejos, juez de las rentas reales y Asistente de la ciudad. Ocupaba la alcaldía ordinaria don Juan Maraver Ponce de León e Isidoro de Ahumada era el alguacil. A este cabildo o sesión plenaria actual, llegó la noticia necrológica directamente de la Corte madrileña o bien desde Sevilla, no lo sabemos, y ante ello se acordó hacer demostración de la pena por el monarca. Pero, para esto, los cabildantes acordaron no actuar por sí mismos y, por lo tanto, elevar un escrito al Duque, residente en Madrid, con el fin de recabar su opinión sobre qué debía de hacerse ante aquel acontecimiento extraordinario1 . 1 AMM, Actas Capitulares. Número 11. Cabildo de 1 de diciembre de 1700 154 Las fiestas religiosas y profanas Veintidós días después de haberse celebrado el Cabildo se recibió carta del Duque, fechada en Madrid el 14 de diciembre, donde se expresaba que se hiciesen honras por la muerte de Su Majestad «sin faltar a lo preciso de la función» procurando que se realizase cargando los gastos en los fondos de los bienes de Propios que ya, por entonces, se decía, estaban muy mermados, según afirmaban los cabildantes. Consideraba el Duque que a las exequias debía asistir la villa, es decir, la Corporación Municipal, con la decencia necesaria para lo cual los capitulares o regidores debían llevar el luto adecuado y capa larga o lo que es lo mismo luto de gran gala. Ante estas circunstancias se plantea quién debía de correr con los gastos presentándose la siguiente disyuntiva: si el cabildo o los capitulares. Para ello se llevó la toma de decisión a lo que entonces se denominaban «votos públicos». El alcalde ordinario, Tomás Hurtado de Medina, abogó por hacer las honras con la mayor decencia incluyendo las ceremonias en la Iglesia Mayor de San Juan y que el luto fuese costeado por cada uno de los regidores o concejales. El alguacil mayor, Isidro de Ahumada, defendió una posición intermedia: que la villa le diese a cada capitular diez varas de bayeta y que luego, cada uno corriese con los costos de la confección de los trajes. Los demás regidores admitieron esta última propuesta la cual, luego, fue aceptada por unanimidad.2 Sin embargo, a pesar de lo acordado, en el cabildo celebrado una semana más tarde, concretamente el 17 de enero de 1701, se indica que por la pobreza de la villa y la falta de bayetas no se habían podido ejecutar las honras mayores. Para subsanar esta omisión ante un hecho tan grave como la muerte de un monarca, se acordó que se hicieran en el convento de San Agustín, segundo lugar en importancia después de la Iglesia de San Juan Bautista.3 En efecto, estas honras sí se llevaron a cabo como nos lo demuestran los apuntes registrados en el Libro de Propios con fecha de 12 de marzo de 1701 donde se describen los gastos ocasionados por el acontecimiento desarrollado en el templo de San Agustín. En total importaron 978 reales y 400 maravedíes. No se indica, sin embargo, nada de los gastos por el luto de los capitulares percibiéndose claramente que se destinaron, en mayor cuantía, al pago del clero secular y regular, a la cera, a la música y, en menor medida, a la fabricación del túmulo.4 Todos estos gastos fueron aprobados, como era preceptivo entonces, en sesión de cabildo. En este caso lo fue en el de 2 de abril. Ibídem. Cabildo de 22 de diciembre de 1700 Ibídem. Cabildo de 17 de enero de 1701. 4 Ibídem. Cabildo del 17 de enero de 1701 y Libro de Propios, Legajo 104. Sesión de 12 de marzo de 1701 2 3 155 José Fernando Alcaide Aguilar Muerto el Rey Carlos II, Luis XIV aceptó su testamento en carta enviada el 12 de noviembre a la Reina viuda. Poco después, Felipe de Anjou, el futuro Felipe V, entra en España por Fuenterrabía llegando a Madrid el 18 de febrero de 1701 y jurando en el mismo mes como monarca. También el cabildo marchenero celebrado el 20 de abril de 1701, al llegarle la noticia de su entrada en la Corte, aprueba de manera sencilla y simple realizar alguna demostración de júbilo lo cual consistió en repique de campanas en todas las iglesias y conventos junto con algunos fuegos y luminarias. De la misma manera, como hecho contrario, aprueba que se desechasen los lutos que se habían soportado hasta entonces por el Rey difunto Carlos II.5 Noticia de la entrada del nuevo Rey que llegó bastante tarde a la villa de Marchena al igual que también fue tardía la aprobación de los gastos ocasionados por el júbilo provocado por el ingreso de aquel rey francés en territorio español los cuales montaron la cantidad de 222 reales que se destinaron a fuegos y luminarias instalados en las calles y, especialmente, en los balcones y ventanas del Ayuntamiento en la actual Plaza de Arriba o Ducal. Establecido Felipe V en el trono con el asentimiento o desconocimiento de la mayoría de los españoles, aunque posteriormente el País se dividió en dos bloques a favor o en contra de su reinado, el monarca, a sus 18 años, contraería matrimonio con María Luisa Gabriela de Saboya el 2 de noviembre de 1701. La boda real supondría una carga muy dolorosa para todos los reinos ya que debían de contribuir con sus aportaciones al acontecimiento en función a un reparto que hizo la Casa Borbónica en base, suponemos, a la población de cada aldea, municipio o ciudad. Carga que endosó a Marchena unos meses antes de que estallase el conflicto por la sucesión declarada en junio de 1702 por las potencias de Austria, Inglaterra, Holanda y Dinamarca uniéndose al año siguiente, concretamente en mayo de 1703, Portugal. En el cabildo del 27 de febrero de 1702, se conoció un despacho remitido por el Asistente de la ciudad de Sevilla de fecha 11 del mismo mes, refrendado por Pedro de Suazo, en el que se señalaba el repartimiento que le había tocado a Marchena para sufragar el casamiento de Su Majestad Católica. La cantidad estaba cifrada en 233.654 maravedíes. Dicha cantidad debía de repartirse entre los vecinos y las denominadas «haciendas pecheras». El Cabildo, era lógico, dada la imposición regia, aprobó todas las condiciones, es decir, la totalidad de la cantidad y los plazos aunque hacía constar lo negativo del 5 AMM., Actas Capitulares. Número 1 1. Sesión del 20 de abril de 701. 