Biblioteca Documentos de Estudio San Benito de Nursia, Biografía de una vida iniciática ? Narciso, obispo Fraternité Sacerdotale de San Benoit San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 2 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 3 San Benito de Nursia, Abad y patriarca Dedico este trabajo, a mi hermano y amigo Frater Sothys de San Juan, para que observando el camino de la Santa Regla, encuentre el punto de conexión que un día encontró este santo varón y que también este servidor del Dios Uno y Trino, desea encontrar. Que la bendición de Dios ? Padre, Dios ? Hijo y Dios Nuestra Señora ? del espíritu Santo este en nosotros y en todos aquellos que buscan el camino del Yo Interior, que nos lleva al Cristo Interno. ? Narciso, Obispo Sâr Mar Tau Camael, R+C, S.·.I.·.I.·.L.·. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 4 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 5 Prologo Desde hace ya muchos años, posiblemente desde di los principios de mi juventud, siempre me he sentido atraído por este venerable varón. La vida de Benito de Nursia, es una la las vidas mas completas y que más luz han aportado en mi vida. Aquí en esta breve recopilación de datos sobre su vida, que obraban en mis archivos es para dárosla a conocer y, así poder comprender la verdad iniciática y gnóstica que rodeo a este fundador de la Orden Benedictina. Entre las páginas de esta pobre publicación esta la vida de este santo en forma de narración para los niños, conocida también como el cuento de San Benito. También esta el libro que el Papa San Gregorio Magno, escribió sobre este santo. En la esperanza que este trabajo os sea de utilidad, recibid un saludo en Xº. ? Narciso Obispo de la Fraternidad Sacerdotal de San Benito, Iglesia Constitucional Francesa © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 6 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 7 1. Introducción Abad, Patrón de Europa y Patriarca del monasticismo occidental; Lema: "Ora y Labora", representado emblemáticamente por el arado y la cruz. Fiesta: 11 de julio; Etimología: Benito: "bendecido". San Benito nació de familia rica en Nursia, Italia, en el año 480. Su hermana gemela, Escolástica, también alcanzó la santidad. Fue enviado a Roma para estudiar la retórica y la filosofía. Desilusionado de la vida en la gran ciudad, se retiró a Enfide (la actual Affile), para dedicarse al estudio y practicar una vida de rigurosa disciplina ascética. No satisfecho de esa relativa soledad, a los 20 años se fue al monte Subiaco bajo la guía de un ermitaño y viviendo en una cueva. Tres años después se fue con los monjes de Vicovaro. No duró allí mucho ya que lo eligieron prior pero después trataron de envenenarlo por la disciplina que les exigía. Con un grupo de jóvenes, entre ellos Plácido y Mauro, fundo su primer monasterio en la montaña de Cassino en 529. Fundó numerosos monasterios, centros de formación y cultura capaces de propagar la fe en tiempos de crisis. Se levantaba a las dos de la madrugada a rezar los salmos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 8 Pasaba horas rezando y meditando. Hacia también horas de trabajo manual, imitando a Jesucristo. Veía el trabajo como algo honroso. Su dieta era vegetariana y ayunaba diariamente, sin comer nada hasta la tarde. Recibía a muchos para dirección espiritual. Algunas veces acudía a los pueblos con sus monjes a predicar. Era famoso por su trato amable con todos. Su gran amor y su fuerza fueron la Santa Cruz con la que hizo muchos milagros. Fue un poderoso exorcista. Este don para someter a los espíritus malignos lo ejerció utilizando como sacramental la famosa Cruz de San Benito. San Benito predijo el día de su propia muerte, que ocurrió el 21 de marzo del 547, pocos días después de la muerte de su hermana, santa Escolástica. Desde finales del siglo VIII muchos lugares comenzaron a celebrar su fiesta el 11 de julio. (Adaptada de "Vidas de los Santos" de Butler). Si atendemos a la enorme influencia ejercida en Europa por los seguidores de San Benito, es desalentador comprobar que no tenemos biografías contemporáneas del padre del "monasticismo occidental". Lo poco que conocemos acerca de sus primeros años, proviene de los "Diálogos" de San Gregorio, quien no proporciona una historia completa, sino solamente una serie de escenas para ilustrar los milagrosos incidentes de su carrera. Benito nació y creció en la noble familia Anicia, en el antiguo pueblo de Sabino en Nursia, en la Umbría en el año 480. Esta región de Italia es quizás la que mas santos ha dado a la Iglesia. Cuatro años antes de su nacimiento, el bárbaro rey de los Hérculos mató al último emperador romano poniendo fin a siglos de dominio de Roma sobre todo el mundo civilizado. Ante aquella crisis, Dios tenía planes para que la fe cristiana y la cultura no se apagasen ante aquella crisis. San Benito sería el que comienza el monasticismo en occidente. Los monasterios se convertirán en centros de fe y cultura. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 9 De su hermana gemela, Escolástica, leemos que desde su infancia se había consagrado a Dios, pero no volvemos a saber nada de ella hasta el final de la vida de su hermano. El fue enviado a Roma para su "educación liberal", acompañado de una "nodriza", que había de ser, probablemente, su ama de casa. Tenía entonces entre 13 y 15 años, o quizá un poco más. Invadido por los paganos de las tribus arias, el mundo civilizado parecía declinar rápidamente hacia la barbarie, durante los últimos años del siglo V: la Iglesia estaba agrietada por los cismas, ciudades y países desolados por la guerra y el pillaje, vergonzosos pecados campeaban tanto entre cristianos como entre gentiles y se ha hecho notar que no existía un solo soberano o legislador que no fuera ateo, pagano o hereje. En las escuelas y en los colegios, los jóvenes imitaban los vicios de sus mayores y Benito, asqueado por la vida licenciosa de sus compañeros y temiendo llegar a contaminarse con su ejemplo, decidió abandonar Roma. Se fugó, sin que nadie lo supiera, excepto su nodriza, que lo acompañó. Existe una considerable diferencia de opinión en lo que respecta a la edad en que abandonó la ciudad, pero puede haber sido aproximadamente a los veinte años. Se dirigieron al poblado de Enfide, en las montañas, a treinta millas de Roma. No sabemos cuanto duró su estancia, pero fue suficiente para capacitarlo a determinar su siguiente paso. Pronto se dio cuenta de que no era suficiente haberse retirado de las tentaciones de Roma; Dios lo llamaba para ser un ermitaño y para abandonar el mundo y, en el pueblo lo mismo que en la ciudad, el joven no podía llevar una vida escondida, especialmente © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 10 después de haber restaurado milagrosamente un objeto de barro que su nodriza había pedido prestado y accidentalmente roto. En busca de completa soledad, Benito partió una vez más, solo, para remontar las colinas hasta que llegó a un lugar conocido como Subiaco (llamado así por el lago artificial formado en tiempos de Claudio, gracias a la represión de las aguas del Anio). En esta región rocosa y agreste se encontró con un monje llamado Romano, al que abrió su corazón, explicándole su intención de llevar la vida de un ermitaño. Romano mismo vivía en un monasterio a corta distancia de ahí; con gran celo sirvió al joven, vistiéndolo con un hábito de piel y conduciéndolo a una cueva en una montaña rematada por una roca alta de la que no podía descenderse y cuyo ascenso era peligroso, tanto por los precipicios como por los tupidos bosques y malezas que la circundaban. En la desolada caverna, Benito pasó los siguientes tres años de su vida, ignorado por todos, menos por Romano, quien guardó su secreto y diariamente llevaba pan al joven recluso, quien lo subía en un canastillo que izaba mediante una cuerda. San Gregorio dice que el primer forastero que encontró el camino hacia la cueva fue un sacerdote quien, mientras preparaba su comida un domingo de Resurrección, oyó una voz que le decía: "Estás preparándote un delicioso platillo, mientras mi siervo Benito padece hambre". El sacerdote, inmediatamente, se puso a buscar al ermitaño, al que encontró al fin con gran dificultad. Después de haber conversado durante un tiempo sobre Dios y las cosas celestiales, el sacerdote lo invitó a comer, diciéndole que era el día de Pascua, en el que no hay razón para ayunar. Benito, quien sin duda había perdido el sentido del tiempo y ciertamente no tenía medios de calcular los ciclos lunares, repuso que no sabía que era el día de tan grande solemnidad. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 11 Comieron juntos y el sacerdote volvió a casa. Poco tiempo después, el santo fue descubierto por algunos pastores, quienes al principio lo tomaron por un animal salvaje, porque estaba cubierto con una piel de bestia y porque no se imaginaban que un ser humano viviera entre las rocas. Cuando descubrieron que se trataba de un siervo de Dios, quedaron gratamente impresionados y sacaron algún fruto de sus enseñanzas. A partir de ese momento, empezó a ser conocido y mucha gente lo visitaba, proveyéndolo de alimentos y recibiendo de él instrucciones y consejos. Aunque vivía apartado del mundo, San Benito, como los padres del desierto, tuvo que padecer las tentaciones de la carne y del demonio, algunas de las cuales han sido descritas por San Gregorio:" Cierto día, cuando estaba solo, se presentó el tentador. Un pequeño pájaro negro, vulgarmente llamado mirlo, empezó a volar alrededor de su cabeza y se le acercó tanto que, si hubiese querido, habría podido cogerlo con la mano, pero al hacer la señal de la cruz el pájaro se alejó. Una violenta tentación carnal, como nunca antes había experimentado, siguió después. El espíritu maligno le puso ante su imaginación el recuerdo de cierta mujer que él había visto hacía tiempo, e inflamó su corazón con un deseo tan vehemente, que tuvo una gran dificultad para reprimirlo. Casi vencido, pensó en abandonar la soledad; de repente, sin embargo, ayudado por la gracia divina, encontró la fuerza que necesitaba y, viendo cerca de ahí un tupido matorral de espinas y zarzas, se quitó sus vestiduras y se arrojó entre ellos. Ahí se revolcó hasta que todo su cuerpo quedó lastimado. Así, mediante aquellas heridas corporales, curó las heridas de su alma", y nunca volvió a verse turbado en aquella forma. En Vicovaro, en Tívoli y en Subiaco, sobre la cumbre de un farallón que domina Anio, residía por aquel tiempo una comunidad de monjes, cuyo abad había © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 12 muerto y por lo tanto decidieron pedir a San Benito que tomara su lugar. Al principio rehusó, asegurando a la delegación que había venido a visitarle que sus modos de vida no coincidían --quizá él había oído hablar de ellos--.Sin embargo, los monjes le importunaron tanto, que acabó por ceder y regresó con ellos para hacerse cargo del gobierno. Pronto se puso en evidencia que sus estrictas nociones de disciplina monástica no se ajustaban a ellos, porque quería que todos vivieran en celdas horadadas en las rocas y, a fin de deshacerse de él, llegaron hasta poner veneno en su vino. Cuando hizo el signo de la cruz sobre el vaso, como era su costumbre, éste se rompió en pedazos como si una piedra hubiera caído sobre él. "Dios os perdone, hermanos", dijo el abad con tristeza. "¿Por qué habéis maquinado esta perversa acción contra mí? No os dije que mis costumbres no estaban de acuerdo con las vuestras? Id y encontrad un abad a vuestro gusto, porque después de esto yo no puedo quedarme por más tiempo entre vosotros". El mismo día retornó a Subiaco, no para llevar por más tiempo una vida de retiro, sino con el propósito de empezar la gran obra para la que Dios lo había preparado durante estos años de vida oculta. Empezaron a reunirse a su alrededor los discípulos atraídos por su santidad y por sus poderes milagrosos, tanto seglares que huían del mundo, como solitarios que vivían en las montañas. San Benito se encontró en posición de empezar aquel gran plan, quizás revelado a él en la retirada cueva, de "reunir en aquel lugar, como en un aprisco del Señor, a muchas y diferentes familias de santos monjes dispersos en varios monasterios y regiones, a fin de hacer de ellos un sólo rebaño según su propio corazón, para unirlos más y ligarlos con los fraternales lazos, en una casa de Dios bajo una observancia regular y en permanente alabanza al nombre de Dios". Por lo tanto, colocó a todos los que © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 13 querían obedecerle en los doce monasterios hechos de madera, cada uno con su prior. El tenía la suprema dirección sobre todos, desde donde vivía con algunos monjes escogidos, a los que deseaba formar con especial cuidado. Hasta ahí, no tenía escrita una regla propia, pero según un antiguo documento, los monjes de los doce monasterios aprendieron la vida religiosa, "siguiendo no una regla escrita, sino solamente el ejemplo de los actos de San Benito". Romanos y bárbaros, ricos y pobres, se ponían a disposición del santo, quien no hacía distinción de categoría social o nacionalidad. Después de un tiempo, los padres venían para confiarles a sus hijos a fin de que fueran educados y preparados para la vida monástica. San Gregorio nos habla de dos nobles romanos, Tértulo, el patricio y Equitius, quienes trajeron a sus hijos, Plácido, de siete años y Mauro de doce, y dedica varias páginas a estos jóvenes novicios. (Vease San Mauro, 15 de enero y San Plácido, 5 de octubre).En contraste con estos aristocráticos jóvenes romanos, San Gregorio habla de un rudo e inculto godo que acudió a San Benito, fue recibido con alegría y vistió el hábito monástico. Enviado con una hoz para que quitara las tupidas malezas del terreno desde donde se dominaba el lago, trabajó tan vigorosamente, que la cuchilla de la hoz se salió del mango y desapareció en el lago. El pobre hombre estaba abrumado de tristeza, pero tan pronto como San Benito tuvo conocimiento del accidente, condujo al culpable a la orilla de las aguas, le arrebató el mango y lo arrojó al lago. Inmediatamente, desde el fondo, surgió la cuchilla de hierro y se ajustó automáticamente al mango. El abad devolvió la herramienta, diciendo: "¡Toma! Prosigue tu trabajo y no te preocupes". No fue el menor de los milagros que San Benito hizo para acabar con el arraigado prejuicio contra el trabajo manual, considerado como degradante © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 14 y servil. Creía que el trabajo no solamente dignificaba, sino que conducía a la santidad y, por lo tanto, lo hizo obligatorio para todos los que ingresaban a su comunidad, nobles y plebeyos por igual. No sabemos cuanto tiempo permaneció el santo en Subiaco, pero fue lo suficiente para establecer su monasterio sobre una base firme y fuerte. Su partida fue repentina y parece haber sido impremeditada. Vivía en las cercanías un indigno sacerdote llamado Florencio quien, viendo el éxito que alcanzaba San Benito y la gran cantidad de gente que se reunía en torno suyo, sintió envidia y trató de arruinarlo. Pero como fracasó en todas sus tentativas para desprestigiarlo mediante la calumnia y para matarlo con un pastel envenenado que le envió (que según San Gregorio fue arrebatado milagrosamente por un cuervo), trató de seducir a sus monjes, introduciendo una mujer de mala vida en el convento. El abad, dándose perfecta cuenta de que los malvados planes de Florencio estaban dirigidos contra él personalmente, resolvió abandonar Subiaco por miedo de que las almas de sus hijos espirituales continuaran siendo asaltadas y puestas en peligro. Dejando todas sus cosas en orden, se encaminó desde Subiaco al territorio de Monte Cassino. Es esta una colina solitaria en los límites de Campania, que domina por tres lados estrechos valles que corren hacia las montañas y, por el cuarto, hasta el Mediterráneo, una planicie ondulante que fue alguna vez rica y fértil, pero que, carente de cultivos por las repetidas irrupciones de los bárbaros, se había convertido en pantanosa y malsana. La población de Monte Cassino, en otro tiempo lugar importante, había sido aniquilada por los godos y los pocos habitantes que quedaban, habían vuelto al paganismo o mejor dicho, nunca lo habían dejado. Estaban acostumbrados a ofrecer sacrificios en un templo dedicado a © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 15 Apolo, sobre la cuesta del monte. Después de cuarenta días de ayuno, el santo se dedicó, en primer lugar, a predicar a la gente y a llevarla a Cristo. Sus curaciones y milagros obtuvieron muchos conversos, con cuya ayuda procedió a destruir el templo, su ídolo y su bosque sagrado. Sobre las ruinas del templo, construyó dos capillas y alrededor de estos santuarios se levantó, poco a poco, el gran edificio que estaba destinado a convertirse en la más famosa abadía que el mundo haya conocido. Los cimientos de este edificio parecen haber sido echados por San Benito, alrededor del año 530.De ahí partió la influencia que iba a jugar un papel tan importante en la cristianización y civilización de la Europa post-romana. No fue solamente un museo eclesiástico lo que se destruyó durante la segunda Guerra Mundial, cuando se bombardeó Monte Cassino. Es probable que Benito, de edad madura, en aquel entonces, pasara nuevamente algún tiempo como ermitaño; pero sus discípulos pronto acudieron también a Monte Cassino. Aleccionado sin duda por su experiencia en Sabiaco, no los mandó a casas separadas, sino que los colocó juntos en un edificio gobernado por un prior y decanos, bajo su supervisión general. Casi inmediatamente después, se hizo necesario añadir cuartos para huéspedes, porque Monte Cassino, a diferencia de Subiaco, era fácilmente accesible desde Roma y Cápua. No solamente los laicos, sino también los dignatarios de la Iglesia iban para cambiar impresiones con el fundador, cuya reputación de santidad, sabiduría y milagros habíase extendido por todas partes. Tal vez fue durante ese período cuando comenzó su "Regla", de la que San Gregorio dice que da a entender "todo su método de vida y disciplina, porque no es posible que el santo hombre pudiera enseñar algo distinto de lo que practicaba".Aunque primordialmente la regla está dirigida a los monjes de Monte Cassino, como © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 16 señala el abad Chapman, parece que hay alguna razón para creer que fue escrita para todos los monjes del occidente, según deseos del Papa San Hormisdas. Está dirigida a todos aquellos que, renunciando a su propia voluntad, tomen sobre sí "la fuerte y brillante armadura de la obediencia para luchar bajo las banderas de Cristo, nuestro verdadero Rey", y prescribe una vida de oración litúrgica, estudio, ("lectura sacra") y trabajo llevado socialmente, en una comunidad y bajo un padre común. Entonces y durante mucho tiempo después, sólo en raras ocasiones un monje recibía las órdenes sagradas y no existe evidencia de que el mismo San Benito haya sido alguna vez sacerdote. Pensó en proporcionar "una escuela para el servicio del Señor", proyectada para principiantes, por lo que el ascetismo de la regla es notablemente moderado. No se alentaban austeridades anormales ni escogidas por uno mismo y, cuando un ermitaño que ocupaba una cueva cerca de Monte Cassino encadenó sus pies a la roca, San Benito le envió un mensaje que decía: "Si eres verdaderamente un siervo de Dios, no te encadenes con hierro, sino con la cadena de Cristo". La gran visión en la que Benito contempló, como en un rayo de sol, a todo el mundo alumbrado por la luz de Dios, resume la inspiración de su vida y de su regla. El santo abad, lejos de limitar sus servicios a los que querían seguir su regla, extendió sus cuidados a la población de las regiones vecinas: curaba a los enfermos, consolaba a los tristes, distribuía limosnas y alimentó a los pobres y se dice que en más de una ocasión resucitó a los muertos. Cuando la Campaña sufría un hambre terrible, donó todas las provisiones de la abadía, con excepción de cinco panes. "No tenéis bastante ahora", dijo a sus monjes, notando su consternación, "pero mañana tendréis © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 17 de sobra". A la mañana siguiente, doscientos sacos de harina fueron depositados por manos desconocidas en la puerta del monasterio. Estos ejemplos se han proporcionado para ilustrar el poder profético de San Benito, al que se añadía el don de leer los pensamientos de los hombres. Un noble al que convirtió, lo encontró cierta vez llorando e inquirió la causa de su pena. El abad repuso: "este monasterio que yo he construido y todo lo que he preparado para mis hermanos, ha sido entregado a los gentiles por un designio del Todopoderoso. Con dificultad he logrado obtener misericordia para sus vidas". La profecía se cumplió cuarenta años después, cuando la abadía de Monte Cassino fue destruida por los lombardos. Cuando el godo Totila avanzaba triunfante a través del centro de Italia, concibió el deseo de visitar a San Benito, porque había oído hablar mucho de él. Por lo tanto, envió aviso de su llegada al abad, quien accedió a verlo. Para descubrir si en realidad el santo poseía los poderes que se le atribuían, Totila ordenó que se le dieran a Riggo, capitán de su guardia, sus propias ropas de púrpura y lo envió a Monte Cassino con tres condes que acostumbraban asistirlo. La suplantación no engañó a San Benito, quien saludó a Riggo con estas palabras: "hijo mío, quítate las ropas que vistes; no son tuyas". Su visitante se apresuró a partir para informar a su amo que había sido descubierto. Entonces, Totila, fue en persona hacia el hombre de Dios y, se dice que se atemorizó tanto, que cayó postrado. Pero Benito lo levantó del suelo, le recriminó por sus malas acciones y le predijo, en pocas palabras, todas las cosas que le sucederían. Al punto, el rey imploró sus oraciones y partió, pero desde aquella ocasión fue menos cruel. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 18 Esta entrevista tuvo lugar en 542 y San Benito difícilmente pudo vivir lo suficiente para ver el cumplimiento total de su propia profecía. 2. Anuncia su muerte... El santo que había vaticinado tantas cosas a otros, fue advertido con anterioridad acerca de su próxima muerte. Lo notificó a sus discípulos y, seis días antes del fin, les pidió que cavaran su tumba. Tan pronto como estuvo hecha fue atacado por la fiebre. El 21 de marzo del año 543, durante las ceremonias del Jueves Santo, recibió la Eucaristía. Después, junto a sus monjes, murmuró unas pocas palabras de oración y murió de pie en la capilla, con las manos levantadas al cielo. Sus últimas palabras fueron: "Hay que tener un deseo inmenso de ir al cielo". Fue enterrado junto a Santa Escolástica, su hermana, en el sitio donde antes se levantaba el altar de Apolo, que él había destruido. Dos de sus monjes estaban lejos de allí rezando, y de pronto vieron una luz esplendorosa que subía hacia los cielos y exclamaron: "Seguramente es nuestro Padre Benito, que ha volado a la eternidad". Era el momento preciso en el que moría el santo .Que Dios nos envíe muchos maestros como San Benito, y que nosotros también amemos con todo el corazón a Jesús. En 1964 Pablo VI declara a san Benito patrono principal de Europa. Que de tal manera, brille ante los demás la luz de vuestro buen Ejemplo, que ellos al ver vuestras buenas obras, glorifiquen al padre celestial. (S. Mateo 5) © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 19 3. La Santa Regla Inspirado por Dios, San Benito escribió un Reglamento para sus monjes que llamó "Santa Regla" y que ha sido inspiración para los reglamentos de muchas comunidades religiosas monásticas. Muchos laicos también se comprometen a vivir los aspectos esenciales de esta regla, adaptada a las condiciones de la vocación laica. La síntesis de la Regla es la frase "Ora et labora" (reza y trabaja), es decir, la vida del monje ha de ser de contemplación y de acción, como nos enseña el Evangelio. Algunas recomendaciones de San Benito: La primera virtud que necesita un religioso (después de la caridad) es la humildad. La casa de Dios es para rezar y no para charlar. Todo superior debe esforzarse por ser amable como un padre bondadoso. El ecónomo o el que administra el dinero no debe humillar a nadie. Cada uno debe esforzarse por ser exquisito y agradable en su trato. Cada comunidad debe ser como una buena familia donde todos se aman. Evite cada individuo todo lo que sea vulgar. Recuerde lo que decía San Ambrosio: "Portarse con nobleza es una gran virtud".El verdadero monje debía ser "no soberbio, no violento, no comilón, no dormilón, no perezoso, no murmurador, no denigrador… sino casto, manso, celoso, humilde, obediente". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 20 4. Milagros de San Benito. He aquí algunos de los muchos milagros relatados por San Gregorio, en su biografía de San Benito. El muchacho que no sabía nadar. El joven Plácido cayó en un profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido Mauro: "Láncese al agua y sálvelo". Mauro se lanzó enseguida y logró sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se acordó de que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo le había permitido hacer aquel salvamento milagroso. El edificio que se cae. Estando construyendo el monasterio, se vino abajo una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Este se puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros, y debajo de todo apareció el monje sepultado, sano y sin heridas, como si hubiera simplemente despertado de un sueño. La piedra que no se movía. Estaban sus religiosos constructores tratando de quitar una inmensa piedra, pero esta no se dejaba ni siquiera mover un centímetro. Entonces el santo le envió una bendición, y enseguida la pudieron remover de allí como si no pesara nada. Por eso desde hace siglos cuando la gente tiene algún grave problema en su casa que no logra alejar, consigue una medalla de San Benito y le reza con fe, y obtiene prodigios. Es que este varón de Dios tiene mucho influjo ante Nuestro Señor. Panes que se multiplican. Muertes anunciadas. Un día exclamó: "Se murió mi amigo el obispo de Cápua, porque vi que subía al cielo un bello globo luminoso". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 21 Al día siguiente vinieron a traer la noticia de la muerte del obispo. Otro día vio que salía volando hacia el cielo una blanquísima paloma y exclamó: "Seguramente se murió mi hermana Escolástica", los Monjes fueron a averiguar, y sí, en efecto acababa de morir tan santa mujer. El, que había anunciado la muerte de otros, supo también que se aproximaba su propia muerte y mandó a unos religiosos a excavar……. (BIBLIOGRAFÍA Butler; Vida de los Santos; Sálesman, P. Eliécer, "Vidas de los Santos" Sgarbossa, Mario; Giovannini, Luigi, "Un santo para cada día" ). 4. La Medalla de San Benito La medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia con gran poder de exorcismo. Como todo sacramental, su poder está no en si misma sino en Cristo quien lo otorga a la Iglesia y por la fervorosa disposición de quién usa la medalla. Descripción de la medalla: En el frente de la medalla aparece San Benito con la Cruz en una mano y el libro de las Reglas en la otra mano, con la oración: "A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia" (Oración de la Buena Muerte). El reverso muestra la cruz de San Benito con las letras:C.S.P.B. "Santa Cruz del Padre Benito " C.S.S.M.L. "La santa Cruz sea mi luz" (crucero vertical de la cruz) N.D.S.M.D; "y que el Dragón no sea mi guía." (Crucero horizontal). En círculo, comenzando por arriba hacia la derecha:V.R.S. "Abajo contigo Satanás" N.S.M.V.; "para de atraerme con tus mentiras"S.M.Q.L.;"Venenosa es tu carnada" I.V.B.; "Trágatela tu mismo". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 22 5. Bendición de la medalla de San Benito La Bendición debe ser hecha por un sacerdote. Exorcismo de la medalla-Nuestra ayuda nos viene del Señor-Que hizo el cielo y la tierra. Te ordeno, espíritu del mal, que abandones esta medalla, en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene. Que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del adversario, todo el poder del diablo, todos los ataques e ilusiones de Satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo. En el nombre del Padre Omnipotente y de su Hijo, nuestro Señor, y del Espíritu Santo, y por la caridad de Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego. Bendición-Señor, escucha mi oración- Y llegue a tí mi clamor. Oremos: Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos humildemente que por la intercesión de nuestro Padre San Benito, infundas tu bendición sobre esta sagrada medalla, a fin de que quien la lleve, dedicándose a las buenas obras, merezca conseguir la salud del alma y del cuerpo, la gracia de la santificación, y todas la indulgencias que se nos otorgan, y que por la ayuda de tu misericordia se esfuerce en evitar las acechanzas y engaños del diablo, y merezca aparecer santo y limpio en tu presencia. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 23 Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén El 12 de marzo de 1742 el Papa Benedicto XIV otorgó indulgencia plenaria a la medalla de San Benito si la persona se confiesa, recibe la Eucaristía, ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa semana reza el santo rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la Fe o participa en la Santa Misa; Las grandes fiestas son Navidad, Epifanía, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, La Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Santos y fiesta de San Benito.Número de indulgencias parciales, por ejemplo: 200 días de indulgencia, si uno visita una semana a los enfermos o visita la Iglesia o enseña a los niños la Fe. 7 años de indulgencia, si uno celebra la Santa Misa o esta presente, y ora por el bienestar de los cristianos, o reza por sus gobernantes. 7 años si uno acompaña a los enfermos en el día de todos los Santos. 100 días si uno hace una oración antes de la Santa Misa o antes de recibir la sagrada Comunión. Cualquiera que por cuenta propia por su consejo o ejemplo convierta a un pecador, obtiene la remisión de la tercera parte de sus pecados. Cualquiera que el Jueves Santo o el día de Resurrección, después de una buena confesión y de recibir la Eucaristía, rece por la exaltación de la Iglesia, por las necesidades del Santo Padre, ganará las indulgencias que necesita. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 24 Cualquiera que rece por la exaltación de la Orden Benedictina, recibirá una porción de todas las buenas obras que realiza esta Orden. Quienes lleven la medalla de San Benito a la hora de la muerte serán protegidos siempre que se encomienden al Padre, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de Jesús con profundo arrepentimiento. El Crucifijo con medalla de San Benito llamado "El Crucifijo de la Buena Muerte" y la Medalla de San Benito han sido reconocidos por la Iglesia como una ayuda para el cristiano en la hora de tentación, peligro, mal, principalmente en la hora de la muerte. Le ha dado al Crucifijo con la medalla Indulgencia Plenaria. La indulgencia plenaria de la Cruz de la Buena Muerte, quien realmente crea en la santa Cruz, no será apartado de El, ganará indulgencia plenaria en la hora de la muerte. Si este se confiesa, recibe la Comunión o por lo menos con el arrepentimiento previo de sus pecados, llamando el Santo nombre de Jesús con devoción y aceptando resignadamente la muerte como venida de las manos de Dios. Para la indulgencia no basta la Cruz, debe representarse a Cristo crucificado. Esta cruz también ayuda a los enfermos para unir nuestros sufrimientos a los de Nuestro Salvador. