VIERNES DESPUÉS DEL DOMINGO 4º DE CUARESMA (Corresponde al actual 5º Domingo de Cuaresma) «Había un enfermo, Lázaro de Betania, aldea de María y de Marta, su hermana» Juan 11,1 1 1.- Si Lázaro quiere decir «hombre a quien Dios ayuda», ¿a quién conviene más este nombre que a Cristo? ¿A quién ayudó más Dios comunicándole su justicia, su misericordia, etc.? [San Atanasio dice], que era igual al Padre en cuanto a la divinidad 2. Pues este Lázaro, Cristo, cuando vino a Betania, luego se sintió enfermo. Betania es la Virgen, pues entrando en su vientre, [Isaías], lo vimos despreciado, y el desecho de los hombres, varón de dolores, y que sabe lo que es padecer (Is 53,3). En entrando en este lugar, cayó enfermo, para que gustando de nuestras miserias y enfermedades, más fácilmente nos allegáramos a él y nos diese ayuda para las pasar, comunicándonos la gracia, cuando por medio de su Madre se la pedimos, diciendo: Ave María. 2.- Con cuántas circunstancias pinta el evangelista que resucitó Cristo a este caballero. A mi cargo que no fue sin misterio. Quiso aquí significar Cristo que el pecador, que está muerto, y va a que le resuciten, ha de guardar en la confesión todas las circunstancias que se requieren. Que no basta decir en general, sino en particular, los estados [de vida], y cuántas veces [se hizo el pecado], y qué fue, y otros requisitos. Y si no lo haces te quedarás muerto para siempre. ¡Oh, cuán bien le conviene al pecador el nombre de este caballero, pues se llama Lázaro! Pues, en pecado estás, no te digo sino Lázaro, [esto es] lleno de laceria, etc. 3. Mira lo que dice San Juan [en el Apocalipsis]: Dices, yo soy rico y hacendado, y de nada tengo falta; y sin embargo ignoras que eres un desdichado, y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo (Ap 3,17). Lázaro eres, mientras estás en pecado. Ciego estás, pues estando rico no ves que estás pobre, etc. Pues [si] quieres ser rico, toma el consejo que te da Dios: Cómprame el oro afinado en el fuego, y así serás rico de verdad (ibid. 18).Vete a los pies del confesor, y con gemidos y dolor llora, porque ofendiste a Dios; y así mercarás el oro de la caridad, encendido en amor de Dios, y así serás rico de virtudes. Mira lo que dice [el Evangelio]: Había un enfermo, llamado Lázaro, como admirándose, y con mucha razón, porque Lázaro quiere decir «ayudado de Dios». Pues, ¿no es de espantar que el cristiano, a quien Dios tanto ama, y por quien se puso en una Cruz, que esté enfermo? Cosa es que espanta. ¡Remedio, mi Dios, pues ellos no lo entienden! [Dice el Salmista]: Da un vuelco a los impíos y no quedará rastro de su maldad (Pr 12,7), para que se afrenten, para que reconozcan que te han ofendido. 3.- Las hermanas, como vieron a su hermano enfermo, y sabían que Cristo estaba en Efrén, en aquella parte del río Jordán, envíanle una carta con solas cuatro palabras: Señor, el que tú amas, está enfermo (Jn 11,3). No dicen, nuestro hermano, sino el que tú amas. No le dicen que venga, porque para Dios no es menester, sino que sepa que el pecador le busca, que él vendrá. Mas, ¿no miráis lo que escriben? Vosotras, gloriosas hermanas, ¿entendéis lo que escribís? ¿Cómo, si Cristo le ama, que es la salud, está enfermo vuestro hermano? ¿Cómo puede ser que la salud ame a la enfermedad? ¿Cómo diremos que un médico quiere bien a su hijo, si estando enfermo, y teniendo la salud en su mano, le deja estar enfermo? No se engañan estas santas [hermanas] en decir que Cristo ama a su hermano, pues Cristo [mismo] dice [a los Apóstoles]: Lázaro, nuestro amigo, duerme (ibid. 11). En los amigos verdaderos de Dios, bien se compadece que estén enfermos, y que le amen; pero en los malos no, sino que si los castiga es para principio de las penas del infierno, como hizo con el rey Antíoco que se le comían [los] gusanos (cfr. 2 M 9,9). Dice la Escritura que este malvado rogaba al Señor, del cual no había de alcanzar misericordia (ibid. 13). Porque esta enfermedad no es para curar, sino para empezar a arder 1 Obras y sermones, vol. I, pp.374-379. SAN ATANASIO, Sobre los Decretos del Sínodo de Nicea. 