156 Las fiestas religiosas y profanas hecho basándose en la pobreza extrema a la que estaban sometidos los vecinos de la ciudad por los demás impuestos tanto concejiles, como ducales y de la realeza.6 Debemos esperar seis años para que aparezcan algunas noticias relacionadas con acontecimientos singulares e intrínsecos a la Monarquía o Casa Real. Es de este modo cuando el 23 de febrero de 1708 se aprueba el gasto de 6456 reales para dos contenidos de los cuales no se hace el apunte aparte y distintivo. Nos referimos, por lo tanto, al pago de diversos conceptos por el tránsito de soldados en la villa los cuales iban hacia el Estrecho y las costas gaditanas para combatir al enemigo inglés y otros por la conmemoración del nacimiento del nuevo Príncipe. Y es el 7 de marzo de 1708 cuando se aprueban en los libros de Propios, por acuerdo del Concejo, y a los diputados de fiestas, los gastos referidos al año anterior por los dos festejos celebrados en la villa con motivo del preñado y parto de la Reina. El parto se había producido el 25 de agosto de 1707. El primogénito, Luis I, fue el mayor de los cuatro hijos nacidos del matrimonio con María Luisa Gabriela. Tres infantes nacieron luego de estos esponsales: Felipe, nacido el 2 de julio de 1709; Felipe, nacido el 7 de junio de 1712 y Fernando, el futuro Fernando VI, el 23 de septiembre de 1713. Relacionado con el nacimiento de Luis I, el 28 de septiembre de 1708, los libros de Propios recogen noticias sobre un proceso económico destinado a pagar los débitos del año 1707 correspondientes a los gastos ocasionados por la celebración de los festejos realizados para conmemorar el nacimiento del heredero del monarca Felipe V. Francisco García de Morales, depositario de los bienes del Concejo indicaba en aquella reunión que en el año de 1707 se había celebrado corridas de toros con ocasión del nacimiento del infante. En un escrito dirigido a los responsables de los Propios indicaba que para el lucimiento de las fiestas, fue a Sevilla a realizar un encargo para la colación que debía celebrarse para lo cual se le entregaron 300 reales de un total de 802 que suponía el presupuesto global. Curiosa es la noticia porque su misión había consistido en ir a Sevilla para comprar dulces destinados a la fiesta por valor de 502 reales. Se aprobó el pago del confitero Francisco López, sevillano, y al transportista por su traída a Marchena. Por la fiesta de toros, que sabemos se celebró en septiembre, se pagaron a Gonzalo García, marchante de ganados, vecino de Véjer de la Frontera, 800 reales de los cuales se le quedaron debiendo el valor de un caballo que los toros, en aquella corrida, le habían matado cuando lo rejoneaba de vara larga. A ello había que incluirle su trabajo del rejoneo. 6 Ibídem. Sesión de 27 de febrero de 1702. 157 José Fernando Alcaide Aguilar En efecto el día 17 de septiembre de 1707 se celebró una fiesta de 12 toros de muerte con vara larga por la mañana y garrochones burlescos por la tarde. El costo fue elevado y el tal Gonzalo García se encontraba, aún, en 1708 con problemas para el cobro de esos 800 reales. Incluso la celebración del festejo nos muestra datos interesantes. Se desarrolló en la Plaza de Arriba y las tres ventanas de la casa del Cabildo se arrendaban con el objetivo de obtener fondos. Igualmente apareció un pago de 150 reales que se entregaron a Juan Baena por un caballo que se le compró para el rejoneo burlesco en la fiesta de dichos toros por el nacimiento del heredero y 45 reales a Miguel de Vega «por un poco de dulce» que dio en las fiestas taurinas. De la misma manera se pagaron a Francisco Rodríguez, zapatero, 70 reales por los zapatos que hizo a los lanceadores en aquella corrida por el feliz nacimiento del Príncipe de Asturias. A todo ello hubo que añadirle pagos por el caballo muerto que se utilizó para vara larga cuyo dueño era Juan Gómez, vecino de Morón de la Frontera y al picador.7 Un año después, en la sesión de los Propios del 12 de diciembre de 1709, estando en las casas de morada de Francisco García de Morales, el cual era el encargado del arca de los bienes de la villa, en presencia de Domingo de Herdocia, contador mayor, se aprobaron gastos por valor de 44 reales pagados a José López, maestro cerero, que había vendido a la villa seis hachas de fuego las cuales se habían colocado en las Casas Capitulares para alumbrar durante tres noches por el feliz nacimiento del segundo hijo llamado Felipe, hecho acontecido en julio del propio año. Debemos afirmar que los débitos del Concejo para conmemorar el nacimiento del primogénito Luis I, y, en especial, la corrida que se celebró para este fin, fueron cuantiosos pues todavía en el año 1709 se seguían pagando determinadas partidas entre las que enumeramos las siguientes: Sesenta reales a Francisco Rodríguez Pollero, maestro zapatero de Marchena, quien los reclamaba desde entonces por su trabajo. Había fabricado diversos zapatos para cada uno de los lanceadores venidos de Sevilla para lancear los toros. Previamente, en noviembre de 1708 se había contraído el gasto por el valor de un carnero que Diego de Carmona consumió en el trayecto realizado a Véjer de la Frontera junto con otros marcheneros, para comprar los toros. O los débitos por la cantidad de 50 reales a Miguel Ramírez quien había ido a Sevilla a contratar los lanceadores a los cuales había también comprado las medias usadas para la ocasión.8 Y era lógica esta tardanza en los pagos a los diferentes proveedores porque a los escasos recursos concejiles se sumaba que en estas fechas la Guerra de Sucesión AHM., Libros de Propios. Número 105 Ibídem 7 8 158 Las fiestas religiosas y profanas al Trono se llevaba la mayor parte del presupuesto del Ayuntamiento. Concretamente, el año 1707 está repleto de partidas dirigidas al mantenimiento de las tropas que se alojoban en el llamado «mesón de los caballeros» el cual estaría situado al principio de la calle Mesones del cual recibirá el nombre. Y este episodio bélico extraordinario que llenó la Historia de España desde 1702 a 1714 también tuvo eco en la localidad. Eco a través de diferentes circunstancias tales como la aprobación de sufragios del Concejo de manera directa en su desarrollo: soldados, armas, pertrechos, alojamientos de tropas foráneas y en la conmemoración festiva con su correspondiente pago a cargo del erario público municipal destinado a algún acontecimiento destacable relacionado con la contienda. 2. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON LA GUERRA DE S UCESIÓN AL TRONO. La Guerra de Sucesión se inició, tal como se ha señalado, después de que en septiembre de 1701 se conformase una coalición internacional mediante el Tratado de La Haya llamada la Gran Alianza que englobaba a Austria, Inglaterra, Holanda y Dinamarca contra Francia y España declarándose formalmente en junio de 1702. En mayo de 1703, el país vecino, Portugal, se unió al primer bloque. Las primeras fases de la guerra se desarrollaron en la Península italiana con la intervención de Felipe V el cual pacificó el Reino de las Dos Sicilias venciendo al ejército austriaco y regresando, por Cataluña y Aragón, a Madrid donde llegó el 13 de enero de 1703. Un ejército aliado, en su intento de tomar Cádiz, fue rechazado. Sin embargo, el 4 de mayo de 1704, el Archiduque Carlos desembarca en Lisboa con el favor del rey portugués Pedro II. Su intento de invasión de Castilla por Extremadura sufrió el fracaso. Por el contrario, en 1704, sir George Rooke se apodera de Gibraltar y luego traslada al Archiduque a Barcelona el cual fue recibido triunfalmente. Un hecho importante y crucial se produce en la primavera de 1707. Fue la victoria de Almansa a favor de Felipe V. Como consecuencia, se abolieron y suprimieron los fueros de Valencia y Aragón mediante los Decretos de Nueva Planta. Unos acontecimientos extraordinarios indujeron, poco a poco, a la paz. En 1711 muere el emperador José I siendo su sucesor el Archiduque. A la vez, en Francia muere el Delfín, padre de Felipe V. Ante el miedo a la unión entre los reinos de España y Austria en la persona de Carlos, que suponía la reaparición del bloque hispanoalemán desde los tiempos del emperador Carlos V, Inglaterra se vio en la necesidad de acelerar el proceso de paz. Inglaterra se comprometía a reconocer a Felipe V a cambio de conservar Gibraltar y Menorca. En marzo de 1713 se firma el acuerdo de paz y amistad con la Gran Bretaña y el 11 de abril se aprueba la paz de Utrecht. Por ella, los Países Bajos católicos, el reino de Nápoles, Cerdeña y el ducado de Milán pasaron a Austria desgajándose del 159 José Fernando Alcaide Aguilar Imperio español. Gibraltar y Menorca pasaron a Inglaterra aceptándose el Tratado de Asiento y Comercio con esta nación lo cual favoreció su posición en la América española. Después, Cataluña, que había sido fiel al pretendiente austriaco, se rindió a las tropas borbónicas el día 11 de septiembre de 1714. El 3 de julio de 1715 lo hizo Mallorca. La guerra había concluido poro con la pérdida por parte de Castilla de sus dominios europeos y los propios peninsulares de Menorca y Gibraltar. Es, en este contexto amplio, donde debemos situar la resonancia que tuvieron en Marchena algunos de los acontecimientos bélicos que ensangraron Europa y España durante más de una década y observar cómo reaccionaron las autoridades concejiles ante determinados hechos que fueron conocidos en la población con su consiguiente respuesta conformada en actos, ceremonias o fiestas. Los primeros datos surgen con fecha de 13 de septiembre de 1704 y se refieren a los regocijos celebrados con motivo de la victoria contra Inglaterra. Así se expresan, con estos términos, los documentos. La festividad para conmemorarla se desarrolló de un modo amplio por los conceptos y gastos que se hallan en la documentación de los libros de Propios. Así, por ejemplo, se pagaron a Juan Pérez de Góngora, rector de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, 36 reales y 3 cuartillos en concepto de 4 libras de cera que se quemaron por el uso de seis hachas alquiladas por la propia hermandad las cuales se pusieron en el Cabildo las noches de las luminarias, en concreto, en sus ventanas como era habitual y de costumbre. Igualmente, se pagaron del caudal de los Propios 76 reales de vellón a los tres ministriles que asistieron a las tres noches de los fuegos los cuales hicieron tocar su música por la victoria contra la Armada inglesa. A Francisco de Rojas, maestro cohetero, se le libraron 114 reales de vellón por 18 docenas de cohetes voladores para dicho regocijo y con ocasión de las mismas luminarias. Este regaló dos libras de pólvora para los soldados que asistieron cuando se publicó el bando de la victoria. Eran soldados pertenecientes a dos compañías que se habían alojado en la población en la fonda de Lorenzo de San Pedro por cuya manutención la villa había pagado 138 reales. Continuando con los gastos, aparece otro de 4 reales a Gabriel Bermúdez por haber tocado la caja de guerra en el bando que lanzó el Concejo para que el pueblo pusiese luminarias en sus casas por la victoria mencionada. Y, por último, a Francisco Caballos, maestro carpintero, se le endosaron 30 reales por los barriles que puso en la Plaza del Cabildo la primera noche de las luminarias.9 9 AMM., Libro de Propios. Número 104. Sesión del 13 de septiembre de 1704. 160 Las fiestas religiosas y profanas Así pues, fueron tres noches de celebraciones cuyos actos se ubicaron en la Plaza de Arriba, donde se encontraba el edificio concejil y que consistieron de modo básico en la exposición de luces o iluminación extraordinaria, en fuegos artificiales, en recitales de música y en el bando de guerra que concitaría a las gentes en aquel lugar público donde acudirían a concentrarse y a celebrarlo. No obstante, el año y el hecho nos llevan a una duda cierta. La noticia indica que la festividad se realizó para conmemorar una victoria naval contra la Inglaterra de la Gran Alianza. ¿Qué victoria fue esa que se menciona? En el año 1704 batallas marítimas sólo pueden considerarse dos. Una, el intento del inglés sir George Rooke y el Príncipe de Darmastadt de apoderarse de Barcelona el cual fracasó porque las instituciones catalanas no se sumaron a la causa del archiduque Carlos en ese momento. Y la otra fue la toma de Gibraltar por la misma escuadra a su regreso de Barcelona. Entendemos, por consiguiente que debe referirse a la primera ocasión que sí fue una verdadera victoria