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 25 Un poco de la historia A finales del siglo V dC, un joven que estudiaba en la ciudad de Roma oyó la llamada del Señor, y dejándolo todo decidió seguirlo. Imitando a los antiguos monjes, fue a vivir con Dios en la soledad de una cueva en la región de Subiaco. Este joven, llamado Benito, nacido hacia el año 480 en Nursia (Umbria, Italia), tenía una hermana, de nombre Escolástica, que había sido consagrada a Dios desde su infancia. Después de tres años de vida solitaria, el monje Benito decide compartir el don recibido, y funda varios monasterios en la región de Subiaco. Basándose en el Evangelio, en la sabiduría de los antiguos monjes, y en su propia experiencia espiritual, organiza y dirige la vida de esos monasterios. Cerca del año 529 se traslada a la región de Montecasino, donde funda un nuevo monasterio. Allí vivirá hasta su muerte, que ha sido tradicionalmente fijada el día 21 de marzo del año 547. Es allí donde escribe la Regla para monjes, que consta de 73 artículos y que con el correr del tiempo llegaría a ser conocida como la Santa Regla, maestra del monacato occidental. San Benito y su Regla están de tal modo unidos que "si alguien quiere conocer más profundamente su vida y sus costumbres, podrá encontrar en la enseñanza de su Regla todas las acciones de su magisterio, porque el santo © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 26 varón en modo alguno pudo enseñar otra cosa que lo que él mismo vivió". (San Gregorio Magno, Diálogos II, 36). Difusión de la Regla (S. VII-X) San Gregorio Magno presenta a San Benito como fundador y abad del monasterio de Montecasino. Según la tradición, el mismo papa Gregorio es quien encomienda, hacia el año 597, a un grupo de monjes de la zona cercana a Roma la evangelización de los anglosajones en Inglaterra. Allí el líder de este grupo, luego San Agustín de Canterbury, habría propagado la Regla benedictina y fundado varios monasterios que la seguían. En el S. VIII, desde Inglaterra parte la misión de otro monje-obispo: San Bonifacio, quien predica el evangelio sobre todo en Germania y funda varios monasterios, coronando su obra con el martirio, acaecido en la Galia en el año 754. La expansión de la Regla benedictina por toda Europa fue realizándose gradualmente, al ir siendo adoptada en los monasterios ya existentes, y en los nuevos que se iban fundando. Otro monje de nombre Benito, más tarde San Benito de Aniano (750-821), es el primer gran reformador monástico. Estudia y recopila las diversas Reglas monásticas existentes en su época, y en su afán de unificación promueve la implantación de la Regla de San Benito en los monasterios de todo el Imperio carolingio. En el año 910 se funda en Galia la famosa abadía de Cluny, cuyos primeros abades, los santos Odón, Odilón, Mayolo, Hugo y Pedro el © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 27 Venerable, buscaron manifestar por medio de la liturgia, el trabajo manual y la limosna, su búsqueda de la Belleza de Dios. La alabanza se convirtió en el centro de su vida monástica. Cluny formó una gran Congregación de monasterios centralizada en torno a su abad. En estos siglos Cluny fué, junto con Roma, foco de la cristiandad; varios de sus monjes, entre ellos Hildebrando, luego San Gregorio VII, ocuparon la cátedra de Pedro. En toda Europa continuaban surgiendo monasterios, y nacían nuevas familias religiosas inspiradas también en la Regla benedictina: Camaldoli, Valleumbrosa, los Silvestrinos, Monte Oliveto. Pero de todas ellas, la llamada a desempeñar un papel preponderante es el Cister. Fundado por San Roberto en 1098, se afianza y expande con San Bernardo de Claraval (1090-1153), quien le da su contenido doctrinal y su definitiva cohesión como Orden, extendida muy rápidamente por toda Europa. En 1215 el IV Concilio Lateranense prescribe reuniones trienales de los abades de monasterios de una misma región, y visitas periódicas para velar por la observancia. El papa Benedicto XII reagrupa a los monasterios en provincias. Las primeras Congregaciones Benedictinas que se formaron fueron las de Melk (Austria), Sta. Justina de Padua (Italia), Bursfeld (Alemania), Valladolid (España), Pannonhalma (Hungria). El Concilio de Trento (1563) dió a estas Congregaciones un carácter canónico-jurídico, y además estableció normas acerca del noviciado y las visitas canónicas. Entretanto llega el monacato benedictino a tierras © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 28 americanas por medio de la Congregación Benedictina de Portugal, que fué la primera en fundar monasterios en el Nuevo Mundo. En 1581 surge la primera abadía benedictina en toda América: San Sebastián de Bahia (nordeste del Brasil), y le siguen rápidamente las fundaciones en Rio de Janeiro (1586), Olinda (1590), Paraiba do Norte (1596) y San Paulo (1598). En 1596 se constituye la Provincia brasilera de la Congregación Benedictina de Portugal. En Francia, en 1618, se erige la Congregación de San Mauro. El trabajo intelectual de sus monjes, entre quienes se destaca Mabillon, dió a la "lectio divina" y al estudio un lugar importantísimo en la vida de los monasterios. En esta misma época surge una nueva reforma dentro del Cister: el abad Rancé, del monasterio de La Trappe, propugna un retorno a la letra de la Regla de San Benito, en espíritu de penitencia, oración y trabajo manual. Nace así la Orden Cisterciense Reformada ó de la Estricta Observancia (Trapenses). Restauración Benedictina (S. XVIII-XIX) Hacia finales del s. XVIII y durante el s. XIX, se lleva a cabo en la mayoría de los países europeos la supresión de todas las órdenes religiosas. Pese a ello, en la primera mitad del s. XIX comienza la restauración de la vida benedictina en Europa. En 1833 D. Prosper Gueranger restaura la abadía de San Pedro de Solesmes (Francia); en 1850 D. Jean Baptiste Muard funda La-Pierre-qui-Vire (Francia); en 1863 los hermanos Plácido y Mauro Wolter reinician la vida benedictina en Beuron (Alemania). Junto con © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 29 las restauraciones de los monasterios se van creando nuevas Congregaciones. En Italia, D. Pedro Casaretto realiza la reforma de los monasterios que le encomendara el papa Pio IX, y está en el origen de la Congregación de Subiaco. En el Brasil, en 1827 los monasterios benedictinos constituyen la Congregación Brasilera. Más tarde dicha congregación necesitaría un nuevo impulso, que se concretó con la llegada en 1895 de monjes de la Congregación de Beuron (Alemania). Entre 1841 y 1881 se realizan las fundaciones en los Estados Unidos, tanto de benedictinos como de cistercienses. En 1884 se erige la Congregación de Santa Otilia (Alemania). Ya en el s. XX, en 1911 surge el primer monasterio benedictino femenino de América Latina en San Paulo (Brasil), fundación realizada por las monjas de Stanbrook (Inglaterra). El papa León XIII, por su parte, contribuye a dar fuerza al movimiento expansivo de las diversas Congregaciones Benedictinas con la creación de la Confederación Benedictina en el año 1893, a cuyo frente coloca al Abad Primado, elegido como signo visible de unidad entre todos los abades de la Orden. El mismo Papa restaura el Colegio de San Anselmo en Roma, que había sido fundado por Inocencio XI en 1687. Este monasterio comienza a ser desde entonces sede del Abad Primado y casa de estudios para la Confederación Benedictina. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 30 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 31 El Articulado de la Regla (73 Artículos) Prologo Escucha hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu 1 corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente. 2 Así volverás por el trabajo de la obediencia, a Aquel de quien te habías alejado por la desidia de la desobediencia. 3 Mi palabra se dirige ahora a ti, quienquiera que seas, que renuncias a tus propias voluntades y tomas las preclaras y fortísimas armas de la obediencia, para militar por Cristo Señor, verdadero Rey. 4 Ante todo pídele con una oración muy constante que lleve a su término toda obra buena que comiences, 5 para que Aquel que se dignó contarnos en el número de sus hijos, no tenga nunca que entristecerse por nuestras malas acciones. 6 En todo tiempo, pues, debemos obedecerle con los bienes suyos que Él depositó en nosotros, de tal modo que nunca, como padre airado, desherede a sus hijos, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 32 7 ni como señor temible, irritado por nuestras maldades, entregue a la pena eterna, como a pésimos siervos, a los que no quisieron seguirle a la gloria. 8 Levantémonos, pues, de una vez, ya que la Escritura nos exhorta y nos dice: "Ya es hora de levantarnos del sueño". 9 Abramos los ojos a la luz divina, y oigamos con oído atento lo que diariamente nos amonesta la voz de Dios que clama diciendo: 10 "Si oyeren hoy su voz, no endurezcan sus corazones". 11 Y otra vez: "El que tenga oídos para oír, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias". 12 ¿Y qué dice? "Vengan, hijos, escúchenme, yo les enseñaré el temor del Señor". 13 "Corran mientras tienen la luz de la vida, para que no los sorprendan las tinieblas de la muerte". 14 Y el Señor, que busca su obrero entre la muchedumbre del pueblo al que dirige este llamado, dice de nuevo: 15 "¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días felices?". 16 Si tú, al oírlo, respondes "Yo", Dios te dice: 17 "Si quieres poseer la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, y que tus labios no hablen con falsedad. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela". 18 Y si hacen esto, pondré mis ojos sobre ustedes, y mis oídos oirán sus preces, y antes de que me invoquen les diré: "Aquí estoy". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 33 ¿Qué cosa más dulce para nosotros, carísimos hermanos, que esta 19 voz del Señor que nos invita? 20 Vean cómo el Señor nos muestra piadosamente el camino de la vida. 21 Ciñamos, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, y sigamos sus caminos guiados por el Evangelio, para merecer ver en su reino a Aquel que nos llamó. Si queremos habitar en la morada de su reino, puesto que no se 22 llega allí sino corriendo con obras buenas, preguntemos al Señor con el Profeta diciéndole: "Señor, ¿quién 23 habitará en tu morada, o quién descansará en tu monte santo?". 24 Hecha esta pregunta, hermanos, oigamos al Señor que nos responde y nos muestra el camino de esta morada 25 diciendo: "El que anda sin pecado y practica la justicia; 26 el que dice la verdad en su corazón y no tiene dolo en su lengua; 27 el que no hizo mal a su prójimo ni admitió que se lo afrentara". 28 El que apartó de la mirada de su corazón al maligno diablo tentador y a la misma tentación, y lo aniquiló, y tomó sus nacientes pensamientos y los estrelló contra Cristo. 29 Estos son los que temen al Señor y no se engríen de su buena observancia, antes bien, juzgan que aun lo bueno que ellos tienen, no es obra suya sino del Señor, 30 y engrandecen al Señor que obra en ellos, diciendo con el Profeta: "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 34 31 Del mismo modo que el Apóstol Pablo, que tampoco se atribuía nada de su predicación, y decía: "Por la gracia de Dios soy lo que soy". 32 Y otra vez el mismo: "El que se gloría, gloríese en el Señor". 33 Por eso dice también el Señor en el Evangelio: "Al que oye estas mis palabras y las practica, lo compararé con un hombre prudente que edificó su casa sobre piedra; 34 vinieron los ríos, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero no se cayó, porque estaba fundada sobre piedra". 35 Después de decir esto, el Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos. 36 Por eso, para corregirnos de nuestros males, se nos dan de plazo los días de esta vida. 37 El Apóstol, en efecto, dice: "¿No sabes que la paciencia de Dios te invita al arrepentimiento?". 38 Pues el piadoso Señor dice: "No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva". 39 Cuando le preguntamos al Señor, hermanos, sobre quién moraría en su casa, oímos lo que hay que hacer para habitar en ella, a condición de cumplir el deber del morador. 40 Por tanto, preparemos nuestros corazones y nuestros cuerpos para militar bajo la santa obediencia de los preceptos, 41 y roguemos al Señor que nos conceda la ayuda de su gracia, para cumplir lo que nuestra naturaleza no puede. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 35 42 Y si queremos evitar las penas del infierno y llegar a la vida eterna, 43 mientras haya tiempo, y estemos en este cuerpo, y podamos cumplir todas estas cosas a la luz de esta vida, 44 corramos y practiquemos ahora lo que nos aprovechará eternamente. 45 46 Vamos, pues, a instituir una escuela del servicio divino, y al hacerlo, esperamos no establecer nada que sea áspero o penoso. 47 Pero si, por una razón de equidad, para corregir los vicios o para conservar la caridad, se dispone algo más estricto, 48 no huyas enseguida aterrado del camino de la salvación, porque éste no se puede emprender sino por un comienzo estrecho. 49 Más cuando progresamos en la vida monástica y en la fe, se dilata nuestro corazón, y corremos con inefable dulzura de caridad por el camino de los mandamientos de Dios. 50 De este modo, no apartándonos nunca de su magisterio, y perseverando en su doctrina en el monasterio hasta la muerte, participemos de los sufrimientos de Cristo por la paciencia, a fin de merecer también acompañarlo en su reino. Amén. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 36 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 37 Capitulo I Las clases de monjes 1 Es sabido que hay cuatro clases de monjes. 2 La primera es la de los cenobitas, esto es, la de aquellos que viven en un monasterio y que militan bajo una regla y un abad. 3 La segunda clase es la de los anacoretas o ermitaños, quienes, no en el fervor novicio de la vida religisa, sino después de una larga probación en el monasterio. aprendieron a pelear contra el diablo, enseñados por la ayuda de 4 muchos. 5 Bien adiestrados en las filas de sus hermanos para la lucha solitaria del desierto, se sienten ya seguros sin el consuelo de otros, y son capaces de luchar con sólo su mano y su brazo, y con el auxilio de Dios, contra los vicios de la carne y de los pensamientos. 6 La tercera, es una pésima clase de monjes: la de los sarabaítas. Éstos no han sido probados como oro en el crisol por regla alguna en el magisterio de la experiencia, sino que, blandos como plomo, 7 guardan en sus obras fidelidad al mundo, y mienten a Dios con su tonsura. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 38 8 Viven de dos en dos o de tres en tres, o también solos, sin pastor, reunidos, no en los apriscos del Señor sino en los suyos propios. Su ley es la satisfacción de sus gustos: 9 llaman santo a lo que se les ocurre o eligen, y consideran ilícito lo que no les gusta. 10 La cuarta clase de monjes es la de los giróvagos, que se pasan la vida viviendo en diferentes provincias, hospedándose tres o cuatro días en distintos monasterios. 11 Siempre vagabundos, nunca permanecen estables. Son esclavos de sus deseos y de los placeres de la gula, y peores en todo que los sarabaítas. 12 13. De la misérrima vida de todos éstos, es mejor callar que hablar. Dejándolos, pues, de lado, vamos a organizar, con la ayuda del Señor, el fortísimo linaje de los cenobitas. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 39 Capitulo II Como debe ser el abad 1 Un abad digno de presidir un monasterio debe acordarse siempre de cómo se lo llama y, llenar con obras el nombre de superior. 2 Se cree, en efecto, que hace las veces de Cristo en el monasterio, puesto que se lo llama con ese nombre, 3 según lo que dice el Apóstol: "Recibieron el espíritu de adopción de hijos, por el cual clamamos: Abab, Padre". 4 Por lo tanto, el abad no debe enseñar, establecer o mandar nada que se aparte del precepto del Señor, 5 sino que su mandato y su doctrina deben difundir el fermento de la justicia divina en las almas de los discípulos. 6 Recuerde siempre el abad que se le pedirá cuenta en el tremendo juicio de Dios de estas dos cosas: de su doctrina, y de la obediencia de sus discípulos. 7 Y sepa el abad que el pastor será el culpable del detrimento que el Padre de familias encuentre en sus ovejas. 8 Pero si usa toda su diligencia de pastor con el rebaño inquieto y desobediente, y emplea todos sus cuidados para corregir su mal comportamiento, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 40 9 este pastor será absuelto en el juicio del Señor, y podrá decir con el Profeta: "No escondí tu justicia en mi corazón; manifesté tu verdad y tu salvación, pero ellos, desdeñándome, me despreciaron". 10 Y entonces, por fin, la muerte misma sea el castigo de las ovejas desobedientes encomendadas a su cuidado. 11 Por tanto, cuando alguien recibe el nombre de abad, debe gobernar a sus discípulos con doble doctrina, 12 esto es, debe enseñar todo lo bueno y lo santo más con obras que con palabras. A los discípulos capaces proponga con palabras los mandatos del Señor, pero a los duros de corazón y a los más simples muestre con sus obras los preceptos divinos. 13 Y cuanto enseñe a sus discípulos que es malo, declare con su modo de obrar que no se debe hacer, no sea que predicando a los demás sea él hallado réprobo, 14 y que si peca, Dios le diga: "¿Por qué predicas tú mis preceptos y tomas en tu boca mi alianza? pues tú odias la disciplina y echaste mis palabras a tus espaldas" y 15 "Tú, que veías una paja en el ojo de tu hermano ¿no viste una viga en el tuyo?". 16 No haga distinción de personas en el monasterio. 17 No ame a uno más que a otro, sino al que hallare mejor por sus buenas obras o por la obediencia. 18 No anteponga el hombre libre al que viene a la religión de la condición servil, a no ser que exista otra causa razonable. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 41 Si el abad cree justamente que ésta existe, hágalo así, cualquiera 19 fuere su rango. De lo contrario, que cada uno ocupe su lugar, porque tanto el siervo como el libre, todos somos uno en Cristo, y 20 servimos bajo un único Señor en una misma milicia, porque no hay acepción de personas ante Dios. 21 Él nos prefiere solamente si nos ve mejores que otros en las buenas obras y en la humildad. 22 Sea, pues, igual su caridad para con todos, y tenga con todos una única actitud según los méritos de cada uno. 23 El abad debe, pues, guardar siempre en su enseñanza, aquella norma del Apóstol que dice: "Reprende, exhorta, amonesta", 24 es decir, que debe actuar según las circunstancias, ya sea con severidad o con dulzura, mostrando rigor de maestro o afecto de padre piadoso. 25 Debe, pues, reprender más duramente a los indisciplinados e inquietos, pero a los obedientes, mansos y pacientes, debe exhortarlos para que progresen; y le advertimos que amoneste y castigue a los negligentes y a los arrogantes. 26 No disimule los pecados de los transgresores, sino que, cuando empiecen a brotar, córtelos de raíz en cuanto pueda, acordándose de la desgracia de Helí, sacerdote de Silo. 27 A los mejores y más capaces corríjalos de palabra una o dos veces; pero a los malos, a los duros, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 42 a los soberbios y a los desobedientes reprímalos en el comienzo del 28 pecado con azotes y otro castigo corporal, sabiendo que está escrito: "Al necio no se lo corrige con palabras", y también: "Pega a tu hijo con la vara, y librarás su alma de la 29 muerte". El abad debe acordarse siempre de lo que es, debe recordar el 30 nombre que lleva, y saber que a quien más se le confía, más se le exige. 31 Y sepa qué difícil y ardua es la tarea que toma: regir almas y servir los temperamentos de muchos, pues con unos debe emplear halagos, reprensiones con otros, y con otros consejos. 32 Deberá conformarse y adaptarse a todos según su condición e inteligencia, de modo detrimento que no sólo no padezca la grey que le ha sido confiada, sino que él pueda alegrarse con el crecimiento del buen rebaño. 33 Ante todo no se preocupe de las cosas pasajeras, terrenas y caducas, de tal modo que descuide o no dé importancia a la salud de las almas encomendadas a él. 34 Piense siempre que recibió el gobierno de almas de las que ha de dar cuenta. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 43 35 Y para que no se excuse en la escasez de recursos, acuérdese de que está escrito: "Busquen el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura", 36 y también: "Nada falta a los que le temen". 37 Sepa que quien recibe almas para gobernar, debe prepararse para dar cuenta de ellas. 38 Tenga por seguro que, en el día del juicio, ha de dar cuenta al Señor de tantas almas como hermanos haya tenido confiados a su cuidado, además, por cierto, de su propia alma. 39 Y así, temiendo siempre la cuenta que va a rendir como pastor de las ovejas a él confiadas, al cuidar de las cuentas ajenas, se vuelve cuidadoso de la suya propia, 40 y al corregir a los otros con sus exhortaciones, él mismo se corrige de sus vicios. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 44 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 45 Capitulo III Convocación de los hermanos a consejo 1 Siempre que en el monasterio haya que tratar asuntos de importancia, convoque el abad a toda la comunidad, y exponga él mismo de qué se ha de tratar. 2 Oiga el consejo de los hermanos, reflexione consigo mismo, y haga lo que juzgue más útil. 3 Hemos dicho que todos sean llamados a consejo porque muchas veces el Señor revela al más joven lo que es mejor. 4 Los hermanos den su consejo con toda sumisión y humildad, y no se atrevan a defender con insolencia su opinión. 5 La decisión dependa del parecer del abad, y todos obedecerán lo que él juzgue ser más oportuno. 6 Pero así como conviene que los discípulos obedezcan al maestro, así corresponde que éste disponga todo con probidad y justicia. 7 Todos sigan, pues, la Regla como maestra en todas las cosas, y nadie se aparte temerariamente de ella. 8 Nadie siga en el monasterio la voluntad de su propio corazón. 9 Ninguno se atreva a discutir con su abad atrevidamente, o fuera del monasterio. 10 Pero si alguno se atreve, quede sujeto a la disciplina regular. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 46 11 Mas el mismo abad haga todo con temor de Dios y observando la Regla, sabiendo que ha de dar cuenta, sin duda alguna, de todos sus juicios a Dios, justísimo juez. 12 Pero si las cosas que han de tratarse para utilidad del monasterio son de menor importancia, tome consejo solamente de los ancianos, 13 según está escrito: "Hazlo todo con consejo, y después de hecho no te arrepentirás". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 47 Capitulo IV Los instrumentos de las buenas obras 1 Primero, amar al Señor Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas; 2 después, al prójimo como a sí mismo. 3 Luego, no matar; 4 no cometer adulterio, 5 no hurtar, 6 no codiciar, 7 no levantar falso testimonio, 8 honrar a todos los hombres, 9 no hacer a otro lo que uno no quiere para sí. 10 Negarse a sí mismo para seguir a Cristo. 11 Castigar el cuerpo, 12 no entregarse a los deleites, 13 amar el ayuno. 14 Alegrar a los pobres, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 48 15 vestir al desnudo, 16 visitar al enfermo, 17 sepultar al muerto. 18 Socorrer al atribulado, 19 consolar al afligido. 20 Hacerse extraño al proceder del mundo, 21 no anteponer nada al amor de Cristo. 22 No ceder a la ira, 23 no guardar rencor. 24 No tener dolo en el corazón, 25 no dar paz falsa. 26 No abandonar la caridad. 27 No jurar, no sea que acaso perjure, 28 decir la verdad con el corazón y con la boca. 29 No devolver mal por mal. 30 No hacer injurias, sino soportar pacientemente las que le hicieren. 31 Amar a los enemigos. 32 No maldecir a los que lo maldicen, sino más bien bendecirlos. 33 Sufrir persecución por la justicia. 34 No ser soberbio, 35 ni aficionado al vino, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 49 36 ni glotón 37 ni dormilón, 38 ni perezoso, 39 ni murmurador, 40 ni detractor. 41 Poner su esperanza en Dios. 42 Cuando viere en sí algo bueno, atribúyalo a Dios, no a sí mismo; 43 en cambio, sepa que el mal siempre lo ha hecho él, e impúteselo a sí mismo. 44 Temer el día del juicio, 45 sentir terror del infierno, 46 desear la vida eterna con la mayor avidez espiritual, 47 tener la muerte presente ante los ojos cada día. 48 Velar a toda hora sobre las acciones de su vida, 49 saber de cierto que, en todo lugar, Dios lo está mirando. 50 Estrellar inmediatamente contra Cristo los malos pensamientos que vienen a su corazón, y manifestarlos al anciano espiritual, 51 guardar su boca de conversación mala o perversa, 52 no amar hablar mucho, 53 no hablar palabras vanas o que mueven a risa, 54 no amar la risa excesiva o destemplada. 55 Oír con gusto las lecturas santas, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 50 56 darse frecuentemente a la oración, 57 confesar diariamente a Dios en la oración, con lágrimas y gemidos, las culpas pasadas, 58 enmendarse en adelante de esas mismas faltas. 59 No ceder a los deseos de la carne, 60 odiar la propia voluntad, 61 obedecer en todo los preceptos del abad, aun cuando él - lo que no suceda - obre de otro modo, acordándose de aquel precepto del Señor: "Hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen". 62 No querer ser llamado santo antes de serlo, sino serlo primero para que lo digan con verdad. 63 Poner por obra diariamente los preceptos de Dios, 64 amar la castidad, 65 no odiar a nadie, 66 no tener celos, 67 no tener envidia, 68 no amar la contienda, 69 huir la vanagloria. 70 Venerar a los ancianos, 71 amar a los más jóvenes. 72 Orar por los enemigos en el amor de Cristo; © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 51 73 reconciliarse antes de la puesta del sol con quien se haya tenido alguna discordia. 74 Y no desesperar nunca de la misericordia de Dios. 75 Estos son los instrumentos del arte espiritual. 76 Si los usamos día y noche, sin cesar, y los devolvemos el día del juicio, el Señor nos recompensará con aquel premio que Él mismo prometió: 77 "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni llegó al corazón del hombre lo que Dios ha preparado a los que lo aman". 78 El taller, empero, donde debemos practicar con diligencia todas estas cosas, es el recinto del monasterio y la estabilidad en la comunidad. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 52 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 53 Capitulo V La obediencia El primer grado de humildad es una obediencia sin demora. 1 Esta es la que conviene a aquellos que nada estiman tanto como a 2 Cristo. Ya sea en razón del santo servicio que han profesado, o por el temor 3 del infierno, o por la gloria de la vida eterna, en cuanto el superior les manda algo, sin admitir dilación alguna, lo 4 realizan como si Dios se lo mandara. 5 El Señor dice de éstos: "En cuanto me oyó, me obedeció". 6 Y dice también a los que enseñan: "El que a ustedes oye, a mí me 7 Estos tales, dejan al momento sus cosas, abandonan la propia oye". voluntad, 8 desocupan sus manos y dejan sin terminar lo que estaban haciendo, y obedeciendo a pie juntillas, ponen por obra la voz del que manda. 9 Y así, en un instante, con la celeridad que da el temor de Dios, se realizan como juntamente y con prontitud ambas cosas: el mandato del maestro y la ejecución del discípulo. 10 Es que el amor los incita a avanzar hacia la vida eterna. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 54 Por eso toman el camino estrecho del que habla el Señor cuando 11 dice: "Angosto es el camino que conduce a la vida". 12 Y así, no viven a su capricho ni obedecen a sus propios deseos y gustos, sino que andan bajo el juicio e imperio de otro, viven en los monasterios, y desean que los gobierne un abad. 13 Sin duda estos tales practican aquella sentencia del Señor que dice: "No vine a hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió". 14 Pero esta misma obediencia será entonces agradable a Dios y dulce a los hombres, si la orden se ejecuta sin vacilación, sin tardanza, sin tibieza, sin murmuración o sin negarse a obedecer, 15 porque la obediencia que se rinde a los mayores, a Dios se rinde. Él efectivamente dijo: "El que a ustedes oye, a mí me oye". 16 Y los discípulos deben prestarla de buen grado porque "Dios ama al que da con alegría". 17 Pero si el discípulo obedece con disgusto y murmura, no solamente con la boca sino también con el corazón, 18 aunque cumpla lo mandado, su obediencia no será ya agradable a Dios que ve el corazón del que murmura. 19 Obrando así no consigue gracia alguna, sino que incurre en la pena de los murmuradores, si no satisface y se enmienda. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 55 Capitulo VI El silencio 1 Hagamos lo que dice el Profeta: "Yo dije: guardaré mis caminos para no pecar con mi lengua; puse un freno a mi boca, enmudecí, me humillé y me abstuve de hablar aun cosas buenas". 2 El Profeta nos muestra aquí que si a veces se deben omitir hasta conversaciones buenas por amor al silencio, con cuanta mayor razón se deben evitar las palabras malas por la pena del pecado. 3 Por tanto, dada la importancia del silencio, rara vez se dé permiso a los discípulos perfectos para hablar aun de cosas buenas, santas y edificantes, 4 porque está escrito: "Si hablas mucho no evitarás el pecado", 5 y en otra parte: "La muerte y la vida están en poder de la lengua". 6 Pues hablar y enseñar le corresponde al maestro, pero callar y escuchar le toca al discípulo. 7 Por eso, cuando haya que pedir algo al superior, pídase con toda humildad y respetuosa sumisión. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 56 8 En cuanto a las bromas, las palabras ociosas y todo lo que haga reír, lo condenamos a una eterna clausura en todo lugar, y no permitimos que el discípulo abra su boca para tales expresiones. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 57 Capitulo VII La humildad 1 Clama, hermanos, la divina Escritura diciéndonos: "Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado". 2 Al decir esto nos muestra que toda exaltación es una forma de soberbia. 3 El Profeta indica que se guarda de ella diciendo: "Señor, ni mi corazón fue ambicioso ni mis ojos altaneros; no anduve buscando grandezas ni maravillas superiores a mí." 4 Pero ¿qué sucederá? "Si no he tenido sentimientos humildes, y si mi alma se ha envanecido, Tú tratarás mi alma como a un niño que es apartado del pecho de su madre". 5 Por eso, hermanos, si queremos alcanzar la cumbre de la más alta humildad, si queremos llegar rápidamente a aquella exaltación celestial a la que se sube por la humildad de la vida presente, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 58 tenemos que levantar con nuestros actos ascendentes la escala que 6 se le apareció en sueños a Jacob, en la cual veía ángeles que subían y bajaban. 7 Sin duda alguna, aquel bajar y subir no significa otra cosa sino que por la exaltación se baja y por la humildad se sube. 8 Ahora bien, la escala misma así levantada es nuestra vida en el mundo, a la que el Señor levanta hasta el cielo cuando el corazón se humilla. 9 Decimos, en efecto, que los dos lados de esta escala son nuestro cuerpo y nuestra alma, y en esos dos lados la vocación divina ha puesto los diversos escalones de humildad y de disciplina por los que debemos subir. 10 Así, pues, el primer grado de humildad consiste en que uno tenga siempre delante de los ojos el temor de Dios, y nunca lo olvide. 11 Recuerde, pues, continuamente todo lo que Dios ha mandado, y medite sin cesar en su alma cómo el infierno abrasa, a causa de sus pecados, a aquellos que desprecian a Dios, y cómo la vida eterna está preparada para los que temen a Dios. 12 Guárdese a toda hora de pecados y vicios, esto es, los de los pensamientos, de la lengua, de las manos, de los pies y de la voluntad propia, y apresúrese a cortar los deseos de la carne. 13 Piense el hombre que Dios lo mira siempre desde el cielo, y que en todo lugar, la mirada de la divinidad ve sus obras, y que a toda hora los ángeles se las anuncian. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 59 14 Esto es lo que nos muestra el Profeta cuando declara que Dios está siempre presente a nuestros pensamientos diciendo: "Dios escudriña los corazones y los riñones". 15 Y también: "El Señor conoce los pensamientos de los hombres",16 y dice de nuevo: "Conociste de lejos mis pensamientos". 17 Y: "El pensamiento del hombre te será manifiesto". Y para que el hermano virtuoso esté en guardia contra sus 18 pensamientos perversos, diga siempre en su corazón: "Solamente seré puro en tu presencia si me mantuviere alerta contra mi iniquidad". 19 En cuanto a la voluntad propia, la Escritura nos prohíbe hacerla cuando dice: "Apártate de tus voluntades". 20 Además pedimos a Dios en la Oración que se haga en nosotros su voluntad. 21 Justamente, pues, se nos enseña a no hacer nuestra voluntad cuidándonos de lo que la Escritura nos advierte: "Hay caminos que parecen rectos a los hombres, pero su término se hunde en lo profundo del infierno", 22 y temiendo también, lo que se dice de los negligentes: "Se han corrompido y se han hecho abominables en sus deseos". 23 En cuanto a los deseos de la carne, creamos que Dios está siempre presente, pues el Profeta dice al Señor: "Ante ti están todos mis deseos". 24 Debemos, pues, cuidarnos del mal deseo, porque la muerte está apostada a la entrada del deleite. 25 Por eso la Escritura nos da este precepto: "No vayas en pos de tus concupiscencias". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 60 26 Luego, si "los ojos del Señor vigilan a buenos y malos", 27 y "el Señor mira siempre desde el cielo a los hijos de los hombres, para ver si hay alguno inteligente y que busque a Dios", 28 y si los ángeles que nos están asignados, anuncian día y noche nuestras obras al Señor, 29 hay que estar atentos, hermanos, en todo tiempo, como dice el Profeta en el salmo, no sea que Dios nos mire en algún momento y vea que nos hemos inclinado al mal y nos hemos hecho inútiles, 30 y perdonándonos en esta vida, porque es piadoso y espera que nos convirtamos, nos diga en la vida futura: "Esto hiciste y callé". 31 El segundo grado de humildad consiste en que uno no ame su propia voluntad, ni se complazca en hacer sus gustos, 32 sino que imite con hechos al Señor que dice: "No vine a hacer mi voluntad sino la de Aquel que me envió". 33 Dice también la Escritura: "La voluntad tiene su pena, y la necesidad engendra la corona." 34 El tercer grado de humildad consiste en que uno, por amor de Dios, se someta al superior en cualquier obediencia, imitando al Señor de quien dice el Apóstol: "Se hizo obediente hasta la muerte". 35 El cuarto grado de humildad consiste en que, en la misma obediencia, así se impongan cosas duras y molestas o se reciba cualquier injuria, uno se abrace con la paciencia y calle en su interior, 36 y soportándolo todo, no se canse ni desista, pues dice la Escritura: "El que perseverare hasta el fin se salvará", © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 61 37 y también: "Confórtese tu corazón y soporta al Señor". 38 Y para mostrar que el fiel debe sufrir por el Señor todas las cosas, aun las más adversas, dice en la persona de los que sufren: "Por ti soportamos la muerte cada día; nos consideran como ovejas de matadero". 39 Pero seguros de la recompensa divina que esperan, prosiguen gozosos diciendo: "Pero en todo esto triunfamos por Aquel que nos amó". 40 La Escritura dice también en otro lugar: "Nos probaste, ¡oh Dios! nos purificaste con el fuego como se purifica la plata; nos hiciste caer en el lazo; acumulaste tribulaciones sobre nuestra espalda". 41 Y para mostrar que debemos estar bajo un superior prosigue diciendo: "Pusiste hombres sobre nuestras cabezas". 42 En las adversidades e injurias cumplen con paciencia el precepto del Señor, y a quien les golpea una mejilla, le ofrecen la otra; a quien les quita la túnica le dejan el manto, y si los obligan a andar una milla, van dos; 43 con el apóstol Pablo soportan a los falsos hermanos, y bendicen a los que los maldicen. 44 El quinto grado de humildad consiste en que uno no le oculte a su abad todos los malos pensamientos que llegan a su corazón y las malas acciones cometidas en secreto, sino que los confiese humildemente. 45 La Escritura nos exhorta a hacer esto diciendo: "Revela al Señor tu camino y espera en Él". 46 Y también dice: "Confiesen al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 62 47 Y otra vez el Profeta: "Te manifesté mi delito y no oculté mi injusticia. 48 Dije: confesaré mis culpas al Señor contra mí mismo, y Tú perdonaste la impiedad de mi corazón". 49 El sexto grado de humildad consiste en que el monje esté contento con todo lo que es vil y despreciable, y que juzgándose obrero malo e indigno para todo lo que se le mande, 50 se diga a sí mismo con el Profeta: "Fui reducido a la nada y nada supe; yo era como un jumento en tu presencia, pero siempre estaré contigo". 51 El séptimo grado de humildad consiste en que uno no sólo diga con la lengua que es el inferior y el más vil de todos, sino que también lo crea con el más profundo sentimiento del corazón, 52 humillándose y diciendo con el Profeta: "Soy un gusano y no un hombre, oprobio de los hombres y desecho de la plebe. 