Por América latina a paso de escarabajo Lunes, 11 de Mayo de 2009 08:13 El periodista belga Tom Dieusaert unió México con la Argentina al volante del mítico Volkswagen; plasmó sus experiencias en un libro, Diarios del Vocho.Con el auto en el que recorrió casi 17.000 km, en las calles porteñas.Una vez en todo el viaje se rompió el auto. Fue en Perú, por culpa de un mecánico que en un descuido desajustó las tapas de los cilindros... Por lo demás, en los casi 17.000 km que a fines de 2003 lo llevaron de México a la Argentina, Tom Dieusaert contó con el respaldo inquebrantable de su Volkswagen escarabajo, el mismo que hoy pasea con orgullo por las calles de Buenos Aires. Porque Tom es belga, aunque vivió siete años en el D.F. mexicano y hace cinco que echó raíces en estas latitudes, más precisamente en el Tigre, donde montó su oficina de periodista y escritor. También de traductor, ya que se tomó el trabajo de reescribir en español su último libro, Diarios del Vocho (como llaman cariñosamente en México al mítico VW), que reúne las experiencias de su periplo por América latina. Esta suerte de bitácora de viaje, que combina la crónica de aventuras con la mirada sociológica y el trasfondo histórico de cada pueblo, ya agotó las dos primeras ediciones de su versión en neerlandés, De Laatste Rit van de Kever (publicado en Bélgica y Holanda). No fue un viaje fácil, eso sí. En seis meses de ruta, 13 países, encuentros impensados y largas horas de soledad, Dieusaert tuvo que lidiar con policías corruptos, trabas burocráticas y trámites tan absurdos como tener que presentar un certificado para demostrar que no había robado su auto, en Panamá. Manejó por curvas de pendientes abruptas y niebla espesa con una goma en llanta; contuvo la respiración cuando la precaria embarcación que lo cruzó de Panamá a Colombia por poco no se fue a pique; sufrió el robo de todos sus CD; soportó el flagelo de una infección; se encariñó con gente que no volvería a ver, e incluso pasó un día en la cárcel de Panamá, después de discutir con el recepcionista de un hotel por una cuenta de teléfono inflada. Pero el viaje también le regaló momentos de esos en los que se dijo que sí, que valió la pena encarar la ruta. Se acuerda especialmente del viejo músico de calipso en Costa Rica, Walter Ferguson, una leyenda tan difícil de rastrear que estuvo a punto de abandonar la búsqueda. Pero lo encontró, a sus 80 y pico y casi ciego. Hacía seis meses que Ferguson no tocaba una guitarra, pero entonces Tom le alcanzó la de él y el viejo tocó y cantó como nunca. Se acuerda también del campesino peruano que no sólo lo alojó en su casa, sino que le pidió que fuera padrino de su hijo. O del dueño de una pequeña emisora en un pueblito panameño, a 1/3 Por América latina a paso de escarabajo Lunes, 11 de Mayo de 2009 08:13 la que Tom llegó para preguntar por una canción que escuchó por radio. El hombre lo recibió, lo entrevistó y terminó regalándole casi todos sus CD. Video: diarios del Vocho ¿Que por qué hizo este viaje? Porque ya se sentía estancado en el D.F., porque tenía ganas de escribir un relato de viajes, porque se propuso emprender la aventura sin planes ni preparación. "Me gustaba la filosofía de decir hoy me levanto a ver qué pasa", cuenta este hombre de 41 años y mirada tranquila. Y así fue como un raro día de sol en el D.F. cargó en el auto su guitarra, una vieja computadora, algunos libros y partió. En su cabeza resonaban algunas crónicas de viajes que acaso le sirvieron como inspiración en la ruta, entre ellas On the Road (de Jack Kerouac), Patagonia Express (de Paul Theroux) o Diarios de Motocicleta, que sirvió de disparador para el título de su libro. Dice que no volvería a hacer este viaje, que ahora es mucho más burgués. Y ríe. Aunque, en un tono más serio, se sincera: "El viaje tuvo una gran falla, y es que no pude quedarme mucho tiempo en un lugar para conocer su gente a fondo, ir más allá de la superficie" . En cuanto a las diferencias y similitudes entre los muchos países que recorrió -y que incluyeron encuentros con los indios kunas de Panamá o los menonitas del Chaco paraguayo-, Dieusaert también deja su reflexión: "Alguien que tal vez no conozca la región encontraría todos los países más o menos iguales. Pero hay diferencias, por supuesto. Lo que más me sorprendió es el poco conocimiento que tiene un país del otro. Por ejemplo, en Bolivia nadie sabía decirme cómo llegar a Paraguay, y así muchísimos casos. Y si Europa se unió después de tantas guerras, diferencias económicas e idiomas distintos, ¿por qué no puede hacerlo también América latina?" Por Teresa Bausili De la Redacción de LA NACION Los tres pasos por Buenos Aires Tom Dieusaert ya había estado otras veces en Buenos Aires. La primera fue de chico, en 1986, cuando vivió en la ciudad durante un año, a raíz del trabajo de su padre. Regresó en 2002 como periodista de un diario europeo y se encontró con un país devastado por la crisis económica. Por eso se sorprendió tanto cuando volvió, sólo dos años más tarde, y presenció un panorama totalmente distinto: "Fue como si nada hubiera pasado, con las calles vibrantes, los negocios a pleno y los 2/3 Por América latina a paso de escarabajo Lunes, 11 de Mayo de 2009 08:13 viejos locales reciclados. Y si antes todo aquí estaba regalado, ahora es un país caro", expresó. "La Argentina es sin duda muy cambiante -continúa-. Te obliga a estar despierto, te exige. Por eso me gusta, más allá de su extraordinaria oferta cultural. Acá me siento vivo." Y sucede que Dieusaert tiene además un buen motivo para quedarse: se llama Lisa, tiene 3 años, el pelo del color del sol, y es nada menos que su hija argentina. Fuente: Diario La Nación Foto: Rodrigo Néspolo 3/3