3 Según el Diccionario, laceria es igual a «miseria», «pobreza», «trabajo», «fatiga» y «molestia». 2 en el infierno, como lo vimos en Caín, Saúl, el Faraón y Herodes, que Dios quiso aquí castigarles de modo, que fuese principio de las penas del infierno. Y a éstos no castiga Dios porque le amen, etc. 4.- Castiga Dios a otros, [y] castígales para que enmienden su vida, y porque se descuidan de demandar perdón a Dios, como en Nabucodonosor, que le llevó siete años como buey, paciendo hierba (cfr. Dn 4,29-30); y [lo mismo] al rey Ezequías, [que enfermó de muerte] (cfr. 4 R 20,1). A éstos castígales, hasta que le pidan perdón y se humillen ante Dios. Así lo dice David: Cubre sus rostros de ignominia, y así, oh Señor, reconocerán tu nombre (Sal 82,17). [Como si dijera]: «Señor, envíales enfermedades, y os buscarán». [Así] lo vemos hoy, que hay mil que no se quieren convertir, [y] envíales Dios una enfermedad, y luego se convierten a Dios [David]: Disparó sus saetas y los disipó; arrojó multitud de rayos y los aterró (Sal 17,15). Las saetas que Dios envía hacen pedazos a los que dan, porque son de amor, y luego a pedazos se van a los vicios. ¿Y qué se sigue? [Salmista]: Que se hicieron visibles los ocultos manantiales de agua (ibid. 16). En verse con las saetas de Dios, luego al reconocerse, se descubren las fuentes de las aguas, las lágrimas de los ojos, y pides a Dios perdón. Pues, ¿ves cómo este castigo es de amor, para que te conviertas a él? 5.- A [otros] castiga Dios, no por [la] enmienda de sus pecados, ni para que sea principio de sus penas, sino para que sea glorificados Dios en ellos y se muestren las virtudes encerradas en ellos. [Dice Job]: Yo no he delinquido y, con todo, mis ojos no ven sino amarguras (Jb 17,2). Y de Tobías dijo el ángel: Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación y la aflicción te probasen (Tb 12,13). Los santos son como el granito de la mostaza que, estando entero, no se siente su fragancia, pero quebradle, etc. Así los santos, si los quiebran, si les dan adversidades, entonces dan fragancia, pues aunque les da trabajos Dios, ámales. Así era la enfermedad de Lázaro. Pues bien dicen las hermanas: Al que tú amas, está enfermo.¡Oh, cuán poquitos hallaremos heridos de estas enfermedades, pero del demonio, mundo y carne todas las calles están llenas!, etc. 6.- Y ésta es una regla universal. [Los primeros discípulos de Cristo confiesan]: Que era preciso pasar por medio de muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios (Hch 14,21). Y [de] Cristo, nuestro Señor, [San Lucas]: Que era necesario que padeciese y así entrara en su gloria (Lc 24,26). Estos [sufrimientos] padecieron todos los santos, [como] San Lorenzo, Santa Águeda, etc., que fueron probados como oro en el crisol (Sb 3,6). El fuego purifica al oro, y quema la paja, y hecha humo. A los pecadores la tribulación les asa, y ellos echan humos de murmuraciones. Pero los hijos de Dios se purifican como el oro. El trigo en la era se trilla, y se aparta el grano de la paja, y el grano se pone en el granero, y la paja en el pajar para las