al no poder la Gran Alianza tomar una de las ciudades más importantes que apoyaba al bando austriaco. El 30 de diciembre del mismo año encontramos otro pago relacionado con la guerra que se desarrollaba en esos momentos en varios frentes: Baviera y Cataluña. En el templo de San Juan se había celebrado, se dice así textualmente una conferencia donde se trataron asuntos relacionados «a los negocios tocantes a Su Majestad y el bien de la República». El gasto fue el mismo y consistió en el pago al pregonero que convocó a los asistentes. Deducimos que los temas tratados fueron extraordinarios y se denota que la villa de Marchena, como la mayor parte de los reinos castellanos, habían tomado partida por Felipe V encabezando dicha opción el Señor de la villa que se encontraba, como sabemos, en Madrid. El contexto temporal se sitúa después inmediatamente de la pérdida de Gibraltar. Suponemos, igualmente, que los asistentes serían los miembros del Concejo, de la Audiencia del Duque, las autoridades religiosas tanto seculares como regulares y las milicias. Nos extraña, de la misma manera, el lugar, un templo, pero puede explicarse por su importancia y capacidad.10 Casi un año después, se celebra en la Iglesia de Santa María de la Mota una ceremonia que estuvo precedida por una procesión en la que las comunidades religiosas pidieron por «el buen suceso o final feliz del viaje del Rey a Cataluña y por el éxito de las armas católicas contra los enemigos». La procesión y el acto estarían presididos por los alcaldes y regidores ya que se produjeron pagos a los maceros que se habían vestido de gala para aquella ocasión los cuales prestaron sus servicios en el templo privado de los Duques.11 10 11 Ibídem. Sesión del 30 de diciembre de 1704 Ibídem. Sesión del 22 de diciembre de 1705 161 José Fernando Alcaide Aguilar Este hecho es consecuencia y reacción ante el desembarco efectuado el 25 de agosto de 1705 por las tropas aliadas en Barcelona. Con este motivo el archiduque Carlos se proclamó Rey con el nombre de Carlos III lo que condujo a Felipe V a preparar la campaña catalana a la que alude el texto cuando se refiere a la conferencia de la iglesia de San Juan donde se tomaría acuerdos conducentes a la colaboración económica y militar con el monarca borbón para la recuperación de Barcelona. Sin embargo, en octubre de 1706 se produjo el contraataque borbónico con la ayuda de las tropas enviadas por Luis XIV al mando del Duque de Berwick lo que supuso la expulsión de los austriacos de Castilla y el abandono de Madrid por el soberano pretendiente Carlos III. Hecho que fue celebrado en Marchena y del que tenemos conocimiento el 1 de octubre de 1706 cuando se aprueba el gasto de 80 reales para Blas López Becerra, vecino de la villa, por el suministro que hizo de la cera que se consumió en las luminarias que se pusieron con motivo del buen resultado de las armas del borbón en la campaña que hemos descrito. Suceso que trajo fiestas durante tres noches, seguidas del correspondiente júbilo en la Plaza Ducal.12 Debemos esperar hasta el año de 1709 para conocer alguna otra noticia relacionada con los acontecimientos bélicos. A finales, aparece en los Propios una descripción muy somera donde se especifica que se habían hecho pagos para celebrar la victoria sobre Portugal. Victoria festejada, como tantas otras veces con la colocación de luminarias en la población y, en especial, en la Plaza de Arriba. Por el contrario, a fines del año siguiente sí aparece una profusa descripción de los festejos celebrados por la victoria de Felipe V en las dos batallas importantísimas de Brihuega y Villaviciosa. El ejército austriaco fue casi aniquilado lo que produjo un gran alborozo en la población marchenera tal como se denota en la celebración de los festejos. Festejos que se celebraron en dos ámbitos: el popular y el religioso. Los diputados de fiestas del Concejo terminaban así su exposición: «Todo esto se debió a los gastos en luminarias, regocijos y fiestas de iglesia que se celebró en hacimiento de gracias por los felices sucesos que nuestro Rey y Señor Don Felipe V ha tenido destrozando las tropas de los enemigos.»13 Como comprobamos fue la fiesta mayor de todas las descritas hasta ahora y la única donde se evidencian datos referidos a la participación de la población en general. Además de los fuegos artificiales, luminarias y música tradicionales, aparecen elementos novedosos que ya nunca más en este periodo de tiempo hemos encontrado. 12 13 AMM. Propios. Número 105.Sesión del 1 de octubre de 1706. AMM. Propios. Número 107. Sesión del 29 de diciembre de 1710 162 Las fiestas religiosas y profanas Así, por ejemplo, los paseos los cuales no sabemos por donde se realizaban ni en qué consistían aunque se producían por la noche; los refrescos; el regalo de dulces; los higos y las nueces para los niños y el público infantil y juvenil; las chirimías; la mistela y el vino para el consumo general, etc. Y en cuanto a la fiesta religiosa que se llevaría a efecto en el templo de San Juan, destacaremos los actos de acción de gracias al Santísimo Sacramento que estaría expuesto en un altar confeccionado a propósito. Incluso se proporcionan datos muy precisos y precisos sobre el tipo de fuegos artificiales utilizados destacando los raídos y los montantes que suponemos los primeros producirían tracas al ras del suelo y los segundos que serían lanzados al aire. Además, hacemos notar la cantidad extraordinaria en reales empleados en los festejos, la mitad de ella para costear los actos religiosos, y la otra para obtener la participación del pueblo, del Cuarto Estado, que intervino masivamente durante las tres noches que duraron los jolgorios. Debieron pasar cuatro años para que se produjera una nueva noticia que afectase al conflicto bélico. Fue el 7 de abril de 1714. El 10 de julio de 1713 España confirmaba la Paz de Utrecht y en la primavera del año siguiente conocía de dicho acontecimiento. Lo cierto es que en ese mes de abril, de los Propios se extraían 18 reales los cuales se emplearon en pagar a Manuel de Lara, vecino de la ciudad de Sevilla el cual había llegado por vereda con el aviso del Asistente de la urbe hispalense para que se publicase en la villa el Tratado de Paz y Comercio con Inglaterra.14 Finalmente, el 4 de junio de 1715 se conoce la noticia del Tratado de Paz con Portugal cuyo traslado llegó a Marchena a través del veredero José de Escobedo al que los Propios entregaron por su servicio 30 reales. Tratado que puso fin también a las hostilidades con el país vecino aliado en la Guerra de Sucesión con Gran Bretaña. Con estos dos actos se pone fin a la contienda bélica que había soportado Castilla durante 13 años la cual, iniciada como un conflicto dinástico trajo consecuencia, estos otros hechos: la entrada de una nueva dinastía, la pérdida de los territorios europeos que pasaron a Austria, la ocupación del Peñón de Gibraltar desde 1704 por los británicos, una guerra civil y la anulación de los fueros de los Reinos de Aragón y la permanencia de los derechos forales vascos al haber permanecido aquellos territorios como leales al pretendiente francés. 3. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON LOS DUQUES, SEÑORES DE MARCHENA. De todos es conocido que la villa de Marchena tuvo el rango de Señorío desde el siglo XIV hasta el siglo XIX. 14 Ibídem. 163 José Fernando Alcaide Aguilar Los Señores de Marchena controlaban los poderes económicos, administrativos, políticos, judiciales y las mentalidades de sus vasallos en un sistema como el feudal de tanto arraigo en Europa y en los reinos peninsulares. En el campo político-administrativo, entre otras facultades, tenían la de nombrar a los componentes del Concejo o Ayuntamiento conformado por alcaldes, regidores, síndico y Asistente el cual era el brazo derecho de los Duques en la villa y quien controlaba los resortes de la gestión municipal. Por estas razones el Concejo recibía instrucciones del Señor y, al mismo tiempo, era tributario suyo con el cual debía consultar cualquier acontecimiento básico para la ciudad. Si el Concejo era, pues, un órgano dependiente del Noble señorial, debía rendir pleitesía cuando se producía algún hecho relevante relacionado con la familia ya que de esta manera se demostraba su subordinación y agradecimiento. De ahí que entonces a lo largo de estos 25 años analizados, encontremos acuerdos concejiles destinados a satisfacer la honra, el prestigio y el poder del grupo dominante y acatar, claramente, la sumisión hacia este. No obstante, en este espacioso tiempo estudiado, no hemos hallado numerosas noticias relacionadas con ellos quizá a causa de que la guerra hizo imposible la comunicación con la Casa al ser ocupada Madrid, donde residían, en más de una ocasión por las tropas de uno y otro bloque enfrentados. Sería el año de 1704 en el que se producirían las primeras noticias relacionadas con los Señores. En concreto fue un 29 de noviembre cuando se pagaron a Francisco Fernández Redondo, pregonero público de la villa, 25 reales. Veintidós lo fueron por su salario anual en el desempeño de su profesión y tres por haber transportado las bancas del Cabildo al templo de San Agustín utilizadas en la misa que se dedicó a todos los antecesores de los Excelentísimos Señores de la Casa de Arcos. Misa que, suponemos, se celebraría anualmente por los difuntos del Ducado y, en concreto, en este templo del que fueron sus fundadores.15 Indicar que, en estos tiempos, las honras fúnebres por los miembros de la familia ducal, de la aristocracia, de cualquier hidalgo o individuo con determinado patrimonio económico eran propias del Antiguo Régimen y correspondían a la mentalidad religiosa que buscaba la salvación de las almas y su correspondiente premio para la vida eterna una vez que había fallecido el personaje. Aquí, sin embargo, no percibimos esta tesitura en el sentido de que los fondos utilizados para misas y otras ceremonias procediesen del Señorío sino de los fondos 15 AMM. Propios. Número 104. Sesión del 29 de noviembre de 1704 164 Las fiestas religiosas y profanas de los Propios controlados por el Concejo tal como se demuestra a través de los pagos formalizados para llevar a efecto las funciones. Curioso es, y aparece en muchas ocasiones, el traslado de las bancas ubicadas en la sala del Cabildo hacia el templo elegido las cuales serían el signo del poder político enclavado en el campo religioso de una u otra iglesia que, normalmente, eran dos: San Agustín y San Juan por ser los templos de mayor categoría y empaque para las ceremonias. Igual se hace en el año 1705, en noviembre, cuando se le pagan a Lorenzo Chacón seis reales por llevar y traer las bancas del Cabildo a los conventos de San Agustín y Santo Domingo por las honras dedicadas al Duque.16 Siguiendo un orden cronológico, aunque no temático, surge otro festejo religioso destinado a ensalzar al Duque, concretamente el 30 de diciembre, en el que, con el contexto de la Guerra de Sucesión, el Cabildo gastó 703 reales en una misa cantada en la iglesia de San Juan Bautista, misa a Jesús Sacramentado, cuyo motivo fue el deseo de que el Duque tuviese un viaje agraciado al Virreinato de Valencia cuando marchó hacia allá en la campaña de Cataluña en apoyo de las tropas borbónicas.17 Esta cantidad es casi equivalente a otra que se asumió y contrajo el 9 de octubre de 1705 para pagar los oficios por la estancia del propio Señor con sus tropas en el reino de Aragón donde estaría luchando contra los aliados que defendían al pretendiente de Austria. Campaña que, como en otras, concitó la concentración de las mesnadas de la nobleza en apoyo del rey borbón. El pretendiente Carlos había asentado por entonces su capital en Barcelona donde, poco a poco, las autoridades catalanas, la nobleza, las corporaciones y los representantes del pueblo le habían jurado fidelidad. El desglose de los gastos en conmemoración de una feliz campaña y desarrollo favorable a las armas borbónicas fue este: 1. En cera, por 14 libras, 110 reales. 2. Para los ministriles, 24 reales; para los porteros, 28; por las bancas trasladadas a la iglesia por mano del pregonero, 4 reales. 3. A Francisco de Rojas, 36 reales por 6 docenas de cohetes. 4. A Juan Ignacio de Morales por su asistencia con la capilla de música, 140 reales. 