ASALTO EN LA ESTANCIA DE CLARY Un hecho trágico que se vincula con la inmigración irlandesa en Mercedes y con el pasado de la campaña mercedina En la memoria popular del partido de Mercedes (Provincia de Buenos Aires), aún está presente de un modo vivo, el así llamado “Crimen de la viuda de Clary”, a pesar de que ya ha pasado casi un siglo de haber ocurrido. En la tarde del 5 de abril de 1911 varios sujetos armados irrumpieron en la estancia que Ana Naughton de Clary tenía en Mercedes y asesinaron brutalmente a tres personas e hirieron gravemente a otra, para después huir sin dejar rastros. La imposibilidad que tiene este hecho para quedar en el olvido quizá se deba a que nunca se supo quiénes fueron los autores de tan horrendo crimen, ni los motivos que los llevaron a cometerlo, o tal vez por el modo en que fue ejecutado. La Nación, en su edición del 7 de abril de 1911 dio cuenta del suceso mediante el titular: “Crimen salvaje en Mercedes”, mientras The Southern Cross1, por su parte, lo informaba bajo el título: “Horrible Crimen en el partido de Mercedes”. Por distintos motivos, este caso es, en los anales de la historia criminal, una de las grandes incógnitas del pasado que aún no ha sido develada. Lo exhumamos en este trabajo, no con ánimo morboso, sino para recordar los hechos históricos tal como ocurrieron, junto con las circunstancias que lo rodearon, lo más ajustadamente posible a la realidad, de tal modo que se los conozca sin las interpolaciones con las que la fantasía –tal como suele suceder en estos casos, especialmente con el paso del tiempo– acostumbra deformarlos. Sin ir más lejos, “el crimen de la viuda de Clary” nunca existió, porque en los hechos luctuosos del 5 de abril de 1911 no murió la viuda de Clary, sino otras tres personas, como veremos. Los Naughton El 6 de abril de 1829 nacía en Sonna, Irlanda 2, Ana Naughton y Finegan3, hija de Juan4 Naughton y Mary Finegan. Sería la mayor de cinco hermanos, de los cuales cuatro fueron 1 Diario de la comunidad irlandesa editado en Argentina desde 1875. Balynacarrigy, Moygoish, condado de Westmeath. Sonna es una pequeña localidad cercana a Balynacarrigy. 3 El apellido Naughton muchas veces figura como Noughton. Hemos elegido el primer modo de escribirlo, sin saber a ciencia cierta cuál es el correcto, porque así se menciona en la mayoría de la documentación con la que hemos trabajado. 4 En toda la documentación testamentaria de los Naughton en Argentina, que se conserva en el Archivo de los Tribunales de Mercedes, consta fehacientemente que el padre era Juan Naughton. Sólo en los libros de Eduardo A. Cohglan, en la nota necrológica de Ana Naughton de Clary publicada en Southern Cross el 29-II-1924 y en el acta matrimonial del casamiento de Ana Naughton con Guillermo Clary se afirma que el nombre del padre era Patrick. Por tanto, nos queda este punto dentro de un cono de sombra. ¿Se llamaría el padre Patrick John, como muchos otros, o John Patrick, o se trata de dos personas distintas? Como consecuencia, queda bajo sospecha la historia de la muerte del padre de Ana Naughton tal como la cuenta Coghlan. ¿Murió verdaderamente en la noche del big wind? Si se trata de la misma persona, la historia es verosímil. De todos modos, lo que está claro es que Mary Finegan llegó a la Argentina con sus cinco hijos siendo ya viuda. 2 mujeres: a Ana le siguieron Thomas –el único varón–, y luego Brígida, Mary5 y Margarita. Poco tiempo después del nacimiento de esta última, la familia quedaba trunca: efectivamente, Juan Naugthon falleció el de 6 de enero de 1839, en la legendaria noche del big wind6, dejando a su mujer, Mary, a cargo de la familia, la que, por cierto había crecido mucho en apenas 10 años. Desde ese momento en adelante, y hasta el año 1851, en el que la familia emigró a la Argentina, no sabemos cómo pudo mantener la viuda a sus cinco hijos, en particular si consideramos las graves vicisitudes por las que atravesó Irlanda en aquel entonces (como la terrible hambruna de los años 1845 a 1847). Lo cierto es que el 23 de abril de ese año, Mary Finegan y su familia partieron rumbo a nuestro país desde el puerto de Liverpool, en Inglaterra, a bordo del barco “Matrone”7. Luego de tres meses exactos de una travesía azarosa, la embarcación conducida por el Cap. Wilson, llegó a Buenos Aires el 23 de julio de 1851.8 Curiosamente, en el mismo barco viajaba Guillermo Cleary o Clary9, oriundo del mismo pueblo que los Naughton10, y nacido un año antes que Ana, hijo de Patricio Clary y Brígida Mornar11. Suponemos que Ana y Guillermo se conocían de su pueblo y, más aún, que eran novios, porque a los pocos meses de llegar, se casaron. El 24 de febrero de 1852, a 21 días de la caída de Rosas, contrajeron matrimonio ante el conocido Fray Antonio D. Fahy12, en la Iglesia de la Merced de la ciudad de Buenos Aires.13 Posteriormente, las otras tres hermanas de Ana también se casarían en Argentina con irlandeses –Margarita, en primeras nupcias con Miguel Mcginn, y luego, al enviudar, con Patricio Clary, hermano de Guillermo; Brígida, con Juan Shanahan; y María, con Enrique 5 Nacida en 1837 En la tarde del sábado del 5 de enero de 1839 la nieve cayó pesadamente a lo largo de toda la isla de Irlanda. La lluvia y el granizo caídos a continuación, provocaron tales daños a causa de su fuerza, similar a un huracán, que hasta el día de hoy se la recuerda como “La noche del viento grande”, y forma parte de las leyendas irlandesas. Los daños han sido inmensos, y variados, según cada condado. Sobre el fallecimiento de “Patrick” Naughton durante esta tormenta, cfr. Coghlan, Eduardo A., Los irlandeses en la Argentina, p. 145. V. también la nota necrológica de Ana Naughton de Clary citada en nota anterior. 7 Nota necrológica de Ana N. de Clary, ut supra. Coghlan, Eduardo A., o.c., p. 145. Sin embargo, en El aporte de los irlandeses, (p. 90), al referirse al barco en que llegaron, dice que se llamaba “Malvona”. 8 La primera inmigración irlandesa a la Argentina, y la que arrastró después a una segunda oleada, vino desde el condado de Westhmeath. Tal es el caso de Thomas Gahan, llegado al Río de la Plata en 1937, quien, una vez en Argentina, hizo una gran fortuna. Por este motivo, muchos de los irlandeses arribados posteriormente provenían de Westhmeath, atraídos por la oportunidad de trabajo que les ofrecían los primeros inmigrantes o por las posibilidades de enriquecerse. 