Octubre 2006 En lucha 8 Rodrigo Abd AFGANISTÁN: LAS MENTIRAS TRAS LA REALIDAD Una mujer afgana mira por una ventana rota después de un bombardeo el pasado mes de julio. La decisión de la OTAN de tomar el mando de la guerra ha reabierto el debate sobre la política imperialista del Estado español. Angie Gago nos explica el papel de la OTAN y las tropas españolas en Afganistán y el aumento de la resistencia a la ocupación. L as contradicciones del Gobierno de Zapatero en su política exterior se hacen cada vez más evidentes. Por una parte, mantiene una postura conciliadora y pacifista a nivel diplomático. Y por otra, aumenta los gastos militares y arma al Estado español hasta las cejas para seguir las pautas de la OTAN. El discurso de la Alianza de Civilizaciones es insostenible. Las complicaciones que las potencias imperialistas están experimentado en Afganistán, debido al aumento de los conflictos violentos, ponen al descubierto cuál es el principal objetivo de la presencia de tropas extranjeras en el país asiático. Que el Estado español iba a participar en tareas de reconstrucción y “normalización” en Afganistán es un argumento que se cae por su propio peso, si observamos la degradación de la calidad de vida de los afganos y afganas en los últimos cinco años. Las excusas del Gobierno de Zapatero son aún más débiles cuando se comparan con el papel real que las tropas desempeñan en este país como parte de la OTAN. La OTAN y Zapatero Hay unos 750 soldados en Afganistán como parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF). En 2005, el Estado español aportó la totalidad del componente terrestre y las tropas españolas suponen el 20% del Eurocuerpo —unos 1.200 soldados—los cuales se desplazarán a Afganistán estos días. Las declaraciones a El País del Ministro de Defensa, José Antonio Alonso, asegurando que el Eurocuerpo no se desplazará hacia el Este de Afganistán, sino que solo se quedará en el Oeste donde lleva ya años, no significa que el Gobierno del Estado español esté ahora en contra de la presencia de la OTAN en este país, como están intentando hacer creer a la opinión pública. La vaguedad en la estrategia del Gobierno pone de relieve que todo es posible. De esta manera, Alonso aseguró que las tropas españolas participarán en cualquier operación de emergencia o en ayuda de las tropas situadas al este que es dónde se ha experimentado un aumento de la resistencia. Las imprecisiones revelan donde se sitúa realmente el Gobierno de Zapatero. El Estado español destina 58 millones de euros diarios a gastos militares. El Ministerio de Defensa decidió aumentar su presupuesto un 5,54% el pasado enero ascendiendo así el gasto militar anual a 7.416,6 millones de euros. La justificación para el aumento fue la necesidad de modernizar y profesionalizar las fuerzas armadas para adaptarlas al modelo europeo. Pero detrás de la militarización de los Estados se esconde otra verdad. Los cambios realizados en la estructura de la OTAN desde 1999 y las posturas diplomáticas desde el ataque a Afganistán son prueba de ello. En 2001, la alianza del Atlántico Norte declaró que los países que la formaban eran también víctimas del 11-S. Y, desde entonces, la convergencia de intereses entre la OTAN y EEUU ha sido cada vez mayor. Resistencia El crecimiento de los grupos armados de talibanes y el fortalecimiento de la resistencia han dado lugar a una nueva ofensiva militar liderada por la Fuerza de Estabilización en Afganistán de la OTAN. Mientras que las potencias imperialistas han comenzado a calificar el país como Estado “fracasado”, desde el movimiento antiguerra se habla de las consecuencias de una política internacional imperialista que responde a las contradicciones del capitalismo en una etapa de recesión. Cuando las miradas estaban puestas en la invasión de Israel en el Líbano y la decisión de la ONU de enviar tropas a este país, el ascenso de las luchas en terreno afgano ha proporcionado nuevas herramientas de análisis para comprender la etapa política que estamos viviendo. La decisión de aumentar la presencia de la OTAN en Afganistán responde a la necesidad de control de la zona para asegurar la eliminación de la insurgencia desde la raíz y mantener en el poder al Gobierno satélite de Hamid Karzai. Sin embargo, esta tarea es ahora mucho más difícil para la alianza imperialista que en 2001. La situación de catástrofe humanitaria debido a la destrucción de las infraestructuras y de pobreza extrema ha dado lugar a un crecimiento del apoyo a los talibanes por parte de la población afgana. Mientras que en 2001 las masas de trabajadores y trabajadoras no se opusieron a la invasión de EEUU, ahora son cada vez más los que apoyan a los grupos armados de talibanes ya que son la única resistencia activa. Además, la población afgana comienza a confiar más en los grupos organizados dentro de sus fronteras en contra de las organizaciones de ayuda humanitaria. Un analista comentó el 23 de septiembre que lo que más ha enfadado a los afganos es la traición por parte de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s) y de caridad. A la misma vez que la población afgana comienza a mostrar su apoyo a lo grupos de talibanes, cada vez es más evidente su insatisfacción ante el Gobierno títere del presidente Hamid Karzai. Uno de los puntos álgidos de la resistencia de la población afgana en contra del imperialismo fue la gran manifestación organizada en mayo de este mismo año. Miles de ma-