Jesús es la puerta del corral Apuntes de +Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, para la homilía del Domingo 4º de Pascua (Jn 10,1-10), (15-05-2011). 1. El capítulo 10 del Evangelio de Juan, que se lee el domingo 4º de Pascua, contiene dos figuras pastoriles, que son aplicadas a Jesús: 1ª) la puerta del corral, por donde entra el que es pastor (v. 2-3), y por donde también entran y salen las ovejas (vv. 7.9); 2ª) el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas (vv. 11-18.27-30). I. “Yo soy la puerta” 2. Este año la liturgia se detiene en la primera figura: la puerta del corral. Éste es grande y comunitario, pues hay un guardián que cuida y abre a los que son pastores. Estos acuden allí a buscar a sus ovejas para llevarlas a pastar y para guardarlas y defenderlas de los peligros: “El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz” (vv. 2-4). Jesús describe también la figura del cuatrero: “El que no entra por la puerta, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante” (v. 1). Pero las ovejas “nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz…” (v. 5). 3. Como los fariseos no entendieron la parábola, Jesús la explicita y dice que la puerta del corral es él: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento… Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (vv. 7-9). Jesús es, pues, la puerta de los pastores y de las ovejas. Lo cual supone que pastores y fieles nos configuremos con él. II. Jornada mundial de oración por las vocaciones 4. Este domingo está consagrado a orar por las vocaciones eclesiásticas. Ello es muy acorde con los sentimientos y mandato de Jesús, que describe San Mateo: “Al ver a la multitud, Jesús tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: „La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha‟” (Mt 9,36-38). III. ¿Número o santidad de los pastores? Santidad y Número 5. El problema que conmueve a Jesús ¿era sólo de número? Si acudiésemos al pasaje de San Juan para comentar la cita de San Mateo, veríamos que el problema no era tanto numérico cuanto de fidelidad a la misión recibida. Por eso Jesús les dice a los fariseos: “Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes” (Jn 10,8). Se está refiriendo a ellos, que eran numerosos, lo mismo que a los saduceos, a los zelotes, y a todos aquellos que ofrecían un camino falso de salvación. O sea, Jesús retoma el tema, clásico en los profetas, de los malos pastores de Israel. 6. En cuanto a la Iglesia: los pastores nunca fueron menos que cuando comenzó el anuncio del Evangelio. Eran apenas doce apóstoles, y un puñado de discípulos, entre los que descollaban algunas mujeres. Sin embargo, el Evangelio se difundió gracias al Espíritu Santo que obraba en ellos. Y pese a que tampoco entonces faltaron malos pastores, como previno el apóstol Pablo al despedirse de los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: “Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño… Velen entonces” (Hch 20,29.31). 7. No podemos establecer una antítesis entre número y santidad de los pastores. Ambas cosas son necesarias. Pero puestas en una balanza, la santidad de los mismos es decisiva. Por ello, en la Santa Misa, al encomendar al Señor a la Iglesia, rogamos por la santidad de sus pastores: “Y con el Papa Benedicto, con nuestro Obispo y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad”. Por lo mismo, la Iglesia, cada año y durante casi dos semanas, nos propone a los pastores leer el sermón de San Agustín, en el que comenta el capítulo 34 del profeta Ezequiel, para que no caigamos en las mismas trampas de aquellos malos pastores: “Como no faltan pastores a quienes les gusta el nombre de pastor, pero no cumplen, en cambio, con las obligaciones del pastor, no estará mal que recordemos lo que dice el Señor por boca del profeta sobre esos tales. Escuchadlo con atención, atendamos con temor” (Domingo XXIV). En el mensaje del Papa Benedicto XVI para esta Jornada no podía faltar la exhortación a la santidad de los pastores: “También hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya. Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada”. 8. Muchos gestos de caridad pueden cumplir los fieles por nosotros sus pastores. Pero el más importante es la oración por nuestra santidad.