bestias. El labrador espurga los árboles y poda la viña, para que dé más fruto. [Cristo]: Todo sarmiento que no da fruto en mí, lo arranca, y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto (Jn 15,2). El mosto en el lagar, con exprimirle sale [vino]. Así, etc. A las bestias perezosas con el palo y las espuelas las hacen andar. Así Dios: El Señor castiga a los que ama, y en los cuales tiene puesto su afecto, como lo tiene un padre en sus hijos (Pr 3,12). Si, con tener tantas tribulaciones somos malos, y no podemos olvidar el mundo, ¿qué haríamos si no las tuviésemos? Los buenos entienden esta verdad como Job...4. Los malos son como el perro, que lame las llagas y se queda con la podre. Y como el plomo, que se junta con el oro, para que se purifique, y después el plomo se queda con la impuridad y viciosidad del oro. Así [éstos] murmuran y blasfeman, etc. 7.- Muchos rehúsan de servir a Dios, porque entienden que es trabajo domar sus apetitos; lo cual es necesario, y [también] trabajar y llevar [penalidades], etc. Pero por que no estén medrosos, quiero probar que es mayor trabajo el seguir sus apetitos, que no domarlos; y servir a Dios es más descanso, que servir al mundo. Y dame motivo el santo Evangelio de San Mateo que, hablando de la cananea, dice, que su hija estaba muy maltratada del demonio (cfr. Mt 15,22). Y lo mismo puede decir cada cual de su alma, [cuando] está en pecado, siguiendo sus apetitos y sensualidad, y deja de servir a Dios. Y para tratar esto y ver lo que el santo Evangelio contiene, [diré que], cuando el pecador, por condescender con sus apetitos, da entrada al demonio en su alma, él, como señor, la domina como a 4 San Luis anota: «Discurre por sus trabajos». esclava. [Y ahora] no quiero hablar del trabajo que se le espera [al final de su vida], sino de lo [le pasa en] esta presente vida, porque los malos tienen tanto trabajo y tormento, que podemos decir: Están atormentados por el demonio. 8.- Pero diréisme: «Padre, los trabajados son los buenos, [mientras] que los regalados son los malos, como [lo] vemos [en lo] que sintió Jeremías con Dios, [cuando dijo]: ¿Por qué motivo a los impíos todo les sale prósperamente, y lo pasan bien todos los que prevarican y obran el mal? (Jr 12,1). Y de los justos, dijo aquel trabajado Apóstol: Sufrieron escarnios y azotes, además de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba de todos modos, muertos a filo de espada, y anduvieron de acá para allá desamparados, angustiados y maltratados (Hb 11,36-37). No obstante esto, digo ser verdad lo que he propuesto, y con razones lo mostraré. 9.- La primera: Hay en esta ciudad dos enfermos. El uno que empeora con todo lo que le dan; y el otro, con cuanto le dan se halla mejor. Pregunto: ¿Cuál de los dos está en mayor trabajo? Sin comparación está el primero. Al segundo, poca lástima se le ha de tener, pues va mejorando. Estadme atentos. Mientras estamos en este mundo, todos estamos enfermos: tenemos flaquezas y miserias; todos tienen trabajos; los malos en servir al mundo, y los buenos a Dios. Tomad a un avariento: ¡oh, qué de trabajos y desasosiegos! Revuelve la mar y la tierra [para atesorar], y después, en guardar lo que ganó, ¡qué de sobresaltos no se le urden, no [sea] que lo pierda!, etc. Pues si le sucede una pérdida, ¡qué desesperación tan grande [y] qué angustia! Pierde el dormir y el comer, etc. Pues toma un carnal: ¡qué trabajo toma por gozar de un deleite! ¡Qué de malas noches! ¡Qué de sujeción a una mujercilla que hace de él cera y pábilo! Pues un soberbio: si el otro no se le quita el bonete, si ve al otro más ensalzado y que doma las voluntades, etc. ¿Qué queréis que os diga, sino que: Llenos están de dolor y de amargura todos sus días, y ni siquiera de noche gozan de reposo sus almas. ¿Y no es esto una gran vanidad y miseria? (Ecl 2,23). 