La estructura quinaria∗ Derivada de la estructura ternaria, esta estructura es un poco más compleja y quizá por esa razón con más posibilidades para generar historias más amplias. Veamos cuáles son sus componentes: l)-Estado. Inicial, 2)- Fuerza de transformación, 3)- Estado Resultante, 4)- Fuerza de reacción, 5)- Estado final. Si aplicamos este modelo al análisis de un fragmento de Caperucita roja, vemos mejor su funcionamiento. Veamos la parte que concierne a la abuelita: Estado inicial: la viejita está esperando que su nieta le lleve unos pasteles. Fuerza de transformación: aparece el lobo y se hace un estofado de viejita. Estado resultante: la viejita ha quedado en la barriga del lobo. Fuerza de reacción: aparece el leñador, quien mata al lobo y saca a la viejita sin un rasguño. Estado final: la abuela queda vivita y coleando. Intentemos una aproximación a la definición de cada uno de los términos mencionados: - Estado inicial: La característica que define el estado inicial es, siempre, en relación con un objeto: el actor1 puede tener algo o le puede faltar algo. Ese algo puede ser un objeto material, un saber, un sentimiento. En el caso de la abuela de Caperucita roja, hay algo que le falta, los pasteles, y hay algo que tiene, la vida. Hay casos en que el relato empieza porque alguien quiere conservar algo que tiene; pensemos en un avaro que tiene plata y teme perderla o alguien que está en una relación amorosa feliz y quiere que siga así. - Fuerza de transformación: Puede representarse mediante un agente antropomorfo o un fenómeno natural que cambia, transforma, altera, el estado inicial. Así por ejemplo, el Lobo obstaculiza el recibimiento de los pasteles por parte de la abuela. De igual manera, un huracán, una enfermedad o un ladrón pueden hacer que el avaro pierda su riqueza. Puede aparecer un(a) amante que obstaculiza la felicidad de uno de los miembros de la relación amorosa. - Estado resultante: Es la consecuencia, el resultado en que queda el personaje después de ejercida la fuerza de transformación. Si alguien tenía algo que quería conservar, lo pierde. Si a alguien le faltaba algo, no lo consigue. ∗ Este es el apartado que continúa al anterior, en el libro “Maestros y estudiantes generadores de textos: Hacia una didáctica del relato literario” de James Cortés y Alvaro Bautista. Publicado en la colección Impronta, Escuela de Estudios Literarios, Universidad del Valle, segunda edición, 1999. 1 En la tradición literaria se reconoce como personaje a los seres antropomorfos y extensionalmente a otros seres mediante el recurso de la personificación o prosopopeya; en el campo de la semiótica se reconoce como actor tanto a los anteriores como a seres colectivos ( los doce apóstoles), seres figurativos (el lobo, los pasteles), seres temáticos (el destino, la paz). - Fuerza de reacción: Es una fuerza contraria a la del agente o fenómeno que causó la pérdida o impidió la obtención de aquello que faltaba. Así por ejemplo, el leñador, que se opone al lobo, logra restablecer un orden inicial alterado, la vida de la abuelita. Un prestamista le puede abrir un crédito al avaro o éste se puede ganar una rifa y volver a tener su capital. En todo caso, la fuerza de reacción siempre es antagónica de la fuerza de transformación. - Estado final: Es el final de la historia. Aquí se define cómo queda el personaje en relación al anterior estado inicial (en el que recordemos, algo faltaba o algo se quería conservar) que dio lugar a los sucesos. La viejita queda babeada pero viva, el avaro pobre o con plata, la pareja separada o reconciliada bajo la ley de perdón y olvido.