5. A don Pedro de la Sierpe, licenciado, 332 reales como costo de la asistencia del clero a los actos. Todo ello montó 702 reales, certificados, como era costumbre, por los diputados de fiestas, valor de la misa cantada que se dedicó al Santísimo Sacramento en la 16 17 Ibídem. Sesión del 11 de noviembre de 1705 Ibídem. Sesión del 30 de diciembre de 1705. 165 José Fernando Alcaide Aguilar iglesia de San Juan y que estuvo expuesto todo el día para la visita de toda la población.18 Transcurren varios años y no es hasta 1712 cuando aparecen otros apuntes relacionados con los oficios religiosos dedicados al Duque. En concreto es una misa cantada y celebrada en el templo de Santo Domingo, sede del convento de dominicos y panteón de los Señores de Marchena. No se especifican los gastos ni tampoco los conceptos. Luego, en la misma sesión, se pagaron, a través de recibo, tres reales a los aguadores que transportaron las bancas del Concejo al templo de San Agustín por las exequias del Señor don Manuel Ponce de León el cual se halla sepultado en mausoleo propio, en el presbiterio. Debieron, desde entonces, celebrarse por su alma de manera anual las honras y exequias puesto que en el año de 1714, en noviembre, aparece también recogida la noticia de que se habían festejado.19 Si había que perpetuar la memoria de los difuntos de la Casa a través del recuerdo de su fallecimiento, nunca hubo mejor ocasión que en la muerte de la Duquesa Guadalupe de Aveyro y Maqueda, personaje extraordinario dentro del linaje, de tanta influencia en él y factora de tantas obras pías en Marchena, en Madrid, en el monasterio de Guadalupe donde se encuentra sepultada,. Persona de extrema devoción, preocupada hasta la obsesión por la salvación de su alma, fue esta portuguesa entroncada con la Casa Real del país vecino, muerta en el año de 1715, año de la finalización de la Guerra de Sucesión al Trono español. Conocemos bien la noticia y los funerales que se hicieron una vez que se conoce su óbito según correo llegado de Madrid. De este modo, el 15 de marzo de ese año, el escribano de Cabildo Juan Álvarez Navarro, dio fe de que en la sesión del 18 de febrero los señores Asistente, justicia y regidores de la villa de Marchen acordaron se hiciese por el alma de la Duquesa de Arcos, madre del Duque, un aniversario general con asistencia de todo el clero de la ciudad y de las comunidades u órdenes religiosas, acompañado de sermón en el convento de San Pedro Mártir, de la orden de predicadores, para el jueves 28 de febrero, aniversario al que hizo previamente la Casa de Arcos o de su Excelencia con la condición de que fuese parecido al que se celebró por el Duque don Manuel Ponce de León, con cargo al caudal de los Propios, pero con discreción y moderación en los gastos para no gravar en demasía a los caudales de la villa. La Duquesa había muerto el 9 de febrero y la noticia había sido conocida a través de escrito remitido por el Señor desde la capital del Reino de Castilla con 18 19 Ibídem. Sesión del 9 de octubre de 1705 AMM. Propios. Número 107. Sesión de 14 de agosto de 1712 y sesión de 28 de noviembre de 1714 166 Las fiestas religiosas y profanas fecha 12 del mismo mes. Escrito remitido a las autoridades concejiles de su villa señorial marchenera con el objetivo de que se le hiciesen los oportunos homenajes. Poco después, se aprobaron con fecha de 15 de marzo los gastos ocasionados por los festejos funerarios: Total, 162620 Un gasto exorbitante teniendo presente lo deficitario de las arcas de los Propios pero magnífica en cuanto se ensalzaba la máxima autoridad representante del Señorío, por ser la Duquesa, por ser mujer y, además, por el prestigio de que gozaba doña Guadalupe en la villa y en todos sus señoríos a causa de su piedad religiosa. Como denotamos a través de los gastos, la villa de Marchena, en sus poderes temporales o civiles y en el campo de la religiosidad estuvo magníficamente representada. Todo el clero regular, el secular, el Cabildo y el pueblo acudieron a los actos organizados en el templo sede fundado por los Duques para albergar a la familia: el convento de San Pedro Mártir. Los actos funerarios tendrían como centro el sermón del predicador, posiblemente dominico, quien realizaría, en demasía, las alabanzas por la Señora Duquesa destacando sus virtudes. Por otro lado la misa concelebrada con ostentación de cera; la música; el repique de campanas en todas las iglesias y conventos; los sacristanes; los monaguillos; los maceros; los alguaciles; los pertigueros; los acólitos; los frailes de los cenobios, etc, compondrían el aparato barroco que escenificaría el paso de la vida a la muerte de la madre del heredero de la corona ducal en aquella ceremonia, suponemos, fastuosa. Pero al igual que se celebraban fiestas fúnebres por algún miembro de la familia de los Ponce de León, de la misma manera se festejaban, a través de actos de júbilo, otros acontecimientos de cariz más positivo y alegre como podían ser los nacimientos del primogénito, con los que se aseguraba la descendencia en el ducado, o bien el de otros hermanos o hermanas segundones los cuales eran destinados también a fomentar el prestigio de la Casa en el ámbito civil o en el religioso. Así, el 9 de noviembre de 1720, cinco años transcurridos desde el fallecimiento de Guadalupe de Aveyro, otro miembro de la estirpe ducal, recibía el homenaje del Concejo de la villa por el parto y feliz nacimiento del hijo. Las fiestas celebradas en su honor, consumieron de los Propios 324 reales en primera instancia correspondientes a los pagos hechos por los siguientes capítulos: a la parroquia y semaneros, al maestro de ceremonias, al sacristán y 55 convites, a los monaguillos y pertigueros, al campanero e incensario, por los repiques de las iglesias de la localidad y la cera para el altar. No se indica el nombre del nacido. 