Alejandro de Alejandría, Santo

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Alejandro de Alejandría, Santo
2016-02-26- Columnas-Efemerides
Por: Bernardino Llorca, S. I.
Patriarca de Alejandra, 26 de febrero
Martirologio Romano:
Conmemoracin de san Alejandro, obispo, anciano clebre por el celo de su fe, que fue
elegido para la sede alejandrina como sucesor de san Pedro y rechaz la nefasta hereja
de su presbtero Arrio, que se haba apartado de la comunin de la Iglesia. Junto con
trescientos dieciocho Padres particip en el primer Concilio de Nicea, que conden tal
error ( 326)
Etimolgicamente: Alejandro = Aquel que protege a los hombres. Viene de la lengua
griega.
Breve Biografa
San Alejandro, patriarca de Alejandra, tiene una especial significacin en la historia de la
Iglesia a principios del siglo IV, por haber sido el primero en descubrir y condenar la
hereja de Arrio y haber iniciado la campaa contra esta hereja, que tanto preocup a la
Iglesia durante aquel siglo. A l cabe tambin la gloria de haber formado y asociado en el
gobierno de la Iglesia alejandrina a San Atanasio, preparndose de este modo un digno
sucesor, que deba ser el portavoz de la ortodoxia catlica en las luchas contra el
arrianismo.
Nacido Alejandro hacia el ao 250, ya durante el gobierno de Pedro de Alejandra se
distingui de un modo especial en aquella Iglesia. Los pocos datos que poseemos sobre
sus primeras actividades nos han sido transmitidos por los historiadores Scrates,
Sozomeno y Teodoreto de Ciro, a los que debemos aadir la interesante informacin de
San Atanasio. As, pues, en general, podemos afirmar que las fuentes son relativamente
seguras.
El primer rasgo de su vida, en el que convienen todos los historiadores, nos lo presenta
como un hombre de carcter dulce y afable, lleno siempre de un entraable amor y
caridad para con sus hermanos y en particular para con los pobres. Esta caridad, unida
con un espritu de conciliaci6n, tan conforme con los rasgos caractersticos de la primitiva
Iglesia, proyectan una luz muy especial sobre la figura de San Alejandro de Alejandra,
que conviene tener muy presente en medio de las persistentes luchas que tuvo que
mantener ms tarde contra la hereja; pues, vindolo envuelto en las ms duras batallas
contra el arrianismo, pudiera creerse que era de carcter belicoso, intransigente y
acometedor. En realidad, San Alejandro era, por inclinacin natural, todo lo contrario;
pero posea juntamente una profunda estima y un claro conocimiento de la verdadera
ortodoxia, unidos con un abrasado celo por la gloria de Dios y la defensa de la Iglesia, lo
cual lo obligaba a sobreponerse constantemente a su carcter afable, bondadoso y
caritativo, y a emprender las ms duras batallas contra la hereja.
De este espritu de caridad y conciliacin, que constituyen la base fundamental de su
carcter, dio bien pronto claras pruebas en su primer encuentro con Arrio. Este comenz a
manifestar su espritu inquieto y rebelde, afilindose al partido de los melecianos,
constituido por los partidarios del obispo Melecio de Lycpolis, que mantena un
verdadero cisma frente al legtimo obispo Pedro de Alejandra. Por este motivo Arrio haba
sido arrojado por su obispo de la dicesis de Alejandra. Alejandro, pues, se interpuso con
todo el peso de su autoridad y prestigio, y obtuvo, no slo su readmisin en la dicesis, sino
su ordenacin sacerdotal por Aquillas, sucesor de Pedro en la sede de Alejandra.
Muerto, pues, prematuramente Aquillas el ao 313, sucedile el mismo Alejandro, y por
cierto son curiosas algunas circunstancias que sobre esta eleccin nos transmiten sus
bigrafos. Filostorgo asegura que Arrio, al frente entonces de la iglesia de Baucalis, apoy
decididamente esta eleccin, lo cual se hace muy verosmil si tenemos presente la
conducta observada con l por Alejandro. Mas, por otra parte, Teodoreto atestigua que
Arrio haba presentado su propia candidatura a Alejandra frente a Alejandro, y que,
precisamente por haber sido ste preferido, concibi desde entonces contra l una
verdadera aversin y una marcada enemistad.
Sea de eso lo que se quiera, Arrio mantuvo durante los primeros aos las ms cordiales
relaciones con su obispo, el nuevo patriarca de Alejandra, San Alejandro. Este desarroll
entre tanto una intensa labor apostlica y caritativa en consonancia con sus inclinaciones
naturales y con su carcter afable y bondadoso. Uno de los rasgos que hacen resaltar los
historiadores en esta etapa de su vida, es su predileccin por los cristianos que se
retiraban del mundo y se entregaban al servicio de Dios en la soledad. Precisamente en
este tiempo comenzaban a poblarse los desiertos de Egipto de aquellos anacoretas
que, siguiendo los ejemplos de San Pablo, primer ermitao, de San Antonio y otros
maestros de la vida solitaria, daban el ms sublime ejemplo de la perfecta entrega y
consagracin a Dios. Estimando, pues, en su justo valor la virtud de algunos entre ellos,
psoles al frente de algunas iglesias, y atestiguan sus bigrafos que fue feliz en la eleccin
de estos prelados.