9 Coghlan, Eduardo A., El aporte de los iralndeses, p. 35 10 Según Coghlan, era oriundo de Kildare, pero del expediente sucesorio se extrae el verdadero origen de Guillermo Clary y sus datos personales. 11 Acta de matrimonio de Guillermo Clary y Ana Noughton. T. 8Em, L. 11 de Mat., fº 279, del Archivo de la Iglesia de la Merced (APLM), Pcia. Buenos Aires. 12 “El incremento sustancial en el número de irlandeses que llegan para instalarse en el pías, y la complejidad de su organización como comunidad serán los rasgos distintivos de la segunda mitad de la década del ’40. El Padre Fahy, llegado en 1844, será la figura central en torno a la cual se van delineando los mecanismos de conexión entre los irlandeses ya asentados en el país, los recién llegados y la sociedad argentina de la época. Si tenemos en cuenta la dispersión geográfica de estos inmigrantes en el ámbito de la Provincia, veremos a Fahy y los capellanes que van llegando en los años siguientes como verdaderos articuladores entre los distintos grupos sociales y las pequeñas comunidades que van naciendo en cada partido por una parte, y por la otra entre la comunidad hiberno-argentina en general y la sociedad en que se halla inmersa. (…) Las gestiones realizadas por la Sociedad Católica Irlandesa en Buenos Aires para conseguir la asistencia de sacerdotes irlandeses dieron como resultado la llegada de Fahy en 1844. Desde entonces el dominico se ocupó, él solo, de las necesidades de sus compatriotas, distribuyendo su tiempo entre la ciudad y la campaña. La capilla de San Roque y la Iglesia de la Merced fueron el principal escenario de su actividad en la ciudad”. Korol, Juan Carlos y Sábato, Hilda, Cómo fue la inmigracion irlandesa en Argentina, Buenos Aires, Ed. Plus Ultra, 1981, pp. 123-124. 13 Cfr. acta de matrimonio ya citada. 6 Eliff14–; en cambio, el varón de la familia, Thomas, murió soltero 15. Tanto descendientes de Margarita como de María estuvieron involucrados en los trágicos hechos de esta historia. En Argentina “Para los irlandeses que llegan al Río de la Plata prácticamente sin capital, sólo les queda un camino: el trabajo. Como sirvientes o cocineros, como institutrices y niñeras, como peones para cavar zanjas o colocar cercados, consiguen empleo fácilmente al llegar a la Argentina. Como su objetivo será radicarse en el campo, llegar a la tierra, la mayoría de ellos buscará que su trabajo lo lleve a la campaña, internándose muy pronto en la Provincia. Los menos, y en general transitoriamente, se quedarán en la Capital, donde constituirán un grupo siempre engrosado por los que llegan de Irlanda, pero a su vez diezmado por los que siguen camino hacia el interior. (...) A través de los contactos que la comunidad y sus líderes han establecido con los grupos ganaderos locales, los recién llegados consiguen rápidamente trabajo en la cría de las ovejas que sufre de escasez de mano de obra.”16 El novel matrimonio Clary-Naughton tuvo como primer domicilio el campo del Sr. Duff’s, en la localidad de Ranchos, al sur de la ciudad de Buenos Aires. Luego, se trasladaron a la estancia Tatay en Carmen de Areco17, en la que permanecieron hasta 1858, año en que se fueron a vivir a Mercedes.18 Si bien desconocemos la actividad en la que se emplearon los Clary a su llegada a Mercedes y a lo largo de los primeros siguientes años, en un plano confeccionado en 1870, y agregado a la testamentaría de Juana Jacoba Iramain de Achával, figuran trabajando en la estancia de los Achával, con varios puestos y con población propia. Esta estancia ocupaba toda la extensión de lo que es hoy la circunscripción VIII. Lo más llamativo es que el mismo plano incluye también trabajando en el campo como puesteros a Thomas y a Margarita Naughton. ¿Cuándo llegaron éstos a Mercedes? No lo sabemos, pero lo más seguro que llegaron después que los Clary por la información con la que contamos19. Posiblemente, el que llegó primero gestionó luego el arribo de los otros familiares, como normalmente sucedía entre los irlandeses. El campo de los Clary “Con el dinero de sus ahorros, no resulta difícil a un inmigrante de la década del ’50 y del ’60 hacerse poseedor de una majada de ovejas, ya sea comprándola o adquiriéndola a través de contratos de 14 Nacido en 1823. Nota necrológica de Thomas Naughton publicada en The Southern Cross, 22-VI-1888. 16 Korol, J.C. y Sábato, H., o.c., pp. 81 y ss. 17 Tatay es un importante establecimiento agropecuario de 6200has. que queda a 8 kms. de Carmen de Areco, fundado en 1842 por Samuel B. Hale. En su momento, llegó a tener una extención de 12.000has. y se dedicó especialmente a la cría del ganado ovino. Más tarde –año 1914- se especializó en productos lácteos, con gran éxito hasta el día de hoy. Muchos irlandeses se vincularon a esta empresa, por tanto, el caso de los Clary no es de ningún modo extraño. 18 Los datos biográficos han sido extraídos de la nota necrológica de la viuda de Clary publicados en The Southern Cross, el 29-II-1924. 19 En el “Foreigners resident in the Argentine provinces in 1863”, listed in M. G. and E. T. Mulhall, "The River Plate Handbook for 1863", figura Thomas Naughton domiciliado en la Guardia del Monte. Por tanto llegó a Mercedes después que los Clary. 15 aparcería. (…) Pero la posesión de la tierra sería el factor decisivo para un productor ovejero en la segunda mitad del siglo XIX en Argentina, pues solo ella le permitirá realizar no solamente la ganancia, resultado de la explotación del suelo, sino apropiarse de parte de la renta diferencial, fuente principal del acelerado proceso de capitalización que experimenta la Provincia de Buenos Aires en ese período.”20 Es así como Guillermo Clary y su cuñado, Tomás Naughton, llegaron a adquirir el 17 de octubre de 1872 parte de la estancia en la que trabajaban. 