53 54 He sido ensalzado y luego humillado y confundido". Y también: "Es bueno para mí que me hayas humillado, para que aprenda tus mandamientos". 55 El octavo grado de humildad consiste en que el monje no haga nada sino lo que la Regla del monasterio o el ejemplo de los mayores le indica que debe hacer. 56 El noveno grado de humildad consiste en que el monje no permita a su lengua que hable. Guarde, pues, silencio y no hable hasta ser preguntado, 57 porque la Escritura enseña que "en el mucho hablar no se evita el pecado". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 63 58 y que "el hombre que mucho habla no anda rectamente en la tierra". 59 El décimo grado de humildad consiste en que uno no se ría fácil y prontamente, porque está escrito: "El necio en la risa levanta su voz". 60 El undécimo grado de humildad consiste en que el monje, cuando hable, lo haga con dulzura y sin reír, con humildad y con gravedad, diciendo pocas y juiciosas palabras, y sin levantar la voz, 61 62 pues está escrito: "Se reconoce al sabio por sus pocas palabras". El duodécimo grado de humildad consiste en que el monje no sólo tenga humildad en su corazón, sino que la demuestre siempre a cuantos lo vean aun con su propio cuerpo, 63 es decir, que en la Obra de Dios, en el oratorio, en el monasterio, en el huerto, en el camino, en el campo, o en cualquier lugar, ya esté sentado o andando o parado, esté siempre con la cabeza inclinada y la mirada fija en tierra, 64 y creyéndose en todo momento reo por sus pecados, se vea ya en el tremendo juicio. 65 Y diga siempre en su corazón lo que decía aquel publicano del Evangelio con los ojos fijos en la tierra: "Señor, no soy digno yo, pecador, de levantar mis ojos al cielo". 66 Y también con el Profeta: "He sido profundamente encorvado y humillado". 67 Cuando el monje haya subido estos grados de humildad, llegará pronto a aquel amor de Dios que "siendo perfecto excluye todo temor", © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 64 68 en virtud del cual lo que antes observaba no sin temor, empezará a cumplirlo como naturalmente, como por costumbre, 69 y no ya por temor del infierno sino por amor a Cristo, por el mismo hábito bueno y por el atractivo de las virtudes. 70 Todo lo cual el Señor se dignará manifestar por el Espíritu Santo en su obrero, cuando ya esté limpio de vicios y pecados. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 65 Capitulo VIII Los oficios divinos por la noche 1 En invierno, es decir, desde el primero de noviembre hasta Pascua, siguiendo un criterio razonable, levántense a la octava hora de la noche, 2 a fin de que descansen hasta un poco más de media noche, y se levanten ya reparados. 3 Lo que queda después de las Vigilias, empléenlo los hermanos que lo necesiten en el estudio del salterio y de las lecturas. 4 Pero desde Pascua hasta el mencionado primero de noviembre, el horario se regulará de este modo: Después del oficio de Vigilias, tras un brevísimo intervalo para que los hermanos salgan a las necesidades naturales, sigan los Laudes, que se dirán con las primeras luces del día. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 66 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 67 Capitulo IX Cuantos Salmos se han de decir en las horas nocturnas En el mencionado tiempo de invierno, debe decirse en primer lugar y 1 por tres veces el verso: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas", 2 al que se añadirá el salmo 3 y el "Gloria"; . tras éste, el salmo 94 con antífona, o por lo menos, cantado. 3 4 Siga luego el himno, después seis salmos con antífonas. 5 Dichos éstos y el verso, dé el abad la bendición. Siéntense todos en bancos, y los hermanos lean por turno en el libro del atril, tres lecturas, entre las cuales cántense tres responsorios. 6 Dos responsorios díganse sin "Gloria", pero después de la tercera lectura, el que canta diga "Gloria". 7 Cuando el cantor comienza a entonarlo, levántense todos inmediatamente de sus asientos en honor y reverencia de la Santa Trinidad. 8 Léanse en las Vigilias los libros de autoridad divina, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, así como los comentarios que hayan hecho sobre ellos los Padres católicos conocidos y ortodoxos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 68 9 Después de estas tres lecturas con sus responsorios, sigan otros seis salmos que se han de cantar con "Alleluia". 10 Tras éstos, una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el verso y la súplica de la letanía, esto es el "Kyrie eleison". 11 Así se concluirán las "Vigilias" nocturnas. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 69 Capitulo Como se han de celebrar en verano la alabanza nocturna Desde Pascua hasta el primero de noviembre manténgase, en cuanto 1 al número de salmos, todo lo que se dijo arriba, 2 pero, a causa de la brevedad de las noches, no se leerán las lecturas en el libro, sino que, en lugar de esas tres lecturas, se dirá una de memoria, tomada del Antiguo Testamento y seguida de un responsorio breve. 3 Todo lo demás cúmplase como se dijo, es decir, que nunca se digan en las Vigilias menos de doce salmos, sin contar en este número el salmo 3 y el 94. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 70 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 71 Capitulo XI Como han de celebrarse las vigilias de los domingos El domingo levántense para las Vigilias más temprano. 1 2 Guárdese en tales Vigilias esta disposición: Reciten, como arriba dispusimos, seis salmos y el verso. Siéntense todos por orden en los bancos, y léase en el libro, como arriba dijimos, cuatro lecciones con sus responsorios. 3 Sólo en el cuarto responsorio diga "Gloria" el cantor, y al entonarlo, levántense todos en seguida con reverencia. 4 Después de estas lecturas, síganse por orden otros seis salmos con antífonas, como los anteriores, y el verso. 5 Luego léanse de nuevo otras cuatro lecturas con sus responsorios en el orden indicado. 6 Después de éstas, díganse tres cánticos de los Profetas, los que determine el abad, los cuales se salmodiarán con " Aleluya”. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 72 7 Dígase el verso, dé el abad la bendición, y léanse otras cuatro lecturas del Nuevo Testamento en el orden indicado. 8 Después del cuarto responsorio empiece el abad el himno "Te Deum laudamus". 9 Una vez dicho, lea el abad una lectura de los Evangelios, estando todos de pie con respeto y temor. 10 Al terminar, todos respondan "Amén", y prosiga en seguida el abad con el himno "Te decet laus", y dada la bendición, empiecen los Laudes. 11 Manténgase este orden de las Vigilias del domingo en todo tiempo, tanto en verano como en invierno, 12 a no ser que se levanten más tarde - lo que no suceda - y haya que abreviar un poco las lecturas o los responsorios. 13 Cuídese mucho de que esto no ocurra, pero si aconteciere, el responsable de esta negligencia dé conveniente satisfacción a Dios en el oratorio. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 73 Capitulo XII Como se ha de celebrar el oficio de laudes 1 En los Laudes del domingo, dígase en primer lugar el salmo 66 sin antífona, todo seguido. 2 Luego dígase el 50 con "Aleluya"; 3 tras él, el 117 y el 62; 4 después el "Benedicite" y los "Laudate", una lectura del Apocalipsis dicha de memoria, el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y así se concluye. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 74 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 75 Capitulo XIII Como han de celebrarse los laudes en los dias ordinarios 1 En los días ordinarios, en cambio, celébrese la solemnidad de Laudes de este modo: 2 Dígase el salmo 66 sin antífona, demorándolo un poco, como el domingo, para que todos lleguen al 50 que se dirá con antífona. 3 Luego díganse otros dos salmos, como es de costumbre, esto es: 4 el lunes, el 5 y el 35; 5 el martes, el 42 y el 56; 6 el miércoles, el 63 y el 64; 7 el jueves, el 87 y el 89; 8 el viernes, el 75 y el 91; 9 y el sábado, el 142 y el cántico del Deuteronomio que se dividirá en dos "Glorias". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 76 10 Pero en los demás días se dirá un cántico de los Profetas, cada uno en su día, como salmodia la Iglesia Romana. 11 Sigan después los "Laudate", luego una lectura del Apóstol que se ha de recitar de memoria, el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y así se concluye. 12 Los oficios de Laudes y Vísperas no deben terminar nunca sin que el superior diga íntegramente la oración del Señor, de modo que todos la oigan. Esto se hará, porque como suelen aparecer las espinas de los escándalos, 13 amonestados por la promesa de la misma oración que dice: "Perdónanos así como nosotros perdonamos", se purifiquen de este vicio. 14 En las otras Horas, en cambio, se dirá la última parte de esta oración, para que todos respondan: "Mas líbranos del mal. " © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 77 Capitulo XIV Como han de celebrarse las vigilias en las fiestas de los santos 1 En las festividades de los santos y en todas las solemnidades celébrese el oficio como dispusimos para el domingo, 2 excepto que se dirán los salmos, las antífonas y las lecturas que correspondan al mismo día. Pero guárdese la disposición prescrita. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 78 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 79 Capitulo XV En que tiempos se dirá Aleluya 1 Desde la santa Pascua hasta Pentecostés, se dirá "Aleluya" sin interrupción, tanto en los salmos como en los responsorios. 2 Pero desde Pentecostés hasta el principio de Cuaresma se dirá únicamente todas las noches a los Nocturnos, con los seis últimos salmos. 3 Pero todos los domingos, salvo en Cuaresma, se dirán con "Aleluya" los cánticos, Laudes, Prima, Tercia, Sexta y Nona; mas las Vísperas con antífona. 4 En cambio, los responsorios no se digan nunca con "Aleluya", sino desde Pascua hasta Pentecostés. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 80 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 81 Capitulo XVI Como se han de celebrar los oficios divinos durante el día 1 2 Dice el Profeta: "Siete veces al día te alabé". Nosotros observaremos este sagrado número septenario, si cumplimos los oficios de nuestro servicio en Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, 3 porque de estas horas del día se dijo: "Siete veces al día te alabé". 4 Pues de las Vigilias nocturnas dijo el mismo Profeta: "A media noche me levantaba para darte gracias". 5 Ofrezcamos, entonces, alabanzas a nuestro Creador "por los juicios de su justicia", en estos tiempos, esto es, en Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas, y levantémonos por la noche para darle gracias. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 82 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 83 Capitulo XVII Cuantos salmos se han de cantar en esas mismas horas 1 Ya hemos dispuesto el orden de la salmodia en los Nocturnos y en Laudes; veamos ahora en las Horas siguientes. 2 En la Hora de Prima díganse tres salmos separadamente, y no bajo un solo "Gloria"; 3 el himno de esta Hora se dirá después del verso: "Oh Dios, ven en mi ayuda", antes de empezar los salmos. 4 Cuando se terminen los tres salmos recítese una lectura, el verso, el "Kyrie eleison" y la conclusión. 5 A Tercia, Sexta y Nona celébrese la oración con el mismo orden, esto es: el himno de esas Horas, tres salmos, la lectura y el verso, el "Kyrie eleison" y la conclusión. 6 Si la comunidad fuere numerosa, los salmos se cantarán con antífonas, pero si es reducida, seguidos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 84 7 El oficio de Vísperas constará, en cambio, de cuatro salmos con antífona; 8 después de éstos ha de recitarse la lectura, luego el responsorio, el himno, el verso, el cántico del Evangelio, la letanía, y termínese con la Oración del Señor. 9 Completas comprenderá la recitación de tres salmos que se han de decir seguidos, sin antífona; 10 después de ellos, el himno de esta Hora, una lectura, el verso, el "Kyrie eleison", y termínese con una bendición. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 85 Capitulo XVIII En que orden se han de decir los salmos Primero dígase el verso: "Oh Dios, ven en mi ayuda; apresúrate, 1 Señor, a socorrerme", y "Gloria"; y después el himno de cada Hora. 2 En Prima del domingo se han de decir cuatro secciones del salmo 3 pero en las demás Horas, esto es, en Tercia, Sexta y Nona, díganse 118, tres secciones de dicho salmo 118. 4 En Prima del lunes díganse tres salmos, el 1, el 2 y el 6. 5 Y así cada día en Prima, hasta el domingo, díganse por orden tres salmos hasta el 19, dividiendo el salmo 9 y el 17 en dos partes. 6 Se hace así, para que las Vigilias del domingo empiecen siempre con el salmo 20. 7 En Tercia, Sexta y Nona del lunes díganse las nueve secciones que quedan del salmo 118, tres en cada Hora. 8 Como el salmo 118 se termina en dos días, esto es entre el domingo y el lunes, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 86 9 el martes en Tercia, Sexta y Nona salmódiense tres salmos desde el 119 hasta el 127, esto es, nueve salmos. Estos salmos se repetirán siempre los mismos en las mismas Horas 10 hasta el domingo, conservando todos los días la misma disposición de himnos, lecturas y versos. 11 Así se comenzará siempre el domingo con el salmo 118. 12 Cántese diariamente Vísperas modulando cuatro salmos, 13 desde el 109 hasta el 147, 14 exceptuando los que se han reservado para otras Horas, esto es, desde el 117 hasta el 127, y el 133 y el 142. 15 16 Los demás deben decirse en Vísperas. Pero como resultan tres salmos menos, por eso han de dividirse los más largos de dicho número, es a saber, el 138, el 143 y el 144. 17 En cambio el 116, porque es breve, júntese con el 115. 18 Dispuesto, pues, el orden de los salmos vespertinos, lo demás, esto es, lectura, responsorio, himno, verso y cántico, cúmplase como arriba dispusimos. 19 En Completas, en cambio, repítanse diariamente los mismos salmos, es a saber, el 4, el 90 y el 133. 20 Dispuesto el orden de la salmodia diurna, todos los demás salmos que quedan, repártanse por igual en las Vigilias de las siete noches, 21 dividiendo aquellos salmos que son más largos, y asignando doce para cada noche. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 87 22 Advertimos especialmente que si a alguno no le gusta esta distribución de salmos, puede ordenarlos como le parezca mejor, 23 con tal que mantenga siempre la recitación íntegra del salterio de ciento cincuenta salmos en una semana, y que en las Vigilias del domingo se vuelva a comenzar desde el principio, 24 porque muestran un muy flojo servicio de devoción los monjes que, en el espacio de una semana, salmodian menos que un salterio, con los cánticos acostumbrados, 25 cuando leemos que nuestros santos Padres cumplían valerosamente en un día, lo que nosotros, tibios, ojalá realicemos en toda una semana. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 88 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 89 Capitulo XIX El modo de salmodiar 1 Creemos que Dios está presente en todas partes, y que "los ojos del Señor vigilan en todo lugar a buenos y malos", 2 pero debemos creer esto sobre todo y sin la menor vacilación, cuando asistimos a la Obra de Dios. 3 Por tanto, acordémonos siempre de lo que dice el Profeta: "Sirvan al Señor con temor". 4 Y otra vez: "Canten sabiamente". 5 Y, "En presencia de los ángeles cantaré para ti". 6 Consideremos, pues, cómo conviene estar en la presencia de la Divinidad y de sus ángeles, 7 y asistamos a la salmodia de tal modo que nuestra mente concuerde con nuestra voz. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 90 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 91 Capitulo XX La reverencia en la oración 1 Si cuando queremos sugerir algo a hombres poderosos, no osamos hacerlo sino con humildad y reverencia, 2 con cuánta mayor razón se ha de suplicar al Señor Dios de todas las cosas con toda humildad y pura devoción. 3 Y sepamos que seremos escuchados, no por hablar mucho, sino por la pureza de corazón y compunción de lágrimas. 4 Por eso la oración debe ser breve y pura, a no ser que se prolongue por un afecto inspirado por la gracia divina. 5 pero en comunidad abréviese la oración en lo posible, y cuando el superior dé la señal, levántense todos juntos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 92 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 93 Capitulo XXI Los decanos del monasterio 1 Si la comunidad es numerosa, elíjanse hermanos que tengan buena fama y una vida santa, y sean nombrados decanos, 2 para que velen en todo con solicitud sobre sus decanías, según los mandamientos de Dios y los preceptos de su abad. 3 Elíjanse decanos a aquellos con quienes el abad pueda compartir confiadamente su cargo. 4 Y no se elijan por orden, sino según el mérito de su vida y la sabiduría de su doctrina. 5 Si alguno de los decanos, hinchado por el espíritu de soberbia, se hace reprensible, corríjaselo una primera, una segunda y una tercera vez, y si no quiere enmendarse, destitúyaselo 6 y póngase en su lugar a otro que sea digno. 7 Lo mismo establecemos respecto del prior. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 94 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 95 Capitulo XXII Como han de dormir los monjes 1 Duerma cada cual en su cama. 2 Reciban de su abad la ropa de cama adecuada a su género de vida. 3 Si es posible, duerman todos en un mismo local, pero si el número no lo permite, duerman de a diez o de a veinte, con ancianos que velen sobre ellos. 4 En este dormitorio arda constantemente una lámpara hasta el amanecer. 5 Duerman vestidos, y ceñidos con cintos o cuerdas. Cuando duerman, no tengan a su lado los cuchillos, no sea que se hieran durante el sueño. 6 Estén así los monjes siempre preparados, y cuando se dé la señal, levántense sin tardanza y apresúrense a anticiparse unos a otros para la Obra de Dios, aunque con toda gravedad y modestia. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 96 7 Los hermanos más jóvenes no tengan las camas contiguas, sino intercaladas con las de los ancianos. 8 Cuando se levanten para la Obra de Dios, anímense discretamente unos a otros, para que los soñolientos no puedan excusarse. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 97 Capitulo XXIII La excomunión por las faltas 1 Si algún hermano es terco, desobediente, soberbio o murmurador, o contradice despreciativamente la Santa Regla en algún punto, o los preceptos de sus mayores, 2 sea amonestado secretamente por sus ancianos una y otra vez, según el precepto de nuestro Señor. 3 4 Si no se enmienda, repréndaselo públicamente delante de todos. Si ni así se corrige, sea excomulgado, con tal que sea capaz de comprender la importancia de esta pena. 5 Si no es capaz, reciba un castigo corporal. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 98 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática 99 Capitulo XXIV Cual debe ser el alcance de la excomunión 1 La gravedad de la excomunión o del castigo debe calcularse por la gravedad de la falta, 2 cuya estimación queda a juicio del abad. 3 Si un hermano cae en faltas leves, no se le permita compartir la 4 Con el excluído de la mesa común se seguirá este criterio: En el mesa. oratorio no entone salmo o antífona, ni lea la lectura, hasta que satisfaga. 5 Tome su alimento solo, después que los hermanos hayan comido; 6 así, por ejemplo, si los hermanos comen a la hora de sexta, coma él a la de nona, si los hermanos a la de nona, él a la de vísperas, 7 hasta que sea perdonado gracias a una expiación conveniente. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática100 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática101 Capitulo XXV Las faltas más graves Al hermano culpable de una falta más grave exclúyanlo a la vez de la 1 mesa y del oratorio. Ninguno de los hermanos se acerque a él para hacerle compañía o 2 para conversar. 3 Esté solo en el trabajo que le manden hacer, y persevere en llanto de penitencia meditando aquella terrible sentencia del Apóstol que dice: 4 "Este hombre ha sido entregado a la muerte de la carne, para que su espíritu se salve en el día del Señor". 5 Tome a solas su alimento, en la medida y hora que el abad juzgue convenirle. 6 Nadie lo bendiga al pasar, ni se bendiga el alimento que se le da. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática102 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática103 Capitulo XXVI Los que se juntan sin permiso con los excomulgados 1 Si algún hermano se atreve, sin orden del abad, a tomar contacto de cualquier modo con un hermano excomulgado, a hablar con él o a enviarle un mensaje, 2 incurra en la misma pena de la excomunión. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática104 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática105 Capitulo XXVII Con que solicitud debe el abad cuidar de los excomulgados Cuide el abad con la mayor solicitud de los hermanos culpables, 1 porque "no necesitan médico los sanos, sino los enfermos". 2 Por eso debe usar todos los recursos, como un sabio médico. Envíe, pues, "sempectas", esto es, hermanos ancianos prudentes 3 que, como en secreto, consuelen al hermano vacilante, lo animen para que haga una humilde satisfacción, y lo consuelen "para que no sea abatido por una excesiva tristeza", 4 sino que, como dice el Apóstol, "experimente una mayor caridad"; y todos oren por él. 5 Debe, pues, el abad extremar la solicitud y procurar con toda sagacidad e industria no perder ninguna de las ovejas confiadas a él. 6 Sepa, en efecto, que ha recibido el cuidado de almas enfermas, no el dominio tiránico sobre las sanas, 7 y tema lo que Dios dice en la amenaza del Profeta: "Tomaban lo que veían gordo y desechaban lo flaco". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática106 8 Imite el ejemplo de piedad del buen Pastor, que dejó noventa y nueve ovejas en los montes, y se fue a buscar una que se había perdido. 9 Y tanto se compadeció de su flaqueza, que se dignó cargarla sobre sus sagrados hombros y volverla así al rebaño. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática107 Capitulo XXIX Si los monjes que se van del monasterio deben ser recibidos de nuevo El hermano que se fuese del monasterio por su propia culpa, y quiere 1 luego volver, comience por prometer una total enmienda de lo que fue causa de su salida. 2 Se le recibirá entonces en el último grado, para que así se compruebe su humildad. 3 Más si vuelve a salir, recíbaselo de igual modo hasta una tercera vez, sabiendo que, en adelante, toda posibilidad de retorno le será denegada. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática108 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática109 Capitulo XXX Como han de ser corregidos los niños en su menor edad 1 Cada uno debe ser tratado según su edad y capacidad. 2 Por eso, los niños y los adolescentes, o aquellos que son incapaces de comprender la gravedad de la pena de la excomunión, 3 siempre que cometan una falta, deberán ser sancionados con rigurosos ayunos o corregidos con ásperos azotes, para que sanen. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática110 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática111 Capitulo XXXI Como debe ser el mayordomo del monasterio 1 Elíjase como mayordomo del monasterio a uno de la comunidad que sea sabio, maduro de costumbres, sobrio y frugal, que no sea ni altivo, ni agitado, ni propenso a injuriar, ni tardo, ni pródigo, 2 sino temeroso de Dios, y que sea como un padre para toda la comunidad. 3 Tenga el cuidado de todo. 4 No haga nada sin orden del abad, 5 sino que cumpla todo lo que se le mande. 6 No contriste a los hermanos. 7 Si quizás algún hermano pide algo sin razón, no lo entristezca con su desprecio, sino niéguele razonablemente y con humildad lo que aquél pide indebidamente. 8 Mire por su alma, acordándose siempre de aquello del Apóstol: "Quien bien administra, se procura un buen puesto". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática112 9 Cuide con toda solicitud de los enfermos, niños, huéspedes y pobres, sabiendo que, sin duda, de todos éstos ha de dar cuenta en el día del juicio. 10 Mire todos los utensilios y bienes del monasterio como si fuesen vasos sagrados del altar. 11 No trate nada con negligencia. 12 No sea avaro ni pródigo, ni dilapide los bienes del monasterio. Obre en todo con mesura y según el mandato del abad. 13 Ante todo tenga humildad, y al que no tiene qué darle, déle una respuesta amable, 14 porque está escrito: "Más vale una palabra amable que la mejor dádiva" 15 Tenga bajo su cuidado todo lo que el abad le encargue, y no se entrometa en lo que aquél le prohíba. 16 Proporcione a los hermanos el sustento establecido sin ninguna arrogancia ni dilación, para que no se escandalicen, acordándose de lo que merece, según la palabra divina, aquel que "escandaliza a alguno de los pequeños". 17 Si la comunidad es numerosa, dénsele ayudantes, con cuya asistencia cumpla él mismo con buen ánimo el oficio que se le ha confiado. 18 Dense las cosas que se han de dar, y pídanse las que se han de pedir, en las horas que corresponde, 19 para que nadie se perturbe ni aflija en la casa de Dios. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática113 Capitulo XXXII Las herramientas y objetos del monasterio 1 El abad confíe los bienes del monasterio, esto es, herramientas, vestidos y cualesquiera otras cosas, a hermanos de cuya vida y costumbres esté seguro, 2 y asígneselas para su custodia y conservación, como él lo juzgue conveniente. 3 de estos bienes tenga el abad un inventario, para saber lo que da y lo que recibe, cuando los hermanos se suceden en sus cargos. 4 Si alguien trata las cosas del monasterio con sordidez o descuido, sea corregido, y si no se enmienda, sométaselo a la disciplina de la Regla. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática114 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática115 Capitulo XXXIII Si los monjes deben tener algo propio En el monasterio se ha de cortar radicalmente este vicio. 1 2 Que nadie se permita dar o recibir cosa alguna sin mandato del 3 ni tener en propiedad nada absolutamente, ni libro, ni tablillas, ni abad, pluma, nada en absoluto, como a quienes no les es lícito disponer de su cuerpo ni seguir sus 4 propios deseos. 5 Todo lo necesario deben esperarlo del padre del monasterio, y no les está permitido tener nada que el abad no les haya dado o concedido. 6 Y que "todas las cosas sean comunes a todos", como está escrito, de modo que nadie piense o diga que algo es suyo. 7 Si se sorprende a alguno que se complace en este pésimo vicio, amonésteselo una y otra vez, 8 y si no se enmienda, sométaselo a la corrección. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática116 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática117 Capitulo XXXIV Si todos deben recibir igualmente lo necesario 1 Está escrito: "Repartíase a cada uno de acuerdo a lo que necesitaba". 2 No decimos con esto que haya acepción de personas, no lo permita Dios, sino consideración de las flaquezas. 3 Por eso, el que necesita menos, dé gracias a Dios y no se contriste; 4 en cambio, el que necesita más, humíllese por su flaqueza y no se engría por la misericordia. 5 Así todos los miembros estarán en paz. 6 Ante todo, que el mal de la murmuración no se manifieste por ningún motivo en ninguna palabra o gesto. 7 Si alguno es sorprendido en esto, sométaselo a una sanción muy severa. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática118 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática119 Capitulo XXXV Los semaneros de cocina Sírvanse los hermanos unos a otros, de tal modo que nadie se 1 dispense del trabajo de la cocina, a no ser por enfermedad o por estar ocupado en un asunto de mucha utilidad, 2 porque de ahí se adquiere el premio de una caridad muy grande. Dése ayuda a los débiles, para que no hagan este trabajo con 3 tristeza; y aun tengan todos ayudantes según el estado de la comunidad y la 4 situación del lugar. 5 Si la comunidad es numerosa, el mayordomo sea dispensado de la cocina, como también los que, como ya dijimos, están ocupados en cosas de mayor utilidad. 6 Los demás sírvanse unos a otros con caridad. 7 El que termina el servicio semanal, haga limpieza el sábado. 8 Laven las toallas con las que los hermanos se secan las manos y los 9 Tanto el que sale como el que entra, laven los pies a todos. pies. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática120 10 Devuelva al mayordomo los utensilios de su ministerio limpios y 11 y el mayordomo, a su vez, entréguelos al que entra, para saber lo sanos, que da y lo que recibe. 12 Los semaneros recibirán una hora antes de la comida, un poco de vino y de pan sobre la porción que les corresponde, 13 para que a la hora de la refección sirvan a sus hermanos sin murmuración y sin grave molestia, 14 pero en las solemnidades esperen hasta el final de la comida. 15 Al terminar los Laudes del domingo, los semaneros que entran y los que salen, se pondrán de rodillas en el oratorio a los pies de todos, pidiendo que oren por ellos. 16 El que termina su semana, diga este verso: "Bendito seas, Señor Dios, porque me has ayudado y consolado". 17 Dicho esto tres veces, el que sale recibirá la bendición. Luego seguirá el que entra diciendo: "Oh Dios, ven en mi ayuda, apresúrate, Señor, a socorrerme". 18 Todos repitan también esto tres veces, y luego de recibir la bendición, entre a servir. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática121 Capitulo XXXVI Los hermanos enfermos Ante todo y sobre todo se ha de atender a los hermanos enfermos, 1 sirviéndolos como a Cristo en persona, 2 pues Él mismo dijo: "Enfermo estuve y me visitaron" 3 y "Lo que hicieron a uno de estos pequeños, a mí me lo hicieron". 4 Pero consideren los mismos enfermos que a ellos se los sirve para honrar a Dios, y no molesten con sus pretensiones excesivas a sus hermanos que los sirven. 5 Sin embargo, se los debe soportar pacientemente, porque tales enfermos hacen ganar una recompensa mayor. 6 Por tanto el abad tenga sumo cuidado de que no padezcan ninguna negligencia. 7 Para los hermanos enfermos haya un local aparte atendido por un servidor temeroso de Dios, diligente y solícito. 8 Ofrézcase a los enfermos, siempre que sea conveniente, el uso de baños; pero a los sanos, especialmente a los jóvenes, permítaselos más difícilmente. 9 A los enfermos muy débiles les es permitido comer carne para reponerse, pero cuando mejoren, dejen de hacerlo, como se acostumbra. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática122 10 Preocúpese mucho el abad de que los mayordomos y los servidores no descuiden a los enfermos, porque él es el responsable de toda falta cometida por los discípulos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática123 Capitulo XXXVII Los ancianos y los niños Aunque la misma naturaleza humana mueva a ser misericordioso con 1 estas dos edades, o sea la de los ancianos y la de los niños, la autoridad de la Regla debe, sin embargo, mirar también por ellos. 2 Téngase siempre presente su debilidad, y en modo alguno se aplique a ellos el rigor de la Regla en lo que a alimentos se refiere, 3 sino que se les tendrá una amable consideración, y anticiparán las horas de comida regulares. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática124 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática125 Capitulo XXXVIII El lector de la semana 1 En la mesa de los hermanos no debe faltar la lectura. Pero no debe leer allí el que de buenas a primeras toma el libro, sino que el lector de toda la semana ha de comenzar su oficio el domingo. 2 Después de la misa y comunión, el que entra en función pida a todos que oren por él, para que Dios aparte de él el espíritu de vanidad. 3 Y digan todos tres veces en el oratorio este verso que comenzará el lector: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas". 4 5 Reciba luego la bendición y comience su oficio de lector. Guárdese sumo silencio, de modo que no se oiga en la mesa ni el susurro ni la voz de nadie, sino sólo la del lector. 6 Sírvanse los hermanos unos a otros, de modo que los que comen y beben, tengan lo necesario y no les haga falta pedir nada; 7 pero si necesitan algo, pídanlo llamando con un sonido más bien que con la voz. 8 Y nadie se atreva allí a preguntar algo sobre la lectura o sobre cualquier otra cosa, para que no haya ocasión de hablar, 9 a no ser que el superior quiera decir algo brevemente para edificación. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática126 10 El hermano lector de la semana tomará un poco de vino con agua antes de comenzar a leer, a causa de la santa Comunión, y para que no le resulte penoso soportar el ayuno. 11 Luego tomará su alimento con los semaneros de cocina y los servidores. 12 No lean ni canten todos los hermanos por orden, sino los que edifiquen a los oyentes. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática127 Capitulo XXXIX La medida de la comida Nos parece suficiente que en la comida diaria, ya se sirva ésta a la 1 hora sexta o a la hora nona, se sirvan en todas las mesas dos platos cocidos a causa de las flaquezas de algunos, 2 para que el que no pueda comer de uno coma del otro. 3 Sean, pues, suficientes dos platos cocidos para todos los hermanos, y si se pueden conseguir frutas o legumbres, añádase un tercero. 4 Baste una libra bien pesada de pan al día, ya sea que haya una sola comida, o bien almuerzo y cena. 5 Si han de cenar, reserve el mayordomo una tercera parte de esa misma libra para darla en la cena. 6 Pero si el trabajo ha sido mayor del habitual, el abad tiene plena autoridad para agregar algo, si cree que conviene, 7 evitando empero, ante todo, los excesos, para que nunca el monje sufra una indigestión, 8 ya que nada es tan contrario a todo cristiano como la glotonería, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática128 9 como dice el Señor: "Miren que no se graven sus corazones con la voracidad". 10 A los niños de tierna edad no se les dé la misma cantidad que a los mayores, sino menos, guardando en todo la templanza. 11 Y todos absténganse absolutamente de comer carne de cuadrúpedos, excepto los enfermos muy débiles. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática129 Capitulo XL La medida de la bebida "Cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una manera, 1 otro de otra", por eso establecemos con algún escrúpulo la medida del sustento de 2 los demás. Teniendo, pues, en cuenta la flaqueza de los débiles, creemos que es 3 suficiente para cada uno una hémina de vino al día. Pero aquellos a quienes Dios les da la virtud de abstenerse, sepan 4 que han de tener un premio particular. Juzgue el superior si la necesidad del lugar, el trabajo o el calor del 5 verano exigen más, cuidando en todo caso de que no se llegue a la saciedad o a la embriaguez. 6 Aunque leemos que el vino en modo alguno es propio de los monjes, como en nuestros tiempos no se los puede persuadir de ello, convengamos al menos en no beber hasta la saciedad sino moderadamente, 7 porque "el vino hace apostatar hasta a los sabios". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática130 8 Pero donde las condiciones del lugar no permiten conseguir la cantidad que dijimos, sino mucho menos, o nada absolutamente, bendigan a Dios los que allí viven, y no murmuren. 9 Ante todo les advertimos esto, que no murmuren. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática131 Capitulo XLI A que horas se debe comer Desde la santa Pascua hasta Pentecostés, coman los monjes a la hora 1 sexta, y cenen al anochecer. 2 Desde Pentecostés, durante el verano, si los monjes no trabajan en el campo o no les molesta un calor excesivo, ayunen los miércoles y viernes hasta nona, 3 y los demás días coman a sexta. 4 Pero si trabajan en el campo, o el calor del verano es excesivo, la comida manténgase a la hora sexta. Quede esto a juicio del abad. 5 Éste debe temperar y disponer todo de modo que las almas se salven, y que los hermanos hagan lo que hacen sin justa murmuración. 6 Desde el catorce de setiembre hasta el principio de Cuaresma, coman siempre los hermanos a la hora nona. 7 En Cuaresma, hasta Pascua, coman a la hora de vísperas. 8 Las mismas Vísperas celébrense de tal modo que los que comen, no necesiten luz de lámparas, sino que todo se concluya con la luz del día. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática132 9 Y siempre calcúlese también la hora de la cena o la de la única comida de tal modo que todo se haga con luz natural. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática133 Capitulo XLII Que nadie hable después de completas 1 Los monjes deben esforzarse en guardar silencio en todo momento, pero sobre todo en las horas de la noche. 2 Por eso, en todo tiempo, ya sea de ayuno o de refección, se procederá así: 3 Si se trata de tiempo en que no se ayuna, después de levantarse de la cena, siéntense todos juntos, y uno lea las "Colaciones" o las "Vidas de los Padres", o algo que edifique a los oyentes, 4 pero no el Heptateuco o los Reyes, porque no les será útil a los espíritus débiles oír esta parte de la Escritura en aquella hora. Léase, sin embargo, en otras horas. 5 Si es día de ayuno, díganse Vísperas, y tras un corto intervalo acudan enseguida a la lectura de las "Colaciones", como dijimos. 6 Lean cuatro o cinco páginas o lo que permita la hora, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática134 7 para que durante ese tiempo de lectura puedan reunirse todos, porque quizás alguno estuvo ocupado en cumplir algún encargo, 8 y todos juntos recen Completas. Al salir de Completas, ninguno tiene ya permiso para decir nada a nadie. 9 Si se encuentra a alguno que quebranta esta regla de silencio, sométaselo a un severo castigo, 10 salvo si lo hace porque es necesario atender a los huéspedes, o si quizás el abad manda algo a alguien. 11 Pero aun esto mismo hágase con suma gravedad y discretísima moderación. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática135 Capitulo XLIII Los que llegan tarde a la obra de dios o a la mesa 1 Cuando sea la hora del Oficio divino, ni bien oigan la señal, dejen todo lo que tengan entre manos y acudan con gran rapidez, 2 pero con gravedad, para no provocar disipación. 3 Nada, pues, se anteponga a la Obra de Dios. 4 Si alguno llega a las Vigilias después del Gloria del salmo 94 (que por esto queremos que se diga muy pausadamente y con lentitud), 5 no ocupe su puesto en el coro, sino el último de todos o el lugar separado que el abad determine para tales negligentes, para que sea visto por él y por todos. 6 Luego, al terminar la Obra de Dios, haga penitencia con pública satisfacción. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática136 7 Juzgamos que éstos deben colocarse en el último lugar o aparte, para que, al ser vistos por todos, se corrijan al menos por su misma vergüenza. Pero si se quedan fuera del oratorio, habrá alguno quizás que se 8 vuelva a acostar y a dormir, o bien se siente afuera y se entretenga charlando y dé ocasión al maligno. 9 Que entren, pues, para que no lo pierdan todo y en adelante se enmienden. En las Horas diurnas, quien no llega a la Obra de Dios hasta después 10 del verso y del Gloria del primer salmo que se dice después del verso, quédese en el último lugar, según la disposición que arriba dijimos, 11 y no se atreva a unirse al coro de los que salmodian, hasta terminar esta satisfacción, a no ser que el abad lo perdone y se lo permita; 12 pero con tal que el culpable satisfaga por su falta. 13 Quien por su negligencia o culpa no llega a la mesa antes del verso, de modo que todos juntos digan el verso y oren y se sienten a la mesa a un tiempo, 14 sea corregido por esto hasta dos veces. 15 enmienda, no se le permita participar de la mesa común, Si después no se 16 sino que, privado de la compañía de todos, coma solo, sin tomar su porción de vino, hasta que dé satisfacción y se enmiende. 17 Reciba el mismo castigo el que no esté presente cuando se dice el verso después de la comida. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática137 18 Nadie se atreva a tomar algo de comida o bebida ni antes ni después de la hora establecida. 19 Pero si el superior le ofrece algo a alguien, y éste lo rehúsa, cuando lo desee, no reciba lo que antes rehusó, ni nada, absolutamente nada, antes de la enmienda correspondiente. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática138 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática139 Capitulo XLIV Como han de satisfacer los excomulgados Cuando se termina en el oratorio la Obra de Dios, aquel que por 1 culpas graves ha sido excomulgado del oratorio y de la mesa, se postrará junto a la puerta del oratorio sin decir nada, sino que solamente permanecerá rostro en tierra, echado a los pies 2 de todos los que salen del oratorio. 3 Y hará esto hasta que el abad juzgue que ha satisfecho. 4 Cuando el abad lo llame, arrójese a los pies del abad, y luego a los de todos, para que oren por él. 5 Y entonces, si el abad se lo manda, sea admitido en el coro, en el puesto que el abad determine. 6 Pero no se atreva a entonar salmos, ni a leer o recitar cosa alguna en el oratorio, si el abad no se lo manda de nuevo. 7 En todas las Horas, al terminar la Obra de Dios, póstrese en tierra en el lugar en que está, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática140 8 y dé así satisfacción, hasta que el abad nuevamente le mande que ponga fin a esta satisfacción. 9 Pero los que por culpas leves son excomulgados sólo de la mesa, satisfagan en el oratorio hasta que disponga el abad. 10 Háganlo hasta que éste los bendiga y les diga que es suficiente. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática141 Capitulo XLV Los que se equivocan en el oratorio 1 Si alguno se equivoca al recitar un salmo, un responsorio, una antífona o una lectura, y no se humilla allí mismo delante de todos dando satisfacción, sométaselo a un mayor castigo, 2 por no haber querido corregir con la humildad la falta que cometió por negligencia. 3 A los niños, empero, pégueseles por tales faltas. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática142 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática143 Capitulo XLVI Los que faltan en cualesquiera otras cosas 1 Si alguno, mientras hace algún trabajo en la cocina, en la despensa, en un servicio, en la panadería, en la huerta o en otro oficio, o en cualquier otro lugar, falta en algo, 2 3 rompe o pierde alguna cosa, o en cualquier lugar comete una falta, y no se presenta enseguida ante el abad y la comunidad para satisfacer y manifestar espontáneamente su falta, 4 sino que ésta es conocida por conducto de otro, sométaselo a un castigo más riguroso. 5 Si se trata, en cambio, de un pecado oculto del alma, manifiéstelo solamente al abad o a ancianos espirituales 6 que sepan curar sus propias heridas y las ajenas, sin descubrirlas ni publicarlas. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática144 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática145 Capitulo XLVII El anuncio de la hora de la obra de Dios 1 El llamado a la Hora de la Obra de Dios, tanto de día como de noche, es competencia del abad. Este puede hacerlo por sí mismo, o puede encargar esta tarea a un hermano solícito, para que todo se haga a su debido tiempo. 2 Entonen por orden los salmos y antífonas, después del abad, aquellos que recibieron esta orden. 3 Pero no se atreva a cantar o a leer sino aquel que pueda desempeñar este oficio con edificación de los oyentes. 4 Y aquel a quien el abad se lo mande, hágalo con humildad, gravedad y temor. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática146 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática147 Capitulo XLVIII El trabajo manual de cada día La ociosidad es enemiga del alma. Por eso los hermanos deben 1 ocuparse en ciertos tiempos en el trabajo manual, y a ciertas horas en la lectura espiritual. 2 Creemos, por lo tanto, que ambas ocupaciones pueden ordenarse de la manera siguiente: 3 Desde Pascua hasta el catorce de septiembre, desde la mañana, al salir de Prima, hasta aproximadamente la hora cuarta, trabajen en lo que sea necesario. 4 Desde la hora cuarta hasta aproximadamente la hora de sexta, dedíquense a la lectura. 5 Después de Sexta, cuando se hayan levantado de la mesa, descansen en sus camas con sumo silencio, y si tal vez alguno quiera leer, lea para sí, de modo que no moleste a nadie. 6 Nona dígase más temprano, mediada la octava hora, y luego vuelvan a trabajar en lo que haga falta hasta Vísperas. 7 Si las condiciones del lugar o la pobreza les obligan a recoger la cosecha por sí mismos, no se entristezcan, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática148 8 porque entonces son verdaderamente monjes si viven del trabajo de sus manos, como nuestros Padres y los Apóstoles. 9 Sin embargo, dispóngase todo con mesura, por deferencia para con los débiles. 10 Desde el catorce de septiembre hasta el comienzo de Cuaresma, dedíquense a la lectura hasta el fin de la hora segunda. 11 Tercia dígase a la hora segunda, y luego trabajen en lo que se les mande hasta nona. 12 A la primera señal para la Hora de Nona, deje cada uno su trabajo, y estén listos para cuando toquen la segunda señal. 13 Después de comer, ocúpense todos en la lectura o en los salmos. 14 En los días de Cuaresma, desde la mañana hasta el fin de la hora tercera, ocúpense en sus lecturas, y luego trabajen en lo que se les mande, hasta la hora décima. 15 En estos días de Cuaresma, reciban todos un libro de la biblioteca que deberán leer ordenada e íntegramente. 16 17 Estos libros se han de distribuir al principio de Cuaresma. Ante todo desígnense uno o dos ancianos, para que recorran el monasterio durante las horas en que los hermanos se dedican a la lectura. 18 Vean si acaso no hay algún hermano perezoso que se entrega al ocio y a la charla, que no atiende a la lectura, y que no sólo no saca ningún provecho para sí, sino que aun distrae a los demás. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática149 19 Si se halla a alguien así, lo que ojalá no suceda, repréndaselo una y otra vez, 20 y si no se enmienda, aplíquesele el castigo de la Regla, de modo que los demás teman. 21 22 Y no se comunique un hermano con otro en las horas indebidas. El domingo dedíquense también todos a la lectura, salvo los que están ocupados en los distintos oficios. 23 A aquel que sea tan negligente o perezoso que no quiera o no pueda meditar o leer, encárguesele un trabajo, para que no esté ocioso. 24 A los hermanos enfermos o débiles encárgueseles un trabajo o una labor tal que, ni estén ociosos, ni se sientan agobiados por el peso del trabajo o se vean obligados a abandonarlo. 25 El abad debe considerar la debilidad de éstos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática150 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática151 Capitulo XLIX La observancia de la Cuaresma 1 Aunque la vida del monje debería tener en todo tiempo una observancia cuaresmal, 2 sin embargo, como son pocos los que tienen semejante fortaleza, los exhortamos a que en estos días de Cuaresma guarden su vida con suma pureza, 3 y a que borren también en estos días santos todas las negligencias de otros tiempos. 4 Lo cual haremos convenientemente, si nos apartamos de todo vicio y nos entregamos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia. 5 Por eso, añadamos en estos días algo a la tarea habitual de nuestro servicio, como oraciones particulares o abstinencia de comida y bebida, 6 de modo que cada uno, con gozo del Espíritu Santo, ofrezca voluntariamente a Dios algo sobre la medida establecida, 7 esto es, que prive a su cuerpo de algo de alimento, de bebida, de sueño, de conversación y de bromas, y espere la Pascua con la alegría del deseo espiritual. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática152 8 Lo que cada uno ofrece propóngaselo a su abad, y hágalo con su oración y consentimiento, 9 porque lo que se hace sin permiso del padre espiritual, hay que considerarlo más como presunción y vanagloria que como algo meritorio. 10 Así, pues, todas las cosas hay que hacerlas con la aprobación del abad. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática153 Capitulo L Los hermanos que trabajan lejos del oratorio o están de viaje 1 Los hermanos que trabajan muy lejos y no pueden acudir al oratorio a la hora debida, 2 3 y el abad reconoce que es así, hagan la Obra de Dios allí mismo donde trabajan, doblando las rodillas con temor de Dios. 4 Del mismo modo, los que han salido de viaje, no dejen pasar las horas establecidas, sino récenlas por su cuenta como puedan, y no descuiden pagar la prestación de su servicio. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática154 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática155 Capitulo LI Los hermanos que no viajan muy lejos 1 El hermano que es enviado a alguna diligencia, y espera volver al monasterio el mismo día, no se atreva a comer fuera, aun cuando se lo rueguen con insistencia, 2 a no ser que su abad se lo hubiera mandado. 3 Si obra de otro modo, sea excomulgado. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática156 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática157 Capitulo LII El oratorio del monasterio Sea el oratorio lo que dice su nombre, y no se lo use para otra cosa, 1 ni se guarde nada allí. 2 Cuando terminen la Obra de Dios, salgan todos en perfecto silencio, guardando reverencia a Dios, 3 de modo que si quizás un hermano quiere orar privadamente, no se lo impida la importunidad de otro. 4 Y si alguno, en otra ocasión, quiere orar por su cuenta con más recogimiento, que entre sencillamente y ore, pero no en alta voz, sino con lágrimas y con el corazón atento. 5 Por lo tanto, al que no ora así, no se le permita quedarse en el oratorio al concluir la Obra de Dios, no sea que, como se dijo, moleste a otro. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática158 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática159 Capitulo LIII La recepción de los huéspedes 1 Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo, pues Él mismo ha de decir: "Huésped fui y me recibieron". 2 A todos dése el honor que corresponde, pero sobre todo a los hermanos en la fe y a los peregrinos. 3 Cuando se anuncie un huésped, el superior o los hermanos salgan a su encuentro con la más solícita caridad. 4 Oren primero juntos y dense luego la paz. 5 No den este beso de paz antes de la oración, sino después de ella, a causa de las ilusiones diabólicas. 6 Muestren la mayor humildad al saludar a todos los huéspedes que llegan o se van, 7 inclinando la cabeza o postrando todo el cuerpo en tierra, adorando en ellos a Cristo, que es a quien se recibe. 8 Lleven a orar a los huéspedes que reciben, y luego el superior, o quien éste mandare, siéntese con ellos. 9 Léanle al huésped la Ley divina para que se edifique, y trátenlo luego con toda cortesía. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática160 En atención al huésped, el superior no ayunará (a no ser que sea un 10 día de ayuno importante que no pueda quebrantarse), 11 pero los hermanos continúen ayunando como de costumbre. 12 13 El abad vierta el agua para lavar las manos de los huéspedes, y tanto el abad como toda la comunidad laven los pies a los huéspedes. 14 Después de lavarlos, digan este verso: "Hemos recibido, Señor, tu misericordia en medio de tu templo". 15 Al recibir a pobres y peregrinos se tendrá el máximo de cuidado y solicitud, porque en ellos se recibe especialmente a Cristo, pues cuando se recibe a ricos, el mismo temor que inspiran, induce a respetarlos. 16 Debe haber una cocina aparte para el abad y los huéspedes, para que éstos, que nunca faltan en el monasterio, no incomoden a los hermanos, si llegan a horas imprevistas. 17 Dos hermanos que cumplan bien su oficio, encárguense de esta cocina durante un año. 18 Si es necesario, se les proporcionará ayudantes para que sirvan sin murmuración; por el contrario, cuando estén menos ocupados, vayan a trabajar a donde se los mande. 19 Y no sólo con éstos, sino con todos los que trabajan en oficios del monasterio, téngase esta consideración 20 de concederles ayuda cuando lo necesiten, pero luego, cuando estén desocupados, obedezcan lo que les manden. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática161 21 Un hermano, cuya alma esté poseída del temor de Dios, se encargará de la hospedería, 22 en la cual habrá un número suficiente de camas preparadas. Y la casa de Dios sea sabiamente administrada por varones sabios. 23 No trate con los huéspedes ni converse con ellos quien no estuviere encargado de hacerlo. 24 Pero si alguno los encuentra o los ve, salúdelos humildemente, como dijimos, pida la bendición y pase de largo, diciendo que no le es lícito hablar con un huésped. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática162 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática163 Capitulo LIV Si el monje debe recibir cartas u otras cosas En modo alguno le es lícito al monje recibir cartas, eulogias o 1 cualquier pequeño regalo de sus padres, de otra persona o de otros monjes, ni tampoco darlos a ellos, sin la autorización del abad. 2 Aunque fueran sus padres los que le envían algo, no se atreva a aceptarlo sin antes haber informado al abad. 3 Y si éste manda recibirlo, queda en la potestad del mismo abad el disponer a quién se lo ha de dar. 4 Y no se ponga triste el hermano a quien se lo enviaron, no sea que dé ocasión al diablo. 5 Al que se atreva a obrar de otro modo, sométaselo a la disciplina regular. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática164 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática165 Capitulo LV El vestido y calzado de los monjes Dése a los hermanos la ropa que necesiten según el tipo de las 1 regiones en que viven o el clima de ellas, 2 pues en las regiones frías se necesita más, y en las cálidas menos. 3 Esta apreciación le corresponde al abad. 4 Por nuestra parte, sin embargo, creemos que en lugares templados a cada monje le basta tener cogulla y túnica 5 (la cogulla velluda en invierno, y ligera y usada en verano), 6 un escapulario para el trabajo, y medias y zapatos para los pies. 7 No se quejen los monjes del color o de la tosquedad de estas prendas, sino acéptenlas tales cuales se puedan conseguir en la provincia donde vivan, o que puedan comprarse más baratas. 8 Preocúpese el abad de la medida de estos mismos vestidos, para que no les queden cortos a los que los usan, sino a su medida. 9 Cuando reciban vestidos nuevos, devuelvan siempre al mismo tiempo los viejos, que han de guardarse en la ropería para los pobres. 10 Pues al monje le bastan dos túnicas y dos cogullas, para poder cambiarse de noche y para lavarlas; 11 tener más que esto es superfluo y debe suprimirse. 12 Devuelvan también las medias y todo lo viejo, cuando reciban lo nuevo. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática166 13 Los que salen de viaje, reciban ropa interior de la ropería, y al volver devuélvanla lavada. 14 Haya también cogullas y túnicas un poco mejores que las de diario; recíbanlas de la ropería los que salen de viaje, y devuélvanlas al regresar. 15 Como ropa de cama es suficiente una estera, una manta, un cobertor y una almohada. 16 El abad ha de revisar frecuentemente las camas, para evitar que se guarde allí algo en propiedad. 17 Y si se descubre que alguien tiene alguna cosa que el abad no le haya concedido, sométaselo a gravísimo castigo. 18 Para cortar de raíz este vicio de la propiedad, provea el abad todas las cosas que son necesarias, 19 esto es: cogulla, túnica, medias, zapatos, cinturón, cuchillo, pluma, aguja, pañuelo y tablillas para escribir, para eliminar así todo pretexto de necesidad. 20 Sin embargo, tenga siempre presente el abad aquella sentencia de los Hechos de los Apóstoles: "Se daba a cada uno lo que necesitaba". 21 Así, pues, atienda el abad a las flaquezas de los necesitados y no a la mala voluntad de los envidiosos. 22 Y en todas sus decisiones piense en la retribución de Dios. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática167 Capitulo LVI La mesa del abad 1 2 Reciba siempre el abad en su mesa a huéspedes y peregrinos. Cuando los huéspedes sean pocos, puede llamar a los hermanos que él quiera; 3 pero procure dejar uno o dos ancianos con los hermanos, para que mantengan la disciplina. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática168 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática169 Capitulo LVII Los artesanos del monasterio Los artesanos que pueda haber en el monasterio, ejerzan con 1 humildad sus artes, si el abad se lo permite. Pero si alguno de ellos se engríe por el conocimiento de su oficio, 2 porque le parece que hace algo por el monasterio, sea removido de su oficio, y no vuelva a ejercerlo, a no ser que se 3 humille, y el abad lo autorice de nuevo. Si hay que vender algo de lo que hacen los artesanos, los encargados 4 de hacerlo no se atrevan a cometer fraude alguno. 5 Acuérdense de Ananías y Safira, no sea que la muerte que ellos padecieron en el cuerpo, 6 la padezcan en el alma éstos, y todos los que cometieren algún fraude con los bienes del monasterio. 7 En los mismos precios no se insinúe el mal de la avaricia. 8 Véndase más bien, siempre algo más barato de lo que pueden hacerlo los seglares, "para que en todo sea Dios glorificado". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática170 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática171 Capitulo LVIII El modo de recibir a los hermanos No se reciba fácilmente al que recién llega para ingresar a la vida 1 monástica, sino que, como dice el Apóstol, "prueben los espíritus para ver si son 2 de Dios". Por lo tanto, si el que viene persevera llamando, y parece soportar 3 con paciencia, durante cuatro o cinco días, las injurias que se le hacen y la dilación de su ingreso, y persiste en su petición, 4 permítasele entrar, y esté en la hospedería unos pocos días. 5 Después de esto, viva en la residencia de los novicios, donde éstos meditan, comen y duermen. 6 Asígneseles a éstos un anciano que sea apto para ganar almas, para que vele sobre ellos con todo cuidado. 7 Debe estar atento para ver si el novicio busca verdaderamente a Dios, si es pronto para la Obra de Dios, para la obediencia y las humillaciones. 8 Prevénganlo de todas las cosas duras y ásperas por las cuales se va a Dios. 9 Si promete perseverar en la estabilidad, al cabo de dos meses léasele por orden esta Regla, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática172 10 y dígasele: He aquí la ley bajo la cual quieres militar. Si puedes observarla, entra; pero si no puedes, vete libremente. 11 Si todavía se mantiene firme, lléveselo a la sobredicha residencia de los novicios, y pruébeselo de nuevo en toda paciencia. 12 Al cabo de seis meses, léasele la Regla para que sepa a qué entra. 13 Y si sigue firme, después de cuatro meses reléasele de nuevo la misma Regla. 14 Y si después de haberlo deliberado consigo, promete guardar todos sus puntos, y cumplir cuanto se le mande, sea recibido en la comunidad, 15 sabiendo que, según lo establecido por la ley de la Regla, desde aquel día no le será lícito irse del monasterio, 16 ni sacudir el cuello del yugo de la Regla, que después de tan morosa deliberación pudo rehusar o aceptar. 17 El que va a ser recibido, prometa en el oratorio, en presencia de todos, su estabilidad, vida monástica y obediencia, 18 delante de Dios y de sus santos, para que sepa que si alguna vez obra de otro modo, va a ser condenado por Aquel de quien se burla. 19 De esta promesa suya hará una petición a nombre de los santos cuyas reliquias están allí, y del abad presente. 20 Escriba esta petición con su mano, pero si no sabe hacerlo, escríbala otro a ruego suyo, y el novicio trace en ella una señal y deposítela sobre el altar con sus propias manos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática173 21 Una vez que la haya depositado, empiece enseguida el mismo novicio este verso: "Recíbeme, Señor, según tu palabra, y viviré; y no me confundas en mi esperanza". 22 Toda la comunidad responda tres veces a este verso, agregando "Gloria al Padre" 23 Entonces el hermano novicio se postrará a los pies de cada uno para que oren por él, y desde aquel día sea considerado como uno de la comunidad. 24 Si tiene bienes, distribúyalos antes a los pobres, o bien cédalos al monasterio por una donación solemne. Y no guarde nada de todos esos bienes para sí, 25 ya que sabe que desde aquel día no ha de tener dominio ni siquiera sobre su propio cuerpo. 26 Después, en el oratorio, sáquenle las ropas suyas que tiene puestas, y vístanlo con las del monasterio. 27 La ropa que le sacaron, guárdese en la ropería, donde se debe conservar, 28 pues si alguna vez, aceptando la sugerencia del diablo, se va del monasterio, lo que Dios no permita, sea entonces despojado de la ropa del monasterio y despídaselo. 29 Pero aquella petición suya que el abad tomó de sobre el altar, no se le devuelva, sino guárdese en el monasterio. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática174 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática175 Capitulo LIX Los hijos de nobles o de pobres que son ofrecidos 1 Si quizás algún noble ofrece su hijo a Dios en el monasterio, y el niño es de poca edad, hagan los padres la petición que arriba dijimos, 2 y ofrézcanlo junto con la oblación, envolviendo la misma petición y la mano del niño con el mantel del altar. 3 En cuanto a sus bienes, prometan bajo juramento en la mencionada petición que nunca le han de dar cosa alguna, ni le han de procurar ocasión de poseer, ni por sí mismos, ni por tercera persona, ni de cualquier otro modo 4 Pero si no quieren hacer esto, y quieren dar una limosna al monasterio en agradecimiento, 5 hagan donación de las cosas que quieren dar al monasterio, y si quieren, resérvense el usufructo. 6 Ciérrense así todos los caminos, de modo que el niño no abrigue ninguna esperanza que lo ilusione y lo pueda hacer perecer, lo que Dios no permita, como lo hemos aprendido por experiencia © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática176 7 Lo mismo harán los más pobres. 8 Pero los que no tienen absolutamente nada, hagan sencillamente la petición y ofrezcan a su hijo delante de testigos, junto con la oblación. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática177 Capitulo LX Los sacerdotes que quieren vivir en el monasterio 1 Si algún sacerdote pide ser admitido en el monasterio, no se lo acepte demasiado pronto. 2 Pero si insiste firmemente en este pedido, sepa que tendrá que observar toda la disciplina de esta Regla, 3 y que no se le mitigará nada, para que se cumpla lo que está escrito: "Amigo, ¿a qué has venido?". 4 Permítasele, sin embargo, colocarse después del abad, y si éste se lo concede, puede bendecir y recitar las oraciones conclusivas. 5 En caso contrario, de ningún modo se atreva a hacerlo, sabiendo que está sometido a la disciplina regular; antes bien, dé a todos ejemplos de humildad. 6 Si se trata de ocupar un cargo en el monasterio, o de cualquier otra 7 ocupe el lugar que le corresponde por su entrada al monasterio, y no cosa, el que se le concedió en atención al sacerdocio. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática178 8 Si algún clérigo, animado del mismo deseo, quiere incorporarse al monasterio, colóqueselo en un lugar intermedio, 9 con tal que prometa también observar la Regla y la propia estabilidad. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática179 Capitulo LXI Como han de ser recibidos los monjes peregrinos Si un monje peregrino, venido de provincias lejanas, quiere habitar 1 en el monasterio como huésped, 2 y acepta con gusto el modo de vida que halla en el lugar, y no perturba al monasterio con sus exigencias, 3 sino que sencillamente se contenta con lo que encuentra, recíbaselo todo el tiempo que quiera. 4 Y si razonablemente, con humildad y caridad critica o advierte algo, considérelo prudentemente el abad, no sea que el Señor lo haya enviado precisamente para eso 5 Si luego quiere fijar su estabilidad, no se opongan a tal deseo, sobre todo porque durante su estadía como huésped pudo conocerse su vida. 6 Pero si durante este tiempo de hospedaje, se descubre que es exigente y vicioso, no sólo no se le debe incorporar al monasterio, 7 sino que hay que decirle cortésmente que se vaya, no sea que su mezquindad contagie a otros. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática180 8 Pero si no fuere tal que merezca ser despedido, no sólo se lo ha de recibir como miembro de la comunidad, si él lo pide, 9 sino aun persuádanlo que se quede, para que con su ejemplo instruya a los demás, 10 puesto que en todo lugar se sirve al único Señor y se milita bajo el mismo Rey. Si el abad viere que lo merece, podrá también colocarlo en un 11 puesto algo más elevado. 12 Y no sólo a un monje, sino también a los sacerdotes y clérigos que antes mencionamos, puede el abad colocarlos en un sitio superior al de su entrada, si ve que su vida lo merece. 13 Pero tenga cuidado el abad de no recibir nunca para quedarse, a un monje de otro monasterio conocido, sin el consentimiento de su abad o cartas de recomendación, 14 porque escrito está: " No hagas a otro lo que no quieres que hagan contigo". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática181 Capitulo LXII Los sacerdotes del monasterio Si el abad quiere que le ordenen un presbítero o diácono, elija de 1 entre los suyos uno que sea digno de ejercer el sacerdocio. 2 El ordenado, empero, guárdese de la altivez y de la soberbia, 3 y no presuma hacer nada que no le haya mandado el abad, sabiendo que debe someterse mucho más a la disciplina regular. 4 No olvide, con ocasión del sacerdocio, la obediencia a la Regla, antes bien, progrese más y más en el Señor. 5 Guarde siempre el lugar que le corresponde por su ingreso al monasterio, 6 salvo en el ministerio del altar, o también, si el voto de la comunidad y la voluntad del abad lo hubieren querido promover por el mérito de su vida. 7 Pero sepa que debe observar la regla establecida para los decanos y prepósitos. 8 Si se atreve a obrar de otro modo, júzgueselo no como a sacerdote sino como a rebelde. 9 Y si amonestado muchas veces no se corrige, tómese por testigo al mismo obispo. 10 Pero si ni así se enmienda, y las culpas son evidentes, sea expulsado del monasterio, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática182 11 siempre que su contumacia sea tal que no quiera someterse y obedecer a la Regla. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática183 Capitulo LXIII El orden de la Comunidad Guarde cada uno su puesto en el monasterio según su antigüedad en 1 la vida monástica, o de acuerdo al mérito de su vida, o según lo disponga el abad. Éste no debe perturbar la grey que le ha sido confiada, disponiendo 2 algo injustamente, como si tuviera un poder arbitrario, sino que debe pensar siempre que ha de rendir cuenta a Dios de 3 todos sus juicios y acciones. Por lo tanto, mantengan el orden que él haya dispuesto, o el que 4 tengan los mismos hermanos, para acercarse a la paz y a la comunión, para entonar salmos, y para colocarse en el coro. En ningún lugar, absolutamente, sea la edad la que determine el 5 orden o dé preeminencia, 6 porque Samuel y Daniel siendo niños, juzgaron a los ancianos. 7 Así, excepto los que, como dijimos, el abad haya promovido por motivos superiores, o degradado por alguna causa, todos los demás guarden el orden de su ingreso a la vida monástica. 8 Por ejemplo, el que llegó al monasterio a la segunda hora del día, sepa que es menor que el que llegó a la primera, cualquiera sea su edad o dignidad. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática184 9 Pero con los niños, mantengan todos la disciplina en todas las cosas. Los jóvenes honren a sus mayores, y los mayores amen a los más 10 jóvenes. 11 Al dirigirse a alguien, nadie llame a otro por su solo nombre, sino que los mayores digan "hermanos" a los más jóvenes, y los 12 jóvenes díganles "nonos" a sus mayores, que es expresión que denota reverencia paternal Al abad, puesto que se considera que hace las veces de Cristo, 13 llámeselo "señor" y "abad", no para que se engría, sino por el honor y el amor de Cristo. 14 Por eso piense en esto, y muéstrese digno de tal honor. Dondequiera que se encuentren los hermanos, el menor pida la 15 bendición al mayor. Al pasar un mayor, levántese el más joven y cédale el asiento, sin 16 atreverse a sentarse junto a él, si su anciano no se lo manda, 17 cumpliendo así lo que está escrito: "Adelántense para honrarse unos a otros". 18 Los niños y los adolescentes guarden sus puestos ordenadamente en el oratorio y en la mesa. 19 Fuera de allí y dondequiera que sea, estén sujetos a vigilancia y a disciplina, hasta que lleguen a la edad de la reflexión. