EL TABÚ DEL NIÑO CIUDADANO EN BELGRANO HACE BANDERA Y LE SALE DE PRIMERA, DE ADELA BASCH Melania Torres Williams Gianni Rodari dice que las historias tabú son aquellas que hacen fruncir la nariz a más de uno pero son de suma utilidad para los niños 1. Como adultos hemos creado un mundo con reglas que creemos las mejores, un mundo en el que los niños parecerían ser meros receptores de aquellos preceptos impartidos por los «mayores». Este tipo de pensamiento ha hecho mucho daño y nos ha hecho perder de vista lo esencial. Esto parecería ser más «cómodo» pero en realidad implica un gran peligro no sólo para nuestro futuro sino, por sobre todo, para nuestro presente. ¿Qué tipo de universo estamos forjando si nos erigimos como dueños de la verdad y no les damos lugar a los niños que pueden, sin dudas, ayudarnos a desenmarañar este gran enredo en que hemos convertido al mundo? Esta primera persona del plural que estamos utilizando, 1. Gramática de la fantasía, pág.115. 91 este «nosotros» del que estamos hablando, es tan amplio como que cada uno de los adultos somos un universo en nosotros mismos. Mientras algunos mantienen esta ideología perversa que describimos anteriormente, muchos otros trabajan, e intentamos trabajar, para que el niño de ser un «sujeto pasivo» se transforme en «sujeto activo». Adela Basch, escritora argentina que cuenta en su haber con numerosas obras de teatro para niños, es una de esas personas que resisten la idea de pensar a los niños como «menores». Belgrano hace bandera y le sale de primera, obra escrita por Basch es una demostración de cómo para esta autora los niños son ciudadanos tan o más importantes que cualquier adulto. Esta concepción cívica que Basch sabe llevar tan bien en sus obras puede relacionarse con las investigaciones que Francesco Tonucci, pedagogo italiano que ama ser llamado niñólogo, realiza a través de sus viñetas y trabajos teóricos basados en su proyecto «La ciudad de los niños». Los niños son parte fundamental de nuestra sociedad, debemos escucharlos, aprender de ellos, y ayudarlos proponiendo una relación de amor, compañerismo y autoridad solidaria y respetuosa. A partir del estudio de Belgrano hace bandera y le sale de primera y los trabajos de Francesco Tonucci, Gianni Rodari, Paulo Freire y Jorge Dubatti, entre otros, intentaremos desentrañar este tabú que nosotros mismos hemos creado: el tabú del niño ciudadano. Pensando junto a estos autores tomaremos en cuenta tres ejes: A. Nuestra necesidad de valorar a los niños. 92 B. Nuestra necesidad de escuchar a los niños. C. Nuestra necesidad de compartir con los niños. A. Nuestra necesidad de valorar a los niños Para poder reconocer el carácter de ciudadano de un niño es importante que este acto de re-conocer sea la respuesta a un proceso previo de conocimiento. Para poder re-conocer, primero hay que conocer, pero ¿conocer qué? Aunque la respuesta más sencilla y obvia parecería ser que lo que hay que conocer es a los niños, esto nos dejaría en una instancia superficial. Para conocer a los niños primero y antes que nada, nosotros los adultos debemos conocernos a nosotros mismos, reconocer nuestra infancia, recordarla y poder traerla a nuestro presente para tomar la vida desde una experiencia lúdica, desde una vivencia en la que el juego sea parte sustancial. Adela Basch dice: Podría dar otras explicaciones, pero la verdad es que escribo para ellos porque yo todavía sigo siendo una niña y escribo para mis pares. Lo sé porque siento necesidad de payasear, de jugar con las palabras. Y lo sé, también, porque reconozco que necesito seguir aprendiendo, porque no tengo ningún conocimiento certero sobre nada. Lo que me gusta de la literatura para chicos es que puedo abordar las cosas más serias, y hasta graves diría, desde un costado juguetón. Los temas que uno puede tocar en la literatura, ya sea para chicos o para grandes, son siempre los mismos: las cosas del amor y la muerte, la comunicación, el 93 respeto, la tolerancia hacia los demás. 