21 Lo hicieron mediante una operación compleja. Se la compraron a Don Hipólito Galliard, a quien le pertenecía a su vez por haberla comprado catorce días antes a la Sucesión de Doña Jacoba Iramain de Achával en remate público22. La fracción adquirida estaba formada por dos lotes, designados en el mencionado plano del expediente sucesorio de la señora de Achával con los números 4 y 5, cada uno de los cuales constaba de una superficie de 861,21has., es decir, un total de 1722has.23 Ambos lotes se extendían de Este a Oeste y tenían algunos ranchos y puestos, además de dos poblaciones: la de Santiago Duffy, ubicada en el lote 4, y la de Tomás Kernan, en el lote 5, que era, de las dos, la más importante. En 1874, los nuevos propietarios procedieron a dividir el condominio que tenían sobre el total de la fracción adquirida, adjudicándose una porción cada una de ellos. Sin embargo, la división no se hizo de acuerdo al marcado de los dos lotes originales, en dirección Este-Oeste, sino estableciendo una nueva línea divisoria, en dirección Norte-Sur. De este modo, ahora, las 1722has., se repartieron en dos lotes que, aunque con iguales superficies que los anteriores, se extendían uno al Oeste y otro al Este respecto de la línea de demarcación. A Tomás Naughton le tocó en suerte la porción Oeste, pegada al arroyo del Oro, con una extensión de 861,21has., y a Guillermo Clary la porción Este, de igual tamaño24; con ello, la población principal que fuera de Tomás Kernan, quedó en posesión de Guillermo Clary. Tomás Naughton murió el 16 de junio de 1888, con apenas 58 años, de una neumonía contraída en el entierro de su madre, fallecida el día 6, a los 93 años25. Al no tener ascendientes, descendientes ni cónyuge, le heredaron sus hermanas (Margarita de Clary, Ana de Clary, Brígida de Shanahan y María de Eliff), a quienes les correspondió, como resultado de la partición de la propiedad de Thomas, una porción de 214,14has. para cada una. Mientras a Brígida y a Margarita les fueron adjudicados los lotes pegados al arroyo del Oro, a María y Ana 20 Korol, J.C. y Sábato, H., o.c. Idem. La escritura de compraventa se firmó en la ciudad de Buenos Aires, ante el Esc. Laureano Carballeda. En la estancia de Achával había muchos irlandeses trabajando. No vamos a hacer una relación de todos ellos porque sería muy largo y no viene al caso. 22 Todo parece indicar que Galliard había comprado esas hectáreas para reventa y hacer una diferencia con la misma, vendiéndolas a estos dos irlandeses que pasaban por ese acto, de hacendados a propietarios. 23 Según escritura que autorizó en nombre de dicha sucesión el Sr. Juez de primera instancia en lo Civil de la Pcia. de Buenos Aires, Dr. Isaac Areco, con fecha 3 de octubre de 1872. La estancia, que fue de Don Blas Achával y luego heredada por su mujer Jacoba Iramain, llegó a tener una extensión 8028has, según cuenta practicada en 1843 y aprobada por el juez, el 29 de septiembre del mismo año. Achával la había adquirido sumando dos fracciones que compró a María Josefa Oliveros de Robredo el 7 de mayo de 1836, ante el esc. Teodoro Montaña, y a Don Julián Vivas el 16 de octubre de 1837, ante el esc. Juan Pablo Izaurralde. Téngase presente que estamos hablando de la campaña bonaerense, en plena época de Rosas… Contar con una propiedad de esa magnitud, o tener capacidad para adquirirla, tan cerca del epicentro del poder del Restaurador, significa que su propietario contaría, sin duda, con la simpatía de aquél para hacer prósperos negocios, y éste con su colaboración. 21 24 La división de condominio se realizó mediante escritura del 23 de junio de 1874, otorgada en Buenos Aires ante el Esc. Laureano Carballeda. 25 Nota necrológica de Mary Finegan de Naughton y de Thomas Naughton en The Southern Cross, 22-VI-1888. pasaron a pertenecerles los lotes situados al Este del arroyo (el del Noroeste a la primera, el del Sudeste a la segunda), linderos con los terrenos del marido de Ana, Guillermo Clary26. Un camino vecinal, aún existente, separaba los lotes del lado Oeste de los del lado Este. Por otra parte, Guillermo Clary falleció el 11 de noviembre de 1906, cerca de los 78 años y sin dejar descendencia27, por lo que heredó su mujer. No obstante, de las 861has. que tenía su marido en 1874, Ana recibió 645has.28, lo que implica que Clary debió vender parte de su campo antes de morir. Si a estas 645has., se le suman las 214,14has. procedentes de la sucesión de su hermano, podemos deducir que, a partir de ese momento, la viuda de Clary quedó en posesión de una estancia de 859, 14has. Aún así, no nos es posible afirmar con seguridad cuán grande era el campo de la viuda de Clary para 1911, es decir, al tiempo de ocurrir el crimen objeto de esta investigación. Cuando falleció, el 25 de febrero de 1924, el patrimonio dejado por la viuda ascendía a sólo 300,28has. A lo largo de esos años, se hicieron operaciones de venta parciales de un campo que estaba signado por la tragedia y que se había convertido en poco atractivo para su dueña29. De todos modos, a los efectos de lo que nos interesa clarificar, la extensión del campo es un dato que no tiene mucho interés, salvo para los historiadores de la campaña mercedina. Sí, en cambio, la ubicación del casco, eje de la explotación de la estancia, ubicado en la población principal. La Población principal “Centro alrededor del cual se organiza la vida doméstica, la vivienda rural es también el lugar de diversas actividades económicas y marca, con las reparticiones de espacio y la organización de los accesos, el modo original de relación que el grupo humano mantiene con el medio agrario”. 30 Así se puede definir la “población” rural, que no tiene por qué ser única dentro de una estancia: las estancias de grandes dimensiones solían contar con varias poblaciones distribuidas a lo largo y a lo ancho de su territorio, a cargo de diversos encargados. Ya hemos referido cómo Clary quedó en posesión de la población principal, que fuera de Thomas Kernan (uno de los tantos encargados del antiguo campo de los Achával), al efectuar la división de condominio con Naughton en 1874, y cómo luego ésta pasó al dominio de su viuda. No podemos asegurar de modo definitivo si el casco sufrió modificaciones con posterioridad a su adquisición por parte de Clary. De acuerdo a los planos conservados, 26 Expediente sucesorio de Thomas Naughton, tramitado ante el Juzgado Civil y Comercial del Departamento de Mercedes, ante el Juez Dr. Domingo Demaría. Puesto que Brígida y María habían fallecido al momento de hacerse efectiva la posesión de los bienes de la sucesión, les sucedieron sus hijos: Juan Shanahan Naughton, hijo de Brígida, y Ana, Brígida, Elena, Enrique, Margarita y María Eliff Naughton, hijos de María. 27 Coghlan (El aporte de los irlandeses, p. 225, y Los irlandeses en Argentina, p. 131), consigna que los Clary tuvieron un hijo llamado Juan, censado en Mercedes en 1869 con 10 años, nacido en 1859, pero debe haber muerto antes del censo de 1895, porque en éste no figura. 28 Testamento de Doña Ana Naughton de Clary, agregado en su expediente sucesorio. Archivo de los Tribunales de Mercedes. Legajo 218, Juzgado Civil y Comercial Nro. 10. 