10.- Trabajos tienen los malos, y los buenos también. A éstos verles heis hoy pobres, perseguidos del mundo; y, si no, ellos se maltratan con ayunos, etc. Pero los trabajos de los buenos son con fruto, con provecho; no les sucede cosa que no redunde en bien de ellos. [San Pablo]: Todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios (Rm 8,28). La pobreza, la mengua, [la escasez], etc. ¿Qué os diré? Hasta los mismos pecados les valen, para que se hagan más humildes. [Isaías]: Dad al varón justo la enhorabuena, porque comerá del fruto de sus buenas obras. En cambio, ¡ay del impío maléfico!, porque se le pagará según merecen sus acciones (Is 3,10-11). Porque, si aquí tienen trabajo, mayor también lo tendrán allá. Luego, si los buenos con los trabajos mejoran y sacan fruto, y los malos empeoran, y no sacan fruto, visto está que mayor trabajo es seguir sus apetitos, que no domarlos. 11.- Entenderlo heis por este ejemplo. Si dos cavasen, cada cual en su campo, y el uno tuviese por cierto que ha de hallar un gran tesoro, y el otro, que ha de venir un león y despedazarle, ¿cuál tendría mayor trabajo? ¡Oh, hombres desatinados!, que estáis trabajando en el mundo por cumplir vuestros apetitos, y os parece que la vida de los que trabajan en servir a Dios no la podéis llevar, ¿cómo no dáis en la cuenta, que vuestros trabajos son mayores sin comparación, porque a los buenos alíviales el saber que han de hallar el tesoro de la salvación? [San Mateo]: El Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo. Lo descubre un hombre y lo oculta, y en su alegría va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo (Mt 13,44). Pero los otros, ¡qué alivio!, que, después de tantos trabajos, no alcanzarán el tesoro, antes con recelo están si vendrá el león, la muerte, y les despedazará. No se puede negar que son mayores los trabajos de los malos, etc. 12.- Otra razón. ¿De dónde sale el dolor y trabajo? Del amor, porque es la raíz de los tormentos y principio de todos los afectos. Muérese un hombre, dueleos, porque le querías bien, y tanto más os duele, si le queríades mucho. Y si le queríades mal, no se os da nada, antes os holgáis cuanto más le aborrecíades. Y aún este aborrecimiento se funda en el amor. Por eso aborrecéis a uno, porque os hace perjuicio a lo que amábades. Sois un soberbio; daos en la honra si no se quita el bonete, no os sacaron en el oficio, etc. De suerte que el amor es principio del dolor, porque entonces se duele uno, cuando padece detrimento en lo que ama. Ahora veréis cómo los malos son los que padecen dolor, y aún ellos solos, y no los buenos, antes éstos están ajenos de ellos. El amor del malo, ¿dónde está? En la riqueza, en la honra, en la mujercilla, en el juego, etc. En tocándole en la honra, veréis qué dolor. [Que] ensalcen más a otro, o tóquenle en la honra, [y] despedazarse ha, etc. Las cosas de este mundo son de tal calidad que no dan contento perfecto, y como el triste del malo ahora va tras de una cosa, y ahora tras otra, cuando tiene la una, le falta la otra. Y así él está en continuo trabajo por la afición que les tiene. Por lo contrario, el bueno tiene su afición puesta en Dios, no en la hacienda, etc. Por tanto, aunque padezca en la hacienda, o en la honra, no tiene pena. [Dice el Sabio]: Ningún acontecimiento podrá contristar al justo; pero los impíos, por el contrario, estarán siempre llenos de pesadumbre (Pr 12,21). ¡No busquéis tristeza en casa del justo! Aunque no hubiese otra cosa, para que los acaecimientos del mundo no diesen pena a los hombres, habían de ser buenos. 