2 Recordar nuestra infancia puede ser un ejercicio maravilloso, y practicar el arte del juego un desafío enriquecedor y por sobre todo divertido. Rafael Spregelburd, teatrista argentino, alguna vez mencionó en el marco de la Escuela de Espectadores dirigida por el Dr. Jorge Dubatti, que la palabra «diversión» proviene del verbo «divertir» y que éste es sinónimo de «divergir», es decir desviar. Él explicaba en aquel ámbito que sus obras buscan divertir, hacernos divergir, desviarnos como espectadores para luego hacernos llegar a un punto impensado para nosotros. En la obra de Adela Basch. Belgrano hace bandera y le sale primera esta intención de divertir se ve en su juego con la palabra que nos lleva a la risa pero que al mismo tiempo por su contenido nos hace divergir y de la risa nos lleva a la reflexión. En la segunda escena del segundo acto podemos leer: Funcionario realista (Toma un enorme papel que tiene impreso en letra muy grande el signo de «pesos». Corta con arte un trozo que representa unas tres cuartas partes.) De acuerdo con el rey y sus mandatos, esto es para los españoles que viven en el virreinato. (El muy pillo se guarda el trozo en un bolsillo. Del resto del 2. Entrevista en el diario Página 12, realizada a la autora por Cecilia Hopkins. 94 papel vuelve a cortar con arte otro trozo que representa tres cuartas partes y se lo da al criollo.) Esto es para los criollos. (El hombre se lo guarda después de mirarlo con asco y hacerlo un bollo.) Hombre criollo ¡Eso no alcanza ni para medio pollo! Funcionario realista Mejor no haga comentarios, ¡porque cuando quiero soy muy sanguinario! (Lo que quedó del papel, que es casi nada, lo corta en mitades y quedan dos minúsculas rebanadas. Le da una a la mujer negra, que a decir verdad, poco se alegra.) Esto es para los negros. Mujer negra ¡Esto no es nada! Funcionario realista ¡Mantené la boca cerrada! (Le da la otra minúscula mitad al aborigen.) Esto es para los indios. Hombre aborigen ¡Esto es una miseria! Funcionario realista No me interesan tus lamentos. ¡Y me voy porque se me acaba el tiempo! (Sale.) 95 En este extracto de la obra uno puede disfrutar del juego de palabras, pero detrás de este juego de rimas y disparates lo que se puede apreciar es la búsqueda de la autora de denunciar la discriminación hacia aquellos que están fuera de las esferas del poder. Basch habla de discriminación racial, social y de género utilizando el teatro para referirse a Manuel Belgrano y su lucha por cambiar la situación reinante en su época. Lo triste es ver que hoy día esta discriminación continúa existiendo. Es en espacios como el del teatro donde podemos encontrar una herramienta valiosa para resistir el status quo. El teatro presentando su mundo paralelo al mundo permite que tanto adultos como niños nos sumerjamos en el universo de las metáforas para poder afrontar la realidad cotidiana. El teatro es un espacio de resistencia y resiliencia: resistencia frente a lo que impera y resiliencia porque de la nada, o desde muy poco, puede crear universos que nos permiten denunciar las injusticias y ampliar nuestra mente y corazón. Lo interesante en Basch es que ella habla de esto en una obra de teatro para niños y al hacerlo entiende que nosotros, los adultos, tenemos la necesidad de valorar a los niños porque ellos como ciudadanos-espectadores-lectores pueden ayudarnos a entender las cosas de mejor manera. Esto es notorio cuando en la misma escena segunda del segundo acto Manuel Belgrano mira al público, en este caso los niños, y: Manuel (Irrumpe súbitamente en la escena dirigiéndose al 96 público.) No sé lo que ustedes piensan, pero yo creo que la situación del virreinato es una vergüenza. ¡Todos los seres humanos merecen igualdad de derechos! ¡Y cuando veo cómo se maltrata a algunos, se me parte el pecho! Mujer