29 El 9 de septiembre de 1912, la Sra. de Clary le vendió a su sobrino Enrique Eliff Naughton –casado con Mary Gerarghty– las 214has. que había heredado de su hermano Thomas Naughton, ante el Esc. Martín Lopardo. 30 Moreno, Carlos, Patrimonio de la producción rural, Ediciones de la Municipalidad de Cañuelas, Cañuelas, 1998, p. 157. parecería que sí. Se puede describir con certeza cómo era hacia 1911, gracias a las personas que lo conocieron, a las fotografías y a algún plano recogido en algún archivo. También por lo que todavía queda en pie al día de hoy. Estaba formado principalmente por dos construcciones enfrentadas, a derecha e izquierda según se entra al casco –una del lado Norte y la otra del lado Sur–, separadas entre sí por un amplio pasillo o patio. Este pasillo conducía hacia los corrales y bebederos de las ovejas –animal que solían criar los irlandeses–, situados al fondo, en la zona Oeste, en dirección opuesta a la entrada del campo, que se hallaba al Este. El casco aún subsiste como un puesto, y –si bien, naturalmente, con muchas modificaciones– conserva la misma disposición de las dos construcciones y de los corrales. Se puede llegar a él por el conocido camino de “Los bretes de Cobo”, que conduce hasta el km. 87 de la ruta nacional Nro. 7 .31 De los dos edificios que constituían la población principal, el de la izquierda tenía tres habitaciones contiguas y un galpón alineado, todos con puerta al exterior y puertas interiores con las que se comunicaban entre sí. De Este a Oeste, estaba primero la cocina, luego el comedor, una habitación y finalmente el galpón; éste, de reducidas dimensiones, mantiene aún su fachada. La cocina, el comedor y la habitación también se conservan, pero con tantas reformas exteriores que es muy difícil reconocerlos. Del otro lado del patio estaba la casa principal, igualmente alineada de Este a Oeste. La casa estaba dividida en dos partes. La más cercana a la entrada del campo tenía dos habitaciones cubiertas por un techo plano y con ventanas al exterior. Una habitación, que servía de vestíbulo a la otra, tenía comunicación con la parte de atrás de la casa y con el frente. Hacia atrás, el techo, a dos aguas, protegía una especie de cocina o gran hall con el que se comunicaban tanto las habitaciones del frente y del fondo como con el exterior, mediante dos puertas, una de las cuales daba hacia el patio y otra hacia el Norte. Podemos imaginar que, conforme se ingresaba al campo, se tenía la sensación de llegar a un pueblo del Oeste Americano –hechas las pertinentes salvedades–, con las casas a los costados mirando hacia una avenida central. No obstante, en ésta había tres árboles en fila que cortaban la vista al fondo, lo que creaba cierto ambiente de intimidad. De los demás árboles que tenía el casco en su momento es muy difícil hacerse una idea, ya que el panorama ha cambiado mucho. Desde la tranquera hasta las casas habría una distancia de unos treinta metros. A mano izquierda de la tranquera había un tinglado descubierto, fácilmente reconocible en los planos. Los protagonistas 31 Cuando murió la viuda de Clary en 1924, por un legado dejado por ella, heredaron, conforme a la hijuela segunda de su testamentaria, los hermanos Shanahan Allen –Juan, Alfredo, Edmundo, Roberto, María Etelvina, Rodolfo, Oscar, Lucía, Lydia y Guillermo–, todos ellos hijos de Juan José Shanahan, su sobrino nieto. El legado estaba constituido por 145has., dentro de las cuales estaba el casco, epicentro del famoso acontecimiento. Los herederos hipotecaron el lote a favor del Sr. Pedro Cesio, por un plazo de 3 años. Al término de dicho plazo, como no se pudo levantar la hipoteca, volvieron a hipotecar el campo a favor del Banco Provincia el 19 de agosto de 1930, por un plazo de 32 años. A partir de 1933 al campo lo empezaron a arrendar, una parte Mario Fontana, otra Alfredo Fontana, y una tercera Pedro Pablo Shanahan, tío de los Shanahan Allen. Debido a que tampoco pudieron levantar esta segunda hipoteca, el Banco les ejecutó el campo saliendo a remate judicial el 18 de julio de 1941. Fue comprado en esa oportunidad por los tres arrendatarios solidariamente. El 27 de noviembre, ante el Esc. Oscar Palazzo, se realizó la división de condominio, tocándole a Mario Fontana la parte del terreno correspondiente al casco, con un lote anexo de 29has. Sus herederos son los actuales propietarios, que conservan este casco como un puesto dentro de la extensión de campo que poseen, ya que han ido comprando otros lotes vecinos. La trágica tarde del 5 de abril de 1911 se encontraban en el campo de la viuda de Clary, además de su propietaria, el administrador del establecimiento, Juan (John) Kennedy, y el capataz, John Keena. En la casa, junto con la viuda, también estaban sus sobrinas nietas María y Honoria Fitz Simon Eliff, y su sobrino nieto Germán Piola. John Kennedy había nacido en Mercedes el 3 de julio de 1880 32. Era hijo de Santiago Kennedy33, irlandés, y de María Macginn, argentina34, y tenía tres hermanas: Ana, casada con Eduardo Clary, e Isabel y María Elena, ambas solteras en 1911. John, también soltero, hacia la época en que ocurrió el crimen se había convertido ya en un hacendado –tenía un lote numeroso de caballos, de su propiedad, con marca propia-. Alguna crónica del momento dijo que era sobrino de la Sra. de Clary. En realidad, era sobrino nieto, porque su madre, María Mcginn, era hija del primer matrimonio de Margarita Naughton, hermana de Ana, con Miguel Mcginn35. No se conoce que tuviese domicilio en la ciudad de Mercedes. Del expediente sucesorio se desprende que vivía en el campo, probablemente en algún puesto principal de la estancia, ya que, además de ser su administrador, era, como dijimos, propietario de una buena tropilla de caballos y de varios enseres. ¿Cuándo empezó Kennedy a trabajar en lo de Clary como administrador? Es una incógnita. Podemos suponer que, a la muerte de su tío abuelo Guillermo Clary en 1906, Ana Naughton lo haya llamado para que se haga cargo del campo, pues en 1905, su domicilio no era en el campo de los Clary, sino en el cuartel 5° de la campaña mercedina.36 De John Keena sabemos que había nacido en Ballymore37, en 185538. Si bien no nos consta cuándo llegó a la Argentina, el censo nacional de 1895 lo ubica en Arrecifes. De la información recogida por el censo surge también que, al momento de ser éste realizado, Keena contaba con 40 años39, era de profesión hacendado, y estaba casado con Brígida Shanley40 de 29 años, nacida en Salto en 1865, con quien tenía dos hijos: Margarita, de 4 años, y Eduardo, de 2.41 Aunque diez años más joven, Brígida falleció antes que su marido, el día 2 de agosto de 1896 –al año siguiente del censo–, en Arrecifes42, a los 31 años. John quedó viudo y a cargo de los dos hijos pequeños. Ignoramos cuándo se trasladó Keena a Mercedes y, al igual que en el caso de Kennedy, tampoco nos ha sido posible determinar en qué época empezó a trabajar en lo de Clary. Lo que 32 Fue bautizado el día 19 en la Iglesia de Mercedes (L. 31 de Bautismos, F. 26). Hijo de Dionisio Kennedy y Ana Clary. 