20 Ibídem. Sesión del 15 de marzo de 1715 167 José Fernando Alcaide Aguilar Luego, con idéntica fecha pero con otra facturación, se liberan dos reales de vellón al portero y a los dos maceros por al asistencia a la fiesta de iglesia que se hizo en Santa María donde se indica que fue por el nacimiento del hijo del Duque. A un tal Juan Polo y compañero se le pagaron 12 reales por haber intervenido en la misma ceremonia. Sabemos que era ministril e intervendría en los actos musicales.21 Otro parto, esta vez en 1721, y de una niña a la que se bautizó con el nombre de Teresa de Jesús, se celebró en Santa María de la Mota para conmemorar su nacimiento como hija de la Duquesa. Fue una fiesta grande con sede principal en el templo privado de los Duques aunque el pueblo también participó durante tres noches que duraron los regocijos y el júbilo que se manifestó por la nueva Marquesa. Hubo dos gastos festeros: uno, eminentemente religioso en el templo matriz del Palacio Ducal consistente en misa cantada, exposición del Santísimo y de la Virgen de la Mota, y un segundo, laico y popular con el contenido de luminarias durante tres noches del mes de octubre de aquel año.22 Un tercer nacimiento hemos detectado en el año 1722. En esta ocasión, las honras no se celebraron en Santa María sino en el convento de San Pedro Mártir. Y aquí sí conocemos a la madre. Era la hija de Guadalupe de Aveyro y Maqueda, de nombre Isabel Ponce de León cuyo padre lo fue don Manuel Ponce. El 2 de diciembre de ese año aparecen apuntes de los gastos ocasionados por tal evento. Las ceremonias se habían desarrollado en el altar de San Pío V donde Juan Ignacio Morales había cantado el Te Deum por el cual había recibido 50 reales. Por la misa cantada, los ministriles cobraron 12 reales; los maceros, 8, y 4 el pertiguero. Aparte, José López, maestro cerero, recibió 56 reales por el valor de 20 hachas más 4 libras de cera que se habían empleado en las tres noches de luminarias las cuales se expusieron en las ventanas de las Casas Capitulares. El subtotal costeado fue de 130 reales de vellón.23 Poco después, en las anotaciones reflejadas en 28 de enero de 1722 aparecen gastos para sufragar dos funciones: una en Santo Domingo y otra en Santa María de la Mota. A las primeras, se les denomina honras generales y a las segundas, simplemente, honras. Por lo tanto, deducimos que corta vida pudo tener Isabel porque un poco más tarde, en enero del año en curso, el Cabildo organizó una función de honras por su alma en Santa María de la Mota. Era hermana del Duque don Joaquín y moriría, no lo AMM., Propios. Número 108. Sesión del 9 de noviembre de1720. En total según aparece en los datos contables costó el festejo 338 reales. 22 Ibídem, sesiones del 24 y 27 de octubre de 1721 23 Ibídem. Sesión del 2 de diciembre de 1721 21 168 Las fiestas religiosas y profanas sabemos, probablemente, al poco del parto. Dichas honras se ampliaron el 14 de enero y en total se pagaron 238 reales por los servicios del clero, la capilla de música, los ministriles, los porteros y ministros, derechos de parroquia y la cera consumida en aquellos menesteres a favor de su alma.24 Así pues, y, como conclusión lo destinado al estudio de las relaciones del Concejo con los Señores a lo largo de este cuarto de siglo abarca, generalmente, festejos producidos para conmemorar la memoria de los Duques, en sus fallecimientos o en sus nacimientos, cara y cruz de cualquier individuo, incluso de los de más alto linaje. 5. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON CATÁSTROFES NATURALES. Breve va a ser este capítulo gracias a que existieron en el tiempo investigado pocos sucesos catastróficos relacionados con los fenómenos climatológicos o bien no lo fueron tan graves para que pudieran se recogidos por las autoridades laicas o religiosas. La Naturaleza, en aquel cuarto de siglo, respetó los ciclos meteorológicos que, debemos entender, fueron normales en cuanto a las precipitaciones y temperaturas salvo en dos contadas ocasiones en las que la escasez de agua en el momento clave, la primavera o el otoño, llevaría, por la escasez de la producción agraria (eminentemente trigo y aceite), a fuertes hambrunas, enfermedades, epidemias, muertes y descenso de la población en sus estratos más bajos en el sentido económico. Ante esta debacle, una de las posibles soluciones se procuraba encontrar, según la mentalidad de la época dominada y controlada por las creencias religiosas, en el uso de ella para intentar cambiar aquellas fuerzas naturales que se volvían adversas contra el ser humano el cual, como castigo, se creía, la había recibido por haberse apartado de la divinidad en su vida cotidiana. Dos años, entrando en el hecho, fueron continuos y sucesivos en la escasez de lluvias. Sequía que trajo las malas cosechas para alimentar una población que, en esas fechas, podía oscilar entre los 10.000 y 12.000 habitantes. Fueron los años agrícolas de 1721-1722 y 1722-1723. El 13 de abril de 1722, casi ya entrando la primavera, Alonso de Castro, depositario de los bienes de los Propios, entregó 60 reales que la villa había acordado se diesen de limosna a los hermanos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús, ubicada en el templo de San Sebastián, como gastos de un novenario que habían hecho en la iglesia de la Compañía de Jesús, Santa Isabel actual, por las súplicas para conseguir el agua de lluvia destinadas a los campos, y se cita textualmente :»por la mucha necesidad que padecen»25 24 25 Ibídem. Sesión del mismo día y mes. Ibídem. Sesión del 13 de abril de 1722. 169 José Fernando Alcaide Aguilar Ante ello se realizan las súplicas. Súplicas que se encomiendan a los cofrades del Dulce Nombre quienes realizan durante nueve días una serie de ceremonias en el convento de los jesuitas fundado por San Ignacio de Loyola y con el que tenían una estrecha relación como hemos comprobado en otras ocasiones por distintos motivos y causas. No llovió, y el año completo fue seco. Además continuó en el siguiente tal como aseguran los gastos que se ocasionaron por las mismas circunstancias en el ejercicio agrícola que prosiguió. Catástrofe doble sin la posibilidad de rehacer el extraordinario daño causado por la adversa climatología. Cuatro apuntes contables en los Propios aparecen referidos al año agrario de 1723. El primero se refiere al 2 de abril de 1723. De nuevo, en primavera, cuando las mieses y las cosechas se desarrollan o se pierden por la escasez del líquido elemento. En esta ocasión, se le pagan a José López, maestro cerero, 527 reales que se le debían por las 70 libras y 2 onzas que había suministrado para los 6 días de fiestas que celebró la villa o Ayuntamiento junto con las religiones u órdenes religiosas que se dedicaron al Santísimo Cristo de San Pedro y a Nuestra Señora del Rosario, titulares del convento de San Pedro Mártir, los cuales fueron trasladados en procesión solemne a la iglesia parroquial de San Juan en petición de lluvia. Los gastos, desglosados, se destinaron a ochenta velas de media libra y dos codales y veintiséis hachas de luminarias.26 Ocho días después, el 10 de abril del mismo año, se recogen los pagos destinados a los maceros y porteros del Cabildo por las tres veces que salieron en procesión al templo de San Juan acompañando al Cristo de San Pedro y la Virgen del Rosario. 