negra ¡Opresión! ¡Desigualdad! ¡Maltrato! Hombre aborigen ¡Esta tierra merece ser libre en lugar de ser un virreinato! Este dirigirse al público, es un acto profundo de valoración a los niños. Para entender esto debemos nosotros valorar lo que ellos pueden darnos en su maravillosa y profunda simpleza, y para poder valorarlos y comprenderlos es fundamental escucharlos. Esto nos lleva a nuestro segundo eje. B. Nuestra necesidad de escuchar a los niños Escuchar implica prestar atención, no es un acto meramente pasivo, comprende el ejercicio activo de valorar al otro reconociendo que es prójimo, interlocutor válido y como tal puede enseñarnos algo. Escuchar no es quedarse callado para luego repetir el mismo discurso de siempre, sino que es prestar atención para hacer que nuestra respuesta sea acorde a lo que está siendo dicho. Los niños tienen mucho para dar, tienen mucho que decir, tienen ganas de trabajar 97 en equipo con nosotros para cambiar las cosas que precisan ser cambiadas. Francesco Tonucci en su libro Cuando los niños dicen: ¡Basta! dice: «Escuchar significa tener necesidad de la contribución del otro. No basta con estar interesados, motivados, convencidos de que es una buena técnica para implicar a los niños: hay que sentir sincera y urgentemente su necesidad. Lo importante es necesitar a los niños 3.» Adela Basch escucha a los niños y al escucharlos y valorarlos puede hablarles de manera precisa, directa y sin subestimaciones. Tomando a Manuel Belgrano como protagonista de su obra y mostrando todas las peripecias de este prócer para llegar a crear la bandera Argentina, Basch trata este tema de la escucha atenta y respetuosa y lo hace como una verdadera artista sabe: compartiendo su pensamiento sin redundar en «bajadas de línea» para transmitir un mensaje, sino de una manera dónde la metáfora, la risa y la crítica política se unen. La autora muestra a un candidato político absolutamente egocéntrico. En este caso la escena habla acerca de la declaración de la independencia: Laprida Hoy, 9 de Julio de 1816, el Congreso declara... Candidato ¿Quién es Clara? ¿Eh? ¿Quién es Clara? 3. Página 22. 98 Laprida ¿De qué Clara estás hablando? Candidato ¿Usted quién es? Laprida Yo soy Laprida, el presidente del Congreso de Tucumán. Candidato Usted acaba de decir: «el Congreso de Clara». Laprida ¡Cállese, usted tiene cabeza pero no piensa! ¡Estamos por declarar la independencia! Es un momento único, trascendente, ¡así que salga inmediatamente! Candidato ¿Pero, quién es Clara? Laprida ¡Qué Clara ni qué Clara! ¡Andá a lavarte la cara! ¡Tambor, llévese a ese bruto por favor! 4 La imagen de este candidato decadente, narcisista y ridículo que no puede escuchar y repite siempre la misma 99 pregunta sin poder ver el contexto histórico que por él debería ser ya muy conocido, podría ser leída por nosotros, los adultos, como un reflejo distorsionado de nosotros mismos, un reflejo donde podemos reconocernos mediante la risa, para «divertidos» por esta situación llegar a pensar en nosotros y lo que estamos haciendo. Para poder valorar a los niños reconociendo su saber tan único como peculiar es preciso primero escucharlos de manera activa para responder a sus pedidos y jugar con ellos. Porque si valoramos y escuchamos, entonces entablamos un verdadero diálogo y comenzamos a compartir. Esto nos lleva al tercer eje de nuestro trabajo. C. Nuestra necesidad de compartir con los niños Paulo Freire dice en su libro Cartas a quien pretende enseñar, que «hablar a y con los educandos es una forma sin pretensiones pero altamente positiva que la maestra democrática tiene que dar, dentro de su escuela, su contribución a la formación de ciudadanos y ciudadanas responsables y críticos». 5 Cuando Adela Basch presenta su obra a los niños lo que está haciendo es respetarlos profundamente hablándoles «a» ellos pero al mismo tiempo hablando «con» ellos. Las obras de Basch tienen un alto carácter lúdico y, como en todo juego la participación del otro, (en el caso de los niños este otro es a veces imaginario, 4. Páginas 82-83. 