34 Casados el 12 de abril de 1877. 35 Hasta donde sabemos, de este matrimonio nacieron, además de María, Miguel, Patricio y Guillermo Mcginn. El padre, Miguel Mcginn, falleció el 2 de abril de 1865. Por su parte, la madre, Margarita, se casaría luego, el 11 de junio de 1865, con Patricio Clary, hermano de su cuñado Guillermo. De este segundo matrimonio nacieron Brígida y Ana Clary. El fallecimiento de Margarita se produjo el 30 de diciembre de 1888. Heredaron el campo las dos hijas del segundo matrimonio habiendo compensado previamente los derechos sucesorios de Santiago Kennedy. 36 Cfr. Partida de Defunción de Ana Eliff de Piola. 37 También en el condado de Westmeath. 38 Coghlan, Eduardo A., Los irlandeses en Argentina, p. 526. 39 No siempre son exactas las fechas ni las edades, tanto de los censos como de las notas necrológicas. Eduardo A. Coghlan en El aporte de los irlandeses, p. 356, dice que el censo le da 40 años, pero las crónicas periodísticas de la época afirman que tenía 58 años en el momento del asesinato. 40 Hija de Patrick Shanley y Rose Downes. Coghlan, Eduardo A., o.c., ut supra, p. .828. 41 Idem. Margarita nació en 1891 y Eduardo en 1893. 42 Coghlan, Eduardo A., Los irlandeses en Argentina, p. 828. 33 sí es seguro, es que esa tarde la Providencia quiso que estuviese en la casa de los Clary. Siendo el capataz, ¿viviría allí o en un puesto cercano al campo? Lo más probable es que esta última posibilidad sea la correcta. Aquella tarde del 5 de abril de 1911, además de Kennedy y Keena, estaban en lo de Clary las jóvenes hermanas Fitz Simon Eliff. María y Honoria, que así se llamaban, eran hijas de Cristóbal Fitz Simon43 –hijo, a su vez, de Patricio y Ana Lynam–, y de Elena Eliff Naughton44 –hija, por su parte, de Enrique Eliff y María Naughton, hermana de la viuda de Clary-. Fitz Simon y Naughton se habían casado en San Andrés de Giles el 12 de octubre de 188445, y podemos conjeturar que vivieron allí durante un tiempo, pues, además de haberse casado, en Giles nació su primer hijo, Patricio, el 30 de noviembre de 1884 46. Las hijas del matrimonio, en cambio, nacieron ya en Mercedes, adonde la familia se había trasladado para trabajar de puesteros en la estancia del tío de Elena, Thomas Naughton47 : María, el 20 de junio de 1886 y Honoria, el 3 de septiembre de 1888. Tal como hemos dicho anteriormente, en 1888 murió Thomas Naughton; fatídicamente, el 31 de diciembre de ese mismo año fallecía también Elena Eliff Naugthon. Lo importante para destacar es que las hermanas Fitz Simon eran sobrinas nietas de la señora de Clary y, presumiblemente, vivían en la casa con su tía abuela, ya mayor, ayudándola en los quehaceres domésticos48. Patricio, el hermano mayor, aunque casi con seguridad no vivía allí, hacia 1911 trabajaba en el campo de Clary. Nos resta hablar de un último protagonista de los hechos ocurridos el 5 de abril: ¿quién era Germán Piola y qué hacía en el campo de la viuda de Clary esa tarde? Según la tradición oral de la campaña mercedina, el joven Germán era un “boyerito”, es decir, aquel chico al que se le daba trabajo en las estancias, como para ir aprendiendo el multifacético trabajo de peón o cuidador de ovejas. Aunque así se lo conoció popularmente, Germán era, en realidad, hijo de Ana Eliff de Piola49 (hija, a su vez, de Enrique Eliff y de María Naughton) y, por lo tanto, sobrino nieto de Ana Naughton de Clary. La madre de Germán falleció de modo repentino de un ataque al corazón el 25 de noviembre de 1905, a los 47 años de edad, en la estancia de sus tíos Ana y Guillermo Clary, donde se dedicaba a los quehaceres domésticos. Esto indica que 43 Nacido en 1859. Nacida en 1862 y fallecida el 31 de diciembre de 1888. Cfr. Sucesión de Elena Eliff en el Archivo de los Tribunales de Mercedes. Según Eduardo A. Coghlan en Los irlandeses en Argentina, p. 343, Cristóbal era hijo de Thomas Fitz Simon y Mary Kearny, pero el documento aludido no deja duda de que no era así. Son correctos los demás datos que da Coghlan: nombre de su mujer y fecha de fallecimiento. 45 Libro 5, Fo. 73 de Matrimonios de la Parroquia de San Andrés de Giles. 46 Libro 15, Fo. 212, de Bautismos de la Parroquia de San Andrés de Giles. 47 Cfr. Sucesión de Tomás Noughton, en los Archivos de los Tribunales de Mercedes. De las fechas y el lugar de nacimiento de las dos hijas mujeres, deducimos que el traslado del matrimonio a Mercedes se produjo entre 1884 y 1886. Sabemos que el primo de Elena, Juan Shanahan, le compró la parte que le correspondía a los Eliff en la sucesión Thomas Naughton (v. nota 24 del presente trabajo), por lo tanto, no sabemos si los Fitz Simon se fueron de Mercedes o siguieron trabajando en el campo de Juan Shanahan. Aquí les perdemos el rastro a esta familia, pero poco importa si se quedaron o se fueron de vuelta a Giles. En el censo de 1895 nos informa que Cristóbal Fitz Simon –viudo– está en Giles con su hijo Patricio, y su cuñada Brígida Eliff, soltera. Se supone, entonces, que las chicas estaban en Mercedes o en otra parte, criadas por algún pariente, ya que contaban sólo con 8 y 7 años de edad respectivamente. Cfr. Coghlan, E.A. El aporte de los irlandeses, p. 573. 48 ¿Desde cuándo? No lo sabemos. Hay que tener en cuenta que las dos, en 1911, eran huérfanas –su madre murió cuando Honoria tenía 3 meses– y jóvenes. Más tarde fueron beneficiadas en el testamento de aquella con un legado. Cfr. Sucesión de Ana Noughton de Clary en los archivos de los Tribunales de Mercedes. 49 Nacida el 1 de noviembre de 1858. L. 3, Fo. 61 de la Parroquia de San Andrés de Giles. 