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática185 Capitulo LXIV La ordenación del abad Cuando hay que ordenar un abad, téngase siempre como norma que 1 se ha de establecer a aquel a quien toda la comunidad, guiada por el temor de Dios, esté de acuerdo en elegir, o al que elija sólo una parte de la comunidad, aunque pequeña, pero con más sano criterio. 2 El que ha de ser ordenado, debe ser elegido por el mérito de su vida y la doctrina de su sabiduría, aun cuando fuera el último de la comunidad. 3 Pero si toda la comunidad, lo que Dios no permita, elige de común acuerdo a uno que sea tolerante con sus vicios, 4 y estos vicios de algún modo llegan al conocimiento del obispo a cuya diócesis pertenece el lugar en cuestión, o son conocidos por los abades o cristianos vecinos, 5 impidan éstos la conspiración de los malos, y establezcan en la casa de Dios un administrador digno, 6 sabiendo que han de ser bien recompensados, si obran con rectitud y por celo de Dios, y que, contrariamente, pecan si no lo hacen. 7 El que ha sido ordenado abad, considere siempre la carga que tomó sobre sí, y a quién ha de rendir cuenta de su administración. 8 Y sepa que debe más servir que mandar. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática186 9 Debe ser docto en la ley divina, para que sepa y tenga de dónde sacar cosas nuevas y viejas; sea casto, sobrio, misericordioso, y siempre prefiera la misericordia a la justicia, para que él alcance 10 lo mismo. 11 Odie los vicios, pero ame a los hermanos. 12 Aun al corregir, obre con prudencia y no se exceda, no sea que por raspar demasiado la herrumbre se quiebre el recipiente; 13 tenga siempre presente su debilidad, y recuerde que no hay que quebrar la caña hendida. 14 No decimos con esto que deje crecer los vicios, sino que debe cortarlos con prudencia y caridad, según vea que conviene a cada uno, como ya dijimos. 15 Y trate de ser más amado que temido. 16 No sea turbulento ni ansioso, no sea exagerado ni obstinado, no sea celoso ni demasiado suspicaz, porque nunca tendrá descanso. 17 Sea próvido y considerado en todas sus disposiciones, y ya se trate de cosas de Dios o de cosas del siglo, discierna y modere el trabajo que encomienda, 18 recordando la discreción del santo Jacob que decía: "Si fatigo mis rebaños haciéndolos andar demasiado, morirán todos en un día". 19 Tomando, pues, este y otros testimonios de discreción, que es madre de virtudes, modere todo de modo que los fuertes deseen más y los débiles no rehúyan. 20 Sobre todo, guarde íntegramente la presente Regla, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática187 21 para que, habiendo administrado bien, oiga del Señor lo que oyó aquel siervo bueno que distribuyó a su tiempo el trigo entre sus consiervos: 22 "En verdad les digo" - dice - "que lo establecerá sobre todos sus bienes". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática188 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática189 Capitulo LXV El prior del monasterio Sucede a menudo que con ocasión de la ordenación del prior, se 1 originan graves escándalos en los monasterios. En efecto, algunos, hinchados por el maligno espíritu de soberbia, se 2 imaginan que son segundos abades, y atribuyéndose un poder absoluto, fomentan escándalos y causan disensiones en las comunidades. Esto sucede sobre todo en aquellos lugares, donde el mismo obispo 3 o los mismos abades que ordenaron al abad, instituyen también al prior. 4 Se advierte fácilmente cuán absurdo sea este modo de obrar, pues ya desde el comienzo le da pretexto para que se engría, 5 sugiriéndole el pensamiento de que está exento de la jurisdicción del 6 "porque tú también has sido ordenado por los mismos que ordenaron abad: al abad" 7 De aquí nacen envidias, riñas, detracciones, rivalidades, disensiones y desórdenes. 8 Mientras el abad y el prior tengan contrarios pareceres, necesariamente han de peligrar sus propias almas, 9 y sus subordinados, adulando cada uno a su propia parte, van a la perdición. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática190 10 La responsabilidad del mal que se sigue de este peligro, pesa sobre aquellos que fueron autores de este desorden. 11 Por lo tanto, para que se guarde la paz y la caridad, hemos visto que conviene confiar al juicio del abad la organización del monasterio. 12 Si es posible, provéase a todas las necesidades del monasterio, como antes establecimos, por medio de decanos, según disponga el abad, 13 de modo que siendo muchos los encargados, no se ensoberbezca uno 14 Pero si el lugar lo requiere, o la comunidad lo pide razonablemente y solo. con humildad, y el abad lo juzga conveniente, 15 designe él mismo su prior, eligiéndolo con el consejo de hermanos temerosos de Dios. 16 Este prior cumpla con reverencia lo que le mande su abad, sin hacer nada contra la voluntad o disposición del abad, 17 porque cuanto más elevado está sobre los demás, tanto más solícitamente debe observar los preceptos de la Regla. 18 Si se ve que este prior es vicioso, o que se ensoberbece engañado por su encumbramiento, o se comprueba que desprecia la santa Regla, amonésteselo verbalmente hasta cuatro veces, 19 pero si no se enmienda, aplíquesele el correctivo de la disciplina regular. 20 Y si ni así se corrige, depóngaselo del cargo de prior, y póngase en su lugar otro que sea digno. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática191 21 Y si después de esto, no vive en la comunidad quieto y obediente, expúlsenlo también del monasterio. 22 Pero piense el abad que ha de dar cuenta a Dios de todas sus decisiones, no sea que alguna llama de envidia o de celos abrase su alma. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática192 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática193 Articulo LXVI Los porteros del monasterio A la puerta del monasterio póngase a un anciano discreto, que sepa 1 recibir recados y transmitirlos, y cuya madurez no le permita estar ocioso. Este portero debe tener su celda junto a la puerta, para que los que lleguen encuentren siempre presente quién les responda. 3 En cuanto alguien golpee o llame un pobre, responda enseguida "Gracias a Dios" o "Bendíceme", 4 y con toda la mansedumbre que inspira el temor de Dios, conteste prontamente con fervor de caridad 5 Si este portero necesita un ayudante, désele un hermano más joven. 6 Si es posible, debe construirse el monasterio de modo que tenga todo lo necesario, esto es, agua, molino, huerta, y que las diversas artes se ejerzan dentro del monasterio, 7 para que los monjes no tengan necesidad de andar fuera, porque esto no conviene en modo alguno a sus almas. 8 Queremos que esta Regla se lea muchas veces en comunidad, para que ninguno de los hermanos alegue ignorancia © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática194 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática195 Capitulo LXVII Los hermanos que salen de viaje 1 Los hermanos que van a salir de viaje, encomiéndense a la oración de todos los hermanos y del abad. Y en la última oración de la Obra de Dios, hágase siempre 2 conmemoración de todos los ausentes. 3 Los que vuelven de un viaje, el mismo día que vuelvan, al terminar la Obra de Dios, a todas las Horas canónicas, póstrense en el suelo del oratorio 4 y pidan a todos su oración, para reparar las faltas que tal vez cometieron en el camino, viendo u oyendo algo malo, o teniendo conversaciones ociosas. 5 Nadie se atreva a contar a otro lo que pueda haber visto u oído fuera del monasterio, porque es muy perjudicial. 6 Y si alguien se atreve, quede sometido a la disciplina regular. 7 Tómese la misma medida con aquel que se atreva a salir fuera de la clausura del monasterio e ir a cualquier parte, o hacer algo, por pequeño que sea, sin permiso del abad. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática196 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática197 Capitulo LXVIII Si a un hermano le mandan cosas imposibles Si sucede que a un hermano se le mandan cosas difíciles o 1 imposibles, reciba éste el precepto del que manda con toda mansedumbre y obediencia. Pero si ve que el peso de la carga excede absolutamente la medida 2 de sus fuerzas, exponga a su superior las causas de su imposibilidad con paciencia y oportunamente, 3 y no con soberbia, resistencia o contradicción. 4 Pero si después de esta sugerencia, el superior mantiene su decisión, sepa el más joven que así conviene, 5 y confiando por la caridad en el auxilio de Dios, obedezca. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática198 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática199 Capitulo LXIX Que nadie se atreva a defender a otro en el monasterio 1 Hay que cuidar que, en ninguna ocasión, un monje se atreva a defender a otro o como a protegerlo, 2 3 aunque los una algún parentesco de consanguinidad. De ningún modo se atrevan los monjes a hacer semejante cosa, porque de ahí puede surgir una gravísima ocasión de escándalos. 4 Si alguno falta en esto, sea castigado severamente. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática200 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática201 Capitulo LXX Que nadie se atreva a golpear a otro arbitrariamente 1 2 En el monasterio debe evitarse toda ocasión de presunción. Por eso establecemos que a nadie le sea permitido excomulgar o golpear a alguno de sus hermanos, si el abad no lo ha autorizado. 3 "Los transgresores sean corregidos públicamente para que teman los demás". 4 Procuren todos mantener una diligente disciplina entre los niños hasta la edad de quince años, 5 pero con mesura y discreción. 6 El que se atreva a actuar contra uno de más edad, sin autorización del abad, o se enardece sin discreción contra los mismos niños, sométaselo a la disciplina regular, 7 porque escrito está: "No hagas a otro lo que no quieres que hagan contigo". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática202 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática203 Capitulo LXXI Que se obedezcan unos a otros El bien de la obediencia debe ser practicado por todos, no sólo 1 respecto del abad, sino que los hermanos también deben obedecerse unos a otros, 2 sabiendo que por este camino de la obediencia irán a Dios. 3 Den prioridad a lo que mande el abad o las autoridades instituidas por él, a lo que no permitimos que se antepongan órdenes privadas, pero en todo lo demás, los más jóvenes obedezcan a los mayores con toda caridad y 4 solicitud. 5 Y si se halla algún rebelde, sea corregido. 6 Si algún hermano es corregido en algo por su abad o por algún superior, aunque fuere por un motivo mínimo, 7 o nota que el ánimo de alguno de ellos está un tanto irritado o resentido contra él, 8 al punto y sin demora arrójese a sus pies y permanezca postrado en tierra dando satisfacción, hasta que aquella inquietud se sosiegue con la bendición. 9 Pero si alguno menosprecia hacerlo, sométaselo a pena corporal, y si fuere contumaz, expúlsenlo del monasterio. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática204 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática205 Capitulo LXXII El buen celo que han de tener los monjes Así como hay un mal celo de amargura que separa de Dios y lleva al 1 infierno, hay también un celo bueno que separa de los vicios y conduce a Dios 2 y a la vida eterna. Practiquen, pues, los monjes este celo con la más ardiente caridad, 3 4 esto es, "adelántense para honrarse unos a otros"; 5 tolérense con suma paciencia sus debilidades, tanto corporales como morales; 6 obedézcanse unos a otros a porfía; 7 nadie busque lo que le parece útil para sí, sino más bien para otro; 8 practiquen la caridad fraterna castamente; 9 teman a Dios con amor; 10 amen a su abad con una caridad sincera y humilde; 11 y nada absolutamente antepongan a Cristo, 12 el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática206 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática207 Capitulo LXXIII En esta regla no esta contenida toda la practica de la justicia Hemos escrito esta Regla para que, observándola en los monasterios, 1 manifestemos tener alguna honestidad de costumbres, o un principio de vida monástica. 2 Pero para el que corre hacia la perfección de la vida monástica, están las enseñanzas de los santos Padres, cuya observancia lleva al hombre a la cumbre de la perfección. 3 Porque ¿qué página o qué sentencia de autoridad divina del Antiguo o del Nuevo Testamento, no es rectísima norma de vida humana? 4 O ¿qué libro de los santos Padres católicos no nos apremia a que, por un camino recto, alcancemos a nuestro Creador? 5 Y también las Colaciones de los Padres, las Instituciones y sus Vidas, como también la Regla de nuestro Padre san Basilio, 6 ¿qué otra cosa son sino instrumento de virtudes para monjes de vida santa y obedientes? 7 Pero para nosotros, perezosos, licenciosos y negligentes, son motivo de vergüenza y confusión. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática208 8 Quienquiera, pues, que te apresuras hacia la patria celestial, practica, con la ayuda de Cristo, esta mínima Regla de iniciación que hemos delineado, 9 y entonces, por fin, llegarás, con la protección de Dios, a las cumbres de doctrina y virtudes que arriba dijimos. Amén. Fin de la Regla © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática209 San Benito de Nursia Su vida en forma de cuento San Benito de Nursia, Patriarca de los Monjes de Occidente, Patrono de Europa y Fundador de la Orden Benedictina, es uno de los más grandes santos de la Iglesia. Benito, cuyo nombre significa "bendito" o "bendecido", nació hacia los años 480 en la ciudad de Nursia, situada en el centro de Italia, y murió un 21 de marzo en Montecasino en el año 546 ó 547. Su fiesta se celebra en la actualidad el 11 de julio. El Papa San Gregorio Magno escribió el titulado "Libro de los Diálogos" y en él presenta a San Benito como el ideal del monje perfecto, y nos dice que descendía de una noble y cristiana familia, y tanto él como su hermana Escolástica sobresalieron por su gran virtud y fueron, poco después de su muerte, proclamado Santos por el pueblo y por la Iglesia. A los 17 años fue a terminar sus estudios en Roma; mas allí al ver el libertinaje y la inmoralidad de sus compañeros y que muchos sucumbían en el torbellino de las pasiones, tuvo miedo de rendirse en medio de tantas ocasiones de pecar resolvió evitar su compañía. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática210 El mundo le sonreía como rosa recién abierta, dice un autor; pero él, advertido por la gracia, dulce y tenazmente, renuncia a los estudios literarios, abandona el mundo y dando un adiós a las comodidades de la vida, huye a un lugar seguro. Su espíritu reflexivo le llevó a considerar la vanidad de la vida mundana, y deseando solo agradar a Dios, renunció a su halagüeño porvenir del mundo y se encaminó a la soledad para abrazar en ella la austera vida eremítica. En esta breve Vida del Santo, prescindimos hablar de su obra, LA REGLA o código de leyes admirables que comprendían toda la doctrina del Evangelio. El que la practique va por camino seguro de santidad y perfección. En las siguientes páginas recordaremos algunos de sus milagros. La criba rota y reparada Benito, una vez dejados los estudios literarios y habiendo concebido el propósito de retirarse al desierto, se marchó acompañado únicamente por su nodriza que le amaba entrañablemente. Llegaron a un lugar llamado Effide (hoy Affile, a 8 kms. Al sur de Subiaco), donde retenidos por la caridad de algunas personas honradas, se establecieron junto a la Iglesia de San Pedro. La mencionada nodriza solicitó de las vecinas que le prestasen una criba para el trabajo, y habiéndola dejado incautamente sobre la mesa, se le rompió quedando hecha dos pedazos. La nodriza al verla rota empezó a llorar desconsolada; pero Benito, compadecido de su dolor, recogió los © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática211 trozos de la criba rota, y postrado en la tierra hizo fervorísima oración derramando lágrimas de dolor. Al terminar la oración, volviendo los ojos sobre la criba, la encontró restaurada y perfecta, sin señal alguna de la fractura. Lleno de contento y alegría, corrió a llevársela a la nodriza, la cual, estupefacta, no acababa de dar crédito a lo que veía. El hecho fue conocido entre los habitantes del lugar que, mirándola como una reliquia, la colgaron a la entrada de la iglesia, para que presentes y venideros conocieran la santidad del joven Benito. Pero él, no pudiendo soportar las alabanzas de los hombres, huyó sin que su nodriza ni nadie lo supiera, buscando un lugar desierto y solitario. En el camino se encontró con un monje llamado Román, que le preguntó dónde iba y al saber su propósito, le animó, le regaló el hábito de la vida monástica y le encaminó hacia el desierto llamado Subiaco, distante a unas cuarenta millas de Roma. Benito se refugia en una estrecha cueva El hombre de Dios, al llegar al lugar solitario de Subiaco, se refugió en una cueva estrechísima, donde permaneció por espacio de tres años ignorado de todos, fuera del monje Román que vivía no lejos de allí en un monasterio bajo la regla del abad Adeodato. Guardó este monje en secreto el escondite de Benito, y recogiendo en su monasterio algún alimento, privándose él mismo de algunas cosas para poderlo compartir con Benito, se lo llevaba en determinados días. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática212 Estaba la cueva de Benito bajo un gran peñasco, donde no se podía entrar sino con mucha dificultad, por lo cual, para llevarle la comida, el monje Román se la descolgaba en una cesta atada a una soga desde lo alto de la peña. Y para no tener que darle voces y poder enterar a los que por casualidad pudieran pasar cerca de allí, ataba a la cesta una campanilla, para hacerla sonar al bajar la comida. Mas al cabo de los tres años, queriendo ya Dios omnipotente que Román descansara de su tarea, y al mismo tiempo se diera a conocer la vida de Benito como ejemplo para todos, dignóse el Señor aparecerse en una ocasión a un sacerdote que vivía lejos de allí y cuando había preparado su comida pascual, le dijo: "Tú te preparas cosas deliciosas, y mi siervo en tal lugar, está pasando hambre". Se levantó el sacerdote e inmediatamente se fue con sus alimentos al lugar indicado y después de hallarlo escondido en la cueva, oraron juntos, y después dijo a Benito: "¡Vamos a comer! que hoy es Pascua". Así se valió el Señor para alimentar a Benito. Después, acabada la comida, bendijeron a Dios y el sacerdote regresó a su iglesia emocionado y edificado del ejemplo de Benito. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática213 Cómo venció una tentación de la carne El demonio, envidioso de la gloria de Benito, un día trató en primer lugar de hacerle quebrantar su ayuno y abstinencia ofreciéndole carne sabrosa al alcance de la mano. Sucedió que un mirlo empezó a revolotear enderredor de él de tal manera que, para apresarlo, le hubiera bastado alargar la mano. Comprendiendo Benito que era cosa del diablo, hizo sobre el ave la señal de la cruz y al punto desapareció. No pudiendo hacerle caer en la gula, le tentó en la lujuria, haciéndole ver ante él a una hermosa mujer desnuda que él había visto en otros tiempos. Fue tan grande el ardor de esta tentación y su hermosura le inflamó de tal manera su ánimo, que el joven Benito ya no podía más. Pero tocado súbitamente por la gracia divina, volvió en sí, y viendo que allí al lado había un punzante zarzal, se lanzó desnudo sobre las punzantes espinas y, revolcándose en ellas salió con todo el cuerpo herido. De esta manera, por las heridas del cuerpo, curó la herida del alma, porque trocó el deleite en dolor, y el ardor que tan vivamente le incitaba al placer quedó totalmente extinguido dentro de sí. Desde entonces, según él mismo solía contar a sus discípulos, la tentación voluptuosa quedó en él tan amortiguada que nunca volvió a sentir en sí mismo nada semejante. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática214 Sabe más el diablo por viejo que por sabio, la experiencia le hace aprender y sabía que si tentaba a Benito en la lujuria, solamente conseguiría aumentar su gloria, saliendo Benito vencedor y con grandes méritos por los extraordinarios remedios que usaba para vencer la tentación. La fama de su virtud se extendía por el contorno, y muchos, queriendo seguir sus consejos vinieron a buscarle y ponerse bajo su dirección, teniéndolo todos por maestro de virtudes. Unos malos monjes quieren matarlo No lejos de allí, había un monasterio cuyo abad había fallecido, y todos los monjes de su comunidad fueron en busca de Benito a suplicarle que aceptara el cargo de Abad. Él se negó rotundamente diciéndoles que no podía ajustarse a su estilo de vida, y que si hubiera de aceptar, tendrían que ser ellos los que tendrían que ajustarse a la vida de él. Los monjes dijeron que sí y Benito aceptó el cargo imponiendo en el monasterio la observancia de la vida regular más observante, y no permitía en nadie nada de actos ilícitos ni salirse del camino de la perfección. Pronto se cansaron de él algunos monjes, y como su vida no era como Benito quería, continuamente los reprendía, hasta que ellos hartos de él, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática215 deliberaron darle muerte. Un día envenenaron una jarra de vino y, según era costumbre en el monasterio, se lo presentaron al abad que estaba a la mesa para que lo bendijera y bebiera primero. Benito levantó la mano haciendo sobre la jarra la señal de la cruz, ésta se hizo pedazos en las manos de quienes se la presentaban sin que nadie la tocara. Entonces el abad Benito, levantándose en pie delante de todos, con rostro sereno y ánimo tranquilo, los dijo: "¡Que Dios todopoderoso tenga piedad de vosotros!, hermanos, ¿Por qué quisisteis hacer esto conmigo? ¿Acaso no os había dicho desde el principio que mi estilo de vida era incompatible con el vuestro? ¿Pues por qué me hicisteis vuestro abad? Id y buscaos otro de acuerdo con vuestra forma caprichosa de vivir, porque en adelante no podréis contar conmigo": Hace brotar agua de una roca Entre los monasterios que había construidos en Subiaco, tres de ellos estaban situados entre las rocas de las montañas, teniendo los monjes que bajar por un camino muy resbaladizo hasta un lago que había al fondo del barranco, por toda el agua que necesitaban. Cansados los monjes del trabajo que les suponía tener que subir el © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática216 trabajo que les suponía tener que subir el agua desde aquel lugar, fueron al abad y le dijeron: "Padre, ¿no sería mejor trasladar los monasterios a otro lugar donde esté más cerca del agua?". Benito los consoló paternalmente y les dijo que pensaría en ello. Aquella misma noche subió a la montaña y oró allí un buen rato. Luego puso tres piedras, una encima de otra en aquel lugar y bajó a su monasterio. El día siguiente volvieron a él los monjes por causa del agua. Benito les dijo: "Volved a vuestro monasterio y, allí cerca de tal lugar, señalado con tres piedras superpuestas, cavad un poco en la roca, porque poderoso es Dios para hacer brotar agua aún en la cima de la montaña". Fueron, pues, al lugar y cuando llegaron encontraron ya a la roca goteando, y, cavando en ella un poco, empezó a manar agua en tanta abundancia que, aún hoy sigue manando caudalosamente y baja desde la cima hasta el pie de la montaña. Vuelve al mango el acero del hacha Un día Benito entregó un hacha a un monje y le encargó que limpiara de matorrales la orilla de un lago. El monje trabajaba con tal fuerza que, el acero del hacha se le salió del mango y se fue al fondo del lago. Estando muy triste el monje por haber perdido la herramienta, va Benito y, pidiéndole el mango, le mete la punta en el agua y, el acero que estaba en el fondo subió a la superficie, y el solo se incrustó en el mango. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática217 Un discípulo del Santo anduvo sobre las aguas Tenía San Benito en su monasterio un niño llamado Plácido, monje del santo varón, al que un día envió al lago con una vasija por agua. Al ir a sacarla, resbaló y cayó al lago y en un momento las corrientes lo arrastraron a la distancia de un tiro de flecha. El hombre de Dios que, estando en su celda, por revelación divina tuvo conocimiento del hecho, llamó rápidamente al monje Mauro y le dijo: "¡Hermano Mauro: corre, porque el niño ha caído al lago y lo está arrastrando la corriente!" ¡Cosa admirable y nunca vista desde el Apóstol Pedro! Corriendo el monje a toda prisa para cumplir la orden de su abad, sin darse cuenta, creyendo sobre la que estaba tierra corriendo firme, entró corriendo en el lago por encima del agua sin hundirse hasta donde estaba el niño y, agarrándole por los cabellos, lo sacó a la orilla sin mojarse. Apenas tocó la tierra firma, vuelto en sí miró atrás y se dio cuenta que había andado sobre las aguas, lo que jamás pensó poder hacer, lo admiraba ahora estupefacto, creyendo era un milagro de Benito. Vuelto al convento se lo dijo al abad, pero el venerable varón dijo que aquello no era obra de sus méritos sino de la obediencia de Mauro. Pero éste © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática218 sostenía que el prodigio había sido únicamente efecto de su mandato y que él nada tenía que ver con aquel milagro, porque entró en el agua sin darse cuenta. Estando en esta amistosa porfía de mutua humildad, intervino el niño que había sido salvado, diciendo: "Yo, al ser sacado del agua sólo veía sobre mi cabeza la melota del abad, y consideraba que era él quien me sacaba de las aguas". La resurrección de un muerto Cierto día, mientras el hombre de Dios había salido con sus monjes a las labores del campo, llegó al monasterio un campesino llevando en brazos el cuerpo de su hijo muerto, y cuando fuera de sí por el dolor de tamaña pérdida, preguntó por el abad Benito, y le contestaron que estaba en el campo con los monjes, dejó a las puertas del monasterio el cuerpo de su hijo difundo, y trastornado por el dolor, comenzó a corres en busca del venerable abad. Sucedió que en aquel momento ya regresaba por el camino el abad con sus monjes, y viéndole venir de lejos, comenzó el campesino a gritar con grandes voces, diciendo: "¡Devuélveme a mi hijo! ¡Devuélveme a mi hijo!". Al oír estas palabras, el hombre de dios se detuvo y le dijo: "¿Es que © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática219 te he quitado yo a tu hijo? El campesino respondió: "Mi hijo ha muerto; ven y resucítale". Al oír esto el siervo de Dios se entristeció sobremanera y le dijo: "Retiraos, hermanos, retiraos, que estas cosas no son para vosotros: son propias de los Santos Apóstoles. ¿Por qué queréis imponernos cargos que no podemos llevar?". Pero el campesino, abrumado por el dolor, persistía en su demanda, jurando que no se había de ir de allí mientras no resucitase a su hijo. Entonces el siervo de Dios preguntó: "¿Dónde está?". El campesino respondió: "Su cuerpo yace junto a la puerta del monasterio": El santo abad, postrado en oración, dijo: "Señor, no mires mis pecados sino la fe de este hombre que pide se le resucite a su hijo, y devuelve a este cuerpecito el alma que le has quitado": Acabada la oración, tomó al niño de la mano y, vivo y sano lo entregó a su padre. Descubrimiento del engaño del rey Totila En tiempo de los godos, su rey Totila oyó decir que el santo varón Benito, tenía, espíritu de profecía. Deseoso de conocerlo, se dirigió al monasterio, y deteniéndose a poca distancia, le anunció su visita. Contestó al abad a los embajadores que gustoso le recibiría. Se lo comunica al rey, pero éste, pérfido como era, intentó tenderle una trampa para ver si verdaderamente tenía espíritu de profecía. Para ello ordenó a uno de sus escuderos llamado Rigo, que vistiendo sus propias ropas, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática220 incluido el calzado y la capa real con todas sus insignias, se presentara al hombre de Dios como si fuera el mismo en persona. Mandó que le acompañasen varios de sus escoltas y comitiva, para que no solamente por las ropas, sino también por el acompañamiento y los honores que éstos debían hacerle, hiciesen creer al siervo de Dios que ciertamente era el mismo Totila. Cuando Rigo se acercó al monasterio ostentando las vestiduras reales y séquito, rodeado el hombre de numeroso Dios estaba sentado en la puerta. Viéndole venir, y cuando ya estaba a la distancia para poderle oír, le gritó el santo abad, diciendo: "¡Quítate eso, hijo, quítate eso que llevas, que no es tuyo!" Al instante Rigo cayó en tierra lleno de espanto por haber intentado burlarse de tan santo varón; y todos los que con él habían ido a ver al hombre de Dios, cayeron consternados en la tierra. Al levantarse, no se atrevieron a acercársele, sino que regresaron donde estaba el rey y temblando le contaron con rapidez con que habían sido descubiertos. Entonces el rey se fue donde el Santo, y postrándose en tierra le rogaba le perdonase. Benito le dijo: "Levántate", y como no se levantara, se levantó el Santo, y cogiéndole de la mano le levantó mientras le increpaba por sus desmanes. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática221 El Señor regala a los monjes doscientos costales e harina En una ocasión en que sobrevino en la región una gran hambre y carestía de alimentos, y todos estaban afligidos porque apenas tenían que comer, llegó a faltar el trigo en el monasterio de Benito y se habían consumido todos los panes, de suerte que a la hora de comer sólo quedaban cinco. Viendo el santo abad que los monjes estaban tristes, trató primero de corregir con suave represión su pusilanimidad y luego los animó con esta promesa, diciendo: "¿Por qué os entristecéis por que no tenéis pan? Ciertamente hoy hay poco, pero mañana lo tendréis en abundancia". Al día siguiente encontraron delante de monasterio las puertas doscientos sacos del de harina sin que hasta el día de hoy se haya podido saber de quién se valió Dios para llevarlos allí. Viendo esto los monjes alabaron a Dios y aprendieron a no dudar que, quien da de comer a los pajaritos, tampoco abandonará a sus siervos aún en tiempo de escasez. Descubre un pequeño robo En otra ocasión, un devoto del siervo de Dios le envió por un muchacho dos pequeños barriles de vino. Tentado por el demonio, escondió © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática222 uno en un lugar del camino y solamente entregó el otro al Santo Abad. Pero el hombre de Dios, a quien no se ocultaban las cosas que se hacían a distancia, al recibir la vasija le dio las gracias y, cuando el muchacho se marchaba, le avisó diciendo: "Mira, hijo, no vayas a beber del vio que escondiste en el camino: inclínalo primero y mira lo que hay en él". El criado salió muy confuso de la presencia del siervo de Dios, pero al llegar donde estaba la vasija quiso comprobar lo que le había dicho, viendo que dentro había una serpiente, con lo que concibió gran horror al pecado. Un milagro de su hermana Escolástica ¿Quién habrá en este mundo más grande que San Pablo? Y sin embargo, rogó tres veces al Señor que le librara del aguijón de la carne (2 Cor. 12, 8), y no lo consiguió. Por eso es preciso que te cuente como el venerable abad Benito deseó algo y no lo pudo obtener. En efecto, tenía el Santo una hermana llamada consagrada a desde su Dios Escolástica, todopoderoso infancia la que acostumbraba a visitarle una vez al año. Para verla, el hombre de Dios descendía a una posesión del monasterio situada no muy lejos del mismo. Un día vino como de costumbre y su venerable hermano bajó donde © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática223 ella acompañado de algunos de sus discípulos. Pasaron todo el día ocupados en la alabanza divina y en santos coloquios, y siendo ya la hora muy avanzada, cuando él trataba de despedirse de ella, su hermana le rogó, diciendo: "Te suplico que no me dejes esta noche para que podamos hablar hasta mañana de los goces de la vida celestial". A lo que él respondió: "¡Qué dices, hermana! En modo alguno puedo permanecer fuera del monasterio". Estaba entonces el cielo tan despejado que no se veía en él ni una sola nube, Pero la religiosa mujer, al oír la negativa de su hermano, juntó las manos y apoyándose sobre la mesa, oró a Dios todopoderoso. Al momento, levantando la cabeza, vio que era tanta la violencia de los relámpagos y truenos y la inundación de la lluvia que, ni el venerable Benito ni ninguno de los monjes que estaban con él se atrevieron a traspasar el umbral de la puerta donde estaban sentados. En efecto: Fueron tan simultáneas la oración y la lluvia que, al terminar la oración y levantar la cabeza, se oyó el estallido del trueno, y en el mismo instante empezó a caer una lluvia torrencial. Benito reprende a su hermana Entonces, viendo el hombre de Dios que en medio de tantos relámpagos y truenos y aquella lluvia torrencial no le era posible regresar al monasterio, entristecido, empezó a quejarse, diciendo: "¡Que Dios todopoderoso te perdone, hermana! ¿Qué es lo que has hecho?". A lo que ella respondió: "Te lo supliqué y no quisiste escucharme; rogué a mi Señor y Él me ha oído. Ahora, sal si puedes. Déjame y regresa a tu monasterio": Viendo Benito y sus compañeros que era imposible salir de la estancia, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática224 hubo de quedarse por fuerza, ya que no había querido permanecer con ella de buena gana. Y así fue como pasaron toda la noche en vela, saciándose mutuamente con coloquios sobre la vida espiritual. San Gregorio refiere cómo al día siguiente, regresaron cada cual a su monasterio. Tres días después, estando San Benito en su monasterio con los ojos levantados al cielo, vio el alma de su hermana que, saliendo del cuerpo penetraba en lo más alto del cielo. Gozándose con ella de que tuviese tan gran gloria, dio gracias a Dios todopoderoso con himnos de alabanza y anunció su muerte a los monjes, a quienes envió a recoger su cuerpo para que se lo trajeran al monasterio y lo depositaran en el sepulcro que tenía preparado para él mismo. De esta manera, ni la tumba pudo separar los cuerpos de aquellos cuyas almas habían estado siempre unidas en el Señor. Sabiendo el Santo que había llegado su hora de partir al cielo, manda que lo lleven a la iglesia, y allí orando, entregó su espíritu en las manos de Dios, pasando a reunirse para siempre en el Cielo con su hermana, el 21 de marzo de 547. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática225 Novena a San Benito de Nursia Oración preparatoria para todos los días Te saludamos con filial afecto, oh glorioso Padre San Benito, obrador de maravillas, cooperador de Cristo en la obra de salvación de las almas. ¡Oh Patriarca de los monjes! Mira desde el cielo la viña que plantó tu mano. Multiplica el número de tus hijos, y santifícalos. Protege de un modo especial a cuantos nos ponemos con filial cariño bajo tu amparo y filial protección. Ruega por los enfermos, por los tentados, por los afligidos, por los pobres, y por nosotros que te somos devotos. Alcánzanos a todos una muerte tranquila y santa como la tuya. Aparta de nosotros en aquella hora suprema las asechanzas del enemigo, y aliéntanos con tu dulce presencia. Ahora consíguenos la gracia especial que te pedimos en esta novena... Rezar a continuación la oración del día que corresponda: Día Primero ¡Oh glorioso San Benito, que desde tu infancia reconociste la vanidad del mundo y únicamente deseaste los bienes eternos! Alcánzanos un vivo deseo del cielo y que recordemos frecuentemente a Dios, nuestro último fin, y hacia Él ordenemos toda nuestra vida para que en todo Él sea glorificado. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática226 Día Segundo ¡Oh glorioso San Benito, humilde de corazón, que supiste desdeñar las alabanzas de los hombres! Alcánzanos la humildad, tú que amaste a Dios sobre todas las cosas y le entregaste sin reservas tu corazón, consíguenos también el amor de Dios. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Día Tercero ¡Oh glorioso San Benito, que consagraste tus labios a la oración y cantaste noche y día las alabanzas divinas! Alcánzanos el espíritu de oración. Tú, que cual lirio entre espinas, guardaste una castidad angelical por medio de la humildad, de la vigilancia continua, de la oración y de la mortificación de los sentidos, consíguenos el don de la pureza. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Día Cuarto ¡Oh glorioso San Benito que venciste al demonio y triunfaste de sus engaños! Alcánzanos la gracia de resistir sus sugestiones y de huir de toda ocasión de pecado. Tú que enseñando una vida austera, de renuncia y trabajo, aborreciste la ociosidad, inspíranos amor al trabajo y a la abnegación de nosotros mismo para seguir a Cristo. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Día Quinto © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática227 ¡Oh glorioso San Benito, que amaste el silencio, y no abriste la boca jamás a palabras ligeras e impuras, a quejas, murmuraciones, y a juicios contra el amor al prójimo! Alcánzanos la gracia de no decir jamás palabras impuras y contra la caridad, a perdonar y guardar nuestra lengua de todo pecado. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Día Sexto ¡Oh glorioso San Benito, que fuiste blanco de persecuciones y guardaste la paz de tu alma por medio de la dulzura de la paciencia! Alcánzanos el don de la paciencia y la gracia de perdonar las ofensas, tú que perdonaste a los que atentaron contra tu vida y te expulsaron de tu país, y que misericordiosamente pediste al Señor les perdonara, llorando su ceguera y terrible fin. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Día Séptimo ¡Oh glorioso San Benito, que animado por un ardiente celo para asistir al prójimo en sus necesidades, instruiste a los ignorantes, socorriste a los pobres, curaste a los enfermos, resucitaste a los muertos, libraste a los cautivos del demonio y de sus pasiones, consolaste a los afligidos y convertiste a los pecadores! Consíguenos la gracia de amar al prójimo y de hacer con él las obras de misericordia. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática228 Día Octavo ¡Oh glorioso San Benito, que inundaste de consuelo el corazón de tu hermana Santa Escolástica, llenándolo del amor de Dios y de las bienaventuranzas del cielo! Concédenos la gracia de santificar nuestros afectos más queridos. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Día Noveno ¡Oh glorioso San Benito, cuya alma en tu dichosa muerte, fue elevada al cielo en medio de ángeles y santos, siendo consolados tus discípulos por la revelación de tu gloria! Concédenos del Señor, la gracia de la perseverancia final, de una buena muerte y de tu asistencia e intercesión en nuestro último día. San Benito, ruega por nosotros. Tres Avemarías. Concluir con la oración final. Oración final para todos los días ¡Oh glorioso San Benito, que desde el cielo eres padre piadoso para nosotros tus devotos! Tu gran poder ante Dios se reconoce hoy, más que nunca, gracias a la medalla que viene honrada con tu nombre, por la multitud de prodigios y favores que por su medio Dios nos ofrece. Ruega por todos los que acudimos a ti. Alcánzanos del Señor, todas la gracias que nos son necesarias durante esta vida y especialmente la gracia por la cual hacemos © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática229 esta novena. San Benito, ruega por nosotros. Concluir con un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática230 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática231 Algunas oraciones a San Benito, Abad Oración para pedir su protección Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente. Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías. Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas. Amén. Jesús, María y José os amo, salvad vidas, naciones y almas. Rezar tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias. Oración para el 11 de Julio San Benito, Padre y Protector nuestro, tu no te antepusiste a nada ante Cristo desde que lo hallaste en la oración. Intercede para que también nosotros podamos encontrarlo y así vivamos en el amor del Eterno Padre y en la victoria de la Cruz de su Hijo. Que unamos nuestros sufrimientos a los de la para la redención de nuestros pecados. Amen. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática232 Novena breve para pedir una gracia Rezar durante nueve días consecutivos la siguiente oración: OH San Benito, mi protector bondadoso y de cuantos van a ti en sus apuros. Intercede por mí a Dios para que alivie mis sufrimientos y dificultades que ahora me agobian (Pídase aquí la gracia que se desea obtener) Te lo pido con toda confianza. Padrenuestro, Avemaría y Gloria Oración para pedir una gracia Señor Dios Nuestro, que hiciste al abad Benito, esclarecido maestro del Divino Servicio, concédeme por su intercesión la gracia que te pido. También te pido, que prefiriéndote a a ti sobre todos los lujos, avancemos por la senda de tus mandamientos con el corazón contrito, y rezando y trabajando con amor como él hizo. Por Cristo Nuestro Señor. Amen. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática233 Vida de San Benito Abad por San Gregorio Magno San Benito de Nursia Abad de Montecasino Patriarca de los monjes de occidente Patrono principal de Europa Entre las numerosas obras del papa San Gregorio Magno (540-604 dC) — uno de los más grandes escritores de la Iglesia occidental — se halla la obra titulada: El Libro de los Diálogos, escrito en forma de un diálogo entre el mismo Gregorio Magno y un personaje ficticio denominado Pedro. En dicha obra, San Gregorio narra la vida de varios santos venerados en su época. El segundo capítulo (o más bien Libro) de los Diálogos está enteramente dedicado a San Benito Abad, un santo nacido en Nursia (Umbria) hacia el año 480 dC. Gregorio conoció la vida del monje y abad Benito a través de algunos discípulos directos del santo. Siendo Benito un joven estudiante en Roma, decide cambiar radicalmente su vida haciéndose monje (solitario). Una hermana suya, de nombre Escolástica, ya había sido consagrada a Dios desde su infancia. Al comienzo de su nueva vida Benito habita en la región montañosa de Subiaco, no lejos de Roma, donde más tarde establece varios monasterios con numerosos discípulos. Finalmente se traslada © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática234 a Montecassino, donde funda un nuevo — y célebre — monasterio, en el cual reside hasta su muerte. En Montecasino crece su irradiación espiritual, y allí escribe la conocida Regla para monjes, que a lo largo de los siglos tendría amplísima difusión. Muere santamente alrededor del año 529 dC. El texto que presentamos corresponde al Libro II de los Diálogos. Al acercarnos a un texto tan antiguo, escrito originalmente en latín, es importante tener en cuenta no solo el género literario usado por su autor — la narración de una serie de hechos milagrosos que jalonan la vida del santo —, sino también la intención que tuvo: escribir no una biografía en el sentido moderno de la palabra, sino más bien mostrar a sus fieles (los lectores) la imagen de un verdadero santo: un hombre de Dios, un amigo de Dios, que por serlo participa de los dones divinos de poder y de ciencia (milagros, profecías, etc.). El mismo Gregorio nos dice que no se informó acerca de todos los detalles de la vida de San Benito, y que tampoco refiere en su libro todo lo que ya sabía acerca del santo. Para Gregorio, San Benito es ante todo el ideal del monje perfecto, y la narración de su vida es como un programa de vida que presenta a sus lectores. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática235 Prólogo Hubo un hombre de vida venerable, por gracia y por nombre Benito, que desde su infancia tuvo cordura de anciano. En efecto, adelantándose por sus costumbres a la edad, no entregó su espíritu a placer sensual alguno, sino que estando aún en esta tierra y pudiendo gozar libremente de las cosas temporales, despreció el mundo con sus flores, cual si estuviera marchito. Nació en el seno de una familia libre, en la región de Nursia, y fue enviado a Roma a cursar los estudios de las ciencias liberales. Pero al ver que muchos iban por los caminos escabrosos del vicio, retiró su pie, que apenas había pisado el umbral del mundo, temeroso de que por alcanzar algo del saber mundano, cayera también él en tan horrible precipicio. Despreció, pues, el estudio de las letras y abandonó la casa y los bienes de su padre. Y deseando agradar únicamente a Dios, buscó el hábito de la vida monástica. Retiróse, pues, sabiamente ignorante y prudentemente indocto. No conozco todos los hechos de su vida, pero los que voy a narrar aquí los sé por referencias de cuatro de sus discípulos, a saber: Constantino, varón venerabilísimo, que le sucedió en el gobierno del monasterio; Valentiniano, que gobernó durante muchos años el monasterio de Letrán; Simplicio, que fue el tercer superior de su comunidad, después de él; y Honorato, que todavía hoy gobierna el cenobio donde vivió primero. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática236 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática237 Capítulo I La criba rota y reparada Abandonado ya el estudio de las letras, hizo propósito de retirarse al desierto, acompañado únicamente de su nodriza, que le amaba tiernamente. Llegaron a un lugar llamado Effide, donde retenidos por la caridad de muchos hombres honrados, se quedaron a vivir junto a la iglesia de San Pedro. La ya citada nodriza, pidió a las vecinas que le prestaran una criba para limpiar el trigo. Dejóla incautamente sobre la mesa y fortuitamente se quebró y quedó partida en dos trozos. Al regresar la nodriza, empezó a llorar desconsolada, viendo rota la criba que había recibido prestada. Pero Benito, joven piadoso y compasivo, al ver llorar a su nodriza, compadecido de su dolor, tomó consigo los trozos de la criba rota e hizo oración con lágrimas. A1 acabar su oración encontró junto a sí la criba tan entera, que no podía hallarse en ella señal alguna de fractura. Al punto, consolando cariñosamente a su nodriza, le devolvió entera la criba que había tomado rota. El hecho fue conocido de todos los del lugar. Y causó tanta admiración, que sus habitantes colgaron la criba a la entrada de la iglesia, para que presentes y venideros conocieran con cuánta perfección el joven Benito había dado comienzo a su vida monástica. Y durante años, todo el mundo pudo ver la criba allí, puesto que permaneció suspendida sobre la puerta de la iglesia hasta estos tiempos de la invasión lombarda. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática238 Pero Benito, deseando más sufrir los desprecios del mundo que recibir sus alabanzas, y fatigarse con trabajos por Dios más que verse ensalzado con los favores de esta vida, huyó ocultamente de su nodriza y buscó el retiro de un lugar solitario, llamado Subiaco, distante de la ciudad de Roma unas cuarenta millas. En este lugar manan aguas frescas y límpidas, cuya abundancia se recoge primero en un gran lago y luego sale formando un río. Mientras iba huyendo hacia este lugar, un monje llamado Román le encontró en el camino y le preguntó adónde iba. Y cuando tuvo conocimiento de su propósito guardóle el secreto y le animó a llevarlo a cabo, dándole el hábito de la vida monástica y ayudándole en lo que pudo. El hombre de Dios, al llegar a aquel lugar, se refugió en una cueva estrechísima, donde permaneció por espacio de tres años ignorado de todos, fuera del monje Román, que vivía no lejos de allí, en un monasterio puesto bajo la regla del abad Adeodato a, y en determinados días, hurtando piadosamente algunas horas a la vigilancia de su abad, llevaba a Benito el pan que había podido sustraer, a hurtadillas, de su propia comida. Desde el monasterio de Román no había camino para ir hasta la cueva, porque ésta caía debajo de una gran peña. Pero Román, desde la misma roca hacía descender el pan, sujeto a una cuerda muy larga, a la que ató una campanilla, para que el hombre de Dios, al oír su tintineo, supiera que le enviaba el pan y saliese a recogerlo. Pero el antiguo enemigo que veía con malos ojos la caridad de uno y la refección del otro, un día, al ver bajar el pan, lanzó una piedra y rompió la campanilla. Pero no por eso dejó Román de ayudarle con otros medios © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática239 oportunos. Mas queriendo Dios todopoderoso que Román descansara de su trabajo y dar a conocer la vida de Benito para que sirviera de ejemplo a los hombres, puso la luz sobre el candelero para que brillara e iluminara a todos los que estuvieran en la casa de Dios. Bastante lejos de allí vivía un sacerdote que había preparado su comida para la fiesta de Pascua. El Señor se le apareció y le dijo: "Tú te preparas cosas deliciosas y mi siervo en tal lugar está pasando hambre". Inmediatamente el sacerdote se levantó y en el mismo día de la solemnidad de la Pascua, con los alimentos que había preparado para sí, se dirigió al lugar indicado. Buscó al hombre de Dios a través de abruptos montes y profundos valles y por las hondonadas de aquella tierra, hasta que lo encontró escondido en su cueva. Oraron, alabaron a Dios todopoderoso y se sentaron. Después de haber tenido agradables coloquios espirituales, el sacerdote le dijo: "¡Vamos a comer! que hoy es Pascua". A lo que respondió el hombre de Dios: "Sí, para mí hoy es Pascua, porque he merecido verte". Es que estando como estaba alejado de los hombres, ignoraba efectivamente que aquel día fuese la solemnidad de la Pascua 9. Pero el buen sacerdote insistió diciendo: "Créeme: hoy es el día de Pascua de Resurrección del Señor. No debes ayunar, puesto que he sido enviado para que juntos tomemos los dones del Señor". Bendijeron a Dios y comieron, y acabada la comida y conversación el sacerdote regresó a su iglesia. También por aquel entonces le encontraron unos pastores oculto en su cueva. Viéndole, por entre la maleza, vestido de pieles, creyeron que era alguna fiera. Pero reconociendo luego que era un siervo de Dios, muchos de ellos trocaron sus instintos feroces por la dulzura de la piedad. Su nombre se dio a conocer por los lugares comarcanos y desde entonces fue visitado © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática240 por muchos, que al llevarle el alimento para su cuerpo recibían a cambio, de su boca, el alimento espiritual para sus almas. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática241 Capítulo II Cómo venció una tentación de la carne Un día, estando a solas, se presentó el tentador. Un ave pequeña y negra, llamada vulgarmente mirlo, empezó a revolotear alrededor de su rostro, de tal manera que hubiera podido atraparla con la mano si el santo varón hubiera querido apresarla. Pero hizo la señal de la cruz y el ave se alejó. No bien se hubo marchado el ave, le sobrevino una tentación carnal tan violenta, cual nunca la había experimentado el santo varón. El maligno espíritu representó ante los ojos de su alma cierta mujer que había visto antaño y el recuerdo de su hermosura inflamó de tal manera el ánimo del siervo de Dios, que apenas cabía en su pecho la llama del amor. Vencido por la pasión, estaba ya casi decidido a dejar la soledad. Pero tocado súbitamente por la gracia divina volvió en sí, y viendo un espeso matorral de zarzas y ortigas que allí cerca crecía, se despojó del vestido y desnudo se echó en aquellos aguijones de espinas y punzantes ortigas, y habiéndose revolcado en ellas durante largo rato, salió con todo el cuerpo herido. Pero de esta manera por las heridas de la piel del cuerpo curó la herida del alma, porque trocó el deleite en dolor, y el ardor que tan vivamente sentía por fuera extinguió el fuego que ilícitamente le abrasaba por dentro. Así, venció el pecado, mudando el incendio. Desde entonces, según él mismo solía contar a sus discípulos, la tentación voluptuosa quedó en él tan amortiguada, que nunca más volvió a sentir en sí mismo nada semejante. Después de esto, muchos empezaron a dejar el mundo para ponerse bajo su dirección, puesto que, libre del engaño de la tentación, fue tenido ya © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática242 con razón por maestro de virtudes. Por eso manda Moisés que los levitas sirvan en el templo a partir de los veinticinco años cumplidos, pero sólo a partir de los cincuenta les permite custodiar los vasos sagrados. PEDRO.- Algo comprendo del sentido del pasaje que has aducido, sin embargo te ruego que me lo expongas con más claridad. GREGORIO.- Es evidente, Pedro, que en la juventud arde con más fuerza la tentación de la carne, pero a partir de los cincuenta años el calor del cuerpo se enfría. Los vasos sagrados son las almas de los fieles. Por eso conviene que los elegidos, mientras son aún tentados, estén sometidos a un servicio y se fatiguen con trabajos, pero cuando ya el alma ha llegado a la edad tranquila y ha cesado el calor de la tentación, sean custodios de los vasos sagrados, porque entonces son constituidos maestros de las almas. PEDRO.- Bien, estoy de acuerdo. Pero ya que me has manifestado el sentido oculto de este pasaje, te pido que sigas contándomela vida de este justo, que has comenzado a narrar. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática243 Capítulo III El jarro roto por la señal de la Cruz GREGORIO.- Alejada ya la tentación, el hombre de Dios, cual tierra libre de espinas y abrojos, empezó a dar copiosos frutos en la mies de las virtudes, y la fama de su eminente santidad hizo célebre su nombre. No lejos de allí, había un monasterio cuyo abad había fallecido, y todos los monjes de su comunidad fueron adonde estaba el venerable Benito y con grandes instancias le suplicaron que fuera su prelado. Durante mucho tiempo no quiso aceptar la propuesta, pronosticándoles que no podía ajustarse su estilo de vida al de ellos, pero al fin, vencido por sus reiteradas súplicas, dio su consentimiento. Instauró en aquel monasterio la observancia regular, y no permitió a nadie desviarse como antes, por actos ilícitos, ni a derecha ni a izquierda del camino de la perfección. Entonces, los monjes que había recibido bajo su dirección, empezaron a acusarse a sí mismos de haberle pedido que les gobernase, pues su vida tortuosa contrastaba con la rectitud de vida del santo. Viendo que bajo su gobierno no les sería permitido nada ilícito, se lamentaban de tener que, por una parte renunciar a su forma de vida, y por otra, haber de aceptar normas nuevas con su espíritu envejecido. Y como la vida de los buenos es siempre inaguantable para los malos, empezaron a tratar de cómo le darían muerte. Después de tomar esta decisión, echaron veneno en su vino. Según la costumbre del monasterio, fue presentado al abad, que estaba en la mesa, el jarro de cristal que contenía aquella bebida envenenada, para que lo bendijera; Benito levantó la mano y trazó la señal de la cruz. Y en el mismo instante, el jarro que estaba algo distante de él, se © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática244 quebró y quedó roto en tantos pedazos, que más parecía que aquel jarro que contenía la muerte, en vez de recibir la señal de la cruz hubiera recibido una pedrada. En seguida comprendió el hombre de Dios que aquel vaso contenía una bebida de muerte, puesto que no había podido soportar la señal de la vida. A1 momento se levantó de la mesa, reunió a los monjes y con rostro sereno y ánimo tranquilo les dijo: "Que Dios todopoderoso se apiade de vosotros, hermanos. ¿Por qué quisisteis hacer esto conmigo? ¿Acaso no os lo dije desde el principio que mi estilo de vida era incompatible con el vuestro? Id a buscar un abad de acuerdo con vuestra forma de vivir, porque en adelante no podréis contar conmigo". Entonces regresó a su amada soledad y allí vivió consigo mismo, bajo la mirada del celestial Espectador. PEDRO.- No acabo de entender qué quiere decir eso de que "vivió consigo mismo". GREGORIO.- Si el santo varón hubiese querido tener por más tiempo sujetos contra su voluntad a aquellos que unánimemente atentaban contra él, y que tan lejos estaban de vivir según su estilo, quizás el trabajo hubiera excedido a sus fuerzas y perdido la paz, y hasta es posible que hubiera desviado los ojos de su alma de los rayos luminosos de la contemplación. Pues fatigado por el cuidado diario de la corrección de ellos, hubiera negligido su interior. Y acaso olvidándose de sí mismo, tampoco hubiera sido de provecho a los demás. Pues, sabido es, que cada vez que por el peso de una desmesurada preocupación salimos de nosotros mismos, aunque no dejemos de ser lo que somos, no estamos en nosotros mismos, ya que divagando en otras cosas no nos percatamos de lo nuestro. ¿Acaso diremos © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática245 que vivía consigo mismo aquel que marchando a una región lejana, derrochó la hacienda que había recibido y tuvo que ajustarse con un hombre de aquel país, que le envió a apacentar puercos, a los cuales veía hartarse de bellotas mientras él pasaba hambre? Y sin embargo, cuando empezó a reflexionar sobre los bienes que había perdido, la Escritura dice de él: Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre andan sobrados de pan! (Lc 15,17). Si, pues, estuvo consigo, ¿cómo volvió en sí? Por eso dije, que este venerable varón habitó consigo mismo, porque teniendo continuamente los ojos puestos en la guarda de sí mismo, viéndose siempre ante la mirada del Creador, y examinándose continuamente, no salió fuera de sí mismo, echando miradas al exterior. PEDRO.- Entonces, ¿cómo se explica lo que está escrito del apóstol Pedro, cuando fue sacado de la cárcel por el ángel: Volviendo en sí, dijo: Ahora conozco verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de las manos de Herodes y de la expectación de todo el pueblo judío? (Hch 12,11). GREGORIO.- De dos maneras, Pedro, se dice que salimos de nosotros mismos. Cuando caemos por debajo de nosotros mismos, por un pecado de pensamiento, o cuando somos elevados por encima de nosotros mismos, por la gracia de la contemplación. Aquel que apacentó a los puercos cayó por debajo de sí, a causa de la divagación de su mente y de la inmundicia de su alma. Por el contrario, este otro a quien el ángel liberó y arrebató su espíritu en éxtasis salió ciertamente fuera de sí, pero por encima de sí mismo. Ambos volvieron en sí, el uno cuando abandonó su vida errada y se recogió en su corazón; el otro cuando al bajar de la contemplación retornó a su estado de conciencia habitual. Así, pues, el venerable Benito habitó © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática246 consigo mismo en aquella soledad, en el sentido de que se mantuvo dentro de los límites de su pensamiento. Pero cada vez que le arrebató a lo alto el fuego de la contemplación, entonces fue elevado por encima de sí mismo. PEDRO.- Esto queda claro. Pero dime, te ruego: ¿Podía abandonar a aquellos monjes después de haber aceptado encargarse de ellos? GREGORIO.- Entiendo, Pedro, que se ha de tolerar con entereza a un grupo de malos, si en él hay algunos buenos a quienes se pueda ayudar. Pero donde falta en absoluto el fruto, porque no hay buenos, es inútil afanarse por los malos, sobre todo si se presenta la ocasión de hacer otras obras que puedan reportar mayor gloria a Dios. Según esto, ¿para qué iba a permanecer allí por más tiempo el santo varón, si veía que todos a una le perseguían? Además, sucede con frecuencia en las almas perfectas -cosa que no debemos olvidar- que cuando se dan cuenta de que su trabajo produce poco fruto, se marchan a otra parte donde puedan hacer más fruto. Por eso, aquel esclarecido predicador, que deseaba ser liberado de su cuerpo mortal y estar con Cristo, para el cual su vivir era Cristo y una ganancia el morir (FI 1,21), y que no sólo anhelaba las persecuciones, sino que animaba a otros a soportarlas, al sufrir violenta persecución en Damasco, procuróse una cuerda y una espuerta para huir e hizo que le bajasen ocultamente por la muralla. ¿Diremos acaso por eso, que Pablo tuvo miedo a la muerte, cuando él mismo asegura que la deseaba por amor a Jesús? No por cierto. Sino que viendo que en aquel lugar había de trabajar mucho y sacar poco fruto, reservóse para otras partes donde pudiese trabajar con más fruto. El aguerrido luchador de Dios no quiso permanecer seguro dentro de los muros, sino que fue en busca del campo de batalla. Por la misma razón, si me escuchas atentamente, en seguida verás cómo el © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática247 venerable Benito al escapar de allí con vida, no abandonó a tantos hombres rebeldes, como almas resucitó de la muerte espiritual en otras partes. PEDRO.- Que es como dices lo declara esa razón manifiesta y el ejemplo que has aducido. Pero te ruego vuelvas a tomar el hilo de la narración de la vida de este gran abad. GREGORIO.- Como el santo varón crecía en virtudes y milagros en aquella soledad, fueron muchos los que se reunieron en aquel lugar para servir a Dios todopoderoso, de suerte que con la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo, que todo lo puede, erigió allí doce monasterios, a cada uno de los cuales asignó doce monjes con su abad. Pero retuvo en su compañía a algunos, que creyó serían mejor formados si permanecían a su lado. También por entonces comenzaron a visitarle algunas personas nobles y piadosas de la ciudad de Roma, que le confiaron a sus hijos para que los educara en el temor de Dios todopoderoso. Por este tiempo Euticio y el patricio Tértulo le encomendaron a sus hijos Mauro y Plácido, los dos, niños de buenas esperanzas. El joven Mauro, dotado de buenas costumbres, empezó a ayudar al maestro. Plácido en cambio, era todavía un niño. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática248 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática249 Capítulo IV Del monje distraído vuelto al buen camino En uno de aquellos monasterios fundados por él, había un monje que no podía permanecer en oración, sino que no bien los monjes se disponían a orar, él salía fuera del oratorio y se entretenía en cosas terrenas y fútiles. Después de haber sido amonestado repetidamente por su abad, finalmente fue enviado al hombre de Dios, quien a su vez le reprendió ásperamente por su necedad. Vuelto al monasterio, apenas hizo caso un par de días de la corrección del hombre de Dios, pero al tercer día volvió a su antigua conducta y comenzó de nuevo a divagar durante el tiempo de la oración. Habiéndolo comunicado al hombre de Dios, el abad que él mismo había puesto en el monasterio, dijo: "Iré y le corregiré personalmente". Fue el hombre de Dios al monasterio, y cuando a la hora señalada, concluida ya la salmodia, los monjes se ocuparon en la oración, vio cómo un chiquillo negro arrastraba hacia fuera por el borde del vestido a aquel monje que no podía estar en oración. Entonces dijo secretamente a Pompeyano, el abad del monasterio, y al monje Mauro: "¿No veis quién es el que arrastra fuera a este monje?". "No", le respondieron. "Oremos, pues, para que también vosotros podáis ver a quién sigue este monje". Después de haber orado dos días, Mauro lo vio, pero Pompeyano, el abad del monasterio, no pudo verlo. Al tercer día, concluida la oración, al salir del oratorio el hombre de Dios encontró a aquel monje fuera. Y para curar la ceguera de su corazón le golpeó con su bastón, y desde aquel día no volvió a sufrir más engaño alguno de aquel chiquillo negro y perseveró constante en la oración. Así, el antiguo enemigo, como si él mismo hubiera © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática250 recibido el golpe, no se atrevió en adelante a esclavizar la imaginación de aquel monje. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática251 Capítulo V Del agua que hizo brotar de una roca en la cima de un monte Tres de los monasterios, que en aquel mismo sitio había construido, estaban situados sobre las rocas de la montaña, y era muy pesado para los monjes tener que bajar cada día al lago a por agua, sobre todo porque como el camino era peligroso y muy pendiente, cada vez que se bajaba por él se corría verdadero peligro. Reuniéronse los monjes de estos tres monasterios y fueron a ver al siervo de Dios Benito y le dijeron: "Mucho trabajo nos cuesta bajar diariamente al lago a por agua. Mejor será trasladar los monasterios a otro lugar". Benito les consoló con buenas palabras y los despidió. Aquella misma noche, en compañía del niño Plácido -de quien anteriormente hice menciónsubió a la montaña y oró allí un buen rato. Acabada su oración, puso tres piedras en aquel lugar como señal, y sin decir nada a nadie regresó al monasterio. Al día siguiente, acudieron de nuevo aquellos monjes por causa del agua. Benito les dijo: "Id y cavad un poco en la roca donde encontréis tres piedras superpuestas. Porque poderoso es Dios para hacer brotar agua aun de la cima de la montaña, y así ahorraros la fatiga de tan largo camino". Fueron, pues, allí y encontraron ya goteando la roca que les había indicado Benito. Hicieron un hoyo en ella y al punto se llenó de agua, y tan copiosamente brotó, que aún hoy día sigue manando caudalosamente y baja desde la cima hasta el pie de aquella montaña. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática252 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática253 Capítulo VI Del hierro vuelto a su mango desde el fondo del agua En otra ocasión, un godo pobre de espíritu llegó al monasterio para hacerse monje y el hombre de Dios Benito le recibió con sumo gusto. Cierto día mandó darle una herramienta -que por su parecido con la falce llaman falcastro-, para que cortara la maleza de un sitio donde había de plantarse un huerto. El lugar que el godo había recibido para limpiarlo estaba en la misma orilla del lago. Mientras el godo cortaba aquel matorral de zarzas con todas sus fuerzas, se desprendió el hierro del mango y cayó al lago, precisamente en un lugar donde era tanta la profundidad del agua, que no había esperanza alguna de recuperarlo. Perdida ya la herramienta, corrió el godo tembloroso al monje Mauro, le contó lo que le había sucedido e hizo penitencia por su falta. Enseguida, Mauro puso el hecho en conocimiento del siervo de Dios Benito, el cual, enterado del caso, fue al lugar del suceso, tomó el mango de la mano del godo y lo metió en el agua. A1 momento, el hierro subió de lo hondo del lago y se ajustó al mango. Luego entregó la herramienta al godo diciéndole: "Toma, trabaja y no te aflijas más". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática254 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática255 Capítulo VII De un discípulo suyo que anduvo sobre las aguas Un día, mientras el venerable Benito estaba en su celda, el mencionado niño Plácido, monje del santo varón, salió a sacar agua del lago y al sumergir incautamente en el agua la vasija que traía, cayó también él en el agua tras ella. A1 punto le arrebató la corriente arrastrándole casi un tiro de flecha. El hombre de Dios, que estaba en su celda, al instante tuvo conocimiento del hecho. Llamó rápidamente a Mauro y le dijo: "Hermano Mauro, corre, porque aquel niño ha caído en el lago y la corriente lo va arrastrando ya lejos". Cosa admirable y nunca vista desde el apóstol Pedro; después de pedir y recibir la bendición, marchó Mauro a toda prisa a cumplir la orden de su abad. Y creyendo que caminaba sobre tierra firme, corrió sobre el agua hasta el lugar donde la corriente había arrastrado al niño; le asió por los cabellos y rápidamente regresó a la orilla". Apenas tocó tierra firme, volviendo en sí, miró atrás y vio que había andado sobre las aguas, de modo que lo que nunca creyó poder hacer, lo estaba viendo estupefacto como un hecho. Vuelto al abad, le contó lo sucedido. Pero el venerable varón Benito empezó a atribuir el hecho, no a sus propios merecimientos, sino a la obediencia de Mauro. Éste, por el contrario, decía que el prodigio había sido únicamente efecto de su mandato y que él nada tenía que ver con aquel milagro, porque lo había obrado sin darse cuenta. En esta amistosa porfía de mutua humildad, intervino el niño que había sido salvado, diciendo: "Yo, cuando era sacado del agua, veía sobre mi cabeza la melota del abad y estaba creído que era él quien me sacaba del agua". © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática256 PEDRO.- Portentosas son las cosas que cuentas y sin duda alguna serán de edificación para muchos. Yo, por mi parte, te digo que cuantos más milagros conozco de este santo varón, más sed tengo de ellos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática257 Capítulo VIII Del pan envenenado tirado lejos por un cuervo GREGORIO.