5. Página 97. 100 y en el del teatro es de carne y hueso: el público) es fundamental. Ese otro con el que Basch juega es cada niño y al mismo tiempo cada adulto que acepta participar de esta aventura. El teatro es una experiencia que nos permite compartir con los niños, es convivio, tiene que ver con la comunión profunda entre artistas y público, como dice Jorge Dubatti en una entrevista dada al diario Página 12 6: [...] El teatro es hoy una modalidad de resistencia en una escala ancestral del hombre, el acontecimiento cuerpo a cuerpo, la cultura viviente, la reunión de los artistas y el público, la compañía —en sentido etimológico: compartir el pan—. El teatro se parece a los asados, las fiestas, es simposio. La reunión teatral es una expresión política social, especialmente en la Argentina, ya que nuestro país se convirtió en la posdictadura en un auténtico laboratorio de teatralidad social. El teatro se cuece en el fuego de la infancia, en el sentido que Agamben atribuye al término: seguimos siendo in-fantes (no dotados de habla), existe la experiencia teatral... En su texto dramático Belgrano hace bandera y le sale de primera la autora pone de relieve las condiciones para que los teatristas puedan generar este convivo, este 6. Página 12, Cultura y Espectáculos, 17 de enero de 2006. 101 acto de comunión que excede las palabras, que nos remite en término agambenianos, como refiere Dubatti en la cita antes mencionada, a la «in-fancia». La gran paradoja y logro de Adela Basch es que en su incesante y disparatado juego de palabras, genera las condiciones para que la experiencia en su más alto nivel se dé en la comunión entre artistas y público, entre niños y adultos. Y cuando una autora puede resaltar la experiencia y toma a los niños como «compañeros de pan» lo que logra es destruir este preconcepto del niño ciudadano como tabú para colocarlo en lo más alto. Hay una escena en la obra que dice: Manuel Acá queda fundada una escuela. Y acá otra. Un pueblo sin educación va derecho a la derrota. Soldado criollo 1 Sí, a la «d» rota y a todas las letras rotas. Desde la «a» hasta la zeta. Soldado criollo 2 Y yo ya tengo rota hasta la camiseta. 7 En la escena, «derrota» significa perder, pero al mismo tiempo se relaciona con las letras y la imposibilidad 7. Fragmento de la escena 5 del cuarto acto. 8. Mateo 18:3. 102 de aprenderlas, esto es una metáfora del lugar en el que cae un pueblo cuando carece del derecho a la educación. Jugando con las palabras, y haciendo referencia a ellas, la autora trasciende el lenguaje y da espacio a la experiencia infantil que trasciende lo verbal. Compartir con los niños es una necesidad primordial. Debemos valorarlos, escucharlos y compartir con ellos reconociéndolos como ciudadanos del presente. Hemos, sin quererlo (espero), convertido a los niños en un tabú en sí mismos. Los hemos dejado en un lugar secundario y los hemos colocado en el rol de meros receptores pasivos. Adela Basch y tantos otros demuestran que el teatro puede ser el espacio de resistencia para cambiar esto. Jesucristo dijo que hay que ser como niños 8. Ser como niños tiene que ver con no perder de vista las cosas importantes de la vida, con tener un corazón que busque el bien más allá de cualquier interés mercantilista, con saber disfrutar mediante el juego y entregarse a la aventura de la vida. El teatro es un espacio propicio para compartir, es el espacio para ser como niños, es la experiencia en su mayor expresión. Cuando podemos ver la vida con ojos de niño, podemos reconocer que el otro, en este caso los niños, no son un tabú sino los compañeros de juegos que necesitamos para seguir haciendo crecer la esperanza en que es posible crear entre todos un mundo mejor. Melania Torres Williams 103