13.- ¡Cuán diferente sentimiento hacen los trabajos en el corazón del malo, que en el del bueno! Atormenta el demonio a los malos y a los buenos, pero hay diferencia, que el tormento de los buenos es con fruto y causa gusto. [San Pablo]: Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación ejercita la paciencia, la paciencia sirve de prueba a nuestra fe, la prueba produce esperanza, y la esperanza no defrauda, porque la caridad de Dios ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Rm 5,3-5). Pero los malos sienten gran trabajo en todo lo que padecen. [Se dice en el Deuteronomio]: Sus uvas son uvas de hiel, y llenos están de amargura sus racimos. Hiel de dragones es su vino, y veneno de áspides, para el cual no hay remedio (Dt 32,32-33). Y así buscan descanso y no lo alcanzan, por la grande afición que tienen a estas cosas transitorias, y a sí mismos. Y así está la verdad en limpio, que más trabajan los malos que los buenos. 14.- Dícenos el evangelista que Jesús amaba a Marta, a su hermana María y a Lázaro (Jn 11,5). ¿No les había de amar, pues eran tan conformes, tan buenos y queridos, que en enfermar el hermano, luego ellas asistieron a servirle, como los hijos de Job, que a do uno hacía convite, allí todos conformes asistían? (cfr. Jb 1,4). Tres cosas dice Dios que le agradan mucho: entre las cuales es una la conformidad de los hermanos, como estos tres. En estos tres hermanos nos ha pintado Dios los estados de los buenos y malos. Por Marta y María son entendidos los buenos. Por María los contemplativos, y por Marta los activos, porque no hay otros estados de buenos. Pero los malos son representados por Lázaro, muertos, sin sentidos de las cosas de Dios. El camino de los buenos es el cielo, [por eso] todos dicen: Iremos a la casa del Señor (Sal 121,1). El primer paso que dan es escribir una carta: Señor, al que amas, está enfermo. Porque ésta es la primera señal de un alma de Dios, que tenga enfermedades, que esté trocada; que lo amargo le sea dulce, y lo dulce amargo; que los pecados que antes le parecían dulces, ahora le parezcan amargos; y lo que le parecía amargo, esto es, las virtudes, ahora sean dulces. Pues éste es el primer paso de los buenos [para ir al cielo]. 15.- El segundo paso es salir a recibir a Cristo, como estas hermanas, que no se contentaron con saber que venía Cristo, sino que le salieron a recibir. Así tú [has de hacer], pues Cristo dejó su casa y su corte para venir a morir por ti. [Jeremías]: He desamparado mi casa, he abandonado mi heredad, y he entregado lo que eran las delicias de mi alma en manos de mis enemigos (Jr 12,7). Tú, por mostrarte grato, hasle de salir al camino, renunciando [a] tu propia voluntad, antes que te lo diga. Antes que llegue a tu alma, has de salir a recibirle, limpio de conciencia. Y éste es el segundo paso que has de dar [para ir al cielo] 16.