Grito de dolor es Eduardo Caccia Pocos países nacen, como en un parto, acompañados de un grito. La circunstancia mexicana añade otro diferenciador ginecobstétrico: nacimos del grito de Dolores. Y seguimos gritando. Prueba de ello es que una de las fiestas más representativas de lo mexicano es la reverberación de aquella madrugada cuando Miguel Hidalgo, a su modo y contexto dijo una especie de “¡Ya basta!” para exigir un cambio. Usualmente explicamos la lucha de independencia contestando de QUIÉN nos independizamos, aparece entonces la Corona abusiva que mantenía para sí el 90% del producto interno bruto de la Nueva España, generando una pobrísima política de inversión social en la colonia, caldo de cultivo de la miseria y otros males delincuenciales. Pero si giramos el enfoque y nos preguntamos de QUÉ nos independizamos, el panorama adquiere otros matices. El abuso del poder, la marcada división social, la inequidad en el reparto del ingreso, incompetencia de la clase dirigente, falta de oportunidades económicas, desempleo, subdesarrollo social y educativo, manipulación de las élites políticas, civiles y religiosas, ¡con justa razón gritó Hidalgo y miles se sumaron a la causa! Y seguimos gritando, sí, porque ya no está la Corona Española encima de nosotros, ya no está el QUIÉN, pero el QUÉ subsiste. En casi 200 años de vida independiente la nación emergente ha sido incapaz de independizarse, seguimos atados a las consecuencias negativas que motivaron la lucha. Nuestra fiesta patria del 15 y 16 de Septiembre debería ser el “Grito de Identidad”, hasta que logremos la verdadera independencia de los males que siguen azotando a la sociedad. Un buen retrato de la colonia en los años previos a la guerra de Independencia nos lo da Rosa Ma. Gómez en su estudio “Vagos y mendigos en la Ciudad de México a fines de la Colonia”, donde nos pinta (periodo 1759-­‐1799) una ciudad de 100 mil habitantes que ya sufría de delitos como robo, asalto, discriminación social, desempleo y claro, autoridades ineptas. Compárese este panorama con lo que vivimos hoy en día en las principales ciudades del país. Nada menos, MURAL en Guadalajara ha expuesto los llamados “motoladrones” que operan en la Zona Rosa tapatía, ante la insensibilidad y aparente cobijo de las autoridades. Cito una parte del estudio de Gómez, hablando de los delitos: “estos males se mantenían vigentes debido a la falta de interés por parte de las autoridades encargadas de brindar seguridad y orden a la sociedad virreinal. La abulia, la corrupción y la negligencia, aunadas a la falta de alicientes económicos encaminados a la seguridad pública en la ciudad de México —y en toda la Nueva España— originaron que el mal continuara.” Y seguimos gritando. Ahora compárese la reacción del Presidente Municipal de Guadalajara, Francisco Ayón, quién, según testimonio de Cúpula, en MURAL, responde “¡ya, ya, ya!” a quien le preguntó sobre las actividades de la autoridad contra el azote de los motoladrones. Compárense también los favoritismos clasistas virreinales con los padrinazgos políticos actuales, ayer cómo ahora se sigue solapando, desde el poder, la participación de actores incompetentes y nefastos para la vida nacional. ¿No acaso quisiéramos independizarnos de liderazgos sindicales, monopolios abusivos, corrupción, burocratismo, complicidad policial, narcoterror, desempleo, estancamiento económico, leyes obsoletas que cobijan delincuentes, opacidad informativa y más? Cabría preguntarnos, ¿quién sintió o siente más miedo? Un habitante de la Nueva España en las postrimerías de la Colonia o un habitante del México actual. La respuesta desanima como para festejar, por ello digo que nuestro grito es de identidad, de reafirmar que nos gusta la fiesta, el color, el bullicio y la alegría, las luces artificiales en el cielo, el mariachi, las campanadas, el recuerdo nostálgico de nuestro origen, los amigos y la familia. Un pueblo que es capaz de celebrar así, que tiene color y alegría en su genoma, merece verdaderamente la libertad. Acostumbramos celebrar a los héroes que nos dieron patria y libertad, hoy necesitamos héroes que nos quiten el miedo. Sólo es libre un país que vive sin miedo. Si Hidalgo viviera, volvería a gritar. Si te gustó, escríbeme. Si no, también: Sígueme en Twitter: Visita mis páginas: ecaccia@mindcode.com @ecaccia http://www.mindcode.com http://www.eduardocaccia.com Eduardo Caccia ayuda a las empresas a innovar (vender más), a partir de entender el consciente y el subconsciente del consumidor. Really? Publicado en Reforma y Mural, el 16 de Septiembre de 2012.