Por otra parte se refiere que hizo levantar la iglesia dedicada a San Teons, que fue la
ms grandiosa de las construidas hasta entonces en Alejandra. Al mismo tiempo consigui
mantener la paz y tranquilidad de las iglesias del Egipto, a pesar de la oposicin que
ofrecieron algunos en la cuestin sobre el da de la celebracin de la Pascua y, sobre todo,
de las dificultades promovidas por los melecianos, que persistan en el cisma, negando
la obediencia al obispo legtimo. Pero lo ms digno de notarse es su intervencin en la
cuestin ocasionada por Atanasio en sus primeros aos. En efecto, nio todava, haba
procedido Atanasio a bautizar a algunos de sus camaradas, dando origen a la discusin
sobre la validez de este bautismo. San Alejandro resolvi favorablemente la controversia,
constituyndose desde entonces en protector y promoviendo la esmerada formacin de
aquel nio, que deba ser su sucesor y el paladn de la causa catlica.
Pero la verdadera significacin de San Alejandro de Alejandra fue su acertada intervencin
en todo el asunto de Arrio y del arrianismo, y su decidida defensa de la ortodoxia catlica.
En efecto, ya antes del ao 318, comenz a manifestar Arrio una marcada oposicin al
patriarca Alejandro de Alejandra. Esta se vio de un modo especial en la doctrina, pues
mientras Alejandro insista claramente en la divinidad del Hijo y su igualdad perfecta con
el Padre, Arrio comenz a esparcir la doctrina de que no existe ms que un solo Dios, que
es el Padre, eterno, perfectsimo e inmutable, y, por consiguiente, el Hijo o el Verbo no
es eterno, sino que tiene principio, ni es de la misma naturaleza del Padre, sino pura
criatura. La tendencia general era rebajar la significacin del Verbo, al que se conceba
como inferior y subordinado al Padre. Es lo que se designaba como subordinacianismo,
verdadero racionalismo, que trataba de evitar el misterio de la Trinidad y de la distincin
de personas divinas. Mas, por otra parte, como los racionalistas modernos, para evitar
el escndalo de los simples fieles, ponderaban las excelencias del Verbo, si bien stas no
lo elevaban ms all del nivel de pura criatura.
En un principio, Atrio esparci estas ideas con la mayor reserva y solamente entre los
crculos ms ntimos. Mas como encontrara buena acogida en muchos elementos
procedentes del paganismo, acostumbrados a la idea del Dios supremo y los dioses
subordinados, e incluso en algunos crculos cristianos, a quienes les pareca la mejor
manera de impugnar el mayor enemigo de entonces, que era el sabelianismo, procedi
ya con menos cuidado y fue conquistando muchos adeptos entre los clrigos y laicos de
Alejandra y otras dicesis de Egipto. Bien pronto, pues, se dio cuenta el patriarca
Alejandro de la nueva hereja e inmediatamente se hizo cargo de sus gravsimas
consecuencias en la doctrina cristiana, pues si se negaba la divinidad del Hijo, se
destrua el valor infinito de la Redencin. Por esto reconoci inmediatamente como su
deber sagrado el parar los pasos a tan destructora doctrina. Para ello tuvo, ante todo,
conversaciones privadas con Arrio; dirigile paternales amonestaciones, tan conformes
con su propio carcter conciliador y caritativo; en una palabra, prob toda clase de medios
para convencer a buenas a Arrio de la falsedad de su concepcin.
Mas todo fue intil. Arrio no slo no se convenca de su error, sino que continuaba con ms
descaro su propaganda, haciendo cada da ms adeptos, sobre todo entre los clrigos.
Entonces, pues, juzg San Alejandro necesario proceder con rigor contra el obstinado
hereje, sin guardar ya el secreto de la persona. As, reuni un snodo en Alejandra el ao,
320, en el que tomaron parte un centenar de obispos, e invit a Arrio a presentarse y dar
cuenta de sus nuevas ideas. Presentse l, en efecto, ante el snodo, y propuso
claramente su concepcin, por lo cual fue condenado por unanimidad por toda la
asamblea.
Tal fue el primer acto solemne realizado por San Alejandro contra Arrio y su doctrina. En
unin con los cien obispos de Egipto y de Libia lanz el anatema contra el arrianismo.