44 Ana Eliff vivía en la estancia de Clary, muy verosílmente con su marido y sus dos hijos, uno de los cuales era Germán.50 La viuda de Clary residía habitualmente en el campo, aunque luego del múltiple crimen cometido en su estancia se fue a vivir a la ciudad de Mercedes. Por su parte, suponemos que Kennedy y Keena no vivían allí, sino en algún puesto cercano a la población principal. Al contrario, es posible que, como ya hemos dicho, sí lo hiciesen las hermanas Fitz Simon y el pequeño Germán. ¿Acaso María y Honoria habrían sido criadas por su tía Ana Eliff, y vivían todos en lo de Clary? El hecho a destacar es que, excepto Keena, todos los que estaban en lo de Clary el 5 de abril de 1911 eran parientes directos de la dueña del campo. Por todo lo dicho, se supone que fue una sorpresa para los asaltantes, encontrarse a esa hora con el administrador y el capataz en el casco de la estancia, capaces de oponerles resistencia a sus aviesas intenciones, pero igualmente estaban decididos a llevar a cabo su obra, superando todo obstáculo que se les interpusiese, tal como ocurrió. Los hechos Según nos cuenta la crónica periodística,51 que reconstruyó los hechos en base a los testimonios orales de las sobrevivientes, entre las 18.30hs y las 19hs del día 5 de abril de 1911, víspera del día en que la viuda de Clary cumpliera 82 años, irrumpieron a pie en su estancia seis sujetos armados con escopetas, revólveres y cuchillos, aparentemente con fines de llevar a cabo un asalto. En ese momento, la Sra. de Clary se hallaba en su habitación de la casa principal, mientras las hermanas Fitz Simon estaban en la cocina, quizás acompañadas por su primo Germán. Sobresaltadas por los ladridos de los perros, María y Honoria salieron de la cocina, pero al encontrarse con Don Juan Kennedy y con el capataz, John Keena, que caminaban hacía la entrada de la estancia, situada a unos 30mts., volvieron a meterse en ella, despreocupadas por lo que sólo parecía ser el arribo a la estancia de un grupo de personas. Sin embargo, poco tiempo después fueron sorprendidas por el ruido de un disparo: aparentemente el mismo que dejó sin vida a John Keena. Al asomarse, consiguieron ver a Kennedy parapetado detrás de un árbol, con un cuchillo en la mano, en clara actitud de defensa. Horrorizadas –según dice La Nación–, las hermanas trataron de encerrarse en la cocina, pero al instante apareció allí Kennedy, “vacilante y herido”, seguido de uno de los asaltantes, que lo ultimó con un tiro de revólver. Esta parte del relato no coincide con la reconstrucción del crimen, de cuyo testimonio tenemos las fotos. Éstas muestran que el cuerpo sin vida de Juan Kennedy no quedó en la cocina, sino unos cuantos metros detrás de la otra casa. Quizá se haya arrastrado mal herido y haya caído donde lo hallaron, pero esto no lo pudieron ver las hermanas Fitz Simon. Cfr. Partida de Defunción de Ana Eliff de Piola. “Ana Eliff dejó con su fallecimiento, a su marido y a dos hijos”, nota necrológica en The Southern Cross, 1-XII-1905. 51 No se encuentra en los Archivos de los Tribunales de Mercedes el expediente del crimen, por tanto no se pudieron recoger los datos del sumario. La información está recogida del diario La Nación y El Orden, y las fotografías, de Caras y Caretas. 50 Ante la presencia del asesino, María y Honoria salieron corriendo de la cocina hacia la otra casa, donde se encontraba la Sra. de Clary. Al atravesar el patio, se escuchó un disparo más, dirigido a María que, gracias a Dios, no dio en el blanco. En cambio, Honoria fue atacada con una puñalada en la espalda, y luego, ya herida, mientras corría hacia la otra casa, le alcanzó un disparo. Como pudo siguió su carrera, y arrastrándose llegó hasta la puerta de la otra casa, donde la Sra. de Clary y su hermana la consiguieron meter dentro. Se encerraron en la habitación de la Sra. de Clary, y trabaron la puerta del cuarto. A partir de ese momento, se hizo un silencio sepulcral en la estancia. Sumidas en el terror y el pánico, y con el temor de que los asesinos entraran a la casa y voltearan la puerta, se quedaron allí hasta el amanecer. Cuando Patricio Fitz Simon, posiblemente acompañado de alguien, llegó al campo a las 6hs. del día siguiente, 6 de abril, se encontró con los cadáveres, tal como los habían dejado los asesinos al huir: además del de Juan Kennedy, el del capataz John Keena –que murió de un disparo a distancia de escopeta y de un par de hachazos en la cabeza–, cerca de los corrales de ovejas, y el de Germán Piola, muerto por un corte de cuchillo en el cuello, cerca de la puerta de la cocina –en el mismo lugar donde había caído su madre en 1905-, de donde tal vez lo habían sacado para degollarlo. Aparentemente, cuando los vecinos escucharon los disparos, se aprestaron a acudir en ayuda a lo de Clary. Hasta allí fueron los señores Morando y Ferreyra montados a caballo –de acuerdo a lo que nos cuenta La Nación–, o Morando y Geoghagan –en la versión de Caras y Caretas. Todo hace suponer que los asaltantes, sorprendidos por el ruido de los caballos, se dieron a la fuga por los montes, amparados por la oscuridad de la noche, sin poder llevar a cabo el asalto, como tendrían previsto. Los vecinos dieron voces en medio de la oscuridad, llamando a los habitantes de la casa, pero como no respondía nadie y estaba todo oscuro, regresaron a sus hogares. Las mujeres, encerradas, al escuchar las voces de los vecinos y no distinguir que se trataban de amigos, no quisieron contestar, sumidas en el terror por lo vivido hacía pocos minutos. Así quedaron toda la noche. Entre las sombras yacían las víctimas, inertes y sin vida, pero nadie en ese momento las advirtió. Patricio Fitz Simon dio aviso a la policía mediante un chasqui enviado desde el campo. Rápidamente, el Oficial García junto con dos agentes, se apersonaron en la estancia, y se hicieron cargo de lo sucedido, además de tomar las medidas urgentes para salvar la vida de Honoria, que había sido gravemente herida. A las 10hs. arribó el subcomisario Castells, el Oficial Puciarelli y el médico de la policía Dr. Leopoldo Carelli, quien atendió con todo empeño a Honoria y le salvó la vida. La investigación No pasó mucho tiempo hasta que el Comisario Santos Rosa y el subcomisario Castells dieran comienzo a la investigación. Más tarde, llegó al lugar de los hechos el juez a cargo de la causa, Dr. Stolbizer. “Declaraciones de los vecinos –decía La Nación– establecen que vieron a varios individuos –la misma tarde del crimen– que trataban de disimular su presencia en el camino, entreteniéndose unos en asar carne y