- Habiéndose ya inflamado aquellos lugares circunvecinos en el amor de nuestro Dios y Señor Jesucristo, muchos empezaron a dejar la vida del siglo y a someter la cerviz de su corazón al suave yugo del Redentor. Pero como es propio de los malos envidiar en los otros el bien de la virtud que ellos no aprecian, el sacerdote de una iglesia vecina llamado Florencio, abuelo de nuestro subdiácono Florencio ", instigado por el antiguo enemigo, empezó a tener envidia del celo de tan santo varón, a denigrar su género de vida y a apartar de su trato a cuantos podía. Mas, viendo por una parte que era imposible impedir sus progresos, y por otra, que cada día crecía más la fama de su vida monástica, de manera que eran muchos los que se sentían llamados incesantemente a una vida más perfecta por la fama de su santidad, abrasado más y más en la llama de la envidia se hacía cada vez peor, porque deseaba recibir la alabanza de su vida monástica, pero no quería llevar una vida santa. Cegado, pues, por las tinieblas de su envidia, llegó a enviar al siervo de Dios todopoderoso un pan envenenado, como obsequio. Aceptólo el hombre de Dios dándole las gracias, pero no se le ocultó la ponzoña escondida en el pan. A la hora de la comida, solía venir del bosque cercano un cuervo, al que el santo le daba de comer por su propia mano. Habiendo venido como de costumbre, el siervo de Dios echó al cuervo el pan que el sacerdote le había enviado y le ordenó: "En nombre de nuestro Señor Jesucristo toma este pan y arrójalo a un lugar donde no pueda ser hallado por nadie". Entonces el cuervo, abriendo el pico y extendiendo las alas, empezó a revolotear y a © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática258 graznar alrededor del pan, como diciendo que estaba dispuesto a obedecer, pero no podía cumplir lo mandado. El siervo de Dios le reiteró la orden, diciendo: "Llévatelo, llévatelo sin miedo y échalo donde nadie pueda encontrarlo". Tardó todavía largo rato el cuervo en ejecutar la orden, pero al fin tomó el pan con su pico, levantó el vuelo y se fue. A1 cabo de tres horas, habiendo arrojado ya el pan, regresó y recibió el alimento acostumbrado de mano del hombre de Dios. Pero el venerable abad, viendo que el ánimo del sacerdote se enardecía contra su vida dolióse más por él que por sí mismo. Mas, el sobredicho Florencio, ya que no pudo matar el cuerpo del maestro, intentó matar las almas de sus discípulos. Para ello, introdujo en el huerto del monasterio donde vivía, a siete muchachas desnudas, para que allí, ante sus ojos, juntando las manos unas con otras y bailando largo rato delante de ellos, inflamaran sus almas en el fuego de la lascivia 22. Vio el santo varón desde su celda lo que pasaba y temió mucho la caída de sus discípulos más débiles. Mas, considerando que todo aquello se hacía únicamente con ánimo de perseguirle a él, trató de evitar la ocasión de aquella envidia. Y así, constituyó prepósitos en todos aquellos monasterios que había fundado y tomando consigo unos pocos monjes mudó su lugar de residencia. Pero, apenas el hombre de Dios había rechazado, humildemente, el odio de su adversario, cuando Dios todopoderoso castigó terriblemente a su rival. Pues estando dicho sacerdote en la azotea de su casa, alegrándose con la nueva de la partida de Benito, de pronto; permaneciendo inmóvil toda la casa, se derrumbó la terraza donde estaba, y aplastando al enemigo de Benito, lo mató. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática259 El discípulo del hombre de Dios, Mauro, creyó oportuno hacérselo saber al venerable abad Benito, que aún no se había alejado ni diez millas del lugar, diciéndole: "Regresa, porque el sacerdote que te perseguía ha muerto". Al oír esto el hombre de Dios, prorrumpió en grandes sollozos, no sólo porque su adversario había muerto, sino porque el discípulo se había alegrado de su desastroso fin. Y por eso impuso una penitencia al discípulo, porque al anunciarle lo sucedido se había atrevido a alegrarse de la muerte de su rival. PEDRO.- Admirables y sobremanera asombrosas son las cosas que acabas de contar, pues en el agua que manó de la piedra veo a Moisés (Núm 20,11); en el hierro que remontó desde lo profundo del agua, a Elíseo (2Re 6,7); en el andar sobre las aguas, a Pedro (Mt 14,29); en la obediencia del cuervo, a Elías (1 Re 17,6) y en el llanto por la muerte de su enemigo, a David (2Sam 1,2; 18,33). Por todo lo cual, veo que este hombre estaba lleno del espíritu de todos los justos. GREGORIO.- Pedro, el hombre de Dios Benito tuvo únicamente el espíritu de Aquel que por la gracia de la redención que nos otorgó, llenó el corazón de todos los elegidos; del cual dice san Juan: era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9), y más abajo: de su plenitud todos hemos recibido (Jn 1,16). Los santos alcanzaron de Dios el poder de hacer milagros, pero no el de comunicar este poder a los demás, pues solamente lo concede a sus discípulos, el que prometió dar a sus enemigos la señal de Jonás (Mt 12,39). En efecto, quiso morir en presencia de los soberbios, pero resucitar ante los humildes, para que aquéllos se dieran cuenta de quién habían condenado, y éstos, a quién debían amar con veneración. En virtud de este misterio, mientras los soberbios contemplaron © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática260 al que habían despreciado con una muerte infame, los humildes recibieron la gloria de su poder sobre la muerte. PEDRO.- Dime ahora, por favor, a qué lugares emigró el santo varón y si obró milagros en ellos. GREGORIO.- El santo varón, al emigrar a otra parte, cambió de lugar, pero no de enemigo. Ya que después hubo de librar combates tanto más difíciles, cuanto que tuvo que luchar abiertamente contra el maestro de la maldad en persona. El fuerte llamado Casino está situado en la ladera de una alta montaña, que le acoge en su falda como un gran seno, y luego continúa elevándose hasta tres millas de altura, levantando su cumbre hacia el cielo. Hubo allí un templo antiquísimo, en el que según las costumbres de los antiguos paganos, el pueblo necio e ignorante daba culto a Apolo. A su alrededor había también bosques consagrados al culto de los demonios, donde todavía en aquel tiempo una multitud enloquecida de paganos ofrecía sacrificios sacrílegos. Cuando llegó allí el hombre de Dios, destrozó el ídolo, echó por tierra el ara y taló los bosques. Y en el mismo templo de Apolo construyó un oratorio en honor de san Martín, y donde había estado el altar de Apolo edificó un oratorio a san Juan. Además, con su predicación atraía a la fe a las gentes que habitaban en las cercanías. Pero he aquí que el antiguo enemigo, no pudiendo sufrir estas cosas en silencio, se aparecía a los ojos del abad, no veladamente o en sueños, sino visiblemente, y con grandes clamores se quejaba de la violencia que tenía que padecer por su causa. Los hermanos, aunque oían su voz, no veían su figura. Pero el venerable abad contaba a sus discípulos cómo el antiguo enemigo se aparecía a sus ojos corporales horrible y envuelto en fuego y le amenazaba echando fuego por la boca y por los ojos. En efecto, todos oían lo que decía, porque primero le © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática261 llamaba por su nombre, y como el hombre de Dios no le respondía nada, enseguida prorrumpía en ultrajes. Pues cuando gritaba: "¡Benito, Benito!", y veía que éste nada respondía, a continuación añadía: "¡Maldito y no bendito! ¿Qué tienes contra mí? ¿Por qué me persigues?". Pero veamos ahora los nuevos embates del antiguo enemigo contra el siervo de Dios, a quien incitó presentándole batalla, pero, muy a pesar suyo, con ello no hizo más que proporcionarle ocasiones de nuevas victorias. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática262 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática263 Capitulo IX De una enorme piedra levantada por su oración Un día, mientras estaban trabajando en la construcción de su propio monasterio, los monjes decidieron poner en el edificio una piedra que había en el centro del terreno. A1 no poderla remover dos o tres monjes a la vez, se les juntaron otros para ayudarlos, pero la piedra permaneció inamovible como si tuviera raíces en la tierra. Comprendieron entonces claramente que el antiguo enemigo en persona estaba sentado sobre ella, puesto que los brazos de tantos hombres no eran suficientes para removerla. Ante la dificultad, enviaron a llamar al hombre de Dios para que viniera y con su oración ahuyentara al enemigo, y así poder luego levantar la piedra. Vino enseguida, oró e impartió la bendición, y al punto pudieron levantar la piedra con tanta rapidez, como si nunca hubiera tenido peso alguno. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática264 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática265 Capítulo X El incendio imaginario de la cocina Entonces los monjes empezaron a cavar allí la tierra delante del siervo de Dios, y ahondando más el hoyo encontraron un ídolo de bronce, que por el momento guardaron en la cocina. Pero de pronto, vieron salir fuego de la misma y creyendo que iba a quemarse todo el edificio, corrieron a apagar el fuego. Mas hicieron tanto ruido al arrojar el agua, que acudió también allí el hombre de Dios. Y al comprobar que aquel fuego existía sólo ante los ojos de sus monjes, pero no ante los suyos, inclinó la cabeza en actitud de oración. Y al punto, a los monjes, que vio que eran víctimas de la ilusión de un fuego ficticio, hizo volver a la visión real de las cosas, diciéndoles que hicieran caso omiso de aquellas llamas que había simulado el antiguo enemigo y que comprobaran cómo el edificio de la cocina estaba intacto. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática266 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática267 Capítulo XI Del monje joven aplastado por una pared y sanado En otra ocasión, mientras los monjes estaban levantando una pared, porque así convenía, el hombre de Dios se hallaba en el recinto de su celda entregado a la oración. Apareciósele el antiguo enemigo insultándole y diciéndole que se iba al lugar donde los monjes estaban trabajando. Comunicólo rápidamente el hombre de Dios a los monjes, por medio de un enviado, diciéndoles: "Hermanos, id con cuidado, porque ahora mismo va a vosotros el espíritu del mal". Apenas había acabado de hablar el enviado, cuando el maligno espíritu derrumbó la pared que levantaban, y atrapando entre las ruinas a un monje joven, hijo de un curial, lo aplastó. Consternados todos y profundamente afligidos, no por el daño ocasionado a la pared, sino por el quebrantamiento del hermano, se apresuraron a anunciárselo al venerable Benito con gran llanto. El abad mandó que le trajeran al muchacho destrozado, cosa que no pudieron hacer sino envolviéndole en una manta, ya que las piedras de la pared le habían triturado no sólo las carnes sino hasta los huesos. El hombre de Dios ordenó enseguida que lo dejasen en su celda sobre el psiathium -es decir, sobre la estera-, donde él solía orar; y despidiendo a los monjes, cerró la puerta de la celda y se puso a orar con más intensidad que nunca. ¡Cosa admirable! Al punto se levantó curado aquel monje y tan sano como antes. Y el santo envió de nuevo a acabar la pared a aquel monje con cuya muerte el antiguo enemigo había creído insultar a Benito. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática268 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática269 Capitulo XII De unos monjes que tomaron alimento contra lo establecido por la regla En esto empezó el hombre de Dios a tener también espíritu de profecía, prediciendo sucesos futuros y revelando a los presentes cosas que sucedían lejos. Era costumbre en el cenobio, que cuando los monjes salieran a hacer alguna diligencia, no comieran ni bebieran fuera del monasterio. Este punto de la observancia se guardaba escrupulosamente, según lo establecido por la Regla. Un día salieron unos monjes a cumplir cierto encargo, en el que estuvieron ocupados hasta muy tarde. Y como conocían a cierta piadosa mujer, entraron en su casa y tomaron alimento. Llegaron muy tarde al monasterio y, según la costumbre, pidieron la bendición al abad. Éste les interpeló al punto diciendo: "¿Dónde habéis comido?". “En ninguna parte", respondieron ellos. Pero él les reprochó: "¿Por qué mentís de ese modo? ¿Acaso no entrasteis en casa de tal mujer y comisteis allí tal y tal cosa y bebisteis tantas veces?". Cuando vieron que el venerable abad les iba refiriendo la hospitalidad de la mujer, la clase de manjares que habían comido y el número de veces que habían bebido, reconocieron todo lo que habían hecho, y temblando cayeron a sus pies y confesaron su culpa. Pero él al instante los perdonó, creyendo que en adelante no volverían a hacer semejante cosa, pues sabían que, aun ausente, les estaba presente en espíritu. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática270 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática271 Capítulo XIII Del hermano del monje valentiniano El hermano del monje Valentiniano, de quien más arriba hice mención, era un hombre seglar, pero muy piadoso. Para encomendarse a las oraciones del siervo de Dios y ver a su hermano, acostumbraba a ir todos los años en ayunas al monasterio desde el lugar donde vivía. Cierto día, yendo de camino hacia el monasterio, se le juntó otro caminante que llevaba consigo comida para el viaje. Siendo ya la hora avanzada, le dijo: "Ven, hermano, tomemos alimento para no desfallecer en el camino". A lo que respondió aquél: "De ninguna manera, hermano; no lo tomaré, porque he tenido siempre la costumbre de ir en ayunas a visitar al venerable Benito". Recibida esta respuesta, el compañero de viaje no insistió más por el momento. Pero habiendo andado otro pequeño trecho, invitóle de nuevo a comer. Tampoco esta vez quiso aceptar, porque había hecho propósito de llegar en ayunas. Calló nuevamente el que le había invitado a comer y consintió en caminar con él todavía un poco más sin probar alimento. Pero después de haber recorrido un largo trecho, cuando la hora era ya avanzada y los viajeros estaban fatigados, encontraron a la vera del camino un prado con una fuente y con todo lo que podía parecerles a propósito para reparar sus fuerzas. Entonces díjole el compañero de viaje: "Aquí hay agua, un prado y un lugar ameno donde podemos comer y descansar un poco, para que luego podamos acabar nuestro viaje sin novedad". Como estas palabras halagaron sus oídos y el lugar sus ojos, persuadido por esta tercera invitación, aceptó y comió. Al anochecer llegó al monasterio; presentóse al venerable abad Benito y le pidió la bendición. Pero al instante el santo varón le reprochó lo que había © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática272 hecho en el camino, diciéndole: "¿Cómo ha sido, hermano, que el maligno enemigo, que te habló por boca de tu compañero de viaje, no pudo persuadirte la primera vez ni tampoco la segunda, pero logró persuadirte a la tercera y te venció en lo que quería?". Entonces él, reconoció su culpa, fruto de su débil voluntad; se echó a sus pies y comenzó a llorar avergonzado de su falta, tanto más cuanto que se dio cuenta que, aunque ausente, había prevaricado a la vista del abad Benito. PEDRO.- Veo que en el corazón de este santo varón había el espíritu de Elíseo, que aunque estaba lejos, estuvo presente a lo que su discípulo Guejazi hacía (2Re 5,26). © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática273 Capítulo XIV Descubrimiento del engaño del Rey Totila GREGORIO.- Ahora, Pedro, es necesario que calles un poco, para que puedas conocer aún mayores cosas. En tiempo de los godos, su rey Totila oyó decir que el santo varón tenía espíritu de profecía. Dirigióse a su monasterio y deteniéndose a poca distancia del mismo, le anunció su visita. Enseguida se le pasó aviso del monasterio, diciéndole que podía venir, pero él, pérfido como era, intentó cerciorarse de si el hombre de Dios tenía espíritu de profecía. Para ello, prestó su calzado a cierto escudero suyo llamado Rigo, le hizo vestir con la indumentaria real y le mandó que se presentara al hombre de Dios como si fuera él mismo en persona. Envió para su séquito a tres compañeros de los que solían ir en su comitiva, a saber: Vulderico, Rodrigo y Blidino, para que formando cortejo con él hicieran creer al siervo de Dios que se trataba del mismo rey Totila. Dióle además otros honores y acompañamiento, para que tanto por el séquito como por los vestidos de púrpura le tuviese por el propio rey. Cuando Rigo llegó al monasterio ostentando las vestiduras reales y rodeado de numeroso séquito, el hombre de Dios estaba sentado a la puerta. Vio cómo iba acercándose y cuando podía ya hacerse oír de él, grito diciendo: "¡Quítate eso, hijo, quítate eso que llevas, que no es tuyo!". Al instante Rigo cayó en tierra lleno de espanto por haber intentado burlarse de tan santo varón; y todos los que con él habían ido a ver al el hombre de Dios, cayeron consternados en tierra. Al levantarse, no se atrevieron a © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática274 acercársele, sino que regresaron adonde estaba su rey y temblando le contaron la rapidez con que habían sido descubiertos. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática275 Capítulo XV Profecía que hizo al Rey Totila Entonces el rey Totila en persona llegóse al hombre de Dios, y viéndole a lo lejos sentado no se atrevió a acercársele, sino que cayó de hinojos en tierra. El hombre de Dios le dijo dos o tres veces: "¡Levántate!". Pero como él no se atrevía a levantarse en su presencia, Benito, siervo de nuestro Señor Jesucristo, se dignó acercarse al rey -que permanecía postrado-, le levantó, le increpó por sus desmanes y en pocas palabras le vaticinó todo cuanto había de sucederle. Le dijo: "Has hecho y haces mucho daño; es ya hora de poner término a tu maldad. Ciertamente, entrarás en Roma, atravesarás el mar y reinarás nueve años, pero al décimo morirás". Oídas estas palabras, el rey quedó fuertemente impresionado, le pidió la bendición y se marchó. Y desde entonces fue menos cruel. Poco tiempo después entró en Roma, pasó luego a Sicilia y al décimo año de su reinado, por disposición de Dios todopoderoso, perdió el reino con la vida. También el obispo de la iglesia de Canosa", a quien el hombre de Dios amaba entrañablemente por los méritos de su vida ejemplar, acostumbraba a visitar al siervo de Dios. Un día, conversando con él acerca de la entrada del rey Totila en Roma y de la devastación de la ciudad, díjole el obispo: "Este rey destruirá de tal manera la ciudad, que ya no podrá ser jamás habitada" '2. A lo que respondió el hombre de Dios: "Roma no será destruida por los hombres, sino que se consumirá en sí misma, abatida por tempestades, huracanes, tormentas y terremotos". Los misterios de esta profecía nos son ya más patentes que la luz, puesto que vemos demolidas las murallas de la ciudad, arruinadas sus casas, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática276 destruidas sus iglesias por los huracanes y que se van desmoronando sus edificios, como cansados por una larga vejez. Su discípulo Honorato, de quien es la relación de todo lo que voy diciendo, confiesa que esto no lo oyó de su boca, pero afirma que los monjes le aseguraron que así lo había dicho el santo © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática277 Capitulo XVI De un clérigo librado del demonio En este tiempo, cierto clérigo de la iglesia de Aquino, era atormentado por el demonio. Había sido enviado por el venerable varón Constancio, obispo de la misma iglesia, a visitar muchos sepulcros de mártires, a fin de obtener de ellos la curación. Pero los santos mártires no quisieron concederle la salud, para que con este motivo se manifestara la santidad de Benito. Así pues, fue conducido a la presencia del siervo de Dios Benito, que oró a nuestro Señor Jesucristo y al momento expulsó al antiguo enemigo del hombre poseso. Después de haberle curado le ordenó: "Ve, y en lo sucesivo no comas carne ni te atrevas jamás a recibir orden sagrada alguna, porque el día que intentares temerariamente acceder a orden sacro alguno, al instante volverás a ser esclavo de Satanás". Marchó, pues, el clérigo curado, y como la pena reciente suele atemorizar al espíritu, cumplió por el momento lo que el hombre de Dios le había ordenado. Pero transcurridos muchos años, cuando vio que los que le habían precedido habían muerto y que otros más jóvenes que él recibían las órdenes sagradas, no acordándose de las palabras del hombre de Dios por el largo tiempo transcurrido, hizo caso omiso de ellas, acercándose a recibir otra orden sagrada. Inmediatamente tomó posesión de él aquel demonio que le había dejado y no cesó de atormentarle hasta que le quitó la vida. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática278 PEDRO.- Por lo que veo, este hombre de Dios penetró hasta los secretos de la divinidad, puesto que sabía que este clérigo había sido entregado a Satanás, precisamente para que no osara recibir orden sagrada alguna. GREGORIO.- ¿Cómo no iba a conocer los secretos de la divinidad, el que guardaba tan fielmente los preceptos del mismo Dios, estando como está escrito que: El que se adhiere al Señor, se hace un espíritu con él? (1 Co 6,17). PEDRO.- Si el que se adhiere al Señor se hace un mismo espíritu con él, ¿por qué el mismo egregio predicador dice también: Quién conoció el pensamiento del Señor, o quién fue su consejero? (Rom 11,34). Pues parece ilógico que uno ignore el pensamiento de aquel con el cual ha sido hecho un solo espíritu. GREGORIO.- Los hombres santos, en cuanto son una misma cosa con el Señor, no ignoran su pensamiento, pues también el mismo Apóstol dice: ¿Qué hombre conoce lo que en el hombre hay, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie conoce las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios (1Co 2,lls). Y para mostrarnos que conocía las cosas de Dios, añadió: Nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el espíritu de Dios (1Co 2,12). Por eso dice también: Lo que ni el ojo vio ni el oído oyó, ni imaginó el corazón del hombre, eso es lo que Dios tiene preparado para los que le aman; pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu (1 Co 2,9). PEDRO.- Si, pues, las cosas que son de Dios fueron reveladas al mismo Apóstol por el Espíritu de Dios, ¿cómo responde a lo que propuse antes, diciendo: ¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática279 ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Rm 11,33). Además de esto, me viene ahora a la mente otra duda. Pues el profeta David, hablando con el Señor, dice: Con mis labios he pronunciado todos los juicios de tu boca (Sal 119,13). Y como conocer es menor que pronunciar, ¿por qué afirma san Pablo que los juicios de Dios son inescrutables, cuando David asegura, no sólo que los conoce, sino también que los ha pronunciado con sus labios? GREGORIO.- A ambas cosas te respondí brevemente más arriba, cuando te dije que los hombres santos, en cuanto son una misma cosa con el Señor, no ignoran su pensamiento. En efecto, todos los que siguen devotamente al Señor están unidos a Dios por su devoción, pero mientras están abrumados por el peso de la carne corruptible, no están aún junto a Dios. Y así, en cuanto le están unidos, conocen los ocultos designios de Dios, y en cuanto están separados de él, los ignoran. Por eso, en tanto no penetran aún perfectamente sus secretos aseguran que sus juicios son incomprensibles, pero en cuanto se adhieren a él por el espíritu, y por esta unión, instruidos por las palabras de la Sagrada Escritura o por secretas revelaciones, reciben algún conocimiento, entonces saben estas cosas y las anuncian. Así, pues, ignoran lo que Dios calla y conocen lo que les habla. Por eso cuando el profeta David dijo: Con mis labios pronuncié todos tus decretos, añadió a continuación: salidos de tu boca (Sal 119,13); como si dijera abiertamente: "Pude conocer y proclamar estos decretos, porque tú los proferiste. Puesto que aquellas cosas que tú no dices, por lo mismo las ocultas a nuestra inteligencia". Concuerda, pues, la sentencia del Profeta y la del Apóstol, porque si es cierto que los juicios de Dios son inescrutables, también lo es que una vez han sido proferidos por su boca, pueden ser © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática280 pronunciados por labios humanos, porque lo que Dios revela puede ser conocido, pero no lo que oculta. PEDRO.- Has resuelto esta pequeña objeción mía con razones bien claras. Pero, te ruego, que prosigas, si tienes algo que decir aún sobre los milagros de este varón. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática281 Capitulo XVIII Profecía sobre la destrucción de su monasterio GREGORIO.- Cierto hombre noble, llamado Teoprobo, había sido convertido por las exhortaciones del abad Benito, quien por su vida ejemplar le tenía gran confianza y familiaridad. Un día entró Teoprobo en su celda y le encontró llorando amargamente, Esperó largo rato, pero al ver que no cesaban sus lágrimas y que el hombre de Dios no lloraba como en la oración, sino por alguna congoja, preguntóle la causa de tanto llanto. A lo que respondió enseguida el hombre de Dios: "Todo este monasterio que he construido y todas estas cosas que he preparado para los monjes, por disposición de Dios todopoderoso, serán entregadas a los bárbaros. Sólo a duras penas he podido alcanzar que se me concedieran las vidas de los monjes". Este oráculo, que entonces oyó Teoprobo, nosotros lo vemos cumplido, pues sabemos que su monasterio ha sido destruido por las hordas de los lombardos. En efecto, no ha muchos años, una noche, mientras los monjes dormían, entraron allí los lombardos y lo saquearon todo, pero no pudieron apresar ni un solo monje. Así Dios todopoderoso cumplió lo que había prometido a su fiel siervo Benito: que aunque entregaría los bienes a los bárbaros, salvaría empero la vida de los monjes. Y en esto veo que a Benito le sucedió lo mismo que a san Pablo, el cual vio cómo su navío perdía todo lo que llevaba, pero salvó, para consuelo suyo, la vida de todos los que iban con él (Hch 27). © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática282 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática283 Capítulo XVIII De un frasco escondido y descubierto en espíritu En otra ocasión, nuestro Exhilarato, a quien conociste después de su conversión, fue enviado por su amo al hombre de Dios para que llevara al monasterio dos vasijas de madera -llamadas vulgarmente frascos-, llenas de vino. Fue y presentó sólo una; la otra la escondió en el camino. Pero el hombre de Dios, a quien no podía ocultársele lo que se hacía en su ausencia, recibióla dándole las gracias, pero al ir a marcharse el criado le avisó diciendo: "Mira, hijo, no bebas ya de aquel frasco que escondiste. Inclínalo con cuidado y verás lo que hay en él". El criado salió muy confuso de la presencia del hombre de Dios, pero a su regreso quiso comprobar lo que le había dicho. Inclinó el frasco y al punto salió de él una serpiente. Entonces el joven Exhilarato, viendo lo que había encontrado en el vino, se avergonzó de la falta cometida. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática284 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática285 Capítulo XIX De los pañuelos aceptados por un monje No lejos del monasterio había una aldea, de la cual una gran mayoría de sus habitantes había sido convertida del culto de los ídolos a la fe en Dios, por la predicación de Benito. Había también allí unas mujeres consagradas a Dios, a las cuales el siervo de Dios procuraba enviarles con frecuencia algunos de sus monjes para atenderlas espiritualmente. Un día, según su costumbre, envió a uno de ellos. Acabada la plática, el monje que había sido enviado aceptó, instado por aquellas santas mujeres, unos pañuelos y los escondió en su pecho. Luego que hubo regresado al monasterio empezó el hombre de Dios a reprenderle con grandísima acrimonia diciéndole: "¿Cómo ha penetrado la iniquidad en tu pecho?". Quedó aquél estupefacto, pues no acordándose de lo que había hecho, tampoco atinaba a comprender por qué le reprendía. Entonces Benito le dijo: "¿Acaso no estaba yo presente cuando recibiste de las siervas de Dios los pañuelos y los guardaste en tu pecho?". Al oír esto, se echó a sus pies, dio satisfacción por haber obrado tan neciamente y arrojó los pañuelos que había escondido en su pecho. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática286 Capítulo XX © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática287 Del pensamiento de soberbia de un monje, conocido en espíritu Fin otra ocasión, mientras el venerable abad tomaba su alimento hacia el atardecer, cierto monje, hijo de un abogado, le sostenía la lámpara delante de la mesa. Y mientras el hombre de Dios comía y él le alumbraba, comenzó a pensar y decir secretamente en su interior: "¿Quién es éste para que yo tenga que servirle y sostenerle la lámpara mientras come? ¿Y siendo yo quien soy, he de servirle?". Al punto, dirigiéndose a él el hombre de Dios, comenzó a increparle ásperamente, diciéndole: "¡Santigua tu corazón, hermano! ¿Qué es lo que estás pensando? ¡Santigua tu corazón!". Inmediatamente llamó a los monjes, mandó que le quitasen la lámpara de sus manos, y a él le ordenó que cesara en su servicio y se sentara. Preguntado luego por los monjes qué es lo que había pensado, les contó prolijamente cómo se había envanecido por espíritu de soberbia y lo que había dicho interiormente en su pensamiento contra el hombre de Dios. Con esto, todos vieron claramente que nada podía ocultarse al venerable Benito, pues había percibido hasta un simple discurso mental. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática288 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática289 Capítulo XXI De doscientos modios de harina hallados delante del monasterio en tiempo de carestía En otra ocasión, sobrevino en la región de la Campania una gran hambre que afligía a todo el mundo por la falta de alimentos. Empezaba también ya a escasear el trigo en el monasterio de Benito y se habían consumido casi todos los panes, de tal manera que a la hora de la refección de los monjes sólo pudieron hallarse cinco. Viéndolos el venerable abad contristados, trató primero de corregir con suave reprensión su pusilanimidad y luego de animarlos con esta promesa, diciendo: "¿Por qué está triste vuestro corazón por la falta de pan? Hoy ciertamente hay poco, pero mañana lo tendréis en abundancia". Al día siguiente encontraron delante de la puerta del monasterio doscientos modios de harina metido en sacos, sin que hasta el día de hoy se haya podido saber, de quién se valió Dios todopoderoso para llevarlos allí. Viendo esto, los monjes alabaron a Dios y aprendieron a no dudar más de la abundancia, aun en tiempo de escasez. PEDRO.- Dime, por favor, si este siervo de Dios tenía siempre espíritu de profecía o si este espíritu invadía su alma sólo de vez en cuando. GREGORIO.- El espíritu de profecía, Pedro, no está continuamente inspirando la mente de los profetas, porque si el Espíritu Santo, según está escrito, inspira donde quiere (Jn 3,8), también has de saber que inspira cuando quiere. Por eso, preguntado el profeta Natán por el rey David, si podía construir el templo, primeramente le dijo que sí y luego que no (2Sam © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática290 7,17). Y por lo mismo, cuando el profeta Eliseo vio llorar a la mujer sunamita, sin conocer la causa de su llanto, dijo al criado que la impedía acercarse: Déjala, porque su alma está llena de amargura y el Señor me lo ha ocultado y no me lo ha revelado (2Re 4,27). Dios todopoderoso actúa así por disposición de su soberana bondad, porque unas veces da el espíritu de profecía y otras lo retira, eleva las almas de los profetas a las alturas y al mismo tiempo las mantiene en la humildad, para que vean lo que son por la gracia de Dios, cuando reciben este espíritu, y lo que son por sí mismos, cuando les falta. PEDRO.- Que es así como dices, lo manifiesta tu mismo razonamiento. Pero cuéntame por favor, todo lo que sepas del venerable abad Benito. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática291 Capítulo XXII Cómo en una visión trazó el plano del monasterio de Terracina GREGORIO.- En otra ocasión, cierto varón piadoso le rogó que enviase algunos de sus discípulos para fundar un monasterio en una posesión suya, junto a la ciudad de Terracina. Accedió Benito a su demanda; designó a los monjes que habían de ir y nombróles abad y prior. A1 despedirlos les prometió: "Id y tal día iré yo y os mostraré dónde debéis edificar el oratorio, el refectorio de los monjes, la hospedería y todo lo demás". Recibida la bendición, partieron en seguida. Esperaron con ansia el día señalado y prepararon todo lo necesario para los que habían de venir en compañía del santo abad. Pero la noche anterior al día convenido, antes de que amaneciera, el hombre de Dios se apareció en sueños al que había constituido abad y a su prior y les fue señalando minuciosamente cada uno de los lugares donde había de edificarse algo. Al levantarse de la cama, refiriéronse mutuamente lo que habían visto en sueños, pero no dieron crédito a la visión y así esperaron a que viniera el siervo de Dios, tal como se lo había prometido. Mas viendo que no había comparecido el día señalado, fueron a él y le dijeron llenos de tristeza: "Padre, esparábamos que vinieras, tal como nos lo habías prometido, y nos indicaras lo que habíamos de edificar, pero no compareciste". Él les respondió: "Hermanos, ¿cómo decís esto? ¿Acaso no vine según había prometido?". Contestáronle: "¿Cuándo viniste?". Él respondió: "Cuando me aparecí a los dos mientras dormíais y os señalé cada uno de los lugares. Id, pues, y según lo oísteis en la visión, construid todos los edificios del monasterio". Al oír esto, quedaron © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática292 estupefactos; regresaron al predio susodicho y construyeron todas las dependencias según las instrucciones recibidas en la visión. PEDRO.- Desearía que me explicaras, cómo pudo ir tan lejos, dar la respuesta a unos que dormían y éstos reconocerle y oírle en la visión. GREGORIO.- ¿Por qué, Pedro, porfías en querer averiguar el hecho con tanta prolijidad? Es evidente que el espíritu es de naturaleza más sutil que el cuerpo. Por otra parte, sabemos con absoluta certeza, por el testimonio de la Escritura, que el profeta Habacuc fue arrebatado y transportado en un instante de Judea a Caldea con la comida. Y después de dar de comer al profeta Daniel se halló de nuevo súbitamente en Judea (Dn 17,32-39). Si, pues, Habacuc pudo en un instante ir corporalmente tan lejos a llevar la comida, no es de maravillar que al abad Benito le fuera concedido ir espiritualmente y decir lo necesario a los espíritus de aquellos monjes que estaban durmiendo. Pues así como aquél fue corporalmente para llevar el alimento corporal, éste fue espiritualmente para llevarles una instrucción de tipo espiritual. PEDRO.