27 Por fin, el 12 de abril se recogen los últimos pagos de aquellos acontecimientos consistentes en 36 reales por la actuación de los ministriles y el portero del Cabildo y 200 reales a Juan Ignacio de Morales, maestro de capilla de música de la villa, el cual asistió a la procesión y fiesta en petición de las aguas. A ello hubo que añadirle los costos por la asistencia diaria durante cinco días que tuvieron a tercia y misa cantada las religiones u órdenes religiosas de la localidad junto con el clero todos los cuales asistieron a la procesión general que llevó las imágenes mencionadas más arriba. Todos estos habían participado, también, en las letanías que, por las tardes, se desarrollaban en socorro del agua.28 Fueron, por tanto, dos cofradías las que intervinieron en la imprecación del líquido elemento: el Dulce Nombre y el Cristo de San Pedro a las que debe añadirse la imagen del patrono de la localidad. Ibídem. Sesión del 2 de abril de 1723 Ibídem. 28 Ibídem. 26 27 170 Las fiestas religiosas y profanas En el segundo caso, las rogativas consistieron en la salida procesional de las mismas imágenes, en tres ocasiones continuadas, las cuales fueron acompañadas por las fuerzas vivas de la población, el Concejo y el estamento eclesiástico, por las calles del barrio histórico hasta el templo matriz de la villa, el de la Degollación de San Juan Bautista.Acompañamiento oficial donde las autoridades que presidían iban, suponemos, de modo jerárquico, bajo mazas, con la música interpretada por los ministriles y el maestro de capilla. Una vez instalados en el templo, en cinco ocasiones se celebró misa cantada y letanías. No sabemos si llovió o no y qué repercusiones directas tuvo la contraria meteorología después, pero deducimos que las consecuencias fueron absolutamente negativas en un momento en que la tecnología, para paliar los daños, era inexistente. Sólo la misericordia de Dios, a la que se acudía de manera solemne y desesperada, podía remediar en algo la catástrofe natural. 6. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON EL SANTORAL RELIGIOSO. La villa de Marchena, es decir, las autoridades, el Concejo y Cabildo tenían la obligación desde siglos antes de realizar la «salida» anual, o sea, acompañar en sus manifestaciones religiosas, a determinados cultos que, normalmente, estaban relacionados con el santoral pero, de modo especial, con algunos santos los cuales eran patronos o copatronos. Eran, pues, festividades o fiestas fijas, constantes y periódicas. Vamos a tratar de mostrarlas dejando las dedicadas al Corpus las cuales serán motivo de otro análisis en estas Jornadas Históricas. Primeramente, debemos hacer la observación de que trataremos de describir aquellas que aparecen en los libros contables de los Propios durante el período investigado. En segundo lugar, afirmamos que no están aquí todas las que se celebraban porque no aparecen en la contabilidad de los gastos sufragados a favor de estas. En tercer orden, indicamos que hay otras para las que la villa no «salía» de manera oficial pero que también colaboraba en su financiación. Por último, indicamos que, extraordinariamente, se oficiaban otras de manera coyuntural cuando se producía un fenómeno religioso inusual y fuera del tiempo pero en la que, por su importancia, la villa cooperaba. No obstante, relacionamos a continuación aquellas que, desde el siglo XVIII, hacía la ciudad y que se encuentra en un panelito de tabla ubicado en el actual Ayuntamiento, en la Sala de Juntas, aún hoy. Estas eran las que, a instancias de la Monarquía, desarrollaba la villa y cuya fecha podemos datarla sobre mediados de esa centuria. Las describimos textualmente: 171 José Fernando Alcaide Aguilar SALIDAS QUE ESTA VILLA HAZE A LAS FIESTAS QUE CELEBRA Y OBLIGACIONES QUE TIENE ENERO. PATRONO FIESTA DEL SEÑOR SAN SEBASTIÁN CON VÍSPERAS FEBRERO ASISTENCIA A LA SANTA BULLA ABRIL ASISTENCIA A LAS LETANIAS EL DIA DEL SEÑOR SAN MARCOS MAYO ASISTENCIA A LAS TRES LETANÍAS Y FIESTA DE LA APARICION DEL SEÑOR SAN MIGUEL Y ASISTENCIA EN SU IGLESIA. COMPATRONO JUNIO FIESTA Y ASISTENCIA EL DIA DEL CORPUS CHRISTI CON VISPERAS AGOSTO FIESTA Y ASISTENCIA A SEÑOR SAN ROQUE EN SAN LORENZO. ASISTENCIA EL DIA DEL SEÑOR SAN AGUSTÍN CON VISPERAS. COMPATRONO OCTUBRE FIESTA Y ASISTENCIA EN SANTO DOMINGO A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DICIEMBRE FIESTA Y ASISTENCIA EN SEÑOR SAN JUAN EN DESAGRAVIOS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO De la documentación manejada, en las que el Concejo participaba de manera fija, sufragando la totalidad de los costos de la conmemoración, destacaban: San Sebastián y San Agustín, es decir, el Patrono y el Copatrono, aunque existían otras como San Miguel y San Roque los cuales recibían, del mismo modo, idéntica denominación como patronos principales. Por lo tanto, para un estudio más exhaustivo y pormenorizado, aplicaremos el método del análisis individual, patrono a patrono. Y el primero será San Sebastián, el principal de la villa desde su oficialización en el siglo XVII por petición y acuerdo del Concejo. En otro apartado, estudiaremos las festividades religiosas de carácter coyuntural en el tiempo. De todas fiestas de obligada asistencia por parte de la villa, que se recogen relacionadas por meses, en la tablilla propiedad del Ayuntamiento, hemos encontrado 172 Las fiestas religiosas y profanas datos en este tiempo, salvo las de la asistencia a la Santa Bula, a la de Nuestra Señora del Rosario y a la de la concurrencia al Señor San Juan en desagravios del Santísimo Sacramento. 173