- El tercer paso es contarle [a Cristo] tus trabajos, como estas hermanas, que, en verle, le dicen: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano (Jn 11,21). [Esto es]: «¡Oh, Señor, si vos hubiérades estado aquí en mi alma, mi espíritu, que me le habéis vos dado como hermano mío, no hubiera muerto con tantos pecados!» Habéisle de contar vuestras querellas. ¿A quién diré yo mis quejas, sino a vos? [Salmista]: Derramad vuestros corazones en su acatamiento (Sal 61,9). Cristianos, derramad vuestros corazones ante Dios, que es sabio para enseñaros [el] modo para aprovechar; [y] es fuerte, para darte fortaleza para resistir. Él mismo lo dice: Venid a mí todos los que estáis apenados y sobrecargados, y yo os aliviaré (Mt 11,28). [Esto es]: «Los que estáis cargados de trabajos y lágrimas, venid a mí, que yo os tengo de consolar». [Dice Isaías]: El espíritu del Señor reposa sobre mí, porque el Señor me ha ungido y me ha enviado para evangelizar a los humildes, para curar a los de corazón contrito, y predicar la redención a los esclavos, y la libertad a los encarcelados (Is 61,1). ¡Oh, Señor! Bien seáis venido, pues venís a consolar a los que lloran, porque creo yo que en este pueblo hallaréis tantos llantos [por las] muertes de padres, etc. Pero mira que [el texto] no dice que viene a consolar, sino a los que lloran a Sión, [a los que lloran por] la cautividad en que están puestos por el pecado. Pues, hermano, llora tus pecados, di tus angustias a Cristo, que es el que te ha de consolar, y no otro. Dijéronle luego a Cristo estas hermanas sus dolores, etc.: Señor, si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano. 17.- El último paso que has de dar, como estas hermanas, es ir a llorar y enterrar a Lázaro. Dejar la contemplación, y llorar los pecados con que Dios se ofende. Llorar [por] las almas que están muertas y sepultadas en los sepulcros de sus cuerpos, y desear su salud, aunque sea a costa de tu salud y vida. [San Juan]: No cabe amor más grande que el dar la propia vida por los amigos (Jn 15,13). Bueno es que estés lleno de amor de Dios, pero mejor que salgas por arriba, que pongas la vida [por los demás]. Éstos son los caminos de los buenos. Éstos pasos anduvieron estas hermanas. Plegue a la divina bondad que los andemos nosotros, para que lleguemos a do ellas llegaron. 18.- Lázaro figura al pecador que está en pecado, [y] cuyos pasos son pestilenciales. El primero, estar enfermo para las cosas de Dios. El segundo, dormir, pues, entonces duermes, cuando en las cosas de Dios te detienes como muerto. El tercero, estar muerto, como Lázaro, cuando das consentimiento al pecado. Veis aquí, hermanos, los caminos por do vais al infierno, como dice [el Apóstol] Santiago: Así como saliendo el sol ardiente, se va secando la hierba, cae la flor, y acábase toda su vistosa hermosura, así también el rico se marchitará en sus andanzas (St 1,11). El cuarto paso es estar en el sepulcro hediondo. Cuando tú no has puesto el pecado por obra, sino consentido no más, aún no hiedes; pero cuando sale a la obra el pecado, entonces ya estás hediondo y hiedes, ya estás en el sepulcro de tu infamia, [y] hiedes a todo el mundo. Éstos son los pasos que andan los malos, de los cuales dijo Salomón: El camino de los impíos está lleno de tinieblas, y no advierten el precipicio en el que van a caer (Pr 4,19). Mas, hablando de los buenos, dijo: Examina la senda en la que ponen sus pies, y verás cómo son firmes todos tus pasos (ibid. 26), porque el camino de los buenos es estrecho. [Cristo]: ¡Qué estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida y qué pocos son los que la encuentran!, mientras que la puerta que conduce a la perdición es ancha y el camino espacioso, y son muchos los que entran por ella (Mt 7,1314). Porque por allí caben adulterios, hurtos, homicidios y todos los siete pecados mortales. Lloremos, hermanos míos, [a] estos muertos. Supliquemos a Dios que los quiera resucitar, para que no mueran tan desastradamente, y merezcan conseguir la gloria con los ángeles. Y si así lo hiciéremos, tendremos aquí la gracia y en el futuro la gloria. Amén.