- Confieso que la claridad de tus palabras ha hecho desaparecer en mí toda duda, pero quisiera saber cómo era el modo habitual de hablar de este santo varón. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática293 Capítulo XXIII De unas religiosas que después de su muerte fueron readmitidas a la Comunión Eclesial, merced a una oblación suya GREGORIO.- Su lenguaje habitual, Pedro, no estaba desprovisto tampoco de poder sobrenatural, porque no podían caer en el vacío las palabras de la boca de aquel, cuyo corazón estaba suspendido en las cosas celestiales. Y si alguna vez decía algo, no ya ordenando sino amenazando, su palabra tenía tanta fuerza, que parecía que la hubiese proferido no con duda o vacilación, sino como una sentencia. En efecto, no lejos del monasterio vivían consagradas a Dios en su propia casa dos mujeres de noble linaje, a quienes cierto piadoso varón cuidaba de proveerles de todo lo necesario para su sustento. Pero en algunos, la nobleza de linaje suele engendrar vulgaridad de espíritu, puesto que los que recuerdan haber sido algo más que los demás, se desprecian menos en este mundo. Así, las citadas religiosas no habían domeñado perfectamente su lengua, ni siquiera bajo el freno de su hábito religioso, y frecuentemente con palabras injuriosas provocaban a ira a aquel piadoso varón, que les suministraba lo necesario para vivir. Éste, después de aguantar por largo tiempo sus ofensas, se dirigió al hombre de Dios y le contó las grandes afrentas que de palabra tenía que sufrir. El hombre de Dios, después de oír de ellas semejantes cosas, les mandó a decir: "Refrenad vuestra lengua, porque si no lo hacéis os excomulgaré". Sentencia de excomunión que de hecho no lanzó, pues sólo amenazó con ella. A pesar del aviso, ellas no corrigieron en nada su conducta. A los pocos días murieron y fueron sepultadas en la iglesia. Pero cuando se celebraba en ella © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática294 el sacrificio de la misa y el diácono decía, según se acostumbra, en voz alta: "Si alguno está excomulgado salga fuera de la iglesia", su nodriza, que solía ofrecer por ellas la oblación al Señor, las veía salir de sus sepulcros y abandonar la iglesia. Después de comprobar repetidas veces que a la voz del diácono salían fuera de la iglesia y no podían permanecer en ella, recordó lo que el hombre de Dios les había mandado estando aún vivas, a saber: que las privaría de la comunión eclesial si no enmendaban su conducta y sus palabras. Entonces, sumamente apenada, comunicó el caso al siervo de Dios, el cual entregó por su propia mano una oblación, diciendo: "Id y haced ofrecer por ellas esta oblación al Señor y en adelante ya no estarán excomulgadas". Mientras se inmolaba la oblación presentada por ellas, el diácono, como de costumbre, dijo que salieran de la iglesia los excomulgados, pero en adelante no se las vio salir más del templo. Con lo que quedó de manifiesto que al no retirarse con los excomulgados, era porque habían sido recibidas a la comunión del Señor, gracias a su siervo Benito. PEDRO.- Realmente, me admira que un hombre por más venerable y santo que fuera, viviendo aún en carne mortal, pudiera absolver a unas almas que estaban ya ante el invisible tribunal de Dios. GREGORIO.- Pero, ¿es que no vivía en carne mortal el apóstol san Pedro, cuando oyó de la boca del Señor: Todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos y todo lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo? (Mt 16,1). Este poder de atar y desatar lo tienen ahora aquellos que gobiernan santamente, por su fe y sus buenas costumbres. Pero, para que el hombre terreno pudiera hacer tales cosas, el Creador de cielos y tierra bajó del cielo, y para que la carne pudiera juzgar incluso a los espíritus, Dios hecho carne por los hombres se dignó concederle esto: que su debilidad se © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática295 elevara sobre sí misma, porque la fortaleza de Dios se había debilitado por debajo de sí misma. PEDRO.- El razonamiento de tus palabras concuerda perfectamente con el poder de sus milagros. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática296 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática297 Capítulo XXIV De un monje joven a quien arrojó la tierra del sepulcro GREGORIO.- Un día, cierto monje joven, que amaba a sus padres más de lo conveniente, se marchó a su casa, saliendo del monasterio sin pedir la bendición. El mismo día, en llegando a su casa murió y le sepultaron. Pero al día siguiente hallaron su cuerpo fuera de la fosa. De nuevo volvieron a enterrarle, pero al día siguiente lo hallaron otra vez fuera de la tumba. Entonces corrieron a los pies del abad Benito, pidiéndole entre sollozos que se dignara concederles su favor. Al punto, dióles el hombre de Dios por su propia mano la comunión del Cuerpo del Señor, diciéndoles: "Id y poned sobre su pecho esta partícula del Cuerpo del Señor y sepultadlo con ella". Hiciéronlo así y la tierra retuvo el cuerpo, sin volver a arrojarlo más. ¿Ves, Pedro, qué méritos no tendría este hombre delante de nuestro Señor Jesucristo, que hasta la tierra arrojaba de sí el cuerpo de aquel que no tenía el favor de Benito? PEDRO.- Lo veo perfectamente y ello me llena de asombro. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática298 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática299 Capítulo XXV Del monje que al marcharse del monasterio contra la voluntad de Benito le salió al encuentro un dragón que quería devorarle GREGORIO.- Un monje suyo, proclive a la inconstancia, no quería perseverar en el monasterio. Y aunque el hombre de Dios le corregía asiduamente y le amonestaba con frecuencia, de ningún modo quería permanecer más en la comunidad y se empeñaba con importunos ruegos a que le dejara marchar. Un día, cansado ya el venerable abad de tanta impertinencia, le mandó airado que se fuese. No bien hubo abandonado el monasterio, cuando le salió al encuentro un dragón, que abriendo sus fauces contra él amenazaba con devorarle. Entonces, tembloroso y jadeante empezó a gritar con fuerte voz: "¡Corred, corred, que este dragón quiere devorarme!". Acudieron rápidamente los monjes; no vieron al dragón, pero condujeron al monasterio al monje, despavorido y tembloroso, quien en seguida hizo promesa de no abandonar jamás el monasterio. Y desde aquel momento permaneció constante en su promesa, gracias a que por las oraciones del santo varón había podido ver a aquel dragón que quería devorarle y al que antes seguía sin ver. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática300 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática301 Capítulo XXVI Un caso de elefantiasis curado Tampoco debo callar lo que me contó el ilustre Antonio: que un esclavo de su padre fue atacado de una elefantiasis tan grave, que se le entumecía la piel y se le caía el cabello, sin poder ocultar la podredumbre que avanzaba por momentos. Enviado por su padre al hombre de Dios, instantáneamente recuperó la salud perdida. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática302 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática303 Capítulo XXVII De unos sueldos devueltos milagrosamente al deudor Asimismo, no puedo callar tampoco lo que su discípulo Peregrino solía contar: que en cierta ocasión un fiel cristiano, apremiado por la obligación de saldar una deuda, creyó que sólo hallaría remedio si acudía al hombre de Dios y le exponía la necesidad que tenía de pagarla. Fue, pues, al monasterio halló al siervo de Dios omnipotente y le explicó cómo su acreedor le afligía gravísimamente por doce sueldos que le debía. El venerable abad le respondió que no tenía doce sueldos, pero después de consolarle de su pobreza con suaves palabras, le dijo: "Ve y vuelve dentro de dos días, porque no tengo hoy lo que quisiera darte". Durante estos dos días, Benito, según su costumbre, estuvo ocupado en la oración. Cuando al tercer día volvió aquel hombre afligido por la deuda, se encontraron inesperadamente trece sueldos sobre un arca del monasterio que estaba llena de trigo. Mandó traerlos el hombre de Dios y entregarlos al afligido demandante, diciéndole que pagara los doce sueldos y se reservara el sobrante para sus propias necesidades. Pero volvamos ahora a lo que supe por referencias de los discípulos, de quienes hice mención en el exordio de este libro. Un hombre tenía una grandísima envidia de su enemigo y a tal punto llegó su odio, que ocultamente vertió veneno en su bebida. El veneno no llegó a quitarle la vida, pero de tal manera hizo mudar el color de su piel, que aparecieron esparcidas por todo el cuerpo unas manchas semejantes a las de la lepra. Fue enviado al hombre de Dios y recobró inmediatamente la © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática304 salud perdida. Pues con sólo tocarle el santo desaparecieron al punto las manchas de su piel. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática305 Capitulo XXVIII De una ampolla de cristal arrojada a unas rocas, que no se rompió En aquel tiempo en que el hambre afligía gravemente la región de la Campania, el hombre de Dios distribuyó entre los pobres cuanto había en el monasterio, hasta el punto de no quedar apenas nada en la despensa, fuera de un poco de aceite en una vasija de cristal. Llegó al monasterio un subdiácono, por nombre Agapito, pidiendo con insistencia que le diesen un poco de aceite. El hombre de Dios, que se había propuesto darlo todo en la tierra para encontrarlo todo en el cielo, ordenó dar al demandante aquel poco de aceite que quedaba. Pero el monje encargado de la despensa, aunque oyó perfectamente la orden, hizo oídos sordos a la misma. Poco después, preguntó el abad si había dado lo que le había mandado. Respondió que no había dado el aceite, porque de haberlo hecho no habría quedado nada para los monjes. Airado entonces el santo, mandó a otros monjes que arrojasen por la ventana aquella vasija de cristal que contenía un poco de aceite, para que en el monasterio no se guardara nada contra la obediencia. Así se hizo. Debajo de la ventana había un gran precipicio erizado de enormes rocas. Arrojada, pues, la vasija de cristal, cayó sobre las rocas, pero permaneció tan sana como si no la hubieran lanzado; de tal manera que ni se rompió ni se derramó el aceite. Entonces el hombre de Dios mandó subirla y entera como estaba entregarla al © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática306 subdiácono. Luego reunió a la comunidad y en su presencia reprendió al monje desobediente por su soberbia y poca fe. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática307 Capítulo XXIX La tinaja vacía que reboso de aceite Acabada la reprensión, púsose en oración juntamente con los demás monjes. En el mismo lugar donde oraban había una tinaja vacía y cubierta. Como el santo varón prolongara su oración, la tapadera de la tinaja empezó a levantarse, empujada por el aceite que iba subiendo. Al fin cayó la tapadera, y el aceite, desbordándose, comenzó a invadir el pavimento del lugar donde estaban postrados en oración. Al darse cuenta de ello el siervo de Dios Benito, puso en seguida fin a su oración y al punto el aceite dejó de derramarse por el suelo. Entonces amonestó con más insistencia al monje desconfiado y desobediente, para que aprendiese en adelante a tener más fe y humildad. El monje, saludablemente corregido, quedó ruborizado de ver que el venerable abad había mostrado con milagros el poder de Dios todopoderoso, del que antes le había hablado en la primera amonestación. Y así, no había ya quien dudara de las promesas de aquel que en un instante trocó un vaso de cristal casi vacío en una tinaja rebosante de aceite. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática308 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática309 Capítulo XXX Del monje librado del demonio Un día, yendo el hombre de Dios a orar a la ermita de San Juan, situada en la misma cumbre del monte, cruzóse con él el antiguo enemigo en figura de veterinario, llevando consigo el cuerno y la tripédica. Preguntóle Benito: "¿Adónde vas?". Él le respondió: "A darles una poción a tus monjes". Prosiguió el venerable Benito su camino y concluida su oración regresó al monasterio. Entre tanto, el maligno espíritu encontró a un monje anciano que estaba sacando agua, y al punto entró en él y le arrojó por tierra, atormentándole furiosamente. El hombre de Dios, que regresaba ya de su oración, al ver a aquel monje tan cruelmente atormentado, diole solamente una bofetada y el maligno espíritu salió tan rápidamente de él, que no se atrevió jamás a volver a aquel monje. PEDRO.- Quisiera saber si estos milagros tan grandes los obtenía siempre por el poder de la oración, o si a veces los obraba con sólo el querer de su voluntad. GREGORIO.- Los que se unen devotamente a Dios suelen obrar milagros de ambas maneras, según lo exigen las circunstancias, de suerte que unas veces hacen prodigios por medio de la oración y otras por sólo su propio poder. Porque si san Juan dice: A todos los que le recibieron les dio poder de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12), ¿por qué maravillarse de que puedan obrar prodigios por su propio poder, quienes son hijos de Dios por ese mismo poder? Que obran milagros de las dos maneras nos lo atestigua san Pedro, que resucitó a la difunta Tabita con la oración (Hch 9,40) y entregó a la muerte a Ananías y Safira por sola su reprensión (Hch 5,1-10), © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática310 puesto que no se dice que orara para que murieran, sino únicamente que les echó en cara el pecado que habían cometido. Luego es cierto, que unas veces obran milagros por su propia virtud, y otras por virtud de la oración, ya que a éstos les quitó la vida recriminándoles su pecado, y a aquélla se la restituyó orando. Y para que veas que esto es verdad, voy a traer ahora a colación dos prodigios del fiel siervo de Dios Benito, en los cuales aparece claramente que uno lo obró por el poder recibido de Dios y el otro por la oración. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática311 CAPÍTULO XXXI De un labriego maniatado, que desató con sólo su mirada Un godo por nombre Zalla, afiliado a la herejía arriana, en tiempos del rey Totila, se encendió en odio y bárbara crueldad contra los varones piadosos de la Iglesia Católica, hasta el punto de que si algún clérigo o monje topaba con él no escapaba con vida de sus manos. Un día, abrasado por el ardor de su avaricia y ávido de rapiña, le dio por afligir con crueles tormentos a cierto labriego, y a torturarle con varios suplicios. El rústico, vencido por tales tormentos, declaró que había confiado todos sus bienes al siervo de Dios Benito, para que creyéndole su verdugo, diera entre tanto tregua a su crueldad y pudiera ganar unas horas de vida. Cesó entonces Zalla de atormentar al labriego, pero le ató los brazos con gruesas cuerdas y comenzó a empujarle delante de su caballo para que le mostrara quién era el tal Benito, que había recibido en depósito todos sus bienes. El labriego, que iba delante con los brazos atados, le condujo al monasterio del santo varón, a quien encontró sentado junto a la puerta, solo y leyendo. El labriego dijo al cruel Zalla, que iba detrás de él: "He aquí al abad Benito, de quien antes te hablé". Zalla fijó en él su mirada llena de ira y ferocidad, y creyendo que podía usar con él los procedimientos terroristas que acostumbraba, empezó a gritar fuertemente, diciéndole: "¡Levántate, levántate! ¡Devuelve todo lo que recibiste de este labriego!". Al oír estas palabras, el hombre de Dios, levantó sus ojos de la lectura, le miró y fijó también la vista en el labriego que mantenía maniatado. A1 poner los ojos sobre los brazos del labriego, comenzaron a desatarse de un modo © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática312 maravilloso y con tanta rapidez las cuerdas que ataban sus brazos, que no hubiera podido desligarlos tan presto celeridad humana alguna. Al ver Zalla cuán fácilmente quedaba desatado aquel que había traído maniatado consigo, aterrado ante la fuerza de tal poder, cayó del caballo y doblando a las plantas de Benito aquella su cerviz de inflexible crueldad, se encomendó a sus oraciones. El hombre de Dios no dejó por eso su lectura, pero llamó a los monjes y les mandó que introdujeran a Zalla en el monasterio y que le obsequiaran con algún alimento bendecido. Cuando volvió a su presencia, le amonestó a que dejara tanta insana crueldad. Y así, al retirarse aplacado, no se atrevió a pedir nada a aquel labriego, a quien el hombre de Dios había desatado sin tocarlo, con sóla su mirada. Esto es, Pedro, lo que antes te decía: que aquellos que sirven con más familiaridad a Dios todopoderoso algunas veces suelen obrar cosas admirables con sólo su poder. Pues el que estando sentado reprimiera la ferocidad de aquel terrible godo, y con sólo su mirada deshiciera las cuerdas y nudos que ataban los brazos de un inocente, nos indican por 1a misma rapidez con que se hizo el milagro, que había recibido el poder de hacerlo. Ahora añadiré también un magnífico milagro, que obtuvo por medio de la oración. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática313 Capítulo XXXII De un muerto, resucitado por la oración del hombre de Dios Cierto día, mientras el hombre de Dios había salido con sus monjes a las labores del campo, llegó al monasterio un campesino llevando en brazos el cuerpo de su hijo muerto, y estando fuera de sí por el dolor de tamaña pérdida, preguntó por el abad Benito. Cuando se le contestó que el abad estaba en el campo con los monjes, dejó a la puerta del monasterio el cuerpo de su hijo difunto y trastornado por el dolor comenzó a correr en busca del venerable abad. Pero entonces regresaba ya el hombre de Dios del trabajo del campo con sus monjes. Apenas le divisó el campesino, comenzó a gritar: "¡Devuélveme a mi hijo! ¡Devuélveme a mi hijo!". A1 oír estas palabras detúvose el hombre de Dios y le dijo: "¿Es que te he quitado yo a tu hijo?". A lo que respondió aquél: "Ha muerto; ven y resucítale". Al oír esto el siervo de Dios, se entristeció sobremanera y dijo: "Retiraos, hermanos, retiraos, que estas cosas no son para nosotros; son propias de los santos Apóstoles. ¿Por qué queréis imponernos cargas que no podemos llevar?". Pero el campesino, abrumado por el dolor, persistía en su demanda, jurando que no se había de ir si no resucitaba a su hijo. Entonces el siervo de Dios preguntó: "¿Dónde está?". Él le respondió: "Su cuerpo yace junto a la puerta del monasterio". Llegado que hubo allí el hombre de Dios con sus monjes, dobló las rodillas y se echó sobre el cuerpecito del niño, luego se levantó y alzando las manos al cielo dijo: "Señor, no mires mis pecados, sino la fe de este hombre que pide que se le resucite a su hijo, y devuelve a este cuerpecito el © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática314 alma que le has quitado". Apenas había acabado de decir las palabras de esta oración, cuando volvió el alma al cuerpo del niño, estremeciéndose éste de tal modo, que quedó bien patente a los ojos de todos que aquel cuerpo se había agitado conmovido por una sacudida maravillosa. Tomó entonces al niño de la mano y vivo y sano lo entregó a su padre. Aquí queda de manifiesto, Pedro, que no estuvo en su poder el hacer este milagro, ya que postrado en tierra pidió poder para realizarlo. PEDRO.- Está claro que todo es como dices, porque has probado tus palabras con hechos. Pero dime, por favor, si los santos pueden hacer todo lo que quieren y si alcanzan todo lo que desean obtener. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática315 Capitulo XXXIII El milagro de su hermana Escolástica GREGORIO.- ¿Quién habrá, Pedro, en esta vida más grande que san Pablo? Y sin embargo tres veces rogó al Señor que le librara del aguijón de la carne (2Co 12,8) y no pudo alcanzar lo que deseaba. Por eso, es preciso que te cuente del venerable abad Benito cómo deseó algo y no pudo obtenerlo. En efecto, una hermana suya, llamada Escolástica, consagrada a Dios todopoderoso desde su infancia, acostumbraba a visitarle una vez al año. Para verla, el hombre de Dios descendía a una posesión del monasterio, situada no lejos de la puerta del mismo. Un día vino como de costumbre y su venerable hermano bajó donde ella, acompañado de algunos de sus discípulos S'. Pasaron todo el día ocupados en la alabanza divina y en santos coloquios, y al acercarse las tinieblas de la noche tomaron juntos la refección. Estando aún sentados a la mesa entretenidos en santos coloquios, y siendo ya la hora muy avanzada, dicha religiosa hermana suya le rogó: "Te suplico que no me dejes esta noche, para que podamos hablar hasta mañana de los goces de la vida celestial". A lo que él respondió: "¡Qué es lo que dices, hermana! En modo alguno puedo permanecer fuera del monasterio". Estaba entonces el cielo tan despejado que no se veía en él ni una sola nube. Pero la religiosa mujer, al oír la negativa de su hermano, juntó las manos sobre la mesa con los dedos entrelazados y apoyó en ellas la cabeza para orar a Dios todopoderoso. Cuando levantó la cabeza de la mesa, era tanta la violencia de los relámpagos y truenos y la inundación de la lluvia, que ni el venerable Benito ni los monjes que con él estaban pudieron trasponer el umbral del lugar donde estaban sentados. En efecto, la religiosa mujer, © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática316 mientras tenía la cabeza apoyada en las manos había derramado sobre la mesa tal río de lágrimas, que trocaron en lluvia la serenidad del cielo. Y no tardó en seguir a la oración la inundación del agua, sino que de tal manera fueron simultáneas la oración y la copiosa lluvia, que cuando fue a levantar la cabeza de la mesa se oyó el estallido del trueno y lo mismo fue levantarla que caer al momento la lluvia. Entonces, viendo el hombre de Dios, que en medio de tantos relámpagos y truenos y de aquella lluvia torrencial no le era posible regresar al monasterio, entristecido, empezó a quejarse diciendo: "¡Que Dios todopoderoso te perdone, hermana! ¿Qué es lo que has hecho?". A lo que ella respondió: " Te lo supliqué y no quisiste escucharme; rogué a mi Señor y él me ha oído. Ahora, sal si puedes. Déjame y regresa al monasterio". Pero no pudiendo salir fuera de la estancia, hubo de quedarse a la fuerza, ya que no había querido permanecer con ella de buena gana. Y así fue cómo pasaron toda la noche en vela, saciándose mutuamente con coloquios sobre la vida espiritual. Por eso te dije, que quiso algo que no pudo alcanzar. Porque si bien nos fijamos en el pensamiento del venerable varón, no hay duda que deseaba se mantuviera el cielo despejado como cuando había bajado del monasterio, pero contra lo que deseaba se hizo el milagro, por el poder de Dios todopoderoso y gracias al corazón de aquella santa mujer. Y no es de maravillar que, en esta ocasión, aquella mujer que deseaba ver a su hermano pudiese más que él, porque según la sentencia de san Juan: Dios es amor (1Jn 4,16), y con razón pudo más la que amó más (Lc 7,47) 53. PEDRO.- Ciertamente, me gusta mucho lo que dices. Capítulo XXXIV © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática317 Cómo vio salir el alma del cuerpo de su hermana GREGORIO.- Al día siguiente, la venerable mujer volvió a su morada y el hombre de Dios regresó también al monasterio. Tres días después, estando en su celda con los ojos levantados al cielo, vio el alma de su hermana, que saliendo de su cuerpo en forma de paloma penetraba en lo más alto del cielo. Gozándose con ella de tan gran gloria, dio gracias a Dios todopoderoso con himnos de alabanza y anunció su muerte a los monjes, a quienes envió en seguida para que trajeran su cuerpo al monasterio y lo depositaran en el sepulcro que había preparado para sí. De esta manera, ni la tumba pudo separar los cuerpos de aquellos cuyas almas habían estado siempre unidas en el Señor. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática318 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática319 Capítulo XXXV Del mundo entero reunido ante sus ojos y del alma de Germán, obispo de Capua En otra ocasión, Servando, diácono y abad del monasterio que Liberio, antiguo patricio, había fundado en la región de Campania, fue a visitar a Benito, según su costumbre. Efectivamente, frecuentaba su monasterio; y como él estaba también lleno de buena doctrina y de gracia celestial, se intercambiaban dulces palabras de vida, y suspirando pregustaban ya el suave alimento de la patria celestial. Habiendo llegado la hora de entregarse al descanso, el venerable Benito subió a su celda situada en la parte superior de una torre y el diácono Servando se quedó en la parte inferior. Una escalera comunicaba un piso con otro. Frente a la misma torre había una habitación amplia donde descansaban los discípulos de ambos. El hombre de Dios, Benito, mientras los monjes dormían aún, se anticipó a la hora de las vigilias nocturnas y se quedó de pie junto a la ventana orando a Dios todopoderoso. De pronto en aquella intempestiva hora nocturna vio difundirse una luz desde lo alto, que ahuyentó las tinieblas de la noche. Aquella luz, en medio de la oscuridad brillaba con tanto resplandor, que su claridad superaba con creces a la luz del día. En esta visión se siguió algo en extremo maravilloso, ya que según él mismo contó luego, apareció ante sus ojos el mundo entero, como recogido en un rayo de sol. Y mientras el venerable abad fijaba sus pupilas en el © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática320 resplandor de aquella luz tan brillante, vio cómo el alma de Germán, obispo de Capua, era llevada al cielo por los ángeles en una bola de fuego. Entonces, queriendo tener un testigo de tamaña maravilla, llamó al diácono Servando repitiendo dos o tres veces su nombre a grandes voces. Asustado por aquel grito, insólito en el hombre de Dios, subió y miró, pero no vio más que una pequeña centella de aquella luz. Y como Servando quedara atónito ante este prodigio tan grande, el hombre de Dios le contó detalladamente todo lo que había sucedido. En seguida dio aviso al piadoso varón Teoprobo, de la villa de Casino, para que aquella misma noche enviara un mensajero a la ciudad de Capua, con el fin de informarse de cómo estaba el obispo Germán y se lo notificara. El mensajero encontró ya difunto al venerabilísimo obispo Germán, e informándose minuciosamente supo que su óbito había acaecido en el mismo instante en que el hombre de Dios había visto subir su alma al cielo. PEDRO.- ¡Cosa sobremanera admirable y de todo punto inaudita! Pero eso que has dicho: de que ante sus ojos apareció el mundo entero como recogido en un rayo de sol, no puedo imaginármelo, porque jamás he tenido semejante experiencia. Pues, ¿cómo es posible que el mundo entero pueda ser visto por un hombre? GREGORIO.- Fíjate bien, Pedro, en lo que voy a decirte. Para el alma que ve al Creador, pequeña es toda criatura. Puesto que por poca que sea la luz que reciba del Creador, le parece exiguo todo lo creado. Porque la claridad de la contemplación interior amplifica la visión íntima del alma y tanto se dilata en Dios, que se hace superior al mundo; incluso el alma del vidente se levanta sobre sí, pues en la luz de Dios se eleva y se agranda © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática321 interiormente. Y cuando así elevada mira lo que queda debajo de ella, entiende cuán pequeño es lo que antes estando en sí, no podía comprender. El hombre de Dios, pues, contemplando el globo de fuego vio también a los ángeles que subían al cielo, cosa que ciertamente no pudo ver sino en la luz de Dios. ¿Qué hay de extraño, pues, que viera el mundo reunido en su presencia, el que elevado por la luz del espíritu salió fuera del mundo? Y al decir que el mundo quedó recogido ante sus ojos, no quiero decir que el cielo y la tierra redujeran su tamaño, sino que, dilatado y arrebatado en Dios el espíritu del vidente, pudo ver sin dificultad todo lo que estaba por debajo de Dios. Pues a esta luz que brillaba ante sus ojos, correspondía una luz interior en su alma, que arrebatando el espíritu del vidente en las cosas celestiales, le mostró cuán pequeñas son todas las cosas terrenas. PEDRO.- Veo que me ha sido de gran utilidad el no haber entendido lo que dijiste antes, pues gracias a mi lentitud en comprender, tu explicación ha sido mucho más completa. Pero ahora que ya me has explicado estas cosas con tanta claridad, te ruego que vuelvas a tomar el hilo de la narración. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática322 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática323 Capítulo XXXVI Que escribió una regla monástica GREGORIO.- Con gusto, Pedro, seguiría contándote cosas de este venerable abad, pero algunas las omitiré adrede, porque tengo prisa en contar los hechos de otros personajes. Con todo, no quiero que ignores que el hombre de Dios, no sólo resplandeció en el mundo por sus muchos milagros, sino que también brilló, y de una manera bastante luminosa, por su doctrina, pues escribió una Regla para monjes, notable por su discreción y clara en su lenguaje. El que quiera conocer con más detalle su vida y costumbres, podrá encontrar en las ordenaciones de esta Regla todo lo que enseñó con el ejemplo, pues el santo varón de ningún modo pudo enseñar otra cosa sino lo que había vivido. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática324 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática325 Capítulo XXXVII La profecía que de su muerte hizo a los monjes En el mismo año que había de salir de esta vida, anunció el día de su santísima muerte a algunos de los monjes que vivían con él y a otros que estaban lejos; a los que estaban presentes les recomendó que guardaran silencio de lo que habían oído y a los ausentes les indicó la señal que les daría cuando su alma saliera del cuerpo. Seis días antes de su muerte mandó abrir su sepultura. Pronto fue atacado por la fiebre y comenzó a fatigarse a causa de su violento ardor. Como la enfermedad se agravaba cada día más, al sexto día se hizo llevar por sus discípulos al oratorio, donde confortado para la salida de este mundo con la recepción del cuerpo y la sangre del Señor y apoyando sus débiles miembros en las manos de sus discípulos, permaneció de pie con las manos levantadas al cielo y exhaló el último suspiro, entre palabras de oración. En el mismo día, dos de sus monjes, uno que vivía en el mismo monasterio y otro que estaba lejos de él tuvieron una misma e idéntica visión. Vieron en efecto un camino adornado de tapices y resplandeciente de innumerables lámparas, que en dirección a Oriente iba desde su monasterio al cielo. En la parte superior del camino, un hombre de aspecto venerable y lleno de luz les preguntó si sabían qué camino era el que estaban viendo. Al contestarle ellos que lo ignoraban, les dijo: "Éste es el camino por al cual el amado del Señor, Benito, ha subido al cielo". Así, pues, los presentes vieron la muerte del santo varón y los ausentes la conocieron por la señal que les había dado. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática326 Fue sepultado en el oratorio de San Juan Bautista, que él mismo había edificado sobre el destruido altar de Apolo. Y tanto aquí como en la cueva de Subiaco, donde antes había habitado, brilla hasta el día de hoy por sus milagros, cuando lo merece la fe de quienes los piden. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática327 Capítulo XXXVIII De una mujer loca, curada en su cueva No ha mucho ocurrió el hecho que voy a narrar. Una mujer loca, mientras tuvo enajenado el juicio, vagaba día y noche por montes y valles, bosques y campos, sin descansar en parte alguna, sino donde le obligaba la fatiga. Un día, después de haber andado errante durante mucho tiempo, llegó a la cueva del bienaventurado Benito y quedóse allí dormida, ignorando empero dónde había entrado. Al día siguiente, salió tan sana de juicio como si nunca hubiera sufrido desvarío alguno, y durante el resto de su vida conservó la salud que había recobrado. PEDRO.- ¿Por qué vemos con frecuencia que sucede lo mismo con los santos mártires, que no hacen tantos milagros donde están sus cuerpos sepultados o hay reliquias suyas, y en cambio obran prodigios mayores donde no están sepultados? GREGORIO.- No dudo, Pedro, que los santos mártires pueden obrar muchos prodigios allí donde yacen sus cuerpos, como de hecho así sucede, y allí hacen innumerables milagros a los que los solicitan con recta intención. Pero, porque las almas enfermizas pueden dudar de que los mártires estén presentes para escucharles donde saben que no están sus cuerpos, por eso es necesario que obren mayores milagros donde un alma débil puede dudar de su presencia. Pero la fe de aquellos que tienen el alma unida a Dios tiene tanto más mérito, cuanto que saben que aunque no estén allí sus cuerpos, no por eso dejarán de ser escuchados. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática328 Por eso, la misma Verdad, para acrecentar la fe de sus discípulos, les dijo: Si yo no me voy, no vendrá a vosotros el Espíritu Paráclito (Jn 16,7). Pero siendo así que el Espíritu Paráclito procede continuamente del Padre y del Hijo, ¿por qué dice el Hijo que debe retirarse para que venga el que no se aleja jamás de él? Pues porque los discípulos, viendo al Señor en la carne, tenían deseos de verle siempre con los ojos corporales. Por eso les dijo con razón: Si yo no me voy, no vendrá a vosotros el Espíritu Paráclito. Como si dijera abiertamente: "Si no sustraigo mi cuerpo a vuestras miradas, no puedo mostraros lo que es el amor del Espíritu; y si no dejáis de verme corporalmente, jamás aprenderéis a amarme espiritualmente". PEDRO.- Me gusta tu explicación. GREGORIO.- Debemos hacer ahora una pequeña pausa en nuestra conversación, pues si hemos de seguir narrando los milagros de otros santos, preciso será que, entre tanto, con el silencio reparemos nuestras fuerzas. © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática329 Un día escribí: “Para encontrar el verdadero Sendero debemos adapta la regla de Venerable San Benito, Abad, pero debemos cambiar el lema, en vez de ser Ora et Labora, debe ser Meditæ, Ora et Labora”. Tu, mi amado hermano respondiste: “Si, pero debe ser, Ora, Meditæ el Labora” Hermano, por la gracia del Dios Uno y Trino, que así sea por los aeones de los aeones. ? Narciso © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005 San Benito de Nursia, biografía de una vida iniciática330 © - Orden Sacerdotal Gnóstica Valentiniana’2005