Pero Arrio, lejos de someterse, sali de Egipto y se dirigi a Palestina y luego a
Nicomedia, donde trat de denigrar a Alejandro de Alejandra y presentarse a si mismo
como inocente perseguido. Al mismo tiempo propag con el mayor disimulo sus ideas e
hizo notables conquistas, particularmente la de Eusebio de Nicomedia.
Entre tanto, continuaba San Alejandro la iniciada campaa contra el arrianismo. Aunque
de natural suave, caritativo, paternal y amigo de conciliacin, viendo, la pertinacia del
hereje y el gran peligro de su ideologa, sinti arder en su interior el fuego del celo por la
defensa de la verdad y de la responsabilidad que sobre l recaa, y continu luchando con
toda decisin y sin arredrarse por ninguna clase de dificultades. Escribi, pues, entonces
algunas cartas, de las que se nos han conservado dos, de las que se deduce el
verdadero carcter de este gran obispo, por un lado lleno de dulzura y suavidad, mas por
otro, firme y decidido en defensa de la verdadera fe cristiana.
Por su parte, Arrio y sus adeptos continuaron insistiendo cada vez ms en su
propaganda. Eusebio de Nicomedia y Eusebio de Cesarea trabajaban en su favor en la
corte de Constantino. Se trataba de restablecer a Arrio en Alejandra y hacer retirar el
anatema lanzado contra l. Pero San Alejandro, consciente de su responsabilidad, pona
como condicin indispensable la retractacin pblica de su doctrina, y entonces fue cuando
compuso una excelente sntesis de la hereja arriana, donde aparece sta con todas sus
fatales consecuencias.
Por su parte, el emperador Constantino, influido sin duda por los dos Eusebios, inici su
intervencin directa en la controversia. Ante todo, envi sendas cartas a Arrio y a
Alejandro, donde, en la suposicin de que se trataba de cuestiones de palabras y
deseando a todo trance la unin religiosa, los exhortaba a renunciar cada uno a sus
puntos de vista en bien de la paz. El gran obispo Osio de Crdoba, confesor de la fe y
consejero religioso de Constantino, fue el encargado de entregar la carta a San
Alejandro y juntamente de procurar la paz entre los diversos partidos. Entre tanto Arrio
haba vuelto a Egipto, donde difunda ocultamente sus ideas y por medio de cantos
populares y, sobre todo, con el clebre poema Thalia trataba de extenderlas entre el
pueblo cristiano.
Llegado, pues, Osio a Egipto, tan pronto como se puso en contacto con el patriarca
Alejandro y conoci la realidad de las cosas, se convenci rpidamente de la inutilidad de
todos sus esfuerzos. As se confirm plenamente en un concilio celebrado por l en
Alejandra. Slo con un concilio universal o ecumnico se poda poner trmino a tan violenta
situacin. Vuelto, pues, a Nicomedia, donde se hallaba el emperador Constantino,
aconsejle decididamente esta solucin. Lo mismo le propuso el patriarca Alejandro de
Alejandra. Tal fue la verdadera gnesis del primer concilio ecumnico, reunido en Nicea el
ao 325.
No obstante su avanzada edad y los efectos que haba producido en su cuerpo tan
continua y enconada lucha, San Alejandro acudi al concilio de Nicea acompaado de su
secretario, el dicono San Atanasio. Desde un principio fue hecho objeto de los mayores
elogios de parte de Constantino y de la mayor parte de los obispos, ya que l era quien
haba descubierto el virus de aquella hereja y apareca ante todos como el hroe de la
causa por Dios. Como tal tuvo la mayor satisfaccin al ver condenada solemnemente la
hereja arriana en aquel concilio, que representaba a toda la Iglesia y estaba presidido
por los legados del Papa.
Vuelto San Alejandro a su sede de Alejandra, sacando fuerzas de flaqueza, trabaj lo
indecible durante el ao siguiente en remediar los daos causados por la hereja. Su misin
en este mundo poda darse por cumplida. Como pastor, colocado por Dios en una de las
sedes ms importantes de la Iglesia, haba derrochado en ella los tesoros de su caridad y
de la ms delicada solicitud pastoral, y habiendo descubierto la ms solapada y perniciosa
hereja, la haba condenado en su dicesis y haba conseguido fuera condenada
solemnemente por toda la Iglesia en Nicea. Es cierto que la lucha entre la ortodoxia y
arrianismo no termin con la decisin de este concilio, sino que continu cada vez ms
intensa durante gran parte del siglo IV. Pero San Alejandro haba desempeado bien su
papel y dejaba tras s a su sucesor en la misma sede de Alejandra, San Atanasio, quien
recoga plenamente su herencia de adalid de la causa catlica.
Segn todos los indicios, muri San Alejandro el ao 326, probablemente el 26 de febrero,
si bien otros indican el 17 de abril. En Oriente su nombre fue pronto incluido en el
martirologio. En el Occidente no lo fue hasta el siglo IX.
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