Nuestra amiga Mercedes Escrito por Horacio Salinas La conocí en 1967, año del nacimiento de Inti-Illimani. Fue en un disco llamado "Romance a la muerte de Juan Lavalle ", obra de Ernesto Sabato y Eduardo Falú de intensa narración poético-musical. Allí Mercedes canta una bella "Vidalita....Palomita blanca, vidalita...". Años después en Roma, en el exilio, Sabato contaba del impacto de su aparición en la arena artística argentina. Ese romance es una de las primeras grabaciones donde se deja sentir su voz única, de gran dulzura y de enorme fuerza, cuando es necesaria. Luego conocimos "Zambita de los humildes" y "Juanito Laguna remonta un barrilete". Las incorporamos a nuestro repertorio y fueron dos pilares en los primeros años. Desde entonces fuimos amigos y la vida nos juntó en innumerables oportunidades. La última, truncada por su frágil salud, un concierto con motivo del Bicentenario de argentinos y chilenos que debíamos realizar en el Teatro Casino de París en junio pasado. Mercedes amaba a los creadores que nutrían su repertorio. A Violeta. Era una cualidad que la hizo ser queridísima por quienes fuimos sus amigos músicos. Abrió un espacio de amor en su canto para los jóvenes que irrumpían con aires frescos; Heredia, Páez, García, Gieco y tantos más. Fui de los premiados por sus ejecuciones plenas de energía y vehemencia en "Un son para Portinari" y "Retrato", dos canciones de 1980. Se va cerrando una época. Tiempos en que el corazón se nos agitó brusco. Y el suyo era en extremo generoso. Época donde el nudo en la garganta por tanto atropello lo volcamos a la música y el canto con urgencia y también con rigor. Allí, Mercedes Sosa cantaba por todos y con preclara vehemencia. Así la recordaremos, como una fiesta de la vida y del arte. Fiesta popular de mantas al viento, de fervor y de lágrimas. (*): Director musical Inti-Illimani Histórico Fuente: El Mercurio 1/1