otros en juntar tierra para hacer creer que efectivamente se dedicaban a su trabajo”.52 Aparentemente, los delincuentes provenían de la zona de Giles, según se dijo entre el vecindario, aunque sin fundamentos suficientes para asegurarlo. Los rastros que siguió la policía de cuatro personas –una de ellas, un menor–, llevaron a ésta hasta legua y media del campo de la viuda de Clary, a un camino que conduce a la estación Godoy, del ferrocarril del Pacífico, pero no más allá. En ese camino se encontró una bolsa con ropa. También se dijo que por las pisadas, uno de los individuos sería rengo. Se sabe que a la noche del crimen, dos individuos tomaron el tren en esa misma estación con dirección hacia el campo. La descripción de uno de ellos coincidió con la que hizo, una vez tranquilizada, una de las hermanas Fitz Simon. El trabajo de la policía consistió, en primer lugar, en recorrer detenidamente todo el establecimiento, al mismo tiempo que se enviaban circulares a las comisarías de la Provincia de Buenos Aires, con la esperanza de recibir noticias de los asesinos. Por otro lado, se organizaron comisiones policiales a caballo hacia todas las zonas del departamento en busca de los criminales, o de quien pudiera informar sobre gente sospechosa. Toda esa tarea, desgastante por cierto, ocupó varios días, a lo largo de los cuales se fue deteniendo a gran cantidad de sospechosos. De esta actividad, la prensa iba informando minuciosamente durante los días siguientes. No sólo los agentes y oficiales policiales se encargaron de estas tareas, sino que también el mismísimo juez de la causa, Dr. Stolbizer, tuvo que partir para distintos lugares de la Provincia en busca de indicios de los delincuentes . El primer día ya se había detenido a bastante gente de mal vivir, con la intención de que, al menos, pudieran aportar algún dato o información sobre la banda que asaltó el campo de la viuda de Clary. Tal fue el número de los detenidos, que el trabajo de tomar declaración a cada uno de ellos llevó muchísimo tiempo. El día 10 se dejó en libertad a 50 hombres, provenientes de todas partes de la Provincia, detenidos por las comisarías de los distintos departamentos. El entierro de las tres víctimas, efectuado el día 7 a las 14hs., fue contemplado por la ciudad entera, que no salía de su asombro y conmoción. Los tres carros funerarios partieron de la estancia, donde habían sido velados, y entraron en la ciudad por la Avenida Mitre, hacia la Iglesia Parroquial. Luego de los oficios religiosos, los carros siguieron hasta el cementerio local, acompañados de una verdadera multitud53. La Sra. de Clary recibió las condolencias del Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Espinosa, mediante un telegrama. Era lógico, porque ella gozaba de fama de ser una persona muy caritativa. De hecho, había donado veinte mil pesos para el altar mayor de la Iglesia parroquial de Mercedes.54 Lógicamente, tanto la viuda de Clary como sus sobrinas no quisieron vivir más en la casa que tan desagradables recuerdos les traían. Por eso, pronto la abandonaron para irse a vivir a Mercedes, a la casa de la calle 17 esq. 28.55 Patricio Fitz Simon quedó en ella como encargado. 52 La Nación, 8-IV-1911. El servicio fúnebre estuvo a cargo de la empresa de Santiago Carey, cuyos dueños eran de origen irlandés. El acta de defunción de John Kennedy es la Nro. 66, del año 1911, del Registro Civil de Mercedes. 54 En ese momento Mercedes era una parroquia dependiente del Arzobispado de La Plata. 55 Hoy de aquella casa, sólo se conserva la parta que da a la calle 17, Nro. 668, propiedad del poeta Osvaldo Eliff. 53 La investigación siguió su curso, pero cada vez con menor intensidad, dado los pobres resultados obtenidos. No por eso se puede decir que no se puso esfuerzo en ella. Todo lo contrario: el horror fue un movilizador para los investigadores. Sin embargo, las pistas se fueron perdiendo, hasta desaparecer definitivamente. La esperanza de que se hiciese justicia se fue desvaneciendo con el tiempo, y hasta el día de hoy el asalto al campo de la viuda de Clary permanece encerrado en el misterio. Ahora se ha convertido en una leyenda que forma parte de la historia mercedina, transmitida de generación en generación. Muchos han oído hablar de ella, aunque sin saber a ciencia cierta cómo sucedieron los hechos ni por qué. Formó parte de esa leyenda la imputación que recayó sobre un tal Francisco Logrande, sindicado como autor principal, reconocido en rueda de presos por una de las hermanas Fitz Simon. Este hombre, parece ser, estuvo cinco años detenido en la cárcel del Mercedes por esta causa, dónde estuvo envuelto en un hecho de sangre. Sus compañeros de cuarto en Buenos Aires, también fueron detenidos, lo mismo que un tal Badó Baio, en Tucumán. Las hipótesis Aunque nunca se pudieron establecer los móviles del crimen, se presume que, por el modo en el que se desarrollaron los hechos –y descartada la posibilidad de una venganza al personal de la estancia–, el motivo que impulsó a los delincuentes no fue otro que el dinero, dada la buena posición económica de la señora dueña de casa. En la tradición popular permaneció la versión de que poco tiempo antes del asalto, la viuda habría recibido una considerable cantidad dinero por la venta de lana … Quizá pensaron en sustraerle ese dinero a la Sra. de Clary, sin calcular que hubiese a esa hora personal del establecimiento, y, en virtud de que los asaltantes estaban dispuestos a todo con tal de conseguir su objetivo, no dudaron en recurrir a los extremos más violentos, entre ellos el de dispararle a una niña indefensa, como lo era en aquel entonces Honoria Fitz Simon. ¿Y el niño, qué clase de amenaza podría haber constituido para los malhechores para que fuera brutalmente asesinado? En este punto, también nos cuenta la tradición que Germán Piola habría reconocido a uno de los asaltantes, al que le habría gritado: “No me mate, Don Juan”. Keena y Kennedy, ¿habrían del mismo modo reconocido a los asesinos o a alguno de ellos? Tal vez así fuera, y los asaltantes decidieron matarlos, para poder perpetrar el robo. Las conjeturas fueron muchas y han llegado hasta el día de hoy envueltas en un halo de misterio: el caso del asalto a la estancia de la viuda de Clary quedará indefectiblemente para la justicia Divina. Desde el punto de vista judicial, puesto que no se ha hallado en los Archivos de los Tribunales el expediente de la causa, las especulaciones que podemos hacer sobre su final son las siguientes. Por de pronto, suponer que la causa se extendió por un tiempo –unos años–, de tal modo que la promulgación del nuevo Código de Procedimiento Penal de la Provincia de Buenos Aires, que entró en vigencia en enero de 1915, la encontró inconclusa y, por tanto, cayó bajo su régimen normativo. Al parecer –de esto no hay certeza-, cuando ya había acumulado abundante material probatorio, fue recusado sorpresivamente de la causa el Juez Stolbizer. No podemos establecer hoy la causal de la recusación. Como consecuencia de la misma el expediente pasó al Juzgado del Dr. Horacio Ortiz que también fue recusado, yendo a caer finalmente la causa a manos del Juez en lo Civil y Comercial, Diógenes Diez Gómez, quien absolvió a los procesados, Logrande y sus compañeros, por falta de pruebas. Nunca se sabrá cuáles fueron los motivos por los que el Juez llegó a esta conclusión y si fue lo suficientemente fundamentada. Epílogo A modo de epílogo de esta historia que comienza con la inmigración de una familia irlandesa a la Argentina, continúa con su inserción en la campaña mercedina y culmina con un dramático episodio que los marcaría para siempre (y que llegó a conmover al país entero), queremos reproducir un texto, que, a la vez que refiere la crónica de los hechos basándose en las crónicas periodísticas del momento, constituye un testimonio del profundo impacto que éstos tuvieron en el imaginario popular. Se trata de un poema aparentemente escrito por Rosa Delfina Rinaldi, con fecha 31 de mayo de 1912, en un cuaderno que aún conservan, como un tesoro, los actuales propietarios de la estancia que fuera de Guillermo Clary56. Lo transcribimos a continuación (conservando los mismos errores gramaticales y ortográficos del original), por la cercanía a los acontecimientos con el que fue escrito y por la frescura de su redacción: La tragedia de la estancia de Cleri57 Da tristeza recordar Tantos echos lamentables Que tiene en Buenos Aires A enlutar la sociedad Un caso de poco tiempo En Mercedes a sucedido El día cinco de abril de mil novecientos once La noticia corria De un crimen que conmovia El mas duro corazon Era en la estancia de Cleery Que habia tenido por teatro Un barbaro asesinato Que alarmo a la población La señora Doña de Cleery Allí tranquila vivía Y le hacían compañía A las hermanas zitz simon Y un niño de doce año 56 También el poeta mercedino Osvaldo Eliff en su libro Las islas que te miran, publicado en Buenos Aires en julio de 1982 le dedica un poema a estos trágicos hechos familiares, titulado “La abrumadora casa Clary”. 57 La redacción no es modificada del original. Todo hace indicar que ha sido escrito por una persona de edad escolar. Apena se los contaba El mayordomo que estaba El compania de un peon Una noche que tranquilo Acaban de cenar Quien habia de penzar Les cortado esa alegria Mas de pronto le interrumpia Unas gente que llegava A la tranquera que ablaba Diciendo Ave Maria… El mayordomo al oirlo El prudente muy confiado Al grupo que había llegado A resibirlo salio Pero en el mismo momento Ligero cual la sueta Le apunto con la escopeta Un descargo se oyo Acribillado a balazo El pobre al suelo cayo Y el peon que al patio salio Para ver lo que ocurria Sin darle tiempo de nada Lo matan sin compasión Y van formando un montón Con la mayor sangre fria La señora al ver aquello En un cuarto se encerro Y en la cosina quedo El niño y las dos hermanas Una ermana entre balazo En el patio lo atravezo Y el cuarto se enserro Donde estaba la anciana La otra quizo seguir El ejemplo de la hermana Pero una bestia umana El paso se lo impidio Pero ella con la esperanza De huir de una muerte incierta Atropello la puerta Para el patio disparo Pero se la vieron muy mal Y la corren tenazmente Pero la niña valiente Asta el cuarto se llego A donde estaba la anciana Que la puerta le abrio Y la niña se escondia Erida y se desmayo El pobre niño entre tanto En la cosina quedaba Mudo absordo contemplaba El cuarto lleno de horror Y uno de los criminales Con ensanamiento cruel Sin perdonar la niñez Con ayana lo degollo Se preparaban tal vez Para matar a la anciana Quedando una bullia lejana En el campo se sintio Entonce los criminales Bestia feroces cobarde Dejando un reguero de sangre Para el campo dispararon Se perdieron no avia Rastros de los crimnales Quien era no se save No eran los que se decian No avia un ilo que pudiera Dar luz a esa oscuridad Pero con tenacidad Luchava la policia La justici se encontrava Comprometida de vera En allar de aquella fiera De ensañamiento tan cruel Y asi con rudo labor Por una cenda escabrosa A luchando a Santa Rosa Y su segunda castex (?) Y tolbizer y Santa Rosa La pesquisa dirigia Sin descanso noche y dia Luchando con disección Y an triunfado en toda linea Ya la verdad pura brilla Y al jefe de la cuadrilla Lo tienen en la prisión Resta ora realizar Todo todo se sabra Y a donde abia obscuridad La luz brillara triunfante Demostrando que tenemo Un juez bueno y voluntario Y en Mercedes un comisario Todo un señor pesquisante Pido una aplausa señores A tan buena policia A iriart y los dos garcia Y Acparves que copero A castex y como y tolbizer Lo mismo que Santa Rosa Por esa pesquisa hermosa Que a buen termino llevo. Fin Doña Rosa Delfina Rinaldi pensaba que el proceso había llegado a buen término, o, al menos, tenía la esperanza de que así fuera, y que alguno de los sospechosos que habían sido apresados sería uno de los responsables del crimen. En este sentido, sus versos respondían al sentir popular. No obstante, la realidad se encargó de desmentirlo, y hasta el día hoy la historia continua sin haber sido resuelta y, posiblemente, sin que nunca pueda resolverse del todo. “Una tarde –según versiones de la época- un hombre, esterillador de oficio, llamó a la puerta de aquella residencia (la casa de la Sra. de Clary en Mercedes)… Y acudió precisamente Honoria58 Fitz Simon, la cual al ver la cara del individuo sufrió un desmayo… Después se conoció –según versiones de la época- el motivo de tamaño susto… Aquel hombre era uno de los asaltantes de la estancia de Clary… Uno de los que estuvo preso por esa circunstancia”.59 A raíz de este hecho, las hermanas Fitz Simon decidieron marcharse de Mercedes e instalarse en Buenos Aires, en donde se radicaron definitivamente. 58 59 En realidad se trataba de su hermana María Diario La Hora, Mercedes, 25 de junio de 1952.